Según estimaciones del
banco suizo Credit Suisse, si bien el patrimonio total mundial creció en 14
billones de dólares hasta los 317 billones, el 10% de personas que más patrimonio
tiene posee el 85% de la riqueza global de los hogares una vez descontada la
deuda. El 1% más rico dispone del 47% del patrimonio. Y la mitad de la
población de menor patrimonio solo tiene en sus manos el 1% de la riqueza
existente en el mundo.
GLOBAL:
No sabemos cuáles serán
las causas por la que se desatará otra crisis: el auge del proteccionismo que
pretende Trump; los desequilibrios de China; Italia; las subidas de tipos de la
Reserva Federal estadounidense; el empeoramiento de los emergentes, … Podría
ser cualquiera de esas razones, o alguna poco previsible en estos momentos.
Ahora bien, lo que sí sabemos es que la munición de que disponen las
autoridades económicas para atajarla es mucho menor, ya que el elevado
endeudamiento público, los escasos aumentos de la productividad, unos
devaluados salarios, y el llamado populismo mundial que se abre paso,
disminuyen mucho las posibilidades de maniobra.
No es que se esté
anunciando una inminente crisis, ya que la economía va a seguir creciendo, pero
a un ritmo menor.
Hay nubarrones en el
horizonte: Italia es una amenaza real (necesita 270.000 millones de euros el
próximo año); la gran Recesión ha ocasionado un gran endeudamiento público
mundial; y la mayor deuda externa es la de Estados Unidos.
Previamente a la Gran
Recesión, el BCE prácticamente no había comprado deuda pública. Sin embargo, en
este momento posee una cifra equivalente al 23% del PIB de toda la zona euro. Y
su regulación no le permite comprar más del 33% de la emisión de un país. En
cuanto haya otra crisis se estará cerca de ese límite.
No es posible ignorar,
que el contexto político no apunta hacia buenas expectativas: en Alemania cada
vez hay más ciudadanos que votan a la derecha populista y que, en su
reduccionista visión de Europa, están hartos de pagar por los países del sur. Italia
ha lanzado un órdago directo a la disciplina fiscal necesaria para convivir
dentro del euro. Todo ello, indica una
falta de solidez de la zona euro que podría motivar que una leve recesión fuese
a una situación algo más grave.
Muchos analistas apuntan
a que será difícil gestionar medidas de estímulo conjunto en el mundo y en la
Unión Europea, ya que gobiernos débiles y populistas, dicen, tendrán enormes
dificultades para tomar medidas o hacer reformas, máxime con una ciudadanía aun
sufriendo por la crisis y la devaluación salarial.
Además, habría que añadir
las guerras comerciales desatadas por el presidente Trump. E incluso algo no
muy conocido: en el año 2008 la Reserva Federal (Banco Central de Estados
Unidos) inyectó muchos dólares a los bancos europeos para sacarlos de la insolvencia
o quiebra. En estos momentos, se precisaría la aprobación previa del presidente
estadounidense.
CHINA:
Aunque no se estén
acusando de forma importante en la economía de China la incidencia de los
aranceles impuestos por la administración de Donald Trump, la realidad es que
su implantación está teniendo lugar en un momento de mayor debilidad económica:
su economía ha crecido durante el pasado julio y septiembre un 6,5% interanual.
No obstante, según los
datos de la Oficina Nacional de Estadísticas asiática, apenas se ha resentido
en su crecimiento económico. Su PIB ha crecido sólo dos décimas menos que en el
segundo trimestre de este año. Todo ello, a pesar de la caída del precio de las
materias primas, y de que varias zonas del norte del país, que vivían de la
industria pesada, rozaron la recesión por primera vez en décadas.
De forma que la guerra
comercial entre China y Estados Unidos, hasta ahora, parece no haber tenido efectos
negativos en la macroeconomía de la segunda potencia mundial. Parece, incluso,
lo contrario: las exportaciones de China aumentaron un 14,5% interanual en
septiembre (el mismo mes que entró en vigor la segunda gran ronda de
aranceles). Y, por otro lado, la gran pesadilla de Trump (el superávit
comercial que disfruta frente a EE UU), alcanzó un máximo histórico de 34.130
millones de dólares.
Algunos analistas señalan
que el hecho anterior, viene motivado por el adelanto de las compras
estadounidenses para evitar los mayores aranceles estadounidenses. Por tanto,
se notarán más adelante.
No obstante, la guerra
comercial sigue generando gran incertidumbre, y lo índices de confianza
empresarial chino se encuentran en mínimos.
