jueves, 8 de febrero de 2018

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A FEBRERO DE 2018: crece el PIB y las desigualdades y Trump sigue volando puentes.

En el Foro Económico Mundial de Davos se habló de la crisis de Cataluña. Y es que la incertidumbre generada en España aparece en el último informe sobre los “riesgos globales para 2018”.  
El documento señala que “los problemas culturales están causando tensiones políticas”. Algunos de los casos que se citan son los de Polonia, Hungría y España: “la polarización entre grupos con diferentes herencias culturales o valores parece que continuará siendo una fuente de riesgo político en los países occidentales en 2018 y más allá”.  

GLOBAL:

Desde hace tiempo algunos economistas apuntan a una serie de indicadores alternativos al PIB para medir el grado de bienestar material de la población. Se trata de una serie de indicadores relacionados con la equidad y la sostenibilidad.
Pues bien, el Foro de Davos, dónde se reúnen las personalidades políticas y económicas mundiales más relevantes, ha presentado un informe en el que denuncia que «décadas de priorizar el crecimiento económico por encima de la equidad social han conducido a unos niveles históricos de desigualdad de riqueza e ingresos. Los Gobiernos han perdido la oportunidad de entrar en un círculo virtuoso, donde el crecimiento hubiera permitido incluir a más personas sin ejercer presión sobre el medio ambiente o sin que esto implicara una carga para las futuras generaciones».
De forma, que el Foro de Davos ha puesto a sus técnicos a trabajar y ha elaborado, lo que denomina, Índice de Desarrollo Inclusivo (IDI) 2018, de dónde se extraen las anteriores afirmaciones.
El Índice de Desarrollo Inclusivo es una evaluación anual que mide el desempeño de 103 países en 11 áreas de progreso económico distintas del PIB y mide la gestión sostenible de los recursos naturales y financieros basándose en el crecimiento, el desarrollo, la inclusión y la equidad intergeneracional.
Sin duda, dentro del análisis económico el PIB (Producto Interior Bruto que mide la producción total de bienes y servicios obtenida en el interior de la economía) es la variable fundamental. Ahora bien, no refleja en qué medida esta magnitud contribuye al progreso socioeconómico general que se manifiesta en las rentas medias por hogar, las oportunidades de empleo, la seguridad económica y, en definitiva, la calidad de vida. De ahí que sea tan importante analizar cómo está distribuido su valor, que no es otra cosa que la Renta Nacional.
Se desprende, que en los últimos cinco ejercicios las 29 economías avanzadas han bajado su nota en inclusión, que se mide por las rentas medias por hogar, la pobreza y la desigualdad de riqueza e ingresos, a pesar de aumentar su crecimiento y desarrollo por encima del 3%, variables estas que se basan en el PIB per cápita, la productividad laboral, el empleo y la esperanza de vida sana. Por contra, en el mismo periodo tan solo 12 de las 29 economías avanzadas tuvieron éxito a la hora de reducir la pobreza, y solo ocho experimentaron un descenso de la desigualdad de ingresos.
España ocupa el puesto 26 de 30 en materia de inclusión y en los últimos cincos años ha perdido un 6,5% de puntuación en la materia.
Por el contrario, Noruega es la economía avanzada más inclusiva del mundo en 2018.  Junto a Noruega figuran Dinamarca y Suecia, a los que se unen países como Luxemburgo y Suiza. Entre los diez primeros a nivel mundial solo consigue un puesto Australia, el octavo, y Nueva Zelanda, el noveno. De las economías del grupo de los siete países más industrializados del mundo (el G-7), Alemania es la mejor posicionada, seguida de Canadá (17), Francia (18), Reino Unido (21), Estados Unidos (23), Japón (24) e Italia (27).
Por otro lado, el crecimiento económico mundial ha estado impulsado de manera histórica por los bancos centrales de todo el mundo. En el caso del Banco Central Europeo (BCE), lleva ya tiempo comprando bonos tanto públicos como privados. Pues bien, todo apunta a que el cambio en la política monetaria se producirá en 2019.
En 2019 Mario Draghi dejará la presidencia del BCE y, si las previsiones no fallan, todo apunta a que el actual presidente del Banco Central de Alemania, Jeins Weidmann, será el próximo presidente de la institución. Este nombramiento, de confirmarse, es muy significativo ya Weidmann lleva años reclamando a Draghi una normalización de la política monetaria, sobre todo una vez que la economía europea ha recuperado la senda del crecimiento, por lo que el final de 2018 y 2019 podrían ser los años en los que la política monetaria europea pase a ser restrictiva. 
No obstante, algunos analistas    creen que «el final de la compra de bonos de deuda pública por parte del BCE, lo que podría ocurrir en septiembre de este año, será el mayor riesgo para la economía global que se producirá en 2018».

