La incertidumbre sigue constante
como consecuencia de la evolución del coronavirus y por su impacto económico y
social, por la eficacia de la vacunación, por la duración de la crisis que ha
generado y por las secuelas a
largo plazo que la pandemia pueda dejar. Sin duda, también influyen el nuevo
escenario geopolítico en Estados Unidos y del Brexit.
GLOBAL:
Se ha hablado de la
posibilidad de subidas en los precios al calor de los enormes estímulos en los
países ricos y su posible incidencia en la política monetaria. La realidad, es
que la deuda estadounidense ha alcanzado su nivel más alto desde principios de
2020.
Según el Banco de Pagos
Internacionales (BIS), “el reciente nerviosismo en el mercado de los bonos es
la confirmación de que los mercados financieros están ante una nueva
perspectiva”.
Está por verse, pero
algunos analistas han girado hacia unas expectativas de tasas de subidas de
precios más elevadas. Esa circunstancia conllevaría a una dilución del fuerte
endeudamiento mundial existente. Ahora bien, una subida de tipos de interés
llevaría a un encarecimiento de la financiación para las empresas y Estados.
La realidad es que los bancos
centrales de medio mundo se han afanado en tranquilizar a los mercados
recordando que no hay argumentos de peso para mover ni una sola coma de su
discurso, reafirmando que su posición acomodaticia no es flor de un día y
ratificando, en fin, que los bajísimos tipos de interés de referencia
están aquí para quedarse.
En Estados Unidos; Jerome
Powell (presidente de la Reserva Federal) ha enfatizado que el incremento
de la inflación sería transitorio y que, por tanto, siguen siendo muy
necesarios los estímulos para reactivar a la economía.
Ha tenido lugar un
aumento de los precios industriales, en gran parte, como consecuencia del
repunte de los precios del petróleo (desde menos de 30 dólares el barril el
pasado verano a 65 dólares). Ahora bien, con la energía fotovoltaica
produciendo electricidad a 25 euros megavatio, el precio del petróleo volverá a
caer.
Las tasas de paro han
subido con fuerza y en Europa millones de trabajadores siguen trabajando con
horas restringidas por la pandemia, especialmente en sectores de turismo,
comercio y ocio, sobre todo en países con alto peso turístico. Ello conlleva a
que los trabajadores opten por el empleo con salarios más reducidos.
Todo ello hace pensar que
el riesgo de entrar en un proceso inflacionista es mínimo. El gobernador del
Banco de España habla ya de fijar objetivos de precios sobre niveles y no de
tasas, proponiendo una interpretación simétrica del objetivo de inflación del
2% (supone aceptar que los precios se sitúen por debajo o por encima del 2%
durante un tiempo determinado, sin tener que actuar obligatoriamente).
Consiguientemente, se
podría mantener la política monetaria expansiva incluso con tasas de inflación
del 3%. Subir los tipos de interés provocaría un mayor coste de la financiación
para los Estados, provocando mayor recesión y serios riesgos sobre el euro.
Seguimos en una situación
extremadamente delicada: en el segundo trimestre de 2020 la eurozona sufrió una
caída de su PIB, nada menos, que del 15% (tres veces más que en el peor momento
de la Gran Recesión).
La digitalización de la
vida cotidiana ha recorrido en semanas un trayecto que habría durado años en
otras condiciones, adaptándose las empresas a un nuevo entorno desconocido
hasta ahora.
El comercio mundial, uno
de los mejores termómetros de la salud económica en tiempos globalizados se
desplomó en el pasado año, pero su recuperación desde entonces ha sido tan
rápida como el desplome inicial: en noviembre ya recuperó el nivel pre crisis y
al final del año 2020, el volumen del comercio internacional se igualó a los existentes
en el verano del año 2019.
Según los últimos datos
de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE),
el rebote del comercio internacional continuó en el último trimestre del año
pasado a pesar del endurecimiento de las restricciones a la movilidad y los
cierres de comercio y locales de ocio y restauración para hacer frente al
repunte en los contagios. Las exportaciones repuntaron un 7,2% en los países
del G20 (el club que reúne a las mayores potencias económicas del
planeta) y las importaciones aumentaron un 6,8% con la única excepción de
Argentina y China.
LATINOAMERICA:
La CEPAL (Comisión
Económica para América Latina y el Caribe) ha señalado, respecto a la enorme
brecha estructural, que la pobreza en la forma más extrema en la que no están
cubiertas las necesidades más básicas, se ha incrementado al nivel más alto desde
el año 2000.
Uno de cada ocho
latinoamericanos (el 12,5%) se encuentra en esa situación (se ha incrementado
un punto desde el año pasado), y casi cinco puntos más que en 2014, cuanto tocó
el nivel más bajo de siempre, el 7,8% de la población. Antes de la pandemia,
el porcentaje de personas en esa grave situación ya iba creciendo. La covid 19 ha
sido un enorme acelerador de esa tendencia.