Según Li Wei, profesor de
economía en la escuela de negocios Cheung Kong, “la banca en la sombra, que era
una de las principales vías de financiación para las pequeñas y medianas
empresas, ha sido literalmente aplastada. Esto ha tenido un impacto enorme en
estas compañías, que, si bien antes creían que el coste de financiarse era
alto, ahora simplemente se están quedando sin fondos. En estas condiciones es
normal que no se invierta, y precisamente ese debilitamiento del sector privado
es un motivo de preocupación que no va a revertir próximamente”.
Según Li, “las medidas
actuales no son suficientes para revitalizar la actividad económica. El
Gobierno debe llevar a cabo una reducción de impuestos más significativa y
asegurarse de que el mecanismo de transmisión monetaria funciona, es decir, que
el crédito llega a las pymes”.
ESTADOS UNIDOS:
Según un informe de la
agencia Bloomberg, Estados Unidos está viviendo uno de los periodos de
crecimiento económico más prolongado en el tiempo. La Reserva Federal estima
que acabará este año con un aumento de su PIB del 3,1% que cerrará diciembre con
un crecimiento del 3,1%, situándose la tasa de paro en el 3,7%.
Los datos reflejan la
recuperación del empleo en el sector manufacturero, impulsado por la
mejora de la demanda interior y exterior, y de la minería, debido en buena
parte a los precios del petróleo. Mientras, los servicios se han desacelerado.
La economía ha mejorado por la tendencia expansiva desde la salida de la
recesión y en parte por el último aluvión de estímulos, vía recorte de
impuestos o aumento de gasto público.
Han proliferado, sin duda
como consecuencia de las elecciones legislativas estadounidenses un alud de
informes analizando las consecuencias, favorables y desfavorables, para cada sector
en particular.
Los datos macroeconómicos
globales no reflejan daños por las tensiones comerciales, pero algunos
economistas destacan que, al hacer las cuentas, la incertidumbre en este
terreno es un aspecto negativo.
Estados Unidos acabó
firmando una nueva versión del gran tratado comercial con México y Canadá
(antes llamado Nafta, ahora conocido como USMA) que, entre otras medidas,
fomenta la producción estadounidense de automóviles a manos de trabajadores con
sueldos de 16 dólares la hora, lo que protege el empleo en el mercado de
Estados Unidos. El pacto despejó el temor a la ruptura de una zona de libre
comercio que llevaba un cuarto de siglo vigente.
Sin embargo, las
negociaciones con China están siendo muy complicadas. Preocupa que los efectos
de los aranceles entre ambos países puedan ser, aunque relativamente modestos, muy
duraderos, lo que podría perjudicar a muchas exportaciones estadounidenses.
La realidad, es que Trump
ha llevado a cabo su ofensiva comercial desde una posición muy privilegiada (la
economía mundial más rica y poderosa), con un mercado de trabajo muy favorable
e, incluso, con expectativas de inflación inexistentes.
Ahora bien, con una política
fiscal de las más expansivas de su historia (rebaja de impuestos y aumento del
gasto público), las estimaciones de crecimiento de la Reserva Federal van a la
baja: un 3,1% para 2018, que se modera hasta el 2,5% en 2019 y queda en el 2%
en 2020.
El crecimiento potencial
de EE UU, añade, se sitúa en torno al 2%, por lo que un crecimiento muy
superior a ese nivel que no puede durar siempre. Eso no significa
necesariamente que aumenten los riesgos de recesión, pero las tasas de
crecimiento se van a situar en torno al 2%.
La población envejece, la
que hay en edad activa está ya prácticamente empleada y el aumento de la fuerza
de trabajo se ralentiza, así que EE UU solo puede pisar el acelerador del
crecimiento con aumentos en la productividad (también ha experimentado un
frenazo en los últimos años).
El efecto multiplicador de
la rebaja de impuestos es limitado: supone un aumento de riqueza para los
ricos, pero incrementa el ahorro, no el consumo (la propensión marginal al
consumo de los privilegiados es pequeña, es decir, por mucho que aumente su
renta disponible, no pueden consumir más, sino que simplemente ahorran mas).
Sin embargo, el salario medio semanal creció en términos reales (es decir,
descontando la inflación) un discreto 1,1%.
En resumen, para algunos
analistas, la economía estadounidense avanza a “demasiada velocidad por el
filo de la navaja”. Donald Trump ha hecho de la búsqueda de resultados
inmediatos, fulgurantes, el único norte y guía de su política económica. El
resultado es el que cabía esperar: el corto plazo está despejado, con una tasa
de crecimiento superior al 3% y bajos niveles de desempleo, consecuencia de los
programas de rebajas de impuestos, inversión en infraestructuras y coacción a
las empresas para que repatríen inversiones y dividendos. Y en esta tesitura
favorable, casi exultante, continuará los próximos meses. Pero no se pueden
ignorar algunas de las leyes de la Teoria Macroeconomía, por lo que, a medio y
largo plazo, el devenir económico es menos claro.
