La situación actual es extremadamente dependiente de las vacunas, no solo por su transcendental
importancia sanitaria mundial sino también por su repercusión económica. La
recuperación será más fuerte y rápida en los países que tarden menos en vacunar,
y en aquellos que destinen más dinero a ayudar a familias y empresas a salir la
crisis motivada por el virus.
GLOBAL:
La directora gerente del
Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, ha destacado el
doble desafío al que se enfrenta la economía mundial en la recta de salida de
la pandemia.
Existen indicios de
mejoría económica, pero el desigual acceso de muchos países a las vacunas retrasará
la salida de la crisis. Las economías más importantes han inyectado 16 billones
de dólares de liquidez y, según el FMI.
“nos hallamos en un punto de inflexión, lo que hagamos ahora conformará
el mundo pospandemia. En enero preveíamos un crecimiento global del 5,5% para
2021. Ahora esperamos que se acelere más, en parte por políticas públicas como
el paquete fiscal de EE UU (un plan de rescate de 1,9 billones de dólares), en
parte por la recuperación que habrá impulsado la vacunación en muchas economías
avanzadas a finales de año. Esto permite una revisión al alza de nuestras
previsiones para este año y para 2022”.
Ahora bien, se señala que
las perspectivas varían no solo por países, sino incluso entre regiones y
zonas. “Lo que vemos es una recuperación a toda velocidad, cada vez más
impulsada por dos motores: EE UU y China. Forman parte de un grupo de países
cuyo PIB estará por encima de los niveles previos a la crisis para finales de
año. Pero son la excepción, no la regla”.
La pérdida de ingresos
para muchos millones de personas implicará indigencia, perdida de hogares y
hambre. Continúa señalando el FMI que “la pérdida acumulada en el ingreso per
cápita, en relación con las proyecciones anteriores a la crisis, será del 11%
en las economías avanzadas para el próximo año. Para los países emergentes y en
desarrollo, excluida China, la pérdida llegará al 20%, recortando una quinta
parte de sus ingresos”.
La enorme incertidumbre
que provoca el desigual proceso de vacunación junto a la proliferación de
nuevas cepas del virus, como en América Latina o Europa, según el FMI, “se suma
al sombrío pronóstico que se cierne sobre los mercados emergentes vulnerables,
de bajos ingresos, y los Estados frágiles, muchos de ellos dependientes de
sectores como el turismo, muy afectado por la pandemia. Estos países tienen una
potencia de fuego fiscal mucho más limitada para combatir la crisis”.
Por todo ello, Georgieva ha
pedido reforzar la ayuda a los colectivos más afectados por la crisis del
coronavirus: los jóvenes, las personas con menos formación, las mujeres o los
trabajadores informales. “Permitir que las cicatrices persistan dará como
resultado un menor potencial de crecimiento, lo que lo hará aún más
difícil aumentar el empleo y reducir la desigualdad. El mundo necesita un
mecanismo justo de redistribución del suero desde los países con excedentes a
los deficitarios, así como financiar plenamente a la red global Covax (iniciativa de la OMS y de la
Comisión Europea y Francia para tratar de acelerar el desarrollo tratamientos,
pruebas y vacunas contra la Covid-19) para que acelere la inmunización en
los países pobres”.
Por otro lado, los planes
de estímulo aprobados para hacer frente a los efectos de la covid-19, a nivel
global se espera que impulsen el comercio mundial, pero la crisis del buque
encallado en el canal de Suez ha aflorado las debilidades de las cadenas
globales de suministro y los límites del actual modelo de distribución.
Los costes de los fletes se han triplicado, las entregas se han retrasado y el
encarecimiento de los insumos amenaza con trasladarse a los precios.
Por tanto, el comercio mundial,
si bien tras la caída del volumen de intercambios de mercancías del 9,2% el año
pasado por los efectos de la pandemia, ha tenido una cierta recuperación, se ha
visto muy amenazado por el bloqueo del canal de Suez, una de las principales
rutas marítimas mundiales, tras encallar el barco Ever Given en
sus aguas.
LATINOAMERICA:
América Latina y el
Caribe estará entre las regiones más golpeadas del mundo, tanto en clave
sanitaria, con Brasil y México entre los países más castigados, como en el
ámbito económico.
En 2020 la actividad se
desplomó un 6,7%, frente al 7,9% que el Banco Mundial preveía a
finales de año, y este 2021 el rebote será del 4,4%, cuatro décimas más de lo
previsto hasta ahora. Esa mejora le permitirá recuperar el nivel de PIB
prepandemia a finales de 2022 y no a lo largo de 2023, como se esperaba.
Tanto el golpe recibido
como la recuperación son muy desiguales: Paraguay y Guatemala serán las dos
únicas economías de la región que conseguirán alcanzar los niveles del año 2019
este 2021.
Por el contrario, la gran
mayoría de las restantes economías sólo conseguirán alcanzar por completo el
nivel de actividad económica prepandemia durante el año 2023.
Argentina y Ecuador (ya rescatadas
por el Fondo Monetario Internacional antes del comienzo de la crisis),
Haití, Jamaica, Bahamas, Barbados, Belize, Dominica, Santa Lucía y Surinam,
según el pronóstico del Banco Mundial, aún tardaran más en recuperarse.
