Los precios de la
electricidad no han dado tregua. Tras cerrar julio y agosto en niveles
récord, el mercado mayorista continúa su escalada, que ya ha convertido 2021 en
el año más caro de la historia.
Se trata de una de las
causas del repunte de los precios: la OCDE ha publicado que, en el pasado mes
de julio, la inflación interanual los
países de la organización mundial aumentó al 4,2%, frente al 4,0% de
junio.
ESTADOS UNIDOS:
La economía estadounidense vivió
un acelerón en el segundo trimestre del año, espoleada por la apertura, el
avance de las vacunas y los nuevos estímulos económicos del Gobierno, alcanzando
una tasa de crecimiento del 1,6% (un 6,5% en el dato anualizado).
El dato de crecimiento,
publicado por el Departamento de Comercio, queda lejos del 2,1% (8,5% en tasa
anualizada) que habían calculado los analistas. Resulta tan solo una décima
superior al registrado en el primer trimestre, del 1,5%, cuando la vacunación
se extendía con lentitud por el país, la vuelta a la normalidad era más tímida
y no se había puesto en marcha aún el programa de dinamización 1,9 billones de
dólares de la Administración de Joe Biden.
El gasto en consumo ha
crecido un notable 2,95%, pero la inversión privada se ha contraído un 3,5%. El
mercado de trabajo, por otra parte, se ralentiza al mismo tiempo que muchos
empresarios se quejan de la falta de trabajadores, lo que ha encendido el
debate sobre las ayudas sociales aprobadas impulsadas por los demócratas. La
tasa de paro se situó en un 5,9% el mes pasado, lo que supuso un aumento de una
décima respecto a mayo y lo alejó un poco más del 3,5% previo a la pandemia.
El avance de la variante
delta del coronavirus puede ensombrecer los próximos meses. Jerome Powell, presidente
de la Reserva Federal, se ha mostrado optimista, pero manteniendo
prudencia debido a los efectos de la versión Delta del virus en la economía.
Y es que la variante
delta del coronavirus destaca como una amenaza a la recuperación económica
en Estados Unidos. El mercado laboral sumó en agosto solo 235.000 puestos de
trabajo, según los datos publicados por el Departamento del Trabajo. El avance
es muy inferior a los registros de junio y julio, cuando las cifras
rozaban el millón de nuevos empleos. A pesar de la desaceleración, la tasa de
paro retrocedió levemente al 5,2%, el nivel más bajo desde el inicio de la
pandemia.
Los sectores económicos más
afectados en agosto fueron los que requieren la presencia física con el
público. La contratación en hostelería y restauración, que experimentaron un
impulso durante el verano reforzado por el levantamiento de las restricciones,
no creció nada en agosto. Los estadounidenses están viajando menos y reduciendo
sus cenas fuera de casa en comparación con junio y julio, cuando se crearon
cerca de 400.000 nuevos puestos de trabajo mensuales. También los sectores de
la construcción o la educación perdieron empleos. Los economistas esperan que
la reapertura de las escuelas permita el regreso a la fuerza laboral de algunos
padres y madres.
La incertidumbre por la
variante Delta ha empujado a algunos gobiernos locales y empresas a restablecer
la obligación del uso de la mascarilla o exigir a los empleados que se vacunen
si quieren conservar sus empleos. También cada vez son más las compañías que
han pospuesto el regreso presencial a las oficinas. En cambio, no se están
produciendo cierres de negocios o nuevas restricciones de aforo, como sí
sucedió en el peor momento de la pandemia.
Según las cifras
publicadas en agosto, el empleo tiene mucho margen para crecer: el número de puestos
vacantes se mantiene en niveles récord con 10,1 millones de puestos
disponibles.
La situación ha llevado a
que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, haya señalado que está
dispuesto a comenzar a reducir a finales de 2021 las compras de activos por
valor de 120.000 millones de dólares mensuales (unos 101.000 millones de
euros), una de las medidas de estímulo usadas para combatir la crisis del
coronavirus.
Powell señaló una
situación de fortalecimiento de la recuperación económica y del mercado
laboral, que, aunque no ha alcanzado los niveles previos a la pandemia, sumó
943.000 nuevos empleos en julio y está acelerándose a tal velocidad que motiva
que las empresas no encuentran trabajadores suficientes.
Powell, igualmente, ha
descartado una próxima subida de los tipos de interés para hacer frente a la subida
de precios, que se encuentra en su nivel más alto en más de una década.
No obstante, el
presidente de la Fed, explico que considera que la inflación está sufriendo
efectos temporales que se irán desvaneciendo una vez se consolide la reapertura
económica en todos los sectores.
No obstante, el dato de
inflación (el 5,4% del pasado julio) es el mayor en Estados Unidos en más de
una década. Pero la reserva Federal confía que se irá reduciendo en los
próximos meses de forma gradual hasta acercarse a la meta del 2%.
Las causas de la subida
de los precios son, sin duda, los precios a la energía y las mercancías debido
a la escasez de ciertos productos por las restricciones en el comercio mundial.