Y es que la política
económica de Trump puede denominarse como tremendamente procíclica. Cuando
ya estaba confirmado un retorno al crecimiento desde el mandato de Obama, Trump
insufló más combustible en la caldera aplicando keynesianismo algo extravagante
(basado en que todo vale, y “cuanto más, mejor”, con tal de conseguir el más
rápido crecimiento).
Sin duda, es un
extravagante empresario, que se está valiendo de la economía como una
herramienta política, sobre todo, en opinión de algún analista, para despreciar
a sus enemigos, sean liberales o del Partido Republicano.
Posiblemente, Trump está
quemando a velocidad de vértigo la fase de recuperación económica para cumplir
sus faraónicos objetivos antes de que acabe su mandato. Consiguientemente, está
agotando todos los márgenes de crecimiento, incluido el efecto inmediato del proteccionismo
rampante.
Bastantes agentes: inversores,
analistas, economistas, y consultores, … creen que la consecuencia de esta aceleración
del crecimiento podría ocasionar una nueva recesión económica. En ese sentido,
encajan, perfectamente, las protestas por la política de subida de tipos de
interés que está aplicando la Reserva Federal.
El presidente de la Fed, Powell,
tiene dificultades para acompasar la subida de las tasas al ritmo que Trump
está “recalentando” a la economía.
Además, hay que añadir los
demorados efectos negativos del proteccionismo que ha desencadenado. Efectos,
de los que aún no existe un consenso de en relación a sus perversos efectos,
aunque demorados, del proteccionismo. Está por definirse el consenso de los principales
organismos económicos internacionales, sobre cuáles serán los efectos de la
disparatada guerra arancelaria que ha desencadenado. Está claro que la balanza
exterior resultará afectada por el encarecimiento de los costes de producción
implícito en la política arancelaria.
Hoy rige una
extraordinaria presión sobre la economía estadounidense. Si bien, dada su
situación de poder, esta tenga asegurada su financiación exterior.
Las convulsiones que está
sufriendo Wall Street parecen reflejar que los inversores desconfiasen de la
solidez del crecimiento en Estados Unidos y de los resultados de las empresas.
El alza de tipos, la batalla comercial con China, y la moderación de la
economía global, presionan a la economía estadounidense.
EUROZONA:
Los datos adelantados por
Eurostat (Oficina Estadística de la UE) vienen confirmando que el crecimiento
en la eurozona se está diluyendo: en el tercer trimestre, los Diecinueve registraron
un aumento de su PIB de un 0,2% (la mitad que en el trimestre anterior). La
mejora de Francia no logró compensar el estancamiento de Italia, en plena
batalla con Bruselas por su amenaza de romper las reglas fiscales comunitarias.
Ya ha advertido el
presidente del BCE, Mario Draghi, de que hay signos que apuntan a un
crecimiento menor del esperado. Quizá sea debido a una moderación en el
crecimiento por parte de Alemania.
También la Comisión
Europea ha publicado el “Indicador de Sentimiento Económico”, que en el mes de
octubre descendió 1,1 puntos en la zona euro. El deterioro de la confianza se
produjo en los principales sectores de la economía: la industria, los servicios
y, sobre todo, el comercio. Y en los principales países: Alemania (-1,3
puntos), Holanda (-1,3), Francia (-1,2) e Italia (-0,9). Solo España se salvó
de ese deterioro, con un incremento de 1,9 puntos.
Sin duda, lo más
preocupante es Italia que registra un estancamiento económico que pone todavía
más en entredicho las previsiones de su Ejecutivo para 2019. Francia, en cambio,
creció el 0,4%, dos décimas más que el trimestre anterior.
Italia sorprendió
negativamente al estancarse en el tercer trimestre a causa de la debilidad de
la demanda interna y del comercio exterior. El economista y exsecretario del
Tesoro italiano, Lorenzo Codogno, recordó que el Producto Interior Bruto (PIB)
de Italia aún es hoy un 5% inferior a los niveles de antes de la crisis, y que
desde entonces la brecha del país con el conjunto de la zona euro (incluyendo
Italia) no ha hecho sino crecer hasta el 13,4%.
