GLOBAL:
Los comienzos de los años
veinte de este siglo, están siendo desgraciadamente complicados. Según el Banco
Mundial, sólo en el pasado año 2020, la actividad económica mundial se redujo en
casi la totalidad de las economías mundiales. La economía global se contrajo en
torno a un 3% y la pobreza aumentó en todo el planeta por primera vez en una
generación. La pandemia de dos largos años ha disparado la deuda pública en algo
más del 25%.
Por si era poco, para la
mala situación económica, la invasión de Ucrania ha incrementado tremendamente
los riesgos. De forma que los gobiernos occidentales se están viendo obligados
a incrementar sus gastos en defensa. De forma que, la gravedad en los sectores
de energía, suministros logísticos, y cereales, podrían ser sólo indicios de
los problemas que pueden surgir.
La economía mundial se ha
endeudado enormemente, tanto en términos absolutos como en porcentaje sobre el
PIB. Y es que durante las últimas décadas han crecido todo tipo de productos
financieros, créditos y deudas.
Según el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Instituto de Finanzas Internacionales, el volumen de
deuda mundial existente ha llegado a ascender a 296 billones de dólares
estadounidenses. El equivalente a unas 227 veces el tamaño de la economía
española (alrededor del 350% del PIB mundial). Los protagonistas más destacados
son China y el sector público en cada país.
Actualmente, el volumen
de deuda pública emitida equivale, prácticamente, al 100% del PIB mundial. Se
trata de una cifra equivalente a la que sumaban la existente en la década de
los años 70 del pasado siglo XX, las empresas, las familias y los gobiernos.
Destaca el crecimiento de
la deuda de China, que, desde la crisis financiera de 2008, ha duplicado su
volumen (a nivel mundial el crecimiento ha sido del 20%). En el gigante
asiático, han sido las empresas públicas las que han incrementado enormemente su
deuda para financiar sus inversiones. En todo caso, es un rasgo general actual
de las economías desarrolladas. Valga como ejemplo, Alemania, que ha vivido un
incremento del 14,7%, superando en casi el doble a la media mundial.
En cualquier caso, la
paradoja ha sido, y esta es una de las varias razones de su crecimiento, que los
tipos de interés reales (descontando la inflación a los tipos nominales) sean
más pequeños. Y es que ha crecido la deuda mundial simultáneamente a la
existencia de una deuda más barata.
Sin embargo, podemos
estar asistiendo a un histórico cambio de panorama: dadas las subidas de
precios en prácticamente todo el mundo, las recomendaciones del Fondo Monetario
Internacional (FMI) y los banqueros centrales han sido postular la vuelta o
regreso hacia la ortodoxia monetaria, “caiga quien caiga”.
Gita Gopinath, consejera económica
y directora del Departamento de Estudios del Fondo Monetario
Internacional (FMI), ha solicitado a los bancos centrales, “medidas más
agresivas, incluso si eso significa un fuerte enfriamiento de la economía y un
aumento del desempleo, si la inflación persiste. Los bancos centrales deberían
indicar que mantendrán el rumbo y una política estricta mientras la inflación
se mantenga alta”.
Endurecer la política
monetaria busca frenar la actividad económica, dificultando el consumo y la
inversión de las empresas, y también a la capacidad de gasto de cada Estado,
tratando así de contener los precios. Ahora buen, el gran peligro es que,
precisamente, ese objetivo puede provocar e intensificar una recesión económica
(caídas del PIB). La situación, sería entones aún más compleja, ya que
podríamos caer en la temida estanflación o estancamiento económico,
coincidiendo con el alza de los precios y el aumento del desempleo.
En todo caso, según la
citada economista, “no podemos tener un crecimiento económico sostenido en el
futuro sin restablecer la estabilidad de precios “.
Sin embargo, la realidad,
es que las medidas ultra expansivas monetarias han sido necesarias y fundamentales
para para poder salir de la Gran Crisis Financiera de 2008 (la Gran Recesión), y
de su intensificación motivada por el histórico shock de la COVID.
No obstante. Gita
Gopinath, ha señalado: “que, aunque había poca sensación de que la inflación
pudiera aumentar de manera persistente y sustancialmente por encima del
objetivo (alrededor del 2% de subida de precios a medio plazo), la salida de la
pandemia y la guerra en Ucrania lo han cambiado todo. Hay buenas razones para
preocuparse de que la pandemia y la guerra puedan conducir a una era en la que
los shocks de oferta (como los problemas en las cadenas de suministro globales
sufridas desde 2020 o los cierres en la industria por el elevado coste de la
energía en los últimos meses) sean mayores y en la que las expectativas de
inflación estén menos ancladas o controladas”.
