La guerra comercial
promovida por el presidente Trump con China, está afectando más de lo previsto
a la economía mundial. De forma que asistimos a una gran incertidumbre, y a una
rebaja continua de las previsiones a nivel mundial.
GLOBAL:
El FMI (Fondo
Monetario Internacional) ha rebajado en dos décimas sus expectativas de
crecimiento para 2019, hasta el 3,5%. Situación que podría verse agravada si el
Brexit del Reino Unido se produce sin acuerdo.
Ante este panorama, el
FMI está postulando que los Bancos Centrales asuman este escenario de riesgos,
suavizando de nuevo sus políticas monetarias, y no llevando a cabo alzas en las
tasas de interés.
Según la economista jefa
del FMI, Gopinath, “el comercio y la inversión se han frenado, la producción
industrial fuera de Estados Unidos se ha desacelerado y los índices de los
gestores de compras se han debilitado, lo que apunta a un escenario general más
débil. Aunque eso no significa que estemos en puertas de una crisis económica
es importante tomar nota de los muchos riesgos al alza que existen. A ello hay
que añadir un posible Brexit duro del Reino Unido, y la desaceleración de China”.
En relación a China,
Gopinath ha recalcado que si bien durante el pasado año, las autoridades chinas
emprendieron reformas para regular la actividad bancaria en la sombra y la
inversión no presupuestaria de los gobiernos locales que frenó su ritmo de
crecimiento, la escalada de la guerra comercial con Estados Unidos ha obligado
a Pekín a revertir esas políticas y a aprobar medidas de estímulo para suavizar
el frenazo. En sus propias palabras: "las rebajas de los tipos de interés
y la relajación de las reservas de capital a los bancos han amortiguado el
frenado. Pero puede no ser suficiente, ya que su desaceleración podría ser más
rápida de lo previsto si continúan las tensiones comerciales y eso podría
provocar ventas abruptas en los mercados financieros y de materias primas. Cosa
que ya tuvo lugar durante los años 2015 y 2016. A todo ello, hay que
añadir la incertidumbre que existe respecto a los nuevos gobiernos de Brasil y
de México; y la posible caída del precio de las materias primas. Para el barril
de petróleo el FMI prevé un precio de 55 ó 60 dólares durante 2019.
En el área de las
economías más desarrolladas, debido a las dificultades del sector del automóvil
en Alemania, es la Eurozona la que padece una mayor rebaja de sus perspectivas
de crecimiento económico (tres décimas menos de lo previsto en octubre, hasta
el 1,6%).
Respecto a las economías
emergentes, México y Turquía sufren las mayores rebajas en sus previsiones de
crecimiento. Sin embargo, para Brasil, el FMI confía en que la recuperación se
mantenga, con un crecimiento del 2,5% este año, una décima más de lo previsto,
y un 2,2% para 2020, una décima menos. Aunque señala que esta circunstancia se
debe a factores meramente cíclicos.
Consecuencia de esta
situación mundial, el Fondo pide a las autoridades monetarias que sus políticas
deben seguir normalizándose con sumo cuidado. Postula también el Fondo por una
mayor cooperación internacional: “la principal prioridad política es que los
países resuelvan con rapidez y cooperación sus desacuerdos comerciales y la
consiguiente incertidumbre política, en lugar de levantar dañinas barreras y
desestabilizar una economía global debilitada”.
Por su lado, la propia
directora del FMI, Christine Lagarde, ha manifestado que "es preciso
redoblar los esfuerzos para resolver los problemas que compartimos, desde la
reforma del sistema de comercio mundial, a la lucha contra la corrupción y la
evasión fiscal, y afrontar la amenaza del cambio climático". Sin embargo,
no parece que el presidente de Estados Unidos esté por la labor.
CHINA:
El Producto Interior Bruto (PIB) de China creció un
6,6% en 2018, el ritmo anual más lento en tres décadas. Durante el último trimestre del año pasado, el
aumento del PIB se redujo al 6,4%.
