En
el año 1993, algunos decían, que para el año 2010 el sistema de
pensiones habría quebrado. Ahora un grupo denominado de expertos (tengo que señalar que, en cualquier materia, no me gusta el termino "expertos"), afirma que quebrará en el 2022.
Evidentemente,
al tratarse de un asunto social de tal importancia, es preciso
analizar en todo momento su mejora para lograr la llamada
sostenibilidad del sistema.
Ahora
bien, el momento de recesión que padecemos no parece que sea el más
idóneo para una reforma de estas características, que dicho sin
ningún eufemismo, lo que pretende es, lisa y llanamente, bajar las
pensiones presentes y futuras.
Las
presentes, porque no revisar las pensiones de acuerdo al IPC, supone
que la pensión real –su poder adquisitivo- disminuirá año tras
año.
Y
las futuras, ya que las recomendaciones proponen que quien se retire,
por ejemplo, en 2014 tendrá que cobrar durante toda su jubilación
lo mismo que quien se jubile en 2019 con las mismas bases de
cotización... Sabiendo que, como norma general, cada vez se vive
durante más tiempo (la esperanza de vida suele aumentar cada año en
unos 50 días), la normal es que la pensión inicial media de los
jubilados en el futuro sea más baja. Y así lo admite el informe. El
texto, igualmente, propone que se incentive el retraso voluntario de
la jubilación.
La
realidad, es que las propuestas no son, precisamente, un estímulo
para el consumo de las familias, que sentirán aún más temor por la
incertidumbre de su futuro.
Caso
de materializarse la nueva reforma, de nuevo se estaría cometiendo
un grave error, ya que supone una nueva medida que deprimirá aún más a
la economía.
Y
lo que es peor, se generan dudas en los ciudadanos respecto a la
evolución de sus rentas en los próximos 30 años.
Los
problemas de la Seguridad Social están íntimamente relacionados con
la evolución del empleo y del Producto Interior Bruto español. Todo
el esfuerzo de nuestros políticos debería ir dirigido a esos dos
objetivos básicos y fundamentalísimos: producción y empleo. Para ello es prioritario arbitrar medidas de intensificación de la
demanda. Todo lo contrario, de lo que “día tras día” se viene
haciendo.
En realidad, exactamente, no sabemos lo
que se va a hacer. El tema de las pensiones de nuestros mayores,
-de media en 2012 algo más de 800 euros mensuales- debería ser
una “línea roja” que en ningún caso se debería romper. Hay
muchos gastos claramente superfluos que habría que suprimir antes
que recortar las pensiones.
Se
trata de un asunto que afecta a uno de los objetivos centrales que
debería guiar a nuestros políticos: asegurar el futuro de nuestros
jóvenes y dar tranquilidad a los mayores.
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