La OCDE (Organización
para la cooperación y desarrollo económico) ha pedido no regresar a las medidas
de austeridad hasta que la economía se haya recuperado completamente. La
institución ha descartado el riesgo de inflación.
GLOBAL:
La recuperación de
la economía mundial se está produciendo de forma clara. Siendo las dos
economías más importantes, Estados Unidos y China. De forma más moderada, en las
economías europeas también han mejorado los indicadores de confianza de
empresas y familias, de forma que se vislumbra una segunda parte de este año con
mayor expansión.
La causa de la mejoría
económica está fundamentada, en primer lugar, en la extensión de la
vacunación y, en general, en la gestión sanitaria contra la pandemia. En
segundo lugar, no de menor importancia, las respuestas de los agentes
económicos a las políticas monetarias y presupuestarias expansivas en la
práctica totalidad de las economías avanzadas. Sobre todo, en Estados Unidos.
También es importante la capacidad
adaptativa que han mostrado muchas empresas, frente a la necesidad de nuevas
habilidades organizativas.
En cualquier caso, debemos
recordar que la importante magnitud de las secuelas que la crisis ha dejado, van
a motivar que no sea todo como antes: la incertidumbre acerca del control de la
extensión del virus, la disponibilidad de vacunas, y el fortalecimiento de los
sistemas sanitarios, seguirán condicionando la vuelta a la normalidad económica
en todo el mundo.
Es igualmente grave, que
cerca de 95 millones de personas se han añadido por debajo del umbral de
pobreza extrema en 2020, revirtiendo la tendencia de las dos últimas décadas de
reducción de la pobreza global. En las economías avanzadas, los jóvenes, las
mujeres y los trabajadores con bajas cualificaciones, especialmente
concentrados en sectores intensivos en servicios y en la economía sumergida,
han sufrido mucho.
Las políticas
presupuestarias podrán atenuar sus pretensiones expansivas a medio plazo, pero
no podrán renunciar a restaurar las cuantiosas pérdidas de bienestar, ni a
mantener en la exclusión a capas importantes de la población. La propia
actividad económica requiere del fortalecimiento de los sistemas sanitarios y
educativos dañados durante la crisis.
En cualquier caso, una de
las amenazas sobre la estabilidad financiera global, es la deuda pública,
aunque no será tan amenazante como la privada, y en concreto la de las
empresas. Mientras los bancos centrales mantengan la guardia, las compras de
bonos públicos seguirán siendo la garantía más importante de la estabilidad, al
tiempo que los avances en la expansión económica aliviarán ese cociente sobre
el PIB como principal señal de alarma. El propio FMI anticipa que el
crecimiento económico previsto será la mejor solución frente a esa deuda, sin
necesidad de recurrir a políticas de austeridad como en la pasada crisis.
Según la OCDE. los
enormes estímulos desplegados por la Administración Biden en Estados Unidos,
van a lograr un crecimiento de su PIB este año de un 6,9%.
Este enorme papel de Estados
Unidos, que, superada la mitad de este año, podría haber recuperado ya todo el
terreno cedido durante la crisis, ayudará al crecimiento en el resto del mundo.
También la capacidad de resistencia de China, con un crecimiento su producción
de un 8,5%, apoyaran al crecimiento de la eurozona, que aumentará un 4,3%.
En definitiva, la
economía mundial en su conjunto crecerá un 5,8%.
Según la OCDE, “sigue
siendo el momento de gastar”. Lo que está haciendo, exactamente, la
economía estadounidense. Todas las economías se beneficiarán de la mayor
demanda estadounidense, sobre todo en Canadá y México. Europa también se
beneficiará, aunque algo menos. La realidad, es que, al rebufo de la economía
estadounidense, la economía mundial está mucho mejor de lo que prácticamente
nadie pudo pensar en diciembre del año pasado, cuando Biden aún no había tomado
posesión y todavía faltaban dos semanas para que se inoculase la primera
vacuna contra la covid-19 en su zona. Todo gracias a la respuesta más
keynesiana que nunca en Washington, que sigue sorprendiendo a todos.
Ahora bien, con la
recuperación a un ritmo mayor del previsto, han aparecido algunos analistas que
advierten respecto a una salida inflacionaria de la crisis.
En todo caso, la OCDE señala
que hay que permanecer atentos, pero que, aunque los precios, al estar bajo
mínimos, seguirán subiendo (partiendo de una comparación con precios mínimos
por la parálisis de la crisis), viéndose afectados por el repunte de los
precios de las materias primas y cuellos de botella en las cadenas de
suministro de algunos productos esenciales.
Sin embargo, la institución afirma que
la subida de precios será “temporal”, siendo el mayor riesgo es que unos
mercados financieros demasiado temerosos, sobrerreaccionen y provoquen un
aumento de los tipos de interés a los que se financian Estados y empresas. Esto
sería tremendamente dañino.
Dice la OCDE que, dado
que “la capacidad ociosa sigue siendo considerable, esta debería evitar un alza
significativa y sostenida en la inflación subyacente (aquella que, como es
sabido, no tiene en cuenta ni la energía ni los alimentos: los elementos con
precios más volátiles de la cesta de la compra).
Igualmente, es poco
probable que las tasas de desempleo regresen a niveles prepandemia, (al menos hasta
finales de 2022), así que la presión debería ser solo modesta en los 18
próximos meses”. Por todo ello, señalan que “la política monetaria actual, muy
acomodaticia, debería mantenerse, permitiendo rebasar temporalmente la
inflación siempre que la presión sobre los precios subyacentes siga contenida”.
