En el Foro Económico Mundial de Davos se
habló de la crisis de Cataluña. Y es que la incertidumbre generada en España aparece
en el último informe sobre los “riesgos globales para 2018”.
El documento señala
que “los problemas culturales están causando tensiones políticas”. Algunos de
los casos que se citan son los de Polonia, Hungría y España: “la polarización entre grupos
con diferentes herencias culturales o valores parece que continuará siendo una
fuente de riesgo político en los países occidentales en 2018 y más allá”.
GLOBAL:
Desde hace tiempo algunos
economistas apuntan a una serie de indicadores alternativos al PIB para medir
el grado de bienestar material de la población. Se trata de una serie de
indicadores relacionados con la equidad y la sostenibilidad.
Pues bien, el Foro de
Davos, dónde se reúnen las personalidades políticas y económicas mundiales más
relevantes, ha presentado un informe en el que denuncia que «décadas de priorizar el crecimiento
económico por encima de la equidad social han conducido a unos niveles
históricos de desigualdad de riqueza e ingresos. Los Gobiernos han
perdido la oportunidad de entrar en un círculo virtuoso, donde el crecimiento
hubiera permitido incluir a más personas sin ejercer presión sobre el medio
ambiente o sin que esto implicara una carga para las futuras generaciones».
De forma, que el Foro
de Davos ha puesto a sus técnicos a trabajar y ha elaborado, lo que
denomina, Índice de Desarrollo Inclusivo (IDI) 2018, de dónde se extraen
las anteriores afirmaciones.
El Índice de Desarrollo Inclusivo es una evaluación anual que mide el desempeño de 103 países en 11 áreas
de progreso económico distintas del PIB y mide la gestión
sostenible de los recursos naturales y financieros basándose en el crecimiento,
el desarrollo, la inclusión y la equidad intergeneracional.
Sin duda, dentro del
análisis económico el PIB (Producto Interior Bruto que mide la producción total
de bienes y servicios obtenida en el interior de la economía) es la variable
fundamental. Ahora bien, no refleja en qué medida esta magnitud contribuye al
progreso socioeconómico general que se manifiesta en las rentas medias por
hogar, las oportunidades de empleo, la seguridad económica y, en definitiva, la
calidad de vida. De ahí que sea tan importante analizar cómo está distribuido
su valor, que no es otra cosa que la Renta Nacional.
Se desprende, que en los
últimos cinco ejercicios las 29 economías avanzadas han bajado su nota en
inclusión, que se mide por las rentas medias por hogar, la pobreza y la
desigualdad de riqueza e ingresos, a pesar de aumentar su crecimiento y
desarrollo por encima del 3%, variables estas que se basan en el PIB per
cápita, la productividad laboral, el empleo y la esperanza de vida sana. Por
contra, en el mismo periodo tan solo 12 de las 29 economías avanzadas tuvieron
éxito a la hora de reducir la pobreza, y solo ocho experimentaron un descenso
de la desigualdad de ingresos.
España
ocupa el puesto 26 de 30 en materia de inclusión y en los últimos cincos años
ha perdido un 6,5% de puntuación en la materia.
Por
el contrario, Noruega es la economía
avanzada más inclusiva del mundo en 2018. Junto a Noruega figuran Dinamarca y Suecia, a
los que se unen países como Luxemburgo y Suiza. Entre los diez primeros a nivel
mundial solo consigue un puesto Australia, el octavo, y Nueva Zelanda, el
noveno. De las economías del grupo de los siete países más industrializados del
mundo (el G-7), Alemania es la mejor posicionada, seguida de Canadá (17),
Francia (18), Reino Unido (21), Estados Unidos (23), Japón (24) e Italia (27).
Por otro lado, el
crecimiento económico mundial ha estado impulsado de manera histórica por los
bancos centrales de todo el mundo. En el caso del Banco Central Europeo (BCE),
lleva ya tiempo comprando bonos tanto públicos como privados. Pues bien, todo
apunta a que el cambio en la política monetaria se producirá en 2019.
En 2019 Mario Draghi dejará
la presidencia del BCE y, si las previsiones no fallan, todo apunta a que
el actual presidente del Banco Central de Alemania, Jeins Weidmann, será el
próximo presidente de la institución. Este nombramiento, de confirmarse, es muy
significativo ya Weidmann lleva años reclamando a Draghi una normalización de
la política monetaria, sobre todo una vez que la economía europea ha recuperado la senda
del crecimiento, por lo que el final de 2018 y 2019 podrían
ser los años en los que la política monetaria europea pase a ser restrictiva.
