El
Fondo Monetario Internacional (FMI) ha publicado su informe “World Economic
Outlook”. Revela su mayor pesimismo, al avisar que el PIB mundial caerá un 1,9%
más de lo previsto: un 4,9% en 2020, esperando que en 2021 tenga
lugar un rebote del 5,4%.
GLOBAL:
La recuperación será más
costosa de lo previsto, quedando desfasada ya la idea de una crisis en “V”. En
el Informe del FMI, se señala que “se ha sufrido un golpe más profundo en la
primera mitad del año, con señales de distanciamiento voluntario, incluso antes
de que se impusiesen las órdenes de reclusión. Esto también sugiere una
recuperación más gradual en la segunda mitad, dado que el miedo al contagio es
probable que continúe”,
La institución se
preocupa por el descuadre
de las cuentas y alerta de que las medidas fiscales puestas en marcha por los
gobiernos, que según sus estimaciones suman ya más de diez billones de
dólares, han ayudado a la reactivación económica prevista para el año que viene,
pero han disparado la deuda y el déficit, lo que acarreará consecuencias en el
futuro.
LATINOAMERICA:
Según el economista jefe
del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha señalado que
“Latinoamérica está viviendo una crisis sin precedentes: hay muy pocas que se
le parezcan. Quizá, en términos de impacto, la Gran Depresión de los
años treinta, aunque con la diferencia de que entonces fueron tres años de
fuerte caída del PIB y aquí parece que será solo uno. Los pronósticos se están
volviendo más pesimistas porque empezamos a tener información del sector real,
con caídas muy grandes en consumo y desempleo. En la región estamos viendo
tasas de -14% y -15% en términos mensuales.
Eso significa más
pobreza, más endeudamiento y más desigualdad.
Muchos países de América
del Sur tienen una dependencia importante de China que, aunque se
está recuperando relativamente bien, va a encontrarse con un mundo debilitado.
Las economías de Latinoamérica han sido sorprendidas por la crisis en una
situación débil, lo que agrava aún más la situación”.
La institución prevé una
caída del PIB de la región entre -8% y -10% este año, y una recuperación solo a
partir del segundo semestre de 2021.
ESTADOS UNIDOS:
Sorprendentemente, el
índice S&P (recoge las cotizaciones de las 500 mayores compañías) ha
cerrado el segundo trimestre con la mayor ganancia desde 1998, de hasta un 20%.
Para el Dow Jones, selectivo de 30 grandes, que ha subido un 18%, ha sido el
mejor periodo desde 1987. Y las tecnológicas de Nasdaq se han disparado el 31%,
el máximo en casi dos décadas.
Paralelamente, Estados
Unidos ha entrado en recesión, despidiendo su mayor periodo de crecimiento
en la historia, y la destrucción de empleo ha alcanzado cotas no vistas desde
la Gran Depresión. Pese a los atisbos de recuperación, fruto de las primeras
fases de reapertura, se han perdido cerca de 20 millones de puestos de trabajo
desde febrero y se están declarando bancarrotas al mayor ritmo en siete años,
con víctimas tan variopintas como la compañía de alquiler de coches Hertz, los
grandes almacenes Penney o la pionera del fracking Chesapeake.
Además, la epidemia de
coronavirus se ha descontrolado totalmente: han repuntado los contagios y al
menos 16 Estados están frenando la reactivación. El Fondo Monetario
Internacional calcula que el PIB se contraerá un 8% este año.
Entonces, ¿Cómo son
posibles esas subidas de Wall Street?
Muchos analistas apuntan
a la inyección histórica de la Reserva Federal, de unos dos billones de
dólares, que ha llenado los bolsillos de unos inversores que, pese a la
incertidumbre, no sabían muy bien dónde colocar el dinero, salvo en acciones.
Los tipos de interés del bono estadounidense a 10 años, uno de esos refugios
clásicos en tiempos de crisis, se sitúan en el 0,6%, frente al 2% de hace
un año y el 3% de finales de 2018.
Estos estímulos, unidos
al plan de rescate económico aprobado por el Congreso, han contenido la
hemorragia económica.
Otros analistas apuntan
al “divorcio entre la Bolsa y la llamada economía real”: los cinco mayores
valores del parqué son Apple, Alphabet, Microsoft, Amazon y Facebook, unos
colosos que representan alrededor del 20% del valor de todo el S&P, la
mayor proporción en 30 años, y además se han visto favorecidos en este mundo
confinado.
Por otro lado, Estados
Unidos ha conseguido un aumento de 4,8 millones de empleos en junio, situando la
tasa de paro estadounidense en el 11,1%. Se han recuperado un 34% de los más de
22 millones de empleos destruidos desde que comenzó la crisis del
coronavirus.
No obstante, los
analistas advierten respecto al riesgo de los nuevos brotes en los Estados más
poblados de la economía estadounidense: el aumento de los casos ha forzado
a casi una veintena de territorios a poner freno o revertir sus planes de
desescalada. El impacto de los locales que se han vuelto a cerrar se verá
reflejado en las cifras de paro del próximo mes.
Las secuelas del parón
económico continúan impactando más a las minorías, aunque las cifras de junio
van a la baja. La tasa de desempleo de los afroamericanos cayó a un 15,4%; la
de los hispanos a un 14,5%; y la de los asiáticos a un 13,8%. Los datos también
mejoran para los blancos, cuya tasa de paro disminuyó a un 10,1%.
