Los informes, de la
mayoría de analistas, apuntan a 2019 con cierto temor a posibles turbulencias
en la desaceleración económica esperada a nivel mundial, ya que, aunque se
espera que las economías sigan creciendo, previsiblemente lo hagan a un ritmo
más suave.
GLOBAL:
La previsión de
crecimiento del PIB mundial para el año que acabamos de comenzar, señala
estimaciones que oscilan desde el 2,9% hasta el 3,7% que augura el Fondo
Monetario Internacional (FMI).
A pesar esto, desde
luego, no se prevé una recesión económica (caídas del PIB) a corto y medio
plazo. En Estados Unidos, superada la Gran Recesión, se ha vivido el ciclo de
crecimiento más largo de la historia (aunque de forma más moderada que en
ciclos anteriores).
Tanto en Europa como en
Japón queda aún recorrido para seguir creciendo Y es que, tras un par de años
de crecimiento mundial sincronizado, parece que se volverá a producir una
divergencia en el grado de desarrollo de los diferentes países: Estados Unidos
seguirá siendo la locomotora que tire de la economía mundial (en el pasado 2018
el crecimiento estadounidense casi ha llegado al 3%, gracias a los estímulos
fiscales, y en este año 2019 se espera que se sitúe en alrededor del 2,5%).
Algunos analistas señalan
que, la inversión y la demanda interna se apoyarán en la rebaja fiscal realizada,
y en unos tipos de interés que, aunque estén subiendo, continúan siendo
históricamente bajos. A todo ello, hay que añadir algunos planes de
infraestructuras presentados al inicio de la presidencia de Trump que pueden
ser activados para incentivar el aumento de la demanda interna desde el sector
público.
Por lo que corresponde al
gigante asiático, China, deberían confirmarse las expectativas mantenidas
respecto a su economía desde hace unos años, con un crecimiento previsto del
PIB en 2019 próximo al 6%, medio punto porcentual menos que lo que se espera
para 2018.
De todas formas, la
evolución de la economía de China estará muy condicionada por el grado que
puedan alcanzar las tensiones desencadenadas por la Guerra Comercial de Trump. En
todo caso, se espera que sea una desaceleración suave.
En relación al peso de la
economía de Europa, en particular de la región del euro, el crecimiento del PIB
global regional podría caer por debajo del 2%, como consecuencia del menor
crecimiento del resto del mundo, y a propias “debilidades políticas y
económicas internas”. Durante este 2019, es posible que su PIB total se
desacelere hasta un aumento del 1,4%.
Según muchos analistas,
sin embargo, España seguirá siendo uno de los alumnos aventajados en la
eurozona, aunque el ritmo de crecimiento también se resentirá. La última
previsión del FMI para España, sitúa el avance del PIB de nuestra economía en
2019 en el 2,2% frente al 2,7% del 2018. La demanda interna (Consumo, Inversión y Gasto
Público) continuará propiciando el crecimiento español. Si bien, la incertidumbre
política en Cataluña y el posible “barullo político” como algunos le llaman,
pude actuar en contra (habrá que ver el resultado de las próximas elecciones
autonómicas).
No obstante, a nivel
global, sigue generando incertidumbre el desenlace final de la Guerra Comercial
entre EE UU y China, que podría frenar el crecimiento económico global. La
realidad, es que parece vislumbrarse cierta mejoría.
Todo lo contrario, ocurre
con el Brexit, ya que, tras el bloqueo de los acuerdos alcanzados, coge más
fuerza el “Brexit duro”: si se lleva a cabo una salida sin acuerdo, el daño a
la economía británica sería considerable, ya que su PIB podría caer un 5% de
media, e incluso un 8% si otros socios comerciales como Estados Unidos se
retrasan en la firma de los necesarios nuevos acuerdos.