Según la institución, “la
crisis tendrá un impacto a largo plazo sobre las economías de la región. Siendo
muy probable que los menores niveles de aprendizaje y de empleo reduzcan los
ingresos futuros. Es posible que el elevado nivel de endeudamiento público y
privado pueda causar tensión en el sector financiero y frenar la recuperación”.
En esta ocasión, a
diferencia de crisis anteriores, el grifo de la financiación se ha
mantenido funcionando para la mayoría de los países del bloque. Y el gasto
público adicional, en el que han incurrido, se ha destinado a lo más
prioritario: fortalecer los sistemas sanitarios, proporcionar transferencias a
los hogares y ayudar a las empresas a esquivar la quiebra.
Por otro lado, el Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha alertado respecto a la situación
de “vulnerabilidad financiera”, de la región. De los 40 países que conforman
América Latina y el Caribe, 14 son vulnerables según el análisis pormenorizado
de los técnicos de la mayor agencia de desarrollo del mundo. Y cinco de ellos
están englobados en la categoría de mayor riesgo, aquella en la que las
finanzas públicas en situación de “vulnerabilidad severa”: Venezuela,
Argentina, Ecuador, Belice y Granada.
Pero, además, no es solo
que sus finanzas públicas estén comprometidas hasta niveles inimaginables, sino
que los países de renta media (la mayoría de cuantos están en la categoría de
“vulnerabilidad severa”) no están cubiertos por los mecanismos de alivio de la
deuda puestos en marcha en los últimos meses. Estos centran sus esfuerzos en
los más pobres, que sí se pueden acoger a estas medidas, como la moratoria
de deuda desplegada del G20 o los tímidos esfuerzos de ayuda del Fondo
Monetario Internacional (FMI).
ESTADOS UNIDOS:
Tanto el presidente de la
Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, como la secretaria del
Tesoro, Janet Yellen, han confirmado el buen ritmo de la recuperación
económica, no dejando de señalar que amplias capas de la población aún padecen
los estragos causados por la pandemia.
El ambicioso plan de
estímulos del presidente Joe Biden, valorado en 1,9 billones de dólares y
recién aprobado por el Congreso, se espera que tenga un efecto mínimo en la
inflación (la mayor amenaza sobre la economía) cuando el consumo ha recuperado
prácticamente el nivel previo a la crisis sanitaria, gracias al buen ritmo de
la vacunación y al descenso de la incidencia del virus. Y se espera que el
presidente Biden concrete un nuevo plan económico de, nada menos, 3 billones de
dólares para modernizar infraestructuras.
Ahora bien, según el
presidente de la Reserva Federal, la recuperación “está lejos de ser completa,
por lo que el banco central continuará ofreciendo a la economía el apoyo que
necesita por el tiempo que haga falta”.
Entre los datos que
empañan la salida de la crisis aparece, según la institución, “una tasa de
desempleo aún alta, del 6,2%”, muy notable en sectores como la hostelería, así
como los diez millones de empleos destruidos desde marzo de 2020.
La Secretaria del Tesoro,
Yanet Yellen, ha señalado que la economía estadounidense “puede volver al pleno
empleo en 2022”, gracias a la suma del plan de rescate del presidente Joe Biden
y del proyectado plan de infraestructuras, “necesario para abordar los problemas
estructurales a más largo plazo que enfrenta la economía y que han provocado
una gran desigualdad de ingresos”. El plan de 3 billones de dólares contempla,
además de la modernización de infraestructuras básicas y la creación de
millones de empleos, partidas específicas para mejorar y extender la red de
educación pública, los beneficios por hijo y la duración de las bajas médicas,
y para apuntalar el Obamacare, algunas de cuyas provisiones relanza
temporalmente el plan de rescate recién aprobado.
Para este 2021, la
Reserva Federal ha elevado sus previsiones de crecimiento económico para el
país al 6,5% para 2021, frente al 4,2% apuntado a finales de 2020, tras la
aprobación del ambicioso paquete de estímulo fiscal por el Congreso. Y ha decidido
mantener los tipos de interés de referencia en torno al 0%, después de un fuerte
recorte en marzo de 2020 tras la declaración de la pandemia, así como un
programa de multimillonarias inyecciones de liquidez a través de la compra de
deuda, nada menos, que a una cantidad de 120.000 millones de dólares mensuales.
Por otro lado, el ritmo
de casi 2,5 millones de dosis de vacunación diarios, la inmunización de la
población adulta está avanzando más rápido de lo esperado, con el récord de 100
millones de vacunados a la semana.
El temor a un repunte de
la inflación, por el previsible boom del consumo en primavera
y verano, cuando teóricamente la mayoría de la población estadounidense estará
vacunada (casi 2,5 millones de dosis al día) ha sembrado algunas dudas en los algunos
economistas, ya que según manifiestan, un exceso de estímulos económicos podría
provocar una “sobrecarga” de la economía. Han aludido a los crecientes riesgos
de que la inflación vuelva a niveles no vistos desde la década de los setenta,
lo que podría obligar a la Fed a subir los tipos mucho antes de lo que muchos
esperan, quizá ya el año que viene. Sin embargo, la mayoría de analistas
económicos piensa que tal riesgo es muy bajo o no existe.