También se ha visto
afectada la pobreza media (a finales de 2020 afectaba al 33,7% de los
habitantes del área). América Latina y
el Caribe son una de las regiones más golpeadas por la pandemia,
tanto en número de casos como en muertes. Con poco más del 8% de la población
mundial, hasta diciembre del año pasado acumulaba casi uno de cada cinco
contagios y más de uno de cada cuatro fallecidos a escala global.
Ocho de cada diez
latinoamericanos viven hoy en situación de vulnerabilidad, con ingresos
equivalentes a menos de tres salarios mínimos. Todas estas tendencias se
agudizan en las zonas rurales y en las de mayor prevalencia de población
indígena.
Se señala en el informe
de la CEPAL, que las pérdidas de puestos de trabajo y la reducción de los
ingresos laborales serán mayores en los estratos de ingresos bajos, así como en
el sector informal y en la población más joven, mientras que los estratos de
ingresos medios sufrirán el siempre temido proceso de movilidad descendente:
regresar al punto de partida nunca es tan rápido como verse desplazado de él. La
institución tiene una explicación para este fenómeno: en América Latina y el
Caribe, las familias de los estratos medios y de la parte superior de los
estratos bajos no suelen ser destinatarios de las políticas y los programas de
protección social y la mayoría de sus ingresos procede del trabajo.
Según la CEPAL, es
urgente avanzar hacia un verdadero estado de bienestar. Según sus datos, un
tercio de los hogares con niños o adolescentes carece de cualquier tipo de
protección social. Y casi una de cada tres mujeres (sobre todo, en las capas
más pobres) no participa en el mercado de trabajo para cuidar de su familia, lo
que está ampliando las diferencias de partida.
Para evitar niveles
crecientes de conflictividad, señala el informe, que “abordar los factores que
originan el malestar, avanzando hacia políticas sociales centradas en el goce
de derechos, la igualdad, el reconocimiento y el trato digno, junto a la
construcción de pactos sociales orientados a la construcción de sociedades más
justas, inclusivas y cohesionadas, es fundamental para evitar niveles
crecientes de conflictividad, expresiones de violencia y crisis de
representación y legitimidad democrática que obstaculizan el desempeño
económico”.
CHINA:
A finales de 2019, el
Ministerio de Industria y Tecnologías de la Información (MIIT) del gigante
asiático anunció que los automóviles propulsados por energías alternativas,
en su mayoría eléctricos, representarían el 25% de las ventas del país para
2025.
Pues bien, China es el
primer mercado de vehículos eléctricos y cuenta con una de las industrias más
prometedoras: en 2019 se vendieron más unidades en su economía (1,2 millones)
que en el resto del mundo (1,05 millones). Este liderazgo no es fruto del azar,
sino de una cuidadosa política impulsada por su Gobierno.
El Ejecutivo ha expuesto
en repetidas ocasiones la importancia capital que otorga al desarrollo
tecnológico. Pocos documentos oficiales lo manifiestan de manera tan explícita
como el programa “Made in China 2025”, publicado en 2015 como
parte del 13º Plan Quinquenal: “en esencia, China pretende intercambiar
gradualmente la tecnología extranjera por nacional dentro de sus fronteras y
sentar las bases para que las empresas tecnológicas chinas entren a los
mercados internacionales”. Por ello, las autoridades centrales apremiaban a sus
homólogos provinciales a fomentar la actividad en varias áreas clave. Una de
ellas eran los vehículos de combustibles alternativos.
Durante el año 2009, un
consorcio de agencias gubernamentales lideradas por el MIIT puso en marcha un
programa de subsidios para la compra de transporte público eléctrico en varias
ciudades. A partir de ahí, el dinero público empezó a fluir en todas
direcciones, hasta que una nueva industria acabó por germinar de la nada.
La estrategia contenía un
detalle esencial: solo podían optar a ayudas las empresas que fueran poseedoras
de la propiedad intelectual comercializada. Esto demuestra que el propósito del
Gobierno consistía en incentivar la creación de un ecosistema industrial de
alta calidad basado en una cadena de producción mantenida dentro de sus
fronteras.
Sin embargo, el programa,
que provocó que del año 2014 al 2015 las ventas se cuadruplicaran, pasando de
100.000 unidades a 400.000, a través fundamentalmente en forma de subsidios a
compras de particulares, mostró que no era sostenible, por lo que se pasó a
retirar estas ayudas de forma progresiva.
Por ello y por la
pandemia el ritmo de ventas disminuyó. Y
actualmente ha abierto sus fronteras de forma que ha entrado el gigante
estadounidense Tesla: empresa estadounidense con sede en Palo
Alto, California, que diseña, fabrica y vende automóviles eléctricos,
componentes para la propulsión de vehículos eléctricos
y baterías domésticas.
ESTADOS UNIDOS:
La Cámara de
Representantes de Estados Unidos, controlada por los demócratas, ha aprobado el
paquete de ayudas por valor de 1,9 billones de dólares (1,573 billones de
euros) para combatir la crisis del coronavirus y rescatar la economía.