Según el Nobel, Paul
Krugman, se trata de una “recuperación en retroceso y una pandemia espectacular”,
ya que se trata de unas cifras que siguen dejando a la economía con casi 15
millones de puestos de trabajo menos que en febrero, y probablemente no
mejore demasiado en mucho tiempo.
REINO UNIDO:
El Banco de Inglaterra ha
decidido volver a inyectar otra dosis de fortaleza a la economía británica,
para contribuir a una recuperación que ve ahora con algo más de optimismo. El
Comité de Política Monetaria del Banco Central del Reino Unido (CPM) ha
anunciado que destinará 110.000 millones de euros hasta final de año a la
compra de bonos del Tesoro Público.
Se prosigue de esta forma
con la política inaugurada en la crisis financiera desencadenada en 2008,
conocida como Quantitative Easing, y supondrá en la práctica que la
entidad haya volcado al mercado del Reino Unido más de 800.000 millones de
euros cuando acaba 2020.
Según el Comité (CPM), “los
datos más recientes sugieren que la caída global del PIB en el Reino Unido
durante el año 2020, será menos severa de lo que se previó en la reunión de
mayo. Hay señales de que el gasto de los consumidores y la producción de
servicios están remontando, una vez que han comenzado a relajarse las
restricciones a la actividad económica impuestas por la covid-19”.
No obstante, la
incertidumbre económica sigue imperando respecto al futuro de la economía: su
PIB registró en abril un descenso histórico récord del 20%, con una congelación
casi absoluta y pérdidas subsiguientes en prácticamente todos los sectores
económicos excepto en la industria farmacéutica.
El CPM han respaldado
unánimemente que se mantenga el tipo de interés oficial en el 0.1%, sin la
menor preocupación de que, en las circunstancias actuales, corre peligro el
objetivo de inflación del 2% interanual establecido por la autoridad monetaria.
El IPC descendió del 1.5% en marzo al 0.8% en abril, hasta alcanzar el 0.5% en
mayo.
EUROZONA:
Está reapareciendo el
fantasma de la deflación: un proceso en el que los consumidores posponen sus
decisiones de compra; las empresas sufren para mantener beneficios y tratan de
rebajar salarios; y la deuda se convierte en una carga cada vez más pesada para
familias, empresas y Administraciones públicas.
Así lo ha mencionado el
vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. “No debemos olvidar que ahora, al
igual que en 2015 y 2016, nos enfrentamos a presiones deflacionarias que hay
que detener”
En la misma línea, el
gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en su defensa de la
nueva artillería aprobada por el BCE, ha señalado: “cuando la incertidumbre es
muy alta, cuando existe el riesgo de baja inflación o incluso deflación, la
respuesta de la política monetaria debe ser aún más contundente y rápida”.
Está claro que debemos
estar muy pendientes de la caída de los precios en estos momentos, ya que
existen señales que comienzan a preocupar. En su reunión de junio, el Consejo
de Gobierno del BCE alertó de que ese riesgo está en el nivel más alto desde
2008. “La deflación no es por ahora lo más probable. Pero ya no es un escenario
de baja probabilidad”, aseguraban las actas de esa reunión hechas públicas. Los
bancos centrales de Estados Unidos y de Japón han lanzado mensajes similares.
Esta crisis afecta a la
oferta, pero también acusadamente a la demanda. La destrucción de empleo, la incertidumbre
económica y el miedo a contagiarse deprime la demanda como ningún otro. Y esto
tira hacia abajo los precios. La duda es qué va a predominar a medio plazo. La
crisis ha activado mecanismos en los dos sentidos de oferta y demanda, pero,
¿cuál será el efecto conjunto? Para muchos analistas dominarán las fuerzas que
contribuyan a bajar los precios. Los datos, por ahora, apuntan en esa
dirección: las caídas ya son un hecho en 12 de los 19 países de la eurozona (entre
ellos España, donde los precios descendieron el mes pasado un 0,9%).
Las perspectivas de
futuro no son nada halagüeñas. El BCE ha revisado a la baja sus previsiones,
con una inflación que este año quedaría en el 0,3%, y que en 2022 continuaría
aún lejos de su objetivo de acercarse al 2%.
Según Funcas, “el ajuste
ya se está produciendo. Hay precios que suben, como alimentación o sanidad,
mientras que otros bajan mucho. No solo la energía. También ropa y calzado o
automóviles. Pero eso no quiero decir que estemos ya en deflación. Para ello
sería necesario un proceso sostenido. Por ahora vemos cambios en las pautas de
consumo y producción que no sabemos cómo acabarán”.
En relación a la tasa de
paro en la eurozona, según Eurostat, aumentó en mayo, una décima respecto al mes
previo y se situó en el 7,4%. De acuerdo con los datos de la Oficina Estadística
de la Unión Europea, ajustados estacionalmente, el conjunto de los países del
euro sumaba en el quinto mes del año (tercero marcado por la epidemia de
coronavirus) 12,15 millones de parados, 159.000 personas más que en abril. Para
el conjunto de la Unión Europea, el número de parados se elevó en 253.000
personas, hasta un total de 14,37 millones. Ese incremento supuso elevar
también en una décima la tasa de paro de los Veintisiete, que pasó del 6,6% de
abril al 6,7% en mayo.
