El panorama económico
global es muy diferente al de hace un año. La situación se explica por un mejor
rendimiento de la actividad en los países desarrollados, pero también en los
mercados emergentes.
El FMI ha elevado una
décima su previsión de crecimiento global para 2017 y 2018, que se queda en un
3,6% y un 3,7%, respectivamente, frente al 3,2% en 2016. La revisión al alza
refleja el firme incremento de la demanda en China, Rusia y Brasil. Las
condiciones financieras también son generalmente favorables para las economías
emergentes y en desarrollo, que se expandirán un 4,6% este año y un 5% a medio
plazo.
GLOBAL:
El crecimiento en 2017 va
a ser mayor de lo que se esperaba. La economía mundial, por primera vez en
mucho tiempo, está creciendo de forma sincronizada; Europa y las economías
emergentes son las regiones donde más está sorprendiendo. Y lo bueno, es que
para el próximo 2018 las expectativas son todavía mejores. La principal
economía del mundo, Estados Unidos, va a crecer a mayor ritmo que en los
últimos meses, apoyada sobre todo en la esperada aprobación de la reforma
fiscal de Trump, lo que supondría añadir casi un punto más al crecimiento
actual. Así, EE.UU. podría crecer más de un 3% el año que viene.
En 2017, Europa ha batido
en más de medio punto las estimaciones de crecimiento y el año que viene puede
hacerlo con mayor fuerza si se consolida la recuperación de la economía
francesa (segunda economía de la zona euro). Emergentes, con China a la cabeza,
también deberían sorprender. El viento de cola es evidente. Tipos bajos,
políticas fiscales expansivas, sueldos empezando a subir y condiciones de
financiación extraordinarias. La economía empieza a coger tracción y los “animal spirits” (representan las
emociones que pueden medirse en términos de confianza de los consumidores)
empiezan a despertarse. En estas circunstancias, la mayor sorpresa de 2018
puede ser la inflación si se acelera algo más de lo esperado y conduce a los
bancos centrales a ir eliminado las medidas monetarias expansivas.
LATINOAMERICA:
América Latina crecerá a
un ritmo del 1,2% en este 2017, tras una contracción del 0,9% en 2016. Ello
supone una mejora de dos décimas respecto a lo que se anticipó hace solo tres
meses. De ahí repuntará al 1,9% en 2018, que en este caso se mantiene respecto
a los proyectado en julio. Estas tasas, sin embargo, muestran la dificultad que
tiene la región para alcanzar su potencial de crecimiento económico.
Brasil, la mayor economía
de la región, ha experimentado grandes dificultades económicas durante los años
2015 y 2016. La recesión el año pasado fue muy importante (contracción del PIB
de un 3,6%). De esa cifra pasa a crecer al 0,7% este año, y al 1,5% el año
próximo. La aceleración se debe a un importante crecimiento de las
exportaciones, gracias a la depreciación de su moneda (el real), y a que ha
disminuido la contracción de su demanda interna.
La caída en el valor de
su divisa se explica como consecuencia de una política monetaria laxa para
estimular el crecimiento. Pero los economistas del FMI apuntan también a que
hay preocupación sobre las reformas en curso y señalan en este sentido la
debilidad de las inversiones. Confían, en todo caso, que ayuda una recuperación
gradual de la confianza conforme se apliquen las medidas para sostener las
cuentas públicas.
Respecto a México, sigue
manteniendo su crecimiento económico a pesar de los problemas y dificultades
existentes en la revisión del acuerdo de librecambio con Estados Unidos y
Canadá.
En cuanto a Argentina, la
proyección es de un rebote sólido del crecimiento al 2,5% tras una contracción
del 2,2% el año pasado, gracias a que el alza de los salarios impulsa el
consumo. También repunta la inversión, apoyada por las obras públicas, y su
sector exportador se beneficia de un incremento de la demanda externa. La
previsión del FMI es que el PIB de la economía argentina crezca cerca de un
2,5% en 2018.
