En la situación actual,
sin duda, su mayor gravedad es la crisis sanitaria. Pero el coronavirus se ha
llevado por delante todas las previsiones económicas, sometiendo a la economía
mundial a una enorme incertidumbre en todos los ámbitos, sin precedente en la
historia mundial.
Algunos hablan de su
similitud con la crisis del 29, pero la realidad, es que no existen análisis
que permitan comparar la crisis económica que se avecina, con la de una
situación de guerra u otra similar.
GLOBAL:
La incertidumbre es de
tal magnitud, que pretendiendo dar un análisis objetivo y, desde luego,
prescindiendo de actitudes optimistas o pesimistas, he optado por cambiar la
estructura tradicional de este artículo.
En primer lugar,
analizaremos las primeras actuaciones y previsiones de mayor relevancia
mundial, y, finalmente, nos centraremos en la economía española en particular.
FONDO MONETARIO INTERNACIONAL:
El FMI en su informe de Perspectivas Económica Mundiales, señala
para las economías avanzadas un retroceso medio del PIB el 6,1 %. Una previsión
que es aún más pesimista para la eurozona, ya que el conjunto del
área de la moneda única retrocederá un 7,5 %, (supera en más de dos
puntos la caída de Estados Unidos del 5,9 %; o de Japón del 5,2 %).
Aunque la contracción es
más importante en Italia y España: para nuestro país pronostica que el PIB
caerá un 8% este año, tras Italia con un -9,1%. También es notable en el caso
de Francia (7,2 %) y Alemania (7 %). Grecia registrará un desplome de dos
dígitos (10 %), seguida por Letonia (8,6 %) y Lituania (8,1 %). Portugal y
Eslovenia caerán un 8 %, lo mismo que España. Por su parte, la economía
del Reino Unido retrocederá un 6,5 %.
El PIB mundial se contraerá
un 3 % (superior a la caída de la crisis financiera de 2008). Todo ello,
lógicamente, dependiendo de cuál sea la evolución de la pandemia para la
segunda mitad de este año.
En relación al paro, el
FMI señala que en España se disparará por encima del 20%.
Solo Grecia verá cifras más altas, con un desempleo del 22,3
% este año y 19 % el que viene. Italia tendrá un paro del 12,7 % en
este ejercicio y del 10,5 % en el siguiente.
El mundo que salga de
esta epidemia tendrá un mayor peso de Asia, verdadero epicentro económico de
este siglo pese a haber acogido los primeros casos del virus. China e India son
dos de las pocas potencias que evitarán la recesión en 2020 según el FMI: el
gigante asiático crecerá un 1,2% (4,8 puntos menos que en la anterior estimación
del FMI) para rebotar un 9,2% en 2021. En cuanto a la India, repuntará un 1,9%
este año (3,9 puntos menos frente a las previsiones de enero) y un 7,4% el que
viene.
Literalmente, el
organismo con sede en Washington señala que "el brote ha sido tan grave
como en la provincia china de Hubei, y reconoce que los confinamientos y restricciones
de movilidad son esenciales para contener el virus, pero a costa de un
gran peaje en la actividad económica". Indica que los efectos
adversos en la confianza "pesan aún más en las perspectivas
económicas".
Expresa el FMI que “las
cuarentenas estrictas como China, Italia, y España, conllevan una fuerte
contracción de la economía, con cierres de lugares de trabajo, restricciones de
viaje y cambios de comportamiento. Aunque la reducción de la demanda de
servicios podría ser aún peor en un escenario de mayor difusión sin
distanciamiento social".
Según el Fondo, la respuesta
fiscal ha sido "rápida y considerable" en muchas economías
avanzadas (como España, Francia, Alemania, Italia, Japón, Australia, Reino
Unido, y los Estados Unidos). Mientras que otros muchos mercados emergentes y
economías en desarrollo (como China, Indonesia y Sudáfrica) también han
comenzado a proporcionar o apoyo significativo para personas muy afectadas por
el Covid-19.
Se destaca que España ha
flexibilizado el acceso al paro y que los ERTE ayudan a las empresas
a mantener el empleo. En la misma línea, Dinamarca paga el 75 % del
salario de los empleados despedidos y el Reino Unido llega al 80 % con un
tope máximo. Alemania y Francia han reforzado programas de corta duración
para preservar los puestos y los ingresos de los trabajadores.
La institución mundial advierte
que es urgente "trabajar juntos para frenar la propagación del
virus y para desarrollar una vacuna y terapias contra la enfermedad”.
Añade que hasta el momento en que los tratamientos están disponibles,
"ningún país está a salvo de la pandemia"
(incluido un rebrote después de la primera oleada).
Esta crisis no se parece
a nada de lo ocurrido en las últimas décadas. Señala el Fondo que “la política
económica tiene un papel muy diferente. En crisis normales, se intenta alentar
la actividad económica estimulando la demanda agregada lo más rápido posible.
