¿Están comenzando las
autoridades monetarias y políticas a “verle las orejas al lobo”? El Gobierno
británico ha anunciado un programa de inversiones públicas y la creación de un
banco público para pequeñas y medianas empresas con la intención de incentivar
a la economía a salir de una recesión que dura ya tres trimestres.
¿Será consecuencia de
una mayor sensibilización hacia las consecuencias de la inhibición del Banco
Central Europeo, y de una política de austeridad que hace descansar el peso de
los ajustes sobre los segmentos más débiles de la sociedad?
GLOBAL:
Se ha conocido que el
Fondo Monetario Internacional
(FMI) va a revisar a la baja sus previsiones de crecimiento de la economía
mundial para 2012 y 2013 en una y tres décimas, respectivamente.
Las nuevas previsiones
de la institución recogen un crecimiento de la economía global del 3,3% este
año y del 3,6% el próximo, en contraste con el 3,4% y el 3,9% que recogían sus anteriores
estimaciones.
Para la zona euro, los
economistas del FMI esperan este año una caída del Producto Interior Bruto del 0,4% y
para 2013 anticipan sólo un pequeño crecimiento del 0,2%. Hace tres meses, el
Fondo esperaba una contracción de tres décimas en 2012 y un incremento del PIB
del 0,7% el próximo año.
En la misma línea, el
FMI advierte al Gobierno de Ángela Merkel de que en el actual contexto debe
abordar reformas estructurales "para
fortalecer el nivel relativamente bajo de inversión y el crecimiento potencial
de la economía" del país germano.
El informe del FMI
recoge unas perspectivas "sombrías" para la economía mundial durante
el próximo año, y destaca que la eurozona sigue siendo "un foco de problemas".
"El enfriamiento adicional del crecimiento mundial este año y el
próximo está marcado por el incremento de los riesgos a la baja",
y el FMI advierte que las perspectivas de crecimiento para la economía global
dependen de que se adopten los "pasos
decisivos" tanto en la eurozona como en Estados Unidos "para estabilizar la confianza".
Por otro lado, el FMI señala
de que la debilidad económica mundial también afectará a los mercados
emergentes, por lo que ha reducido en dos décimas su estimación de crecimiento
en 2013 para China, hasta el 8,2%; en seis décimas la de India, hasta el 6%; y
en siete décimas la de Brasil, hasta el 4%.
ESTADOS UNIDOS:
Durante el pasado
septiembre, la tasa de paro en Estados Unidos alcanzó el 7,8 por ciento en
septiembre (el nivel más bajo en cuatro
años). Según la Oficina de Estadísticas Laborales se han creado 140 mil empleos en
Estados Unidos.
La persistencia de las
malas condiciones del mercado laboral durante 4 años, que llegaron a ocasionar
una pérdida de puestos de trabajo superiores a los 600 mil al mes, se ha ido
moderando desde su máximo de octubre de 2009 cuando alcanzó el 10 por ciento (la
cifra más alta de desempleo en las últimas tres décadas).
No obstante, la Reserva
Federal ha anunciado un plan de compra de 40 mil millones de dólares mensuales
en valores respaldados por hipotecas tratando de conseguir un mayor crecimiento
económico con la consiguiente mejora en el empleo.
Igualmente, la Reserva
Federal mantiene su compromiso de mantener los tipos de interés próximos a cero
hasta mediados de 2015 tratando de estimular la recuperación económica.
Sin embargo, como
consecuencia de la debilidad que sufre la economía mundial, especialmente en
los países de la zona euro, no es posible el ansiado cambio de tendencia en el
empleo de Estados Unidos.
Si la contracción e
insuficiencia de la demanda se mantiene, el desempleo seguirá aumentando. Los
malos datos para la producción industrial de Alemania, Francia, Italia y
España, no anticipan una recuperación temprana del empleo en Europa sino más
bien una aceleración de la recesión que ya ha comenzado a sufrir una parte del
mundo.
CHINA:
Según algunos
analistas, el aterrizaje de la economía china está siendo más brusco de lo
esperado. Así lo apuntan datos como las exportaciones o la producción
industrial. Sorprende el que señalen que quizá las autoridades chinas están
posponiendo intencionadamente medidas de estimulo contundentes para acelerar el
crecimiento económico.