Es inquietante que los
nuevos parados procedieron del sector más joven de la población, uno de
los más vulnerables del mercado laboral y que, por tanto, más sufre las
consecuencias de las crisis. De acuerdo con las cifras facilitadas por
Eurostat, 64.000 personas por debajo de 25 años de edad pasaron a engrosar las
listas de paro en el conjunto de la UE, 42.000 de ellas en los países de la
eurozona. Esto provocó que la tasa de paro juvenil se incremente en tres
décimas respecto a abril en ambos ámbitos geográficos. Así, en la Unión Europea
el porcentaje de parados con menos de 25 años quedó en el 15,7%, mientras que
en la eurozona alcanzó ya el 16%. En ambos casos es más del doble de la tasa de
paro general.
Además de en los jóvenes,
el desempleo también se cebó más con las mujeres que con los hombres. La tasa
de paro de estos últimos (6,4% en la UE y 7% en la eurozona) se mantuvo estable
con respecto a abril. Sin embargo, el porcentaje de mujeres sin trabajo pasó
del 7,7% en abril al 7,9% en mayo para los países de la moneda única y se elevó
del 6,9% al 7,2% en el conjunto de los Veintisiete.
La nota difundida por la
oficina estadística europea también recuerda que la covid-19, y
las medidas de confinamiento que los diferentes países han decretado
para contener la enfermedad, han provocado desde marzo un rápido aumento del
número de personas que piden ayudas por desempleo.
Según Eurostat, “una
parte significativa de aquellos que se han registrado como parados, no estaban
buscando activamente empleo. Ya que no podían salir de casa o porque realmente
no tenían disponibilidad para trabajar al tener que dedicarse al cuidado de
niños o personas dependientes”.
ESPAÑA:
Entre el mes de enero y
marzo pasado, según el INE, el PIB español cayó un 5,2% como consecuencia de
las medidas de confinamiento adoptadas para tratar de frenar la pandemia del
coronavirus.
No existe en la serie
estadística del Instituto otro desplome similar: el que más se acerca fue el
primer trimestre del año 2009, en la anterior crisis financiera, cuando la
economía se desplomó un 2,6%, la mitad que en esta ocasión. Habría que
remontarse a los años posteriores a la Guerra Civil del siglo pasado para
encontrar un dato similar.
Se teme aún más el
comportamiento que el PIB ha tenido durante el segundo trimestre. Hasta ahora,
el augurio más fiable de lo que ha podido pasar entre abril y junio lo ha
ofrecido el Banco de España, que calcula que la economía caerá en el segundo
trimestre, nada menos que un 20%.
Según el INE, el consumo
de los hogares se contrajo un 6,6%, la inversión un 5,1% y el sector exterior
sufrió un golpe histórico por el cierre de fronteras en casi todo el mundo.
Únicamente el gasto de las Administraciones públicas, que abrieron la caja para
lanzar salvavidas a los sectores más golpeados por la pandemia, registró un
aumento del 1,8%.
Por ramas de actividad,
la agricultura y la sanidad fueron los únicos sectores que no mostraron grandes
caídas. El más damnificado fue el comercio, transporte y hostelería, que
registró una caída del 11,1%. La construcción también sufrió un retroceso del
6,8% durante el primer trimestre.
En tasa interanual (de
marzo de 2019 a marzo de 2020) el PIB del primer trimestre se contrajo un 4,1%,
frente al repunte del 1,8% del trimestre anterior. Se trata del mayor retroceso
desde el segundo trimestre de 2009, cuando la economía española se contrajo un
4,4% interanual. No se registraban datos negativos de PIB desde finales de
2013.
La demanda nacional restó
3,7 puntos a la variación interanual del PIB en el primer trimestre, 5 puntos
inferior a la del cuarto trimestre. Por su parte, la demanda externa restó 0,4
puntos, nueve décimas menos que en el trimestre pasado.
Los datos trimestrales
muestran un hundimiento del consumo de los hogares del 6,6%, frente al
crecimiento del 0,1% del trimestre anterior. Por el contrario, el gasto público
se aceleró entre enero y marzo y creció un 1,8%, su mayor alza en 12 años,
concretamente desde el primer trimestre de 2008. Por su parte, el gasto en
consumo de las instituciones sin fines de lucro y al servicio de los hogares
avanzó un 0,8%, cinco décimas más que en el trimestre precedente.
La inversión, por su lado,
registró en el primer trimestre su mayor caída en 11 años (desde el segundo
trimestre de 2009), al retroceder entre enero y marzo un 5,7%.
El empleo de la economía,
en términos de horas trabajadas, cayó en el primer trimestre un 5% respecto al trimestre
anterior. Esta tasa es de menor magnitud que la de los puestos de trabajo
equivalentes a tiempo completo (del -1,9%, lo que supone 2,8 puntos menos que
en el cuarto trimestre) debido a la reducción que se observa en las jornadas
medias a tiempo completo (-3,1%).
En términos interanuales,
las horas trabajadas decrecen un 4,2%, tasa 5,6 puntos inferior a la del cuarto
trimestre de 2019. Por su parte, los puestos equivalentes a tiempo completo
retroceden un 0,6%, 2,6 puntos menos que en el cuarto trimestre, lo que supone
que en un año se han destruido 102.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo
completo.