El plan de la
administración Biden incluye cheques directos por valor de 1.400 dólares,
un bono de desempleo semanal de 400 dólares, una asignación anual por hijo de
3.600 y miles de millones de dólares para los gobiernos locales, escuelas, y
para distribuir las vacunas contra la covid-19, cuando el país supera el medio
millón de muertos. Falta el visto bueno del Senado, donde se espera una fuerte
oposición de la minoría republicana, especialmente por la propuesta de
incrementar el salario mínimo a 15 dólares la hora.
Los cheques por 1.400
dólares (más del doble que los 600 dólares aprobados en el último programa de
ayuda del Congreso) se enviarán a las personas que ganan menos de 75.000 al año
o matrimonios que ganan hasta 150.000, y su valor irá disminuyendo gradualmente
hasta llegar a cero para los individuos con ingresos superiores a 100.000
dólares. Más de 50.000 millones se destinarán a la distribución, testeo y
rastreo de vacunas, casi 200 mil millones a los colegios y 350 mil millones a
los gobiernos estatales y locales.
El aumento del salario
mínimo federal de 7,25 a 15 dólares la hora, escalonado a lo largo de cuatro
años, quizá no sobreviva a su paso por el Senado, aunque según Nancy Pelosi,
líder de los demócratas en la Cámara, se trata de “un imperativo moral”.
UNIÓN EUROPEA:
Bruselas ha decidido que
propondrá la reactivación de las reglas fiscales cuando la economía europea
recupere los niveles anteriores a la pandemia. Y la Comisión Europea ha
avanzado que los indicadores que maneja sugieren “continuar aplicando la
cláusula general de escape en 2022 y desactivarla a partir de 2023”. Pero
incluso entonces, el Ejecutivo comunitario propone seguir dando manga
ancha a los países que en ese momento no se hayan repuesto por completo (previsiblemente
España e Italia), permitiéndoles usar “todas las flexibilidades” previstas en
el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Y es que Europa está encarando
a la pandemia como si nos encontrásemos en una economía de guerra. Los
Veintisiete apuraron en 2020 sus colchones fiscales o recurrieron al
endeudamiento masivo para atacar la pandemia en el frente económico con
paquetes de estímulos sin precedentes que representaron el 8% del PIB y medidas
de liquidez que alcanzaron el 19% el PIB.
Bruselas no quiere
repetir los errores de la Gran Recesión, cuando recetó al sur una sobredosis de
austeridad. La Comisión Europea piensa que la Unión Europea debe concentrarse
en dos grandes áreas: la inversión pública de calidad y las reformas
estructurales.
Se defiende que para
volver a las reglas fiscales debemos fijarnos como “indicador más adecuado, el
nivel de actividad económica en comparación con finales de 2019”. Solamente,
cuando la economía de la Unión Europea regrese a ese nivel se podrán reactivar esas
reglas fiscales.
Según la Comisión, se
prevé “que se alcance el nivel de 2019 hacia mediados de 2022”. Por lo tanto, hasta
el año 2023 no es, actualmente, previsible que se vuelvan a exigir las reglas
del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Como se espera que España
e Italia a finales de 2022 todavía no habrán recuperado la actividad anterior a
la pandemia, la Comisión Europea propone una suerte de aplicación de “reglas
fiscales a medida” para que estas dos economías no vean interrumpido su posible
recuperación: “en caso de que un Estado miembro no haya recuperado el nivel de
actividad económica anterior a la crisis, se utilizarán plenamente todas las
flexibilidades del Pacto de Estabilidad y Crecimiento”, sostiene la
comunicación. Si la tendencia prevista por la Comisión se confirma, España no
tendría que someterse a la plena disciplina de las reglas fiscales hasta el año
2024.
Por otro lado, según
Eurostat, los precios de producción industrial de la zona euro registraron un
incremento del 1,4% durante el mes de enero en comparación con el mes
precedente, lo que equivale a un incremento de cinco décimas con respecto al
alza mensual registrada en diciembre.
En comparación con el
mismo mes de 2020, los precios de producción industrial en el conjunto de las
economías del euro se mantuvieron estables en el 0%, frente a la caída del 1,1%
de diciembre.
Entre los Veintisiete, la
inflación industrial se situó en el primer mes del año en el 1,4%, lo que
supone también un incremento de cinco décimas en comparación con el crecimiento
del mes precedente y el alza más notable desde enero de 2006. En tasa
interanual, la Unión Europea registró un incremento del 0,2%, frente a la caída
del 1,1% de diciembre.
Para algunos analistas,
la subida de los precios está llamando su atención. Cualquier subida brusca
pondría en aprietos a los bancos centrales, que se verían presionados para frenar
a unos estímulos monetarios que siguen siendo vitales para una
recuperación todavía a medio camino (una subida de tipos de interés sería letal
para empresas y Estados).
El dato de la eurozona
publicado por la oficina estadística comunitaria, Eurostat, no varía
sus previsiones: en febrero los precios subieron un 0,9% en los países de la
moneda única, exactamente lo esperado. Los precios encadenan así dos meses
seguidos al alza, tras cinco caídas consecutivas en lo más duro de los
confinamientos para evitar la expansión del coronavirus.