Esperan que este año
sea de consolidación y de enfriamiento de la burbuja inmobiliaria que había
comenzado a inflarse.
UNIÓN EUROPEA:
Adquiere cada vez más
peso en la opinión pública que, ante la exigencia y necesidad de urgentes respuestas,
las autoridades europeas no están respondiendo adecuadamente. Un sector de los
analistas se pregunta respecto al tiempo que dispone, o que le queda a Europa, dentro
del agudo desequilibrio Norte-Sur, con un mercado interbancario colapsado, y con
las democracias de varios países empezando a pasarlo mal.
¿Queda tiempo para salvar al euro y para
relanzar a las instituciones comunitarias, si los líderes siguen siendo incapaces de
respetar los acuerdos firmados, o si Alemania impone nuevas y más exigencias?
Por su parte, el
Gobierno español ha utilizado la aparente calma de la prima de riesgo española,
para emitir señales ambiguas sobre la petición del rescate, sin duda retrasada
por el calendario electoral en Galicia y el País Vasco. Y, sobre todo, por la postura de Ángela Merkel,
que también por razones electorales quiere retrasar el rescate a España.
Lo más grave es que Alemania,
Holanda y Finlandia han lanzado un contundente mensaje que pone en duda el
calendario de la unión bancaria que se había acodado. Esta circunstancia
implica la pérdida de la recapitalización directa de los bancos españoles, e
incluso impone exigencias que impiden romper esa espiral banca-deuda soberana,
dejando todo el plan anti crisis seriamente cuestionado. De esta forma, se tira
directamente a la papelera todo el calendario acordado el pasado mes de junio.
La prolongada crisis
del euro se está convirtiendo en la causa de una enorme desestabilización. Sin
embargo, Alemania, Holanda y Finlandia aducen que no hay ningún cambio en su
posición. Según ellos se trata simplemente
de una interpretación de la pasada cumbre. La mayoría de los analistas no
comparte esa opinión.
La realidad es que Berlín
no sólo está actuando contra el espíritu de los acuerdos que se habían
alcanzado, sino también lo está haciendo incluso contra la letra del acuerdo:
deja claro que los plazos no se van a cumplir, entre otras cosas porque no
quiere que nadie meta las narices en sus bancos regionales y locales, que están
tan mal como las cajas españolas.
Otro hecho relevante es
que la estrategia impuesta de la austeridad está fallando estrepitosamente. Mientras no regrese
el crecimiento económico (aumentos del PIB) Europa va a seguir con respiración
asistida. Y ya está faltando el aire.
La realidad es que no
hay economía alguna que pueda soportar indemne dos, o tres años en recesión,
acompañada de una austeridad germánica como la hasta ahora impuesta. Las
sociedades pueden aguantar los recortes si ven un hilo de esperanza, pero en el
Sur de Europa no se vislumbra ni de lejos la salida de la crisis, sino aún más
recesión y paro. La historia enseña que hay un umbral del dolor: sin avisos
previos, el hilo social puede romperse si se somete a grandes tensiones como
consecuencia de la fatiga por la austeridad, la falta de esperanza, y la
excesiva tensión.
En este contexto, el
presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, recordó que la
institución está preparada para intervenir en el mercado y suavizar así las
tensiones financieras que soporta España, pero que solo lo hará cuando Madrid
pida oficial y formalmente el rescate.
Desde que el BCE
anunció su decisión de poner en marcha un programa de compra ilimitada de deuda
en el mercado secundario en beneficio de aquellos países que reclamasen su
ayuda, el acoso sobre la prima de riesgo española ha descendido de forma
considerable, después de haber marcado máximos por encima de los 630 puntos
básicos.
En el caso de España, Draghi señaló que no corresponde al BCE, sino
a los propios socios de la UE, la responsabilidad de decidir si el rescate
financiero debe conllevar la imposición de nuevas condiciones a nuestro país. Igualmente,
recordó que España ha aplicado ya una buena dosis de reformas pendientes y que
eso “es algo que el mercado tiene en cuenta”.
Sin embargo, Alemania,
Holanda y Finlandia han dado señales de que, por ahora, no desean que España
pida un rescate, que les obligaría a dar explicaciones a sus ciudadanos que rechazan
aportar nuevos fondos.