Por otro lado, según el
Banco de España, la actividad
económica anterior a la pandemia no se recuperará antes del año 2022: considera
como más probable un hundimiento
del PIB del 12% este año, aunque la peor previsión sigue instalada en el 15%.
El Banco de España
entiende que hay que hablar de dos
fases sucesivas. Una
primera, la actual, en la que el objetivo fundamental es impedir que la economía se hunda todavía más,
para lo que es necesario dedicar todos los recursos posibles e implica, en
definitiva, más gasto. La segunda
fase, que solo llegaría cuando haya pasado lo peor de la crisis y
empiece a verse el horizonte más despejado, en la que habría que iniciar el camino hacia el denominado “equilibrio
fiscal”, es decir, a la equiparación de ingresos y gastos y la reducción de la
deuda. Los expertos del Banco de España, que prevén que la deuda pública supere el 115%
del PIB, estiman que si se adoptan las medidas adecuadas en el espacio
de un decenio la deuda podría
volver a estar por debajo del 100% del PIB.
El Informe Anual del
Banco de España, estima que la crisis de la Covid-19 incide con mayor intensidad sobre los colectivos más vulnerables,
algo que podría suponer “un deterioro adicional en los niveles de desigualdad”.
En ese sentido, el Banco de España considera, que “el Ingreso Mínimo Vital puede resultar útil para reducir el nivel de
pobreza extrema de ciertos colectivos, pero su diseño y aplicación se enfrentan
a algunos retos significativos”.
El Informe recomienda
otras actuaciones: abordar los desafíos
del envejecimiento poblacional; afrontar los cambios post-Covid en los procesos
de globalización y digitalización; reforzar la sostenibilidad de las finanzas
públicas; favorecer la transición hacia una economía más sostenible; mantener
un sector financiero saneado; reducir el desempleo y la precariedad laboral;
mejorar la dinámica de la productividad y avanzar en el desarrollo institucional
europeo.
Por otra parte, el equipo
del Banco de España, defiende que, aunque no
es el momento de hacer ajustes sino de ayudar a la economía, sí es el momento adecuado para definir y
diseñar esos ajustes imprescindibles y, además explicar cómo se harán. Es
decir, además de atender a lo urgente, hay que empezar a diseñar el futuro, una
tarea que como ya apuntó el Gobernador en su comparecencia en la Comisión para
la Reconstrucción debería abarcar más de una legislatura.
El Banco de España, de
forma más inmediata, prevé que “la
profundidad” de la actual crisis económica “provocará daños permanentes en el
crecimiento potencial” de la economía española que, además, apunta
que “ya era modesto antes de la pandemia”.
El informe de la
Institución señala al “bajo crecimiento
de la productividad” como el principal factor determinante del “modesto
crecimiento potencial” de la economía española. Apunta que hay factores estructurales que limitan las
ganancias de productividad en una mayoría amplia de sectores.
Destaca que el peso de las
empresas de menor tamaño en España es relativamente elevado, ya que las
que tienen menos de 5 trabajadores son el 78% del total en 2019, frente al 69%
en los países de la Unión Económica y Monetaria (UEM). Varias causas explican
la proliferación de empresas pequeñas, incluso diminutas: las regulaciones que
aumentan las cargas de las empresas si superan cierto tamaño; las trabas a la
unidad de mercado motivadas por la disparidad de normas autonómicas, que pueden
limitar la creación de empresas; y la solidez financiera de las pymes (otro
elemento que las hace vulnerables ante la crisis actual).
Según el Banco de España,
la baja productividad también se explica por razones educativas y tecnológicas (aunque ha mejorado la formación
de la población española, todavía existe un déficit significativo
con respecto al promedio de la Unión Europea). Por otra parte, la
inversión en actividades de
I+D sobre el PIB en España, tanto del sector público como del privado, es un
26% y un 54% inferior al del promedio de la Unión Europea. También se
constata que la tasa de temporalidad en el mercado de trabajo alcanza el 25,2%
del empleo total, frente al 13,9 registrado en los demás países de la UEM.
Respecto a las pensiones,
señala el Banco de España que, en los
próximos 25 años, la tasa de dependencia aumentará más de 25 puntos
porcentuales, hasta situarse en el 56,1%, lo que traerá implicaciones en
muchas áreas clave de la economía, como el crecimiento, la productividad y la
fiscalidad. Ante esa situación
plantea la necesidad de “la prolongación de la vida laboral”, es decir,
retrasar la edad de jubilación.
Por otro lado, el Banco
de España teme respecto al aumento de la morosidad que puedan sufrir los
bancos, sufriendo el deterioro de su
cartera crediticia, obligándoles a reducir sus costes de explotación y
mejorar la eficiencia. En los últimos tiempos, si el PIB caía un 1% la
morosidad crecía un 0,7%. Eso significa que con un desplome del 12% del
PIB, la morosidad se dispararía
hasta el 8%. Pues bien, en el Banco de España temen que pueda ser más.
