Las
autoridades de Berlín, están convencidas de que su receta
(austeridad y reformas) es la mejor. Y esta imposición, difícilmente
va a cambiar. La política económica europea puede seguir
suavizándose según los resultados de las elecciones germanas en
septiembre y del devenir de la crisis económica, pero poco más.
Que “nadie espere ningún giro radical, más allá del tiempo
extra en algunos países para recortar el déficit o el renovado
acento sobre las políticas sociales para luchar contra el desempleo
juvenil”.
La
inversión pública alemana es pírrica,… de poco más del 1% del
PIB (inferior incluso a la española que se ha hundido con la
crisis). Y eso, no va a variar pese a las peticiones del Sur de
Europa. En Berlín se alude continuamente al “crecimiento sano sin
más deuda”.
Según
las autoridades alemanas, las restantes áreas económicas (Estados
Unidos y Japón) “acabarán pagando caro el haber optado por las
vías fáciles”. Alemania no piensa que no haya alternativa a su
recetario, pero está convencida de que su fórmula es la mejor.
Opinan
que si existen efectos colaterales, como la creciente germanofobia,
Berlín puede con ello: “es un mal temporal. Se evaporará
cuando vuelva el crecimiento. Es más fácil aplicar medidas
dolorosas acusando a un enemigo externo; si hay que buscar un chivo
expiatorio en Alemania, podemos vivir con eso”. Afirman….
En
realidad, a Alemania sólo le preocupa que no haya más
transferencias de dinero a otros países: una parte de la ciudadanía
no lo aceptaría, y por eso surgen partidos favorables a abandonar el
euro.
Según
algunos analistas, el pensamiento económico alemán “es uno de los
más extremos del mundo: niega completamente los efectos positivos
que pueda tener un keynesianismo moderado, incluso en la trampa de
liquidez en la que está Europa”.
Enmarcado
en ese ideario, el presidente del Banco Central alemán, Weidmann, llegó a criticar el mes pasado la prórroga concedida a Francia para ajustar su déficit.
Teme que estas prórrogas erosionen las nuevas reglas de estabilidad
aprobadas en Europa el año pasado. Francia, dice Weidmann, “tiene
una responsabilidad especial, lo mismo que Alemania”, para evitar
que estos acuerdos queden en papel mojado.
Igualmente, también disparó contra las medidas anticrisis del Banco Central Europeo
(BCE), que redujo los tipos de interés a su mínimo histórico
de medio punto. Llegó a afirmar sentirse “preocupado porque la buena
evolución de los mercados financieros y que, en particular, los
bajos tipos de interés, rebajasen la presión para combatir las causas
de la crisis”. Para Weidmann, “que países como España se
endeuden más barato gracias a las medidas del BCE es más un riesgo
que un alivio”…. Yo añadiría que, sobre todo, lo es para los
bancos alemanes (nuestros acreedores).
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