Por ultimo en este
apartado, hemos de señalar que, a principios de este mes de junio, se ha
adoptado un acuerdo de enorme transcendencia: las economías más desarrolladas
del mundo, reunidas en el G-7, relativo a la reforma del sistema fiscal
global. El acuerdo requerirá que los
gigantes tecnológicos multinacionales hagan su contribución fiscal. Aunque
en este momento falta conocer los detalles, en el comunicado hecho público se
establece un impuesto mínimo de sociedades de “al menos un 15%”. De ese modo,
se abre la posibilidad de elevar ese suelo que había propuesto Estados Unidos.
Se vincula además el avance en la medida a la eliminación del gravamen por
servicios digitales que algunos países, como el Reino Unido o Francia habían
impuesto unilateralmente con la oposición de Washington. Se señala que se
facilitará la coordinación apropiada entre la aplicación de las nuevas normas
impositivas internacionales y la retirada de todos los impuestos sobre
servicios digitales, y otras medidas relevantes similares, sobre todas las
compañías. El texto del acuerdo señala que: “nos comprometemos a un impuesto
mínimo global de al menos el 15%, aplicado por cada país”.
ESTADOS UNIDOS:
El presidente Joe Biden,
para implementar sus planes de recuperación y modernización, pretende obtener
del Congreso seis billones de dólares (cinco billones de euros) para reinventar
la economía estadounidense. De aprobarse por el Congreso, disparará la deuda a
niveles desconocidos en siete décadas.
El presidente Biden
planea, como medio para financiar el ingente gasto público, una reforma
fiscal para gravar más a las empresas y las rentas altas. El presupuesto
prevé para el año próximo un déficit de 1,8 billones de dólares (1,5 billones
de euros), la mitad del esperado este año.
Según el presidente
Biden, es necesario formular una nueva economía: el país “no puede permitirse
simplemente volver a la situación anterior. Debemos aprovechar el momento para
reinventar y construir una nueva economía estadounidense centrada en las
necesidades, los objetivos, el ingenio y la fuerza del pueblo estadounidense”.
La administración
estadounidense quiere realizar inversiones esenciales en infraestructuras
físicas (carreteras, puentes, acceso a banda ancha) y cobertura social,
especialmente en lo relativo a la infancia, sin olvidar el combate al cambio
climático mediante la generación de energías limpias, que a su vez será fuente
de empleo. En esencia, recopila las medidas incluidas en los dos grandes planes
que constituyen los pilares del mandato de Biden, el Plan de Empleo
Estadounidense (2,3 billones de dólares, 1,9 billones de euros) y el Plan de
Familias Estadounidenses (1,8 billones de dólares), con el objetivo último de
“facilitar a las familias el acceso y la permanencia en la clase media. el
presupuesto refleja que la mejor manera de hacer crecer la economía no es de
arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba”.
Según ha manifestado la
secretaria del Tesoro, Janet Yellen, “el presupuesto incluye los planes de
Empleo y Familias estadounidenses, realiza las inversiones necesarias tanto en
infraestructuras, como en nuestra gente para garantizar que el capítulo
posterior a la pandemia sea sólido y próspero. Este presupuesto coloca a
nuestro país en un camino fiscalmente sostenible a largo plazo a través de una
reforma tributaria justa y eficiente”. De esta forma ha aludido a la reforma
fiscal, con una subida al 28% del impuesto de sociedades (actualmente es del 21%)
y un mayor gravamen a las rentas superiores a los 400.000 dólares al año.
También se incluyen incentivos
para la creación de empresas, poniendo fin a los beneficios de las
deslocalizadas; también ampliar el mínimo exento para acceder a una vivienda
social, y subvenciones para generar energías limpias, eliminando las
preferentes de los combustibles fósiles.
JAPÓN:
La economía
de Japón ha regresado a los números rojos en el primer trimestre de
2021. Después de un crecimiento sostenido en los dos trimestres anteriores, los
datos oficiales indican una caída del 1,9% (un 5,1% anualizado) entre enero y
marzo con respecto al mismo periodo del año anterior.
Sin duda, la causa
fundamental ha sido la caída del consumo por la pandemia: el gasto en consumo,
que representa más de la mitad del Producto Interior Bruto japonés, se contrajo
un 1,4% en el primer trimestre con respecto al anterior y un 3,3% interanual.
Las perspectivas no son
halagüeñas: la lentitud hasta ahora en la campaña de vacunación, que ha hecho
de este país el de menor ritmo de inoculaciones entre los miembros de la OCDE
(apenas un 3% de una población de 125 millones de personas), no está ayudando a
mejorar las expectativas.
El Gobierno del primer
ministro Yoshihide Suga declaró un segundo estado de emergencia ya finalizado a
finales de mayo, a menos de dos meses para que el encendido del pebetero del
Estadio Olímpico de Tokio, Japón ha decidido la ampliación del estado de
emergencia sanitaria por el coronavirus en la capital y otras ocho prefecturas.
La prórroga pone de
relieve la difícil situación por la que está atravesando el sistema sanitario
nipón, y carga de argumentos a una parte sustancial de la población que aboga
por aplazar o cancelar la cita olímpica.
Entre las cifras
económicas que ha dado a conocer la Oficina del Ejecutivo nipón, las
exportaciones arrojan el dato positivo. Las ventas al extranjero crecieron un
2,3%, gracias a la fuerte demanda externa de automóviles y componentes
electrónicos, incluidos semiconductores. Pero el ritmo de aumento entre enero y
marzo fue muy inferior al 11,7% del último trimestre de 2020.
UNIÓN EUROPEA:
El Índice de Sentimiento
Económico es un indicador adelantado de la economía en el que empresarios de la
industria, servicios, comercio y construcción, y consumidores de la Unión
Europea reflejan sus expectativas sobre la evolución del PIB en los Estados
miembros. Por encima de 100 indica una expansión y por debajo, contracción.