En la misma línea, la
Reserva Federal de Estados Unidos (la Fed), ya ha realizado varias subidas de
las tasas de interés: comenzó en marzo,
(25 puntos básicos desde el 0%); después, 50 puntos más en mayo; otros 75
enteros en junio, hasta el 1,5%. Y, finalmente, otro incremento igual en julio,
hasta el 2,25%.
En la eurozona el ciclo
va mucho más retrasado. El BCE inició los aumentos el pasado mes de julio, subiendo,
desde cero, 50 puntos básicos de una vez, tras finalizar los programas de
compras de deuda de Estados y empresas con los que ha garantizado unas
condiciones a extraordinarias de financiación en los últimos años.
El presidente de la Fed Powell,
ha afirmado que “continuaremos con las subidas de tipos hasta que el trabajo
esté hecho. Esta guerra contra la inflación puede ser dolorosa para las
familias y las empresas”. Esto implica que, en línea con el FMI, mantendrá un
agresivo ritmo de subida de los tipos de interés para hacer frente a una crisis
que considera que en Estados Unidos se ha generado en la demanda, por el
aumento del consumo como consecuencia de la recuperación tras la pandemia y los
estímulos.
En la Eurozona, el origen
de la inflación es la energía. Ello hace dudar a muchos analistas sobre la
validez de la receta ortodoxa seguida por la Reserva Federal, ya que tiene
ningún sentido en la Eurozona. ¿Cómo resuelve una subida de los tipos de
interés el problema geopolítico del conflicto ucraniano? ¿Cómo consigue que
baje el petróleo? El BCE puede actuar sobre la demanda, pero no sobre la oferta
de materias primas industriales, minerales, petróleo o gas.
El BCE debe buscar
medidas para no ahogar a los países más sobreendeudados y menos disciplinados
fiscalmente, entre ellos Italia y España. Se debe combatir a la inflación, pero tratando
de evitar la caída en la recesión.
A todo ello, hay que
añadir, el riesgo latente de un corte del suministro de gas por parte de Rusia
(algo que parece que ya ha ocurrido), lo que ocasionaría un tremendo golpe a la
economía, sobre todo en Alemania.
Y es que los países del
G-7 han pactado imponer un tope al precio del petróleo ruso “para reducir los
ingresos y la capacidad de Rusia de financiar la guerra”. De ahí que se hayan
comprometido a trabajar para que ese tope esté listo “urgentemente”. Mientras
los ministros de Finanzas de las mayores economías occidentales más Japón
llegaban a este acuerdo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der
Leyen, daba un paso más al declararse partidaria de incluir el gas: “creo
firmemente que es el momento para limitar el precio del gas del gasoducto ruso
a Europa”.
La vuelta al curso
político y geoestratégico europeo ha comenzado en Praga con el acuerdo para
poner en marcha una misión de adiestramiento militar para el ejército
ucranio y la restricción de visados para los ciudadanos rusos. Y ha
continuado con un gran salto adelante, cuando los ministros del G-7 y el
titular de Economía de la Comisión Europea, Paolo Gentiloni, han decidido
imponer un tope al petróleo ruso y ponerse a trabajar con urgencia para
lograrlo. Además, llaman a otros países a sumarse a sus planes. Horas después
Gazprom, la gasista rusa de titularidad estatal, anunciaba que el suspendía el
envío de combustible a través del gasoducto Nord Stream.
“Invitamos a otros Estados
a introducir el límite que se diseñe e implementar esta importante medida”,
apunta el comunicado final del encuentro de los miembros del G-7, donde hay
países que renunciaron hace meses a comprar petróleo a Moscú (Estados Unidos,
Canadá y Reino Unido) y otros que lo harán en pocos meses (Francia, Alemania o
Italia, así como la gran mayoría de países de la Unión Europea). De tener
éxito, esta medida puede ser más dañina que otras, ya que el petróleo ruso es
su principal fuente de divisas: en 2021 los Estados miembros de la UE más Reino
Unido compraron crudo por valor de 88.000 millones de euros.