Además, existen muchas
evidencias respecto a que Alemania y sus aliados impondrán duras condiciones si
el Gobierno de Rajoy sale de la zona gris en la que se ha atrincherado y
solicita una ayuda que parece inevitable. En contraste, Italia y Francia
quieren desesperadamente un cortafuegos, al igual que las instituciones
europeas.
Ahora bien, esta
estrategia podría salir mal si se agrava
la recesión española: el desplome de los ingresos públicos augura un agujero en
el déficit. Las sensaciones acerca del Presupuesto y las pruebas a la banca son
ambivalentes. De ahí que muchas voces postulen la urgencia en la solicitud del
rescate por el Gobierno español esgrimiendo argumentos variados: es mejor pedir
ayuda con viento favorable, España solo puede ir a peor, es realmente torpe
resistirse…
Sin embargo, aunque
Bruselas ha manifestado que “está dispuesta y preparada” para el rescate a la
economía española, y se ha esperado como algo inminente, el ministro de
Economía, Luis de Guindos, negándose a llamarlo rescate, asumió que se precisan
ayudas pero solicitó “ciertas condiciones por parte del BCE”.
El presidente del
Gobierno, Mariano Rajoy, ha insistido en la necesidad de ganar tiempo: “debemos
madurar la decisión, pero sin descartar ninguna posibilidad”.
La relativa mejoría de
la prima de riesgo en el mercado, y la
posibilidad de que España sea capaz de obtener financiación en los mercados
para algunos implica la posibilidad de descartar un rescate total. Según el Ministerio
de Economía el Tesoro Público español tiene una situación más cómoda: ya ha
cubierto el 88% de las necesidades de financiación de este año gracias a que
gran parte se hizo a principios de 2012, cuando las condiciones de mercado eran
mejores”.
No obstante, es difícil
alejar la sensación de que España negocia a marchas forzadas algún tipo de
ayuda financiera, ya que se cuestiona la capacidad de la economía española para
cumplir sus objetivos: el mayor impedimento para que el Estado cierre este año
con un déficit equivalente al 6,3% del PIB, y del 4,5% para 2014, es la
recesión económica, mucho más grave de lo previsto.
ESPAÑA:
El ministro de
Hacienda, Cristóbal Montoro, ha señalado que 2013 “será el último año de la
recesión”. Ahora bien, un análisis de las partidas de los Presupuestos
Generales del Estado para el próximo año no confirma esa afirmación.
Desafortunadamente, no
es probable que se cumpla ese pronóstico. Del examen de los Presupuestos Generales
del Estado se desprende que es poco probable que tan venturoso pronóstico se
cumpla: intenso crecimiento de la deuda pública (pasará del 85,3% en 2012,
porcentaje ya revisado al alza, al 90,5%, debido principalmente a las ayudas
públicas a la banca); un descenso de la inversión en infraestructuras del 15%;
el descenso de las ayudas al desempleo, calculado en el 6,3%, circunstancia que
comprimirá un poco más el consumo; y el recorte de la sanidad (más del 28%).
La distribución de
recortes del gasto y de las previsiones de ingresos es, según la mayoría de
analistas demasiado optimista. La subida anunciada de las pensiones es
incompatible, desgraciadamente, con el compromiso adquirido en el Plan de
Estabilidad de limitar los gastos en prestaciones sociales en el 15,9%, porque
es dudoso que la mencionada caída de las prestaciones por desempleo proporcione
un margen para las pensiones.
En cuanto a las
previsiones de ingresos, se han sobreestimado para cuadrar el déficit.
Cualquier crecimiento previsto en impuestos que dependen de la actividad
económica (IVA, IRPF) es calificada casi con carácter general como “voluntarista”:
se prevé que el año próximo los ingresos presupuestarios aumenten más de 13.000
millones y los ingresos totales alcancen los 124.000 millones.
Si, además, se reconoce
que el desfase presupuestario en 2012 será del 7,4%, con un alza de un punto
sobre lo previsto, la cuestión se desplaza rápidamente hacia la calidad de la
gestión económica del Gobierno y las inevitables consecuencias que ese desfase
tendrá en los mercados.