Respecto a la retirada de
las medidas de monumental aumento de la liquidez (la política del “Quatitative
Easing”), los bancos centrales han preparado una retirada muy gradual de la
liquidez para no causar un cortocircuito en una economía que se ha acostumbrado
a la barra libre del dinero barato, que se ha podido cumplir gracias a la
ausencia de tensiones inflacionistas. Pues bien, los pronósticos para este 2019
apuntan a un ligero repunte de los precios en las principales economías,
impulsados por revisiones al alza de los salarios, aunque no mucho más allá del
2%, umbral que haría subir los tipos de interés a los bancos centrales: la
caída de los precios energéticos (el precio de crudo de referencia, el Brent,
se ha abaratado casi un 40%) está contribuyendo a contener los precios.
Esperemos que los tipos
de interés puedan continuar bajos (si los precios no repuntan excesivamente),
ya que el endurecimiento de las condiciones financieras sería nefasto y muy
peligroso, tanto para Gobiernos, empresas y economías domésticas, como
consecuencia de sus niveles de endeudamiento (la deuda total acumulada en el
mundo es un 60% superior a la que había en 2007, justo antes del estallido de
la crisis financiera, y equivale a 182 billones de dólares).
ESTADOS UNIDOS:
El proceso de
normalización de la política monetaria en Estados Unidos se acerca a un punto
de inflexión respecto a mayores subidas: la Reserva Federal de Estados Unidos decidió
subir los tipos de interés un cuarto de punto, situándolo en una banda
comprendida entre el 2,25% y el 2,5%. Son ya nueve incrementos desde que se
inició el nuevo ciclo hace justo dos años. Pero el banco central estadounidense
se lo tuvo que pensar y ha mostrado mayor flexibilidad al indicar que se irá
con más calma, al anticipar solo dos incrementos en 2019, frente a los cuatro
de este año.
La última vez que los
tipos estuvieron en el 2,25% fue en marzo de 2008, tras decidirse ese mes una
rebaja de tres cuartos de punto. Frente a la oposición frontal de Trump, el
presidente del banco central de Estados Unidos, Jerome Powell, señaló que
“subir los tipos es lo mejor que se puede hacer para lograr que la economía no
se recaliente y sostener la expansión”.
Ante la presión política,
Powell, dejó claro que nada va a disuadir a la Reserva Federal para que no haga
lo que es correcto.
El
presidente de la Reserva Federal, se ha seguido declarando
optimista respecto a la marcha de la economía estadounidense, aunque habla de
"corrientes cruzadas" al exponer la situación. Eran, por tanto, las
nuevas proyecciones y el lenguaje que iba a utilizar parta justificar la
decisión lo que va a determinar el curso que va a seguir. La previsión que hace
la Fed es de un crecimiento del 2,3% en 2019, frente a un 3% este año. Jerome
Powell declaró que “vemos que se modera algo el crecimiento, pero el desempleo bajará
del 3,7% y al 3,5%, y la subida del nivel de precios rondará el 1,9%. Esta
situación nos señala que hemos de ser pacientes”.
La Reserva Federal quiere
recuperar cierta munición de la política monetaria frente a una crisis que
hiciera preciso bajar de nuevo los tipos de interés (quiere salir, en cierta
medida, de lo conocido como trampa de la liquidez). Powell ha afirmado que “algún
incremento más, aunque gradual, será necesario”.
Encuestas señalan que la
mayoría contempla dos posibles nuevos aumentos de las tasas de interés
oficiales en Estados Unidos durante este 2019. Simultáneamente, la Reserva
Federal está vendiendo parte del fortísimo volumen de los activos de deuda (Bonos)
que adquirió durante la crisis. El balance llegó a tocar los 4,5 billones. Se
redujo durante el último año en casi medio billón de dólares.
No obstante, fiel a su
estilo, el presidente Donald Trump sigue presionando para que no se suban más
los tipos y se suspendan las ventas de activos del balance, ya que implican una
medida de reducción y contracción monetarias.
EUROZONA:
Con el final de año, se
ha llegado al final del programa de compra de bonos del Banco Central Europeo.