Por otro lado, según la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), tal como
ocurrió en la Gran Recesión, Estados Unidos repuntará más rápido y más pronto
que la eurozona: Estados Unidos crecerá un 6,5%, frente al 3,9% del bloque del
euro. Ello aumentará la brecha existente entre esos dos grandes bloques
económicos.
Y es que casi uno de cada
tres estadounidenses ya ha recibido al menos un pinchazo de la vacuna y más del
17% la pauta completa, más del doble y el triple, respectivamente, que en
la Unión Europea.
Aún más relevante es la
asimetría en el gasto fiscal: si a finales del año pasado Estados Unidos y la
eurozona estaban prácticamente empatadas en lo que a ayudas públicas se
refiere, con la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca, ha cambiado
la situación radicalmente: superada la aprobación por el Congreso del colosal
plan de estímulo del demócrata (los 1,9 billones de dólares citados, el
equivalente a una vez y media el PIB español), el gasto comprometido por su
Gobierno casi duplica al de sus pares europeos.
Estados Unidos, incluso
ha optado por entregar cheques a sus ciudadanos para reactivar el consumo por
la vía rápida. En contraste, los fondos europeos están mayoritariamente
enfocados a otros proyectos a largo plazo (incluso detenidos temporalmente por
la sentencia del Tribunal Constitucional de Alemania). Por tanto, no solo es
que el plan de estímulos sea más cuantioso en EE UU que en la eurozona, sino
que además se están implementando más rápido y se está dirigiendo a los hogares
directamente.
En definitiva, los buenos
pronósticos se confirman y la recuperación económica estadounidense avanza
a la vez que el paso firme de la vacunación contra la covid-19. Los datos
de desempleo de marzo, hechos públicos por el Departamento de Trabajo,
constatan una bajada de 0,2 puntos porcentuales respecto de los de febrero, lo
que sitúa la tasa de paro en el 6%. El mercado de trabajo sumó 916.000 puestos
el mes pasado, el mayor aumento desde agosto de 2020, si bien hay todavía 8,4
millones de empleos menos que antes de la pandemia.
El desempleo, junto con
el consumo, es el termómetro más fiable para valorar la salud de la economía
real. El dato más negativo se refiere a
los 4,2 millones de parados de larga duración (los inactivos durante más de 27
semanas) que prácticamente no ha registrado cambios con respecto a febrero.
Hace un año, en febrero de 2020, eran poco más de un millón.
La entrega de cheques
directos de 1.400 dólares a familias de rentas bajas y medias, vislumbra unas
cifras de abril que podrían ser más alentadoras ya que recogerán los efectos de
estos estímulos. El índice de confianza del consumidor ha registrado también en
marzo su nota más alta desde antes de la pandemia: casi 110 puntos, frente al
90,4 de febrero. El mejor dato desde marzo de 2020.
REINO UNIDO;
Los tres primeros meses
del Brexit han sido una lista
de noticias desagradables, anécdotas desafortunadas y, más que nada, de fuerte
incertidumbre. El golpe de la pandemia, que en el Reino Unido llegó justo
en el momento de la separación, ha contribuido a que cunda el pesimismo.
Las exportaciones a los
antiguos socios de la Unión Europea descendieron algo más del 40% durante el
mes de enero. Pero parte de las razones
tuvieron que ver con un acopio de inventario de muchas empresas, la necesidad
de tomarse el tiempo necesario para entender y adaptarse al nuevo papeleo de
aduanas, y la hibernación sufrida por tiendas, bares y restaurantes británicos
durante el estricto confinamiento que comenzó a mediados de diciembre y que aún
perdura.
Los trámites en aduana,
dudas de los transportistas y parones en el tráfico, han sido constantes
durante las primeras semanas del Brexit. Sin embargo, más preocupantes son los
gastos arancelarios fijos con los que muchos empresarios van a tener que
comenzar a vivir.
Previamente al Brexit,
los aranceles por importar de fuera de la Unión Europea eran un solo pago. Pero
con la nueva normativa de “reglas de origen”, establecida en el acuerdo comercial
firmado entre Londres y Bruselas, cualquier producto cuya composición supere en
un 40% un origen extracomunitario debe volver a pagar al llegar a las islas.
Hasta el momento, el
Brexit está pasando factura a sectores muy concretos, como el de los transportistas,
que regresan a sus países desde el Reino Unido con los camiones
vacíos. A pesar de asomarse varias veces el precipicio, ni Bruselas ni Londres
acabaron despeñándose. Pero haber bordeado tanto el acantilado ya tiene un
precio. La Comisión Europea estimó que el coste previo a la salida
para el Reino Unido fue de entre el 1,7% y el 2,9% del PIB y, según un informe
del gabinete de estrategia Centre
for European Reform (CER), las exportaciones se redujeron un 10% en el
agitado periodo comprendido entre el referéndum de 2016 y el final del periodo
de transición, en diciembre de 2020.
Los socios europeos y el
Gobierno británico llegaron a un acuerdo por el que ambas partes se comprometían
a mantener sus intercambios de bienes exentos de aranceles y cuotas. Aun así,
la salida tuvo impacto en la actividad comercial. Según la Oficina
Nacional de Estadísticas (ONS, por sus siglas en inglés), las ventas de
productos británicos hacia la UE se hundieron en enero un 40,7% respecto al mes
de diciembre, hasta los 8.100 millones de libras esterlinas (casi 9.500
millones de euros), mientras que se importó un 28,8% menos desde los
Veintisiete.