ESTADOS UNIDOS:

Para Trump, “el mejor socio de Estados Unidos es Estados Unidos”. Esta ideología recogida en su peculiar doctrina de “América Primero”, ha marcado la política exterior del presidente. En el último año, ha roto el acuerdo de libre comercio del Pacífico, ha salido del pacto contra el cambio climático y ha puesto en la cuerda floja el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Canadá y México.
Mientras tanto, y por el contrario, Europa ha buscado hacer socios donde Trump ha dinamitado puentes. En Davos, Trump trato de matizar sus mensajes, pero en una entrevista ha vuelto a abrir la caja de los truenos: el presidente norteamericano considera que la relación comercial de su país con Europa es “injusta”: con su tradicional estilo vocinglero que le caracteriza, asegura que EE UU “no puede introducir” sus exportaciones en Europa, mientras que los europeos “envían sus productos sin impuestos, con muy pocos impuestos”.
La afirmación es radicalmente falsa, ya que Estados Unidos vende anualmente bienes y servicios a Europa por medio billón de euros. Los aranceles han ido cayendo en las últimas décadas, y sus empresas pagan los mismos impuestos que las europeas: en todo caso, Europa ha demostrado en media docena de casos que las multinacionales norteamericanas han levantado entramados fiscales para evitar pasar por Hacienda.
Todo lo contrario, hay enormes medidas proteccionistas por el lado norteamericano: ocho países europeos llevan más de 10 años esperando permisos para exportar peras y manzanas; el transporte aéreo y marítimo está prácticamente vedado a las empresas europeas, y las importaciones de componentes en sectores estratégicos como el automóvil se gravan con aranceles disuasorios.
Hay un puñado de contenciosos sobre la mesa (las aceitunas españolas, por ejemplo), pero la prueba definitiva que marcará las futuras relaciones entre las dos potencias está por llegar. Trump ha ordenado investigar si las importaciones de acero son una amenaza para la seguridad nacional; Bruselas cree que ese será el barómetro para ver si puede haber una guerra comercial, señalando que “la causa de ese problema no es la Unión Europea, sino la sobrecapacidad de China; y si somos aliados, no podemos ser una amenaza para su seguridad”.
Los grandes enemigos de Trump en la campaña electoral, sobre todo China, ahora se escapan de sus iras que se centran en Europa, especialmente en Alemania, con quien mantiene un desequilibrio de 50.000 millones. Para Trump, la UE es “un vehículo de Berlín”: el apéndice de un país que ha puesto la política comunitaria a su servicio y forzado un euro débil para lograr el mayor superávit del planeta.
El Brexit, el gasto en defensa, la búsqueda de un dólar débil y hasta los nombramientos en la OMC (Organización Mundial del Comercio) han llevado la relación a ese lugar bronco que tanto gusta a Trump.
Hay que esperar para ver: si Estados Unidos pone a Europa en la diana. La Unión Europea, según la propia Comisión Europea “está preparada para reaccionar rápida y adecuadamente, con represalias duras y creativas, pero dentro de lo legal”.
Respecto a los tipos de interés en Estados Unidos, la Reserva Federal (Fed) decidió mantener los tipos de interés, en la última reunión presidida por Janet Yellen, en una banda que se mueve entre el 1,25% y el 1,5%. Pero los mercados tratan de entender qué pasará a partir de que Jerome Powell tome el relevo y tenga que decidir qué medidas adopta para evitar que la economía se recaliente sin amenazar la expansión.
El comunicado que emitió la Fed al final de la reunión es casi idéntico al que se publicó en diciembre, aunque con un tono más confiado. Esta vez no hubo rueda de prensa, ni previsiones económicas, ni proyecciones sobre los tipos de interés. Hasta ahora, la mayoría de los miembros se decanta por tres incrementos. La puerta está abierta para marzo, a la que seguirá otra en junio y una más en septiembre o diciembre si los datos acompañan.
El voto fue unánime. La nota final señala que los riesgos a corto plazo para la economía están "equilibrados". La Fed espera que el crecimiento avance con "solidez" y aunque en este momento no cambia las perspectivas por el efecto de la reforma fiscal, si se indica que va a seguir de cerca la marcha de los indicadores. La inflación está por debajo del 2%, pero la reciente caída del dólar y el alza del petróleo pueden presionar al alza.
Bajo el mandato de cuatro años de Janet Yellen, se crearon 9,7 millones de empleos y se inició el proceso de retirada de estímulos que ella misma diseñó con Ben Bernanke para responder a la crisis financiera de 2008.
Yellen puso especial atención a los puntos más vulnerables del mercado laboral. El éxito de su estrategia dependerá de su sucesor. Powell, que apoyó sin fisuras sus decisiones como gobernador, se comprometió a dar continuidad a la subida gradual de tipos de interés. Pero su gran reto será preservar el equilibrio logrado y el consenso interno.