Powell ha señalado que el gasto en servicios sigue un 7% por debajo del umbral
previo a la pandemia, mencionando las caídas considerables en restaurantes,
vuelos o visitas al dentista. Mientras que el gasto en bienes como muebles,
electrodomésticos o coches están un 20% por encima, lo que ha ocasionado una
mayor presión sobre la oferta.
El empleo registró en
julio datos muy positivos: un promedio de 832.000 nuevos empleos en los últimos
tres meses, la gran mayoría en el sector servicios. La crisis dejó sin empleo a
30 millones de trabajadores en solo dos meses de 2020. Y se han producido
graves desigualdades; afectando especialmente a hispanos, afroamericanos y
trabajadores de bajos salarios del sector servicios.
La cifra de paro es hoy
del 5,4% (la más baja durante la pandemia), Este panorama puede mejorar en las
próximas semanas si continúa el ritmo de la vacunación, con el regreso a la
escuela de forma presencial de más de 50 millones de menores y, sobre todo, con
el fin de las ayudas al desempleo, previsto para la primera quincena de
septiembre.
Las previsiones apuntan a
un crecimiento de la economía del 7% para 2021 en Estados Unidos, pero Powell ha
señalado que considera “inoportuna una eventual subida de los tipos de interés”
(actualmente del 0% al 0,25% desde marzo de 2020).
Para algunos analistas, la
recuperación económica de Estados Unidos muestra algunas rarezas: los coches
usados se han encarecido tanto que, en algún caso, se han llegado a vender más
caros que si se compraran nuevos. La tasa de paro sigue dos puntos por encima
del nivel prepandemia, pero, aun así, los salarios han subido. El índice de
confianza del consumidor cayó este mes de julio al nivel de abril de 2020,
cuando la vida se había parado sine die, pese a que la
economía ha recuperado al nivel anterior a la debacle del coronavirus. Y el
índice Dow Jones de Wall Street ha alcanzado esta semana niveles récord.
Los precios subieron el
pasado julio un 5,4% respecto al mismo mes del año pasado, lo que supone el
mismo incremento interanual que el de junio, que fue el más elevado desde 2008,
con la Gran Recesión. De mes a mes, el incremento fue del 0,5%, frente al 0,9%
registrado en junio. La escasez de chips o semiconductores, unos minúsculos
microprocesadores sin los que automóviles y toda suerte de dispositivos no
pueden funcionar, ha generado problemas de producción de vehículos en todo el
mundo y ha disparado la demanda de segunda mano, cuyos precios escalaron hasta
un 30% en un año.
LATINOAMERICA:
En el último año, encima
del incremento en el desempleo y la pobreza, los latinoamericanos han ido destinando
una mayor cantidad de dinero para poder comer y para pagar algunos servicios.
La inflación ha aumentado gradualmente como consecuencia de la recuperación de
la economía mundial y las interrupciones en las cadenas de suministro. Aunque
hay múltiples factores internos en algunos países que han contribuido: la
incertidumbre política, las condiciones climatológicas y un alza extraordinaria
en el consumo.
Miles de peruanos cuidan
cada gota de aceite para cocinar ahora que el precio ha subido más de 100%. En
Brasil, la electricidad se ha vuelto más cara. En México, el incremento en el
combustible más utilizado en los hogares, el gas, llevó al Gobierno Federal a
aplicar precios máximos y crear, además, una empresa distribuidora del Estado.
La recuperación de las
economías avanzadas llevó a un incremento en los precios del petróleo, por lo
que sus combustibles derivados, como la gasolina, también aumentaron. El coste
de los combustibles como fuente de energía tiene un efecto dominó, que impacta sobre
muchos otros bienes de consumo y servicios, entre ellos el transporte.
Autoridades en Ecuador, Brasil, República Dominicana y Chile, por ejemplo, han
incluido el transporte como uno de las rubricas que han visto mayores
incrementos este verano.
En México, la Secretaría
de Energía ha emitido una “directriz de emergencia” forzando al
regulador del sector a imponer tarifas máximas en el precio del gas que utilizan
el 80% de los hogares mexicanos. En respuesta a esto, el gremio de empresas
proveedoras y distribuidoras de gas se declararon brevemente en huelga.
Brasil y México han
vivido sequías este año, afectando la agricultura y la ganadería y, por lo
tanto, el precio de los alimentos. Brasil depende en gran parte de energía
hidroeléctrica y han tenido que importar energía eléctrica. Solo durante el mes
de julio, la electricidad subió 8% en ese país, lo cual impacta el precio de
muchos bienes. En los últimos 12 meses, el precio de la carne ha incrementado,
en algunas partes del país, hasta un 38%.
UNIÓN EUROPEA:
La economía de la Unión Europea
ha vuelto a crecer con fuerza en el segundo trimestre de este año. Según Eurostat
entre abril y junio, el Producto Interior Bruto de los Veintisiete aumentó un
1,9%. Comparada esta cifra con el mismo trimestre del año anterior (en el
momento de la debacle económica provocada por la pandemia), el crecimiento
anual es del 13,2%. Porcentajes por encima de los registrados por Estados
Unidos y China en el mismo periodo.