Fuentes comunitarias, sin
embargo, piden ser cautelosas con los pocos datos disponibles hasta ahora. Los
problemas burocráticos en la frontera son obvios, añaden, pero cabe esperar a
que haya más datos disponibles. A pesar de que se trata del mayor retroceso de
la serie histórica (parte de 1997), los datos pueden estar empañados por las
restricciones impuestas por Londres por la pandemia y por la posible
anticipación de compras a los meses anteriores al vencimiento del periodo
transitorio. La conclusión es que la salida del Reino Unido del mercado único y
de la unión aduanera supuso una caída de las exportaciones del 22%.
Las turbulencias también
afectaron a los mercados financieros. Según el Financial Times, los
tenedores de participaciones en una cincuentena de empresas irlandesas
desplazaron sus activos, valorados en unos 100.000 millones de euros, de
Londres a Bruselas. Sin embargo, los activos financieros, en especial, los
derivados, están protegidos por el sistema temporal de “equivalencia” que
estará vigente hasta junio de 2022. Bruselas sí trabaja para que se reduzca la
dependencia del Reino Unido.
Tampoco la pesca, otro
sector sensible, nota todavía las consecuencias. Fuentes diplomáticas explican
que la UE espera cerrar en breve un acuerdo con el Reino Unido sobre las
posibilidades pesqueras entre ambas partes. Por ahora, la UE ha decidido
prorrogar sus cuotas hasta julio.
UNIÓN EUROPEA:
El Tribunal
Constitucional alemán ha dejado en el aire la puesta en marcha del Fondo
Europeo de Recuperación de 750.000 millones de euros. El máximo tribunal alemán
ha dictado que Alemania no ratifique la ampliación del presupuesto
comunitario, imprescindible para la puesta en marcha del fondo, hasta que se
dirima un recurso de emergencia presentado para impedir esa ratificación. De
esta forma, se bloquea sine die unos subsidios y préstamos que, en
teoría, debían haber empezado a fluir desde el 1 de enero y de los que España
espera obtener hasta 140.000 millones de euros.
La Comisión Europea ha
reaccionado de inmediato a la decisión del Tribunal y se ha mostrado confiada
en la legalidad de su proyecto presupuestario y de la novedosa creación del
fondo. Pero reconoce que el proceso de ratificación del proyecto en los 27
Estados miembros ya no se completará, probablemente, hasta finales del segundo
trimestre, lo que puede retrasar la llegada de las ayudas hasta finales de año
o, incluso, hasta 2022. Además, mientras el acuerdo no se haya ratificado por los
Veintisiete, Bruselas no puede empezar la emisión de deuda (una operación que
tardará meses en ponerse en marcha desde la aprobación).
El impacto de la decisión
alemana agravará la situación económica en numerosas economías europeas, de por
sí muy afectadas por la pandemia. El fondo de 750.000 millones de euros estaba
llamado a paliar el impacto de los primeros compases de la crisis, pero,
finalmente, podría llegar en un momento económico mucho más devastador de lo
previsto.
La Decisión surge de la
histórica, en la que se pactó una ampliación sin precedentes de los recursos
comunitarios para permitir una emisión multimillonaria de deuda con la que
financiar el nuevo fondo. El acuerdo, adoptado en la cumbre europea de julio
del año pasado, supuso un enorme salto en la integración presupuestaria del
club, calificada por algunos analistas de “momento
Hamilton” de la UE en alusión a la unión fiscal de Estados Unidos.
Bruselas confía en que, a
pesar de todo, el fondo salga adelante, aunque sea más tarde de lo previsto.
Pero los numerosos pleitos anteriores ante el Constitucional alemán en relación
con la integración europea convierten el nuevo caso en un enorme riesgo potencial.
La Cámara Baja de
Alemania, o Bundestag, había aprobado la ley que ratificaba el fondo (con una
mayoría de casi el 75% de los votos). También lo había hecho la Cámara Alta, el
Bundesrat.
Entre los que se oponen a
que Alemania ratifique el fondo europeo, que ha sido bautizado simbólicamente
como Next Generation EU (La UE de la próxima generación), está el partido de
ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). La formación argumenta que el
mecanismo viola los tratados europeos al permitir que los Estados se endeuden
de forma conjunta y ha calificado a la canciller alemana, Angela Merkel, de
“irresponsable” por permitirlo.
Por otro lado, según IHS
Markit IHS Markit (equipo que incluye más de 5,000 analistas, científicos de
datos, expertos financieros y especialistas de la industria) el principal
indicador de la marcha de la economía privada, que anticipa la evolución del
PIB, a finales de marzo, se situó en 53,2 puntos desde los 48,8 del mes
anterior, lo que representa el mayor ritmo de crecimiento desde el pasado mes
de julio, y supera los 50 puntos que dividen la contracción del crecimiento. El
avance se ha sustentado en el alivio de la caída del sector servicios, cuya
debilidad estaba anulando el crecimiento de la economía vinculada al sector industrial.
La actividad del sector
servicios de la zona euro alivió en marzo su caída, con una lectura del PMI
sectorial de 49,6 puntos, frente al 45,7 de febrero, mientras que el PMI
manufacturero registró un nivel récord de 62,5 puntos desde los 57,9 del mes
anterior.