UNIÓN EUROPEA:

Europa sigue creciendo a las mayores tasas en una década y deja atrás a los anglosajones: la zona euro cerró 2017 con un crecimiento del 2,5% y el PIB trimestral avanzando a tasas del 0,6%. Ni las amenazas proteccionistas de Donald Trump en Estados Unidos, ni el Brexit han hecho mella en Europa; más bien al contrario. Según Eurostat la agencia estadística de la UE, La zona euro crece por encima de EE UU y el Reino Unido.
El año 2018 ha comenzado con las mismas amenazas del 2017. Ahora bien, ni los riesgos internos (las amenazas populistas), ni los externos (la debilidad del dólar y los potenciales conflictos geopolíticos) han conseguido que el crecimiento pierda fuerza. Los índices de confianza están en máximos.
Los viejos problemas siguen ahí (Grecia y los acreedores deben discutir las medidas de alivio de la deuda), pero todo es más fácil: Francia crece al mayor ritmo desde 2011, España sigue fuerte y la crisis de deuda soberana parece un mal sueño de hace cinco años.
Está creciendo la economía europea al mayor ritmo en 12 años y, sin embargo, no suben los precios. Además, Mario Draghi ha alertado de los efectos negativos de la revalorización del euro, que achaca a las declaraciones de las altas esferas en Washington (en particular al nuevo secretario del Tesoro de EE UU, Steven Mnuchin).
Esa apreciación del euro implica menos exportaciones, más dificultades para crecer y, sobre todo, condiciones financieras y monetarias más duras.
No obstante, aseguró que no habrá subidas de tipos de interés al menos hasta 2019. Sugirió que el final de las compras de bonos (el QE, por sus siglas en inglés) será gradual. Y aun así el euro siguió subiendo y superó los 1,25 dólares por unidad por primera vez desde diciembre de 2014, con un aumento diario del 0,7% (excepcional para el mercado de tipo de cambio).
Draghi ha aludido al acuerdo alcanzado en la última reunión en Washington, del pasado mes de octubre del Comité Monetario y Financiero Internacional (IMFC, por sus siglas en inglés), dónde Estados Unidos se comprometió a no realizar depreciaciones de su moneda con un ánimo competitivo. De forma que Draghi ha sugerido que las declaraciones de Mnuchin, Secretario del Tesoro de los Estados Unido, diciendo en Davos que un dólar débil facilita la corrección de los desequilibrios estadounidenses, incumple el espíritu del citado acuerdo.
Tras estas declaraciones de Mnuchin, la moneda única se apreció.  "El uso del lenguaje", remarcó Draghi hasta en tres ocasiones, "no es lo que habíamos acordado", y la apreciación del euro se convierte así en una fuente de incertidumbre, aunque los riesgos sobre la eurozona "están equilibrados".
El presidente del BCE ha asegurado que "ve muy pocas opciones" de subir los tipos de interés a lo largo de este año, y ha señalizado las primeras subidas una vez se acaben las compras de activos, más allá de septiembre de 2019.
Draghi es muy precavido, por lo que en contra de lo que piden algunos miembros del BCE que abogan por finalizar ya las medidas excepcionales de liquidez, ha señalado que aún no se ha discutido si habrá un final durante septiembre del año próximo, o por el contrario, una nueva prolongación del programa del QE si la situación económica empeorase.
El Banco Central Europeo ha mantenido intactos los tipos de interés en la eurozona, aún en sus mínimos históricos. Ha señalado en su comunicado que "los tipos de interés aplicables a las operaciones principales de financiación, la facilidad marginal de crédito y la facilidad de depósito se mantienen sin variación en el 0,00%, el 0,25% y el -0,40% respectivamente".
No hay intención de cambiarlos a largo plazo: "el Consejo de Gobierno espera que los tipos de interés oficiales del BCE se mantengan en los niveles actuales durante un período prolongado que superará con creces el horizonte de sus compras netas de activos".
De la misma forma, el Consejo de Gobierno del BCE ha confirmado que “las compras netas de activos, al nuevo ritmo de 30.000 millones de euros mensuales, continúen hasta el final de septiembre de 2018 o hasta una fecha posterior si fuera necesario. El calendario será así hasta que el Consejo de Gobierno observe un ajuste sostenido de la senda de inflación que sea compatible con su objetivo de inflación. Si las perspectivas fueran menos favorables, o si las condiciones financieras fueran incompatibles con el progreso del ajuste sostenido de la senda de inflación, el Consejo de Gobierno está preparado para ampliar el volumen y/o la duración del programa de compras de activos".
La novedad, ahora, se centra en los altos niveles del euro frente al dólar. El euro fuerte con respecto al dólar muestra la sólida recuperación de la eurozona. Pero encarece las exportaciones. Tensiona las condiciones financieras y monetarias. Y no ayuda a que la inflación vuelva a acercarse al deseado "cerca, pero por debajo del 2% a largo plazo".  
Como en otras ocasiones he citado, “vivir para ver”: de la necesidad de contener los precios hemos pasado a la necesidad de que suban sin sobrepasar el 2%.