Pues bien, este indicador
elaborado por la Comisión Europea, durante el mes de mayo se ha situado en los
114,5 puntos para la eurozona, superando las expectativas de los analistas y
alcanzando su nivel más alto desde enero de 2018.
La economía española
también apunta al optimismo y mejora sus cifras frente a meses atrás,
aunque por debajo de la media: asciende hasta los 108,3 puntos.
La mejora de la situación
se debe, sin duda, a la relajación de las restricciones por el avance de
la vacunación y la consecuente caída de los contagios de la covid-19. Las
extensas aperturas en comercio y hostelería decretadas en mayo, como ocurrió en
Alemania tras seis meses de cierres, o el fin del estado de alarma en España,
han situado el índice por encima de los 112,1 puntos esperados y el indicador
mejora los 110,5 de abril. En el conjunto de la Unión alcanza en mayo los 113,9
puntos, ligeramente por debajo de la zona euro.
En España, el Índice
refleja una mejoría del PIB para los meses venideros algo más conservadora
que la media de la zona euro, pero las expectativas están al alza tras haberse
superado los 106 puntos de abril y haber dejado atrás el terreno de contracción
(por debajo de 100), donde se ubicaba hasta marzo.
Entre las grandes
economías de la UE, el índice aumentó en Italia (100,6 puntos en mayo frente a
93,2 en abril), Francia (110,8 frente a 105,8) y Alemania (112,2 frente a
109,4).
En todo caso, la Comisión
Europea ha solicitado a los países que mantengan una política fiscal expansiva
en 2022 a causa de las incertidumbres que planean sobre la recuperación
económica. En consonancia, les ha eximido un año más de la obligación de cumplir
con las reglas fiscales.
Parece que han quedado
atrás las batallas con las farmacéuticas por las vacunas, de forma que han
bajado los contagios rebajando la presión hospitalaria. Este proceso de inmunización ha
permitido la mejora de la confianza de consumidores y empresas.
Sin embargo, la Comisión
Europea sigue resaltando los riesgos que siguen latentes: la irrupción de
nuevas variantes de la covid, una cascada de insolvencias o una retirada a
destiempo de los estímulos económicos. Por ello, según la Comisión: “la
política económica debe seguir siendo expansiva durante 2021 y 2022”.
A pesar de que el año
pasado, 25 de 27 Estados (todos, salvo Bulgaria y Suecia) rebasaron en el 2020
las reglas de déficit, y 13 de ellos sobrepasaron el criterio de deuda, “la
política fiscal debe seguir siendo ágil y ajustarse a la evolución de la situación
y debe evitarse una retirada prematura del apoyo fiscal”.
En todo caso, los
informes de Bruselas muestran que la UE todavía no será capaz de recuperar la
trayectoria de crecimiento que seguía a finales de 2019, algo que Estados
Unidos va a lograr ya a mediados de este año.
Bruselas diferencia entre
dos grandes bloques: los altamente endeudados y los que tienen unas finanzas
más saneadas. A los últimos les pide invertir, mientras que insta a los
primeros a actuar con prudencia y aprovechar los recursos que les brinda el
Fondo Europeo de Recuperación para financiar nuevas inversiones. A Italia y
Portugal incluso les reclama directamente que limiten el gasto corriente.
Ese no es el caso de
España, a la que sí pide una “política fiscal prudente, usando el fondo europeo
de reconstrucción para inversiones adicionales y preservando los proyectos nacionales
que ya estén en marcha. Cuando las condiciones económicas lo permitan, seguir
una política fiscal orientada a lograr una posición fiscal prudente y asegurar
la sostenibilidad fiscal a medio plazo. Al mismo tiempo, mejorar la inversión
para impulsar el potencial de crecimiento”.
Por otro lado, la JERS (Junta
Europea de Riesgo Sistémico) no espera las primeras subidas de tipos al menos
hasta 2023, dados los bajos niveles de inflación que se esperan en los próximos
meses en Europa: la inflación
prevista a cinco años es del 2,5% en la UE y del 2,5% en Estados Unidos.
No obstante, la Comisión
Europea ha decidido continuar revisando los desequilibrios que presentan 12
países. En el caso de tres de ellos (Grecia, Italia y Chipre), esas
vulnerabilidades son consideradas “excesivas” y se deben a los elevados niveles
de endeudamiento público y a los créditos dudosos del sistema bancario griego y
chipriota. Otros nueve países están en un segundo nivel: Alemania, Irlanda,
España, Francia, Croacia, Países Bajos, Portugal, Rumania y Suecia. Por motivos
dispares, todos ellos han merecido un análisis macroeconómico en profundidad.
Bruselas prevé que
España recupere a finales de 2022 el Producto Interior Bruto (PIB) que
registraba antes de que estallara la pandemia. Lo hará sobre todo impulsada por
un rebote de la demanda doméstica, que durante la crisis ha variado hacia una
mayor tasa de ahorro. La Comisión cree que ese colchón empezará a movilizarse,
pero ve riesgos en una eventual tanda de insolvencias que ponga en riesgo el
tejido empresarial y el empleo. El informe señala que el Ejecutivo ya tomó
medidas en marzo de 2021 para garantizar a empresas en apuros, limitando esos
riesgos.
La Comisión señala que
España debe reducir su endeudamiento interno y externo. Bruselas espera que la
balanza por cuenta corriente repunte en 2022, pero añade que una reducción
“decisiva” de las obligaciones implicaría mantener superávits durante “un
periodo de tiempo sostenido”. La deuda privada escaló del 130,3% al 147,4% en
2020, mientras que la pública llegaba al 120%, poniendo en “un riesgo elevado”
su sostenibilidad a medio plazo. La tasa de paro escaló al 15,5% en 2020,
aunque el año que viene bajará al 14,4%, mientras que los salarios descendieron
igualmente un 4,2%.