No obstante, algunos analistas
creen que «el final de la compra de
bonos de deuda pública por parte del BCE, lo que podría ocurrir en septiembre de este año, será el mayor riesgo para
la economía global que se producirá en 2018».
ESTADOS UNIDOS:
Para Trump, “el mejor
socio de Estados Unidos es Estados Unidos”. Esta ideología recogida en su
peculiar doctrina de “América Primero”,
ha marcado la política exterior del presidente. En el último año, ha roto el
acuerdo de libre comercio del Pacífico, ha salido del pacto contra el cambio
climático y ha puesto en la cuerda floja el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte con Canadá y México.
Mientras tanto, y por el
contrario, Europa ha buscado hacer socios donde Trump ha dinamitado puentes. En Davos,
Trump trato de matizar sus mensajes, pero en una entrevista ha vuelto a abrir
la caja de los truenos: el presidente norteamericano considera que la relación
comercial de su país con Europa es “injusta”: con su tradicional estilo
vocinglero que le caracteriza, asegura que EE UU “no puede introducir” sus
exportaciones en Europa, mientras que los europeos “envían sus productos sin
impuestos, con muy pocos impuestos”.
La afirmación es
radicalmente falsa, ya que Estados Unidos vende anualmente bienes y servicios a
Europa por medio billón de euros. Los aranceles han ido cayendo en las últimas
décadas, y sus empresas pagan los mismos impuestos que las europeas: en todo
caso, Europa ha demostrado en media docena de casos que las multinacionales
norteamericanas han levantado entramados fiscales para evitar pasar por
Hacienda.
Todo lo contrario, hay
enormes medidas proteccionistas por el lado norteamericano: ocho países
europeos llevan más de 10 años esperando permisos para exportar peras y
manzanas; el transporte aéreo y marítimo está prácticamente vedado a las
empresas europeas, y las importaciones de componentes en sectores estratégicos
como el automóvil se gravan con aranceles disuasorios.
Hay un puñado de
contenciosos sobre la mesa (las aceitunas españolas, por ejemplo), pero la
prueba definitiva que marcará las futuras relaciones entre las dos potencias
está por llegar. Trump ha ordenado investigar si las importaciones de acero son
una amenaza para la seguridad nacional; Bruselas cree que ese será el barómetro
para ver si puede haber una guerra comercial, señalando que “la causa de ese
problema no es la Unión Europea, sino la sobrecapacidad de China; y si somos
aliados, no podemos ser una amenaza para su seguridad”.
Los grandes enemigos de
Trump en la campaña electoral, sobre todo China, ahora se escapan de sus iras
que se centran en Europa, especialmente en Alemania, con quien mantiene un
desequilibrio de 50.000 millones. Para Trump, la UE es “un vehículo de Berlín”:
el apéndice de un país que ha puesto la política comunitaria a su servicio y
forzado un euro débil para lograr el mayor superávit del planeta.
El Brexit, el gasto en
defensa, la búsqueda de un dólar débil y hasta los nombramientos en la OMC (Organización
Mundial del Comercio) han llevado la relación a ese lugar bronco que tanto
gusta a Trump.
Hay que esperar para ver:
si Estados Unidos pone a Europa en la diana. La Unión Europea, según la propia
Comisión Europea “está preparada para reaccionar rápida y adecuadamente, con
represalias duras y creativas, pero dentro de lo legal”.
Respecto a los tipos de
interés en Estados Unidos, la Reserva Federal (Fed) decidió mantener los tipos
de interés, en la última reunión presidida por Janet Yellen, en una banda que
se mueve entre el 1,25% y el 1,5%. Pero los mercados tratan de entender qué
pasará a partir de que Jerome Powell tome el relevo y tenga que decidir qué
medidas adopta para evitar que la economía se recaliente sin amenazar la
expansión.
El comunicado que
emitió la Fed al final de la reunión es casi idéntico al que se publicó en
diciembre, aunque con un tono más confiado. Esta vez no hubo rueda de prensa,
ni previsiones económicas, ni proyecciones sobre los tipos de interés. Hasta
ahora, la mayoría de los miembros se decanta por tres incrementos. La puerta
está abierta para marzo, a la que seguirá otra en junio y una más en septiembre
o diciembre si los datos acompañan.