No obstante, la institución ha señalado que, durante 2019, volverá a inyectar
en el sistema monetario unos 200.000 euros, ya que se pretende evitar bruscas disminuciones de
la cantidad de dinero en circulación.
En esa línea, este año el
BCE adquirirá alrededor de 202.772
millones de euros en bonos por ese procedimiento (cada vez que
compra bonos inyecta dinero creando base monetaria), garantizando así unas
condiciones monetarias muy expansivas que todavía considera muy necesarias para
poder conseguir manteniendo la inflación de la zona euro por debajo del 2% de
manera consistente.
El BCE ha señalado que el
importe medio mensual de las compras será de casi 17.000 millones de euros durante el primer año.
Una cifra que supera los 15.000 millones mensuales del último tramo del
programa ya realizado entre octubre y diciembre de 2018.
En relación al final del
periodo del dinero, tan históricamente, barato, se pretende no crear problemas
en los mercados. Mientras los bancos alemanes están deseando que suban los
tipos de interés, las
entidades de las economías periféricas podrían tener problemas de
liquidez, debido al consiguiente incremento de su coste de financiación.
ESPAÑA:
El Banco de España ha rebajado
en una décima, su previsión de crecimiento para el año finalizado al 2,5%. Y ha
mantenido su previsión de crecimiento
para 2019 en el 2,2%, disminuyendo en una décima la del año 2020, hasta
situarla en el 1,9%. Asimismo, incorpora por primera vez proyecciones de
crecimiento para 2021, que sitúa en el 1,7%.
Por su parte, el Gobierno
calcula que la economía española crecerá un 2,7% este año, un 2,4% en 2019, un
2,2% en 2020, y un 2,1 en 2021.
En comparación con las
proyecciones anteriores, el crecimiento del PIB se revisa ligeramente a la
baja, en una décima en 2018 y otra en 2020. En 2018 se debe, con los datos más
recientes, a que el avance del
producto en el primer semestre del año fue menor del estimado anteriormente.
El estudio de las
anteriores cifras del Banco de España, muestra una caída de medio punto de la contribución de la demanda exterior al
crecimiento. Esta caída se compensa por la mayor contribución de la demanda nacional (3,1 puntos, cuatro
décimas más) ante las mejores perspectivas del consumo privado y público y,
sobre todo, de la inversión, que crecerá un 6,2% por el empuje tanto de los
bienes de equipo (7,8%) como de la construcción (6,1%).
El Banco de España espera
que la economía española siga creciendo por encima de su potencial impulsada
por la política monetaria, la mejor situación patrimonial de las empresas y
familias y el descenso del precio del petróleo, lo que permitirá reducir el
desempleo hasta situar la tasa de paro en alrededor del 12,2% en el año 2021.
El aumento de la demanda
se verá favorecido por los mejores
datos de empleo y salarios, aunque tenderá a desacelerarse, advierte,
por la recuperación de la tasa de ahorro y porque el aumento de la renta
disponible de los hogares procederá del incremento de los salarios y no de la
generación de empleo, como ocurre ahora.
De acuerdo a las
proyecciones, la inversión residencial
"continuará mostrando ritmos de crecimiento elevados" gracias
a la mejoría del empleo y el acceso a la financiación, y también la inversión
empresarial tendrá "un notable dinamismo".
Desde el ejercicio de
2015, la economía española ha ido mostrando síntomas de agotamiento, El
Instituto Nacional de Estadística (INE), ha señalado que, durante el tercer
trimestre de 2018, el PIB creció un 2,4%. En todo caso, la economía española
está creciendo más que la media de los países europeos de su entorno (ocho
décimas más si se compara con la eurozona).
Otras instituciones, como
la Cámara de Comercio, enumeran las dificultades que atraviesa la coyuntura
internacional (desaceleración de la economía, escalada proteccionista,
endurecimiento de la política) y las propias de España (problemas
territoriales, incertidumbre política y previsible aumento de la presión
fiscal) para justificar sus pronósticos de crecimiento más bajos que los de
años anteriores (2,5% en 2018 y 2,2% en 2019).