El informe confía en que
la ejecución del plan nacional de recuperación, con el que España aspira a
captar 140.000 millones de euros en ayudas, permita a España reducir esas
vulnerabilidades. Bruselas espera que el fondo impulse el crecimiento y el
empleo, pero también la competitividad de España mediante las reformas
previstas para mejorar “las competencias laborales y reducir la segmentación
del mercado de trabajo”. El Ejecutivo comunitario opina que España no afronta
riesgos de sostenibilidad fiscal de inmediato, pero advierte de que un
deterioro de las perspectivas económicas puede plantear ese desafío a medio
plazo.
En relación a la
evolución de los precios en la zona euro, según Eurostat (Oficina Estadística
de la Unión Europea) la tasa de inflación interanual ha alcanzado en mayo el
2%, frente al 1,6% del mes anterior, lo que representa la mayor subida de los
precios en la región desde octubre de 2018.
La subida de los precios refleja
el encarecimiento del 13,1% de la energía, frente a la subida del 10,4%
interanual de abril, mientras que los alimentos frescos se mantuvieron
estables, después de bajar un 0,3% el mes anterior.
De su lado, el precio de
los servicios ha aumentado un 1,1% en mayo, dos décimas más que en abril y los
bienes industriales no energéticos se han encarecido un 0,7%, tres décimas más
que el mes anterior.
Al excluir el impacto de
la energía, la subida de precios en mayo ha sido del 0,9%, frente al 0,7% de
abril, mientras que, al dejar fuera también el efecto de los alimentos frescos,
el alcohol y el tabaco, la tasa de inflación subyacente ha sido del 0,9%, dos
décimas por encima del dato de abril.
En el caso de España, la
tasa de inflación armonizada se ha situado en mayo en el 2,4%, frente al 2% del
mes anterior (superior en cuatro décimas el diferencial en precios respecto de
la media de la eurozona).
En relación a la tasa de
desempleo de la eurozona, hay que señalar que ha descendido una décima
porcentual en abril con respecto a marzo y se situó en el 8%, mientras que en
el conjunto de la Unión Europea (UE) permaneció estable en el 7,3%.
En términos interanuales
el desempleo aumentó en 1,4 millones de personas en los Veintisiete y en 1,27
millones en la eurozona con respecto a abril del año pasado.
En cuanto al desempleo
entre los menores de 25 años, permaneció sin variaciones frente a marzo de 2021
y se mantuvo en el 17,1% en la UE y en el 17,2% en el área del euro durante
abril.
España continuó a la
cabeza de los socios comunitarios con una tasa del 38%, tres décimas más que en
marzo.
La misma fuente,
Eurostat, señala que el Producto Interior Bruto (PIB) se contrajo un 0,6% y la
tasa de empleo bajó un 0,3% en la eurozona en el primer trimestre del año en
comparación con el trimestre previo. En el conjunto de la Unión Europea el PIB
cayó un 0,4% y el empleo, un 0,3%, entre enero y marzo.
Entre los meses de enero
a marzo, en Alemania el PIB retrocedió un 1,7%; en España y Países Bajos, un
0,5%, y en Italia, un 0,4%, si bien en el conjunto de la UE los principales
descensos se registraron en Portugal (-3,3%), Letonia (-2,6%) y Eslovaquia
(-1,8%).
Por el contrario, los
principales avances del PIB se observaron en Rumanía (2,8%), Bulgaria (2,5%) y
Chipre (2%).
En términos interanuales,
la principal caída del PIB se registró en Portugal (-5,4%), España (-4,3%) y
Alemania (-3%), mientras que los únicos aumentos se dieron en Francia (1,5%),
Lituania (1%) y Eslovaquia (0,5%).
En conjunto, la caída
interanual fue más moderada en el primer trimestre de 2021 que en el último de
2020, cuando el PIB retrocedió un 4,9% en la eurozona y un 4,6% en los
Veintisiete.
ESPAÑA:
Según informes del Banco
de España, nuestra economía acabará la primavera de 2021 experimentando un
incremento trimestral del PIB superior al 2%, un ritmo que mantendrá ya en el
resto del ejercicio. A partir de ahí, sin embargo, los datos del supervisor
apuntan a una relajación del ritmo de crecimiento por debajo del 1% que, según
su escenario central, retrasará la recuperación de los niveles precrisis hasta
2023.
El Informe Anual del
Banco de España se limita establecer que la fuerte incertidumbre que sigue
rodeando la pandemia les ha llevado a establecer tres escenarios, uno central,
uno optimista y otro pesimista, y que todos ellos “apuntan hacia una
recuperación relativamente robusta de la actividad económica a partir del
segundo semestre de 2021”, pero no cifran la magnitud de este repunte. Los datos
internos del supervisor concretan, sin embargo, que el alza del PIB del segundo
trimestre será del 2,1% en el escenario central (0,4% en el pesimista y 2,6% en
el optimista), que es el que ha clavado el retroceso del 0,5% en el arranque
del año.
Este sería el verdadero
punto de arranque de la recuperación de la crisis, pues el PIB cedió un 5,4% en
el primer trimestre de 2020, tras solo dos semanas de estado de alarma, se
hundió un 17,8% en el segundo y repuntó un 17,1% en el tercero, pero cerró
plano el otoño y volvió a retroceder en el inicio de 2021. La tesis central del
Banco de España es que el PIB crezca luego un 2,7% en verano (del 1,1% al 3,4%)
y un 2,4% en otoño (proyección que supera tanto el 1,9% como el 2,2% de los
otros escenarios).