Los datos, para los
países de la zona euro, aún son mejores: crecieron en el segundo trimestre un
2% y, en términos anualizados, su PIB se disparó un 13,7%. Dos países
relativamente pequeños, Portugal y Austria, son los que más tiraron del carro
entre abril y junio, con crecimientos trimestrales del 4,9% y del 4,3%,
respectivamente. En términos anuales, el país donde más rebota la economía con
respecto a mediados de 2020 es España, cuyas estimaciones preliminares de
PIB apuntan a un avance del 19,8% (un 2,8% de avance trimestral).
Italia, como España,
creció por encima de la media con un 2,7% en el segundo trimestre. Y también
fue notable el crecimiento en Alemania, con un 1,5%. En el arranque del año,
fue precisamente el tropezón alemán (disminución del 1,8%) uno de los mayores
lastres que habían llevado al PIB comunitario a la recesión. Francia también
creció en el segundo trimestre, pero mucho más modestamente en comparación con
otros (el PIB francés creció un 0,9%).
La subida de los
precios ha comenzado a preocupar a algunos analistas. Con un aumento en agosto
de un 3%, frente al 2,2% registrado en julio (supone la mayor subida de los precios en la región
desde noviembre de 2011).
En Europa, el repunte de
la inflación en agosto es consecuencia del alza del 15,4% del precio de la
energía, frente al 14,3% de julio, así como a la subida interanual del 2,9% de
los alimentos frescos, frente al 1,9% del mes anterior. A su vez, los bienes industriales no energéticos se han
encarecido en agosto un 2,7% interanual, después de subir un 0,7% en
julio, mientras que los servicios han subido un 1,1% desde el 0,9% del mes
anterior.
La inflación en la
eurozona sigue siendo significativamente inferior a la del conjunto de la OCDE.
Especialmente menor a la de Estados Unidos, que en julio alcanzo una subida de
precios del 5,4%.
En España, la inflación
anual estimada del IPC en agosto de 2021 es del 3,3%, tres puntos por
encima de la media de sus socios europeos, de acuerdo con el indicador
adelantado elaborado por el INE. Supone el nivel más elevado desde octubre de
2012. De confirmarse, supondría un aumento de cuatro décimas en su tasa anual,
ya que en el mes de julio esta variación fue del 2,9%.
Este comportamiento del
nivel de precios ha provocado el debate entre los consejeros del Banco Central
Europeo, respecto a si hemos llegado al momento de comenzar con la retirada de
los estímulos monetarios utilizados contra la crisis de la pandemia.
Luis de Guindos, vicepresidente
del BCE, ha asegurado que, si la economía se recupera y va apareciendo la inflación,
se tendrá que iniciar una "normalización
paulatina" de la política monetaria. Precisando “que cualquier
retirada de estímulos, monetarios o fiscales, debe ser poco a poco y no de
forma prematura, ya que la economía europea sigue siendo frágil".
En la Eurozona, el
crecimiento de la actividad del sector privado ha registrado en agosto un
ligero retroceso respecto del mes anterior, aunque se mantiene cerca de máximos
de 15 años, según el dato adelantado del PMI compuesto, que se ha situado en
59,5 puntos desde los 60,2 de julio, según ha informado el proveedor de
información con sede en Londres IHS Markit.
El PMI es un
indicador adelantado de la economía publicado mes a mes y que se elabora a
través de una encuesta a los gestores de compras de empresas. Tienen que valorar de 0 a 100 la evolución de
su actividad comercial respecto al mes anterior. Una cifra por encima de 50,
como es el caso de agosto, indica un aumento de las ventas y por debajo, una
contracción.
Pues bien, según IHS
Markit, “la recuperación económica de la zona euro mantuvo su ímpetu en agosto,
y el índice PMI solo se redujo ligeramente frente a la máxima reciente de julio
pasado hasta llevar su promedio para el tercer trimestre hasta la fecha al
nivel más alto en 21 años”.
IHS Markit ha señalado
que “los niveles de nuevos pedidos recibidos en agosto se han mantenido entre
los más elevados de las dos últimas décadas, impulsados por el persistente
resurgimiento de la demanda de productos y servicios. Asimismo, ha destacado
que el sostenido repunte de la demanda y las mejores perspectivas gracias al
aumento del número de personas vacunadas se tradujeron en un auge del
optimismo respecto de los próximos 12 meses”.
Entretanto, el empleo
creció a un ritmo igual a la máxima en 21 años registrada en julio pasado
debido a que las firmas expandieron su capacidad en proporción al reciente
crecimiento de las carteras de pedidos y las perspectivas prometedoras. Pese a
que se notó una cierta ralentización de la creación de empleo en el sector
manufacturero, en parte debido a la escasez de mano de obra, el crecimiento del
empleo en el sector servicios alcanzó su cota más alta desde septiembre de
2018.
Según IHS Markit, “los retrasos
en las cadenas de suministro siguen causando estragos, haciendo que muchas
veces las empresas no puedan responder a la demanda y aumentando los costes de
las firmas aún más. Estos costes, combinados con el auge de la demanda,
causaron otro aumento casi récord de los precios medios cobrados por los
productos y servicios, aunque hubo algunos bienvenidos indicios de que estas
presiones inflacionistas puedan haber pasado lo peor por ahora”.