Por otro lado, respecto a
la evolución de los precios en la economía española, según ha adelantado el
INE, el IPC de diciembre se situó en el 1,2% (cinco décimas menos que la tasa
registrada en el mes de noviembre). De esta forma ha disminuido
consecutivamente: se trata de la segunda caída de la tasa tras mantenerse por
encima del 2%.
Una de las causas de la
bajada es la habido en el precio de los combustibles: el precio del barril
petróleo, que comenzó a desplomarse en octubre desde máximos de 86 dólares,
comenzó a trasladarse a los surtidores en noviembre (la gasolina y el gasóleo
bajaron en términos mensuales un 3,7% y un 2,5%, rebajando sus tasas anuales).
En noviembre y buena parte de diciembre, el precio del crudo ha seguido a la
baja, hasta 53 dólares, con lo que el IPC en España, un país muy dependiente
del petróleo, se ha desplomado al 1,2%, su nivel más bajo desde abril.
En relación al mercado
laboral, se ha cerrado un nuevo año creando empleo: El mes de diciembre pasado
ha acabado mostrando una media de 563.965 afiliados más a la Seguridad
Social que en el mismo mes del ejercicio anterior. Por primera vez desde
2007, un año acaba con más de 19 millones de cotizantes, según las cifras
divulgadas por el propio Ministerio de Trabajo.
En el último lustro se
han creado casi 2,7 millones de empleos a un ritmo de 1.461 al día. Son otras
tantas cifras las que explican por qué la crisis todavía está presente en
España y sus heridas aún no han suturado: entre 2008 y 2012 se destruyeron 2,9
millones de puestos de trabajo (tres millones si se añade 2013), 1.605 al día.
2018 ha acabado con algo
más de 19 millones de afiliados. Desde 2007 no sucedía nada parecido, aunque
esa cifra todavía está lejos del máximo histórico de afiliación, que se alcanzó
en verano de ese mismo año (19,5 millones).
Respecto al Paro
Registrado, también hay que remontarse al comienzo de la crisis. El actual de 3,2
millones de inscritos como desempleados demandantes de empleo en las
supone el dato más bajo desde el año 2008.
Estos buenos datos del
pasado diciembre implican que el crecimiento anual del empleo ha vuelto a
superar el 3%. Concretamente se situó en el 3,06%. Este porcentaje es la mejor
prueba de que la recuperación ha vuelto a ganar fuerza, ya que durante el pasado
mes de noviembre se situó en el 2,87%.
La mejora del empleo es
generalizada en casi todas las actividades. Prácticamente en todas ellas se
cerró el año con ganancias de afiliación. Una de las diferencias entre 2018 y
los años de recuperación anteriores es que ahora se ve con más claridad en las
estadísticas que se crea empleo de mayor calidad que el que se venía creando
hasta ahora. Según los números de la Seguridad Social, el año pasado entre los
asalariados se crearon 423.072 empleos a jornada completa por 70.967 a jornada
parcial, y 484.072 indefinidos por 9.966 temporales.
No obstante, si en lugar
de tomar como referencia la afiliación, se observan los contratos, el optimismo
queda bastante matizado: en 12 meses se firmaron casi 22,3 millones, pero de
esta cifra, algo más de 20 millones son temporales (prácticamente el 90%) pese
al significativo repunte que han tenido los contratos indefinidos en el último
ejercicio.
El año pasado acabó con
8,8 millones de mujeres afiliadas a la Seguridad Social. Sin embargo, la
igualdad de género todavía está lejos a la vista de las cifras publicadas: los
hombres con empleo superan los 10 millones; hay 1,86 millones de mujeres
paradas por 1,34 millones de hombres; y la reducción del desempleo entre estos
últimos duplicó a la de ellas (-8,39% frente al 4,51%).