El Fondo Monetario
Internacional analiza con detalle, en el informe que presenta a la cumbre de
otoño, la evolución de la inflación. Lo previsto es que el alza de precios se
mantenga estable por lo general en los países emergentes. Hay una excepción
mayor, la de Venezuela, con una inflación
del 650% este año y que se disparará al 2.350% el que viene.
Argentina es la segunda
excepción. Su economía arrastrará este año un incremento del 27% en los
precios, que se moderará al 18% en 2018. Supera el 11% de Turquía, el 13% de
Ucrania y el 16% de Nigeria. Solo le supera en este grupo Angola, con cerca del
31%. Para México se anticipa se duplique al 6% este año por la liberalización
del precio de la gasolina.
ESTADOS UNIDOS:
El FMI espera que el PIB
de la economía estadounidense avanzará a un ritmo del 2,2% este año y un 2,3%
el próximo.
La Reserva Federal (Fed) ha
decidido mantener los tipos de interés de referencia en Estados Unidos entre el 1 % y el 1,25 %, a
la vez que dejó abierta la posibilidad de un alza en su reunión de mediados de
diciembre dada la “solidez de la economía”.
La Fed ha señalado que “el
mercado laboral ha continuado su fortalecimiento y la actividad económica ha
seguido creciendo con solidez pese a las alteraciones relacionadas con los huracanes”.
Reiteró la Reserva
Federal que “la inflación se
espera que se mantenga algo por debajo del objetivo del 2% anual en
el corto plazo”.
El banco central
estadounidense celebrará los días
12 y 13 de diciembre próximos, aún con Yellen al frente, su
última reunión del año, fecha que los mercados consideran con altas
probabilidades de que sea cuando, dada
la buena salud de la economía estadounidense, se decida subir de nuevo el
precio del dinero.
El presidente Trump ha
elegido a Jerome Powell para convertirse en el decimosexto presidente del
banco central más poderoso del mundo. De forma que Powell tomará las riendas
cuando el mandato de Janet Yellen termine el próximo 3 de febrero de 2018.
Jerome Powell ya es gobernador
de la Reserva Federal, y va a ser el primer banquero de inversión que lidera la
política monetaria de EE UU.
La elección del financiero
deberá ser ahora aprobada por el Senado, donde los republicanos más
conservadores apostaban por un cambio más radical. Sin embargo, Trump ha
escogido al final una alternativa más segura y que da continuidad a las
políticas monetarias actuales.
Jerome H. Powell,
conocido como Jay Powell, tiene 64 años. Se formó como abogado en Princeton,
pero dedicó la mayor parte de su carrera a las finanzas. Eso le aporta un
conocimiento único sobre el funcionamiento de los mercados. Empezó en la firma
Dillon Reed en 1984. Ahí estuvo hasta que pasó al Departamento del Tesoro en
1990, con George Bush padre. Tras dejar el gobierno, se hizo socio en 1997 de
The Carlyle Group, hasta 2005. Se estima que el patrimonio de Poweell alcanza
una cifra superior a 110 millones de dólares.
Powell forma parte del
consejo de gobernadores de la Fed (Banco Central de Estados Unidos o Fed) desde
mayo de 2012. Fue nominado por Barack Obama. Está, por tanto, plenamente
familiarizado con la estrategia de la Fed y ha trabajado con Yellen estos recientes
años. Por este motivo no se espera que vaya a imponer un cambio radical de
política. En el Tesoro tuvo como responsabilidad la supervisión de la banca y
los mercados de deuda.
A diferencia de los otros
nombres que estaban sobre la mesa, Powell es partidario de mantener una
estrategia de retirada gradual de los estímulos. Trump, de hecho, dice
abiertamente que quiere que los tipos de interés sigan bajos. El gobernador Powell
no solo conoce el funcionamiento interno de la Fed y el plan en marcha para
volver a la normalidad, además es favorable a relajar la regulación financiera.