“El límite de precio
inicial se fijará en un nivel basado en una serie de datos técnicos, y la
coalición en pleno decidirá el límite inicial antes de su aplicación en cada
jurisdicción. El precio máximo se comunicará públicamente de forma clara y
transparente. La eficacia y el impacto del límite de precios se vigilarán
estrechamente cuando sea necesario”, explica el comunicado.
“El G-7 ha dado un paso
fundamental para lograr nuestro objetivo doble de presionar a la baja los
precios mundiales de la energía y negarle a Putin ingresos para financiar su brutal
guerra en Ucrania. Al comprometerse a finalizar e implementar un tope de
precios, el G-7 reducirá significativamente la principal fuente de financiación
de Rusia para su guerra ilegal, mientras mantiene los suministros a los
mercados energéticos mundiales al mantener el flujo de petróleo ruso a precios
más bajos”.
Que la Comisión Europea
respalde esta medida no supone que vaya a ser fácil aplicarla en toda la UE, ya
que requiere unanimidad y eso supone volver a negociar con el Gobierno húngaro
de Viktor Orban, gran aliado de Moscú entre los Veintisiete.
Lo que si ha ocurrido es
que, por ahora, la inflación no se ha trasladado a los salarios, evitando la
espiral precios o beneficios – salarios.
ESTADOS UNIDOS:
En la economía
estadounidense se ha registrado una inflación del 9,1%, por lo que el Comité de
Mercado Abierto de la Fed (FOMC, por sus siglas en inglés) ha acordado una
subida de las tasas de interés oficiales de, nada menos, que de 75 puntos
básicos. Por tanto, los tipos se ha situado entre el 2,25% y el 2,5%.
En solo dos meses, el Banco
Central de Estados Unidos ha elevado las tasas en 150 puntos básicos, por lo que,
en este año, los tipos han subido 250 puntos básicos, un ascenso distribuido en
cuatro reuniones consecutivas. Se trata del mayor aumento desde la década de
1980.
La Reserva Federal ha
anunciado que habrá más subidas en los próximos meses. No obstante, se espera
que en este mes de septiembre la autoridad monetaria decida subidas de entre 50
y 25 puntos básicos. Es decir, se prevén aumentos más suaves.
Las expectativas es que
se sitúen en el 3,4% al final de este año, y en el 3,8% en el próximo ejercicio.
Por otro lado, ya se
están sintiendo los efectos del endurecimiento de la política monetaria: la curva de tipos está mostrando que el
mercado está dando como posible la aparición de la recesión económica en la
economía estadounidense.
Por otro lado, el mercado
de trabajo en Estados Unidos se ha frenado en el pasado mes de agosto, después de
haber registrado una importante subida en el mes de julio. De forma, que la
tasa de paro ha pasado del 3,5% (el nivel más bajo de los últimos 50 años) al
3,7%. No obstante, el mercado de trabajo se encuentra en niveles máximos, y la
creación de empleo ha continuado. En agosto se han creado 315.000 empleos no
agrícolas. Siguen existiendo más vacantes que desempleados y las ofertas de
trabajo abundan.
Los datos están en línea
con las previsiones en cuanto a creación de empleo. En cambio, el repunte de la
tasa de paro no se esperaba. Ambas cifras se calculan con encuestas diferentes,
una a las empresas, que mide el empleo no agrícola (es la más seguida por los
economistas y por los mercados), y otra a las familias, que muestra el número
de parados. La subida del paro a alrededor de seis millones de personas se debe
íntegramente al aumento de la población activa y no a la destrucción de empleo.
La población activa ha aumentado en un
solo mes en 786.000 personas, lo que ha dado a la vez para esos 442.000 nuevos
empleados y para 344.000 parados más, según la encuesta realizada a las
familias.
El presidente de la
Reserva Federal de Estados, Jerome Powell, en el simposio económico de Jackson
Hole (Wyoming), ha advertido de “que rebajar la inflación hasta el objetivo del
2% provocará “algo de dolor” a familias y empresas. Es muy probable que las condiciones del
mercado laboral se debiliten”.
Ahora bien, la realidad
es, con unas cifras de paro tan bajas, las empresas siguen teniendo
dificultades para encontrar y retener trabajadores. Necesitan para ello subir
los sueldos y luego repercuten ese aumento de costes, en una espiral precios o
beneficios – salarios, que es la que la Reserva Federal pretende cortar para
que la inflación no se enquiste. Hasta el momento, los salarios por hora han
subido un 5,3% desde hace un año.
