Inquietan las subidas de
precios. En la región del euro, durante enero el índice de precios al consumo
subió un 5,1% respecto al mismo mes de 2021.
GLOBAL:
Parece que la economía
mundial se recuperará de la crisis motivada por la pandemia de una forma más
lenta de lo previsto. No se ha podido abandonar la montaña rusa de oleadas de
contagios.
Especialmente en Europa.
la variante ómicron enfriará en medio punto el rebote anunciado por el Fondo
Monetario Internacional (FMI) a escala global, que será del 4,4% en 2022 y
del 3,8% en 2023.
Según el FMI, durante
este primer trimestre la recuperación está condicionada por las restricciones
impuestas por los gobiernos, las bajas laborales y el impacto de la nueva tanda
de infecciones sobre sectores como el turismo y la restauración.
La institución, además,
recalca que “las tensiones inflacionistas persistirán más tiempo de lo
previsto, con continuas interrupciones en la cadena de suministro y altos
precios de la energía”, en particular en Estados Unidos.
En el Informe de enero
del FMI, Perspectivas de la Economía Mundial, apunta a casi todos
los peligros: el mayor sigue siendo el coronavirus, que considera que “solo
podrá ser amansado si se elevan las tasas de vacunación en los países en
desarrollo y se generaliza el acceso a terapias efectivas. La economía mundial
entra en 2022 en una posición más débil de lo esperado”.
También señala a los
nuevos riesgos geopolíticos: los de Europa del Este, en referencia al conflicto
de Ucrania, que, de entrada, ha aportado una enorme volatilidad en los mercados
financieros y que amenaza con mantener la inflación en unos niveles elevados.
El FMI estima que el alza
de precios será del 3,9% en las economías avanzadas y del 5,9% en los mercados
emergentes y los países en desarrollo. Señala el citado informe que la
inflación se irá moderando para descender en 2023, siempre que la virulencia del
coronavirus vaya aliviándose, las cadenas de suministro mejoren, la demanda
equilibrándose y los bancos centrales endurezcan su política monetaria
para poner los precios a raya.
En especial el mayor
riesgo puede que se situé en Estados Unidos: “una fuerte bajada del desempleo
ha sido acompañada de un boyante crecimiento de los salarios. Además, los
trabajadores que abandonaron profesiones de servicios en persona (por ejemplo,
el ocio y la hostelería) durante la pandemia pueden no estar dispuestos a regresar”.
El FMI recorta sus
previsiones para este 2022, especialmente fuerte para Estados Unidos, cuyo PIB
prevé que crezca el 4% (1,2 puntos menos) o Alemania, que avanzará el 3,8% (0,8
puntos menos). Ambos países pagarán sobre todo las rupturas en las cadenas de
suministros. El crecimiento de China será del 4,8%. Solo Japón, con una recuperación anémica,
mejora sus perspectivas para 2022 en apenas una décima.
Para España, el FMI
confirma la rebaja en las perspectivas de crecimiento para este año, hasta el
5,8%. Para el FMI, España creció un 4,9% en 2021 y mantiene la proyección
para este año, puesto que la ómicron todavía deja muchos interrogantes respecto
al momento en que el sector turístico pueda recuperase por completo.
No obstante, el organismo
señala que España dará un salto del 3,8% en 2023 (1,2 puntos más de lo
esperado), situándose como la economía avanzada analizada por el FMI con mayor
expansión, y muy por encima del resto de los otros grandes mercados de la zona
euro: “España será la economía que más crezca este 2022 entre las principales
economías avanzadas”.
El
Fondo Monetario Internacional recomienda “poner fin a las
disparidades persistentes” en el acceso a las herramientas para combatir la
covid-19, es decir, vacunas, pruebas, tratamientos y equipamiento protector. Y
ese reparto desigual sigue enquistado: mientras la tasa de vacunación se acerca
al 70% en los países de rentas altas, está por debajo del 4% en las economías
en desarrollo.
El FMI pide a los bancos
centrales que vigilen con la máxima atención los indicadores vinculados a la
subida de precios, como las expectativas de inflación, el crecimiento salarial
y los costes laborales unitarios. Además, considera “clave” que haya una
“comunicación efectiva de la política monetaria” para evitar una
“sobrerreacción de los mercados financieros”.