Según Powell, "el
sistema financiero, es de lejos más fuerte y resistente que antes de la
crisis". Sin embargo, señala, "trabajaré con mis colegas para
garantizar que seguimos vigilantes y estaremos preparados para responder ante
cualquier cambio en los mercados o en la evolución del riesgo". También
reconoció que las decisiones de la Fed afectan directamente a las familias, por
eso asegura que dirigirá su misión de una manera objetiva y preservando su
independencia.
Su nombramiento es, sin
duda, la alternativa más continuista si la decisión era prescindir de Yellen (podría
haber repetido mandato). El sector más conservador del Gobierno hubiera
preferido al economista John Taylor, padre de una regla muy
seguida en el ámbito de la política monetaria para calcular el nivel neutral de
los tipos.
Trump, sin embargo, teme
que un encarecimiento más rápido del precio del dinero reste efecto a la rebaja
de impuestos que se negocia en el Congreso y dudan de su capacidad para lidiar
con una crisis financiera. El elegido por el presidente, sin embargo, vuelve
a poner de relieve la relación estrecha que hay entre la Fed y Wall Street.
No obstante, hay cierto
temor a que se distancie de Yellen en cuestiones de regulación. Sobre ella,
Trump ha dicho en el acto de nominación de Powell que agradece su trabajo.
"Hemos trabajado 10 meses juntos. Ha servido con dedicación y
devoción".
La última vez que un
presidente no sirvió dos mandatos fue en 1979. Al sustituir a Janet
Yellen, nominada por el demócrata Barack Obama, el republicano Donald Trump
rompe con la tradición por la que el nuevo presidente mantiene al elegido por
su predecesor. Lo hizo Ronald Reagan con Paul Volcker, después Bill Clinton con
Alan Greenspan. El propio Barack Obama mantuvo a Ben Bernanke.
Trump no solo rompe con
la práctica de dar continuidad al presidente de la Fed elegido por su
predecesor, además elige a un candidato que no está formado como economista. Es
algo que no pasaba desde hace 40 años. Powell, sin embargo, es una persona
reconocida tanto por la comunidad de economistas como por los inversores. Está
por ver, en todo caso, cómo el mercado interpretará sus palabras.
En todo caso, muchos
analistas señalan que el momento del cambio es complejo. La Reserva Federal está
comenzando a desprenderse de los títulos de deuda que fue acumulando durante la
crisis financiera (ascienden a, nada menos, que 4,5 billones de dólares) En
paralelo se dispone a subir tipos en diciembre. Aunque con el cambio Trump
busca a alguien que se ajuste más a su doctrina, prefiere conservar la calma
que se vive en Wall Street.
Si Trump hubiese optado
por un cambio más radical, se corría el riesgo de que la volatilidad del
mercado creciera ante la incertidumbre por el curso que iba a tomar la
política monetaria.
Trump criticó a Yellen
con dureza durante la campaña electoral, a acusarle de adoptar una estrategia
favorable a los demócratas. El pasado verano, sin embargo, reconoció su trabajo
al frente de la institución y la incluyó en la lista de candidatos. El
republicano, en cualquier caso, está siendo muy consistente a la hora de tomar
distancias de las políticas y las personas en los puestos clave de su
predecesor.
No hay que dejar de
señalar que los argumentos a favor de la reelección de Yellen eran evidentes: la
recuperación económica estadounidense en curso; el reforzamiento del mercado
laboral; la inflación está bajo control; y en los mercados existe total calma.
A esto se le suma que comunicó de una manera clara y precisa el curso de su
estrategia, para evitar sobresaltos innecesarios de los inversores en todo el
mundo.
Sin embargo, su
continuidad planteaba varios problemas políticos a Donald Trump: está eliminado
a los nombramientos clave que hizo Barack Obama. Además, Trump es favorable a
la desregulación financiera para impulsar el crédito. Janet Yellen, por tanto,
no es la persona que se ajusta a su doctrina.
Ahora bien, sin duda,
Yellen es la profesional que mejor entiende cuáles son las necesidades de la
economía de EE UU. Se trata, además, una de las grandes expertas en el análisis
de las fuerzas del mercado laboral.