Las mayores subidas de
precios se dieron en los países del centro y el norte de la zona euro,
donde el desplome económico del año pasado fue menor. Su dependencia del sector
servicios es más baja y, por lo tanto, se han visto menos afectados: los
precios subieron en los Países Bajos (+1,9% de tasa interanual)
y en Alemania (+1,6%). Situándose de nuevo por encima de la media de
la Eurozona.
En el lado contrario, los
mayores descensos en los precios se registraron en el sur de la eurozona:
en Grecia, una economía devastada por la segunda gran crisis en menos de
una década, el IPC se hundió un 1,9% interanual; en Eslovenia la
caída fue del 1,1% y en Chipre, del 0,9%. España se situó en el rango
medio, con una mínima caída del 0,1% que, sin embargo, devuelve el indicador a
los números rojos que había abandonado en enero.
Respecto a la inflación
sin considerar los componentes más volátiles (energía, los alimentos, el
alcohol y el tabaco), los precios subieron un 1,1%, tres décimas menos que en
enero.
ESPAÑA:
La mayoría de los
analistas espera que el primer semestre de este 2021 sea, en lo económico, una
prolongación del año pasado. El servicio de estudios de FUNCAS (think tank
dedicado a la investigación económica y social) ha rebajado en un punto su
anterior predicción de crecimiento de la economía española para este año: del
6,7% al 5,7%. Para el año 2022, el escenario no cambiará demasiado: eleva el
avance del 6,2% al 6,3%. Las razones de la revisión a la baja son
fundamentalmente dos: las restricciones a la actividad y a la movilidad han
propiciado un débil comienzo de año tanto en España como en los países de su
entorno, lo que no ayudará a las exportaciones. Y, sobre todo, el retraso en la
campaña de vacunación está retrasando el posible regreso a la normalidad.
Las predicciones de
Funcas para este año, son muy similares a las del FMI (5,9%), la Comisión
Europea (5,6%) o a las del servicio de estudios del BBVA (5,5%). La
Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) cree que los fondos europeos aportarán
en torno al 1% del PIB este año, y tardarán más en dejarse notar con toda su
potencia de fuego. Sitúa al sector turístico como clave. Dibuja dos escenarios,
uno optimista, en el cual este verano se consigue llegar al 50% de un año
turístico normal y el crecimiento del PIB podría crecer más, hasta el 7%. Y
otro pesimista, en el que el sector solo funcionaría al 12% de una campaña
habitual, y por tanto la actividad solo mejoraría el 4,2% este año.
Según FUNCAS, aunque la
evolución de la vacunación en otros países influirá en la mayor o menor
afluencia de viajeros, “hay una parte importante que depende de nosotros”. La mayor velocidad a la que vacuna el Reino
Unido, el mayor emisor de turistas a España, alimenta las expectativas, aunque
el analista no excluye que entre los efectos secundarios de la pandemia existe
un cierto “miedo a viajar”.
En todo caso, se llama a
las autoridades a que, siendo selectivos en la aplicación de las restricciones,
se tenga sumo cuidado de no retirarlas antes de tiempo: “dado que se vislumbra
el final de la pandemia, es importante mantenerlas”.
Según FUNCAS, habrá que
afrontar tres desafíos en los meses venideros: la celeridad de la vacunación
dentro y fuera de España, la concesión de ayudas públicas a las empresas para
sortear el estancamiento y la puesta en marcha de reformas que permitan
incrementar el multiplicador de los fondos europeos.
Los desequilibrios
seguirán ahí. El déficit público será del 8% del PIB en 2021 y del 6,7% en
2022. Y la deuda se estabilizará, según FUNCAS, en torno al 118% del PIB. En
ese complejo entorno, “la prioridad es proteger el empleo, y la subida del SMI
no lo protege”
Y es que el desempleo ha
aumentado y es, sin duda, una gran amenaza consecuencia de la pandemia: la
economía española ha vuelto a superar los cuatro millones de parados
registrados en las oficinas de empleo. Según los datos divulgados por los
Ministerios de Trabajo y Seguridad Social, las restricciones de la tercera ola
impulsaron el número de desempleados en febrero en 44.436 personas y se llegó a
los 4.008.789 parados.
Ha aumentado algo la
afiliación a la Seguridad Social, ya que alcanzó un crecimiento de algo más de
20.000 cotizantes. Pero ese incremento
es mucho menor que el de otros años y, además, la media de afectados por ERTE
creció en 91.500 trabajadores.
Las empresas ya muestran
síntomas de agotamiento en una crisis que ya roza un año de duración. Febrero
suele ser un mes de transición en el que el empleo, medido con la afiliación a
la Seguridad Social, rebota tras el habitual hundimiento de enero. Este año
también ha subido algo y deja la cifra total en 18,85 millones de afiliados,
pero ese rebote está lejos del registrado en los ocho años precedentes. Las
restricciones de la tercera ola se han notado bastante en la contratación y la
caída en la agricultura, provocada por el fin de la campaña de la aceituna,
apenas se ha visto compensada por otros sectores.