La mayoría de críticas
a los Presupuestos Generales del Estado, lo llegan a calificar como “una
previsión con escasa posibilidad de cumplimiento”: unas partidas bien definidas
porque son obligadas (intereses de la deuda, pensiones...) y otras, casi todas,
estimadas discrecionalmente para que cuadre la cuenta general. Ello conlleva a
una situación en la que España difícilmente va a cumplir sus compromisos de
estabilidad presupuestaria.
Para valorar adecuadamente
los objetivos y medidas de los PGE para el próximo año 2013, hemos de partir
del cumplimiento de los de este año: el objetivo de déficit para el Estado es
el 4,5% del PIB. Hasta agosto, el déficit alcanzó, en términos homogéneos, el
4,3% del PIB. En las mismas fechas de 2011, el déficit era del 3,8% del PIB y
acabó en el 5,1%. Haga el lector sus propios cálculos y verá lo difícil que es
que se cumpla el objetivo.
Los ingresos de la
Seguridad Social disminuyen y los gastos aumentan. El déficit acumulado en los
12 últimos meses hasta agosto, también en términos homogéneos, ronda los 4.000
millones de euros y va en aumento. Más que difícil, va a ser imposible acabar
el año en equilibrio, como está previsto. Los gastos en prestaciones por
desempleo han aumentado hasta julio un 5,5%, cuando estaba previsto que
disminuyeran un 5,5% en el conjunto del año. Aquí puede haber, por tanto, otro
desfase de más de 3.000 millones.
En cuanto a las
comunidades autónomas, tienen que acabar el año con un déficit del 1,5% del PIB
y en el primer semestre ya han consumido el 60% de esta cifra. Por último,
tenemos datos del conjunto de las Administraciones Públicas hasta el segundo
trimestre. La suma de los cuatro últimos trimestres da un déficit del 8,5% del
PIB (excluyendo las pérdidas por ayudas a instituciones financieras), cifra
prácticamente igual al 8,6% con que finalizó 2011. Los datos señalan, por
tanto, que en la primera mitad del año no se ha avanzado en la corrección del
déficit.
En resumen, no es
probable que en el segundo semestre pueda llevarse a cabo la ingente tarea que
estaba planeada hacer en todo el año, por lo que el déficit sobrepasará
significativamente el objetivo del 6,3%. Si este año el déficit acaba siendo
superior al previsto, tendrían que tomarse medidas adicionales a las que
contemplan los presupuestos para llegar al 4,5% en 2013.
Otro punto a considerar
es el cuadro macroeconómico: el PIB de la economía española puede caer en torno
a un punto porcentual más de lo que contempla el Gobierno. Cada punto de menor
crecimiento supone unas ocho décimas de más déficit.
En conclusión, el
objetivo fundamental de los Presupuestos Generales del Estado para el próximo
año, 2013 es altamente probable que no se cumpla.
En ese mismo sentido,
el propio Gobernador del Banco de España, Luis María Linde ha señalado que “ve riesgos de incumplimiento del objetivo de
déficit impuesto por Bruselas a España”. Uno de ellos, el gasto en pensiones.
El compromiso del
Gobierno de Mariano Rajoy de mantener el poder adquisitivo de los jubilados
supondría un coste para las arcas públicas de 5.000 millones de euros. "Es
un riesgo que existe para el cumplimiento de los objetivos de déficit", avisó
Linde durante su comparecencia ante la comisión de Presupuestos del Congreso de
los Diputados. "El Gobierno debe pensar muy seriamente si las revaloriza. La
revalorización de las pensiones es una decisión importante que tendrá
consecuencias en el déficit de este año y los siguientes. Todo el mundo conoce la situación y conoce su impacto".
Tal y como marca la
ley, el Ejecutivo debe revisar antes de diciembre la subida de las pensiones
que efectuó el pasado mes de enero para ajustar a la evolución de los precios.
Compensar ahora a los pensionistas por la desviación del IPC (que podría cerrar
el año en el 3%) supondría un coste de 4.000 millones para el Estado. Si además
Rajoy decide elevar esas pagas otro 1% en 2013, la factura se dispararía hasta
los 5.000 millones de euros.