Por último, el Informe
del Banco de España refleja la
paralización del sector turístico español que, en abril, registró una actividad
nula. El Informe explica que la recuperación dependerá sobre todo del regreso del turismo extranjero,
porque la capacidad del nacional para mitigar la caída del gasto turístico que
realizaban los extranjeros es limitada y solo representa alrededor del 40% del
gasto total anterior y que cada punto de caída del PIB del gasto turístico
supone un 1,2 de descenso de la economía española.
Por todo ello, el Banco
de España ha recomendado una serie de actuaciones a medio plazo. Postula por la
realización de un plan fiscal a medio plazo con medidas de ajuste para encauzar
la elevada deuda (la mayor en muchas décadas) que dejará tras de sí la crisis
sanitaria: el organismo propone subir los tipos reducidos del IVA y los
impuestos especiales (con foco especial en los tributos ambientales, donde hay
mucho margen de acción), así como revisar los agujeros en el impuesto de
sociedades para recaudar más. También recomienda adoptar las propuestas de
revisión de gasto público elaboradas por la Autoridad Fiscal (Airef) y reformar
la Seguridad Social para garantizar la sostenibilidad del sistema público de
pensiones, que ahora registra déficits elevados: “se requiere un ambicioso
programa de reconstrucción del margen fiscal plurianual que se enmarque dentro
de una estrategia de crecimiento y de forma gradual”.
Ha de quedar claro, según
el propio Banco de España que “una vez
afianzada la recuperación será necesario implementar un programa de
consolidación fiscal para reconducir la dinámica de la ratio de deuda pública
sobre PIB. En ausencia de un esfuerzo fiscal, la ratio se situará, incluso en
el mejor escenario, por encima del 110% del PIB en 2030 tras alcanzar el 120%
este año”.
El Gobernador del Banco
de España ha señalado que “en este momento no caben dudas: la política fiscal tiene que actuar de forma contundente para salvar empleos
y empresas, y evitar así enormes costes sociales y económicos a medio y largo
plazo, pero una vez superada la crisis, nos encontraremos con el mayor nivel de
deuda pública en muchas décadas. Tendremos entonces que embarcarnos en reformas
presupuestarias profundas que reduzcan el endeudamiento y den margen para
afrontar posibles dificultades futuras”.
Los técnicos del Banco de
España atisban un ajuste fiscal “importante, pero en ningún momento estamos
hablando de subir estos impuestos ahora mismo: toca mantener el impulso fiscal
y solo una vez que esa recuperación esté bien asentada, llevar a cabo ese
proceso. Cuándo y cómo hacerlo va a depender de muchos factores difíciles de
anticipar en este momento”.
Por otro lado, en
relación al comportamiento de los precios, el Índice de Precios de Consumo
(IPC) subió un 0,5% en junio en relación al mes anterior y elevó seis décimas su tasa interanual, hasta el
-0,3%, frente al -0,9% de mayo, según el indicador adelantado publicado
por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Con este avance de seis
décimas, el IPC interanual rompe una racha de cuatro meses de retrocesos y
encadena tres meses en tasas negativas. El organismo estadístico ha atribuido
el aumento de la tasa interanual del IPC al encarecimiento de la electricidad y de los carburantes y
combustibles, frente a la bajada de precios que registraron en junio de 2019.
El INE recuerda que el 22
de junio finalizó el estado de alarma y la mayoría de los establecimientos
comerciales reanudaron su actividad. Sin embargo, el organismo ha mantenido la
recogida de precios por medios telemáticos debido a que la mayor parte del mes
ha estado vigente la restricción de movimientos y la limitación de aforos en
los establecimientos.
La crisis del coronavirus
devolvió al IPC a terreno negativo después de cuatro años. Como se ha señalado
anteriormente, la deflación tiene un efecto directo en los consumidores y las
empresas. Para los primeros, una caída de los precios en teoría les favorece
para adquirir productos a un precio más bajo y ahorrar. Eso sí, deben tener una
capacidad de renta mayor que los precios. Sin embargo, una bajada de precios
provoca que los ciudadanos esperen que estos sigan bajando, postergando así el
consumo. Esto tiene resultados nefastos para la actividad económica: se
incrementan las existencias, las
empresas reducen la producción y el empleo y se ven abocadas al
cierre.
La deflación también
perjudica a los ciudadanos y empresas con deudas y también a las
administraciones públicas. Cuando la inflación es alta, las deudas se diluyen y
viceversa. También perjudica a las
arcas del Fisco, ya que cuando los precios bajan, también se ingresa menos
por el IVA.
Por lo que respecta al
sector turístico, a finales del pasado mes de junio, el sector tenía, nada
menos, 1,2 millones de empleados menos que en la misma fecha del año pasado.
Este dato sale de la suma de los afectados por los ERTE y la menor afiliación
registrada. El resultado es un 56,1% menos de los trabajadores que tenía justo
al inicio de la temporada estival pasada.
Los 1,2 millones de
trabajadores perdidos se reparten de la siguiente forma entre las diversas
ramas de la industria turística: 840.000 afectados todavía por los ERTE y
350.000 de la afiliación perdida respecto a junio del ejercicio anterior. Los
datos de afiliados medios del mes de junio siguen reflejando que el sector
turístico es el más afectado. La afiliación a la Seguridad Social ha caído un
16,4%, con 346.477 personas menos. Hay muchos destinos turísticos donde los
hoteles no han abierto porque no van a tener demanda, especialmente en las
capitales de provincia y destinos urbanos, que tardarán más en recuperarse.
