miércoles, 12 de septiembre de 2018

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A SEPTIEMBRE DE 2018: Turquía y Argentina han podido provocar una nueva crisis financiara global.


Turquía y Argentina han podido provocar una nueva crisis financiera  a nivel global. Por otro lado, la situación de las economías emergentes no es, precisamente, boyante.
Según un informe de la Cepal, América Latina y el Caribe seguirán creciendo en 2018, pero a un ritmo notablemente más bajo de lo previsto. La economía de la región se expandirá un 1,5%, siete décimas menos de lo esperado.

GLOBAL:

Algo no marcha bien entre las divisas de los países emergentes. La alarma la dio la dio la lira turca en julio. Además, las sacudidas y los aranceles de Trump al acero y aluminio de Turquía, llevaron durante el pasado mes de agosto a la lira turca a su mínimo histórico respecto al dólar estadounidense.
Esta circunstancia, ha conducido a Turquía a una situación peligrosa dado el volumen de su endeudamiento en dólares y su abultado déficit por cuenta corriente.
La realidad, es que la Lira turca no ha sido la única divisa emergente que ha tenido problemas, ya que también han sufrido las monedas de las economías de Argentina, Sudáfrica, Brasil, Rusia e India.
Son distintos los motivos que han llevado a esta situación a esas monedas. Ha influido la incertidumbre política, su dependencia de las materias primas y, desde luego, la política monetaria de Estados Unidos, ya que cada vez que la Reserva Federal comienza a subir sus tipos de interés, el dólar se aprecia y los mercados emergentes lo sufren como consecuencia de un periodo de fuerte endeudamiento en dólares de esas economías.
La depreciación de las divisas emergentes ha avivado el temor a una repetición de las peores crisis, como la que sacudió al Sureste asiático, Rusia y Latinoamérica entre 1997 y 1998. Se ha producido cierto contagio, ya que, tras el desplome de la lira turca, la salida de capitales se ha acelerado en Sudáfrica y en China. Pero, la mayoría de analistas opinan que es diferente a aquella crisis.
Ahora bien, existen motivos para la preocupación, especialmente por la escalada de las tensiones comerciales:  los productores de materias primas pueden verse duramente golpeados por la nueva ronda arancelaria anunciada en la guerra que mantienen China y Estados Unidos.
La realidad, es que las sanciones económicas de Trump, como las aplicadas con Turquía, Rusia, Irán o China, hacen especialmente vulnerables a las economías emergentes. 

LATINOAMERICA:

Como se ha señalado, América Latina y el Caribe seguirán creciendo en este ejercicio, pero a un ritmo considerablemente más bajo de lo previsto. La economía de la región se expandirá un 1,5%, siete décimas menos de lo esperado hasta ahora por la Cepal, aunque tres más más que en 2017.
La Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) ha declarado "como el resto de organismos internacionales, fuimos demasiado optimistas. El año ha acabado marcado por la alta incertidumbre y volatilidad sobre la economía global y, muy especialmente, sobre el bloque emergente”.
La fortaleza del dólar frente a las principales monedas latinoamericanas y la firme decisión de la Reserva Federal de continuar con las alzas de tipos de interés han dañado a esas economías.  El desempleo, por su parte, seguirá ligeramente a la baja durante el ejercicio en curso, aunque la tasa de paro permanecerá por encima del 9% (un nivel elevado para las economías emergentes).
Además, el crecimiento no es equilibrado entre las distintas áreas y regiones: mientras que el área que engloba a Centroamérica y México seguirá liderando holgadamente la tabla, con una expansión media prevista del 2,5% en 2018 y con tres de los 10 países más dinámicos de la región en su seno, las islas del Caribe crecerán a una tasa media del 1,7% y América del Sur quedará por debajo de la media regional con un incremento del PIB de solo el 1,2%, lastrado fundamentalmente por Venezuela, Argentina y Brasil.
Según la Cepal esta divergencia interregional tiene que ver con los precios de las materias primas: si suben, como ahora, a América del Sur le debería ir mejor y a Centroamérica, peor. Sin embargo, lo peor son las incertidumbres respecto a Argentina y Brasil.
Y, sin duda, el mayor lastre es Venezuela que sufre una grave crisis económica e institucional en el que la recesión se ha convertido en habitual (se espera que su PIB se contraiga este año otro 12% a pesar del alza del precio del petróleo, el gran activo del país). Desde 2013, la economía venezolana ha retrocedido, nada menos, que un 43%.
Más allá de la hiperinflación, el problema de Venezuela es que su deuda es cada vez menos sostenible. Y la producción de petróleo, que se destina al repago de la deuda, se mantiene a la baja.
El segundo mayor problema sudamericano es Argentina, que no ha logrado superar la tormenta cambiaria iniciada a finales de abril, que provocó una rápida devaluación del peso (del 65%) frente al dólar. Por primera vez un organismo internacional estima que el PIB argentino sufrirá una caída del 0,3%.
Por su parte, Brasil se ha visto sacudido por una huelga de camioneros que paralizó al país en mayo. "Afectó muchísimo, más de lo que pudiéramos anticipar", destacan los técnicos de la Cepal. Sin embargo, el gigante suramericano se aleja de la recesión.
En América Central y el Caribe la tendencia es notablemente mejor que en el sur. México, el gran exponente de la zona, cerrará 2018 con un crecimiento de su PIB del 2,2%. Solo superan esa tasa de aumento, Chile (3,9%), Perú (3,6%) y Colombia (2,7%). Todas ellas impulsadas por el encarecimiento de las materias primas, en las que descansa buena parte de su crecimiento.
Además, un país caribeño, la República Dominicana, y otro centroamericano, Panamá liderarán en 2018 el crecimiento latinoamericano con sendas expansiones del 5,4% y del 5,2%. Economías más pequeñas, como Costa Rica, Honduras, Antigua y Barbuda y Granada también se encuentran entre las 10 con economías más dinámicas.
Tras varios años de niveles históricamente bajos de volatilidad financiera, con la liquidez en máximos, las mayores dudas afectan especialmente a los emergentes, con América Latina a la cabeza. En paralelo, los flujos de capitales hacia mercados emergentes, tras aumentar de forma sostenida el año pasado, caen en este 2018. "La combinación de un dólar fuerte, tasas de interés altas y menos liquidez es lo que ha disparado los niveles de incertidumbre". En consonancia, el riesgo soberano de las principales economías de la región ha repuntado a partir de febrero, sobre todo en Venezuela (el caso más dramático), Argentina, tras el rescate del Fondo Monetario Internacional, y Ecuador, una economía plenamente dolarizada.
América Latina y el Caribe tampoco son ajenos a los movimientos proteccionistas de Washington. La gran incertidumbre pasa por las tensiones comerciales. El conflicto arancelario entre EE UU y China está creando una tensión muy fuerte en todas las economías, también en las latinoamericanas y caribeñas.

ARGENTINA:

Realmente, nadie sabe cómo va a terminar la situación de la economía argentina. El presidente Macri anuncio el acuerdo con el FMI para recibir de este los fondos necesarios que el país vaya precisando, y el peso argentino se ha depreciado alrededor del 14% con respecto al dólar.
Frente a esta situación el Banco Central argentino ha tratado de frenar la depreciación de su moneda, subiendo los tipos de interés oficial (el que cobra a los bancos comerciales), nada menos, que hasta el 60% (un incremento de 15 puntos).
El objetivo fundamental, es evitar que tenga lugar el desbordamiento de la inflación.
El presidente Macri ha declarado que el FMI adelantará a Argentina todos los fondos que sean necesarios para que el Gobierno cumpla con los pagos de su deuda con prestamistas extranjeros. Los fondos saldrán del rescate por valor de 50.000 millones de dólares que se aprobó en el pasado junio.  
El escenario económico del país es muy complicado, aunque el Gobierno trate de aparentar una situación de calma. 