Por otro lado, hay que
destacar que la agencia de calificación crediticia Moody's ha señalado que considera
que las pruebas de resistencia a la banca española son positivas para los
ratings de las entidades y mejorarán su solvencia y la confianza del mercado en
el sector, pero advierte de que aún así podrían no ser "suficientes".
Moody's, que en breve
concluirá su proceso de revisión para una posible rebaja del rating de España,
señala que la recapitalización mejorará "considerablemente" la
solvencia de las instituciones afectadas y ayudará a restaurar la confianza del
mercado en el sistema bancario español en su conjunto.
Sin embargo, al mismo
tiempo advierte de que si los mercados son "escépticos" sobre estos
tests de estrés, "la confianza negativa podría socavar los esfuerzos del
gobierno para recuperar totalmente la confianza en la solvencia de los bancos
españoles".
La agencia destaca que
las pruebas de resistencia independientes realizadas por Oliver Wyman tienen un
alcance y un rigor mayor que los anteriores análisis de la banca española, pero
añade que los resultados están por debajo de lo que estima como necesario para
mantener la estabilidad en sus escenarios adverso y altamente adverso.
La agencia apunta que
sus pruebas no recogen una diferencia tan grande de las necesidades de capital
entre los bancos más débiles y los más fuertes en el escenario adverso y
calculan que las entidades españolas necesitarán entre 70.000 y 105.000
millones de euros, frente a los 53.700 millones de euros ya anunciados.
Pese a que destaca que
muchos de los supuestos utilizados en el ejercicio de Oliver Wyman son
"conservadores", también incide en que otros que reducen
considerablemente la caída del capital podrían ser cuestionados.
Asimismo, cree Moody´s que
ante la ausencia de un mercado que permita una valoración más transparente de
los activos inmobiliarios, espera que los inversores presten más atención al
escrutinio detallado aplicado a la valoración de las carteras de préstamos y
activos embargados, así como a la mayor y más específica información por grupos
bancarios.
En general, la agencia
considera que la inmediata recapitalización de la banca española es
"intrínsecamente positiva" para los ratings de todos los bancos
españoles, porque incluye más bancos y más capital que anteriores esfuerzos, y
añade que el único grupo de acreedores que no se beneficiará de este proceso
son los tenedores de deuda híbrida o subordinada de las entidades que sean
rescatadas.
En su opinión, una
"buena prueba de fuego" para ver si estos tests son suficientemente
conservadores, y para recuperar la confianza del mercado será el éxito que
tenga el Gobierno español para atraer a inversores privados independientes como
accionistas del 'banco malo'.
A este respecto,
recuerda que los anteriores esfuerzos para atraer capital a los “bancos malos”
han fallado porque los inversores esperaban que los activos se transfirieran a
un precio que permita una venta en el corto plazo con un beneficio razonable.
Sin embargo, según
declaraciones del Ministro Guindos, el capital que conformará la futura
sociedad de gestión de los activos inmobiliarios con problemas de solvencia que
tienen bancos y cajas de ahorros españoles -el denominado “banco malo”- dará entrada en un 55% a
inversores privados.
Por otra parte, el “banco
malo” tendrá sólo un 10% de capital y que el 90% restante de su patrimonio se
financiará mediante deuda avalada por el Estado. Esta deuda se utilizará
también como pago de los activos que se transfieran a esta sociedad.
MERCADOS:
Pese a la resaca de los
test de estrés a la banca española y los presupuestos del Estado para 2013, la
Bolsa acabó con cierto saldo positivo.
En medio de los recortes y las subidas de impuestos, las
hipotecas siguen siendo una de las pocas alegrías para el bolsillo de los
españoles. El euríbor hipotecario, el índice al que están referenciadas la
mayoría de las hipotecas para la compra de vivienda, cerró el mes de septiembre en el 0,74% (un mínimo histórico).
Se trata de una sustanciosa rebaja de las cuotas para quienes
tengan su revisión anual referenciada al dato de este mes, siempre que no
tengan una “cláusula suelo” que impida que saquen partido de esa bajada. El
euríbor es el tipo de interés al que se prestan dinero los bancos entre sí. Con
los datos del euríbor a un año se calcula cada mes el euríbor hipotecario.