ESPAÑA:

Respecto a los resultados de la EPA (Encuesta de Población Activa) del cuarto trimestre del año pasado que elabora el INE, hay que señalar que en el año 2017 se crearon casi medio millón de empleos. Es el cuarto año consecutivo. Y queda el número total de ocupados en los 18,9 millones, un 2,6% más que el año anterior. Desde que el mercado laboral tocó suelo a comienzos de 2014 se han creado algo más de dos millones de empleos, en concreto 2,047 millones.
Ahora bien, este ritmo de creación de puestos de trabajo no ha sido suficiente para volver a los niveles de ocupación anteriores a la crisis. Aún faltan 1,75 millones de empleos para volver al máximo tocado en verano de 2007.
Según la EPA, la tasa de paro acabó el año pasado en el 16,5%, una de las más altas de Europa, y el número total de desempleados sigue en 3,7 millones. Además, el número de hogares en el que ninguno de sus miembros tiene trabajo, son alrededor de 1,20 millones. De ese colectivo, 585.000 carecen de ingresos.
Si nos atenemos a la otra estadística, la del Paro Registrado, enero es tradicionalmente un mes malo para el empleo por el final de la campaña de Navidad. El pasado enero no fue una excepción: según la estadística de registro de parados en las Oficinas de Empleo difundidas por el Ministerio de Empleo, el paro creció en 63.747 personas y la afiliación cayó en 178.170 cotizantes. En total, el número de parados a finales de enero ascendía a 3.476.528 personas.
En todo caso, la mayoría de los analistas señalan un buen arranque de año.
No obstante, para realizar un análisis más acertado del mercado laboral hay que referirse a la afiliación a la Seguridad Social. El número total de cotizantes ascendió a finales de enero a 18.282.031, lo que supone un incremento del 3,44% respecto al mismo mes del año anterior. En los últimos 12 meses el sistema ha sumado 607.856 afiliados, el mejor dato en un mes de enero desde 2007.
La comparación respecto a diciembre muestra que el número de afiliados descendió en 178.170 cotizantes, un 0.97% menos que 30 días antes.
El sector que mejor recoge los vaivenes de las cifras es el de servicios que engloba al comercio y la hostelería, los dos grandes ámbitos más afectados por las campañas de Navidad y las rebajas. Precisamente los afiliados en el sector de la hostelería se redujeron en 38.102 personas, un 3,26% menos que en diciembre. Y lo cotizantes inscritos en el sector del comercio bajaron en 37.411 personas, lo que supone un descenso del 1,55% respecto al mes anterior.
Otro de los termómetros que permiten medir el estado del mercado laboral es la contratación: el pasado enero se firmaron 1.749.911 contratos, lo que supone un alza del 7,12% respecto al mismo mes del año pasado. Según la ministra Báñes, "se trata de la cifra más alta de contrataciones registrada en un mes de enero de toda la serie histórica".  
Lo peor de todo, es que, de cada diez contratos realizados, nueve son temporales. Del total de contratos, tan sólo han sido indefinidos casi 172.953.
En otro orden, por lo que respecta a los precios, en enero han subido menos, sobre todo debido al menor coste de la electricidad en comparación con un año antes. De forma que el Índice de Precios de Consumo (IPC) subió en el primer mes de 2018 un 0,5% interanual.
Supone un repentino frenazo en comparación con los meses anteriores. En concreto, en diciembre, creció el 1,1% y en noviembre, el 1,7%. Y si lo comparamos con el habido en enero del año pasado, la desaceleración es más fuerte: en enero de 2017 el IPC se disparó el 3%, ante un repunte del coste de la electricidad en plena ola de frío que llevó el precio del kilovatio a su máximo histórico.
Según la nota facilitada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), "la inflación anual estimada del IPC en enero de 2018 es del 0,5%, de acuerdo con el indicador adelantado elaborado por el INE. Este indicador proporciona un avance del IPC que, en caso de confirmarse, supondría la disminución de seis décimas en su tasa anual, ya que en el mes de diciembre esta variación fue del 1,1%. En este comportamiento destaca la bajada de los precios de la electricidad frente a la subida que experimentaron en 2017".