La principal batalla de
la UE, es la que tiene lugar con Roma, sin olvidar a las negociaciones del
Brexit, o a las nuevas medidas que se puedan adoptar sobre Grecia. Todas ellas,
deben ser manejadas con cuidado por los países de la moneda única para evitar
cualquier derrape en pleno proceso de retirada de estímulos por parte del Banco
Central Europeo.
Muchas analistas consideran
que el flojo y débil progreso económico de los Estados de la zona euro tiene
que ver con la caída de ventas de automóviles en Alemania (en
septiembre fue del 30%, según la patronal del sector) por la nueva norma de
emisiones, que supuso que se adelantaran las compras.
También, las ventas
minoristas germanas cayeron un 1% en el tercer trimestre (el peor registro
desde 2009).
El anuncio de la
canciller Merkel de que en 2021 no repetirá como candidata, genera
inquietud y desasosiego por la debilidad en la que va quedando su Gobierno cada
vez que hay unas elecciones. Y todo ello en un contexto de inestabilidad de los
mercados financieros y de batallas comerciales a un lado y otro del continente.
Según Eurostat, Italia es
el único país de la UE cuyo mercado laboral se deterioró en septiembre: el Producto
Interior Bruto (PIB) italiano se encuentra aún un 5% por debajo de los niveles
del primer trimestre de 2008, y desde entonces la brecha con el conjunto de la
zona euro se ha agrandado un 13,4%.
Esa situación, es la que
lleva al Ejecutivo italiano a tratar de justificar su fuerte expansión fiscal
en su presupuesto público, rompiendo sus compromisos adquiridos con la Unión
Europea. La Comisión Europea, sin
embargo, ha puesto ya en marcha mediante un primer aviso el engranaje para corregir
y, si es necesario, aplicar sanciones por incumplir las reglas comunitarias.
Las pobres perspectivas económicas para el país y el incremento de los
intereses pueden conducir a que la bola de nieve de la deuda (equivalente al
131,8% del PIB) siga haciéndose más voluminosa.
El empeoramiento de la
situación también pone en un brete al BCE: a pesar de la debilidad de los datos
que van llegando, Mario Draghi ha decidido seguir con la retirada de los
estímulos, por lo que es improbable que el BCE no finalice su programa de
compra de activos en diciembre (ya ha inyectado más de 2,5 billones de euros a
la economía).
Por todo ello, el
crecimiento de la zona euro sigue dando señales de fatiga.
En todo caso, el BCE
lanzará solo dos cartuchos más de 15.000 millones de euros mensuales para
concluir su programa de compra de activos (APP, por sus siglas en inglés).
Los tipos seguirán en su mínimo histórico del 0,00%, y del 0,40% negativo en el
caso de la facilidad de depósito, hasta al menos el verano del año que viene y
se seguirá aportando liquidez con la reinversión de la deuda que vaya
venciendo. La pérdida de dinamismo económico en la zona euro y todas las
incertidumbres planteaban a Draghi el dilema de seguir con los estímulos o ir
guardando munición para el próximo cambio de ciclo. Y en esa bifurcación, el
banquero ha elegido seguir replegando velas al ritmo planificado.
El Consejo de Gobierno, no
ha discutido la posibilidad de alargar la expansión monetaria mediante la compra
de activos. El BCE considera que las economías domésticas siguen consumiendo,
disminuyendo el desempleo, subiendo los salarios y la inversión productiva e
inmobiliaria.
Por otro lado, la
Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) ha dirigido una
prueba en la que ha evaluado la resistencia y capacidad de recuperación de
48 bancos de la Unión Europea y Noruega, con al menos 30.000 millones de euros
en activos, bajo la hipótesis de una fuerte crisis económica.
El examen ha incluido a
cuatro bancos españoles: BBVA, Santander, CaixaBank y Sabadell. Todos
ellos han mostrado un nivel de capital "considerable", según el Banco
de España, en un escenario económico adverso.
De los 48 puestos, los
cuatro españoles ocupan la parte baja del ranking por capital, ya que están
entre los 17 peores. A los cuatro bancos lo que más les ha perjudicado ha sido
la caída del 19% en el precio de la vivienda porque hasta 2017, todavía tenían
importantes carteras que han vendido este año. Por eso, en la clasificación por
países, España ocupa el segundo peor puesto en capital CET 1 fully
loaded en el escenario estresado de 2020, con una ratio del 8,96%;
solo el Reino Unido está peor, con un 8,26%.