Añade, igualmente IHS
Markit, que la actividad comercial de la zona euro se recuperó en marzo,
retornando al crecimiento después de cuatro meses de declive, y registró una
expansión que superó las previsiones"
Y es que, tras seis meses
de caídas, la actividad de la zona euro volvió a crecer en marzo, impulsada por
un aumento histórico de la producción manufacturera a medida que la demanda
mundial siguió recuperándose de la pandemia del Covid.
ESPAÑA:
La pandemia detuvo en
seco la economía española y ha impuesto restricciones sobre la actividad. En
tales circunstancias, el PIB sufrió en 2020 una caída del 10,8%, la mayor desde
la Guerra Civil. Sin embargo, según el Instituto Nacional de Estadística (INE),
a pesar del brutal recorte de la producción, la renta disponible de las
familias solo retrocedió el año pasado un 3,27%.
Las Administraciones
Públicas realizaron un aumento del gasto en 53.000 millones, como consecuencia
de prestaciones como los ERTE, costeando gastos médicos, contratando más y
subiendo pensiones y sueldos.
Aunque las empresas
redujeron un 8% lo que dedican a salarios, sus beneficios se desplomaron mucho
más (un 18%). Y eso ha contribuido también algo a suavizar la disminución de
rentas de los hogares.
Por primera vez ha tenido
lugar una crisis sanitaria completamente global y en la que se ha restringido
la actividad como nunca se había hecho en la historia. Tampoco antes había
habido un Estado de bienestar para combatir una pandemia sosteniendo rentas a
costa de aumentar el endeudamiento.
La cantidad que destinan
las compañías a sueldos se recortó en 32.083 millones, el 8%. Pero al mismo
tiempo el Estado elevó sus prestaciones a las familias en 29.847 millones, un
12%. De este incremento, unos 3.600 millones se corresponden con lo que subió
el gasto en pensiones y 500 millones con la renta mínima. El resto, unos 26.000
millones, fueron a ERTE y desempleo.
Esto implica que el
Estado neutralizó buena parte de la caída de rentas producida por el ajuste del
coste laboral en las empresas. El conjunto de las familias apenas perdió por
esto unos pocos miles de millones. Además, la partida de sueldos públicos
aumentó un 4,5%, en unos 6.000 millones, porque contrataron más personal, sobre
todo en los sectores sanitario y educativo por la covid, y revalorizaron los
salarios un 2%.
La pérdida de ingresos de
las familias también se aprecia en las rentas de la propiedad, que comprenden
intereses recibidos, dividendos u otros, fundamentalmente alquileres. Estas se
hunden un 21%, unos 8.000 millones. Y también se observa un fuerte deterioro de
unos 20.000 millones en los beneficios recibidos, de los que buena parte
pertenecen a los autónomos.
A pesar del retroceso de
las rentas y el mantenimiento de los impuestos, los hogares han ahorrado un
récord de 108.000 millones frente a los 48.000 de 2019. Los españoles hemos guardado
un 14,8% de nuestros ingresos. Esto se explica porque con una caída de solo el
3,27% de su renta, el consumo de las familias experimentó un batacazo del 12%.
Las razones: por un lado, el ahorro forzoso por no poder moverse y el miedo al
contagio, que han lastrado los servicios de proximidad. Por otro, en un
escenario de recesión e incertidumbre, los hogares se han pertrechado con un
colchón frente a posibles adversidades.
No obstante, el Banco de
España se muestra cauto respecto al aumento del ahorro, ya que apunta que ha
podido concentrarse en rentas altas, que consumen menos su riqueza acumulada.
Por lo que, a la salida del túnel, poco efecto tendría este ahorro acumulado
que no incrementaría el consumo.
Por otro lado, se espera
que la recuperación económica se produzca en la segunda mitad de este año. El
Banco de España prevé que la economía española crezca este año un 6%, ocho
décimas menos que el 6,8% apuntado en sus anteriores previsiones de
diciembre.
Prácticamente, se da por
perdida buena parte de la primera mitad del año. En el primer trimestre, el
organismo pronostica que el PIB retrocederá un 0,4% en su escenario central.
Sin embargo, se detectan signos de cierta reactivación según avanza el
trimestre en las cifras de movilidad y de consumo de combustibles. Según el
Banco de España, “los datos de movilidad, empleo y consumo fueron malos en
enero y febrero. Pero en marzo están evolucionando mejor al producirse un
levantamiento de las restricciones en las comunidades”.
Las restricciones de la
movilidad irán retirándose poco a poco hasta su desaparición plena a finales de
2021. El turismo no recobrará una cierta normalidad hasta 2022. La tasa de
ahorro, que había experimentado una considerable subida con la pandemia,
descenderá hasta situarse algo por encima de su nivel precovid en 2023. Y
conforme vayan desapareciendo las restricciones, el consumo registrará durante
varios trimestres fuertes incrementos por encima de lo que crezcan las rentas
al tirar de ese ahorro acumulado.