El dato evidencia la desaceleración de la economía
de China, en plena guerra comercial con Estados Unidos y con una demanda
interna más débil. Y, dado que China ha significado, nada menos, que un tercio
del crecimiento del PIB global en la última década, las circunstancias actuales
contribuyen a aumentar la preocupación en torno a los riesgos sobre la economía
mundial.
Hay que señalar que la desaceleración también se
debe a factores internos: las autoridades han tenido que adoptar medidas para
reducir el fuerte crédito corporativo y otros riesgos financieros.
El Gobierno de China conserva importantes
herramientas para estimular el crecimiento: el aumento del gasto público, el
recorte de impuestos o la rebaja de los tipos de interés de referencia.
En relación a su sector
exterior, según datos de la agencia Reuters, las exportaciones chinas cayeron
un 4,4% en diciembre, pese a que mantuvo un superávit comercial anual con Estados
Unidos de 323.000 millones de dólares (el mayor desde 2006).
También disminuyeron sus
importaciones un 7,6% en diciembre, lo que evidencia el debilitamiento de su
inversión y consumo.
En todo caso, la guerra
comercial se ha comenzado a sentir: las exportaciones mensuales a Estados
Unidos cayeron un 3,5% en diciembre, mientras que las importaciones de
productos estadounidenses se desplomaron un 36% una vez que China dejó de
comprar soja y otras materias primas estadounidenses.
Hay que añadir que, Japón
y Alemania (los mayores compradores de las exportaciones de China) han visto
contraerse sus economías lo que, sin duda ha ocasionado una disminución de sus
compras a China
JAPÓN:
Para abandonar la
situación de débil deflación y debilitamiento crónico que desde hace décadas
venía padeciendo la economía de Japón –“trampa a la japonesa”- las autoridades
de Japón inyectaron en los últimos seis años más de 4,9 billones de dólares.
Pues bien, la realidad es
que los estímulos monetarios no han funcionado. La situación, desde luego
recuerda a una auténtica “trampa de la liquidez Keynesiana”, por lo que su
economía se ve sometida al riesgo de tener que vivir permanentemente bajo unos
estímulos que por sí solos no han funcionado.
El primer ministro nipón,
Shinzo Abe, acometió con el apoyo del Gobernador del Banco Central de Japón, Haruhiko
Kuroda, la compra masiva de activos de renta fija (operaciones de Mercado
Abierto) a fin de inyectar dinero masivamente persiguiendo bajar los tipos de
interés (están en terreno negativo). Se trata de una política monetaria
radicalmente expansionista para facilitar una mayor inversión y consumo y, de
esta forma, lograr reactivar a la economía.
Abe, a su vez aumentó
considerablemente el gasto fiscal (fundamentalmente en la construcción de
infraestructuras para los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020). Esta política
conocida como Abenomics, se vio acompañada por algunas victorias. Una de ellas,
fue la importante depreciación del Yen frente al Dólar que impulsó las
exportaciones japonesas. Ese aumento consiguió un crecimiento de los beneficios
empresariales, pero no se tradujo en aumentos de la inversión, ni del consumo
de las familias, ya que los salarios se mantuvieron, prácticamente, inalterados
(el consumo de las familias en Japón es uno de los grandes motores de su
economía).
Japón consiguió
registrar, aunque de manera débil, tres años consecutivos de crecimiento
económico. Sin embargo, durante el tercer trimestre de 2018 se ha vuelto a caer
en la anterior situación.
Según importantes
analistas de la economía de Japón, “la idea era dar un impulso a la economía
con una combinación de políticas expansivas y, una vez encaminada esta
recuperación, se suponía que el Gobierno implementaría programas de reformas
estructurales difíciles de acometer. Sin embargo, el crecimiento se detuvo
abruptamente al aumentar el IVA en 2014 y no se logró un progreso significativo
en las reformas”.