El voto fue unánime. La
nota final señala que los riesgos a corto plazo para la economía están
"equilibrados". La Fed espera que el crecimiento avance con
"solidez" y aunque en este momento no cambia las perspectivas por el
efecto de la reforma fiscal, si se indica que va a seguir de cerca la marcha de
los indicadores. La inflación está por debajo del 2%, pero la reciente caída
del dólar y el alza del petróleo pueden presionar al alza.
Bajo el mandato de cuatro
años de Janet Yellen, se crearon 9,7 millones de empleos y se inició el proceso
de retirada de estímulos que ella misma diseñó con Ben Bernanke para responder
a la crisis financiera de 2008.
Yellen puso especial
atención a los puntos más vulnerables del mercado laboral. El éxito de su estrategia
dependerá de su sucesor. Powell, que apoyó sin fisuras sus decisiones como
gobernador, se comprometió a dar continuidad a la subida gradual de tipos de
interés. Pero su gran reto será preservar el equilibrio logrado y el consenso
interno.
UNIÓN EUROPEA:
Europa sigue creciendo a
las mayores tasas en una década y deja atrás a los anglosajones: la zona euro
cerró 2017 con un crecimiento del 2,5% y el PIB trimestral avanzando a tasas
del 0,6%. Ni las amenazas proteccionistas de Donald Trump en Estados Unidos, ni
el Brexit han hecho mella en Europa; más bien al contrario. Según Eurostat la
agencia estadística de la UE, La zona euro crece por encima de EE UU y el Reino
Unido.
El año 2018 ha comenzado
con las mismas amenazas del 2017. Ahora bien, ni los riesgos internos (las
amenazas populistas), ni los externos (la debilidad del dólar y los potenciales
conflictos geopolíticos) han conseguido que el crecimiento pierda fuerza. Los
índices de confianza están en máximos.
Los viejos problemas
siguen ahí (Grecia y los acreedores deben discutir las medidas de alivio de la
deuda), pero todo es más fácil: Francia crece al mayor ritmo desde 2011, España
sigue fuerte y la crisis de deuda soberana parece un mal sueño de hace cinco
años.
Está creciendo la economía
europea al mayor ritmo en 12 años y, sin embargo, no suben los precios. Además,
Mario Draghi ha alertado de los efectos negativos de la revalorización del
euro, que achaca a las declaraciones de las altas esferas en Washington (en particular
al nuevo secretario del Tesoro de EE UU, Steven Mnuchin).
Esa apreciación del euro
implica menos exportaciones, más dificultades para crecer y, sobre todo,
condiciones financieras y monetarias más duras.
No obstante, aseguró que
no habrá subidas de tipos de interés al menos hasta 2019. Sugirió que el final
de las compras de bonos (el QE, por sus siglas en inglés) será gradual. Y aun
así el euro siguió subiendo y superó los 1,25 dólares por unidad por primera
vez desde diciembre de 2014, con un aumento diario del 0,7% (excepcional para
el mercado de tipo de cambio).
Draghi ha aludido al acuerdo
alcanzado en la última reunión en Washington, del pasado mes de octubre del
Comité Monetario y Financiero Internacional (IMFC, por sus siglas en inglés),
dónde Estados Unidos se comprometió a no realizar depreciaciones de su moneda
con un ánimo competitivo. De forma que Draghi ha sugerido que las declaraciones
de Mnuchin, Secretario del Tesoro de los Estados Unido, diciendo en Davos que
un dólar débil facilita la corrección de los desequilibrios estadounidenses,
incumple el espíritu del citado acuerdo.
Tras estas declaraciones de
Mnuchin, la moneda única se apreció. "El uso del lenguaje", remarcó Draghi
hasta en tres ocasiones, "no es lo que habíamos acordado", y la
apreciación del euro se convierte así en una fuente de incertidumbre, aunque
los riesgos sobre la eurozona "están equilibrados".
El presidente del BCE ha
asegurado que "ve muy pocas opciones" de subir los tipos de interés a
lo largo de este año, y ha señalizado las primeras subidas una vez se acaben
las compras de activos, más allá de septiembre de 2019.
Draghi es muy precavido,
por lo que en contra de lo que piden algunos miembros del BCE que abogan por
finalizar ya las medidas excepcionales de liquidez, ha señalado que aún no se
ha discutido si habrá un final durante septiembre del año próximo, o por el
contrario, una nueva prolongación del programa del QE si la situación económica
empeorase.