Según el Banco de España,
el dinamismo del segundo semestre de este 2021 provocará que el PIB también
registre un fuerte incremento el año que viene, (un 5,3% de aumento del PIB),
lo que implica que parte del crecimiento que antes se esperaba para 2021 ahora
se desplaza a 2022, en parte porque el año que viene se dará una relativa
recuperación del turismo y en parte porque se prevé que la ejecución de una
parte de los fondos europeos se retrase a 2022. Y al año siguiente, en 2023, el
crecimiento se moderará hasta una tasa del 1,7%, una cifra que está por debajo
del 2% de potencial de crecimiento que esperaba alcanzar el Gobierno con las
inversiones europeas.
Sin embargo, el Banco de
España cree que “hay una fuerte incertidumbre respecto a la velocidad a la que
se inmunizará con las vacunas a la población y sobre las consecuencias que
pueda tener esta crisis en el tejido productivo, el paro de larga duración y
los cambios de hábitos”. Y plantea dos escenarios alternativos en los que sobre
todo se pondera cuál será la magnitud de las secuelas a medio plazo y el
comportamiento más o menos precavido de los consumidores: “en el supuesto
suave, tras una rápida resolución de la crisis sanitaria y unos efectos
menores, el PIB crecería un 7,5% este año y un 5,5% el que viene. En el severo
se produciría un final más lento de la pandemia y las consecuencias sobre la
economía serían mayores, lo que se plasmaría en unos avances de la economía más
pobres: del 3,2% este año y del 4,6% en 2022”.
Mantiene el supervisor
que “la recuperación de los niveles de PIB prepandemia tendría lugar en 2023 en
el escenario central, y se adelantaría algo más de un año en el suave. En el
severo, el nivel del PIB todavía se mantendría, al final del horizonte de
proyección, algo por debajo del observado antes de la crisis sanitaria”.
Señala también, que al finalizar
los ERTEs, el paro se situará en el 17% en 2021, el 15% en 2022 y el 14% en
2023. Y el déficit público quedará este año en el 7,7% del PIB y se
estabilizará en torno al 4% en los siguientes. La deuda rondará el 117% del
PIB.
El Banco de España prevé
que la inflación alcance el 1,4% en 2021, el 0,8% en 2022 y el 1,2% en 2023,
todas cifras que están lejos del 2% marcado como objetivo. Esta visión alejaría
el riesgo de que un fuerte incremento del IPC obligue al BCE a frenar su
política monetaria expansiva, esencial para financiar los actuales niveles de
gasto público.
El Índice de Precios de
Consumo (IPC) subió un 1% en marzo en relación al mes anterior y situó su
tasa interanual en el 1,3%, casi 1,5 puntos por encima de la de febrero
(0,0%), según los datos avanzados publicados por el Instituto Nacional de
Estadística (INE).
Con este repunte, con el
que el IPC anual encadena su tercera tasa positiva consecutiva, la
inflación escala a niveles desconocidos desde hace casi dos años. De
hecho, no se alcanzaba una tasa de IPC tan elevada desde abril de 2019,
cuando se situó en el 1,5%.
Asimismo, la tasa
interanual de la inflación no registraba una subida de golpe tan abultada
(de 1,3 puntos) desde finales de 2016, cuando pasó del 1,6% en diciembre
de ese año al 3% en enero de 2017.
Al fuerte incremento de
los precios en marzo ha contribuido, principalmente, el encarecimiento de
la electricidad y de los carburantes, en contraste con la bajada de
precios que experimentaron en marzo de 2020.
En tasa mensual (marzo
sobre febrero), el IPC se disparó un 1% (su mayor repunte mensual desde
octubre de 2019). El INE incorpora en el avance de datos del IPC una
estimación de la inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni
productos energéticos), que cifra para marzo en un 0,3% interanual, la
misma tasa que en febrero y un punto por debajo de la tasa general.
En el tercer mes de 2021, el Índice de Precios de Consumo
Armonizado (IPCA) situó su tasa interanual en el 1,2%. Si este dato se
confirma, la tasa anual del IPCA aumentaría cinco 1,5 puntos respecto al
mes anterior. Por su parte, el indicador adelantado del IPCA subió
un 1,9% en tasa.
En relación al mercado de
trabajo, según los datos del Ministerio, el número de parados registrados en las oficinas de los servicios públicos
de empleo bajó en 59.149 desempleados en marzo (-1,5%), su mayor retroceso en
este mes desde el año 2015, cuando descendió en 60.214 personas. Se trata del tercer mejor dato dentro de la
serie histórica del mes de marzo.
Trabajo
ha atribuido este recorte del desempleo a las menores restricciones a la
actividad económica por la superación de la tercera ola de la pandemia.
En marzo de 2020, justo cuando el Covid hacía aparición en el mundo, el
desempleo subió en 302.365 personas, cinco veces más que en marzo de este año.
Con este retroceso del
paro, que pone fin a cinco meses consecutivos de aumentos, el volumen total de
parados alcanzó al finalizar el tercer mes del año la cifra de 3.949.640
desempleados, con lo que vuelve a descender por debajo de la cota de los 4
millones después de que en febrero ésta se superara por primera vez desde abril
de 2016.
En
marzo se registraron 1.404.107 contratos, un 11,7% más que en igual mes de 2020,
de los que 207.191 fueron indefinidos, el 14,7% del total y un 42,5% más que en
marzo del año pasado. Trabajo ha destacado que el dato de contratación fija es
el mejor en un mes de marzo de toda la serie histórica y lo ha atribuido a la
labor realizada por la Inspección de Trabajo y Seguridad Social.