TURQUÍA:

Los desequilibrios del país euroasiático, agravados por el enfrentamiento con Estados Unidos a raíz de la detención de un pastor protestante, han desencadenado la crisis de la lira turca, que, consiguientemente, ha afectado a la economía real.
El índice de precios al consumo, publicado por el Instituto de Estadística Turco (TÜIK), muestra que la inflación se desbordo en el pasado agosto respecto al mismo mes del año anterior. Ascendió al 17,9%, (el nivel más alto desde finales de 2003).
La situación ha forzado al Banco Central de Turquía a señalar que tomará las medidas necesarias. De forma que en la reunión de política monetaria del 13 de este mes subirá los tipos de interés.
El problema es que el presidente Erdogan considera a las subidas de los tipos de interés como “la madre de todos los males” y origen de la inflación. Lo que ha, en otras ocasiones, ha supuesto muchísimos esfuerzos convencer a Erdogan para que autorizase el incremento de las tasas.  
En todo caso, la inflación es solo una de las dificultades y problemas a los que se enfrenta la economía turca: su industria depende de la importación de energía, materias primas, productos semielaborados y tecnología para funcionar. Pues bien, la depreciación de la lira ha incrementado los costes de producción.
Que esos mayores costes se trasladen al consumidor solo es cuestión de tiempo. De hecho, varias empresas han utilizado ciertas estrategias para ocultarlo, disminuyendo el gramaje de los productos empaquetados.
Todos estos factores y problemas han llevado a que algunos hayan recomendado a Ankara que vaya negociando con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo que ayude a resolver los problemas de financiación de la economía euroasiática. Entre el déficit por cuenta corriente y la deuda privada a corto plazo de las empresas (que en los últimos años han contraído préstamos en grandes cantidades en divisas), Turquía necesita 180.000 millones de dólares en los próximos doce meses y los pagos exteriores en divisas serán cada vez mucho más difíciles con una lira que ha perdido el 40 % de su valor en lo que va de año.

ESTADOS UNIDOS:

Durante el segundo semestre de este año, la economía estadounidense tuvo un fuerte crecimiento, ya que ha conseguido un crecimiento de su PIB, en tasa anualizada, del 4,1%.
Se trata del aumento más elevado de los últimos cuatro años. Sin embargo, la mayoría de los analistas afirman que este crecimiento se moderará a un aumento próximo al 2,5%, ya que parte del incremento se debe a las exportaciones de soja en anticipación al arancel chino (aceleración de los envíos de soja hacia China anticipando la entrada en vigor del arancel de China a los productos agrícolas de EE UU).
El consumo privado, que representa dos terceras partes de la economía, se ha intensificado ya que ha crecido un 4% desde el bajísimo 0,9% a principios de 2018. Es un ritmo superior a la tendencia media del 2,6% de los últimos años, y que Trump lo señala como mérito propio a consecuencia de sus incentivos fiscales y a la subida de los salarios. La inversión empresarial lo hizo un 7,3%.
La Reserva Federal de Estados Unidos decidió dejar los tipos de interés intactos en una banda entre el 1,75% y el 2% (hasta donde los había subido en junio, con la segunda alza en un año), aunque ha indicado que volverá a subirlos en septiembre y posiblemente otra vez en diciembre. Se anticipan tres incrementos más a lo largo de 2019 y otro en 2020 en un proceso de normalización que va en paralelo a la reducción de los activos que acumuló durante la crisis.
Donald Trump quiere que la Fed deje de subir tipos alegando que “complica su plan de crecimiento”. Sin embargo, El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, considera necesario seguir adelante con el plan para llevar los tipos a un nivel más normal.
Powell ha señalado que no se deben cometer errores estratégicos que posteriormente haya que lamentar, por lo que “considera apropiado seguir avanzando con el alza gradual de los tipos de interés. La economía se refuerza”, por lo que señala que no encuentra motivos para dudar que se mantendrá el ritmo económico.  
Los economistas están muy pendientes respecto a la marcha de las curvas de los intereses a corto plazo y a largo. Se trata de un indicador que sirve para predecir un cambio en el ciclo expansivo, y Powell anticipa que la tendencia es hacia una moderación del crecimiento, pero, sin embargo, no ve riesgos de una recesión.
Con respecto al empleo, según las cifras publicadas por el Departamento del Trabajo de Estados Unidos, durante el pasado mes de julio se crearon 157.000 nuevos empleos (por debajo de las previsiones de 190.000) y la tasa de paro cayó una décima respecto al mes anterior, hasta el 3,9%. La cifra supone cierta ralentización en la creación de empleo ya que en junio registró 213.000 nuevos empleos.
El buen momento de la economía estadounidense no es exclusivo de la Administración Trump, ya que la economía  acumula 94 meses consecutivos presentando datos positivos en la creación de puestos de trabajo (un récord que no se ha visto frenado hasta ahora por la guerra comercial del Trump con China).
Sin embargo, a pesar de situarse en casi una situación de pleno empleo, y de las quejas de las empresas respecto a las dificultades para conseguir trabajadores para ocupar sus vacantes, los salarios están estancados: el aumento salarial anual de julio a julio se mantuvo en un 2,7%, una cifra que no ha variado desde hace dos años.

UNIÓN EUROPEA:

Durante el pasado mes de julio, Mario Draghi señaló que la eurozona va a mantener un crecimiento sólido. Anunció el final de la compra de activos a finales de año, y una subida de las tasas de interés durante el segundo semestre del próximo año.
Draghi apuntó que la amenaza proteccionista de Estados Unidos supone un grave riesgo: “una guerra comercial con rondas de represalias crearía un clima totalmente diferente”.
La realidad, es que durante el tiempo que le resta al frente del BCE (alrededor de 15 meses) tiene un trabajo muy comprometido: debe graduar la retirada de las medidas históricamente excepcionales que se han adoptado (tipos de interés reducidísimos y compras masivas de activos).
El presidente Trump ha llegado a decir que la cotización del euro frente al dólar favorece a las exportaciones de la eurozona. Frente a ello, Draghi ha declarado que “el tipo de cambio no es un objetivo de nuestra política. En las últimas décadas hay un consenso internacional para evitar las devaluaciones competitivas”.
Sin embargo, en contra de lo anterior, se ha confirmado el enfriamiento económico de la eurozona, ya que, según Eurostat, tan sólo ha crecido durante el segundo trimestre de este año un 0,4%.
El aumento citado del PIB supera en una décima el dato preliminar proporcionado por la agencia estadística. En los últimos 12 meses, la economía de los países del euro ha registrado un aumento del 2,2%.
Hay que señalar que ha sido la economía alemana la que ha evitado males mayores, pero la desaceleración que se está registrando elimina el argumento que señalaba como causa del problema a factores estacionales.
La economía alemana creció entre abril y junio, por encima de lo esperado, un sólido 0,5%. La locomotora de Europa esquiva por ahora la incertidumbre por las amenazas comerciales de Estados Unidos, y toma aire gracias al aumento del gasto doméstico y del sector público germano.
En el lado opuesto, Francia e Italia, segunda y tercera economía de la eurozona, quedan rezagadas, a la cola de los Diecinueve, con una pírrica mejora del PIB del 0,2%. En el caso de París, las autoridades culpan a la huelga de transporte del mal dato. Mientras que Italia acumula un largo historial de estancamiento del que no consigue levantar cabeza.
Todo ello, supone que Europa quede en peor posición que Estados Unidos. Sin embargo, hay economistas que ven en la eurozona un crecimiento sólido y más equilibrado que en los últimos años, ya se encuentra apoyado por el aumento del consumo y el empleo, si bien persisten bolsas de desigualdad y pobreza por todo el continente.
Como causas del enfriamiento económico se citan: "que el sentimiento general de los actores económicos se está deteriorando por las tensiones comerciales provocadas por Trump, la inestabilidad política en países como Italia, el posible endurecimiento de la política monetaria del BCE, la subida en los precios de los carburantes y las previsibles consecuencias de un Brexit sin acuerdo".
La última gran preocupación procede de Turquía y de la caída libre de su moneda, la lira. La exposición de la banca europea al país emergente ya está siendo vigilada por el BCE. Y el riesgo de contagio a otras divisas está sobre la mesa.
No obstante, la mayor preocupación a corto plazo proviene de Italia. El nuevo gobierno va a intentar ir contra la ortodoxia de la reducción de deuda imperante en Bruselas y Berlín y podemos encontrarnos con un choque de trenes mayor que él hubo con Grecia en 2015.  Italia es el segundo país más endeudado de la Unión Europa, solo por detrás de Grecia, con un pasivo que representa, nada menos, casi un 132% del PIB.
En el ámbito de la guerra comercial con Tump, pese al acuerdo Jean-Claude Juncker y Trump, los nubarrones no han desaparecido, ya que la amenaza de guerra comercial sigue y seguirá presente. Los aranceles entre China y Estados Unidos ya están teniendo impacto en las exportaciones, y en lo que respecta a la Unión Europea los acuerdos se han calificado de algo vagos.
En el conjunto de la Unión Europea, los países del bloque del Este, liderados por Rumanía, Eslovaquia, Hungría y Polonia encabezan las tasas de crecimiento con avances cercanos al 1% en el segundo trimestre. España está por encima de la media, aunque ha perdido fuelle y ha caído una décima hasta el 0,6% de crecimiento del PIB.
El Reino Unido, sumido en unas inciertas negociaciones del Brexit, ha crecido un 0,4%.
Por otro lado, el periodo de austeridad de la crisis está dando paso a un gasto público algo más fuerte. En consecuencia, el déficit público no termina de bajar y la Comisión Europea ha alertado varias veces de que hasta seis países podrían incumplir este año los objetivos de estabilidad marcados por Bruselas.
Además de Francia e Italia, Bélgica, Austria, Portugal y Eslovenia estarían en riesgo de incumplimiento. En el caso de España no se trataría formalmente de un incumplimiento del déficit, ya que la Unión Europea ha concedido un mayor margen a nuestro país, elevando el objetivo desde el 2,2% inicial al 2,7%.
El vicepresidente italiano Luigi Di Maio ha señalado que el límite del 3% del déficit impuesto por la Unión Europea no será un dogma para su gabinete. “no lo excluyo, todo puede ser, aunque ahora estamos trabajando en la ley de Presupuestos”.
Las medidas anunciadas por el Gobierno italiano combinan un aumento en los subsidios de desempleo (se anunció como “renta básica de ciudadanía”), un importante recorte de impuestos y la reforma de las pensiones.
Esa situación ha provocado una fuga de inversiones extranjeras de 72.000 millones de euros en los últimos dos meses. El déficit italiano cerró en el 2,3% el pasado año, su deuda pública continúa por encima del 130%.  
En el caso de Francia, el Gobierno galo ha reconocido que unas condiciones menos favorables de las esperadas tendrán efecto sobre las finanzas públicas, lo que situará el déficit este año en el 2,6% del PIB, tres décimas por encima el objetivo fijado hasta ahora. Además, para 2019 se prevé que la economía gala crezca un 1,7%, frente a la previsión oficial inicial, que era del 1,9%.
En otro orden, Grecia ha abandonado la era de los rescates, de forma que deberá financiarse por sí misma en los mercados. Transcurridos ocho años desde el rescate, ya no habrá más dinero para Grecia. Tampoco nuevas órdenes desde Bruselas, Fráncfort y Washington más allá de los compromisos adquiridos, que no son pocos ni sencillos de cumplir. Atenas recupera las riendas de la soberanía de su política económica, lastrada por una deuda mastodóntica de casi el 180% del PIB, aunque la troika volverá cuatro veces al año, para comprobar que las reformas no se revierten y que la situación fiscal sigue siendo holgada.
En Grecia casi nadie ha salido indemne de la depresión: recortes de pensiones, subidas de IVA, congelaciones salariales o ajustes en la sanidad pública forman parte de un memorial de daños que se ha comido un 25% del PIB desde el comienzo de las turbulencias y ha dejado a más de un tercio de la población al borde de la pobreza, según Eurostat, el nivel más alto de la Unión Europea tras Rumanía y Bulgaria. 
El Fondo Monetario Internacional admite que a medio plazo la inquietud por la deuda griega desaparece, pero advierte de que, al observar el problema con una visión más larga, las incertidumbres hacen acto de presencia.
El Gobierno griego se ha comprometido a cumplir con un superávit primario (antes del pago de intereses) del 3,5% del PIB hasta 2022, y superior al 2% hasta el año 2060, unas cifras sin precedentes.
No obstante, el FMI ha citado varias amenazas que pueden hacer descarrilar el ambicioso plan acordado por ambas partes: una ralentización de los países de su entorno, y el calendario político doméstico. También factores demográficos como el envejecimiento de la población, agravado por el éxodo de jóvenes sin oportunidades laborales.
Esa mejoría ha alentado a Atenas a aventurarse tímidamente en los mercados. Lo ha hecho con mucha prudencia: pequeñas emisiones de bonos a cinco y siete años en las que ha debido abonar altos intereses. La prueba de fuego llegará cuando trate de colocar bonos a diez años, algo que no hace desde 2010 pese a que cotiza actualmente en niveles precrisis y su rentabilidad se aproxima cada vez más a la del italiano que ha evolucionado en sentido opuesto al griego, y cada vez más es considerado un activo de riesgo.
La crisis se ha saldado con una importante fuga de cerebros: entre 350.000 y 400.000 griegos han dejado el país desde 2010, más del 3% de la población, en su mayoría jóvenes. Los recién incorporados al mercado laboral han pagado con creces la factura de la crisis: el desempleo en la franja de edad de 15 a 24 años es del 39,7%, el doble que la total. Y el siguiente grupo más afectado es el de entre 25 y 34 años.
Por otro lado, el Banco de Inglaterra ha decidido subir un cuarto de punto porcentual el tipo de interés de referencia de la libra, que queda situado en el 0,75%, lo que supone el precio del dinero más elevado en Reino Unido desde febrero de 2009. Se trata de la segunda subida del precio del dinero durante el mandato de Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra desde julio de 2013, después de la realizada el pasado mes de noviembre. La institución afirmó que no tiene prisa por subirlos de nuevo ante la incertidumbre del Brexit.
Carney aseguró que “las políticas necesitan caminar, no correr, hasta detenerse” y subrayó que cualquier subida futura será “limitada y gradual”.
“Seguimos reconociendo que las perspectivas económicas podrían verse significativamente influenciadas por la respuesta de hogares, empresas y mercados financieros a la evolución de los acontecimientos relacionados con el proceso de salida de la UE”, avisó. En la mente de todos está el resultado de las negociaciones con Bruselas sobre el Brexit, previsto para marzo de 2019. Los analistas no esperan nuevas subidas de tipos de interés hasta después de esa decisiva fecha.

ESPAÑA:

El clima económico se ha deteriorado estos últimos meses a causa del cambio de tendencia en el entorno externo y en un contexto marcado por las incertidumbres sobre la política presupuestaria. Después de un inicio de año boyante, una mayoría de indicadores de coyuntura apunta ahora a un debilitamiento.
El turismo es uno de los sectores que más se resienten, consecuencia de la saturación de los destinos más populares. El número de extranjeros que vienen a pasar las vacaciones a nuestro país apenas crece, lo que contrasta con las cifras récord de anteriores temporadas. El frenazo se nota en la hostelería y la restauración.
España está recibiendo estas vacaciones menos turistas extranjeros que otros años. En julio, a España llegaron 9,98 millones de visitantes internacionales, un 4,9% menos que en el mismo mes de 2017. Es la mayor caída de llegadas desde abril de 2010 y la causa hay que buscarla en el pinchazo en los principales nichos de turistas para España, como Reino Unido o Francia. En parte, porque los competidores del turismo de sol y playa, como Turquía y Túnez, han recuperado fuerza. Pero también porque la ola de calor del Norte de Europa frenó las reservas de última hora.
En el sector turístico español explican la aparente debilidad de este verano por la recuperación de la competencia: los hoteleros y las grandes patronales ya explicaron que Túnez, Turquía y otros destinos de sol y playa se habían recuperado este verano (tras años de bajadas por atentados e inestabilidad en la zona). Y compiten con precios atractivos. En el caso de Turquía, la depreciación de la lira es a corto plazo un aliciente más para que a los extranjeros les resulte más barato todavía
Pero, además, este verano ha sido especialmente caluroso al norte del Viejo Continente. No ha hecho falta volar a España para disfrutar de playas a 30 grados, ya que, en países como Reino Unido, Rusia, Francia e incluso Noruega o Finlandia, han tenido puntas de calor muy intenso. Eso ha frenado las reservas de última hora e incluso ha llevado a algunas cancelaciones, algo que no ocurre cuando los veranos llegan fríos en el Norte y la búsqueda del calor anima las costas españolas.