El endurecimiento de la
política monetaria puede llevar a los países a afrontar unas condiciones de
financiación más duras. Por ello, el FMI avisa de que los gobiernos deberán ir
reduciendo sus déficits en los próximos años, acompasándolos siempre con la
senda de la recuperación. Aunque, a la vista del golpe que asesta cada
variante, añade: “Si la pandemia empeora, la consolidación puede ser
ralentizada allí donde el espacio fiscal lo permita”.
CHINA:
Aunque la economía de
China sigue lastrada por la crisis de la promotora Evergrande, creció un 4% en
el cuarto trimestre de 2021 (por encima de las previsiones que la situaban en torno al 3,3%). Durante
el tercer trimestre del año 2021, el crecimiento PIB de China fue del
4,9%.
Si bien la economía de China
fue la primera en recuperase de la pandemia, esta perdió vigor en la segunda
mitad de 2021, después de haber registrado un crecimiento interanual en el
primer trimestre del 18,3%.
En todo caso, el
crecimiento del Producto Interior Bruto se debe al aumento de su comercio
exterior: China ha registrado un superávit de 676.400 millones de dólares, por
encima de un 30% más con respecto al año anterior. Las exportaciones y las importaciones
aumentaron también en torno al 30% respectivamente.
Ante
estas expectativas más débiles, el Banco Central de China
ha rebajado los tipos de interés para sus préstamos a medio plazo.
El FMI prevé que la
economía china crecerá un 5,6% a lo largo de 2022, y el Banco Mundial calcula
un 5,1%, tras haber revisado a la baja su cifra desde un 5,4% inicial.
ESTADOS UNIDOS:
La economía estadounidense
ha vivido una recuperación con fuerza en el último trimestre de 2021. En el total
del año 2021, su PIB creció un 5,7%, (en 2020 sufrió una contracción del 3,4%).
En el cuarto trimestre de
2021, la economía creció un 1,7%. En términos anualizados, lo hizo un 6,9%,
casi el triple que en el tercer trimestre (el 2,3%). Ello fue debido al repunte
de las exportaciones, así como por la reposición e inversión en inventarios y
el sostenido gasto del consumidor.
Ese crecimiento anual superó
las expectativas de la Reserva Federal y del FMI, que preveían una subida del
5,5%, y el 5,6%, respectivamente. Sin embargo, para este primer trimestre de
2022 se espera cierta ralentización como consecuencia del impacto de la
variante ómicron en el mercado laboral.
Durante el año pasado, la
recuperación económica vino del impulso en el gasto de los hogares, la
inversión de las empresas, las exportaciones, la expansión del mercado
inmobiliario y el gasto en inventarios, que compensaron parcialmente la caída
de las inversiones públicas, tanto de la Administración federal como de los
gobiernos estatales y locales.
Por otro lado, según el
Departamento de Comercio estadounidense, el déficit comercial de Estados Unidos
ha superado la cifra de 100.000 millones de dólares, con una balanza negativa
de 101.000 millones (89.360 millones de euros), lo que representa un incremento
del 3% respecto del saldo negativo registrado el mes anterior y del 20,4% en un
año.
En otro orden, la
preocupación por la posible inflación está preocupando a la Reserva Federal.
Todo ello, junto a la amenaza de Ucrania y el impacto de la variante ómicron en
la recuperación económica, sin olvidar el prolongado atasco de las cadenas de
suministro.
Jerome Powell, presidente
de la Fed, ha señalado que “El Comité se inclina por subir los tipos de interés
en la reunión de marzo, suponiendo que se den las condiciones adecuadas para
hacerlo, aunque seguimos vigilando todos los riesgos. Tenemos bastante margen
para subir los tipos de interés sin dañar el mercado laboral”. Señalando que
“la marcha de la economía estadounidense hace innecesarios “altos niveles de
estímulos monetarios” como los inyectados hasta ahora. La Fed está comprometida
con la estabilidad de precios en una coyuntura en la que ómicron probablemente
influya en el crecimiento económico este trimestre.
Durante el mes de enero, la
variante ómicron no ha golpeado a la economía estadounidense como se tenía. Estados
Unidos creó 467.000 empleos el primer mes del año. La tasa de paro subió una
décima, del 3,9% de diciembre al 4%, según los datos publicados por el
Departamento del Trabajo.