El Banco de España
destaca que los bancos han llegado a esta prueba con más capital que a la que
hizo la EBA en 2016 porque se han reforzado en este periodo. Entre los
analistas, lo que más se valora es el grado de resistencia de su capital a una
crisis: el Santander es el gran banco europeo que menos desgasta su capital, al
caer un 1,64 punto entre la posición de partida y el escenario estresado. El
BBVA pierde 2,24 puntos, CaixaBank 2,54 puntos, mientras que el Sabadell baja
5,21 puntos. Esta situación le sitúa en el puesto decimotercero por desgaste de
capital en una recesión.
Dentro del conjunto
europeo, los peores son Barclays, con un capital del 6,37%, seguido de la
cooperativa italiana BPM, Lloyd's y el italiano Nord Ubi Banca. El gigante
francés Société Générale quedaría en séptima posición por la cola, con un
capital de 7,61% mientras que el banco más grande de Alemania, Deutsche Bank,
estén en la octava peor posición con un capital de 8,14% en el escenario
Entre los grandes de
Europa solo hay uno que estaría en pérdidas durante los tres años, Deutsche
Bank. Esto también le ocurre a un español, el Sabadell, que acumularía números
rojos por 1.631 millones, mientras que Santander, CaixaBank y BBVA presentarían
beneficios acumulados, aunque también estarían en pérdidas en 2018.
Los resultados de los
cuatro bancos españoles demuestran que, según el test, necesitan más capital
para protegerse de posibles crisis. Pero el capital es caro y erosiona los
márgenes, responden los banqueros. Por entidades, el mejor es el Santander,
pero en el puesto 32 de la tabla, CaixaBank en el 34, el BBVA en el 37 y el
Sabadell en el 43 de 48.
Por países, España es uno
de los países en los que sus bancos tienen menos desgaste de capital al
soportar una recesión, pero, al mismo tiempo, es el segundo peor país por ratio
de capital final. Es decir, al partir de un nivel bajo, aunque la erosión de
capital no es grande, acaba en una mala posición final.
ESPAÑA:
La economía española
creció un 0,6% trimestral entre julio y septiembre, justo la misma tasa de
crecimiento que en los dos trimestres anteriores. En términos anuales el
crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) se mantiene en el 2,5%
que se registró entre abril y junio, según el avance publicado por el Instituto
Nacional de Estadística (INE).
Por tanto, pese a la
ralentización de los mercados europeos, la actividad económica española resistió,
encadenando 20 trimestres de crecimientos ininterrumpidos. Es más: su tasa de
avance triplica el 0,2% anotado en la zona euro.
No obstante, la demanda
externa, que tanto ayudó en los peores momentos a tirar de la economía
española, restó 0,5 puntos anuales al PIB. Y en el trimestre las exportaciones
retrocedieron un 1,8%, entrando por primera vez en tasas negativas desde el
tercer trimestre de 2013. Si bien es cierto que las importaciones también
disminuyeron un 1,2%.
El sector exterior
llevaba cinco años arrojando cifras positivas incluso cuando se frenaba el
comercio fuera. Sin embargo, esta vez no ha ocurrido así y disminuye con los
demás.
Según el INE (Instituto
Nacional de Estadística), la contribución de la demanda nacional al crecimiento
interanual se situó en tres puntos, tres décimas por debajo a la del segundo
trimestre.
A pesar de que el ahorro
de los hogares se encuentra en niveles mínimos y de que la inflación erosiona
el poder adquisitivo, el consumo de las familias volvió a tomar impulso entre
julio y septiembre con un 0,6% de incremento, justo después de que en el
segundo trimestre apenas creciese un exiguo 0,1%.
El gasto de las
Administraciones Públicas también contribuyó a que la actividad no perdiese
fuelle: aumentó un 0,8% frente al 0,1% que sumó en el trimestre precedente,
seguramente debido al desembolso aparejado a la revalorización de las pensiones
y de los sueldos de los funcionarios. En definitiva, pese a que la actividad
sostiene el pulso, su estructura y composición interna es algo peor: menos
exportaciones y más consumo de los hogares y del sector público.
Aunque se desacelera, la
inversión se elevó un 1% trimestral (un dato bastante peor que el 3,5% que se
dio entre abril y junio).
El consumo privado se ha
vuelto a recuperar y mantiene cierta fortaleza.
La debilidad de las
exportaciones es, sin duda, lo más preocupante y significativo.
Los costes laborales
unitarios han subido durante el trimestre un 1,1%, reflejando un repunte de los
salarios. En los últimos doce meses, la ocupación engorda a ritmos del 2,5%,
una tasa idéntica a la del segundo trimestre. Semejante incremento representa
unos 450.000 trabajadores más a tiempo completo. El hecho de que el PIB y el
empleo aumenten al mismo ritmo implica que todo el crecimiento se hace a fuerza
de mano de obra nueva y no de mejorar la productividad, una señal de que los
puestos creados no son de calidad.