Sin embargo, otros sectores de servicios (actividades de apoyo a empresas, publicidad y márketing, servicios administrativos) han mantenido su ritmo de actividad.
 La industria también se ha resentido. Durante la primera mitad del año, el índice de producción industrial progresó un escaso 1,8%, casi la mitad que en 2017. La desaceleración es especialmente perceptible en la producción de bienes de consumo y de energía. Por el contrario, los sectores de bienes de equipo, material informático y química muestran una inalterable solidez.
Sin embargo, según Funcas, la construcción es la principal excepción en este panorama de enfriamiento. La actividad en este sector sigue avanzando a un ritmo elevado, próximo al 5% según el índice sintético de esa institución, que corrobora el auge del mercado de la vivienda, impulsado por los bajos tipos de interés y la entrada de capital extranjero.
Respecto al sector exterior. Las exportaciones apenas han crecido en lo que va de año, como consecuencia del débil crecimiento de algunos de los principales mercados como son Francia, Italia y un Reino Unido atenazado por un Brexit sin acuerdo. Las turbulencias en los mercados emergentes y los esfuerzos para equilibrar el crecimiento en China han provocado una disminución de las ventas fuera de Europa.
Por su parte las importaciones están ganando cuota en el mercado interno, sobre todo en un sector clave como el automóvil. Todo ello, sumado a la debilidad exportadora, está provocando que el sector exterior empiece a restar crecimiento. Se atasca el motor externo de la expansión, lo que pone en evidencia la necesidad de fortalecer el tejido productivo.
Durante los años de crisis, fundamentalmente el petróleo barato condujo a España a reducir la factura de las importaciones y a las empresas a lanzarse a vender al exterior. Eso redujo el déficit comercial al mínimo e incluso se convirtió en superávit algún mes (en marzo de 2013, por primera vez, con 635 millones). Sin embargo, con la recuperación económica las importaciones se han recuperado paulatinamente y, sobre todo, la subida del petróleo ha vuelto a elevar la factura.
Como resultado, aunque las ventas sigan al alza, el déficit comercial, la brecha entre lo que sale y lo que entra en España, se dispara: creció el 31,5% en el primer semestre del año, hasta los 14.585 millones de euros. En 2017 ya ocurrió algo similar y el año terminó con una subida del déficit del 31,9%.
En concreto, entre enero y junio las exportaciones españolas de mercancías se situaron en 144.916 millones de euros, un 2,9% más que en el mismo periodo de 2017. Por su parte, las importaciones subieron a mayor ritmo, un 5%, hasta los 159.502 millones de euros. Así, la diferencia entre unas y otras arroja un déficit comercial de 14.585 millones de euros, frente a los más de 11.000 millones del año anterior.
La culpa no solo la tiene el petróleo, aunque es sin duda el principal catalizador del déficit comercial. El saldo no energético (es decir, sin contar las compras de productos energéticos del exterior, de los que España es muy dependiente) arrojó un déficit de 2.348 millones de euros, que contrasta con el superávit de 262 millones de euros del acumulado hasta junio de 2017, y el déficit energético aumentó un 7,8%, hasta los 12.237 millones de euros (déficit de 11.351 millones en enero-junio de 2017).
Así, entre lo que España importa más, y sobre todo más caro, destaca la energía en el primer semestre: las compras al exterior de productos energéticos incluso descendieron en volumen, un 1,9%, pero en precio de esa carga importada supone una subida del 9,1%, porque según destaca el Ministerio de Industria, el coste subió más 11,2%. En cuanto al resto de compras no energéticas, subieron un 4,3%, en parte porque compramos más en volumen (2,9%) pero también porque se compra más caro, lo que arroja un aumento en precio del 4,3%. España adquiere más productos químicos y más componentes y coches.
La tendencia de más compras que ventas, además, parece ser sólida: si se mira solo el mes de junio, las exportaciones españolas de mercancías crecieron un 3,1% mientras las importaciones se incrementaron un 7,7%. Como resultado, en junio de 2018 se registró un déficit de 2.448 millones de euros, frente a los 1.259 millones de euros en el mismo mes de 2017.
Además, las importaciones en España se incrementaron en todos los sectores excepto en manufacturas de consumo (10,9% del total) que cayeron un 2% interanual. Las importaciones de bienes de equipo (es lo que más importa España, con el 20,7% del total) se incrementaron un 1,8% interanual; las de productos químicos subieron un 6,8%; las de productos energéticos ascendieron un 9,1%; y las del sector automóvil crecieron un 7%.
Por destino de las exportaciones, las que España las elevó hacia los socios de la Unión Europea un 2,8%. Mientras, las que van fuera de la UE se incrementaron el 1,9%.
Por otro lado, la deuda pública española vuelve a marcar otro récord histórico. El Estado, las Comunidades y los Ayuntamientos deben en total 1,163 billones de euros. La mayor cifra, en valores absolutos, alcanzada hasta ahora.
En todo caso, en términos relativos (en relación al PIB español) no se ha vuelto a los niveles más altos. En 2016 la deuda llegó a superar el 100% del PIB por primera vez en un siglo. En este momento se sitúa cerca del 98,2% del PIB (tomando como referencia las últimas cifras provisionales de PIB trimestral a precios corrientes publicadas por el Instituto Nacional de Estadística), ya que la economía española seguía creciendo con fuerza en la primera mitad del año. En el segundo trimestre el avance fue algo más moderado (del 0,6% frente al 0,7% del primer trimestre), pero todavía con cierta velocidad de crucero.
La desaceleración del consumo privado, ya prevista por los principales analistas, pesa sobre la actividad. Así pues, las ventas minoristas se han estancado desde marzo, o incluso caen como en julio, último mes disponible (una tendencia que no se registraba desde el inicio de la recuperación). La expansión de la inversión residencial y en bienes de equipo no logra compensar el frenazo en el consumo, lo que explica la desaceleración de la demanda interna.
Las perspectivas de crecimiento podrían deteriorarse aún más si la crisis en Argentina y Turquía se extendiera a otros países emergentes. En particular, habrá que prestar especial atención a la maltrecha economía brasileña, dado su tamaño y los importantes lazos comerciales y financieros con la economía española. También habrá que vigilar las amenazas proteccionistas proferidas por la administración Trump.
En el plano interno, los recientes acuerdos salariales podrían aportar un respiro al consumo privado. Además, el desendeudamiento de las empresas y las favorables condiciones financieras seguirán alentando la inversión. Sin embargo, las incertidumbres en torno a la política presupuestaria afectan a las expectativas, como lo muestran la evolución de los índices de confianza.
En definitiva, lo más probable es que la economía siga expandiéndose en los próximos trimestres, aunque a un ritmo cada vez menor y con riesgos externos claramente al alza. Las incertidumbres que rodean el proceso de aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, y la indefinición en cuanto a la orientación de las políticas de estímulo al crecimiento y al empleo pueden tener efectos negativos.
Por lo que respecta al mercado de trabajo, agosto es tradicionalmente un mes flojo para el empleo, ya que tras la temporada estival llega el fin de muchos contratos unidos al verano, ya sea en la hostelería, el comercio o las sustituciones por vacaciones en la industria y la sanidad. Sin embargo, este año el balance es todavía peor que en la pasada temporada: el número de parados registrados en las oficinas de los Servicios Públicos de Empleo ha subido en agosto en 47.047 personas en relación con el mes anterior, frente a los 46.400 desempleados nuevos del 2017. Y se han destruido casi 203.000 empleos.
El de agosto de 2018 es el mayor aumento del paro registrado para un mes de agosto desde 2011. Así, la cifra total de parados registrados es de 3,18 millones de personas. El desempleo masculino se sitúa en 1,30 millones personas —al subir en 27.415 hombres (2,14%)— y el femenino, en 1,87 millones —sube en 19.632 mujeres (1,06%) en relación al mes de julio—.
Además, la afiliación a la Seguridad Social arroja incluso datos más preocupantes: la creación de empleo registra su peor cifra desde enero de 2016 y el peor mes de agosto desde 2008. En concreto, la afiliación media a la Seguridad Social alcanzó los 18.839.814 ocupados en agosto, tras destruirse 202.996 puestos de trabajo, el -1,07%, respecto al mes de julio.
En concreto, el régimen general registró un descenso de 184.660 personas (-1,18%), hasta los 15,51 millones de ocupados. En agosto, la afiliación creció en términos absolutos principalmente en la sanidad (15.287) y la hostelería (5.833), pero disminuyó en educación (-57.706), industria manufacturera (-23.632) y en la construcción (-20.261). En cuanto al régimen de autónomos, cuenta con 3.249.275 personas, tras descender en 17.894 (-0,55%) en el último mes.
Por Comunidades Autónomas, el número de afiliados creció en agosto en Canarias en 2.126 afiliados (0,27%); Asturias, con 988 afiliados más (0,27%); Cantabria, con 644 (0,29%), y en las ciudades autónomas de Ceuta, con 360 ocupados más (1,71%), y Melilla, con 130 afiliados más (0,56%). Pero los mayores descensos, por el contrario, se registraron en Cataluña, con 65.891 ocupados menos (-1,91%), la Comunidad de Madrid, con -36.595 bajas (-1,17%), la Comunidad Valenciana, -31.499 (-1,69%) y Andalucía, -19.028 (-0,63%).
En cuanto a los contratos registrados, durante el mes de agosto fueron 1,60 millones en total. Supone un incremento de 66.095 (4,3%) sobre el mismo mes del año 2017. Del total, solo 153.921 contratos de trabajo eran de carácter indefinido, el 9,61% de todos. Aunque se trate de menos de uno de cada diez, supone un incremento de 38.539 (33,4%) sobre el año anterior. Del total de contratos indefinidos, 92.963 eran a tiempo completo y 60.958 a tiempo parcial.
En cuanto a los contratos temporales, que suman en total 1.448.574 en el mes de agosto, 945.086 eran a tiempo completo y otros 503.488, además de ser temporales, eran solo para jornadas a tiempo parcial.
En relación a los precios, La inflación se mantuvo en agosto en el 2,2%, el mismo nivel que registró en julio, según ha adelantado el Instituto Nacional de Estadística (INE). Según el organismo estadístico, una vez más es la energía la responsable de que el índice de precios de precios del consumo (IPC) no baje. Así, señala que la subida del precio de la electricidad, que se mueve estos días en máximos anuales, empuja hacia arriba la tasa de la inflación, mientras que los combustibles (gasolina y diésel), que suben menos que el año pasado por estas fechas, ayudan a contener el dato.
Al tratarse solo de un dato provisional y de avance del IPC, el INE no especifica las subidas y bajadas de los distintos productos que forman la cesta con la que se elabora el índice. Tan solo adelanta a grandes rasgos cuáles han sido los grandes responsables y, como viene siendo habitual este año, han sido los productos energéticos los responsables de la tendencia.
En especial, la electricidad, que ha encadenado máximos anuales en el mercado mayorista en agosto.
El IPC lleva así dos años al alza. Este año ha ido cogiendo fuerza: en enero la tasa interanual fue del 0,6%, en febrero superó el 1% y su máximo lo registró en junio, cuando se situó en el 2,3%. Tanto en julio como agosto, se ha colocado en el 2,2%.