La inflación ha alcanzado
un 7%, la cifra más alta en 40 años. Para tratar de frenar la subida de precios,
la Reserva Federal ha anunciado que en marzo empezará a subir las tasas de
interés (actualmente en el 0%). Las cifras de desempleo en el mes de enero, tienen
una interpretación difícil, ya que está referida a una fecha, en las que minoristas,
transportistas y otros sectores despiden a cientos de miles de empleados
temporales que fueron contratados durante la temporada navideña
El ajuste de la subida de
tipos de interés, puede estar entre 25 y 50 puntos básicos. La subida del precio del dinero dificultará
los créditos, tratando de frenar a la demanda, sobre todo en la compra de
viviendas y automóviles, pero también, eventualmente, la recuperación económica.
Pero la realidad, es que podría frenar la recuperación sin haber desaparecido
completamente los riesgos del coronavirus.
Desde luego, si nos
referimos a la compra de activos (bonos y títulos respaldados por hipotecas)
por la Reserva Federal, a razón de 120.000 millones de dólares al mes desde
marzo de 2020, el calendario de tapering, o retirada de estímulos, fue
anunciado en la reunión de diciembre (se redujo a un ritmo de 60.000
millones a partir de ese mes).
Habiendo alcanzado la
cifra de pleno empleo (una tasa de paro del 3,9% en diciembre), la inflación
aparece como el principal problema, (el objetivo de subida de precios de la Fed
a largo plazo es del 2%). No obstante, hay que señalar, que existe un gran
debate respecto a si el incremento de los precios se debe al recalentamiento de
la economía y del consumo gracias a la inyección masiva de estímulos (los del
Gobierno federal sumados a los de la Fed), o bien a la congestión de las
cadenas de suministro por la pandemia. En caso de tratarse de lo segundo, la
subida de los tipos de interés puede agravar el problema, por lo que la
incertidumbre y los riesgos para el crecimiento continúan existiendo.
En todo caso, una tasa de
inflación del 7%, y una tasa de paro del 3,9% en diciembre, aconsejan comenzar
a tomar medidas de contención de los precios.
Ahora bien, todas las
medidas, aun dejando atrás a la grave situación de la crisis económica de la
pandemia, deben mantener el equilibrio entra luchar contra el recalentamiento,
y a la vez, no retirar anticipadamente los estímulos, frente a los riesgos aún
existentes.
EUROZONA:
Durante el pasado mes de
enero, el índice de precios al consumo de la zona euro subió un 5,1% respecto
al mismo mes de 2021. En la serie de Eurostat, que arranca en 1997, no hay un
dato más alto. Como señala Eurostat (Oficina Europea de Estadísticas), la
principal causa es el comportamiento de los precios de la energía (durante un año
ha crecido un 28,6%).
La evolución de los precios
está presionando a retirar los estímulos monetarios al Banco Central Europeo,
pero la realidad, es que todavía son mayoría las voces que hablan de una subida
de precios temporal. Señalan que las expectativas de inflación a largo plazo
siguen estando por debajo del 2%, por lo que el BCE debe ser “paciente”: la
diferencia entre la inflación total y la subyacente (aquella que no incluye los
elementos cuyo precio es más volátil como la energía y los alimentos no
procesados, y que se ha mantenido en tasa interanual, respecto a enero de 2021,
en el 2,5%).
Los altos precios de la
energía han disparado los precios, especialmente, en países como los bálticos
Lituania y Letonia, con aumentos del IPC del 12,2% y del 11,7%,
respectivamente. Algo menos han aumentado en Bélgica (8,5%) y en Letonia
(7,7%), según las primeras estimaciones.
Entre las grandes
economías de la zona euro, solo en Italia ha crecido la inflación en enero, al
pasar su índice de precios de un 4,2% en diciembre a un 5,3% en enero. En las
otras tres, Alemania, Francia y España, la evolución ha sido la contraria, es
decir, el IPC se ha frenado. Aunque estos países parten de posiciones muy
diferentes, puesto que Alemania y España registran porcentajes de crecimiento
del 5,1% y del 6,1% frente a Francia (3,3%).
En la ecuación, hay que
incluir a la tensión geopolítica mundial derivada de las tensiones entre Rusia
y Ucrania. De la marcha de ese conflicto, depende en gran medida el
comportamiento de los precios de la energía en Europa durante los próximos
meses, ya que la situación en las cadenas de suministro, parece mostrar cierta
mejoría a medio plazo.