El paro aumentó en marzo en agricultura, con 2.368
desempleados más, y en el colectivo sin empleo anterior, donde se
incrementó en 3.529 personas, y bajó en el resto, especialmente en los
servicios, con 53.686 parados menos, seguido de la construcción (-7.685
desempleados) y la industria (-3.675 parados).
Estos datos de paro no
incluyen a los trabajadores que se encuentran en suspensión de empleo o reducción
horaria como consecuencia de un ERTE, ya que la definición de paro registrado
no los contabiliza como desempleados.
Ahora bien, el número de
trabajadores en ERTE cerró el mes de marzo en 743.628 personas, 115.913 trabajadores menos que en febrero en
la serie revisada y 155.755 menos teniendo en cuenta la fecha de
notificación. De media, en marzo
hubo 779.562 personas en ERTE.
Trabajo ha informado
además de que el gasto en prestaciones alcanzó los 2.735 millones de euros en
el mes de febrero (último dato disponible), de los que 751,7 millones
correspondieron a prestaciones para trabajadores en ERTE.
Por lo que respecta a
número de afiliados a la Seguridad Social, creció durante marzo una media de
70.790 cotizantes respecto al mes de febrero, lo que situó el número total en 18.920.902 cotizantes,
según los datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
Por otro lado, la crisis
desatada por la emergencia sanitaria elevó el déficit público (diferencia
entre ingresos y gastos de las Administraciones Públicas) hasta el 10,09% del
PIB en 2020 (sin incluir la ayuda financiera).
Si se incluyen las ayudas
financieras, por el agujero aflorado en el banco malo (Sareb), el desfase
presupuestario ascendería al 10,97% del PIB. El fuerte aumento del agujero
presupuestario es el efecto directo de las medidas puestas en marcha para hacer
frente a la crisis. Por un lado, la adopción de medidas para mantener las
rentas y el tejido productivo y blindar los servicios, como han sido los
expedientes de regulación de empleo (ERTEs), las ayudas para autónomos y el
aumento del gasto sanitario, que han disparado los desembolsos. Por el otro, la
caída de la recaudación y el parón de la actividad causada por los
confinamientos han mermado los ingresos de las arcas públicas.
MERCADOS:
El Ibex 35, ha
terminado el mes de marzo con el peor resultado mensual de su
historia y ha cerrado el peor trimestre de su historia. Una caída del 22,21 %
provocada por los efectos de la pandemia.
El índice de la
bolsa nacional, que ha estado oscilando entre 9.000 y 5.800
puntos durante el mes de marzo, termina la última sesión del mes de marzo
con una subida de 125,5 puntos, hasta 6.785,4 puntos.
Lo mismo le ha ocurrido
a Wall Street que ha cerrado en rojo su peor trimestre desde la crisis de
2008.
Según los datos de Bolsas
y Mercados Españoles (BME), el Ibex cedió el 28,94 % y cierra el peor
trimestre de su historia. Después de llegar a caer más del 30 % durante marzo,
mientras se inyectaban billones de liquidez y se habilitaban ayudas para
detener la debacle de la actividad económica.
De los grandes
valores, todos han bajado en marzo: Banco Santander ha perdido el 33,44 %;
BBVA, el 32,63 %; Repsol, el 25,05 %; Telefónica, el 22,8 %; Inditex, el 19,27
% e Iberdrola, el 15,6 %.
Por otro lado, en
relación al mercado petrolífero, pese a la reapertura gradual de la demanda, el
nivel actual de bombeo sigue casi siete millones de barriles por debajo de lo
que colocaría en el mercado sin las trabas autoimpuestas para evitar un
descalabro en los precios como el vivido en abril del año pasado, cuando
el brent se fue por debajo de los 20 dólares por barril y
el texas estadounidense llegó a cotizar en negativo.
Actualmente, el precio
del crudo se encuentra de nuevo en niveles prepandemia, una recuperación
que hubiera sido imposible sin la acción decidida de los exportadores. En mayo
de 2020, cuando la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo)
acordó el mayor recorte de oferta de la historia, la reducción de los bombeos
rozó los diez millones de barriles diarios para compensar el desplome (igualmente
sin precedentes) en el consumo de combustibles provocado por los confinamientos
estrictos.
Con todo, el incremento
en la oferta mundial de petróleo será mayor del pactado en el seno del cartel.
Tras el anuncio del grupo, el mayor exportador del mundo y líder indiscutible de
la OPEP, Arabia Saudí, ha anunciado que volverá a inyectar de nuevo al mercado
el millón de barriles diarios que en febrero decidió dejar de bombear de forma
involuntaria y que incorporó a los ya de por sí drásticos recortes del cartel.
Lo hará, también, en tres fases: mayo, junio y julio. Para entonces, la oferta
global sumará otros 2,14 millones de barriles de crudo cada día (casi tanto
como lo que consume un país del tamaño y la riqueza de Alemania).
La
decisión se adoptó gracias a que Joe Biden llamó a las
autoridades saudíes para pedir el mantenimiento del precio del petróleo en un
nivel de precios no demasiado alto para evitar romper la recuperación
económica. Se afirmó por la flamante secretaria de Energía, Jennifer Granholm, “hemos
reafirmado la importancia de la cooperación internacional para asegurarnos de
que los consumidores disponen de fuentes de energía asequibles y confiables”.