MERCADOS:

El IBEX 35 perdió durante agosto el 2%, pero aún conserva cierta revalorización desde enero: el 9,06%.
Si bien el indicador comenzó el mes pasado con ganas de subir, los días de escalada dialéctica entre Donad Trump y el líder coreano King Jong motivaron una bajada del indicador de un 4,21%, haciendo bajar al Ibex un 4,21%, lo que ha supuesto perder una capitalización de 27.800 millones de euros.
Los nuevos retrocesos se llevan por delante los 10.300 puntos, ponen fin al tercer mes consecutivo de caídas y confirman la validez de la directriz bajista.
Sin embargo, ha continuado la buena racha en Wall Street que lleva más de nueve años sin sufrir una gran corrección, es decir, una caída de más del 20% desde su cota máxima. Es el periodo más largo de mercado alcista que registra el índice S&P 500, superando así el anterior récord marcado, que coincidió con la burbuja de los valores tecnológicos.
En el parqué de Nueva York todavía ven margen para que la subida continúe. Pero también hay analistas que ven señales de que el ciclo podría estar llegando a su fin. El periodo alcista arrancó técnicamente el 9 de marzo de 2009, seis meses después de que la quiebra de Lehman Brothers detonara una crisis que puso al sistema financiero al borde del precipicio. Fue el momento en el que se tocó fondo. Entonces el S&P 500, el selectivo que integra a las mayores compañías cotizadas, estaba en los 666 puntos. De ahí a escalar hasta los 2.872 puntos, el récord al cierre marcado en enero.
El índice se está moviendo estos días cerca de ese máximo histórico, lo que le permite acumular un incremento del 320% en estos nueve años y medio de mercado alcista. La solidez del crecimiento económico en Estados Unidos, los resultados trimestrales y una expansión sincronizada a escala global son los principales factores que respaldan el mercado alcista actual.

EMPRESAS:

El Corte Inglés no es una empresa cotizada, pero tiene diversos accionistas entre los que cada año se reparte dividendos. Y tras un ejercicio en 2017 más positivo (los beneficios crecieron un 24,9%, hasta los 202 millones), la retribución de sus propietarios crecerá. En concreto, la empresa repartirá 65 millones de euros, frente a los 50 millones del año anterior.
De los 65 millones del ejercicio, 60 millones son con cargo a los resultados. Otros 5 millones, un reparto extraordinario con cargo a reservas que aprobó la junta este domingo. Entre ambas cosas, supone un aumento del 30% con respecto al anterior ejercicio, en el que se repartieron 50 millones con cargo a los beneficios.
Los grandes almacenes han ido variando el reparto de dividendos en los últimos años, en especial en los ejercicios en los que redujeron mucho sus resultados. Antes de 2007, en pleno boom de ventas, solía aprobar remuneraciones a sus propietarios de más de 60 millones de euros.
La empresa ganó en el ejercicio 2017-2018 (se cierra en febrero, tras las rebajas) 202 millones de euros, el 24,9% más que un año antes. La facturación creció el 2,8%, hasta 15.935 millones, con lo que firmó su cuarto año consecutivo al alza. A cierre de año, la compañía contaba con 92.078 empleados en plantilla, el 0,4% más.

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A JULIO DE 2018: pérdida de confianza empresarial y de los mercados financieros


Según cualificados analistas, la voluntad del presidente Trump va a conducir a Estados Unidos a implantar más medidas proteccionistas y una mayor tensión comercial.
Opinan algunos que, salvo que estas políticas se mantengan a lo largo de una década, su repercusión puede tener una leve incidencia sobre la inflación, con un escaso impacto sobre el crecimiento del PIB estadounidense.
Sin embargo, el mayor riesgo es que suponen una pérdida de la confianza empresarial y de los mercados financieros debido a la incertidumbre que estas políticas generan.

GLOBAL:

En contra de lo anterior, otros analistas auguran que a consecuencia de los riesgos geopolíticos que está desencadenando el proteccionismo terminará dañando seriamente al producto o producción mundial o global.
Esa es la conclusión de un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), que se ha conocido coincidiendo con la fallida cumbre del G7  celebrada en Canadá. Frente a este informe, el presidente Donald Trump declaró, con su tradicional retorica bélica, que Estados Unidos es “la hucha de la que todo el mundo roba”.
La realidad es que respecto a la guerra comercial que Estados Unidos ha declarado al resto del mundo, desconocemos cual va a ser su duración y profundidad.
El presidente Trump ha emprendido una batalla contra el déficit comercial estadounidense (lo identifica como el principal culpable de los males de la clase media americana).
En relación a nuestro país, Estados Unidos ha subido los aranceles (hasta el 34,5%) que impuso hace unos meses a las aceitunas negras españolas, argumentando que reciben subvenciones que les permiten ser vendidas por debajo de su precio de mercado.
Las reformas pactadas en la última reunión del G7 entre Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, Reino Unido, Alemania y Japón, fueron rechazadas por Trump a través de su canal de comunicación predilecto (Twitter). Aprovechando, además, para descalificar públicamente a varios de los mandatarios presentes: al anfitrión Justin Trudeau le llamó “débil” y “deshonesto” por criticar el proteccionismo populista americano, y el principal consejero comercial de Trump, Peter Navarro, remató esa opinión obsequiándole con “un lugar especial en el infierno”.
El citado informe de la ONU (UNCTAD) alerta de la peligrosidad de la situación, de forma que la incertidumbre política y la escalada de tensiones comerciales puede afectar al futuro inmediato.
El propio FMI (Fondo Monetario Internacional), donde el poder de Estados Unidos es muy considerable, ha señalado que las políticas del presidente Trump elevan el riesgo económico global.