Por lo que respecta al
déficit público, el aumento habido en la recaudación de impuestos alivió al
déficit público del Estado entre enero y noviembre pasados. La diferencia entre
los ingresos y los gastos llegó a una cifra de 12.378 millones de euros, un
31,6% menos, tras registrar un aumento de los ingresos impositivos del 8,4%,
hasta los 157.259 millones de euros.
Según el Ministerio de
Hacienda, los impuestos directos y cotizaciones sociales alcanzaron una cifra
de 104.996 millones, un 8,8% más, debido fundamentalmente al aumento del 7,9%
del IRPF, hasta 77.834 millones y por el incremento de las retenciones del
trabajo, que se situaron en 68.106 millones tras repuntar un 6,5%.
El impuesto sobre
Sociedades, o impuesto sobre el beneficio, aumentó un 12,4%, hasta 21.947
millones, y la recaudación por impuestos especiales se elevó un 1,2%, hasta
18.923 millones. Cifras que permitieron al Estado contrarrestar un incremento
del gasto del 4,6% de los gastos no financieros, que se situaron en 193.353
millones tras los once primeros meses del año. El déficit del conjunto de las
administraciones públicas, excluyendo la administración local, se redujo por su
parte un 34,9% entre enero y octubre, hasta los 12.924 millones de euros, lo
que equivale al 1,07% del PIB excluyendo la ayuda financiera. En el desglose de
los datos, la Administración central alcanzó un déficit de 9.077 millones en los
diez primeros meses del año (el 0,75% del PIB) mientras que las comunidades
autónomas cuadriplicaron su superávit, que se situó en 2.066 millones de euros.
En relación al turismo, España
recibió más de 78,4 millones de turistas extranjeros hasta el pasado mes de
noviembre. La cifra supone un incremento del 0,7% con respecto al mismo periodo
de 2017 y sitúa a España, salvo anomalía en los datos de diciembre, muy
cerca de rebasar, ya por sexto año consecutivo, la de entrada de
visitantes extranjeros, que en 2017 se situó cerca de los 81,9 millones.
Por países de origen, el Reino
Unido sigue siendo el principal país de procedencia de las personas que nos
visitan. Más de 17,6 millones de británicos visitaron España en los 11 primeros
meses del año. La cara negativa de la moneda es que ese dato supone un descenso
del 2% respecto al mismo periodo de 2017, lo mismo que sucede con el segundo
país emisor, Alemania (10,9 millones de turistas, -4,7%). También los
procedentes de Francia con casi 10,8 millones de turistas (un aumento del 0,7%
respecto al año 2017).
Por comunidades, Cataluña
lidera las visitas (18,1 millones de turistas), seguida de Baleares (13,7),
Canarias (12,5), Andalucía (11,1) y Comunidad Valenciana (8,8). La que mayor
variación anual presenta es sin embargo la sexta, Madrid, cuyos 6,6 millones de
turistas representan un 6% más que en los once primeros meses de 2017. Las tres
primeras en importancia presentan sin embargo variaciones interanuales
negativas lastradas en parte por los malos datos veraniegos.
Según
la encuesta que publica Egatur, los turistas extranjeros
que visitaron España entre enero y noviembre de 2018 gastaron 84.811 millones
de euros, el 2,8% más que en los once primeros meses de 2017. Solo en noviembre
los viajeros internacionales se dejaron 4.890 millones de euros, el 5,3% más
que un año antes.
De forma que, en el mes
de noviembre pasado, el gasto medio por turista se incrementó un 1,7% y se
situó en 1.075 euros, mientras que el gasto medio diario se disparó un 12,4%
hasta los 155 euros, según los datos del INE, que revelan que la duración media
de la estancia se situó en 6,9 días, lo que supone un descenso de 0,7 días con
respecto al mismo mes de 2017.