EUROZONA:
En la región del euro,
los precios han vuelto a subir: dos décimas respecto a la sufrida durante el
mes de julio. Han llegado al 9,1%, superando por primera vez desde que se creó
la moneda única los nueve puntos.
Se teme que los precios
rebasen la cifra de dos dígitos (10%), lo que parece estar en manos de Putin,
al tener en su poder cortar o no el suministro del gas ruso. En cualquier caso,
la combinación de una energía a precios inimaginables hace un año, y una
autoridad monetaria subiendo los tipos de interés para tratar de contener la
inflación, nos conducen, desafortunadamente, a una recesión económica durante
esta segunda parte del año.
La evolución del precio
de los combustibles es la principal responsable de lo que está sucediendo en
Europa (casi la mitad del aumento de inflación llega por esa vía). Pero los
demás productos que componen la cesta de la compra ya hace tiempo que se
sumaron a la escalada: La inflación subyacente (no tiene en cuante los datos
más volátiles del índice de precios al consumo: energía y productos frescos),
que señala la tendencia futura de los precios, también ha sido considerable (un
5,5%).
El aumento de la inflación, muy en particular en países como Alemania, donde el dato homologable con el resto del continente ha llegado al 8,8%, está ocasionando que los más ortodoxos del consejo de Gobierno del Banco Central Europeo, hayan ganado al final, de forma que, finalmente, la institución ha aprobado elevar los tipos de interés al 1,25% con un movimiento de 0,75 puntos, (la may9or suida realizada en sus historia por el BCE).
Los "halcones" (el ala dura, capitaneada por los gobernadores de Alemania, Países Bajos y Austria) ha impuesto su estrategia sobre la del sector más flexible. Ese cambio de dirección de un banco dominado durante casi una década por las "palomas", como se conoce a los más preocupados por el crecimiento económico, entre ellos, Italia, España o Portugal, ha supuesto el triunfo de las tesis de los primeros.
Las grandes diferencias en las subidas de precios en la zona euro, es una de las dificultades que tiene el BCE para decidir una política monetaria más o menos radical: los datos muestran que ocho países ya tienen un IPC que supera los dos dígitos. En cabeza, y con bastante distancia sobre el resto, están las tres repúblicas bálticas, que superan el 20%, en Estonia llega al 25,2%. En el otro lado, también con una inflación alta, pero muy lejos de esas cotas, está Francia (6,5%), Malta (7,1%) y Finlandia (7,3%).
La gran incertidumbre existente
está muy vinculada al capricho del presidente ruso, Vladímir Putin. En Europa
no está pasando como en Estados Unidos, donde ya ha empezado a bajar la
inflación. Allí la Fed apostó rápido por agresivas subidas de tipos de interés,
y su presidente, Jerome Powell, ha dejado claro que si tiene que elegir
entre enfriar precios o economía se decantará por lo primero. También es verdad
que al otro lado del Atlántico las causas detrás de la subida de precios no
estaban tan vinculadas a la energía.
Por ello, en el
continente europeo, no se espera que comience a bajar ya la inflación. Para
algunos analistas, la inflación general de la zona euro se situará en una media
del 10,3% en el cuarto trimestre, aunque existe un mayor riesgo de subida de
los precios, si los del gas se mantienen en los niveles actuales.
La subida de los tipos de
interés afectará al bolsillo de los consumidores: por un lado, con subidas de
los costes de financiación, que pueden frenar el gasto. Y también con otros efectos
positivos como la vuelta de la rentabilidad de los depósitos. Aunque el gran
efecto buscado es que modere una inflación que sigue desbocada en Europa.
El FMI ha publicado que Alemania
e Italia recuperarán el nivel de PIB precrisis en la segunda mitad de 2023;
Francia lo hará a finales de 2022.
El mayor recorte en la
previsión para el año que viene se produce en Alemania, gran locomotora
industrial, que es la más dependiente de la energía rusa, que ve reducida su
expansión en nueve décimas este año (hasta el 1,2%) y en 1,9 puntos el que
viene (hasta un magro 0,8%). En Berlín, la probabilidad de recesión económica (dos
trimestres consecutivos en negativo) ya ronda el 25%, según los técnicos del
FMI.