El Banco Central Europeo ha
mantenido intactos los tipos de interés en la eurozona, aún en sus mínimos
históricos. Ha señalado en su comunicado que "los tipos de interés
aplicables a las operaciones principales de financiación, la facilidad marginal
de crédito y la facilidad de depósito se mantienen sin variación en el 0,00%,
el 0,25% y el -0,40% respectivamente".
No hay intención de
cambiarlos a largo plazo: "el Consejo de Gobierno espera que los tipos de
interés oficiales del BCE se mantengan en los niveles actuales durante un
período prolongado que superará con creces el horizonte de sus compras netas de
activos".
De la misma forma, el Consejo
de Gobierno del BCE ha confirmado que “las compras netas de activos, al nuevo
ritmo de 30.000 millones de euros mensuales, continúen hasta el final de
septiembre de 2018 o hasta una fecha posterior si fuera necesario. El
calendario será así hasta que el Consejo de Gobierno observe un ajuste
sostenido de la senda de inflación que sea compatible con su objetivo de
inflación. Si las perspectivas fueran menos favorables, o si las condiciones
financieras fueran incompatibles con el progreso del ajuste sostenido de la
senda de inflación, el Consejo de Gobierno está preparado para ampliar el
volumen y/o la duración del programa de compras de activos".
La novedad, ahora, se
centra en los altos niveles del euro frente al dólar. El euro fuerte con
respecto al dólar muestra la sólida recuperación de la eurozona. Pero encarece
las exportaciones. Tensiona las condiciones financieras y monetarias. Y no
ayuda a que la inflación vuelva a acercarse al deseado "cerca, pero por
debajo del 2% a largo plazo".
Como en otras ocasiones
he citado, “vivir para ver”: de la necesidad de contener los precios hemos pasado
a la necesidad de que suban sin sobrepasar el 2%.
ESPAÑA:
Respecto a los resultados
de la EPA (Encuesta de Población Activa) del cuarto trimestre del año pasado
que elabora el INE, hay que señalar que en el año 2017 se crearon casi medio
millón de empleos. Es el cuarto año consecutivo. Y queda el número total de ocupados
en los 18,9 millones, un 2,6% más que el año anterior. Desde que el mercado
laboral tocó suelo a comienzos de 2014 se han creado algo más de dos millones
de empleos, en concreto 2,047 millones.
Ahora bien, este ritmo de
creación de puestos de trabajo no ha sido suficiente para volver a los niveles
de ocupación anteriores a la crisis. Aún faltan 1,75 millones de empleos para
volver al máximo tocado en verano de 2007.
Según la EPA, la tasa de
paro acabó el año pasado en el 16,5%, una de las más altas de Europa, y el
número total de desempleados sigue en 3,7 millones. Además, el número de
hogares en el que ninguno de sus miembros tiene trabajo, son alrededor de 1,20
millones. De ese colectivo, 585.000 carecen de ingresos.
Si nos atenemos a la otra
estadística, la del Paro Registrado, enero es tradicionalmente un mes malo
para el empleo por el final de la campaña de Navidad. El pasado enero no
fue una excepción: según la estadística de registro de parados en las Oficinas
de Empleo difundidas por el Ministerio de Empleo, el paro creció en 63.747
personas y la afiliación cayó en 178.170 cotizantes. En total, el número
de parados a finales de enero ascendía a 3.476.528 personas.
En todo caso, la mayoría
de los analistas señalan un buen arranque de año.
No obstante, para realizar
un análisis más acertado del mercado laboral hay que referirse a la afiliación
a la Seguridad Social. El número total de cotizantes ascendió a finales de
enero a 18.282.031, lo que supone un incremento del 3,44% respecto al mismo mes
del año anterior. En los últimos 12 meses el sistema ha sumado 607.856
afiliados, el mejor dato en un mes de enero desde 2007.
La comparación respecto a
diciembre muestra que el número de afiliados descendió en 178.170 cotizantes,
un 0.97% menos que 30 días antes.
El sector que mejor
recoge los vaivenes de las cifras es el de servicios que engloba al comercio y
la hostelería, los dos grandes ámbitos más afectados por las campañas de
Navidad y las rebajas. Precisamente los afiliados en el sector de la hostelería
se redujeron en 38.102 personas, un 3,26% menos que en diciembre. Y lo
cotizantes inscritos en el sector del comercio bajaron en 37.411 personas, lo
que supone un descenso del 1,55% respecto al mes anterior.