Señalan esos analistas,
que la principal reforma pendiente es la de flexibilización del mercado de
trabajo. Una medida que choca frontalmente con el modelo de relaciones
laborales que tradicionalmente mantiene Japón (actualmente su tasa de paro está
muy baja, el 2,5%). Algo se ha avanzado en la necesaria inmigración, ya que
Japón necesita una mayor fuerza laboral.
También ha tenido lugar la
apertura de sectores protegidos con la firma de dos tratados de libre
comercio: el que abarata los intercambios con la Unión Europea, y el
revitalizado Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico con
varias economías asiáticas y americanas.
Para finales de este año está
prevista una nueva subida del IVA, del 8% al 10%, con la finalidad de financiar
los incrementos de costes de la Seguridad Social motivados por una población
más envejecida. Esta subida de impuestos, y las pocas expectativas de alzas
salariales, hacen temer una mayor caída en el estancamiento.
El
problema, quizá fundamental, es que las autoridades de la tercera economía
mundial, Japón, “han agotado la munición”, por lo que la
economía nipona estará más expuesta y dependiente a lo que ocurra en el entorno
internacional.
ESTADOS UNIDOS:
El Banco Central de
Estados Unidos, la Reserva Federal, se ha visto obligado a ralentizar el ritmo
de subidas de tipos de interés y de vuelta a la normalidad.
En su última reunión, ha
decidido mantener intactos los tipos de interés en la banda del 2,25% y 2,5%
(el mismo de marzo de 2008), asegurando que se tomará más calma antes de volver
a subirlos. Todo ello, también como consecuencia de la incertidumbre que acecha
a la economía estadounidense.
Y es que si bien, la
Reserva Federal señala que “lo más probable” es que se mantenga en Estados
Unidos el crecimiento económico y el buen ritmo del mercado laboral, sin
embargo, en sus declaraciones “han desaparecido” sus referencias a que “los
riesgos estaban más o menos equilibrados”.
Ha señalado la Fed que "en
vista de los desarrollos de la economía y las finanzas globales, así como de
las débiles presiones inflacionistas, será paciente a medida que determina qué
ajustes futuros del rango objetivo de los tipos de interés son
apropiados".
Aunque desde luego, en
este momento, los indicadores certifican la buena salud de la economía
estadounidense: una tasa de desempleo del 3,9% al cierre de 2018 (nivel de
pleno empleo), y la subida de precios controlada en alrededor del 2% anual.
El proceso de
normalización monetaria en Estados Unidos arrancó en diciembre de 2016, subiendo
los tipos de interés por primera vez. Desde entonces, ha incrementado las tasas
en nueve ocasiones.
EUROZONA:
Mario Draghi en la
última comparecencia ha manifestado que los riesgos en la región, para este
2019, siguen creciendo: el Brexit, las guerras comerciales, la incertidumbre
política... llegó a decir: “es un listado bastante largo”. Todo ello, eso sí, recordando
que “aún tiene a su disposición, listo para ser usado, un arsenal de
herramientas”.
El FMI ha recortado sus previsiones
de crecimiento para todo el mundo, pero especialmente para la eurozona (prevé
un aumento del PIB del 1,6%), y respecto a Alemania e Italia los datos son
pesimistas.
Draghi ha señalado las
persistentes incertidumbres, “sobre todo geopolíticas”, que contribuyen a
deprimir los ánimos. Y aquí influyen tanto factores intraeuropeos (dudas en
Italia, problemas en el sector automotriz alemán, incertidumbre sobre cómo y
cuándo va a salir el Reino Unido de la UE), como globales (ralentización en
China, fin de los efectos de la reforma fiscal en EE UU, tensiones comerciales,
problemas en los emergentes, etc.).