Francia, por su parte, ve
reducido su crecimiento en seis y cuatro décimas este año y el que viene,
respectivamente, hasta el 2,3% y el 1%.
Italia,
sorprendentemente, según el FMI cree que su economía crecerá este año
notablemente más (siete décimas) de lo previsto hasta ahora, anotándose una
expansión del 3%.
En clave comunitaria, sin
embargo, la mejora de la actividad en el país transalpino se ve “más que,
negativamente, compensada por las rebajas significativas” en el resto de las
potencias de la moneda única, “que reflejan tanto el impacto de la guerra en
Ucrania como la asunción de que las condiciones financieras serán más
ajustadas” tras la retirada de las compras netas de deuda por parte del Banco
Central Europeo y la reciente subida de los tipos de interés.
En el lado opuesto, los
economistas del Fondo consideran que ¨los fondos europeos seguirán apoyando la
actividad económica en un buen número de economías europeas”
ESPAÑA:
España tardará al menos
cuatro años en regresar al nivel de PIB anterior a la pandemia. Las últimas
previsiones del FMI reducen el crecimiento de la economía
española hasta el 4% este año, y el 2% el que viene (ocho décimas y 1,3 puntos
menos, respectivamente, que, en su última proyección realizada en abril),
retrasando la completa recuperación de la situación creada por la pandemia,
hasta el primer trimestre del año 2024.
Para este año, el recorte
en la previsión de crecimiento económico español es mayor que en la media de la
eurozona (dos décimas), aunque partiendo de un nivel superior (4,8%, frente a
2,8%). Y en el año 2023, según el FMI, España crecerá casi el doble que la
media de los países de la moneda única.
Aunque España dispone de
una potente red de regasificadoras, y un amplio abanico de suministradores, el
frenazo industrial y de actividad en el resto de la Unión Europea le pasaran factura.
El Banco de España ha
dejado su pronóstico en el 4,1% de crecimiento del PIB para 2022 y en el
2,8% el de 2023 (cuatro y una décima menos, respectivamente, de lo vaticinado
en abril). La Comisión Europea ha pasado de una previsión del 3,4% al 2,1%, si
bien ha mantenido su previsión para este 2022 de un 4% (la misma que espera el
Fondo Monetario Internacional).
El Gobierno español, por
su parte, espera que la economía crezca un 4,3% este año, y un 2,7% en
2023.
Por lo que respecta al
paro, según los datos publicados por el Ministerio de Trabajo y Economía Social,
el número de parados registrados en las oficinas de los servicios públicos de
empleo aumentó en 40.428 personas en agosto, un 1,4% más que en julio.
Vuelve a situarse por encima de los 2,9 millones de parados, concretamente en
los 2.924.240 desempleados.
En términos
desestacionalizados, el paro registrado subió en agosto en 3.184 personas.
Trabajo recalca en su comunicado que el total de parados (2.924.240) es el más
bajo en un mes de agosto desde el año 2008.
En el pasado mes de
agosto, la Seguridad Social perdió 189.963 afiliados, con una caída del 0,93%
respecto a los datos registrados el mes anterior, el peor dato desde 2019,
según las cifras del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
Con este descenso, el
número total de cotizantes acabó en 20,15 millones de personas, de los que 10,7
eran hombres y 9,3 millones, mujeres. En términos desestacionalizados, el
número de afiliados a la Seguridad Social subió en 62.135 trabajadores, un
0,31% más que en julio. El dato desestacionalizado de agosto también es el más
bajo desde el mismo mes de 2019.
La Seguridad Social ha
destacado, también, que se han creado 334.174 empleos entre enero y agosto de 2022,
descontando la estacionalidad y el efecto calendario. Así, se supera en 687.000
personas el nivel de afiliación previo a la pandemia.
El paro repuntó en agosto
en la Construcción un 2,23%, con 5.095 parados más, seguido de la Industria,
con 4.974 nuevos parados. También se incrementó en el sector servicios, donde
el desempleo aumentó un 1,85%, con 37.546 desempleados. En la Agricultura, el
paro disminuyó en 6.693 personas (-4,53%) y en el colectivo sin empleo
anterior, con 494 personas menos (-0,2%).
Durante el mes de agosto,
el desempleo aumentó en el colectivo de mujeres, hasta sumar 22.613
desempleadas más (1,31%), situándose en 1.751.001, mientras que en el caso de
los hombres creció un 1,54%, con 17.815 nuevos parados, hasta 1.173.239.