En el Reino Unido la
subida de precios durante el pasado mes de diciembre se situó en 5,4% (la cifra
más alta de las últimas tres décadas). En marzo de 1992 alcanzó el pico del
8,4%. A este ritmo, según algunos analistas, la cifra podría situarse por
encima del 6% en la próxima primavera. El
tope establecido a los precios del consumo energético que impuso el anterior
gobierno conservador de Theresa May, (establece un límite medio en la
cantidad que debe pagar cualquier hogar por el consumo de gas y electricidad)
ha evitado una crisis que afecta ya a muchos países europeos. Ese tope se
revisa dos veces al año, apuntando las previsiones que, en abril, la factura
energética podría aumentar hasta un 50%.
El hecho de que el factor
principal de la subida de los precios corresponda a los alimentos,
restaurantes, ropa o zapatos, da a entender que la situación pueda ser más
estructural que coyuntural, lo que ha llevado al Banco de Inglaterra a subir
los tipos de interés: a mediados de
diciembre, la autoridad monetaria inglesa los incrementó del 0,1% al
0,25%, y durante el pasado mes de enero los ha elevado de nuevo al 0,5%.
En Europa, igualmente Alemania
cerró 2021 en una situación de subidas de precios desconocida desde hace casi treinta
años (una tasa media del 3,1%). Sin duda, el precio de la energía y los efectos
relacionados con la crisis del coronavirus han ocasionado a que a lo largo de
la segunda mitad del año las tasas fueran creciendo hasta llegar a su máximo en
noviembre, cuando alcanzó el 6% en la tasa armonizada de Eurostat. En
diciembre, esa tasa descendió al 5,7%.
Los precios de los
productos energéticos aumentaron en Alemania un 10,4% en 2021 tras haber caído
el 4,8% en 2020. También han subido los precios de la alimentación un 3,2% respecto
al año anterior.
Frente a la situación de que
los mercados anticipan dos subidas de tipos de interés para este 2022, los
inversores vuelven a pedir una rentabilidad por el bono alemán y los bancos
prevén que las condiciones crediticias se endurezcan, el BCE sigue apostando
por una retirada gradual de los estímulos, pero ha comenzado a dar señales
respecto a la posibilidad de endurecer su política monetaria, aunque
descartando una subida de tipos durante este año 2022.
No obstante, recurriendo
a un tono que pueda satisfacer tanto a los halcones como a
las palomas, la presidenta del BCE, Lagarde, afirmó: “estamos preparados
para ajustar todos nuestros instrumentos, según corresponda, para garantizar
que la inflación se estabiliza en su objetivo del 2% a medio plazo”. Según
Lagarde hay que esperar a los datos de crecimiento del PIB y precios de marzo. “No
nos precipitaremos a tomar una decisión si no es con datos y análisis”. En todo
caso, la posible subida de tipos de interés ha dado lugar a una apreciación del
euro frente al dólar, el rendimiento de la deuda se incrementó, y las acciones
de los bancos subieron (la subida de tipos beneficiará a la banca).
Frente a las medidas
adoptadas en el Reino Unido y en Estados Unidos, Lagarde ha señalado que la
zona euro no se parece a esas dos economías: el Reino Unido sufre las presiones
de un mercado laboral que, en especial después del Brexit, acusa la falta de
mano de obra. Y en Estados Unidos la demanda se ha disparado un 30% respecto a
los niveles anteriores a la pandemia como consecuencia de los planes de
estímulos. Esto, evidentemente, no ocurre en eurozona.
En todo caso, han aumentado
las expectativas de alzas de tipos en la zona euro vislumbrándose un alza de
tipos de 20 puntos básicos en septiembre, y provocando una rápida subida en las
rentabilidades de los bonos soberanos y en las cotizaciones de los bancos, como
ya se ha señalado anteriormente.
Durante el próximo mes de
marzo concluirán las compras de activos del programa extraordinario PEPP
activado con la pandemia, al que seguirán a continuación compras netas
mensuales por 40.000 millones de euros en el segundo trimestre dentro del
programa convencional (APP, previo a la pandemia), de 30.000 millones en el
tercer trimestre y de 20.000 millones a partir de octubre, de acuerdo con la
hoja de ruta avanzada en diciembre. Esta disminución de las compras del BCE
podría acelerarse en su decisión del próximo mes de marzo.