El 0,74%, con el que
ha acabado el mes de septiembre, supone
una rebaja de 1,327 puntos con respecto al dato del mismo mes del año pasado,
la mayor revisión a la baja desde enero de 2010. Además, implica que el euríbor
hipotecario se sitúe por debajo del tipo de interés oficial (actualmente en el
0,75%, y con perspectivas de una nueva rebaja), algo que no ocurría desde 2003.
La consiguiente rebaja en la cuota de
las hipotecas depende de las características de cada préstamo, y en particular
de su cuantía y plazo. Para una hipoteca tipo de 150.000 euros a 25 años de
plazo, contratada con un diferencial sobre el euríbor de 0,75 puntos, el ahorro
en la cuota mensual es de 109 euros, un 15,4%, lo que equivale a 1.306 euros.
El porcentaje es extrapolable a las hipotecas de diferente cuantía contratadas
a ese plazo y con ese diferencial.
En general, cuanto mayor sea el plazo, mayor es el ahorro,
dado el peso de los intereses totales en la duración de los créditos. Para las
hipotecas a 15 años con un diferencial de 0,75 puntos, la rebaja ronda el 10% y
para las de 50 años de plazo, supera el 25%.
Sin duda el aspecto más grave de la crisis actual sigue
siendo el paro: los recortes hacen cada vez más daño en el empleo público.
Tanto es así que en septiembre la Seguridad Social contó 86.174 afiliados menos
que el mes anterior. Buena parte de esa caída se debe a las plazas, que a la
vuelta del verano, no se han cubierto en la Sanidad y la Administración.
Para encontrar una caída más dura, hay que remontarse hasta
el mismo mes de 2008, justo en el epicentro de esta crisis que camina hacia su
sexto año, y que ha llevado a la Seguridad Social en septiembre al número más
bajo de afiliados desde 2003, según el Ministerio de Empleo.
Tampoco el paro registrado ofreció síntomas de esperanza,
subió en 79.645 desempleados y situó la cifra total en 4,7 millones de parados
inscritos en las Oficinas de Empleo.
Entre las consecuencias del desplome del mercado laboral,
están las presupuestarias. La caída de afiliados (en lo que va de crisis se han
perdido 2,6 millones) ha acabado por castigar las arcas de la Seguridad Social,
que este año volverá a cerrar con déficit. Y con todo, lo más preocupante se
observa en la ratio afiliados / pensionistas. El mes pasado se situó en 2,41.
No obstante, hay que tener en cuenta que este dato tiene bastante de espejismo,
ya que recoge dentro de los afiliados a los parados que perciben prestación y
subsidio y que también cotizan a la Seguridad Social. Si se resta del total de
afiliados a este colectivo (2,79 millones), esta ratio, fundamental para la
sostenibilidad del sistema de pensiones, baja hasta el 2,06.
EMPRESAS:
La
crisis de la deuda soberana y la resistencia a la baja de la prima de riesgo
sigue cebándose sobre las pequeñas y medianas empresas españolas. Según los
datos facilitados por el Banco Central Europeo (BCE), el coste de un préstamo
bancario de hasta un millón de euros con un vencimiento de uno a cinco años, el
que normalmente suelen pedir las pymes, volvió a aumentar en agosto en nuestro
país, hasta situarse en el 6,61% (un 6,5% en julio). No se pagaban unos
intereses tan altos desde octubre de 2008, en pleno torbellino tras la quiebra
de Lehman Brothers.
Se
trata del mayor coste de esta financiación bancaria en la zona euro tras
Portugal (un 7,79%), Eslovenia (6,9%) y Chipre (6,88%). El primer país ha sido
rescatado, el tercero lo ha solicitado y crece la especulación acerca de que
Eslovenia podría ser el siguiente.
La
desventaja competitiva de las pymes españolas salta a la vista si se tiene en
cuenta que, por el mismo préstamo, una empresa alemana tendría que pagar un
tipo de interés del 3,81% (un 4,04% de julio), casi la mitad, y en Francia el
coste se situó en el 4,02% en agosto (un 4,14% el mes anterior). Incluso
Italia, donde subió hasta el 6,24% en julio, se relajó hasta el 5,83% en agosto.
La media de la zona euro fue del 4,15%.