También se nota el golpe
de la tercera ola de la pandemia en el número de afectados por ERTE. Las
limitaciones a la actividad y los movimientos han sido intensas en
prácticamente toda España.
Febrero ha acabado con
casi 900.000 trabajadores con sus empleos suspendidos o las jornadas de trabajo
reducidas. A primera vista, esta cifra supone un incremento sobre la conocida
el mes pasado (cerca de 740.000), pero estos números se van corrigiendo
prácticamente a diario por el decalaje que hay entre la comunicación del ERTE,
su tramitación y el alta definitiva. Así que cuando se observa esa serie
revisada hay apenas una ligera mejora y se aprecia que, desde finales de enero,
cuando se superaron los 900.000 afectados, la situación ha cambiado poco.
De las malas cifras de
febrero habla también el dato desestacionalizado de afiliación (se eliminan de
la estadística los efectos que puedan tener en el mercado laboral las campañas
agrícolas o las temporadas turísticas): en este caso, la afiliación cayó en más
de 30.000 personas.
Hay que esperar para ver
los resultados de la próxima EPA (Encuesta de Población Activa), el mejor
medidor de lo que sucede en el mercado de trabajo.
En cualquier caso, la
pandemia ha causado la mayor caída interanual del salario medio en España en al
menos 50 años, un 3,1%, hasta situarse en 1.641 euros mensuales, según un
estudio de ADECCO, la tendencia al alza del salario medio del conjunto de
España, que se había iniciado en la segunda mitad de 2017, llegó a su fin con
la pandemia y con los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), pues
los trabajadores incluidos en ellos no cobran la totalidad del salario, sino un
70% de la base reguladora.
Así, la remuneración
media española acumula tres trimestres consecutivos con descensos interanuales,
registrándose bajadas en todas las comunidades autónomas salvo en
Murcia, donde ha aumentado un 1%. La Comunidad de Madrid se mantiene en primera
posición, con una remuneración media de 1.964 euros mensuales (-1,3%
interanual), seguida una vez más por el País Vasco, con un salario medio de
1.954 euros por mes (-1,5%). Les sigue Navarra, que tras un recorte de un 0,7%,
deja su remuneración media en 1.837 euros al mes.
Descontando la inflación,
Adecco cifra en un 1,4% la pérdida de poder adquisitivo del salario
medio al considerar las variaciones acumuladas en los últimos ocho
trimestres. Un año atrás, en cambio, ganaba un 0,9%.
En relación a los
precios, de acuerdo con el indicador adelantado elaborado por el INE, la
inflación anual estimada del IPC en febrero de 2021 es del 0,0%. Este indicador
proporciona un avance del IPC que, en caso de confirmarse, supondría una
disminución de cinco décimas en su tasa anual, ya que en el mes de enero esta
variación fue del 0,5%. En este comportamiento destaca la bajada de los precios
de la electricidad, mayor este mes que en 2020. También influye que los precios
de los servicios de alojamiento y los paquetes turísticos se incrementan este
mes menos de lo que lo hicieron el año pasado.
Cabe reseñar también,
aunque en sentido contrario, la subida de los precios de los carburantes y
combustibles, frente a la bajada registrada en febrero del año pasado. Por su
parte, la tasa de variación anual estimada de la inflación subyacente (índice
general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) disminuye tres
décimas hasta el 0,3%, con lo que se sitúa tres décimas por encima de la del
IPC general.
Los precios de consumo
registran en febrero una tasa del –0,6% respecto al mes de enero, según el
indicador adelantado del IPC.
Por otro lado, todos los
indicadores ponen de relieve que los ERTE, las ayudas a los autónomos (que han
llegado a 361.000 en febrero) y los avales del ICO se quedan cortos para
sostener a las empresas.
En ese sentido, el debate
sobre un nuevo plan de ayudas que el presidente Sánchez avanzó que llegaría
a 11.000 millones, con foco especial en hostelería y comercio, está
abierto. El Banco Central Europeo ha subrayado que España es uno de los países
que menos ayuda ha concedido para contener el desplome económico provocado por
la pandemia. A las reclamaciones de inyecciones directas a las empresas de los
sectores más afectados (Hostelería, Turismo, Transporte) se suma el Banco de
España y varios ministros del Gobierno (no sólo del ala de Podemos), frente a
la posición más conservadora de la vicepresidenta tercera y ministra de
Economía, Nadia Calviño.
Y es que el año 2020 pasó
a la historia del turismo español como el peor ejercicio de toda la historia,
con una caída sin precedentes. Y este 2021 no ha arrancado mejor: según
los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en enero
visitaron el país 434.362 viajeros extranjeros, un 89,5% menos que un año antes
(todavía sin el zarpazo del coronavirus), cuando España recibió a 4,1 millones
de personas. Por la parte del gasto, el hundimiento registrado es de intensidad
similar: los turistas gastaron casi 452 millones de euros, un 90,5% menos que
en enero del año pasado. Ambos guarismos acumulan 11 meses de caídas
interanuales, todas por encima del 60%.