Sin los ERTE, la hecatombe
sería mayor. Ahora bien, finalizados estos, ¿se van a recuperar todos los empleos?
Resulta muy difícil responder... Se apunta a la pérdida de un tercio en el
empleo, pero hay mucha incertidumbre. Parece evidente es que de los más de
800.000 que siguen en vigor no se podrán recuperar en su totalidad. Sobre todo,
porque hay muchos negocios que no volverán a subir la persiana.
La realidad, es que el
paro sigue al alza hasta superar las 3.862.000 personas (respecto al 3.858.000
de mayo), una subida que no se veía en el sexto mes del año desde 2008, pese a
que este mes coincidía ya con la recta final de la desescalada y el comienzo de
la bautizada como nueva normalidad. La reactivación, eso sí, ha hecho que 1,1
millones de trabajadores sujetos a Expediente de regulación temporal de empleo
(ERTE) se reincorporen a su puesto de trabajo.
El Paro Registrado (aquellos
que se inscriben como desempleados demandantes de empleo) ha crecido durante
junio en 5.107 personas respecto al mes anterior (hasta la cifra de 3.862.883
parados).
El número medio de
afiliados a la Seguridad Social se situó a finales de junio pasado en
18.624.337 personas, lo que representa un aumento de 68.208 cotizantes respecto
a la media de mayo (un 0,37% más). Se trata del segundo mes consecutivo en el
que aumenta el número de afiliados, coincidiendo con las medidas progresivas de
desconfinamiento. Sin embargo, si se compara el último día de mes y el primero
(en lugar del valor medio), la economía perdió 99.906 cotizantes.
Destaca la caída el
último día del mes, con la pérdida de 161.500 afiliados. Tal y como señaló
el Secretario de Estado de Seguridad Social y Pensiones, Israel Arroyo, la
cifra se debe a una peculiaridad “perversa” del mercado de trabajo español,
fundamentalmente alimentada por los despidos en el sector de la educación, que
suelen recuperarse de nuevo en septiembre, con el inicio del nuevo curso.
Respecto a los ERTE,
desde el inicio de mayo, han salido 1,56 millones de afiliados. En el
último mes, de hecho, 1,17 millones de trabajadores han abandonado esta
situación. La mayoría se trata de ERTE de fuerza mayor (el instrumento que se
habilitó al comienzo de la crisis para aminorar la sangría de despidos), ya que
1,059 millones de trabajadores han abandonado en junio la situación de este
tipo de prestación, según los datos del ministerio.
Según Arroyo, “los datos
demuestran la disminución de la destrucción de empleo gracias a las medidas de
contención puestas en marcha para taponar la hemorragia de destrucción de
empleo a través de la facilitación de los ERTE. Así, a diferencia de lo que ha
ocurrido en crisis anteriores, hemos logrado contener el empleo”.
El Servicio Público de
Empleo (SEPE), según los datos del Ministerio, abonó en mayo 5.986.864
prestaciones, lo que supuso el desembolso de 5.526 millones de euros. Este
“nivel máximo de protección” es el resultado de sumar las prestaciones de
quienes estaban desempleados antes de la crisis sanitaria, de quienes han
perdido su empleo como resultado del coronavirus y de las personas que se
encuentran afectadas por ERTE y que, por ello, han mantenido su empleo. De
hecho, del total del importe de prestaciones, 3.318 millones fueron a parar a
las prestaciones por ERTE y 2.208 millones a las diferentes prestaciones por
desempleo. En mayo del pasado año, por analizar las diferencias, el total
de las prestaciones no llegó a los 1,5 millones de euros.
Trabajo ha señalado
también que este mes de mayo recibió 2,8 millones de solicitudes de prestación,
un 330,7% más que en el mismo mes del año anterior, y que se tramitaron 2,3
millones, un 270,2 % más. Al cierre de mayo, había 4,95 millones de
beneficiarios, un 183,5% más, con una cobertura del sistema de protección por
desempleo del 134,8%, una tasa que supera el 100 % debido a que quienes reciben
prestaciones contributivas por ERTE no computan como parados.
Por otro lado, respecto
al consumo y al ahorro, los hogares españoles gastaron entre enero y marzo
menos de lo que ingresaron, lo que llevó a que su tasa de ahorro se situara en
el 11,2 % de su renta disponible, 2,8 puntos superior a la del trimestre
anterior, debido al descenso del consumo por el impacto de la pandemia del
coronavirus. La reducción del gasto fue de un 5,2% con respecto al mismo
trimestre de 2019, el mayor descenso desde el comienzo de la serie estadística.
Mirando a todos los trimestres de la serie, la tasa de ahorro del 11,2% es la
más elevada desde el tercer trimestre de 2009.
La tasa de ahorro está
calculada eliminados los efectos estacionales y de calendario y es la más alta
para un primer trimestre, cuando el ahorro suele reducirse, como ha venido
reflejando el INE desde 2003. Según las cuentas trimestrales no
financieras de los sectores institucionales, la evolución del ahorro es fruto
de la caída en el gasto en consumo final de los hogares frente al mismo
trimestre del año pasado, hasta los 172.515 millones, el mayor descenso desde
que comenzó la serie.