Esta pequeña subida de precios durante el pasado enero, de solo medio punto, es la menor que registra el IPC desde septiembre de 2016, cuando avanzó el 0,2%. Llega, además, después de una senda de subidas continuadas: durante la mayor parte de 2016 el IPC marcó tasas negativas (la más pronunciada fue la de abril, en el -1,1%). Pero durante 2017 se produjo un acelerón, vinculado al coste de la energía, y los precios crecieron más del 1% cada mes todo el año. El 2018, sin embargo, arranca a un ritmo bien distinto.
Hasta que no se publiquen los detalles del IPC de enero, no se pueden ver si hay otras partidas específicas que suban o bajen con mucha relevancia. Lo que está claro es que la partida de energía es más barata que en enero 2017, porque en aquel momento se produjo un repunte récord que llevó al IPC a su mayor subida en cinco años.
Por otro lado, la gran ventaja para la economía española del periodo prolongado de crudo barato que hemos disfrutado –quizá el origen y motor más importante de la reactivación de la economía española en los últimos años- se ha agotado.
La estrategia de los países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), en sintonía con Rusia, de limitar la producción para intentar disparar los precios ha tenido éxito en los últimos meses: el barril de Brent, de referencia en Europa, se sitúa en el entorno de los 70 dólares (el precio más elevado en tres años), y se ha revalorizado un 30% en el último año.
Dada la enorme dependencia energética de la economía española, -importamos el 99% de los hidrocarburos que consumimos- la situación es muy perjudicial.
Los Presupuestos del Estado se elaboraron bajo un escenario en el que el valor del crudo petrolífero no superaba los 50 dólares por barril. Las últimas previsiones del Gobierno sobre las cuentas públicas, remitidas a Bruselas en octubre, se cimentaban sobre una previsión de 54,8 dólares.
El encarecimiento de la energía se traducirá también en unos mayores costes de producción en la industria y en los servicios, lo que erosionará la mayor competitividad que la economía española conseguida en los últimos años.
Además, como el transporte por carretera en España es el medio mayoritario para la distribución, es especialmente dañina la subida. El turismo, igualmente, puede verse afectado por la subida de los combustibles para la aviación.
La mejora en la balanza de mercancías o comercial también está en peligro. El déficit energético ya sumó en los nueve primeros meses del año pasado 16.005 millones (un 33% más que el año anterior). La factura se encarecería aún más si los nuevos precios del crudo se mantienen, aunque la fortaleza del euro frente al dólar podría reducir el impacto en las importaciones (menos euros por cada dólar de factura del petróleo).
Por lo que respecta al turismo, ha proseguido su crecimiento, con lo que llevamos ya cinco años con “récord sobre récord”. En 2017, más de 82 millones de extranjeros visitaron nuestro país, lo que supone un incremento del 8,9% respecto al 2016, según la estimación de cierre del año elaborada por el Ministerio de Energía y Turismo.
La economía española superará por primera vez a Estados Unidos. Se convertirá así en el segundo país del mundo en número de llegada de turistas, solo por detrás de Francia. Desde 2012, el número de visitantes ha aumentado en casi 30 millones.
Y lo que es mejor, también ha crecido hasta cotas máximas el gasto de estos visitantes extranjeros. El gasto total ha ascendido a 87.000 millones de euros (un incremento del 12,4% respecto al año anterior). En concreto el desembolso medio por turista ascendió a 1.061 euros por persona (un 3,1%).
Otro indicador positivo, al que los expertos del sector prestan mucha atención, es al gasto por turista y día. Este ascendió a una media de 137 euros, un 4,4% más respecto de la cantidad de 2016.
El análisis por mercados emisores vuelve a mostrar que, a pesar del Brexit, los británicos siguen siendo los que más visitan España. Según fuentes oficiales, durante los 11 primeros meses de 2017, se llegó a los 18 millones de turistas británicos, un 7% más que en el mismo periodo del año anterior.
A continuación, se sitúa Alemania, con 11,4 millones de turistas, que se dejaron 11.693 millones. Si el desembolso agregado de los británicos supera a los alemanes, es por su mayor volumen, ya que el gasto medio de cada visitante alemán (1.038 euros) supera en 127 euros al procedente de Reino Unido (911 euros). El tercer país emisor de turistas ha sido Francia, de donde nos llegaron 6,7 millones de personas.