A partir de 2022, sin
embargo, el ritmo de crecimiento económico se estabilizaría con avances
trimestrales siempre inferiores al 1%, partiendo de un 0,9% en el arranque del
año, y oscilando luego entre el 0,3% y el 0,5% hasta finalizar 2023, siempre
según el escenario central. El escenario optimista aún arroja algún alza
superior al 1% en el invierno de 2022 mientras que el pesimista, que o que hace
es retrasar la recuperación, asume que el avance del 2% no llegará hasta final
de este año y será superior al 1% en el inicio del siguiente.
Es a partir de estos
cálculos con los que el Banco de España ha construido sus previsiones de
crecimiento anual para la economía española que, tras la debacle histórica del
-10,8% de 2020, avanzaría un 6% este año (del 3,2% al 7,5%, según el resto de
escenarios), frente al 6,5% que espera el Gobierno. A partir de ahí, el avance
sería del 5,3% en 2022 (del 4,6% al 5,5%), en lugar del 7% que proyecta
Economía; y en 2023 el alza sería del 1,7% (del 1,6% al 2,2%), en vez del 3,5%
del cuadro macroeconómico oficial.
Como consecuencia, las
proyecciones del Banco de España apuntan a que el nivel de PIB precrisis no se
recuperaría hasta 2023, según el escenario central (oscilando entre el segundo
trimestre de 2022 en la visión optimista y demorándose, al menos, hasta 2024 en
el pesimista).
Respecto a la tasa de
paro, que cerró 2020 en el 15,5%, la previsión del Banco de España señala que se
incrementará al 17% este año, al 15,1% el próximo y al 14,1% en 2023 (si bien
el escenario pesimista apunta a que acabará el periodo en el 16,1% tras saltar
este año al 18,3%, y el optimista apunta a que caerá al 15,9% en 2021 y por
debajo del 13% en tres años).
Por el lado del déficit
público, que el pasado ejercicio saltó del 2,8% al 11%, se espera una rebaja al
7,7% este año, al 4,8% el próximo y al 4,4% en 2023. Finalmente, en el caso de
la deuda pública, el Banco de España espera que para el año 2023, el
endeudamiento habrá descendido ya al entorno del 113% del PIB.
En todos los escenarios
del supervisor, las cuentas públicas llegarán a 2023 en peor estado que el de
2019.
En
particular, respecto al mercado de trabajo, los datos los ministerios de
Trabajo y Seguridad Social señalan que el empleo se está recuperando: durante
mayo ha habido 3.781.250 personas apuntadas en el paro (Paro Registrado), un
descenso de 129.378 respecto a abril. Se trata del mayor descenso registrado en
cualquier mes en una serie estadística que empezó a hacerse en 1996. El
siguiente mejor dato es el de abril de 2017. La caída del estado de alarma y el
levantamiento de las restricciones de movilidad son, sin duda, las causas de la
mejora.
También las afiliaciones
a la Seguridad Social siguen al alza, con 19.267.221 personas dadas de alta en
la Seguridad Social de media en mayo. Esta cifra supone un aumento de 211.923
cotizantes más respecto a la media de abril, un crecimiento del 1,11%, y una
cifra mayor que la registrada en febrero de 2020, el último mes prepandémico, a
pesar de que se trata de dos meses completamente distintos en cuanto a las
reacciones del mercado laboral.
Según la ministra Nadia
Calviño, estos datos muestran “un punto de inflexión: la economía española ya
ha entrado en una nueva fase, la recuperación está en marcha y es lo que nos
muestran todos los indicadores económicos”.
Sin embargo, no hay que
dejar de señalar que las cifras de desempleados no incluyen a aquellas personas
que se encuentran en un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE). Por
tanto, debemos ser prudentes con la interpretación de los datos anteriores.
El colectivo de
trabajadores por cuenta propia, uno de los más castigados por la crisis de la
covid, también presenta mejores datos que hace un mes: el régimen de autónomos
alcanzó los 3.307.938 afiliados medios en mayo, 15.006 más que en el mes
anterior (+0,46%). Por lo que los datos de paro y afiliación a la Seguridad
Social del mes de mayo son muy positivos, y están en consonancia con lo que
tradicionalmente ha venido ocurriendo en un mes de mayo sin pandemia.
El levantamiento del
estado de alarma el pasado 9 de mayo, acabando las limitaciones de movilidad
entre provincias, ha permitido, en parte, la recuperación de la actividad que
tanto requerían sectores como el turismo o la hostelería, rescatando a trabajadores
suspendidos.
En relación a la
evolución de los precios, el Índice de Precios de Consumo (IPC) presentó en
mayo un aumento del 2,7% en comparación con el mismo mes de 2020, lo que supone
un avance de cinco décimas respecto al 2,2% contabilizado en abril y sitúa la
inflación en su tasa más alta desde el 3% marcado en febrero del año 2017.
Así lo refleja el
indicador adelantado del IPC elaborado por el Instituto Nacional de Estadística
(INE) publicado. El aumento está provocado por la subida de los precios de los
carburantes y combustibles, frente a la bajada registrada en mayo del año
pasado por el confinamiento por la pandemia.
Por su parte, la tasa de
variación anual estimada de la inflación subyacente (el mejor indicador para
analizar la evolución, ya excluye a los componentes de mayor volatilidad: alimentos
no elaborados y productos energéticos) aumentó en dos décimas hasta el 0,2%,
con lo que se sitúa dos puntos y medio por debajo de la del IPC general.
En variación mensual, los
precios de consumo registraron en mayo un incremento del 0,4% respecto al mes
de abril, que había aumentado a su vez un 1,2% frente al mes previo.
El IPC Armonizado (IPCA)
presentó a su vez una variación anual del 2,4%, cuatro décimas por encima de la
registrada el mes anterior, y en variación mensual fue del 0,5%.