Estos retrasos de
suministros, procedentes sobre todo de Asia, podrían continuar en los próximos
meses por la fuerte demanda en China y en Estados Unidos.
Por otro lado, si
sectores completos no colapsaron durante la pandemia, con pequeños aumentos del
paro, fue gracias al apoyo de los presupuestos públicos, financiados por
emisión de una deuda que ha acabado en el balance del BCE.
Unos estímulos que han
servido también para aligerar las cargas financieras de los Estados. Gracias al
abaratamiento del dinero, los pagos por intereses han evolucionado en sentido
inverso a la acumulación de deuda. Con los tipos de interés que prevalecían en
la crisis financiera, es decir sin la ayuda del BCE, las cargas por intereses
alcanzarían 50.000 millones, el doble de lo que afortunadamente hemos soportado
en el pasado ejercicio.
ESPAÑA:
Según datos del INE, el Índice
de Precios de Consumo (IPC) aumentó dos décimas en julio hasta el
2,9%, la mayor tasa interanual desde febrero de 2017.
Y durante el mes de
agosto, los precios han vuelto a crecer por sexto mes consecutivo. El IPC ha
avanzado en el pasado mes al 3,3% de variación anual, su máximo desde 2012.
La ansiada reactivación
económica, y las mejores expectativas sobre su marcha, han impulsado una
demanda contenida durante el año pasado por la pandemia. El
encarecimiento de la electricidad y de los combustibles han
arrastrado a la cesta del IPC. Y todo apunta a que la tendencia va a continuar.
La inflación subyacente,
(indicador muy objetivo, ya que no tiene en cuenta los precios de la energía y
de los alimentos frescos que son los elementos más volátiles) sigue en niveles
reducidos. Este indicador avanzó un 0,7% anual en agosto.
Ya a finales de 2020, la
cotización del petróleo empezó a repuntar. El barril de Brent, de
referencia en Europa, se acerca a los 73 dólares (en el año 2020 llegó a
situarse por debajo de los 20 dólares). El alza, pese a haber frenado su
escalada en los últimos dos meses por la incertidumbre en torno a la variante Delta,
ya se ha trasladado a los carburantes: llenar un depósito de 50 litros de un
coche, tanto de gasolina como de diésel, costaba en julio cerca de 10
euros más que en enero.
El precio del gas en los
mercados internacionales también triplica su nivel de hace un año, y junto con los
derechos de emisión de CO₂ (en su cota más alta registrada nunca, por encima de
los 50 euros la tonelada) han arrastrado al alza el precio de la electricidad
en toda Europa. En España, el mercado mayorista lleva semanas en máximos:
en agosto pulverizó ocho días su récord histórico. A ello se suma el
encarecimiento de otras materias primas y la escasez de productos como los
microchips, que están causando un desabastecimiento en fábricas de
automóviles, celulares u otros equipos tecnológicos.
Este aumento en los
precios de la energía genera un efecto dominó sobre una multitud de otros
productos, entre ellos la alimentación, encareciendo su producción o
transporte. En julio también se encarecieron otras categorías relacionadas con
el turismo, como hoteles y alojamientos, impulsadas por el despertar de la
demanda tras un 2020 marcado por constantes cierres y aperturas de comercios,
establecimientos y fronteras. Este cóctel se traslada a los hogares y reduce su
poder adquisitivo, aunque el golpe estará parcialmente amortiguado por el
gran ahorro forzoso acumulado durante la crisis sanitaria.
Según Funcas, “hay dos
factores que están influyendo en la inflación: los precios energéticos, donde
la presión va a durar bastante tiempo, y los de otros suministros importados.
En este segundo caso hay elementos que apuntan a que se van a ir relajando, De
momento, las empresas no están trasladando esta subida a las tarifas.
El incremento del IPC
también mete presión sobre las finanzas públicas. El Gobierno ya ha aprobado la
primera parte de la reforma de las pensiones que le exige Bruselas para
desembolsar los fondos europeos, que entre otras cosas liga la revalorización
de las prestaciones a la evolución del índice de precios al consumo.
Afortunadamente, los
bancos centrales, sin embargo, están reaccionando con prudencia. Tanto el Banco
Central Europeo (BCE) como la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos
consideran que este incremento es transitorio, causado por el crecimiento de la demanda
tras los meses del confinamiento, el encarecimiento de la energía y otras
materias primas y la escasez de algunos productos que está cortocircuitando las
cadenas de suministro. Al mismo tiempo, las señales sobre la evolución de la
situación sanitaria no son del todo claras: pese a los avances en la
vacunación, las nuevas variantes del virus abren nuevos interrogantes.
Por todo ello, el BCE ha
decidido flexibilizar su objetivo de inflación (cercano, pero inferior al 2%), abriendo
la puerta a sobrepasarlo siempre y cuando sea un periodo transitorio y “se
sitúe moderadamente por encima”. Esto quiere decir que los tipos de interés
seguirán bajos y se mantendrán los estímulos pese al aumento de los precios,
alejando la posibilidad de un viraje brusco que entorpezca una recuperación que
aún no se ha asentado del todo y castigue a los países más endeudados. También
la Fed ha optado por mantener la precaución: su presidente, Jerome Powell, ha
descartado de momento una subida de tipos, aunque, como ya hemos comentado, se
ha mostrado dispuesto a reducir los estímulos a finales de año.