Resulta llamativo que
hayan existido viajes de ocio a España en enero, un mes en el que la mayoría de
comunidades autónomas estaban cerradas perimetralmente. Parece tener poco
sentido que coincidieran en el tiempo las prohibiciones a los viajes entre
regiones y la llegada por ocio de turistas residentes en otros países. Esta
contradicción se produce porque el Gobierno central dejó el decreto de
las restricciones a las comunidades autónomas, pero estas no tienen la
capacidad de negar la entrada al país a un viajero europeo. Tendría que ser
España la que notificase el cierre de fronteras, un extremo que no se ha
producido a excepción de la restricción de los viajes no imprescindibles desde
Reino Unido, vigente desde el 21 de diciembre, y de terceros países
de fuera de la Unión Europea.
El sector ligado al
turismo confía su futuro en el proceso de vacunación y suspira para que se
llegue a verano con buena parte de la población inmunizada. Las patronales
insisten en que necesitan ayudas directas para sobrevivir hasta la temporada
estival. Será entre junio y septiembre, cuando el tejido productivo se juegue
su futuro, ya que un segundo verano bajo mínimos resultará difícil de soportar
para el sector. E incluso para la economía en su conjunto, dada la capacidad de
arrastre de un sector que generaba más del 12% del PIB en 2019.
Por comunidades, enero ha
supuesto un mayor varapalo para Canarias, inmersa en los meses de invierno en
su temporada alta. Intentaron mantener el sector abierto, con fuertes medidas
de seguridad, pero el auge de las restricciones por toda Europa en la
parte final del año y tras la Navidad impidieron que hubiese algo de actividad.
Su caída ha sido del 92%, por encima de la media nacional, y solo superada en
pérdida porcentual por la Comunidad de Madrid (- 92,5%).
Por países de origen de
los viajeros, como desde el inicio de la pandemia, Francia se mantiene
como líder. En parte, gracias a su posibilidad de desplazarse a España por
carretera en vehículo privado. Ese factor le permite adelantar a los residentes
en Reino Unido y Alemania, que dependen de los viajes en avión. Desde Francia
llegaron en enero 117.625 turistas, un 75,5% menos, siendo el caladero que
mejor ha soportado el embate junto con Portugal (-78%).
En los casos del Reino
Unido y Alemania, el descalabro de enero ha sido sonoro. Por parte de los
británicos, consecuencia de las restricciones de vuelos para contener la
expansión de la variante británica, las llegadas se hundieron casi un 97%
(23.217 visitantes), mientras que entre los residentes en Alemania el desplome
anotado se queda cerca del 90% (51.098 viajeros).
El desembolso de los
turistas extranjeros se desplomó algo por encima de la intensidad de las
llegadas: la caída fue del 90,5%. Esto se debe a que, además de que haya menos
viajes, también gastaron menos por viajero y día. En concreto, un 26,7% menos:
106 euros frente a los 144 euros de enero de 2020.
Por otro lado, respecto a
los criterios que emplearán las Administraciones Públicas en el reparto de
fondos de recuperación de la Unión Europea, se ha señalado que serán el
criterio de concurrencia (licitación de contratos públicos y convocatorias de
subvenciones) y de colaboración público-privada. En esta segunda fórmula, el
modelo de los PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación
de la Economía) cobrará especial importancia, ya que fomentarán la inversión en
sectores en los que hay infrainversión privada.
A la espera de su
desarrollo regulatorio, está previsto que los PERTE incorporen un mecanismo
novedoso de cara a identificar oportunidades de inversión. Se trata de las
Manifestaciones de Interés (MDI), que se conciben como un mecanismo de escucha
al mercado para que las Administraciones Públicas sondeen el interés de las
empresas de un determinado sector para realizar inversiones en proyectos
concretos.
MERCADOS:
Durante la recta final de
febrero parece que los inversores en La Bolsa han sacado fuerzas y han
redoblado su apetito por el riesgo. Como resultado han abandonado el refugio de
la deuda. El Ibex 35 no ha permanecido ajeno a esta tendencia. De hecho, ha
sido uno de los grandes ganadores con un alza del 6%. La Bolsa española firma
su mejor mes desde el pasado noviembre cuando las expectativas generadas por
las vacunas y el triunfo demócrata llevó al selectivo a vivir un mes histórico
(25,18%). Pero si bien los ascensos de este mes son más moderados se tratan de
los mayores que registra el Ibex en el segundo mes del año desde 2015, cuando
subió un 7,45%.
No obstante, aunque el
Ibex ha logrado mantener a salvo los 8.200 puntos y retornar a las ganancias en
lo que va de año (1,87%), continúa lejos de los 10.083,60 puntos que marcó el
19 de febrero del año pasado, antes de que el confinamiento y la pandemia se
convirtieran en la nueva normalidad, poniendo contra las cuerdas a las
economías y terminando con la paciencia de los inversores.