Entre las herramientas a
las que el BCE podría recurrir para ahuyentar los miedos, los analistas
contaban con una nueva subasta de liquidez ilimitada para los bancos, como las
aprobadas en 2012 y 2017. Pero Draghi, que destacó los “útiles y eficaces” que
fueron estas lluvias de dinero, rebajó las expectativas de una nueva ronda de
liquidez que aliviaría a un sector financiero agobiado por la pérdida de
rentabilidad.
En definitiva, todo
señala a que Draghi en octubre abandonará el cargo sin haber subido el
tipo de interés. Y es que llegó a señalar, que “si todos estos factores que he
mencionado persistieran, la debilidad de la economía será más larga de lo que
esperamos”.
Está apareciendo un
término que rehúyen los responsables públicos: la “recesión” económica. Todos
prefieren pensar que se trata de “un bajón algo más largo de lo esperado”.
Las noticias que
llegan del motor económico europeo, Alemania, no son nada buenas: sus datos de
crecimiento en el pasado 2018, lo sitúan como el peor desde el año 2013 (con un
segundo semestre al borde de la recesión económica). La situación en Italia
preocupa aún más. Y España, pese a ser de las pocas economías que crece por
encima del 2%, también da muestras de agotamiento.
El BCE rebajó en
diciembre sus previsiones de crecimiento para la eurozona. Y el propio Draghi
acaba de alertar de que los últimos indicadores económicos son “más débiles” de
lo esperado y que las incertidumbres son aún “notorias”. “No hay lugar para la
complacencia. Todavía hace falta un nivel significativo de estímulos
monetarios”, dijo desde Estrasburgo en la celebración del vigésimo aniversario
del euro.
No se trata solo de los
decepcionantes datos de crecimiento. Los tipos no pueden subir, ya que los
precios están contenidos como consecuencia del menor precio del petróleo: la tasa
de inflación en la eurozona creció en diciembre un 1,6%, alejándose del 1,9%
del mes anterior y del entorno del 2% que el BCE tiene como objetivo ¡Que
tiempos estos en los que no se consigue llegar al objetivo de subida de
precios! ¡Vivir para ver!...
Bloomberg, según sus
encuestas realizadas a economistas, sitúa la primera subida de las tasas de
interés oficiales a abril del año 2020 (quedaría en el 0,25%), y a octubre de
ese año en el tipo de depósito (crecería solo una décima respecto a la tasa
negativa de la actual 0,4%).
¿Afectará a la economía
española que los tipos sigan en la zona cero más tiempo? Para la deuda Pública
sería una buena noticia, para los bancos una mala, ya que seguirán con una
rentabilidad baja por un dinero que han de prestar muy barato. Pero desde
luego, muchas familias y empresas sufrirían un severo y peligroso castigo con
fuertes subidas en los tipos de interés.
Ahora bien, posponer el
alza de los tipos supone alargar las medidas excepcionalmente extraordinarias
de lucha contra la Gran Recesión. Esto además supone o, sin duda recuerda, el
“agotamiento de la munición” anteriormente comentado respecto a Japón.
Si contemplamos con más
detalle la situación en la eurozona, hay que referirse a la economía italiana que
ha entrado oficialmente en recesión por tercera vez desde el estallido de la
crisis. Según el dato provisional del Instituto Nacional de Estadística de
Italia (Istat), la actividad se contrajo en los últimos tres meses del pasado
año un 0,2% del PIB. Se trata del segundo trimestre consecutivo de caídas tras
el retroceso de una décima en el periodo precedente.
Según Eurostat, en el
conjunto de la zona euro, la expansión económica se mantuvo a duras penas en el
0,2% (idéntica tasa a la registrada en el trimestre anterior). La economía de
los Diecinueve Estados, cerró el año 2018 con un avance del 1,8%, cinco décimas
menos que en 2017.