Por otra parte, el
Consejo General de Economistas (CGE) ha actualizado sus previsiones de crecimiento
para la economía española, manteniendo la subida del 6,3% para 2021 y revisando
al alza, hasta el 6%, la del próximo año. Esta mejora de cara a 2022 se explica
por la inercia de crecimiento esperada para el segundo semestre del presente
ejercicio, por los efectos que las ayudas europeas tendrán en la economía
española y por la paulatina pero sostenida recuperación de la movilidad
internacional y su peso en el sector turístico. Al otro lado, el CGE
alerta sobre el aumento de precios, sumando un punto porcentual en un solo mes
a la estimación de la inflación. Apuntan a que la tasa interanual para finales
de año cerrará en alrededor de un 3%, cuando en julio se situaba únicamente en
el 2%.
En cuanto al mercado
laboral, los economistas del CGE mantienen su previsión de que la tasa de paro
se sitúe en el 15,5% en 2021, mientras que estiman un descenso en 2022 hasta el
14,9%. Esperan que, una vez que se están relajando las medidas en países del
entorno por la buena evolución de la pandemia, la campaña turística estival se
prolongue por el retorno del turismo extranjero, fundamentalmente de mercados
tradicionales como Alemania e Inglaterra.
En cuanto a la deuda
pública, que cerró en junio en los 1,42 billones de euros (122,1% del PIB), los
economistas esperan que durante los próximos meses se vaya moderando (también
considerando el incremento previsto de PIB) para situarse a final de año en el
121,5%, en tanto que el déficit se prevé que se sitúe en 2021 en una horquilla
de entre el 8% y el 9%.
Respecto al empleo las
cifran nos obligan a ser prudentes. De momento, según la Encuesta de Población
Activa (EPA) hecha pública por el INE trimestralmente, y referida al periodo
que media entre abril y junio, el número
de ocupados ha aumentado en 464.900 personas en el segundo
trimestre de este año hasta situarse en 19.671.700 personas (un incremento que
no se veía desde el tercer trimestre del año pasado). También el número de parados ha descendido en 110.100
personas (el mayor descenso trimestral desde hace dos años).
En total, la economía
española ha creado 1.064.400
empleos (un 5,72% más) en el último año, tras la primera fase de la
pandemia que llevó a la ocupación a mínimos por las restricciones existentes.
Sin embargo, el número de parados aumentó en este periodo en 175.900 personas.
Si lo comparamos con la cifra de hace dos años, el número de ocupados ha caído
en 133.300 personas.
En cualquier caso, es
el sector privado el
que tira del empleo en el segundo trimestre ya que la ocupación ha aumentado en
422.700 personas frente a las 42.100 del público. Sin embargo, este último sube a un ritmo interanual del 6,62% frente
al 5,53% de la actividad privada. En total, en los últimos 12 meses, la
ocupación en el sector privado ha aumentado en 850.800 personas frente a las
213.600 en el público.
Por su parte la Seguridad
Social batió en julio un nuevo récord con una media de 19.591.728 afiliados. Es
la cifra más alta de la historia, superando la de julio de 2019, cuando
España contaba con alrededor de 19,53 millones. Por tanto, tenemos en este
momento unos 60.000 ocupados más que entonces.
No obstante, la situación
es muy diferente: basta ver los datos de paro registrado publicados. Si en
julio de 2019 había poco más de tres millones de parados, ahora son 3.416.498
desempleados. La evolución en este aspecto también es positiva, ya que el paro
acabó julio con 197.841 inscritos menos que en junio, otro récord absoluto para
un solo mes. En total, hay 365.636 desempleados menos que un año antes.
La realidad, es que las
cifras conocidas hay peculiaridades derivadas de la pandemia que impiden
asegurar que, pese a la afiliación récord, en España haya más gente trabajando
que nunca: la principal son los expedientes de regulación temporal de empleo
(ERTE), una medida que se ha usado ampliamente para proteger el empleo y
a la que, en promedio, se acogieron en julio unas 339.000 personas (331.486
exactamente, en el último día del mes). La gran mayoría de ellos, en una
proporción aproximada de dos a uno, eran expedientes a tiempo completo. Es
decir, trabajadores que no acuden todavía a sus puestos. Y en situaciones
parecidas a los ERTE hay 218.000 autónomos que en julio necesitaron percibir
las ayudas especiales que la Seguridad Social ha habilitado por la pandemia.