ESTADOS UNIDOS:

El expresidente de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke, durante un debate en el conocido “think tank” “Amerizan Enterprise Institute”, ha avisado del riesgo de llegar a un “crack” económico en el año 2020.
El actual presidente llegó a la Casa Blanca con un buen recibimiento de los mercados que disparó la Bolsa y la confianza, siguiendo la tendencia de su antecesor Barack Obama. El paro ha bajado a niveles históricos (tasa de desempleo del 3,8% en mayo), y se está disfrutando de un buen ritmo de crecimiento del PIB, a pesar de haberse moderado en los últimos dos trimestres.
Según Bernanke, la economía estadounidense podría enfrentarse a una importante desaceleración dentro de dos años al disiparse los efectos del estímulo fiscal impulsado por el presidente Trump.
Afirmó que, en 2020, llegará el “Momento Coyote” y dijo: “nos tiraremos al precipicio”. Recuérdese a la serie de dibujos animados donde el pobre animal siempre acababa despeñado por un precipicio.
El expresidente de la Reserva Federal afirmó que la reforma fiscal de Trump es “un estímulo que se impulsa en un momento equivocado, ya que la economía ya tiene importantes tasas de empleo”.
La Oficina Presupuestaria del Congreso de Estados Unidos publicó en abril que el estímulo incrementaría el crecimiento del PIB hasta el 3,3% durante 2018, y a un 2,4% en 2019.
Sin embargo, al alcanzar una tasa del 3,8 durante el pasado mayo, hace prever que la inflación supere en bastante al objetivo del 2%. Todo ello va a ocasionar dificultades a la política monetaria estadounidense.
La realidad es que el presidente estadounidense ha declarado que la Unión Europea (UE) "es posiblemente tan mala como China, solo que más pequeña. Es terrible lo que nos hacen. Me encantan esos países, Alemania y todos los países. Escocia... pero nos tratan muy mal, muy injustamente. Y a pesar de eso, nos gastamos una fortuna en la OTAN para protegerles".
Trump ha amenazado con imponer unos aranceles del 20 % a todas las importaciones de vehículos que entren en Estados Unidos. Y según informes de prensa, ha abordado con miembros de su equipo la posibilidad de que Estados Unidos abandone la Organización Mundial de Comercio (OMC).

UNIÓN EUROPEA:

Desde la UE se ha señalado a Estados Unidos que la economía de ese país afrontará graves riesgos si acaban imponiendo mayores aranceles a la importación de automóviles del resto del mundo. Según los cálculos realizados en la UE, Washington se arriesga a ver entorpecidas sus exportaciones en alrededor de 250.000 millones de euros (el 19% de sus ventas al exterior). Esa cifra es equivalente a la que suponen las compras de Estados Unidos al exterior en un año.
El primer paquete de medidas que tomó la UE a consecuencia de la imposición de tarifas aduaneras al acero y al aluminio ha tenido ya el efecto sicológico que buscaba, porque se centró sobre todo en productos genuinamente estadounidenses.
La pretensión de imponer esos aranceles a los automóviles y piezas fabricados en el continente europeo, sería muy perjudicial para la propia economía de Estados Unidos, porque de hecho los coches de marcas europeas que se venden en Estados Unidos ya se fabrican allí en gran parte.
La Comisión ha enviado una carta en la que advierten que si el presidente Trump quiere endurecer la guerra comercial, como ya ha anunciado en Twitter, las respuestas europeas serían “palabras mayores”.
La Comisión Europea declara en la carta, que las exportaciones europeas “no amenazan o alteran la salud de la industria y economía de Estados Unidos, sino que, al contrario, podrían suponer mayores costes para los fabricantes de coches y los clientes norteamericanos.
No obstante, lo más destacable de la misiva es la amenaza de responder con una lista de nuevos aranceles a otros productos norteamericanos que podría llegar a esos 250.000 millones de euros señalados anteriormente.
Por otro lado, el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha acordado poner fin al término de 2018 a sus compras de activos, mientras que ha alejado la posibilidad de una subida del precio del dinero al apuntar que los tipos de interés se mantendrán al nivel actual "al menos hasta el verano de 2019".
El presidente del BCE, Mario Draghi, ha explicado que los miembros del órgano de Gobierno de la institución adoptaron su decisión de manera "unánime", recordando que este programa de compra de activos "no desaparecerá", puesto que pasará a incorporarse como un instrumento más de las existentes en la política monetaria posible.
Draghi ha destacado los sustanciales progresos realizados hacia un ajuste sostenido de la inflación, confiando en que en los próximos meses continuará el proceso de convergencia de la subida de precios hacia el objetivo de la entidad, cerca, pero por debajo del 2%, y que será capaz de mantenerse incluso después de la retirada gradual de estímulos.
Asimismo, el presidente del BCE reiteró que se mantendrá la política de reinvertir los vencimientos de los distintos programas de compras "durante un extenso periodo de tiempo" después del final del plan de compra de activos al concluir 2018. "El Consejo de Gobierno comparte la intención de evitar un endurecimiento no buscado de las condiciones financieras (menos crecimiento y más inflación).
Por otro lado, los economistas del BCE han revisado a la baja su previsión de crecimiento para la eurozona en el presente año, que se sitúa en el 2,1%, frente al 2,4% que anticipaba el pasado mes de marzo, mientras que ha incrementado sus expectativas respecto a las subidas de precios al 1,7% desde el 1,4%, según ha anunciado el propio Mario Draghi.
De cara a los dos siguientes ejercicios, el BCE mantiene sus pronósticos de crecimiento del PIB de la eurozona en el 1,9% en 2019 y el 1,7% en 2020, mientras que ha elevado en tres décimas la previsión de inflación para el próximo año, hasta el 1,7%, manteniendo sin cambios en el 1,7% la subida de precios proyectada para 2020.
En cuanto a la situación de la economía de la zona euro, Draghi subrayó que los riesgos se mantienen equilibrados en general, apuntando que las incertidumbres para el crecimiento están vinculadas a factores globales, "incluyendo la amenaza de un mayor proteccionismo", que se han hecho "más prominentes" y apuntando la necesidad de prestar atención a la persistente volatilidad del mercado.
Por otro lado, el presidente del Banco Central Europeo ha manifestado su creencia de que mejores sueldos impulsarían la inflación de la eurozona y ayudarían a completar la plena recuperación económica.
El anuncio, señalado anteriormente, de que a final de año el BCE dejará de comprar bonos públicos y privados, y que en verano de 2019 podrá subir el tipo de interés del euro., hay que enmarcarlo dentro de que los malos augurios globales (proteccionismo rampante, precio del petróleo nervioso, vaivenes financieros imprevisibles) no estropeen la buena racha de la eurozona.
Según Draghi, “aunque el crecimiento es corto en duración y pequeño en tamaño, la actual expansión es sostenible. Desde 1975 ha habido cinco fases de crecimiento en lo que hoy es la eurozona. Su duración media fue de 31 trimestres, con un alza total del PIB del 21%. En cambio, ahora es de 20 meses con un incremento del PIB de menos del 10%. Pero puede mantenerse”.
El empleo ha aumentado en 8,4 millones de nuevos puestos desde mitad de 2013, y la contribución del factor trabajo al PIB es "récord" (la mitad de este).
No es nada frecuente que el presidente de un banco central realice elogios a la contribución laboral –especialmente de las no subidas salariales- a la recuperación de la economía tras la Gran Recesión.
Ha señalado también Draghi, que el "crecimiento de los salarios está empezando a rebotar. La retribución por empleado aumenta desde su caída a mitad de 2016 y ahora está creciendo al 1,9%. Este componente salarial tiende a reaccionar más rápido que el ciclo en el mercado laboral. También los salarios negociados se mueven para arriba. Los recientes acuerdos entre patronal y sindicatos en Alemania, España y Francia dan continuidad a esa tendencia. Y las restricciones de la retribución a los funcionarios empiezan a relajarse".
El BCE ha celebrado que los precios se aproximen al objetivo oficial del 2%, como el desencadenante de la normalización "gradual" de la política monetaria (endurecimiento de la misma).
La realidad, es que la variable decisiva de la política monetaria es la inflación subyacente, (aquella que no considera alimentos frescos y petróleo, sus componentes más volátiles). Y esta ronda el 1,2%. Pero Draghi sorprendió a todos, al asegurar que, si la inflación a secas crecerá al 1,7% en "cada uno de los tres próximos años", la subyacente "alcanzará techos aún más altos".
En otro orden, ya han transcurrido 10 años desde el inicio de la crisis de Grecia que supuso tres rescates multimillonarios por parte de Europa a cambio de la imposición de duras reformas y de enormes medidas de austeridad.
Pues bien, el Eurogrupo ha puesto punto final a los rescates a Grecia. El acuerdo al que se ha llegado supone que Atenas empezará a pagar el capital y los intereses de los préstamos del rescate en 2032. Los socios del euro le conceden 10 años extra de carencia. Se amplían asimismo 10 años más los plazos de devolución (que ya eran de una media de 32 años). Y el Eurogrupo pacta la entrega de los citados 15.000 millones del último tramo del rescate actual.
Los fondos permiten repagar deuda y ampliar el colchón de liquidez hasta 24.100 millones de euros para posibles problemas, para dar mayor confianza a los inversores cuando Grecia camine independientemente en los mercados a partir de mediados de agosto.
El FMI, que no se ha sumado con dinero fresco, aún tiene dudas a largo plazo, aunque tanto la institución que dirige Christine Lagarde como el BCE de Mario Draghi aplauden la posibilidad de tomar medidas adicionales de alivio de la deuda si fuera necesario.
Finalmente, señalar que los ciudadanos británicos han comenzado a sentir el impacto del Brexit: las empresas europeas reconocen que la salida ha tenido un impacto directo negativo en sus inversiones y flujos comerciales. De forma que la mitad de los empresarios de la Unión Europea han reducido sus inversiones en la economía del Reino Unido.