Alemania, el gran motor
económico continental, ha recortado drásticamente su previsión de crecimiento
para 2019 del 1,8 al 1%; el Brexit sigue en su laberinto y la perspectiva de
una salida dura, sin acuerdo, gana puntos; las tensiones sociales en Francia por
los chalecos amarillos han dañado el consumo; y aunque la guerra comercial de Estados
Unidos y China parece apaciguarse, permanece la incertidumbre.
Se esperaba que Italia
entrase en Recesión, pero sin embargo ha sido más grande de lo esperado (se
preveía una caída de una décima del PIB, y finalmente, ha sido de dos). El
primer ministro, Giuseppe Conte, se anticipó a las cifras, atribuyéndolas,
como no, a la mala gestión de las Administraciones pasadas y a la compleja
coyuntura mundial.
Sin embargo, muchos
críticos analistas opinan, que el enfrentamiento abierto por el Ejecutivo con
Bruselas por unas cuentas demasiado expansivas en el gasto público ha tenido
consecuencias al lastrar la confianza de los inversores en el país.
Aunque en realidad, el
estancamiento económico italiano viene de atrás, y está acompañado de una deuda
descomunal (equivalente al 132% de su PIB) solo inferior en la Unión Europea a
la de Grecia. El futuro tampoco aparece despejado. Roma espera un crecimiento
para 2019 del 1% gracias a un impulso en la segunda mitad del año, pero el
Banco de Italia y el FMI rebajan ese avance a un pírrico 0,6%.
Hay que esperar a más datos
de crecimiento por países. Francia (0,3%) y España (0,7%), segunda y cuarta
economías del euro, están por encima de la media. La buena noticia es que
los datos preliminares de España y Francia apuntan a una recuperación de las
exportaciones mayor de lo esperada, pero la economía europea se sigue
enfrentando a muchos riesgos, sobre todo desde el sector exterior, por lo que
el crecimiento económico en la región del euro se debilita.
Por otro lado, Bruselas está
urgiendo a los países para que reduzcan su Deuda Pública con mayor rapidez. La
Comisión Europea ha advertido en un informe, al señalar que podría llegar a ser
insostenible a medio plazo en siete países: Bélgica, España, Francia, Italia,
Hungría, Portugal y Reino Unido. En España podría llegar al 107% del PIB en el
año 2029.
ESPAÑA:
Dentro de la ralentización
global, España está aguantando, ya que Producto Interior Bruto español en el
pasado 2018, registró un crecimiento anual del 2,5%.
Este crecimiento, aunque
inferior al de años pasados, es muy positivo si lo comparamos con el de la
región del euro: la actividad económica
está creciendo en la economía española a ritmos del 0,7% (obtiene una mejora de
una décima respecto al 0,6% obtenido en los tres trimestres anteriores), y se
encuentra muy por encima del 0,2% que ha registrado en el cuarto trimestre la
eurozona.
La leve mejora del PIB
español se explica por varios factores: el empleo, que se eleva un 0,6% en el
trimestre, y la recuperación de las exportaciones: las ventas al exterior han registrado
un aumento trimestral del 1,9%, superior incluso al 1,1% que tienen las
importaciones.
Además, el consumo de las
Administraciones Públicas se dispara un 1,2% trimestral, una tasa muy elevada y
que explica hasta un tercio del crecimiento. Por sectores, en el trimestre
tiran con fuerza la agricultura (+5,3%), la construcción (+1,2%), los servicios
de información y comunicaciones (+2,1%), de actividades financieras (+3,1%), de
profesionales (+1,7%) y el inmobiliario (+1,4%).
Ahora bien, ha perdido
fuelle el consumo de los hogares, que crece un 0,5% respecto al 0,8% del
trimestre anterior. Sin duda la parte más negativa es la caída trimestral de la
industria (cae un 0,9%).
Otra
nota negativa ha sido la disminución de la inversión, (cae un 0,2%).
Lo peor, es que la inversión suele ser un termómetro de las expectativas
empresariales.