En otro orden, según los
datos publicados por el Banco de España, la deuda del conjunto de las
administraciones públicas registró un incremento del 1,9% en marzo
respecto a febrero y en un solo mes sumó 25.700 millones de euros, marcando un
nuevo máximo histórico de 1,39 billones de euros, por lo que ya supera el 125%
del PIB, como consecuencia del mayor gasto y los menores ingresos
derivados de la crisis del coronavirus.
En el último año, la
deuda de las administraciones públicas ha crecido un 13,7%, al sumar 168.176
millones respecto a marzo del año pasado, cuando la cifra alcanzó los 1,22
billones de euros.
El incremento de la deuda
se debe sobre todo a un nuevo aumento del endeudamiento del Estado, que ha
tenido que hacer un esfuerzo extra de gasto debido al impacto de la crisis del
coronavirus, como consecuencia del establecimiento de los sucesivos estados de
alarma y los reales decretos aprobados para paliar la crisis. El último de
ellos, dotado con 11.000 millones, de los que 7.000 millones serán ayudas
directas.
Por su parte, las
comunidades autónomas también aumentaron su deuda en marzo, mientras que las
corporaciones locales y la Seguridad Social han mantenido más o menos estable
su endeudamiento en el tercer mes del año, con un ligero descenso en el caso de
los ayuntamientos.
Así, la deuda del Estado
subió en marzo un 1,6% respecto al mes de febrero, con 22.112 millones más en
un mes, hasta la cifra de 1.209.853 millones de euros. Respecto al año anterior
repuntó un 11,09%, sumando 120.783 millones en los últimos 12 meses.
A su vez, la deuda de las
comunidades autónomas se incrementó ligeramente en marzo, con un aumento
respecto a febrero de 4.318 millones de euros, un 1,42% más, hasta los 302.892
millones. Además, en el último año la deuda regional ha crecido un 3%, sumando
8.931 millones de euros más.
Por su parte, las
corporaciones locales redujeron su deuda en marzo en 51 millones de euros, un
0,22% menos que en febrero, mientras que en un año han reducido su endeudamiento
en 687 millones, hasta los 22.185 millones de euros, un 3% menos.
Por último, la deuda de
las administraciones de la Seguridad Social se ha mantenido estable (ha
registrado dos millones más), hasta los 85.355 millones de euros. No obstante,
a nivel interanual se ha disparado un 55,1%, acumulando 30.330 millones más en
solo un año, debido al gasto extra para hacer frente a las ayudas a empresas y
autónomos por la pandemia.
En cualquier caso, la
economía española acelerará el paso en el segundo semestre de este año al mismo
ritmo de la extensión del proceso de vacunación y la llegada de los fondos
europeos.
Bruselas ha elevado su
previsión de crecimiento para este año al 5,9%, tres décimas más que en
febrero. Para el año que viene, la Comisión Europea cree que las
ayudas comunitarias impulsarán la economía española un 6,8%, frente al 5,3% que
preveía hasta ahora. La expansión que experimentará España será, en ambos
ejercicios, la más elevada de toda la Unión Europea, que en su conjunto crecerá
un 4,2% en 2021 y un 4,4% en 2022. Aun así, España recuperará el Producto
Interior Bruto (PIB) anterior a la pandemia a finales del año que viene, con un
año de retraso respecto al conjunto de la Unión Europea.
España, que sufrió
una caída del PIB del 10,8% en 2020, el mayor del área, liderará el crecimiento
de la zona euro gracias al levantamiento de las restricciones, a la llegada de
34.750 millones de euros de los fondos europeos entre este año y el que viene y
a la implementación de las reformas comprometidas.
Según la Comisión
Europea, en el caso de España, el enorme peso del turismo implica que la
recuperación esté sujeta a más incertidumbres de las normales. Si la campaña de
vacunación avanza según lo previsto y las ayudas llegan a tiempo, España está
llamada a despegar a partir del segundo semestre del año. “Si se implementa el
plan de recuperación de manera eficiente, con la combinación de proyectos
estratégicos acompañados de amplias reformas, el impacto económico será
significativo, particularmente en 2022, cuando los fuertes efectos de la
demanda irán acompañados de una contribución gradual del lado de la oferta”.
A
la incertidumbre del sector turístico, hay que añadir el riesgo de insolvencias
o quiebras empresariales como consecuencia del deterioro de su
rentabilidad.
MERCADOS:
Tras un buen cierre del
mes de mayo, el mes de junio ha arrancado con cierto optimismo en las Bolsas.
El pasado mes de mayo, el Ibex 35 recuperó un 2,5%, siendo el segundo mes
consecutivo de ganancias tras el desplome de marzo. Además, sumó siete sesiones
en verde durante las que recuperó un 9% en la que fue la mejor racha desde
septiembre de 2018 cuando el índice sumó diez días consecutivos de repuntes.
Este buen comportamiento
no ha sido exclusivo de la Bolsa española ya que en Wall Street los índices han
recuperado buena parte de las pérdidas acumuladas.
En todo caso, la mayoría
de analistas llaman a la prudencia, ya que la incertidumbre en torno al impacto
del coronavirus en la economía global continúa siendo elevada. La continuidad
en la ralentización del ritmo de contagios sigue siendo condición necesaria,
aunque no suficiente, para ver un rebote sostenido en los mercados y habrá que
mantener un cuidadoso equilibrio entre reactivación económica y distanciamiento
social para prevenir un repunte en las infecciones.
La decisión
del Reino Unido de mantener las restricciones para los viajes no
esenciales a España, ha sido un jarro de agua fría para el sector, que lo
ha penalizado en la Bolsa.
El Gobierno británico ha
revisado los destinos a los que pueden viajar sus ciudadanos tras detectar un
aumento de los contagios de Covid por la variante india. Ha retirado de la
lista de lugares seguros a Portugal y no ha dado entrada ni a Baleares ni a
Canarias, que aspiraban a conseguirlo. La medida se toma poco después de la
reapertura de las fronteras.