Las ganancias a finales
de febrero fueron generalizadas a un lado y otro del Atlántico. Junto a la
española, el FTSE MIB italiano fue el segundo mejor índice del Viejo
Continente. El desembarco de Mario Draghi al frente del Ejecutivo tras la
dimisión de Giuseppe Conte sirvió para devolver el apetito y confianza sobre
los activos financieros del país a ojos de los inversores. El mercado
acostumbrado a una larga tradición de inestabilidad política en Italia agradece
la llegada de un tecnócrata del perfil de Draghi. Después de salvar al euro
durante la crisis de deuda su principal reto será diseñar el plan de
recuperación que reanimará al endeudado país gracias a los fondos europeos. Durante
el mes de febrero el MIB italiano ha repuntado un 5,92%, con los bancos como
los grandes beneficiados.
No muy lejos de las
Bolsas periféricas se sitúan el resto de índices europeos. El CAC francés
concluye febrero con un alza del 5,63% mientras el FTSE británico se anota un
1,19% y el DAX alemán, que a mediados de mes llegó a marcar máximos históricos,
finaliza con un alza del 2,63%.
Las correcciones vividas
por la Bolsa estadounidense en las últimas sesiones no empañan el buen hacer
sus principales índices, con alguno de ellos muy próximos a los récords
logrados en días previos al cierre de mes. Ni siquiera el NASDAQ, que en las
últimas jornadas ha sufrido más que ninguno las ventas por el miedo a una
eventual sobrevaloración tecnológica, escapa a las ganancias en el mes.
No obstante, hay que ser
muy prudentes, el informe publicado por el Banco de Pagos Internacionales (BPI, una organización
financiera internacional que fomenta la cooperación internacional entre los
diferentes bancos) lleva meses advirtiendo de la desconexión entre las Bolsas y
la economía real tras su recuperación, mucho antes de que la pandemia pueda
darse por zanjada. Reconoce también la existencia de “señales de exuberancia”
por el comportamiento reciente de algunos inversores. “Incluso si la valoración
de las acciones pudiera no parecer excesiva a la luz de las bajas tasas de
interés, algunos de estos signos de exuberancia tienen un sonido familiar: como
en el boom de las empresas puntocom a finales de los noventa,
las salidas a Bolsa han experimentado un enorme crecimiento, al subir los
precios de las acciones en su primer día de cotización.
Respecto al Euribor, tras ocho
meses de caídas ininterrumpidas y seis mínimos históricos
consecutivos, el índice al que se referencia la práctica totalidad de las
hipotecas variables en España echa el freno y se instala en lo que algunos
expertos consideran su suelo natural.
El euríbor, ha cumplido su
quinto año en terreno negativo, acabando febrero en un -0,501 (un nivel
ligeramente superior al que alcanzó en enero, cuando bajó hasta -0,505).
Los préstamos antiguos
que se tengan que revisar ahora se abaratan y las previsiones dibujan un
escenario parecido para los próximos meses.
De momento, puesto que
hace un año el índice se encontraba en - 0,288, es decir, más de dos
décimas de punto por encima de su nivel actual, la revisión de un préstamo de
150.000 euros a 30 años hará que el hipotecado ahorre 13,31 euros al mes, lo
que equivale a 159,72 euros al año, ya que su cuota mensual pasará de los
462,52 euros que pagaba hasta ahora a los 449,21 euros actuales.
No se vislumbran todavía
las condiciones que podrían impulsar el euríbor hacia el nivel cero. Tres son
los factores a tener en cuenta, según algunos analistas financieros: en primer
lugar, una posible subida de los tipos de interés, lo que está “totalmente
descartado”, puesto que el BCE no tiene ninguna intención de hacerlo hasta
2023, por lo menos. En segundo lugar, el euríbor podría subir por un “hipotético tensionamiento” del mercado interbancario.
Algo improbable, “porque el BCE ya ha dicho que va a continuar con las
inyecciones de liquidez hasta junio de 2022”.
En relación al petróleo,
aunque su declive lleva tiempo anunciándose, su precio ha experimentado una
remontada espectacular, revalorizándose más de un 40% en los últimos seis
meses, lo que ha llevado el barril de Brent y el West Texas por encima de los
60 dólares, su nivel más alto desde enero de 2020, que convierte en rentable
cualquier yacimiento.
¿Las razones?: los
recortes sustanciales de oferta de los países productores, especialmente la
decisión de Arabia Saudí de reducir sus bombeos en un millón de barriles
diarios en febrero y marzo, está ayudando a reequilibrar el mercado y sostener
los precios; el creciente optimismo sobre la recuperación económica mundial
anticipa un aumento de la demanda de petróleo que ya es un hecho en los
gigantes asiáticos China e India; los inversores que apuestan por un regreso de
la inflación se han refugiado en las materias primas; el dólar se mantiene
débil; y la insólita helada que asola el centro y sur de Estados
Unidos se ha cebado con Texas, estado petrolero por excelencia, provocando
apagones y entorpeciendo el suministro.
Algunas son cuestiones
coyunturales que se disiparán pronto, pero los precios pueden navegar al alza
aprovechando también tendencias de fondo. Podrías ocurrir que este año el
precio se situé por encima de los 70 dólares de forma duradera.