UNIÓN EUROPEA:
Por primera vez en una
década, el Banco Central de Inglaterra ha subido los tipos de interés. El
alza es de 0,25 puntos, hasta situarlos en el 0,50%. Después de años de
rebajas, se ha dado un paso hacia una política monetaria normalizada. Sin duda,
la decisión se ha adoptado en base a un desempleo bajo y una inflación más alta
que en años recientes.
Sin embargo, “no es oro
todo lo que reluce”, ya que también existen algunas previsiones negativas: el
Brexit está afectando a las cifras de inversión y la salida de la Unión Europea
está ocasionando efectos negativos en las expectativas económicas. La
incertidumbre asociada la salida de la UE, además, está afectando al consumo
doméstico. Todo ello, ralentiza el crecimiento económico.
Según el Comité de
Política Monetaria del Reino Unido, habrá un crecimiento de su PIB del 1,7% al
año durante los tres próximos ejercicios. Se trata de un desempeño
sustancialmente inferior al 2,5% que ha sido la media en las últimas décadas,
pero lo bastante alto como para generar inflación, debido a la incertidumbre
del Brexit, la baja productividad y el escaso margen para aumentar las cifras
de empleo.
Igualmente, el Banco de
Inglaterra ha comunicado que mantiene el programa de compra de activos a su
ritmo actual de 10.000 millones de libras. Ha señalado el Banco que la subida
supone el inicio de un alza “gradual” del costo del endeudamiento. De la misma
forma, ha señalado la institución, que se precisarán dos subidas más en los
próximos dos años para, de esta forma, controlar la subida de los precios.
Lo cierto, es que la
medida supondrá que alrededor de cuatro millones de hogares con hipotecas a
interés variable deban enfrentarse a una subida del precio de su hipoteca. La
autoridad monetaria calcula que cerca de dos millones de personas no han
experimentado nunca una subida de los intereses desde que firmaron su hipoteca.
La subida, no obstante, proporcionará un modesto aumento en las ganancias de 45
millones de ahorradores que se verán favorecidos por esa mejora los intereses
que perciben.
Los tipos de interés en
Inglaterra habían estado en el 0,5% desde mayo de 2009, cuando la institución
los redujo por la crisis financiera global. Bajaron todavía más, al 0,25%,
en agosto de 2016, poco después de que los británicos decidieran abandonar
la Unión Europea en el referéndum celebrado en junio de ese año. El Brexit
produjo tensiones en las Bolsas y la depreciación de la libra, por lo que el Banco
de Inglaterra optó por aquel recorte de los tipos.
En estos momentos, con
una tasa de paro del 4,3%, la economía británica ha resistido mejor de lo
previsto los efectos de la negociación con Bruselas. Aunque el avance
interanual del PIB es el 1,5% (más débil que en 2016), en términos trimestrales
creció en el tercer tramo del año un 0,4%, por encima del 0,3% de los dos
trimestres precedentes. Los precios han subido un 3%, y la autoridad monetaria
espera que este mes alcancen un máximo del 3,2%, con lo que la subida de los
tipos va en parte encaminada a evitar un alza excesiva del nivel de precios.
La subida de tipos en
Inglaterra, aunque sea de forma suave, es un paso en el regreso a políticas
monetarias anteriores a la Gran Recesión. El banco central de Estados Unidos,
la Reserva Federal, ya tomó la decisión de comenzar a subir los tipos en
diciembre de 2015. Los elevó un cuarto de punto y los situó entre el 0,25%
y el 0,5%. Desde entonces, ha realizado otras dos subidas. El Banco Central
Europeo, por su parte, mantiene todavía invariables los intereses en el
0%, su mínimo histórico. Mario Draghi apuntó en la última reunión del
consejo de gobierno, la de octubre, que probablemente hasta 2019 no lleguen las
subidas a la zona euro, aunque dependerá de la evolución económica.