La remuneración por
asalariado y los costes laborales se han acelerado bastante y avanzan en
términos trimestrales un 1,5% y un 1,6%, respectivamente. No obstante, en
principio estas subidas se están produciendo en línea o por debajo de lo que
aumentan en la zona euro, de forma que todavía se estaría manteniendo la
competitividad en esta parcela.
Ahora bien, a pesar de la
mejora trimestral de las exportaciones, la demanda exterior sigue restando
crecimiento debido a que en el año hemos estado importando más que exportando,
lo que a su vez se traduce en un deterioro del actual superávit con el
exterior, necesario para seguir reduciendo la elevada deuda de España con el
extranjero.
En la variación
interanual, el consumo de los hogares aumenta un 4,1%, en línea con lo que ha
crecido el conjunto de remuneración de los asalariados: un 4,7% más. Este hecho
contrasta con el escaso incremento de los excedentes empresariales, que solo
repuntan un 1%. De lo que se deduce que las empresas están dedicando mayor
proporción de recursos a la creación de empleo y las subidas de salarios.
El gasto de las
Administraciones también sube un 4,1% interanual. Y la inversión aumenta un
6,4%. En cambio, el sector exterior ha drenado crecimiento porque las
exportaciones han aumentado un 3,5% frente a un incremento de las importaciones
mayor, del 7,7%. Por sectores, sobresale la construcción (+8,3%) y los
servicios (+3,6%). La industria desciende un 0,6% interanual.
Respecto a la productividad,
como en el año 2018 el PIB se ha elevado un 2,5%, y la ocupación se ha elevado
otro 2,5%, el aumento de la productividad ha sido nulo.
La economía española no
crece como lo hacía, ya no lo hace por encima del 3% anual. Y, en cambio, el
mercado laboral español no parece notarlo. Al menos, hasta finales del año
pasado. En 2018 se crearon 566.200 empleos, el dato más alto al acabar un año desde
2006. Con este dato, España tiene 19,56 millones de ocupados, según la
encuesta de población activa (EPA). Por lo que respecta al desempleo, las
cifras de la EPA correspondiente al cuarto trimestre de 2018, mostraron
una evolución positiva: los parados cayeron hasta una cifra de 3,3 millones.
Esto se tradujo en una reducción de la tasa de desempleo hasta el 14,45%. Sin
duda ha influido la contratación pública.
Por quinto año
consecutivo, España ha vuelto a acabar un año con el empleo al alza. Sin embargo,
hemos tenido cinco años de recuperación del empleo, que no han sido suficientes
para devolver al mercado laboral español a las cifras previas a la crisis: justo
coincidiendo con las turbulencias de las hipotecas subprime, España superó los
20,7 millones de empleos. A partir de ahí comenzó una caída que se convirtió, en
septiembre de 2008, en hundimiento con la quiebra de Lehman Brothers.
Los 19,5 millones de
ocupados, la tasa de desempleo del 14,45% y los 3,3 millones de parados con los
que acabó 2018 son cifras sin parangón desde hace 10 años.
Sin duda, uno de los
elementos que ha sido decisivo en los últimos meses es la marcha del sector
público, que lleva varios trimestres contratando a un mayor ritmo que en el
sector privado. Y eso se ha notado especialmente en el último trimestre. Las
plantillas de las administraciones públicas crecieron en 43.400 funcionarios;
por el contrario, el sector privado destruyó 6.900 puestos de trabajo.
Sin embargo, ese incremento
del empleo público no se traduce en una reducción de las cifras de temporalidad
en las Administraciones Públicas. Según el sindicato de funcionarios CSI-F, la
temporalidad se situó en el 26,2%.
Esa cifra es ligeramente
inferior a la del conjunto del mercado laboral, El 26,9% de todos los asalariados
tienen un contrato temporal, por lo que el empleo creado no es de calidad
suficiente, destacando la precariedad laboral.