En relación al mercado
del automóvil, según datos del sector, las ventas de vehículos no se
recuperan. Cayeron un 51% en enero respecto al mismo mes del año
pasado y volvieron a encogerse en febrero, a un ritmo del 38,4%. Apenas se
vendieron 58.279 vehículos en el último mes. La matriculación se está viendo
afectada por la tercera ola de contagios de coronavirus, además de la
incertidumbre por la evolución de la economía en los próximos meses y la falta
de incentivos para la adquisición de un coche nuevo: diciembre fue el
último mes del Plan Renove, y en diciembre subió el impuesto de matriculación
para uno de cada dos coches comercializados.
En lo que va de año
apenas se han vendido 100.242 vehículos, un 44,6% menos que en el mismo periodo
del año pasado como resultado de una contracción en la demanda de todos los
canales de venta. La principal, la de los particulares, cae un 48% en los dos
primeros meses del año y se sitúa en 42.187 vehículos. La compra por parte de
empresas, influida por las automatriculaciones que practican los concesionarios
para cumplir objetivos, cae otro 31,4% y se sitúa en las 44.506 unidades. Y la
falta de expectativas turísticas por las restricciones a la movilidad y la
caída de la economía casi ha paralizado la renovación de las flotas de las
empresas de alquiler: apenas 13.549 coches comprados en enero y febrero, un
60,7% menos que hace un año.
EMPRESAS:
La salida de Dimas
Gimeno del consejo de administración de El Corte Inglés en 2018,
cuando se fue antes de ser expulsado tras un enfrentamiento con sus primas,
Marta y Cristina Álvarez Guil, marcó el fin de una convulsa convivencia en el
grupo. Pero los problemas solo acababan de empezar. La nueva presidenta, Marta
Álvarez, acertó en la solución en su estreno ante la junta de accionistas, allá
por agosto de 2019. “No hay dos clientes, uno digital y otro físico”, dijo,
sino uno “al que debemos servir por el canal que decida”.
Cuando el virus se
expandió y los ciudadanos se atrincheraron tras las puertas de sus hogares, la
elección se convirtió en obligación: el comercio electrónico se disparó
mientras los centros comerciales echaban el cierre y solo su segmento de
alimentación continuaba funcionando. La pandemia aceleró un cambio en los
hábitos de consumo que ya antes del virus mostraba las costuras de un modelo
que solía parecer invencible. Fuentes de El Corte Inglés aseguran que la
reacción fue “rápida”. Se multiplicó la venta de alimentación por cinco, y
servicios como click & car, que permite al cliente hacer la
compra por internet y pasar a recogerlo crecieron con fuerza.
Sin embargo, los centros
comerciales cerrados durante meses supusieron un duro lastre para sus cuentas,
mientras que competidores nativos digitales como Amazon afianzaban su dominio.
Y la dependencia de la presencialidad se erigió como un obstáculo insalvable en
una España replegada en el salón y sin turistas.
En el camino no han
faltado anuncios de iniciativas para animar el negocio: una alianza en el
mercado de alarmas con MásMóvil en noviembre, una incursión en el pastel
logístico ofreciendo sus servicios a terceros en diciembre, y una renovación de
su aplicación móvil en febrero. La reinvención, sin embargo, parece todavía a
medio hacer para un gigante encadenado a sus inmuebles. Ahora, expresiones como
“redimensionar” y “adecuar los recursos” son las que más resuenan desde la
compañía, que se ha decidido a dejar a un lado la contención de daños del
“recolocar” para lanzar una reestructuración sin precedentes en su historia.
El escaso tamaño de las
empresas se ha esgrimido recurrentemente como argumento para explicar el
golpe de la pandemia a la economía española, entre las más afectadas de los
países de su entorno. El paso del tiempo está demostrando que las grandes, pese
a su mayor músculo financiero, tampoco saldrán indemnes.
Por otro lado, Mercadona
ha entregado 409 millones de euros a
los 90.000 trabajadores de su plantilla por el trabajo realizado en 2020. De
ellos, 366 millones suponen el pago de primas por objetivos y los 43 restantes
son un "reconocimiento al compromiso realizado durante la crisis
sanitaria".
Los 366 millones
correspondientes a la prima han sido entregados a `principios de marzo,
mientras que el reconocimiento a los trabajadores durante la pandemia se
pagó en abril de 2020 en forma de prima del 20%.
Según fuentes de la
empresa, "somos un sector estratégico que tiene la responsabilidad de
abastecer todos los días a los ciudadanos. Por tanto, el comité de dirección,
con el presidente a la cabeza, han decidido poner en valor el esfuerzo que
están realizando los trabajadores con esta prima".
La compañía, según
explica en una nota de prensa, "reconoce la gran labor realizada por todos
sus trabajadores y trabajadoras durante este 2020. Consiguiendo la mejor
gestión de su historia. Garantizando el suministro y la apertura todos los días
de sus más de 1.600 tiendas en España y Portugal".
Mercadona también ha
recordado que esta "pionera" iniciativa de "compartir los
beneficios con quienes realmente los generan" se implantó hace 20 años, en
el 2001. Desde entonces, presumen, se han distribuido más de 4.200 millones de
euros.