Pese a los problemas todavía
visibles de la crisis, la evolución del mercado laboral encadena ya varios
meses de mejoras. Julio ha sido un mes tradicionalmente bueno para el mercado
laboral (como los precedentes, por el tirón del turismo sobre la ocupación) y
el de 2021 no ha sido una excepción, a pesar de la incertidumbre creada
por la nueva oleada de coronavirus. Mayo y junio acabaron con sendas
reducciones de paro históricas (en cifras redondas, 129.000 desempleados
menos en el quinto mes y 167.000 menos en el sexto). Julio ha batido de nuevo
esa plusmarca con casi 200.000 desempleados menos. En tres meses, por tanto, el
paro registrado se ha reducido en aproximadamente en medio millón de personas y
en total se encadenan cinco meses consecutivos de reducciones, después de que
en febrero se alcanzara el máximo en la actual crisis con más de cuatro
millones de parados. Desde marzo, el descenso ha sido de más de 592.000 personas.
La reducción de julio ha
sido homogénea en todos los sectores, aunque han sido los servicios los que la
han liderado ampliamente, con 133.658 desempleados menos. En industria ha
habido unos 13.000 parados menos; 10.000 en construcción y casi 9.000 menos en
agricultura. En total, 31.991 personas no tenían un empleo anterior, el
colectivo donde porcentualmente se ha registrado un mayor descenso del paro
(-9,5% respecto a junio).
Aunque el empleo comienza
a disminuir en agosto, este año la temporada de verano parece prolongarse.
Según los datos conocidos, el paro experimentó una caída de 82.583 personas
durante el mes de agosto con respecto a julio, y el total de desempleados se
rebajó hasta los 3.333.915 trabajadores. Aunque no es algo habitual que al
final de la temporada turística los parados decrezcan, el número de
desempleados suma seis meses consecutivos de descensos y, además, según
Trabajo, la de agosto es la mayor caída de toda la serie histórica, que se
inicia en 1996.
Sin embargo. esta caída
del número de desempleados en agosto no le ha acompañado, sin embargo, otra en
el cómputo de las afiliaciones a la Seguridad Social, que con respecto al mes
anterior ha contabilizado 118.004 cotizantes menos, en términos medios y sin
consolidar el ajuste estacional. De esta forma la cifra total se situó en los
19.473.724 afiliados, que no se mantiene lejos de los últimos registros récord
de julio (19,59 millones).
Por sectores, los que más
empleo crearon en agosto fueron la Hostelería (+2,39%) y Actividades de los
Hogares (+3,91%), mientras que Educación (-6,70%) y Actividades Artísticas,
Recreativas y de Entretenimiento (-5,29%) perdieron más afiliados. Los trabajadores
autónomos, por su parte, también vieron rebajado su volumen hasta situarse en
3.315.603 afiliados medios en agosto, 7.358 menos que en julio (-0,22%).
Según Funcas (centro de análisis -un think tank- dedicado
a la investigación económica y social y a su divulgación), el
número de afiliados a la Seguridad Social se incrementó en agosto en 126.000
personas.
Por lo que respecta al
precio de la energía eléctrica, El precio mayorista de la luz, el que fijan
todos los días las compañías productoras en un mercado virtual electrónico
(conocido como pool), se ha triplicado en tan solo un año. Ha
pasado de 46,16 euros por megavatio hora (MWh) en el primer jueves de
septiembre de 2020, a 140,23 euros/MWh el pasado jueves, día 2 de septiembre,
cuando se batió el récord histórico.
Como consecuencia de ese
espectacular incremento, el peso que tiene el consumo de energía en el recibo
de la luz supera ya el 50% y se ha convertido, con mucha diferencia, en el
principal cargo de la factura mensual que les manda el banco a los
consumidores, desplazando a los impuestos, cargos y peajes, que hasta ahora
ocupaban ese lugar de honor y que, hace tan solo un año, representaban tres
cuartas partes del recibo.
Así, la factura del
pasado mes de agosto de un usuario promedio que haya consumido 366 kilovatios
hora al mes con una potencia contratada de 4,4 kilovatios (kW), sería de 94,52
euros, de los que 48,73 euros corresponderían al coste de la energía puro y
duro (sin peajes), es decir el 51,5% del total a pagar. Los impuestos (impuesto
eléctrico e IVA) representarían el 13,5% y el restante 35% corresponderían a
peajes (el coste de las redes de transporte y distribución) y cargos (los
costes asociados a las primas a las renovables, a la subvención de las
extrapeninsulares y a la compensación a las eléctricas por el déficit de
tarifa).
MERCADOS:
Dado que el dato de
empleo en Estados Unidos muestra la menor creación de empleo en siete meses y
deja al mercado laboral con 5,5 millones de puestos de trabajo menos que antes
de la pandemia. La tasa de desempleo se redujo al 5,2% y el crecimiento
salarial aumentó al 4,3% (datos mucho peores de los esperados).
Estas cifras son clave
para que la Fed decida cómo y cuándo ir retirando los ingentes estímulos monetarios
antipandemia. De forma que, como hemos comentado, Jerome Powell ha manifestado
recientemente que el mercado laboral estadounidense aún necesita los estímulos
monetarios, un argumento que queda corroborado con los datos disponibles.
En la última sesión de
agosto la Bolsa española cerró con caídas moderadas ante las tensiones
inflacionistas y los mensajes lanzados desde el BCE, que cuestionan los plazos
sobre la continuidad de los actuales estímulos monetarios. El Ibex ha cedido un
0,24% hasta 8.846,60 puntos y salda agosto con una revalorización del 2%.