Por otro lado, en el año
finalizado las exportaciones españolas han aumentado, pero tan sólo una
tercera parte de lo que lo hacían durante 2017. Por primera vez desde el inicio
de la crisis, las exportaciones perderán peso en el conjunto de la economía
tras haber estado elevándose ininterrumpidamente desde el 23% del PIB que
suponían en 2009 hasta el 34% que suponen en la actualidad.
En su último informe
trimestral, el Banco de España detecta “un posible agotamiento de los
efectos positivos de ganancia de competitividad observado tras la crisis”.
Aunque las exportaciones no dependen solo de los precios (la subida de precios
española ha superado ligeramente la europea durante 2017 y 2018, lo que implica
cierta pérdida de competitividad).
Al
menor ritmo de las exportaciones hay que añadir que las importaciones crecen
casi el doble que las exportaciones españolas, de modo que el saldo positivo
con el exterior empeora significativamente durante el último año, desde el 2,1%
al 1,4% del PIB. El Banco de España lo atribuye al pasado encarecimiento del
crudo, la apreciación del euro, la atonía de la demanda externa y la
recuperación de destinos turísticos competidores.
No obstante, el Banco de
España observa, además, otros factores: “las ganancias de competitividad
respecto al exterior han tendido a frenarse, ya que las empresas españolas
experimentan una necesidad menos imperiosa de buscar nuevos mercados en un
contexto de fortaleza de la demanda interna”.
Un aspecto preocupante
es, sin duda, la deuda exterior española (una de los principales riesgos de
nuestra economía). Entre los meses de julio y septiembre pasados, el conjunto
del endeudamiento público y privado en manos extranjeras solo registró un leve
aumento de 9.000 millones de euros, un 0,4% más sobre todo por las obligaciones
del Estado. Pero bastó para superar por poco los dos billones de euros, un
umbral jamás alcanzado. (la cifra fue, nada menos, que de 2,004 billones de
euros (el 167,4% del PIB al cierre del tercer trimestre de 2018) según datos facilitados
por el Banco de España.
Otras economías, como es
el caso de Japón o Italia, sufren un problema de deuda. Pero se trata de un
dinero que se deben entre italianos y japoneses. Otros países también presentan
un endeudamiento elevado con el extranjero. Pero a la vez han prestado mucho
fuera y neutralizan esa posición deudora en términos netos. No es el caso de
España, que en términos netos posee una de las mayores deudas del mundo, un
84,1% sobre PIB una vez se restan las deudas que le deben más allá de sus
fronteras. Incluso si ha caído en 15 puntos, sigue estando disparada: por culpa
de este dato los españoles se encuentran en el pelotón de cola de Europa junto
a Grecia, Portugal y Chipre (la Comisión Europea considera un desequilibrio
excesivo superar una cifra al equivalente el 35% del PIB).
A pesar de haber tenido siete
años de superávit con el exterior y cinco de crecimiento económico, la deuda
externa se ha venido reduciendo de una forma más lenta de lo deseable. Es más,
todo lo contrario, ha seguido aumentando si la valoramos en euros.
En sus últimos informes,
el Banco de España y el FMI en relación a este problema han señalado: España
padece un problema de alta deuda pública y externa. Y para seguir haciendo
frente a esos pagos tiene que generar continuos superávits con el exterior
(significa disponer de capacidad de financiación). Lo que a su vez implica que
tiene que mantener la competitividad.
Ahora bien, no toda la
deuda significa o implica lo mismo: una parte del incremento del endeudamiento,
se explica porque el Banco de España ha servido para canalizar las inyecciones
de dinero del BCE. Desde 2015, los pasivos del Banco de España con el exterior
se han elevado en 200.000 millones. En principio, estas deudas obedecen en buena
medida a las operaciones del eurobanco, que va a ir renovando según vea preciso
y, por tanto, suscitan menos preocupación. Es decir, España ha recompuesto algo
sus pasivos durante los últimos años, aumentando los del Banco de España y
aminorando los del sector privado.