ESPAÑA:
Según el INE, la economía
española creció un 5% en 2021. Tras la brutal caída de la producción del 10,8% en
2020 motivada por la pandemia, el año pasado la actividad se reanudó a pesar de
las restricciones y los problemas que todavía ocasiona el coronavirus. Se trata
de una fuerte tasa de crecimiento - la mayor en 21 años- y muy positiva si se
tienen en cuenta los frenos que la covid sigue imponiendo a la economía. Pero
también supone una cifra inferior al 6,5% que anticipaba el Gobierno y muy
lejana del 7,2% (9,8% contando los fondos europeos).
La realidad, es que la persistencia
del virus está dificultando la recuperación completa del PIB español. A finales
de diciembre era inferior en un 4% a los niveles de la producción precovid e
inferior en un 6,8% si se compara con medias anuales anteriores. Por tanto, aún
resta por recuperar más de la mitad de lo perdido por la pandemia en
comparativa anual.
El nivel de empleo y la
recaudación tributaria se han recuperado a pesar de que el año pasado los turistas
fueron un 75% menos. Aún existen factores que restringen los movimientos y por
tanto afectan a la hostelería y el comercio. También la falta de suministros
perjudicó sobre todo a la venta de coches, y la inflación empezó a hacer mella
en la capacidad de compra de las familias (en euros se consume más por la
subida de precios, pero en volúmenes reales se consume menos).
Hay que recuperar parte
de la actividad en el turismo, la hostelería, el comercio y el ocio. Las horas
trabajadas están casi un 4% por debajo de los niveles prepandemicos. Hay unos
100.000 asalariados en ERTE, de los que una parte se encuentra en jornadas
reducidas. Y la ómicron han ocasionado numerosas bajas laborales.
Si bien, los datos de
octubre y noviembre pasados fueron buenos, a partir del puente de diciembre la
actividad se resintió por los contagios. De hecho, el PIB se ha ralentizado
ligeramente al crecer un poco menos que el 2,6% del tercer trimestre. Según el
avance del INE, también retrocedió en un -0,4% el consumo de las
Administraciones. En cambio, la inversión en bienes de equipo se disparó un
6,1%. Y el sector exterior tuvo una aportación positiva al aumentar más las
exportaciones (6,5%) que las importaciones (3,5%).
Por sectores, pese al
aumento de costes y los cuellos de botella, la industria manufacturera avanza
un 0,9% trimestral. Comercio, transporte y hostelería siguen recuperándose con
un crecimiento del 4,5%. Y la construcción presenta su segundo trimestre
seguido en positivo después de tres trimestres consecutivos de retrocesos. Por
el contrario, las actividades artísticas y recreativas sufrieron un duro batacazo
del -11% al producirse numerosas cancelaciones con la ómicron en el tramo final
del año. Aunque la economía está creciendo mucho en euros, las fuertes subidas
de precios, que el INE calcula en el 4% interanual en el cuarto trimestre,
hacen que el PIB en términos reales (euros constantes) no esté aumentando
tanto.
Respecto a los precios,
en el pasado enero el Índice de Precios de Consumo (IPC) bajó un 0,5% respecto
al mes anterior y recortó su tasa interanual hasta el 6%, (cinco décimas por
debajo de la tasa de diciembre (6,5%). Según el INE, destaca la bajada de los
precios de la electricidad, frente a la subida que registraron en enero de
2021.
El INE incorpora en el
avance de datos del IPC una estimación de la inflación subyacente, que aumentó
en enero tres décimas, hasta el 2,4%, con lo que se sitúa más de tres puntos
por debajo de la tasa del IPC general.
En tasa mensual, el IPC
rompió con una racha de cinco meses de ascensos al registrar en enero una
disminución del 0,5% respecto a diciembre de 2021, su mayor bajada desde el
pasado mes de julio.
Si analizamos la
evolución del paro, la cifra de 20,2 millones de ocupados que refleja la última
Encuesta de Población Activa (EPA), correspondiente al último trimestre de
2021, merece ser destacada: los datos de afiliación y paro registrado han sido extraordinariamente
positivos para la creación de empleo en España.
Se han registrado en
total 840.000 ocupados más, situando estos 12 meses como uno de los periodos
más positivos en materia de creación y mantenimiento de puestos de trabajo. Si
buscamos un dato similar debemos ir al año 2005, cuando la economía española
creó más de un millón de puestos de trabajo en plena burbuja inmobiliaria.