En el selectivo español,
solo han sobrevivido a las ventas PharmaMar y Solaria, con alzas respectivas
del 2,06% y 1,72%. Por el contrario, las ventas se concentraron en los valores
turísticos, los más sensibles al impacto de la variante delta. Meliá y Aena
sufrieron caídas de más del 3%, que superaron el 2% en el caso de IAG y
Amadeus.
En Asia, ha habido fiesta
en el Nikkei, que ha subido un 2,05%, después de que el actual primer ministro
japonés, Yoshihide Suga, haya anticipado que no se presentará a la reelección.
El yen también se fortalece, hasta 110 unidades por dólar frente a los 110,4 de
comienzo de semana. No han corrido la misma suerte los otros índices de
referencia en la región. El Hang Seng hongkonés ha caído un 0,98% y el CSI 300
chino, un 0,81%.
En el mercado de deuda,
los influjos de los cambios en las políticas monetarias de los dos grandes
bancos centrales del mundo han tenido repercusión en los bonos. El español a
una década paga un 0,33%, niveles bajos, pero a años luz de los mínimos de
-0,017% que marcó a finales del año pasado.
En el mercado de materias
primas, el petróleo Brent se coloca por encima de los 73 dólares por barril con
una subida del 0,2% que se suma a la del 2% de ayer. El West Texas, la
referencia en Estados Unidos, está estable en el entorno de los 70 dólares.
En relación al mercado
inmobiliario, el Brexit también
ha afectado al sector español, que ha perdido fuerza con su histórico mejo
comprador: el británico. Aunque esta nacionalidad es la que siguió siendo en el
segundo trimestre de 2021 la que más casas compró en nuestro país, lo cierto es
que su peso se ha diluido tras la oficialidad de su salida de la Comunidad
Europea hasta llevarlo a mínimos históricos. Según los datos del Colegio de Registradores, cuando en el
segundo trimestre del año pasado los británicos representaron el 12% de las
operaciones por parte de extranjeros en España, entre marzo y junio del
presente se desplomó al 9,5% (algo más de 1.200 adquisiciones), Aunque lo
cierto es que tras el sí de Reino Unido a su salida de la UE en junio de 2016
el peso del total de las compras de sus ciudadanos en España venía menguando,
cuando en el segundo trimestre de ese año se situaba en el 20% del global.
Incluso llegó a representar prácticamente una de cada cuatro operaciones en el
último trimestre de 2015.
Son los alemanes los
firmes candidatos a discutir el primer lugar a los británicos, al representar
el 9% de las adquisiciones. También marroquíes (8,3%), franceses (7,0%) y rumanos (6,1%).
Sigue siendo Baleares el
principal foco de atracción y ahí es donde se registran el 30% de las
operaciones totales por parte extranjera. En el segundo trimestre le han
seguido el resto de comunidades de sol y playa.
Por lo que respecta al
mercado del automóvil, los vendedores de vehículos han vuelto a sufrir una
caída en las matriculaciones. Bajo una tormenta perfecta (a la caída de los
ingresos de los hogares a causa de la pandemia y el aumento de la inflación, se
suman los problemas de oferta por la falta de microchips) se vendieron en
agosto 47.584 vehículos en España. Este volumen supone una reducción del 28,9%
con respecto al mismo mes del año pasado, cuando los efectos de la covid-19
eran más crudos, y una caída de un 36% con respecto a agosto de 2019. Se trata
del peor dato en este mes desde 2013.
El comportamiento de las
matriculaciones de vehículos es un termómetro de la confianza que los
potenciales compradores tienen en la recuperación desde que estalló la
pandemia. El mercado del automóvil español entre enero y agosto logró vender
588.314 vehículos, un 33% menos que en 2019, el año anterior a la pandemia. En
comparación con 2020, cuando el mercado estuvo varios meses paralizado por
el estado de alarma y el confinamiento, la diferencia es positiva, del
12%, pero no suficiente como para compensar la caída y recuperar los niveles
anteriores a la pandemia. Aunque agosto acostumbra a ser un mes en el que las
ventas no son demasiado altas debido a las vacaciones, las cifras alcanzadas
profundizan la tendencia a la baja del mercado y hacen prever que la
recuperación del sector será más costosa.
Las estadísticas de las
asociaciones de fabricantes (Anfac), concesionarios (Faconauto) y vendedores
(Ganvm) reflejan la prudencia del comprador. Este mes de agosto, el canal de
compradores particulares es el que más cayó con respecto a agosto de 2020, un
30,7% (se han vendido 26.084 vehículos). La compra de coches por parte de
empresas también descendió, un 27,1%, y en esta ocasión incluso bajó el canal
de empresas de alquiler de vehículos (un 24%), que en julio había sido el
único que logró aumentar ventas con respecto al mismo mes del año pasado.
En el acumulado del año, las compras por parte de particulares son las únicas
que siguen estando por debajo de 2020 (un 9,7% menos en los primeros ocho meses
del año), mientras que los otros dos canales muestran una recuperación del
16,8% (empresas) y del 74,8% (arrendadores).