Por otro lado, el posible
estancamiento en la negociación del Brexit entre la Unión Europea y el Reino
Unido, preocupa al Fondo Monetario Internacional (FMI): la directora gerente del FMI, Christine
Lagarde, ha alertado frente a la “incertidumbre en que la recuperación no es
completa”.
La Unión Europea tiene el
gran reto de diseñar la salida de quien fuera uno de sus socios más poderosos, actualmente
estancada, por lo que ha crecido la preocupación por un posible Brexit duro,
desordenado, en el que entren en vigor las normas de la Organización Mundial
del Comercio (OMT) como único marco de relaciones comerciales, por la no
existencia de un pacto alternativo entre el Reino Unido y la Unión Europea.
Lagarde señaló que “simplemente
no puedo imaginar que eso ocurra. Porque ¿qué significaría para la propia
gente, para los europeos que viven en Reino Unido o los británicos ubicados en
la Unión Europea?”. Reclamó “un enfoque de las negociaciones más preciso para
reducir la incertidumbre que, recalcó, está dañando al potencial de crecimiento
económico”.
Port otro lado Mario
Draghi, ha señalado la salida de las medidas monetarias extraordinarias,
decidiendo la retirada gradual de
las excepcionales medidas en las que se ha apoyado la economía europea durante
los últimos años. Las armas con las que el BCE ha combatido
la crisis financiera y de deuda soberana, primero; y el fantasma de
la deflación, después.
Una decisión que era
esperada y que supone un
paso más hacia el fin del quantitative easing (QE) o programa
de compra masiva de Obligaciones o valores representativos de deuda, sobre todo
pública, que Draghi puso en marcha en marzo del 2015. Una decisión sin
precedentes y puede que sea la más arriesgada que se haya tomado nunca en
la eurozona.
En estos momentos el BCE está adquiriendo, nada menos, que una
media de 60.000 millones de euros al mes. Compra, sobre todo, deuda
soberana, aunque también de empresas no financieras, y otros productos como
cédulas hipotecarias. De la magnitud de su actividad da buena cuenta el balance
del Banco Central Europeo, próximo a los 4,5 billones. Es el doble de la cartera
que disponía en marzo del 2015, cuando arrancaron las compras (equivale a una
cifra equivalente al 142 % del PIB de la eurozona).
Pues bien, lo seguirá
haciendo al mismo ritmo hasta que se acabe el año. Pero, a partir de enero se gastará la mitad: 30.000
millones de euros al mes. Y así durante nueve meses más. Hasta
septiembre del año que viene. En total, otros 270.000 millones de euros.
Eso siempre que no haya
novedades funestas en los riesgos que nos acechan, como el brexit;
la situación en Cataluña; las elecciones italianas; el relevo al frente de la
Reserva Federal...
Mario Draghi no termina
de fiarse: por eso dejó abierta la posibilidad de incrementar nuevamente la
cuantía o alargar la vida del programa si fuese necesario. Y eso que se
congratuló de la “sólida y amplia expansión económica de la eurozona”. Pero en esta
crisis no conviene bajar la guardia.
Ahora bien, respecto al
tipo de interés no ha habido cambios, ni se vislumbran: “el consejo de gobierno
espera que los tipos de interés oficiales del BCE se mantengan en los niveles
actuales durante un período prolongado que superará con creces el horizonte de
sus compras netas de activos”, es la frase con la que la institución señala sus
decisiones desde hace tiempo a este respecto.
Se deduce pues, que el
tipo de interés oficial, ahora en un histórico 0 %, difícilmente subirá antes
del año 2019. El año que verá el fin del mandato de Mario Draghi al
frente del Banco Central Europeo.
ESPAÑA:
El servicio de estudios
de BBVA ha advertido de que la economía española podría perder por Cataluña
entre 0,2 y 1,1 puntos de crecimiento de su PIB en 2018, dependiendo del grado
de incertidumbre que se genere, de cuánto tiempo se extienda ésta y de su
contagio a otras regiones. O lo que es lo mismo, se podrían evaporar entre
2.000 y más de 12.000 millones del PIB español.