En otro orden, hemos de
referirnos a que las matriculaciones de vehículos continúan creciendo en
España, pero cada año con menor fuerza. En 2018 se matricularon 1.321.438
unidades, una cifra que representa un incremento del 7% respecto al año
anterior (el avance más lento de los últimos cinco años). Esta nueva
desaceleración se produce en un ejercicio en el que no hubo ayudas de la
Administración a la adquisición de vehículos nuevos y en el que creció la
incertidumbre sobre el futuro de los vehículos impulsados por motores diésel,
cuyas ventas cayeron un 20%.
Sin duda, ha influido la
nueva norma europea de control de emisiones (WLTP en sus siglas en
inglés), que entró en vigor en septiembre y que hizo que marcas y
concesionarios hicieran un esfuerzo para liquidar las existencias de vehículos
previos a la nueva homologación. Esas ventas avanzadas, concentradas en julio y
agosto, tuvieron efectos: caída de la comercialización en los últimos cuatro
meses del año, incluso en diciembre (3,5%), cuando no disminuían las ventas
desde 2012.
El canal que tuvo un
mejor comportamiento fue el de las compañías de Renting: matricularon un 13,6%
más de vehículos el pasado año y fueron las responsables de la comercialización
de 420.651 vehículos (su auge se interpreta como un seguro adicional que están
tomando los compradores particulares ante la incertidumbre que generan las tecnologías
de combustión clásicas de gasolina y diésel).
MERCADOS:
Las Bolsas mundiales se
tiñeron de rojo en la víspera de la Navidad, arrastradas por Wall Street,
que vivió la peor Nochebuena de su historia, víctima de las incertidumbres
políticas y económicas en Estados Unidos como consecuencia de las críticas
de Donald Trump a la Reserva Federal por la subida de los tipos de interés. El
Dow Jones, el principal indicador de la bolsa neoyorquina, descendió un 2,91%
el día 24. La Bolsa de Tokio, una de las pocas que abre el día de Navidad,
recibió el contagio y se desplomó un 5%, su peor registro en dos años.
También ha influido el
cierre parcial del Gobierno estadounidense por falta de un acuerdo
presupuestario entre los republicanos y los demócratas.
Todos los sectores
económicos terminaron el año en rojo. Existe nerviosismo en los mercados, y
también en la Casa Blanca, desde donde el presidente Trump echa la culpa al
presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, después de presumir que bajo
su mandato los mercados no paraban de ganar dinero.
Trump ha llegado a
afirmar, algo inédito para cualquier presidente de Estados Unidos, que “el
único problema” de la economía estadounidense es la Reserva Federal, ya no
tiene tacto con el mercado, y no entiende las disputas comerciales en las que
está inmerso el país. Están subiendo las tasas de interés demasiado rápido
porque creen que la economía está muy bien. Pero yo creo que lo entenderán muy
pronto.
La mala racha de Wall
Street arrastró a los mercados asiáticos. La Bolsa de Tokio registró,
igualmente, la peor caída en dos años de su principal indicador, el Nikkei, un
índice que incluye a los 225 títulos más representativos del mercado.
Por su parte, el
principal indicador de la Bolsa española, el Ibex 35, terminó por debajo del
nivel de los 8.500 puntos, por las dudas de los inversores sobre el futuro de
la economía mundial.
Sin embargo, del desastre
a la euforia, después de las navidades, Wall Street volvió con energías
renovadas, tras el batacazo de Nochebuena y registró una subida de
récord.
En relación a las
divisas, el mercado de cambios ha reflejado la gran preocupación de los
inversores sobre el alcance que la guerra comercial de Trump puede tener sobre
el crecimiento global. El profit warning (anuncio que realiza una empresa que
cotiza en Bolsa a sus accionistas en relación a la previsión de beneficios de
la empresa) de Apple fue el detonante para una oleada de ventas en la renta
variable y también para la huida fulminante en busca de refugio hacia el yen.