Otro de los termómetros
que permiten medir el estado del mercado laboral es la contratación: el pasado
enero se firmaron 1.749.911 contratos, lo que supone un alza del 7,12% respecto
al mismo mes del año pasado. Según la ministra Báñes, "se trata de la
cifra más alta de contrataciones registrada en un mes de enero de toda la serie
histórica".
Lo peor de todo, es que,
de cada diez contratos realizados, nueve son temporales. Del total de contratos,
tan sólo han sido indefinidos casi 172.953.
En otro orden, por lo que
respecta a los precios, en enero han subido menos, sobre todo debido al menor
coste de la electricidad en comparación con un año antes. De forma que el
Índice de Precios de Consumo (IPC) subió en el primer mes de 2018 un 0,5%
interanual.
Supone un repentino
frenazo en comparación con los meses anteriores. En concreto, en diciembre,
creció el 1,1% y en noviembre, el 1,7%. Y si lo comparamos con el habido en
enero del año pasado, la desaceleración es más fuerte: en enero de 2017 el
IPC se disparó el 3%, ante un repunte del coste de la electricidad en plena ola
de frío que llevó el precio del kilovatio a su máximo histórico.
Según la nota facilitada
por el Instituto Nacional de Estadística (INE), "la inflación anual
estimada del IPC en enero de 2018 es del 0,5%, de acuerdo con el indicador
adelantado elaborado por el INE. Este indicador proporciona un avance del IPC
que, en caso de confirmarse, supondría la disminución de seis décimas en su
tasa anual, ya que en el mes de diciembre esta variación fue del 1,1%. En este
comportamiento destaca la bajada de los precios de la electricidad frente a la
subida que experimentaron en 2017".
Esta pequeña subida de
precios durante el pasado enero, de solo medio punto, es la menor que registra
el IPC desde septiembre de 2016, cuando avanzó el 0,2%. Llega, además, después
de una senda de subidas continuadas: durante la mayor parte de 2016 el IPC
marcó tasas negativas (la más pronunciada fue la de abril, en el -1,1%). Pero
durante 2017 se produjo un acelerón, vinculado al coste de la energía, y los
precios crecieron más del 1% cada mes todo el año. El 2018, sin embargo,
arranca a un ritmo bien distinto.
Hasta que no se publiquen
los detalles del IPC de enero, no se pueden ver si hay otras partidas específicas
que suban o bajen con mucha relevancia. Lo que está claro es que la partida de
energía es más barata que en enero 2017, porque en aquel momento se produjo un
repunte récord que llevó al IPC a su mayor subida en cinco años.
Por otro lado, la gran
ventaja para la economía española del periodo prolongado de crudo barato que
hemos disfrutado –quizá el origen y motor más importante de la reactivación de
la economía española en los últimos años- se ha agotado.
La estrategia de los
países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), en
sintonía con Rusia, de limitar la
producción para intentar disparar los precios ha tenido éxito en los últimos
meses: el barril de Brent, de referencia en Europa, se sitúa en el
entorno de los 70 dólares (el precio más elevado en tres años), y se ha
revalorizado un 30% en el último año.
Dada la enorme dependencia
energética de la economía española, -importamos el 99% de los hidrocarburos que
consumimos- la situación es muy perjudicial.
Los Presupuestos del
Estado se elaboraron bajo un escenario en el que el valor del crudo petrolífero
no superaba los 50 dólares por barril. Las últimas previsiones del Gobierno
sobre las cuentas públicas, remitidas a Bruselas en octubre, se cimentaban
sobre una previsión de 54,8 dólares.
El
encarecimiento de la energía se traducirá también en unos mayores costes de
producción en la industria y en los servicios, lo que erosionará
la mayor competitividad que la economía española conseguida en los últimos
años.
Además, como el transporte
por carretera en España es el medio mayoritario para la distribución, es
especialmente dañina la subida. El turismo, igualmente, puede verse afectado
por la subida de los combustibles para la aviación.
La mejora en la balanza de
mercancías o comercial también está en peligro. El déficit energético ya sumó
en los nueve primeros meses del año pasado 16.005 millones (un 33% más que el
año anterior). La factura se encarecería aún más si los nuevos precios del
crudo se mantienen, aunque la fortaleza del euro frente al dólar podría reducir
el impacto en las importaciones (menos euros por cada dólar de factura del
petróleo).
Por lo que respecta al
turismo, ha proseguido su crecimiento, con lo que llevamos ya cinco años con “récord
sobre récord”. En 2017, más de 82 millones de extranjeros visitaron nuestro
país, lo que supone un incremento del 8,9% respecto al 2016, según la
estimación de cierre del año elaborada por el Ministerio de Energía y Turismo.