La entidad ya rebaja tres
décimas sus previsiones de crecimiento para el año que viene debido a las
tensiones políticas: del 2,8% al 2,5%. En cuanto a este año, también recorta el
pronóstico del 3,3% al 3,1%, aunque estas dos décimas menos no se explican por la
situación en Cataluña.
La crisis catalana ya
está restando crecimiento del año que viene, a pesar de que todavía solo se
detectan unos niveles de impacto relativamente contenidos. Para que se llegue a
restar esa horquilla de hasta 12.000 millones, la incertidumbre debería
prolongarse hasta finales de 2017. Y el daño podría superar incluso los 12.000
millones si las tensiones continuasen durante el próximo año.
El Gobierno también
bajó tres décimas su estimación de crecimiento del PIB español por causa
de Cataluña. Solo que esa modificación dejaba el crecimiento de 2018 en el 2,3%
y no el 2,5%, si bien el ministro Guindos ha explicado que tras la aplicación
del artículo 155 el efecto sería nulo y podría crecerse "incluso
más del 2,5%". La Autoridad Fiscal ha calculado que el PIB podría
perder hasta 1,2 puntos en 2018, Y el Banco de España ha estimado que
podría costar hasta más de 2,5 puntos durante los dos próximos años.
Igualmente, en relación a
este 2017, el servicio de estudios del BBVA estima que el aumento del PIB será
de dos décimas menos a consecuencia de la inesperada debilidad de las
exportaciones registrada en los últimos meses, y a que el consumo de las
familias está moderando su impulso.
El servicio de estudios
de BBVA también alerta sobre una desaceleración del turismo, "posiblemente
por factores estructurales". Parte del extraordinario crecimiento registrado
en los últimos años se debe a la inestabilidad que existía en otros destinos
del Mediterráneo más baratos. En tanto que esa inestabilidad se corrija, España
podría ir perdiendo pujanza. Y eso ya se está plasmando en las cifras. La
entidad resalta que durante el último año se ha producido una ralentización de
los ritmos de crecimiento: "el sector turístico podría estar
acercándose a niveles de saturación, particularmente en los destinos
tradicionales de playa".
Por otro lado, se han
conocido los datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) del INE
correspondiente al tercer trimestre: sus resultados han sido buenos, ya que se
han creado 235.900 empleos, por lo que el número de ocupados supera los 19
millones de personas.
La cifra anterior supone
que, desde el primer trimestre de 2014 (cifra más baja de ocupados) se han
recuperado 2,09 millones de empleos. No obstante, aún quedarían por crear otros
1,7 millones de empleos perdidos, tomando como referencia el récord histórico
de 20,75 millones alcanzados en el tercer trimestre de 2007, en vísperas de la
crisis.
El empleo temporal, según
la EPA analizada, ha aumentado en 148.900 asalariados, mientras que el
indefinido sólo ha subido en 67.500 personas.
La tasa de desempleo está
situada en el 16,3% (más de 16 personas que quieren trabajar no lo consiguen).
Aunque esta tasa está por encima de la media europea.
Por otro lado, el Banco
de España advierte de las terribles consecuencias económicas que pueden tener
las tensiones políticas en Cataluña si estas persisten a medio plazo. En un
informe de riesgos para la estabilidad financiera publicado por la entidad, se
afirma que la economía española podría perder por culpa de la crisis catalana
entre 0,3 y algo más de 2,5 puntos de PIB en dos años, es decir, tendría un
coste entre 3.000 y más de 27.000 millones. En el peor de los escenarios, el
organismo subraya que se podría evaporar hasta un 60% de todo el crecimiento
proyectado para los años 2018 y 2019. Además, Cataluña corre el riesgo de
llevarse la peor parte y entrar directamente en una recesión.