Así, los valores
turísticos han sufrido caídas en el Ibex 35. La ministra de Turismo, Reyes
Maroto, ha asegurado que “tratará de convencer al gobierno británico para que
autorice los viajes a España en función de la situación epidemiológica por
comunidades autónomas, tras su decisión de no incluir al país como destino verde”.
Y es que la decisión del
Reino Unido, el principal mercado emisor de turistas a Europa, supone dejar
fuera de su “lista verde” a España, lo que se traduce en que los viajeros no
pueden visitar el país sin necesidad de cumplir cuarentenas a su regreso. Es
más, en caso de venir, deben someterse previamente a una PCR en el aeropuerto
de origen y a otras dos a la vuelta y, al mismo tiempo, guardar al regreso de
sus vacaciones una cuarentena de 14 días. De esta manera, muchos turistas se lo
pueden pensar antes de continuar con sus planes vacacionales en las islas
españolas.
La siguiente revisión de
las listas será en dos semanas, el 21 de junio. Para algún analista todo
"parece ser una batalla, más política que de otro tipo, entre el Reino
Unido y la Unión Europea. La realidad un gran número de empresas y países,
entre ellos España, se juegan mucho en sus economías.
Continuando con el
análisis de los mercados financieros, el Banco Central Europeo ha rescatado de
las hemerotecas aquel termino de Alan Greenspan de “exuberancia irracional”. Ha
calificado el BCE, en su informe de estabilidad financiera, de “notable
exuberancia” la situación de los mercados, advirtiendo de esta forma de un
posible recalentamiento: “durante los últimos seis meses se han visto repuntes
continuos en muchos mercados financieros y precios más altos en los mercados
inmobiliarios residenciales de la zona del euro, aumentando la preocupación por
la sobrevaloración y el potencial de correcciones abruptas del precio de los
activos”.
Bolsas como la
estadounidense o la alemana se han movido estas semanas en zona de máximos
históricos, aunque en general en Europa se sitúan en niveles “más moderados” que,
al otro lado del Atlántico, donde parte del océano de liquidez con que la Casa
Blanca ha inundado a los hogares ha acabado en Wall Street. El BCE cree que los
boyantes índices bursátiles están desconectados de unos fundamentales todavía
débiles, y las caídas sufridas en los últimos días, desatadas por los temores a
la vuelta de la inflación en Estados Unidos, no son significativas.
No obstante, el BCE ha
enfriado también la euforia de pensar que el inicio de la recuperación es
suficiente para compensar los desequilibrios que se han acentuado durante la
pandemia. Reconoce que el sentimiento de mercado hacia los bancos ha mejorado
“sustancialmente”, como prueba con sus subidas en Bolsa, pero lanza un triple
aviso: la rentabilidad bancaria sigue siendo débil; la demanda de
préstamos, incierta; y el riesgo crediticio puede aparecer con retraso, por lo
que recomienda aumentar las provisiones para hacer frente a posibles insolvencias.
Por lo que se refiere al
Euribor, cuatro meses después de haber marcado su mínimo histórico en
-0,505%, ha continuado con su lenta senda alcista. Tras las subidas
registradas en febrero (-0,501%), marzo (-0,487%) y abril
(-0,484%), el índice al que se referencia la práctica totalidad de las
hipotecas variables en España ha finalizado el mes de mayo con un nuevo pequeño
ascenso, cerrando su media en -0,480%.
El efecto que produce un
euríbor todavía en niveles ínfimos es triple: hace que las nuevas hipotecas
variables sigan siendo especialmente económicas, abarata las antiguas cuya
revisión anual toque ahora y arrastra a la baja también los préstamos con tipos
de interés fijo. Y para los próximos meses los expertos no prevén ningún cambio
sustancial.
De momento, los que ya
tengan una hipoteca variable y deban recalcular ahora la cuota tomando en
cuenta el euríbor de mayo se ahorrarán un buen pellizco durante los próximos 12
meses. Ya que en mayo de 2020 el índice se situaba en -0,081%, es decir, cuatro
décimas de punto por encima del nivel actual, por lo que según el comparador de
iAhorro, para una hipoteca de 150.000 euros a 30 años con tipo de interés
variable compuesto por el euríbor más un diferencial del 0,99%, se
pagarán ahora 450,94 euros al mes, en lugar de los 476,09 euros al mes que se
desembolsaban con anterioridad. Lo que equivale a 301,80 euros menos en un año.
Por ahora los hipotecados pueden estar
tranquilos: la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo va
para largo, lo que se traduce, entre otras consecuencias, en una fuerte
contención de los tipos de interés.
Lo que sí ha cambiado son
los requisitos que exigen las entidades para conceder los préstamos. La
morosidad de los créditos otorgados por bancos, cajas y cooperativas a
particulares y empresas descendió ligeramente al 4,51% en marzo, frente al
4,55% de febrero y el 4,8% de hace un año. Según el Banco de España, esta tasa
es la misma registrada en diciembre, y sigue provocando cierto endurecimiento
en las condiciones para acceder a la financiación.
De forma que la banca no
ha cerrado el grifo del mismo modo que en la anterior crisis financiera de
2008, pero productos como hipotecas que puedan cubrir el 100% del valor de la
vivienda se han vuelto más difíciles de conseguir. Hasta que no haya una
recuperación total de la economía y del sector hipotecario, estas
dificultades afectarán en mayor medida al hogar medio, mientras que las
bonificaciones para los mejores perfiles se mantendrán intactas.
Por otro lado, en el
mercado del crudo petrolífero, el precio del barril de petróleo Brent
logró superar los 70 dólares por unidad, una cotización que no se veía
desde el 22 de mayo de 2019 y que, según expertos, podría ser un aspecto clave
para la industria nacional y también para la reactivación económica de aquellos
países productores por los ingresos que la producción de crudo les reporta.