En cuanto a la necesidad
de financiación de los hogares ―con una inversión que cayó un 24,5%, hasta los
6.944 millones―, esta se situó en 4.573 millones, una cuarta parte de la cifra
del mismo trimestre del año anterior (18.423 millones).
Por su parte, las
empresas no financieras generaron una capacidad de financiación en el
primer trimestre de 5.220 millones, un 65,8% menos, que en el caso de las
instituciones financieras fue de 8.260 millones, un 40% más. La necesidad de
financiación de las Administraciones `públicas, en cambio, creció con fuerza
hasta los 9.167 millones frente a los 3.915 del primer trimestre de 2019, una
cifra que refleja el repunte del gasto para atender la emergencia causada la pandemia,
y que se apunta como el mayor en un primer trimestre desde 2012.
En total, la
economía española tuvo una necesidad de financiación de 260 millones en
ese primer trimestre de 2020, el 0,1% del PIB, frente a los 1.192 millones, el
0,4% del PIB, del arranque de 2019. De forma agregada, la renta nacional bruta
alcanzó los 292.832 millones en el primer trimestre, un 2% menos que en el
primer trimestre del año pasado.
En otro orden, aunque
todo está relacionado, según los cálculos de la ONG Oxfam Intermón. más de
700.000 personas caerán en la pobreza en España, un país sacudido por la
pandemia cuyo PIB caerá este año al menos un 9% y cuya tasa de paro que
alcanzará el 19%. Este aumento en la desigualdad borrará “de un plumazo” la
reducción registrada en los últimos cuatro años.
La ONG señala en el
informe “Una reconstrucción justa es posible y necesaria”, que las
personas con menores ingresos perderán, proporcionalmente, ocho veces más renta
que las más ricas. Y el grupo de los más pobres (el porcentaje de población que
recibe menos del 60% de los ingresos medianos) alcanzará los 10,8 millones de
habitantes.
La organización
pronostica que los 700.000 nuevos pobres harán que la tasa de pobreza relativa
ascienda al 23,1% de la población, frente al 21,5% registrado antes de la
pandemia.
Además, el informe revela
el impacto económico desigual en distintos sectores de la sociedad. “Entre el
18 de marzo y principios de junio, los milmillonarios españoles presentes en la
lista Forbes han visto aumentar el valor de su riqueza en más de 19.200
millones de euros. Todos ellos, 23 milmillonarios. han visto aumentar su
riqueza en solo 79 días”.
En el otro extremo están
los colectivos más afectados y que esta pandemia hará que sean aún más
vulnerables. Explica la ONG, explica el perfil de los más golpeados por la
crisis: “la precariedad tiene rostro de mujer, de personas migrantes y de
quienes tienen baja cualificación”.
En el caso de las
mujeres, siete de cada diez salarios mínimos interprofesionales los perciben
ellas, por lo que el descalabro en el mercado laboral es todavía más
fuerte para este colectivo. “Este impacto se ha ido incrementando después
de la crisis de 2008, y es el resultado de nuestro mercado laboral y de las
malas decisiones que se han tomado”
MERCADOS:
Durante el pasado mes de
junio, el IBEX 35 subió un 1,90% debido a los numerosos dividendos repartidos
durante el mes. La rentabilidad fue del 2,79%. Sin embargo, se quedó
bastante por debajo del Eurostoxx 50, que ganó un 6,40% con dividendos netos. En
el balance anual, el selectivo español queda muy lejos de recuperarse de los
efectos de la pandemia. Pierde un 22,85%, frente al 12,45% del Eurostoxx, el
7,08% del DAX alemán (que incluye dividendos) y el 4,04% del S&P 500 sin
dividendos.
Las bolsas se animaron a
principios del mes pasado gracias al anuncio del Banco Central Europeo (BCE) de
incrementar sus compras de activos en 600.000 millones de euros, elevando el
total a 1,35 billones de euros, para hacer frente a los efectos de la crisis
sanitaria, así como a la caída del paro en Estados Unidos y a la recuperación
del precio del petróleo.
La Bolsa española negoció
en renta variable 49.721 millones de euros en el mes de junio, un 18,3% más que
en el mismo periodo del año anterior y un 69,5% más que en mayo, según el
balance mensual de BME trasladado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores
(CNMV).
Sin embargo, a finales de
junio, el Ibex 35 cerró perdiendo el 1,27% y alejándose de los 7.500 puntos.
En todo caso, las
pérdidas acumuladas durante el año para el Ibex 35 se elevan al 22,47 %.
El volumen total
contratado en junio en los mercados de renta fija aumentó hasta los 37.258
millones de euros, un 78,4% más que en mayo y un 32,8% más que en el mismo mes
del año anterior.
Las admisiones a negociación,
incluyendo emisiones de deuda pública y de renta fija privada, ascendieron a
57.833 millones de euros, con un incremento del 53% respecto a mayo y del
147,1% si se compara con hace un año.
El saldo vivo en la renta
fija se situó en 1,7 billones de euros, lo que supone un ascenso del 7,1% en lo
que va de año.