Por sectores, aunque
desde unos niveles todavía bajos, la construcción sigue exhibiendo crecimientos
robustos y avanza un 1,8%. En medio de los anuncios de cierres de plantas, la
industria entra en tasas negativas con una pérdida trimestral del 0,5%. Por
otra parte, sorprende que hayan crecido los servicios, pese a la menor entrada
de turistas.
En concreto, estas
entidades recortaron un 3,37% sus oficinas en España entre enero y septiembre,
con lo que pasaron de 16.690 a 16.127 oficinas. El mayor descenso en términos
absolutos lo protagonizó CaixaBank, con 194 oficinas menos en el país (-3,98%),
si bien continúa a la cabeza por número de sucursales en España, con un total
de 4.681. En términos relativos, Bankia cerró septiembre con un descenso del
5,04% en el número de oficinas, con un total de 122 cierres.
Asimismo, Banco Santander
contaba al cierre del tercer trimestre con 95 oficinas menos, un total de 4.398
(-2,11%). Los datos comparables incluyen la totalidad de oficinas de Santander
en España, Banco Popular, Popular Banca Privada y Banco Pastor.
BBVA tenía un total de
2.870 oficinas en España, 149 menos que nueve meses antes, lo que supone un
recorte del 4,94%. Banco Sabadell, de su lado, mantuvo su cifra prácticamente
estable, con solo tres oficinas menos, hasta 1.877 (-0,16%).
Por otro lado, Santander
redujo su plantilla en España en 737 trabajadores, hasta 32.425 (-2,22%),
pendiente aún de conocerse la magnitud del ERE que tiene previsto tras absorber
Popular, y BBVA lo hizo en un 0,81%, hasta 30.337 (247 empleados menos). Por el
contrario, CaixaBank y Sabadell aumentaron sus plantillas en el país en 572 y
en 17 empleados, respectivamente, hasta los 32.613 (+1,79%) y 15.905
trabajadores (+0,11%).
Sin embargo, según la
Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística el
mercado laboral español sigue creciendo con fuerza. Ha perdido un poco en
verano, pero todavía mantiene un vigor que le ha permitido crear en el último
año 478.800 empleos. Ya ha superado los 19,5 millones de puestos de trabajo, un
dato que no se veía desde finales de 2008,
También hay que
remontarse hasta ese momento para encontrar una tasa de desempleo más
baja. Entre julio y septiembre cayó al 14,55%, por primera vez en casi una
década pierde el nivel del 15%.
La economía española ya
encadena más de cuatro años creando empleo. La mayor parte de ese tiempo lo ha
hecho a un ritmo anual que superaba los 400.000 puestos de trabajo e, incluso,
los 500.000 en bastantes momentos. Eso ha permitido que se reduzca el desempleo
hasta esa tasa del 14,5% (por cada 100 personas que desean trabajar, casi 15 no
lo consiguen) desde un nivel que se acercó al 27% en el invierno de 2013.
Aunque existe
desaceleración, se trata de unos buenos datos en el empleo: con Trump, el
aumento del precio del petróleo, el fin de los vientos de cola... la ocupación
en el mercado de trabajo ha crecido un 2,5% anual.
La Seguridad Social vuelve
a acercarse a los 19 millones de afiliados. Cerró el mes pasado con 18,99
millones de trabajadores tras ganar 130.360 afiliados, el mejor dato para un
mes de octubre.
Aunque parece
contradictorio, los datos de empleo y paro no tienen por qué ir de la mano. Es
decir, si sube la afiliación es lógico que baje el paro, sin embargo, hay
factores que pueden hacer que esto no sea así. Uno de ellos es la población
activa, las personas en edad y disposición de trabajar o con trabajo. Si la
Población Activa (personas que se ofrecen o desean trabajar) crece mucho, puede
darse el caso de que se cree empleo, pero no suficiente como para absorberlo
todo ese crecimiento y, entonces, también aumenta el paro.
La ganancia de
afiliación de la Seguridad Social apunta levemente en una dirección: el
mercado laboral vuelve a coger tracción. Había perdido algo de fuerza en
verano. Crecía bastante la afiliación, pero un poco menos del 3% al año. Perdió
esa cuota en julio por primera vez desde 2016 y se quedó ahí en agosto y
septiembre. Pero en octubre ha vuelto a subir. En 12 meses hay un 3,05% más de
afiliados que en el mismo mes del año anterior.