Pues bien, en definitiva,
se ha acordado aumentar la oferta de forma gradual: 350.000 barriles diarios
más en mayo y en junio, y otros 441.000 en julio. Para entonces, la Organización
de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus socios externos
encabezados por Rusia esperan que tanto Estados Unidos como Europa (junto con
China los dos consumidores de crudo por excelencia) el rebote económico haya
echado raíces y que los tijeretazos aplicados en los últimos meses sobre la
oferta para contener la sangría de precios sean menos necesarios que en la fase
más aguda de la crisis del coronavirus.
En relación al mercado de
automóviles, las ventas se dispararon en marzo si se comparan con el mismo mes
del año anterior. Se matricularon 85.819 turismos, un 128% más que en 2020.
Pero estos números no pueden analizarse sin recordar que a mitad de marzo del
año pasado se paralizó toda la actividad no esencial para frenar el avance del
coronavirus y, por tanto, los concesionarios estuvieron cerrados el resto del
mes, algo más de dos semanas.
El salto es importante.
Pero resulta insuficiente para compensar la caída de los dos primeros
meses del año. En enero y febrero se notó el impacto de la tercera ola de la
pandemia. También afectó la subida del impuesto de matriculación para uno de
cada dos coches comercializados y la finalización en diciembre de las ayudas
para las compras de vehículos nuevos. En este escenario, el resultado del
primer trimestre del año es de una caída en las ventas de algo menos del 15%,
hasta los 186.061 vehículos matriculados, según los datos de las tres
patronales del sector (Anfac, Faconauto y Ganvam).
Ante la situación
excepcional que afecta a la economía en el último año y para poner
dimensión a lo que está sucediendo, el sector prefiere comparar estos datos con
los del primer trimestre de 2019. Entonces la economía crecía a un ritmo
moderado; ahora las previsiones hablan de una cierta caída en el primer
trimestre del año.
Según Anfac, la
recuperación de la automoción está muy ligada a la del turismo y a la confianza
de los consumidores y estos indicadores dependen en gran medida del ritmo de
vacunación y de la situación económica general. Además, no hay que olvidar que
el impuesto de matriculación se subió de facto en enero y que el plan Renova se
canceló sin haber gastado todo el presupuesto.
En el canal de ventas de
las empresas de alquiler, la recuperación sobre el año anterior ha sido del
144%. Aunque, como en el conjunto del mercado, su comportamiento durante los
tres primeros meses del año ha sido peor que en 2020 con un retroceso del
21,3%.
También la caída del
primer trimestre en el canal de ventas a particulares (el mayor en España)
supera la del conjunto del mercado. Entre enero y marzo se han vendido 76.142
vehículos, un 22,8% menos.
EMPRESAS:
El Corte Inglés y los
sindicatos han resuelto rápidamente el primer ERE de la historia de la compañía.
En la sexta reunión de la comisión negociadora hubo acuerdo para un plan de
ajuste que afectará a 3.292 trabajadores, según confirman ambas partes. El
Corte Inglés se ha movido hasta aceptar algunas de las reivindicaciones de los
representantes de los trabajadores. Finalmente indemnizará las salidas (ya sean
voluntarias o forzosas) con 33 días por año trabajado con un máximo de 24
mensualidades (la indemnización que contempla la ley para el caso de despido de
improcedente).
El pacto incluye además
primas por la salida voluntaria. En este caso el punto de encuentro se ha
situado a medias entre lo que ofrecía la cadena de grandes almacenes en la
reunión previa y lo que reclamaban las organizaciones sindicales. Las primas,
eso sí, no se aplicarán a las extinciones forzosas. El pago será de un 5% del
salario anual para los trabajadores con una antigüedad en la empresa de entre 5
y 10 años; un 10% del sueldo para los que lleven entre 11 y 15 años y un 20%
del salario para los que tengan más de 15 años de antigüedad en la cadena de
grandes almacenes. Esto tiene un matiz más, ya que los empleados con más de 50
años de edad están excluidos del ERE (“aunque se podrán estudiar casos
individuales”, afirman fuentes de la empresa), así como los que tienen contrato
eventual o de días sueltos.
Fuentes de El Corte
Inglés confían en que la mayoría de las salidas sean voluntarias. En el caso de
que haya que recurrir a despidos forzosos, estos no podrán afectar a varios
colectivos: los que tengan una discapacidad del 33% o superior, víctimas de
violencia de género o terrorismo, que tengan al cuidado menores con
discapacidad o familiares de primer grado con enfermedad grave, así como el
cónyuge en matrimonios o parejas de hecho.
El acuerdo también
incluye un plan de recolocación para los empleados que salgan de la plantilla
de la cadena. Se hará mediante dos firmas, LHH y Manpower, que garantizan que “más
del 85% de éxito en la búsqueda de empleo y especializadas en perfiles técnicos
y comerciales”. El Corte Inglés se ha comprometido a contratar a estas dos
empresas de prestigio (LHH y Manpower) para que ayuden a los trabajadores
salientes a encontrar un nuevo empleo en función de su perfil e intereses
profesionales.