"La
incertidumbre generada a raíz del desafío independentista en Cataluña podría
traducirse asimismo en un menor nivel de actividad y empleo en los próximos
meses". Y el informe explica con detalle cómo ocurriría el proceso:
"Podría deteriorar la confianza de los agentes económicos y, por esta vía,
afectar a sus decisiones de gasto e inversión. Además, la incertidumbre y los
problemas de confianza podrían propiciar un endurecimiento de las condiciones
de financiación para el conjunto de sectores residentes". Incluso señala
que "los mercados financieros españoles ya han presentado una evolución
comparativamente menos favorable, en parte como consecuencia de la
incertidumbre generada por las tensiones políticas en Cataluña".
Los equipos técnicos del
Banco de España dibujan básicamente dos escenarios. Uno más benigno en el que
la incertidumbre se mantiene en los niveles vistos durante el tercer trimestre
y esta no va más allá de 2017. Por lo que en este se deduce que las tensiones
acabarían con las elecciones del 21 de diciembre. Bajo esa hipótesis, el coste
acumulado podía llegar a las tres décimas de PIB, es decir, unos 3.000 millones
de euros, durante los años 2018 y 2019.
El otro supuesto más
adverso, en el que el conflicto se prolonga durante los dos próximos años y
alcanza unos niveles de estrés similares al inicio de la crisis de 2008 o a
cuando la economía española estuvo al borde del rescate allá por 2012. En ese
caso el daño para la economía podría dispararse hasta algo más de los 2,5
puntos de PIB, es decir, más de 27.000 millones de euros. "Este último
escenario comportaría una reducción de cerca del 60% del crecimiento
considerado en el escenario base para el conjunto de la economía española y una
recesión de la economía catalana durante buena parte del horizonte
analizado", afirma el informe.
No obstante, señala el
informe que son riesgos hipotéticos "a título meramente ilustrativo y
provisional", de hasta dónde podrían llegar las cosas si se intensifica o
enquista el desafío soberanista. No son previsiones y, por tanto, podrían
perfectamente no ocurrir. "En todo caso, permiten evidenciar los
significativos riesgos y costes económicos de la situación provocada por las
iniciativas independentistas en Cataluña. La pronta normalización de esta situación
podría mitigar la incidencia de los riesgos para la economía analizados”.
En todo caso, el informe
coloca además a Cataluña como uno de los principales riesgos para la
estabilidad financiera y bancaria de España. Por una parte, el organismo cita
como riesgos los problemas de rentabilidad de la banca y un posible ajuste
brusco de los mercados por motivos geopolíticos o por unas bajas expectativas
de crecimiento. Y, a renglón seguido, añade: "adicionalmente a los dos
factores señalados, existe otro factor de riesgo a tener en cuenta, que es la
tensión política en Cataluña y sus eventuales repercusiones sobre las
condiciones de financiación en los mercados de capitales y sobre el conjunto de
la economía española".
Simplemente, por citarlo,
apuntan fuentes financieras, que en los días posteriores al referéndum ilegal
del 1 de octubre se estuvo muy cerca de una situación de riesgo de “corralito”.
Ante el riesgo de quedarse fuera del paraguas del BCE, los bancos
catalanes sufrieron una severa fuga de depósitos. Y ello les obligó a cambiar
su sede para garantizar ante depositantes e inversores que seguirían bajo el
amparo del eurobanco. Solo así lograron mitigar la sangría.
MERCADOS:
En este momento, ya hay más
de 2.000 empresas menos con sede social en Catalunya, un Ibex 35 que, sin
grandes oscilaciones a lo largo de estas semanas, ha acabado subiendo desde la
jornada siguiente al referéndum del 1 de octubre y una prima de riesgo en
retroceso.
Es el resumen del
comportamiento de los mercados un mes después de esa consulta. El referéndum
marcó el inicio de la fase más crítica de la crisis institucional catalana y
llevó al conflicto a las portadas de los medios
internacionales tras las imágenes de las cargas policiales del 1-O.
El efecto más palpable de
esta crisis ha sido el traslado de un total de 1.883 empresas que
han trasladado su sede social desde Catalunya a otras regiones de España
entre el 2 y el 30 de octubre, según el balance diario que ha facilitado el
Colegio de Registradores Mercantiles de España.