En lo que va de año, la
Seguridad Social ha crecido en 562.544 afiliados. Todavía es pronto para saber
si 2018 acabará con un incremento de cotizantes por encima del medio millón.
Noviembre y diciembre no son de los mejores meses para el mercado laboral. No
obstante, si se mantuviera este ritmo España encadenaría cuatro años ganando
afiliados por encima de esas cifras.
Junto a las ganancias en
educación y en construcción, se registran pérdidas en la hostelería, la sanidad
y de las actividades administrativas y de servicios auxiliares. La actividad de
estas tres ramas, especialmente la primera, crece mucho durante el verano por
el turismo y cuando acaba la temporada alta reduce la mano de obra que emplea.
Del lado del paro, el
dato de octubre no es bueno, puesto que ha supuesto un aumento de personas
buscando un trabajo. Sin embargo, la cifra de 52.000 parados más del mes pasado
es algo inferior a la del mismo mes de 2017. La cifra total queda ahora en 3,2
millones.
Las cifras del Paro Registrado
(Registro de las oficinas públicas de empleo, en las que se inscriben los
desempleados que tienen la obligación de hacerlo o los que solicitan servicios
de cursos de formación, ayuda en la búsqueda de una ocupación), muestran que
todavía hay consecuencias graves de la crisis y las recesiones recientes
(2008-09 y 2011-13). Se ve con claridad en el nivel de cobertura, que está en
el 56%.
Otro punto en el que se observa
un aspecto negativo, es en la calidad del empleo. Se desprende de los datos de
la contratación: el número de contratos firmados en octubre vuelve a crecer por
encima del 10% sobre el mismo mes del año anterior. Además, se superaron los
dos millones de contratos firmados por cuarta vez en 2018. Esto es un síntoma
claro de que la rotación en el empleo sigue siendo alta, ya que solo algo más
del 9% de estos contratos fueron indefinidos y, además, cuando estos lo son,
como han demostrado investigaciones económicas recientes, no garantizan la
estabilidad.
Con todo, es cierto que
la cifra de contratación tiene esta vez una lectura positiva, paralela a la que
muestra la afiliación. El mercado laboral en octubre ha mostrado un vigor
inesperado. En los últimos meses, el número de contratos firmados mostraba cierta
atonía si se comparaba con la evolución de los ejercicios anteriores.
El dato de octubre
evidencia, junto con el sorprendente aumento de la afiliación, una aceleración.
MERCADOS:
Las Bolsas europeas han
cerrado octubre con avances al calor de los avances en Wall Street. En el Ibex,
además, los resultados de Santander, Telefónica y Repsol han permitido al
selectivo español anotarse un avance del 0,99% hasta los 8.893,50 puntos. Sin
embargo, en el pasado octubre, la caída del Ibex se eleva al 5,3%, la mayor
desde el mes de febrero.
El Ibex ha sumado un
0,99% y ha cerrado al filo de los 8.900 puntos. En el balance de octubre,
tradicionalmente bajista para los mercados, el selectivo español se ha dejado
un 5,3%. A falta de dos meses para el cierre del ejercicio, el Ibex pierde un
11,45%.
Los temores a una
desaceleración han generalizado los descensos en los mercados durante el mes y
las caídas se agravaron en el Ibex tras de la sentencia del Supremo sobre el
impuesto de las hipotecas.
Hay que destacar, que la
banca española no levanta cabeza en Bolsa. La debilidad del negocio (bajos
tipos de interés) derivada de la política monetaria del Banco Central Europeo
(BCE), la crisis en países como Italia, Turquía y Brasil y el temor a una
desaceleración económica han lastrado la cotización de los principales bancos
del país en el último año.
El remate lo dio la
inseguridad jurídica creada por el Tribunal Supremo con su actuación sobre la
sentencia del pago del impuesto de Actos Jurídicos Documentados (AJD) en las
hipotecas.
Con todo ello, en los últimos doce meses los ocho bancos
cotizados han perdido 48.900 millones de euros de capitalización, lo que
afecta a grandes inversores, pero también a millones de pequeños accionistas y
partícipes de fondos de inversión y de pensiones.
La sentencia del Alto
Tribunal que dictó que los bancos pasarán a abonar el tributo desató el pánico
entre los inversores ante el temor a una hipotética reclamación a las
entidades.
Desde el día del fallo,
el Sabadell se ha dejado en Bolsa un 14,4%, Unicaja un 12%, Liberbank un 11,4%,
Bankia y Caixabank un 9% y Bankinter un 8,5%, el Santander más de un 5% y BBVA
un 4,3%. Esas caídas equivalen a 10.091 millones de euros.