ESPAÑA:

La subida de los precios del crudo petrolífero durante los meses pasados está pasando factura a los españoles:  los precios han continuado subiendo en junio, alcanzando el incremento más alto de los últimos 14 meses.
Según el indicador adelantado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la subida de precios anual estimada del Índice de Precios de Consumo (IPC) en junio de 2018 es del 2,3%.
Según el propio INE, "este indicador proporciona un avance del IPC que, en caso de confirmarse, supondría el aumento de dos décimas en su tasa anual, ya que en el mes de mayo esta variación fue del 2,1%. En este comportamiento destaca la subida de los precios de los carburantes (diésel y gasolina), frente a la bajada que experimentaron en 2017".
Los precios viven así la subida interanual más pronunciada desde abril de 2017, cuando el IPC marcó un repunte del 2,6%. Desde entonces, fueron desinflándose las subidas, hasta marcar el mínimo del año en enero de 2018, con una leve alza de solo el 0,6%.
Está claro, que según ha avanzado el INE, este 2018, el “coste de la vida” ha vuelto a tomar nuevos impulsos a consecuencia de los precios de la energía. 
El indicador adelantado del INE sobre junio ofrece pocos detalles sobre los precios que suben y bajan (por productos se publican al mes siguiente). Sin embargo, el INE apunta a la subida de los carburantes.
El barril de brent, de referencia en Europa, cotiza ahora cerca de los 77 dólares. Hace un año estaba cerca de los 46 dólares. Y España es un país muy dependiente de las importaciones de energía desde el exterior, lo que hace que sus precios sean muy sensibles a los cambios de las cotizaciones.
Según los datos del Boletín Petrolero de la UE, la semana pasada el litro de gasóleo costaba de media en España 1,232 euros. El litro de gasolina, 1,328 euros. En ambos casos eran leves bajadas con respecto a la semana anterior, pero cerca de un 8% por encima del comienzo de este año.
Una buena noticia, es que la Seguridad Social ha recuperado la cota de los 19 millones de afiliados: en septiembre del año 2008 había algo más de 19 millones de afiliados. Al mes siguiente los perdió, y sólo ha conseguido recuperarlos durante el pasado mes de junio que ha ganado alrededor de 91.000 nuevos afiliados (se ha situado en algo más de 19 millones de afiliados).
Según datos del propio Ministerio de Trabajo, el Paro Registrado (los desempleados demandantes de empleo en las Oficinas de Empleo) se ha reducido en casi 90.000 desempleados bajando hasta los 3,16 millones de personas que buscan y no encuentran un empleo.
Regresar al nivel de afiliados con los que contaba el instituto previsor en el momento del comienzo de la Gran Recesión es una buena noticia. Sin embargo, no supone todavía recuperar todo el empleo, medido según la afiliación, perdido durante la crisis. Los 19,01 cotizantes de media durante junio todavía no alcanzan los casi 19,5 millones que son todavía el techo de la Seguridad Social, tocado en julio de 2007, en el apogeo del boom inmobiliario.
Si se observa la tendencia de la afiliación en el último año, el aumento sigue por encima del 3% —en concreto, en el 3,11%— igual que en mayo. Con este último junio, el instituto previsor ya enlaza 24 meses con crecimientos anuales que superan el 3%.
Estos datos indican que el buen comportamiento laboral prosigue. Aunque lo hace de una forma provisional, ya que todas estas cifras deben contrastarse con las de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre del año. La EPA es el mejor termómetro de lo que sucede en el mercado del trabajo, y en sus últimas ediciones ha confirmado lo que indican por adelantado la Seguridad Social y el paro registrado, aunque con menos euforia.
Esa recuperación del empleo está mejorando el volumen total de trabajadoras en el mercado de trabajo, manteniendo una marcha estructural que apenas se ha detenido durante la crisis. Así en junio, por cuarto mes consecutivo, volvió a batirse el récord de mujeres afiliadas a la Seguridad Social, que alcanzó los 8.779.129. Esta cifra representa el 46,19% del total de ocupados.
Un elemento importante que está mostrando la salida de la crisis es el tirón de algunas ramas de actividad como la hostelería. La pujanza del turismo en los últimos años ha sido sustancial y eso se ha notado en la mano de obra. También se ha apreciado durante el pasado junio, un mes que es la puerta de entrada al verano, es decir, la temporada alta turística. Así, la hostelería ha sumado, solo en el régimen general (el que rige para asalariados), 34.537 afiliados más.
Otras actividades también han tirado del empleo en el último mes. El comercio ganó algo más de 28.000. Otras ramas como la sanidad, actividades administrativas y servicios auxiliares o la industria manufacturera han notado las contrataciones que realizan las empresas para cubrir las bajas que demandan las vacaciones estivales.
Estos sectores han compensado con creces la caída del empleo en la educación. Es habitual que esto suceda cuando finaliza el curso escolar. Puede sorprender este hecho después de la reciente sentencia del Tribunal Supremo que declaraba ilegal despedir en verano a los docentes interinos que han trabajado en los colegios durante todo el curso. No obstante, hay que señalar que este fallo no afecta a los maestros y profesores que han realizado sustituciones cortas o a otros oficios que se encuentran en las escuelas como los cuidadores, bedeles o las personas que atienden los comedores escolares.
Sin embargo, no se ha solucionado uno de los problemas más graves: la precariedad y la inestabilidad en el empleo. Se deduce al observar la contratación realizada. Por quinta vez en la historia, en junio se superaron los dos millones de contratos firmados. Ya sucedió en mayo y en tres ocasiones durante 2017. Esto es un claro indicio de una alta rotación en el empleo.
A pesar de ese alto número de contratos en un solo mes (más de dos millones), esta cifra es menor que la de mayo y junio del año anterior. Al analizar el detalle, se aprecia un importante incremento de los contratos indefinidos en el último año, un 16,43%, mientras que los temporales, que además son cada vez más cortos, van consolidándose. Por otro lado, para mayor gravedad según algunos estudios, los contratos fijos, aparte de ser menos, tampoco son sinónimo de estabilidad.
Un aspecto muy negativo, citado anteriormente, es que Estados Unidos haya declarado que las aceitunas que se importan desde España se benefician de subvenciones que les permiten vender por dejado del precio de mercado.
El presidente Trump ha endurecido los dos aranceles provisionales que impuso a España durante los pasados meses de noviembre y enero, según ha adelantado la Asociación Española de Exportadores e Industriales de Aceitunas de Mesa (Asemesa) y se ha confirmado luego en la resolución ya pública. Así, tras la resolución definitiva de la Administración de Donald Trump, los aranceles en conjunto aumentan del 21,60% provisional al 34,75%.
El caso tiene origen en una denuncia presentada hace un año por la Coalición para el Comercio Justo de Aceitunas Maduras, que representa los intereses de productos en California como Musco Family Olive y Bell-Carter Foods. El arancel afecta a Aceitunas Guadalquivir (del 27% para los subsidios y del 17,45% por el dumping), Agro Sevilla Aceitunas (7,52% y 25,39% respectivamente) y Ángel Camacho Alimentación (16,83% y 13,22%), informa el Departamento de Comercio de EE UU en el anuncio oficial.
Entre sus argumentos, según detalla la patronal en un comunicado, la Administración americana mantiene que las ayudas de la Política Agrícola Común (PAC) otorgadas a estos agricultores “no son compatibles con la normativa de la Organización Mundial del Comercio”. Mientras que el primer impuesto se aplicará inmediatamente tras su publicación oficial, el segundo no entrará en vigor hasta que la Comisión de Comercio Internacional resuelva el 24 de julio si las exportaciones de aceituna negra española causan daño o son una amenaza para la industria de EEUU. “Si este organismo estableciera que no existe tal daño o amenaza, ambos aranceles quedarían sin efecto”, recuerda la patronal del sector en un comunicado.
Tras el aumento de estos aranceles España “perderá prácticamente el mercado americano de aceituna negra”. Ya la patronal había alertado de que las exportaciones españolas de aceituna negra a EE UU habían caído en el primer trimestre del año un 42,4% con respecto al mismo periodo del año pasado. En 2016, los productores nacionales vendieron a EE UU cerca de 29,7 millones de kilogramos de este tipo de oliva por valor de 67,6 millones de dólares en 2017.
La estrategia de Washington para reducir el déficit comercial es hacer presión a sus socios en negocios pequeños. Las importaciones de aceituna española rondaron los 70,9 millones de dólares en 2016, según datos del Departamento de Comercio. Es insignificante comparado con los 1,1 billones de los intercambios totales con el bloque europeo. El desequilibrio en el capítulo de bienes ronda los 147.000 millones. EE UU recibía hasta ahora más de una tercera parte de las aceitunas vendidas en el exterior por los productores españoles.
Por otro lado, respecto al turismo, según el INE, España recibió durante el mes de mayo un total de 8,08 millones de turistas (el mejor mayo de toda la serie histórica). No obstante, se trata de un crecimiento modesto respecto a los registrados en años anteriores, apenas un 1% más que el mismo mes del año pasado, la tasa más baja para un mes de mayo desde 2009.
La ralentización se observa cuando se contabilizan los cinco primeros meses del año, periodo en el que han visitado España 28,6 millones de extranjeros, un 1,96% más que en el mismo periodo de 2017. El año pasado por estas fechas, la tasa de aumento fue del 11,96%. Crece a mayor ritmo el gasto de estos visitantes, que desembolsaron 8.155 millones de euros, un 2,9% más.
La débil tasa de crecimiento, que ya anticipaba el sector ante la recuperación de destinos competidores como Turquía, Egipto o Túnez, que compiten en sol y playa con precios muy agresivos, se debe en buena parte a la caída de algunos de los principales mercados de los que se nutre el turismo español. Por ejemplo, en mayo nos visitaron menos británicos que el año pasado, 1,9 millones, un 3,9% menos. Aunque sigue siendo de largo el mayor mercado del sector español, en lo que va de año han venido a España 6,2 millones, un 2,3% menos que en los cinco primeros meses de 2017. Igual sucede con los alemanes, el siguiente mercado en importancia: en mayo vinieron un 1,8% menos; un 2,7% menos en lo que va de año. Por el contrario, en mayo aumentó mucho el número de visitantes franceses: entraron en España 1.155.138, un 6,9% más que hace 12 meses.