MERCADOS:

El Ibex 35 ha cerrado enero con una subida del 0,22% en 10.451 puntos, sin conseguir alcanzar el umbral de los 10.500 puntos. La bolsa española termina el primer mes del 2018 con un aumento acumulado del 4,06%. A finales de mes han presentado resultados, entre otros, el Santander y ArcelorMittal.  Los grandes valores han cerrado con signo mixto: Santander ha subido un 0,88 %, Repsol ha avanzado un 0,17%, Iberdrola ha registrado un alza del 0,12% y BBVA una subida del 0,07%, mientras que Telefónica ha bajado un 1,09% e Inditex se ha dejado un 0,62%.
En el resto de plazas bursátiles del viejo continente, Londres ha cedido un 0,72% y Fráncfort un 0,06%. En cambio, París y Milán han subido un 0,15% y un 0,11%, respectivamente.

EMPRESAS:

El Corte Inglés ha adoptado nuevas decisiones financieras. El gigante comercial, que ya obtuvo en 2013  un crédito sindicado de 4.909 millones de euros dentro de un proceso de reestructuración de su deuda, ha cerrado un nuevo acuerdo con parte de su banca acreedora por el cual refinancia 3.650 millones de su pasivo mejorando sus plazos y coste. En esa cantidad está incluido un nuevo préstamo para sustituir los 1.315 millones de euros en pagarés que el grupo tenía colocados entre sus 91.690 empleados.
En concreto, el acuerdo alcanzado con el Santander, Bank of America Merrill Lynch y Goldman Sachs incluye un préstamo-puente de 1.200 millones de euros, a un plazo de doce meses y con dos opciones de extensión, hasta un vencimiento máximo de dos años; un préstamo de 1.450 millones de euros, a un plazo de cinco años; y una línea de crédito de hasta 1.000 millones de euros, a un plazo de cinco años.
Aunque inicialmente solo se ha firmado con esas tres entidades, El Corte Inglés espera que estos tres bancos sindiquen esa nueva financiación entre el resto de bancos nacionales y extranjeros acreedores, entre los que están BBVA, Caixabank y Bankia.

«El acuerdo asegura una financiación estable, con menor coste, mayores plazos y eliminando garantías», ha valorado la dirección de la empresa en un comunicado sobre el nuevo contrato de financiación, negociado por el consejero delegado de la firma, Jesús Nuño de la Rosa. Esos fondos, según ha informado la compañía presidida por Dimas Gimeno, servirán para reemplazar el citado crédito sindicado firmado en 2013, del cual el saldo pendiente de amortizar es de 2.153 millones, y para reordenar ese programa de pagarés a los empleados, de los que quedan vivos 1.315 millones de euros.

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