Por otro lado, aunque el
Euribor ha comenzado a cambiar de tendencia, los bancos, al menos hasta ahora, han
seguido abaratando el crédito. Con ello se intensifican las dudas sobre la
capacidad del sector para mejorar su rentabilidad, pese a sus mejores niveles
de capital y a que casi ha terminado de sanearse.
A ello se ha sumado la
crisis política y económica en países como Turquía, Brasil y Argentina, que ha
afectado a la cotización de entidades con exposición a esos mercados, BBVA y
Santander fundamentalmente. Además, la incertidumbre en Italia ha castigado a
los bancos españoles por tener en cartera deuda pública de ese país.
Así, desde hace un año el
valor de los bancos cotizados se ha hundido en, nada menos, que 38.809 millones
de euros (desde octubre de 2017 han perdido 49.800 millones de euros).
Sin embargo, en
contraste, y en un momento donde muchos se llevan las manos a la cabeza por la
propuesta de subida del salario mínimo, la cúspide empresarial, más que
apretarse el cinturón, se lo ha aflojado sustancialmente.
En 2013 se publicó por
primera vez el Informe Anual de Retribuciones de los Consejos de las sociedades
cotizadas españolas. Entre ese año y 2017, según los datos publicados por la
Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), se observa una tendencia alcista
importante en la remuneración de los administradores, con un incremento en su
retribución media del 29%.
Esa fuerte mejora se
debe, en gran parte, al aumento salarial de los consejeros que desempeñan
funciones de dirección (presidentes y consejeros delegados), que experimentó un
incremento del 43%.
Esta alegría salarial en
las plantas nobles corporativas se volvió a poner de manifiesto el pasado año,
último curso del que hay datos disponibles. El sueldo medio por consejo de
administración se situó en 369.000 euros anuales, lo que supone una mejora del
6% con respeto al año anterior.
La remuneración media
devengada globalmente por los consejos de las sociedades cotizadas fue, en
promedio, de 3,7 millones de euros, un 15,9% superior a la del año anterior.
Sin tener en cuenta el vencimiento de incentivos a largo plazo en las
sociedades anteriormente mencionadas, la mejora hubiera sido del 6,3%.
Una vez más, los
consejeros ejecutivos de los grandes grupos cotizados (los que están en el Ibex
35) fueron los que mayores aumentos notaron en sus nóminas. El sueldo medio de
los presidentes y consejeros delegados de las empresas del índice selectivo
aumentó un 12,3%, situándose en 3,11 millones de euros. Por su parte, el
salario de los consejeros ejecutivos del resto de sociedades se elevó en un 20%
hasta los 868.000 euros.
Es importante resaltar
esta circunstancia frente a las pérdidas de muchos pequeños ahorradores en la
Bolsa, y perdidas de salarios y empleos en el sector.
EMPRESAS:
Las ventas de automóviles
cayeron en octubre un 6,6% y sumó dos meses seguidos de caídas. Fabricantes y
concesionarios concluyen que el mercado está descontando aún el aumento de
ventas que se produjo hasta el verano, en previsión a la entrada en vigor de la
nueva norma europea sobre emisiones contaminantes, conocida como WLTP,
cuando esta amenazaba una fiscalidad más alta que se vio frenada in
extremis con una moratoria de dos años. Pese a la reducción de los dos últimos
meses, la comercialización ha crecido en lo que va de año un 10%, según los
datos elaborados por IEA.
La contracción registrada
en octubre se produce a pesar de que octubre contaba con un día laborable más
que hace un año. En ese tiempo, se comercializaron un total de 88.410 turismos.
Mientras que ese segmento de mercado caía, el de los vehículos comerciales
ligeros crecía un pequeño 2,8% (17.586) durante el mes y en el acumulado del
año se registraba un alza del 8,8%.
Las ventas mantienen la
tónica en lo que va de año de caída del segmento de motorizaciones diésel, que
ahora ya solo supone el 36,6% de las entregas. En octubre menos de una tercera
de los turismos vendidos (32,8%) tenían ese tipo de motorización. En ejercicios
anteriores habían llegado a representar el 60% de las ventas, liderazgo que
ahora asumen los vehículos de gasolina.
Las tecnologías hibridas
y eléctricas han ganado protagonismo en los meses de setiembre y octubre, una
vez estrenada la WLTP. Son, de momento, los meses del año en los que han tenido
una mayor porción del mercado, con un 9,1% de las ventas en septiembre y un
8,7% en octubre. En los diez primeros meses del año acumulan un 6,4%.
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