Sin embargo, el pasado
mes de enero ha sido malo para el empleo: según el Ministerio de Trabajo, se
han perdido 204.865 afiliados, con lo que el número total de cotizantes
ocupados en la Seguridad Social cae a 18.819.300.
Igualmente, ha sido malo
en enero el comportamiento del Paro Registrado: las oficinas de empleo públicas
contaron 83.646 desocupados más que en diciembre. Lo que llevó la cifra
agregada de desocupados hasta los 3,3 millones. Pese al mal dato de enero, la
tendencia de fondo del mercado laboral sigue siendo positiva, en el último año
la afiliación ha crecido casi un 3%.
Sin duda, el final de la
campaña navideña en el comercio y la reducción del consumo en bares y
restaurantes en enero, también la finalización masiva de contratos vinculados
al año natural, suelen convertir el primer mes del año en un periodo negro para
el mercado laboral español.
La evolución del mercado
laboral este año se observará con lupa, para observar el posible efecto que
tenga la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) del 22,3%. Este mes
ha sido el primero con el suelo legal de las remuneraciones en 900 euros mensuales,
y es muy pronto para poder extraer conclusiones.
Por lo que respecta a los
precios, según ha adelantado el Instituto Nacional de Estadística (INE), la
inflación ha comenzado el año a la baja: el IPC se situó en enero en el 1%, dos
décimas menos que en diciembre. La moderación de la tasa de inflación se debió,
según el organismo estadístico, a la bajada de los precios del gas, que
subieron en el mismo mes del año pasado, y a la menor subida de los precios del
gasoil y la gasolina respecto a enero de 2018. No obstante, el índice encadena
29 meses consecutivos en positivo.
El IPC se moderó en
enero por tercer mes seguido y ha caído en esos tres meses a menos de la mitad,
al pasar del 2,3% que marcó en octubre al 1% de enero. En esa caída, ha tenido
un protagonismo casi absoluto el precio de la energía y, particularmente, el de
los productos derivados del petróleo. Aunque el INE no desglosa exactamente qué
productos o servicios se han encarecido o abaratado, ni en qué porcentajes, sí
señala que ayudan a moderar la tasa de inflación "la bajada de los precios
del gas, frente a la subida del año pasado" y "que los precios de los
carburantes (gasoil y gasolina) suben este mes menos que en enero de
2018".
En otro orden, según
las cifras que ha publicado el INE, España recibió en 2018 un número
récord de turistas extranjeros. El año pasado se cerró finalmente con 82,77
millones, un 1,1% más que el año anterior. Aunque durante el año las cifras
habían arrojado leves crecimientos e incluso algunos descensos, por la subida
de otros destinos competidores, y algunos factores meteorológicos, el fuerte
impulso del último trimestre de 2018, especialmente en diciembre, ha colocado
de nuevo el número de llegadas en cifras nunca vistas. Lo mejor, es que
incluso, aumentó el gasto de los turistas: los visitantes gastaron 89.856
millones de euros en visitar España, un 3,3% más que en 2017.
Por lo que respecta al
comercio minorista, el año 2018 ha sido flojo para esta actividad. En el
conjunto del año, eliminando los efectos estacionales y de calendario, apenas
creció un 0,7%. Es la tasa más baja desde 2013, cuando el índice cerró una
racha de seis años consecutivos de caídas e inició la remontada. Desde
entonces, encadena cinco años de crecimiento, aunque se aprecia una clara
ralentización.
El año ha sido
especialmente duro para los pequeños comercios, Pero bueno para las grandes
cadenas (las que tienen más de 25 tiendas y más de 50 empleados), que fueron
las que más vieron crecer su negocio y donde más creció la ocupación. Las
ventas de las grandes cadenas crecieron un 2,4% durante el año, y la ocupación aumentó
un 2,8% en el conjunto del año. No obstante, se ha apreciado cierta
ralentización de la creación de empleo en estas empresas.