Por su parte, el
desempleo de los jóvenes menores de 25 años subió en agosto en 8.881 personas
(4,71%) respecto a julio, mientras que el paro de 25 y más años aumenta en
31.547 (1,17%).
El paro registrado bajó
en agosto en cuatro comunidades autónomas, con las caídas más acusadas en
Canarias (-1.148), Comunidad Foral de Navarra (-479) y Aragón (-432). El
desempleo repuntó en las 13 autonomías restantes, con Andalucía a la cabeza
(9.955), seguida de Cataluña (9.554) y Comunidad Valenciana (6.994).
En cuanto a las provincias,
el desempleo registrado desciende en 7 de ellas, encabezadas por Huelva
(-1.479), Santa Cruz de Tenerife (-686) y Zaragoza (-657) y aumenta en las 45
restantes, entre ellas Barcelona (6.481), Valencia (3.677) y Madrid (3.254).
El paro registrado entre
los extranjeros bajó en agosto en 3.388 desempleados (-0,94%) respecto al mes
anterior, hasta situarse el total de inmigrantes en desempleo en 356.776.
Respecto a las
modalidades de los contratos realizados durante el pasado mes de agosto, el
número total de realizados fue de 1.283.791. De esos, 506.731 tienen carácter
indefinido y suponen un 39,47% del total, mientras que la firma de contratos
temporales se situó en agosto en 777.060, un 60,53% del total.
En el acumulado del año,
se han firmado 12.511.212 contratos, un 5,45% más que en los ocho primeros
meses de 2021. De ese total 4.474.581 son contratos indefinidos y 8.036.631 son
temporales.
De los 506.731 contratos
indefinidos firmados en agosto, 217.743 fueron a tiempo completo, 118.941 a
tiempo parcial y 170.047 fijos discontinuos. En cuanto a la duración de su
jornada, los contratos temporales en agosto se dividen en 520.499 a tiempo
completo y 256.561 a tiempo parcial.
En relación al gasto en prestaciones
por desempleo alcanzó en julio (último mes disponible) los 1.643,4 millones de
euros, un 18,9% menos que en julio de 2021.
El total de beneficiarios
de prestaciones por desempleo se situó al finalizar julio en 1.758.496
personas. El gasto medio mensual por beneficiario, sin incluir el subsidio agrario
de Andalucía y Extremadura, ascendió a 955,7 euros en julio.
Los datos de prestaciones
siempre van con un mes de retraso respecto a los datos de paro, de forma que
Trabajo ha publicado las cifras de desempleo de agosto y la estadística de
prestaciones de julio.
Por otro lado, respecto a
los precios, la inflación se ha mantenido en los dos dígitos, aunque se ha
tomado cierto respiro. El Instituto Nacional de Estadística (INE), finalmente, ha informado
que los precios subieron en agosto un 10,5% (tres décimas por debajo de la cifra
del pasado mes de julio).
Según el INE, el descenso
se debe, principalmente, “a la bajada de los precios de carburantes, que
subieron en agosto de 2021″. En sentido contrario, cita el aumento de los
precios en electricidad, alimentos, restauración y paquetes turísticos, estos
dos últimos especialmente demandados en temporada de verano. La inflación
subyacente, que, como es sabido es el mejor indicador de la tendencia de los
precios, ha aumentado en tres décimas, hasta el 6,4%.
Según el BBVA, “en
septiembre y octubre la inflación continuará bajando, aunque que los precios
sigan subiendo en torno al 7% ó el 8%. hasta final de año. Lo preocupante es la
subida de la inflación subyacente.
Las subidas de los
precios han sido el resultado de encarecimientos en múltiples flancos: el precio
del petróleo, que acabó trasladándose a los combustibles, y en paralelo, bajo
la incertidumbre de la guerra en Ucrania, subieron materias primas agrícolas
como el trigo, o imprescindibles para la construcción y la industria, caso del
cobre, el aluminio, el acero y el hierro. Pero, actualmente, los precios de
todas ellas han vivido en los últimos meses descensos significativos, lo cual,
incluso, en los precios de los combustibles (la gasolina lleva nueve semanas
consecutivas abaratándose, aunque levemente ya que acusa más rápidamente las
subidas que las bajadas del petróleo). También se han relajado las tensionadas
cadenas de suministro y los precios de los fletes marítimos, todavía
históricamente altos.