Tras la entrada en vigor
de las medidas del artículo 155 de la Constitución, la convocatoria de
elecciones anticipadas en Catalunya y la destitución del Ejecutivo de Carles
Puigdemont, según la agencia de calificación de riesgos S&P, ha reducido
las probabilidades de una escalada de la tensión en Cataluña a corto plazo,
siempre que se dé una aplicación "ordenada" del 155. S&P
considera que la actividad económica en España sigue mostrándose fuerte.
Los últimos
acontecimientos en Catalunya, según su análisis, no deberían tener un impacto
inmediato sobre el rating de la deuda de España ni sus perspectivas, aunque las
tensiones ya existentes en la región pueden provocar una caída sostenida en los
negocios y en la confianza del consumidor en los próximos meses, especialmente
en Catalunya, aunque, se añade, que esas consecuencias económicas aún no han
emergido.
A lo largo del mes de
octubre, y tras un decreto exprés aprobado por el Gobierno central para
facilitar esa decisión, han movido su sede social fuera de Catalunya seis de
las siete empresas catalanas del Ibex 35 (sólo se ha quedado Grifols),
incluyendo a dos emblemas como Caixabank y Sabadell.
El Ibex 35 se ha
revalorizado desde el 2 de octubre un 2,6%. Ha cerrado el mes en su nivel más
alto desde agosto tras avanzar un 1,3% en octubre y acumular una subida del
12,5% desde enero, ligeramente superior a la del Eurostox 50.
Los valores del Ibex que
mejor se han comportado desde el 2 de octubre han sido Cellnex (una de las
empresas que trasladaron su sede a Madrid), con una subida del 10,5%; la
multinacional ArcelorMittal (cuya matriz está en Luxemburgo), con un avance del
10%; Siemens Gamesa (+12,16%) y Grifols (+9%). En el lado contrario, destaca el
retroceso de Dia, con un 14,2% desde el 2 de octubre, y que la semana pasada
presentó unos resultados por debajo de lo esperado. Entre los bancos, sólo
Caixabank ha retrocedido ligeramente (0,84%).
Por su parte, la prima de
riesgo se situaba a finales de octubre en el nivel más bajo desde el 19 de
septiembre al alcanzar los 109 puntos básicos, frente a los 124 puntos del
pasado 2 de octubre y lejos de los 136 puntos que llegó a alcanzar a lo largo
del mes pasado.
En cualquier caso, la Comisión
Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha señalado que la prolongación de
la crisis institucional puede tener consecuencias "notables" sobre
los mercados y la actividad económica.
Concretamente, apunta en
su última Nota de Estabilidad Financiera que en los mercados se puede producir
un "endurecimiento" de las condiciones de financiación de los
agentes y una "pérdida de confianza" que den lugar a descensos de las
cotizaciones y a "rebrotes puntuales" de la volatilidad.
EMPRESAS:
El Banco Santander ganó
5.077 millones de euros en los primeros nueve meses, un 10% más que el mismo
periodo del año anterior, tras destinar 515 millones a cargos extraordinarios,
según la entidad. Los ingresos del grupo subieron un 10% mientras que los
gastos lo hicieron en un 7%. En ocho de los diez mercados principales tuvo
incremento de ingresos.
La presidenta del banco,
Ana Botín, ha declarado que: "estamos muy contentos con los avances
conseguidos desde que compramos Banco Popular en junio. Hemos ampliado el
capital necesario, alcanzado un acuerdo para la venta de los activos inmobiliarios
y recuperado más de 10.000 millones de depósitos de clientes". La entidad
inyectó 13.000 millones para frenar la fuga de depósitos, que alcanzó los
20.000 millones en total. El Santander compró el Popular por un euro con una
aportación de recursos propios de 2.000 millones procedentes de los accionistas
y parte de los bonistas que perdieron su inversión.
Gran trabajo ...
ResponderEliminarMuchas gracias Mark, viniendo de ti el comentario, tiene un enorme valor.
EliminarSaludos