El principal factor que
impulsó esta vez el precio del petróleo fueron los comentarios que llegaron
desde la reunión de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y
sus aliados, los cuales consideraron que el avance de los planes de vacunación
está llevando a un incremento en la demanda del petróleo a nivel internacional,
y especialmente en las principales potencias como Estados Unidos, China y
Europa.
No obstante, esta OPEP
ampliada ha confirmado que seguirá con su programa para incrementar el bombeo
de manera progresiva durante julio, a razón de 1,2 millones de barriles
diarios, sumado al millón de unidades que había retirado Arabia Saudí de una
manera proactiva.
EMPRESAS:
El Corte
Inglés cerró el año de la pandemia con unas pérdidas inéditas de 2.945
millones de euros, incluyendo provisiones y deterioros de 2.500 millones. Su
ejercicio fiscal (que va de marzo a febrero) se vio muy impactado por el
confinamiento y los cierres de sus establecimientos durante la Gran Reclusión,
y también posteriormente por las restricciones a la actividad comercial y la
movilidad, así como por los cierres perimetrales. Se trata del primer resultado
negativo de la historia de la compañía, del que dos tercios se deben al
saneamiento del valor contable que se les daba a ciertos activos, especialmente
algunos centros comerciales. Además, la deuda del grupo ha crecido en 560
millones y se sitúa en 3.811 millones de euros.
Estos números rojos tan
voluminosos se deben, en gran medida, a las provisiones y deterioros anotados
sobre algunos de sus activos: el impacto de estos cambios es de 2.500 millones,
según explica la cadena de centros comerciales. Sin estos efectos
extraordinarios, las pérdidas netas serían de 445 millones de euros (en 2019 tuvo
310 millones de beneficios). Según un comunicado del El Corte Inglés, “este
resultado obedece principalmente al cese de gran parte de su actividad durante
el confinamiento y los posteriores cierres sucedidos en las comunidades autónomas,
así como a la ausencia total de turismo, tanto nacional como internacional”.
Sobre las provisiones de
2.500 millones, la firma explica que esa es la cantidad total destinada a
cubrir deterioros de inmovilizado, existencias y créditos fiscales. “La mayor
parte de estas provisiones derivan de una actualización de activos como
consecuencia de la transformación hacia un modelo de negocio más digital”,
incide. Por partidas, 1.760 millones se corresponden a la pérdida de valor
anotado de los activos inmobiliarios, 330 millones al deterioro de existencias,
150 millones destinados al plan de bajas voluntarias, 125 millones para
saneamientos de activos fiscales y otros 135 millones por litigios o riesgos
crediticios.
En cuanto a la
facturación, las ventas del grupo ascienden a 10.432 millones, un 31,6% menos
que el ejercicio anterior. Por segmentos, sufrió en gran medida el negocio
comercial (-19%), y la división de viajes. En este caso, la agencia de El Corte
Inglés perdió casi un 90% de su facturación. “En otras áreas de actividad, hay
que destacar la fortaleza del modelo de negocio y la gestión de El Corte Inglés
Seguros, lo que ha permitido mantener su volumen de ventas en un año tan
complicado como 2020″.
La compañía señala un EBITDA
(resultado bruto de explotación) positivo del grupo de 141,73 millones (un 88%
por debajo del año anterior). Declara que “es importante que, con los cierres
de centros comerciales, restricciones y sin turismo hayamos conseguido acabar
con EBITDA positivo. Además, se han sentado las bases de la estrategia de
futuro de la compañía”.
La falta de turismo ha sido uno de los grandes desafíos para la compañía durante un ejercicio marcado por la pandemia. Según fuentes del grupo, entre un 10% y un 15% de las ventas de retail dependen de los viajeros nacionales e internacionales. Aunque como es evidente uno de los principales zarpazos deriva de los cierres obligados de sus establecimientos durante el confinamiento severo, así como las restricciones que se mantuvieron después a la actividad comercial.
También como nota
positiva está el crecimiento de la venta por internet, algo lógico, ya que
durante meses fue la única vía de compra para los consumidores. En concreto el
comercio electrónico creció un 132% y representa el 17,3% de las ventas
de retail del grupo (en 2019 solo representaba un 5,8%).
Además, la compañía avanza que durante el primer trimestre del ejercicio 2021
ya está en niveles de venta en moda similares a 2019. Algo que no
ocurre a nivel general y hay divisiones muy damnificadas como la de viaje.
Por otro lado, la deuda
de las empresas españolas ha alcanzado niveles críticos tras la crisis del
coronavirus. Los indicadores europeos alertan del excesivo apalancamiento de
las compañías, que ha provocado, además, una fuerte caída en la captación de capital. Aproximadamente el
60% de la caída de la inversión empresarial en la zona euro se debe a los altos
niveles de endeudamiento, según los últimos informes de la Comisión Europea.
Los créditos con garantía
pública y las moratorias utilizados por los gobiernos para apoyar a las
empresas durante la pandemia ha supuesto que la deuda empresarial haya
alcanzado niveles críticos. España es uno de los países más afectados. El Gobierno utilizó estas
herramientas en mayor proporción al resto de las economías del entorno europeo.
Según el Banco de España,
“las firmas han afrontado esta crisis con una mentalidad diferente a la pasada.
Ante las perspectivas de una crisis corta, muchas compañías han apostado por
acogerse a estos sistemas y retener a sus trabajadores y su capacidad de
producción. Esto, junto al desplome de los ingresos, ha llevado a que la
deuda de las empresas no
financieras se sitúe en 948.130 millones de euros, unos 56.700 millones
de euros más que antes de la pandemia. En términos relativos, las empresas
deben el equivalente al 84,9% del PIB nacional”.