MERCADOS:
La Bolsa ha cerrado enero
con el negocio más bajo en más de 12 años, ya que se han contraído los
volúmenes de contratación, y es que el cumulo de incertidumbres que se ciernen
sobre el mercado desde mediados de 2018, ha ido alejando a los ahorradores de
la Bolsa.
No obstante, según los
datos remitidos por Bolsas y Mercados Españoles (BME) a la Comisión Nacional
del Mercado de Valores (CNMV), la Bolsa española negoció 41.407 millones de
euros en enero, su mejor mes desde octubre, aunque un 18,6% menos que en enero
de 2018,).
El número de negociaciones
se situó en 3,56 millones, un 15% más que en diciembre, pero un 15,8% por
debajo de enero del año pasado.
Por otro lado, según la
estadística difundida por el Consejo General del Notariado, con datos de los
despachos de toda España, las operaciones de compraventa de viviendas descendieron
en el undécimo mes de 2018 un 3,6% con respecto al mismo periodo del año
anterior. Se trata, sin contar con marzo y abril, que presentan gran
variabilidad según caigan las vacaciones de Semana Santa, de la primera bajada
desde octubre de 2016. Es también, contando incluso con el tercer y el cuarto
mes del año, la mayor caída desde julio de 2016.
Aunque noviembre arrancó
con el caos judicial por el impuesto hipotecario, que no se resolvería
hasta la entrada en vigor de un decreto gubernamental, es difícil achacar
a ese motivo el enfriamiento del mercado. Los préstamos hipotecarios para
adquirir una vivienda aumentaron ese mismo mes un 3,5% con respecto a noviembre
de 2017, de acuerdo con los datos notariales.
Mientras tanto, la
estadística notarial ofrece también información sobre otros indicadores del
mercado inmobiliario. Por ejemplo, señala que el precio medio de las viviendas
que se compraron en noviembre en toda España se situó en 1.359 euros por metro
cuadrado. La cifra refleja un incremento interanual de solo el 0,2%,
desconocido en los registros también desde 2016. Detrás de ese raquítico
crecimiento se encuentran los pisos de segunda mano, que con una media de 1.479
euros por metro cuadrado experimentaron un descenso del 1,5%. Por el contrario,
se dispararon los precios de los pisos nuevos (+14,6% con 2.092 euros por metro
cuadrado) y también progresaron los de las viviendas unifamiliares (+3% y 1.084
euros por metro cuadrado).
EMPRESAS:
Bankia obtuvo un beneficio
atribuido de 703 millones de euros en 2018, lo que supone un incremento del
39,2% respecto a 2017, tras la incorporación de BMN (Banco Mare Nostrum), según
ha informado la entidad a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
En 2018 la pérdida
extraordinaria ha sido de 85 millones por la venta de una cartera de créditos
morosos de 3.070 millones a Lone Star. Sin tener en cuenta los efectos
extraordinarios, el beneficio se hubiera situado en 788 millones, lo que
supondría un descenso del 3,4% respecto a los de 2017, que hubiera sido de 816
millones.
La cuenta refleja un
incremento de los ingresos por comisiones del 23%, así como de las operaciones
financieras. Mientras, los gastos, tras la ejecución del ERE (establecido por
la fusión de BMN), han caído un 8,4%. Todos los márgenes de la cuenta de
resultados se incrementan, mientras las provisiones suben a 530 millones (un
17,6% más).
Pese al mayor auge
comercial, los créditos a los clientes han caído un 3,8%, mientras que los
depósitos disminuyen un 3,7%. Los saldos dudosos, tras la venta de esa cartera
de créditos malos, cae un 30% y la tasa de morosidad mejora del 8,9% al 6,5%.
El tamaño del banco, es decir, el volumen de activos, también se ve reducido en
un 4,1%. La rentabilidad sobre los recursos propios mejora más de un punto,
hasta el 5,6%.
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