También ha tenido lugar
una caída del paro que, a finales de 2021, se situó en los mismos parámetros de
2008, marcando el mínimo de los últimos 13 años. Hay que situar estos positivos
datos en un contexto de recuperación por la crisis generada por la covid-19 y
en la que los indicadores apuntaban a una recuperación de la actividad menos
dinámica de la esperada y pronosticada.
El empleo ha tirado de la
economía, pero los datos del último trimestre del año coinciden, además, con un
aumento de los precios de la energía y la tensión generada por una
inflación que persistirá a lo largo de 2022 y que, como expresó el Fondo
Monetario Internacional (FMI), puede generar algunas incertidumbres en la
economía mundial.
El buen ejercicio de 2021
contrasta con las previsiones oficiales tanto de la Comisión Europea como del
Banco de España y del FMI: a inicios del año situaban el desempleo en torno al
15% para 2021, Se está dando la paradoja de que la economía ha crecido el año pasado
menos de lo previsto, y el empleo, por el contrario, ha crecido más de lo
esperado. Una situación inédita en la economía española, caracterizada
tradicionalmente por el crecimiento sin creación de empleo significativo.
Hay que destacar,
igualmente, el buen funcionamiento de los ERTE y al apoyo otorgado a
los sectores productivos más castigados por el coronavirus. Los datos desmontan
las teorías apocalípticas que algunos atribuyeron a los ERTE. De la misma
forma, frente a los que han afirmado que la subida en el empleo hay que
atribuirla al sector público, se desprende por la EPA que en 2021 por cada empleo público se crearon casi ocho
privados.
Por otro lado. el
Gobierno pretende movilizar durante la primera mitad de este 2022, alrededor de
unos 24.667 millones de euros a través de concursos, convocatorias y
licitaciones vinculados a los fondos europeos “Next Generation EU”, de los que unos 2.600 millones
corresponden a remanentes sin ejecutar de 2021. El grueso de esta cantidad,
unos 16.500 millones de euros, irá al conjunto del sector empresarial,
incluyendo a las pequeñas y medianas empresas. Los ayuntamientos, por su parte,
se llevarán otros 6.000 millones de euros.
En estas convocatorias
tendrá un peso especial la transición verde y energética, que captará unos
7.421 millones de euros, el 30% del total. Tras ellas estarán las vinculadas a
la movilidad sostenible (7.223 millones, el 29%) y, en menor medida, las
relacionadas con la transición digital.
La información tiene su
origen en las estimaciones de los ministerios convocantes y puede experimentar
ajustes de planificación a lo largo del semestre. Además, se recogen las
estimaciones de convocatorias de las comunidades autónomas a partir de las
transferencias y concesiones directas realizadas en 2021.
El Gobierno irá
actualizando la información sobre las convocatorias y la movilización de
recursos a lo largo del año, confiando en que buena parte de este dinero llegue
a la economía a final de este 2022, provocando un efecto arrastre que se
mantendrá durante al menos tres años.
A finales del mes del mes
de enero pasado, se han publicado un total de 534 convocatorias por valor de
19.708 millones de euros, de las que 325 corresponden a la Administración
General del Estado, con 16.700 millones, y a las comunidades autónomas, con
3.000 millones. Del total de convocatorias publicadas, hay 303 por un importe
de 5.273 millones que están cerradas y están adjudicadas o en fase de
adjudicación, mientras que 187 siguen abiertas por valor 7.734 millones de
euros.
El Gobierno ha confirmado
también que está ultimando la publicación del registro dispuesto en el
Real Decreto-ley para la ejecución del Plan de Recuperación,
Transformación y Resiliencia que tiene como objetivo que las empresas que
quieran acceder a alguno de los proyectos estratégicos para la
recuperación y transformación económica (Perte) puedan hacerlo.
Con la inminente
publicación de la primera convocatoria del Perte del Vehículo Eléctrico y
Conectado (Perte-VEC), el Ejecutivo trabaja para la confección de una
orden ministerial donde se crea dicho registro, con el objetivo de que
esté listo en tiempo y forma antes de que esta primera convocatoria vea la
luz.
Hasta ahora, el Gobierno
ha aprobado tres proyectos estratégicos para la recuperación y
transformación económica: para el desarrollo del vehículo eléctrico y
conectado, para la salud de vanguardia y el de energías renovables,
hidrógeno renovable y almacenamiento.