Queda, sin embargo, un
gran problema: la energía eléctrica. Los cortes en el suministro de gas ruso
han disparado el precio en los mercados internacionales, empujando así las
tarifas de la luz a nuevos récords en toda Europa. Sin duda, también ha
contribuido la menor producción hidroeléctrica por la sequía existente, y
la caída de la producción eólica en verano.
En España, el tope al
gas, vigente desde mediados de junio, ha suavizado algo la situación, pero nuestra
economía no se ha librado: la pasada fue la semana con la energía más cara de
la historia, con 376,94 euros el megavatio hora de media, y no hay visos de que
la tendencia esté cambiando. Agosto ha acabado con la electricidad más cara
desde que hay registros.
El uso de la energía
eléctrica es fundamental para el funcionamiento de la industria, sobre todo en
sectores como el metalúrgico, químico y siderúrgico, para los que supone hasta
un 50% de sus gastos de producción. Su encarecimiento se filtra además a otros
artículos y servicios en los que interviene de algún modo, desde negocios
cárnicos, a pescaderías, lavanderías o la hostelería en general. Por si fuera
poco, el hecho se agrava por la evolución en el mercado de divisas de la
cotización dólar – euro, que, por primera vez, supone una fuerte depreciación
del euro (apreciación del dólar), lo que implica el pago de una factura del
petróleo y del gas en dólares más elevada.
MERCADOS:
El miedo a la recesión económica
está afectando severamente a la Bolsa, y el Ibex 35 encadena sucesivas caídas,
sufriendo el peor mes de agosto durante estos últimos años. Acumulando durante
este año, una caída superior al 9,5%.
El resto de las Bolsas
europeas sufre una situación similar: el Ftse Mib italiano se ha dejado un
3,8%; el Dax alemán, un 4,8%, el Cac francés y el Eurostoxx 50 (que representa
a las 50 mayores empresas de la eurozona en términos de capitalización bursátil)
un 5%. Londres ha moderado sus pérdidas mensuales a un 1,9%.
El mal dato de la
inflación de la eurozona durante el pasado mes de agosto, ha hecho mella en los
mercados. La subida de precios, anteriormente citada del 9,1%, hace temer un
aumento de los tipos de interés de 75 puntos básicos por parte del Banco
Central Europeo durante este mes de septiembre.
Igual ocurre en el
mercado de Estados Unidos: el Dow Jones y el S&P 500 se encaminan a cerrar
agosto con una caída superior al 3% y el Nasdaq Composite, que engloba las
grandes empresas tecnológicas como Amazon, Apple y Netflix, a un 4%.
Por otro lado, el euríbor
ha cerrado agosto con un máximo en 10 años, marcando un récord histórico de
subida interanual, al llegar al 1,249%.
La subida del euríbor a
doce meses (indicador de referencia para la mayoría de hipotecas en España)
supone un récord en más de una década ya que no se alcanzaba desde mayo de 2012
cuando se situó en un 1,26%.
Como es sabido, el
euríbor tiene suma importancia para las economías domésticas puesto que guía el
precio de bastantes servicios que los bancos ofrecen a sus clientes (hipotecas y
el ahorro).
Los mayores damnificados de
la subida del Euribor son los hipotecados a interés variable: una hipoteca
variable de 100.000 euros a 25 años estaría sufriendo en este momento un
sobrecoste en torno a los 850€ al año.
En relación el mercado de
bonos, hay que señalar que índice Bloomberg Global Agregate Total Return (incluye
todos los bonos corporativos y gubernamentales mundiales con grado de inversión)
acumula una caída de más del 20% desde los máximos alcanzados en 2021, lo que
implica su entrada en fase bajista. Se trata de su mayor caída desde la
creación de este selectivo, en 1990.
Tras años en los que las
inyecciones de los bancos centrales, para estimular monetariamente a las
economías, provocaron que una gran cantidad de bonos gubernamentales y
empresariales cotizaran con rentabilidades negativas, la retirada de estos
estímulos y la subida de los tipos de interés ha acabado con esta anomalía. Ha
quedado atrás la situación en la que la rentabilidad del bono alemán a diez
años se situaba en 2019 en el -0,7%. El bund roza ya el 1,6% tras haber tocado
en junio los máximos del 1,8%. En el caso del bono español a una década, su
rentabilidad ha llegado a alcanzar este año un máximo del 3,1%, frente al
mínimo del -0,017% que registró en diciembre de 2022.