En otro orden, han
llegado continuando buenas noticias para los hipotecados. Después de las
subidas de los últimos meses, el Euríbor, que se encuentra en terreno
negativo desde principios de 2016, cierra junio en -0,14%, lo que supone un
descenso de unos seis puntos básicos con respecto a mayo. Un movimiento que los
expertos achacan a la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), y a
una mayor confianza de las entidades financieras del Viejo Continente
en la vuelta a la llamada vuelta a la normalidad tras el pico de la
pandemia. El índice con el que se componen los tipos de interés de la mayoría
de las hipotecas variables en España, sin embargo, cotiza este mes cinco puntos
básicos por encima de su nivel de hace un año, por lo que las hipotecas
antiguas a las que toque revisión ahora se encarecerán.
A partir de julio, quien
sea titular de un préstamo hipotecario de 300.000 euros a 30 años con un tipo
de interés compuesto por el euríbor más un diferencial del 0,99% deberá
devolver a su banco una cuota mensual de 944,40 euros, frente a los 937,19
euros que ha estado pagando hasta ahora. De esta forma, el aumento en las
cuotas es de 7,21 euros al mes, o, lo que es lo mismo, de 86,52 euros en los
próximos 12 meses.
La ampliación del
programa de compras de deuda frente a la pandemia puesto en marcha por el
BCE (unos 600.000 millones de euros que se añaden a los 750.000 millones
de euros ya presupuestados en marzo) es, sin duda, la principal responsable de
este cambio de tendencia. El programa se extenderá hasta 2021, lo que,
previsiblemente, el Euríbor siga en negativo más tiempo.
Por lo que respecta al
mercado del automóvil, según han publicado fabricantes (Anfac), concesionarios
(Faconauto) y vendedores (Ganvan), la venta de vehículos continúa su mejora
paulatina tras el desplome del mes de abril, cuando los concesionarios
tuvieron incluso que bajar la persiana. En junio se matricularon 82.651
turismos y todoterrenos, un 36,7% menos que en el mismo mes del año anterior,
Un dato malo, sí, pero que confirma la mejora del sector tras quedarse en 4.163
ventas en abril y en 34.337 unidades en mayo. Pese a la leve mejora, el
retroceso en lo que va de año es considerable: en el primer semestre se han
vendido 339.853 coches, un 50,9% menos que en el mismo periodo de 2019.
Los meses inmediatamente
anteriores al verano acostumbran ser los más fuertes para la industria del
automóvil, y estos han sido precisamente los más afectados por el efecto de la
crisis del coronavirus. El golpe ha sido monumental y las consecuencias se
empiezan a atisbar con medidas drásticas como despidos a nivel global en las
principales fábricas. En España, por ejemplo, Nissan ya ha presentado un
ERE para de 2.525 trabajadores.
EMPRESAS:
La cifra de negocio de Primark entre marzo y
junio (tercer trimestre fiscal de su matriz, el grupo británico AB Foods)
alcanzó los 582 millones de libras esterlinas (645 millones de euros), lo que
representa una caída del 75% a tipo de cambio constante en comparación con el
mismo periodo del ejercicio anterior debido al impacto de los cierres de
tiendas por las medidas de contención de la pandemia de Covid-19.
De este modo, en los
nueve primeros meses de su ejercicio fiscal, los ingresos de la firma textil se
han reducido un 27%, hasta 4.292 millones de libras esterlinas (4.755 millones
de euros).
La multinacional indicó que
el cierre de todos sus establecimientos en marzo resultó en la pérdida de
ventas mensuales por importe de 650 millones de libras (720 millones de euros).
La salida neta de efectivo para Primark entre el 1 de marzo y el 23 de mayo fue
de alrededor de 800 millones de libras (887 millones de euros) incluyendo
principalmente pagos a proveedores y gastos operativos.
En este sentido, desde la
reapertura iniciada el pasado 4 de mayo, las ventas comparables acumuladas por
Primark en las siete semanas hasta el 20 de junio sumaron 322 millones de
libras (357 millones de euros), lo que representa un descenso del 12% respecto
del mismo periodo del ejercicio precedente.
Por su parte, la facturación de la cadena en la semana del
20 de junio, con el 90% de la superficie de venta abierta, alcanzó los
133 millones de libras (147 millones de euros) con la evolución comercial de
Inglaterra e Irlanda por delante de la registrada en el mismo tiempo del
ejercicio anterior.
La compañía ha indicado
que "casi todas las tiendas Primark ahora están operando nuevamente y
estimamos que el beneficio operativo ajustado para Primark, excluyendo los
cargos excepcionales, estará en el rango de entre 300 y 350 millones de libras
(333 y 388 millones de euros) en el ejercicio, frente a los 913 millones de
libras (1.012 millones de euros) reportados el año pasado. El comercio en
nuestras tiendas reabiertas ha sido, en conjunto, alentador. "La mayoría
de nuestras tiendas regionales están funcionando bien, especialmente en los
parques minoristas. Nuestras tiendas en el centro de las grandes ciudades están
sufriendo la actual ausencia de turismo y un tráfico mucho menor".
Por otro lado, la
compañía ha informado del retraso
en su programa de aperturas previsto para la segunda mitad de su ejercicio como
consecuencia de las restricciones implementadas, aunque en el tercer trimestre
llevó a cabo la apertura de cinco establecimientos, incluyendo una nueva tienda
en la Plaza de Cataluña, en Barcelona.
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