MERCADOS:
La bolsa española ha acabado
el mes de enero con una caída del 1,16%. El Ibex 35 consiguió cerrar la última
sesión de enero, salvando la barrera de los 8.600 puntos con un ligero avance del
0,03%, aunque en el acumulado del primer mes del año el balance para el
selectivo ha sido negativo, con un descenso del 1,16%.
Las bolsas siguen registrando
los impulsos generados por la recuperación económica, y sufren las
incertidumbres resultantes de la inestabilidad geopolitica en el este de Europa,
y de los efectos derivados de las posibles alzas de los tipos de interés.
La realidad, es que en los
mercados aumentan las ventas por las previsiones alcistas de los tipos de
interés, los precios altos del petróleo y la imprevisible crisis de Ucrania.
La realidad, es que el
crecimiento del PIB español (el 5% en 2021, mayor de los esperado, y la mayor
tasa en 21 años) no ha sido suficiente para animar a las subidas en el mercado
bursátil.
Por otro lado, se ha
comenzado a exigir una mayor rentabilidad en los mercados de deuda. La
rentabilidad del bono español a 10 años superó la barrera del 1% por primera
vez desde marzo de 2020, al inicio de la crisis sanitaria.
Esa tendencia no es
exclusiva de la deuda española. El bono alemán a 10 años salió del terreno de
los tipos negativos y ha ofrecido ya una rentabilidad del 0,205%; el francés, llegaba
al 0,646%, y el italiano, por encima del español, daba un 1,743%.
Respecto a los mercados
del gas y del petróleo, las tensiones existentes entre Rusia y Estados
Unidos sobre Ucrania mantienen en alerta máxima los mercados
internacionales, ya que cualquier
incidente podría ocasionar graves problemas de suministro de gas a Europa y,
sobre todo, un fuerte incremento de los precios de ambas materias
primas.
Este encarecimiento
también afectaría a nuestro país, ya que nos vemos obligados a importar el 99%
del petróleo y del gas que consumimos.
Sin embargo, tenemos
garantizados los suministros, ya que de Ucrania no importamos ni gas ni crudo, y de Rusia, solo el 8,4% y el
4,5% del total, respectivamente (datos de noviembre de 2021), todo
en barcos.
España tiene muy
diversificados sus suministros de ambas materias primas, con más de una
veintena de orígenes.
Hay que señalar, que, a
principios de este mes de febrero, el precio del crudo se ha situado próximo a
los 94 dólares por barril.
EMPRESAS:
Los cinco bancos del Ibex
35 (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankinter) obtuvieron en 2021 unas
ganancias de 19.866 millones de euros, las mayores desde 2007.
La resurrección tiene
varios asteriscos. La enorme reducción de las provisiones extraordinarias de
que hicieron acopio durante el año del estallido de la pandemia ha liberado a
las cuentas un buen caudal de beneficios: solo en 2020, los grandes bancos
cotizados realizaron dotaciones por 40.385 millones. El rebote de la actividad,
no solo en España, sino en otros mercados en los que operan algunos de ellos,
ha sido potente gracias a los estímulos públicos y los bajos tipos de interés.
Han mejorado los ingresos
por comisiones, créditos al consumo y otros productos financieros, incluso con
un euríbor en negativo que complica a los bancos sacar réditos de las hipotecas
y una falta de rentabilidad que desincentiva la contratación de depósitos por
parte de los ahorradores.
Sin duda, también ha
influido que la competencia actual en España no tiene nada que ver con la que
existía en 2007, cuando las cajas de ahorro todavía eran una alternativa a la
banca tradicional y no habían sido devoradas por otras entidades.
La falta de servicios
bancarios en la España vacía y la exclusión financiera de los mayores, a los que,
en ocasiones, ante la falta de personal, se redirige a cajeros en los que temen
ser víctimas de robo y aplicaciones ye instrumentos informáticos con las que no
están familiarizadas, está suponiendo un reto para la banca. En una reunión, el
Gobierno ha dado un plazo de un mes al sector para revisar sus estrategias.
Las subidas de tipos de
interés en los próximos años pueden alimentar los resultados de los bancos, que
ganarían margen en las hipotecas tras años de euríbor en negativo: el mero
cambio de tono de la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde,
sobre los tipos ha disparado la cotización de varios bancos. Ahora bien,
ese hecho traerá riesgos cuando se produzca, como una mayor morosidad: si las
cuotas suben, sus dueños tienen más dificultades para pagarlas, y los impagos
pueden regresar.