El movimiento provocó un alza de la divisa nipona frente al dólar superior al
4% y por momentos llegó a recordar a lo vivido en el inicio de la crisis de
2008, cuando los inversores se apresuraban a deshacer las posiciones de riesgo
que habían tomado endeudándose en yenes, con el coste de financiación más
barato.
El ascenso de la divisa
japonesa se vio acentuado, además de por el temor al declive económico y el
carry trade (estrategia utilizada en el mercado de compraventa de divisas por
la que un inversor vende una cierta divisa con una tasa de interés
relativamente baja y compra otra diferente con una tasa de interés más alta). Así,
cuando más toma cuerpo el miedo a un cambio de ciclo económico, más se
revaloriza el yen. En el último mes acumula un alza superior al 5% frente al
dólar, la mayor entre las principales divisas del mundo.
El yen ha sido también la
divisa que más se ha apreciado frente al euro en 2018, el 7,56%, seguida del
4,74% del peso mexicano –en México los tipos de interés subieron al 8%, el
nivel más alto en una década– y del alza del 4,69% del dólar frente a la divisa
europea, después de las cuatro alzas de tipos decididas por la Fed durante el
año.
La política de la Reserva
Federal estadounidense fue de hecho determinante en la fortaleza del dólar
durante el año pasado, mientras que el euro siguió acusando las dificultades
del BCE para subir los tipos de interés, en un entorno de enfriamiento
económico y de riesgo político, concentrado en Italia. Los inversores llegaron
incluso a temer que la Fed se hubiera pasado de frenada en sus subidas de
tipos, acelerando con ello el cambio de ciclo económico.
Las alzas de tipos en
Estados Unidos provocaron además un duro golpe para las divisas emergentes en
2018, que sufrieron la retirada de capitales propia de cuando resulta más
atractivo invertir en dólares. Así, la fortaleza del dólar estadounidense
reveló a Argentina y Turquía como los países más vulnerables. En su cruce
con el euro, el peso argentino se derrumbó el pasado año el 48,24% y la lira
turca otro 24,82%.
Algunos analistas señalan
que, si se cumple la expectativa mayoritaria de que no habrá recesión, pero sí
un menor crecimiento, el dólar debería depreciarse hasta los 1,21 dólares por
euro a finales de año. Con un dólar más débil, las divisas emergentes podrán
tomar aire, aunque seguirán condicionadas por la guerra comercial.
EMPRESAS:
El “procés” sigue pasando
factura al tejido empresarial catalán. De hecho, desde enero, Cataluña es la
comunidad autónoma de España que mayor recorte en la creación de empresas ha
sufrido.
Hasta noviembre, se han
abierto 1.176 empresas catalanas menos que durante el mismo periodo del año
anterior. Mientras que Madrid, la otra cara de la moneda, ha sumado el
incremento de compañías nuevas más importante: 1.396 sociedades han nacido en
esta región hasta noviembre. Es la comunidad con mayor número de nuevas
empresas este año.
En concreto, según el
Estudio sobre Demografía Empresarial, publicado por Informa D&B, se han
abierto 16.339 compañías en Cataluña, un 6,71% menos, por las 20.292 que han
visto la luz en Madrid, un 7,3% más que durante el mismo periodo anterior.
Cataluña, que siempre
había encabezado los ránkings de creación de empresas, comenzó durante octubre
de 2016 una consecución de meses de cierre de compañías.
La situación política no
termina de mejorar el clima empresarial y continúa degradando la confianza de
los inversores y los consumidores catalanes. Según el Instituto de Estadística
de Cataluña (Idescat), la confianza de las empresas en el devenir de la
economía regional disminuyó un 2% en el tercer trimestre de este año, en
relación con los tres meses anteriores.
Pero si las cifras han
sido negativas para Cataluña, no han sido mucho mejores para el resto del país.
En el conjunto de España, la creación de sociedades apenas ha escalado un
0,77%, respecto a 2017, hasta las 88.790 nuevas compañías que había hasta
noviembre. Además, el capital invertido se ha reducido un 1%.