EMPRESAS:
Las empresas recuperan
poco a poco la normalidad perdida con la covid-19. El estallido de la
pandemia en 2020 anegó las cuentas corporativas de números rojos. El mundo se
paró y las sucesivas olas del virus desdibujaron cualquier esperanza de recuperación
rápida. La variante Delta impide bajar la guardia, pero lo cierto es que la
vacunación, sobre todo en los países desarrollados, ha cogido ritmo y ya parece
estar más próxima la ansiada inmunidad de grupo.
Esta semana, la mayoría
de las compañías españolas cotizadas ha presentado sus resultados
correspondientes a la primera mitad de 2021. Y el balance confirma, en líneas
generales, ese sentimiento de que vienen tiempos mejores. A pesar de que el primer
trimestre del año no fue tan bueno como se esperaba, debido a los retrasos de
las vacunas, el balance semestral invita a la esperanza. En concreto, los
beneficios agregados de las empresas del mercado continuo entre enero y junio
sumaron 30.304 millones de euros, frente a las pérdidas de 14.144
computadas en el mismo periodo del año anterior.
La recuperación se puede
apreciar desde la parte alta de los informes corporativos y se confirma a
medida que se va descendiendo en las cuentas de resultados. Las ventas son
quizá el mejor termómetro porque, tras aplicar auténticas economías de guerra
en los meses más duros de la pandemia, las compañías necesitan ver cómo sus
ingresos crecen o, en el peor de los casos, dejan de mermar. En este sentido,
la cifra de negocio agregada de las cotizadas españolas fue de 230.658 millones
de euros, cantidad que supone un 5,63% más que en el primer semestre de 2020.
El EBITDA es un buen
indicador de la marcha de una empresa porque refleja los recursos generados en
la misma (ingresos menos gastos sin tener en cuenta partidas como los
extraordinarios, amortizaciones o impuestos). Pues bien el EBITDA total de las
cotizadas en la primera mitad del ejercicio sumó 40.405 millones de euros, un
228% más que en el mismo periodo de 2020.
La mejoría de las cuentas
corporativas ha sido generalizada, tanto en las empresas grandes como en
aquellas de tamaño medio o pequeño. En el Ibex 35, donde están los grupos
de mayor capitalización, el beneficio conjunto fue de 28.835 millones, frente a
las pérdidas de 14.785 millones de un año antes. Por su parte, el balance del
resto de empresas que cotizan en el mercado continuo refleja unas ganancias de
1.468 millones, un 129% por encima. A 30 de junio pasado había 16 empresas en
números rojos, mientras que en la misma fecha de 2020 el club de las pérdidas
estaba integrado por 28 miembros.
Telefónica ha recuperado,
después de varios años, el primer puesto de ganancias. La operadora obtuvo
en el semestre 8.628 millones de euros frente a los 830 millones del
ejercicio 2020. Aunque las ventas de la teleco cayeron, el beneficio neto batió
el récord histórico en un semestre gracias a la fusión de O2 con Virgin y la
venta de torres de comunicación. Según la empresa. “la fortaleza de nuestros
resultados durante el segundo trimestre representa un punto de inflexión en
nuestra transición hacia un crecimiento sostenible y rentable”.
Por otro lado, se ha
sabido que entre 2014 y 2020, los grandes bancos europeos contabilizaron
20.000 millones de euros cada año en paraísos fiscales y territorios de baja
tributación, una cifra equivalente al 14% de sus beneficios totales. Así lo
refleja un estudio publicado por el EU
Tax Observatory, un organismo adscrito a la Paris School of Economics, que
pone bajo la lupa a las 36 entidades financieras de 11 países con más peso en
el Viejo Continente. Entre ellas están las españolas BBVA, Bankia, Santander y
Sabadell, que salen mejor paradas que muchas de sus competidoras. El estudio
calcula que se obtendría una recaudación adicional para las arcas públicas de
entre 3.000 y 5.000 millones de euros cada año si las ganancias de estos bancos
se gravaran a un tipo mínimo del 15% del impuesto de sociedades.
El informe ofrece un
nuevo ángulo de análisis en un momento crucial para el futuro de la fiscalidad
internacional. Tras años de negociaciones bajo el liderazgo de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el G-20, más de 130
países alcanzaron en julio un primer acuerdo para poner freno a la elusión
fiscal de las grandes multinacionales.
Pese a que los bancos
quedarían excluidos de una parte del pacto (el reparto de un porcentaje de
beneficios entre territorios), sí estarían sujetos a un impuesto mínimo, cuyo
tipo será de al menos el 15%. En octubre se prevé que las conversaciones
técnicas avancen y se logre convencer a los países que no han firmado el pacto,
entre ellos, Irlanda, Hungría y Estonia. El objetivo: cambiar unas reglas
tributarias obsoletas, diseñadas en los años veinte del siglo pasado y ajenas a
los nuevos negocios digitales y a un mundo hiperglobalizado.
Un anterior estudio del
EU Tax Observatory cifraba en casi 50.000 millones la recaudación adicional que
obtendría la UE en 2021 con un impuesto mínimo del 15% a las grandes
corporaciones.