La economía española superará
por primera vez a Estados Unidos. Se convertirá así en el segundo país del
mundo en número de llegada de turistas, solo por detrás de Francia. Desde 2012,
el número de visitantes ha aumentado en casi 30 millones.
Y lo que es mejor, también
ha crecido hasta cotas máximas el gasto de estos visitantes extranjeros. El
gasto total ha ascendido a 87.000 millones de euros (un incremento del 12,4%
respecto al año anterior). En concreto el desembolso medio por turista ascendió
a 1.061 euros por persona (un 3,1%).
Otro indicador positivo,
al que los expertos del sector prestan mucha atención, es al gasto por turista
y día. Este ascendió a una media de 137 euros, un 4,4% más respecto de la
cantidad de 2016.
El análisis por mercados
emisores vuelve a mostrar que, a pesar del Brexit, los británicos siguen siendo
los que más visitan España. Según fuentes oficiales, durante los 11 primeros
meses de 2017, se llegó a los 18 millones de turistas británicos, un 7% más que
en el mismo periodo del año anterior.
A continuación, se sitúa
Alemania, con 11,4 millones de turistas, que se dejaron 11.693 millones. Si el
desembolso agregado de los británicos supera a los alemanes, es por su mayor
volumen, ya que el gasto medio de cada visitante alemán (1.038 euros) supera en
127 euros al procedente de Reino Unido (911 euros). El tercer país emisor de
turistas ha sido Francia, de donde nos llegaron 6,7 millones de personas.
MERCADOS:
El Ibex 35 ha cerrado enero con
una subida del 0,22% en 10.451 puntos, sin conseguir alcanzar el umbral de los
10.500 puntos. La bolsa española termina
el primer mes del 2018 con un aumento acumulado del 4,06%. A finales
de mes han presentado resultados, entre otros, el Santander y ArcelorMittal. Los grandes valores han cerrado con
signo mixto: Santander ha subido un 0,88 %, Repsol ha avanzado un 0,17%,
Iberdrola ha registrado un alza del 0,12% y BBVA una subida del 0,07%, mientras
que Telefónica ha bajado un 1,09% e Inditex se ha dejado un 0,62%.
En el resto de plazas bursátiles del viejo
continente, Londres ha cedido un 0,72% y Fráncfort un 0,06%. En cambio, París y
Milán han subido un 0,15% y un 0,11%, respectivamente.
EMPRESAS:
El Corte Inglés ha adoptado nuevas decisiones financieras. El gigante comercial, que ya obtuvo en 2013 un crédito sindicado de 4.909 millones de euros dentro de un proceso de
reestructuración de su deuda, ha cerrado un nuevo acuerdo con parte de su banca
acreedora por el cual refinancia 3.650 millones de su pasivo mejorando sus
plazos y coste. En esa cantidad está incluido un nuevo préstamo para sustituir
los 1.315 millones de euros en pagarés que el grupo tenía colocados entre sus
91.690 empleados.
En concreto, el acuerdo
alcanzado con el Santander, Bank of America Merrill Lynch y Goldman Sachs
incluye un préstamo-puente de 1.200 millones de euros, a un plazo de doce meses
y con dos opciones de extensión, hasta un vencimiento máximo de dos años; un
préstamo de 1.450 millones de euros, a un plazo de cinco años; y una línea de
crédito de hasta 1.000 millones de euros, a un plazo de cinco años.
Aunque inicialmente solo
se ha firmado con esas tres entidades, El Corte Inglés espera que estos tres
bancos sindiquen esa nueva financiación entre el resto de bancos nacionales y
extranjeros acreedores, entre los que están BBVA, Caixabank y Bankia.
«El acuerdo asegura una
financiación estable, con menor coste, mayores plazos y eliminando garantías»,
ha valorado la dirección de la empresa en un comunicado sobre el nuevo contrato
de financiación, negociado por el consejero delegado de la firma, Jesús Nuño de
la Rosa. Esos fondos, según ha informado la compañía presidida por Dimas
Gimeno, servirán para reemplazar el citado crédito sindicado firmado en 2013,
del cual el saldo pendiente de amortizar es de 2.153 millones, y para reordenar
ese programa de pagarés a los empleados, de los que quedan vivos 1.315 millones
de euros.
Muy interesante ...
ResponderEliminarGracias
Mark de Zabaleta
Gracias Mark. Saludos
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