MERCADOS:

La Bolsa española negoció en renta variable 60.332,4 millones de euros en el pasado mes de junio, lo que representa un 17,6% menos con respecto al mismo mes del año anterior, según el balance publicado por Bolsas y Mercados Españoles (BME).
Según los datos, la negociación en renta variable se moderó un 8,6% con respecto al mes de mayo, y en el acumulado de los seis primeros meses del año el descenso es del 7,2%.
En concreto, el número de negociaciones en junio fue de 3,9 millones, con un descenso del 17,5% respecto al mismo mes de 2017.
En el mercado de derivados financieros, la negociación aumentó un 5,1% respecto a junio de 2017.
En renta fija, destacó el volumen negociado que se elevó a un 37,7% en relación al mismo mes del pasado año. Por su parte, el saldo en circulación del Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF) alcanzó los 2.804 millones de euros (+21,9%).
En relación al mercado de la vivienda, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), las compras se dispararon en el mes de abril al registrar la mayor subida en lo que va de año. Las transacciones de casas inscritas en los registros de la propiedad en España aumentaron un 29,7% respecto a abril de 2017, hasta sumar 42.014 unidades.
Este acelerón supone un gran aumento respecto al mes de marzo marcado por la Semana Santa que terminó con la cifra más baja de ventas de casas y pisos (39.579, un 3,1% anual menos). De hecho, entre un mes y otro (de abril a marzo) la subida en las operaciones fue de un 6,2%, lo que supone 26,9 puntos más que la del año anterior. El buen dato de marzo supera además los dos meses de fuerte avance de enero y febrero, en los que cambiaron de manos un 23% y un 16% más casas, respectivamente.

EMPRESAS:

Las empresas españolas han continuado fortaleciéndose durante el primer trimestre de este año y, sin embargo, los salarios no han seguido ese mismo camino.
Según la Central de Balances del Banco de España, los beneficios crecieron un 39,3% entre el mes de enero y marzo, mientras que los costes laborales sólo crecieron el 2,6% debido a la creación de empleo, y no al aumento de los salarios (la remuneración media lo hizo sólo el 1,5%). De forma que los beneficios han crecido 36 veces más que los salarios durante el primer trimestre de este año.
Por último, la Inspección de Trabajo sigue acechando a Deliveroo, ahora es en Barcelona donde le han levantado un acta a cuenta de sus repartidores (los llamados rider que suelen repartir en bicicleta). La empresa los considera autónomos, mientras que la inspección los considera falsos autónomos y, por tanto, deberían cotizar como empleados. Así, manda dar de alta de oficio a cientos de trabajadores y le impone un recargo en las cuotas a la Seguridad Social del 20%, lo que le lleva a exigir a la compañía el pago de 1,31 millones de euros por contratos de cerca de un año y medio.
Según el informe de la Inspección de Trabajo, tras analizar al detalle respecto a la forma en que trabaja la empresa en Barcelona (qué exige a sus repartidores y cómo les organiza los turnos de trabajo o las retribuciones) se concluye que Deliveroo mantiene con los trabajadores "relaciones laborales ordinarias y no de actividades por cuenta propia, cuyo encuadramiento y cotización corresponde realizarse en el régimen general de la Seguridad Social y no en el régimen especial de trabajadores autónomos".