Por otro lado, en
relación al mercado de divisas, las expectativas de subidas del tipo de interés
por el BCE, no está frenando la depreciación del euro frente al dólar. La divisa europea se encuentra marcando
mínimos de 20 años situándose en este momento en alrededor de 0.99 dólares por
euro.
La caída del euro se ha agudizado
desde principios de abril, con un retroceso que coincide con la inquietud de
los inversores respecto a que se intensifiquen las políticas restrictivas de
los bancos centrales para combatir la inflación a costa del crecimiento
económico. Y en ese contexto, en pleno shock energético con el gas en máximos,
la zona euro tiene mucho más que perder.
El Banco Central de China
ha rebajado los tipos de interés de referencia, un movimiento ya esperado pero
que aviva el temor del mercado a que la segunda economía mundial se desacelere,
por lo que el yuan se ha depreciado a mínimos de hace casi dos años.
EMPRESAS:
Iberdrola, el mayor grupo
eléctrico español, ha obtenido un beneficio récord de 2.075 millones de euros durante
el primer semestre de este año. Se trata del mayor resultado semestral conocido,
y es un 36% más alto que en el mismo periodo del año pasado.
Según ha comunicado
la empresa a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), los resultados
se deben a la buena marcha del negocio en Estados Unidos, Brasil y el Reino
Unido. Señalando como negativo, en palabras del propio grupo, el “resultado
adverso” de su filial en España, que redujo sus ganancias un 26% “afectada por
los altos precios de la energía” que no ha podido repercutir a sus clientes con
contrato de precio fijo, El flujo de caja operativo generado hasta junio fue de
5.560 millones, otra cifra récord y un 31% más que un año antes.
El beneficio bruto de
explotación (Ebitda) de Iberdrola creció un 18% a escala global, hasta los
6.444 millones de euros, sustentado fundamentalmente en el notable avance
(+32%) de su negocio de redes, que ya aporta más de la mitad del total, y el de
producción, electricidad y clientes (+9%). En esta última actividad, además de
los altos precios no repercutidos a sus clientes en España y en el Reino Unido,
Iberdrola también menciona como factor negativo la “menor producción eólica e
hidroeléctrica” en la península Ibérica.
En España, la
electricidad generada por Iberdrola cayó un 5%, mermada por la reducción en la
producción renovable (-17%) por el menor recurso disponible y por las paradas
en las centrales nucleares en las que participa. Ambos factores obligaron a la
eléctrica a recurrir más al mercado mayorista, que en los últimos meses
arroja precios históricamente altos, para poder atender toda la demanda de sus
clientes. La empresa también menciona, aunque de pasada, el “impacto negativo
de las decisiones regulatorias”, en una mención velada a las medidas de
detracción de los beneficios caídos del cielo puestas en marcha por el
Ejecutivo. A pesar de la enorme apuesta exterior de Iberdrola, España aún
supone el 46% del Ebitda de su negocio de Producción de Electricidad y
Clientes, cifra que cae hasta el 19% en el caso de la división de Redes.
Sus expectativas
positivas para la segunda mitad del año, “permiten a Iberdrola reafirmar sus
perspectivas de alcanzar un beneficio neto de entre 4.000 y 4.200 millones de
euros para el conjunto del ejercicio¨”. Todo ello, según Iberdrola.
Las inversiones
ascendieron a 4.741 millones en el periodo, un 5% más. Un 23% fue a parar a
España (1.100 millones), frente a los 1.246 millones de Estados Unidos, los 837
millones de Brasil, los 801 millones del Reino Unido, los 153 millones de
México. El resto, 619 millones, se invirtieron en el resto de países en los que
opera la compañía.
Ha tenido un incremento
del 14% en la deuda neta financiera de Iberdrola, que se elevó hasta superar
los 47.700 millones de euros, casi 5.140 más que en junio del año pasado. A ese
aumento también contribuyó la debilidad del euro frente a las divisas de los
países extracomunitarios en los que opera Iberdrola. La empresa, no obstante,
cuenta con una liquidez de 25.000 millones de euros, una cifra que le
permitiría “cubrir 27 meses de necesidades financieras sin recurrir al
mercado”. El 75% de sus deudas es a tipo fijo.