Esta vez, la crisis es en gran medida consecuencia de las medidas de contención
necesarias. Esto hace que los
estímulos sean más difíciles y, para los sectores más afectados, indeseables”
La realidad es que el
escenario puede ser más negativo, y el FMI además traza varias hipótesis: una
es que la lucha contra el virus este año sea más larga de lo estimado; la
segunda, que haya un nuevo brote, más leve, en 2021; y la más pesimista, que la
lucha contra el virus en 2020 se perpetúe en el tiempo.
Si hay un segundo brote,
a las previsiones más negativas de este año, se sumaría que en 2021 el mundo no
crecerá un 5,8% sino un 0,9%. En el peor de los escenarios, en 2021 se repetirá
la recesión mundial, siendo la caída del 2,2%.
RESERVA
FEDERAL (ESTADOS UNIDOS):
En un comunicado, el Banco
Central estadounidense, ha reflejado la gravedad de la situación que ha
provocado una parálisis casi total de la economía en todo el mundo y, en el
caso de Estados Unidos, le ha llevado a su primera recesión en once años.
La Fed insistió en su
compromiso de utilizar todas herramientas a su alcance "para apoyar la
economía de Estados Unidos en este momento difícil, promoviendo así su máximo
empleo y el cumplimiento de los objetivos de estabilidad de precios".
La Reserva Federal
reconoce que la pandemia está provocando fuertes caídas en la actividad y
pérdida de empleo. El organismo advierte, además, de que "la actual crisis
de salud pública pesará mucho en la actividad económica, empleo e inflación a
corto plazo, y plantea riesgos considerables a medio plazo", a lo que se
añade una demanda más débil y precios del petróleo significativamente más bajos
que están frenando las subidas de precios.
Hasta la fecha, la
economía estadounidense ha finalizado el primer trimestre con una caída del PIB
del 4,8%, porcentaje que podría superar el 30% entre abril y junio. En las
últimas cinco semanas, nada menos que, cerca de 30 millones de estadounidenses
se han acogido a los subsidios de desempleo y se teme que la tasa de paro
supere el 20%.
La Fed ha insistido en
que las tasas de interés se mantengan próximas a cero hasta "estar seguros
de que la economía ha resistido los acontecimientos recientes y está en camino
de lograr su máximo empleo y estabilidad de precios".
Para determinar los próximos
pasos, la Fed tendrá en cuenta una amplia gama de información, incluidas las
condiciones del mercado laboral, los indicadores de presiones inflacionarias y
expectativas de inflación y el análisis sobre desarrollos financieros
nacionales e internacionales.
Para apoyar el crédito y
liquidez a hogares y empresas, el banco central estadounidense continuará
comprando bonos del Tesoro y valores hipotecarios "en las cantidades
necesarias para respaldar el buen funcionamiento del mercado" (a partir de
mediados de marzo, la Fed ha destinado más de 2 billones de dólares a la
adquisición de deuda pública y activos hipotecarios).
Además, mantendrá sus
intervenciones diarias en el mercado de deuda para asegurar la liquidez del
sistema.
Además, superando su
tradicional papel, ha anunciado un nuevo plan de préstamos por valor de 2,3
billones de dólares que se destinará a Estados, ayuntamientos y pequeñas y
medianas empresas. En total, todas estas medidas se han disparado por encima de
los 6,5 billones de dólares (2,6 billones más que hace un año).
Jerome Powell, en un
papel inusual, señaló que “los poderes de la Fed son de préstamo, no de gasto”.
De esta forma solicitó al Congreso de Estados Unidos, más gasto público, tras
el plan de rescate de 2,2 billones de dólares aprobado.
El presidente de la Reserva
Federal “descartó un rebote en forma de V”, adelantando que "la actividad
económica probablemente caerá a una tasa sin precedentes en el segundo
trimestre del año”. Igualmente, “descartó un posible colapso del sistema financiero
como el que se desató en la Gran Recesión de 2008”.
EUROZONA:
Christine Lagarde, presidenta
del Banco Central Europeo, tras cometer el gravísimo error de afirmar que del
Banco Central Europeo no tenía como función reducir las primas de riesgo (tuvo
un castigo inmediato en los mercados que le obligó a rectificar).
Las críticas que recibió
fueron incontables. Casi una semana después, el BCE anunciaba un nuevo programa
de compras de deuda denominado de “emergencia pandémica” por valor de 750.000
millones de euros. Con este movimiento, los Gobiernos recibieron la
confirmación oficial de que podrían contar con financiación barata para
impulsar los planes de inversión millonarios que estaban desplegando.
Desde entonces, continuamente
ha estado anunciando medidas: máxima flexibilidad a las compras de deuda (un
alivio para Italia o España, que ahora saben que pueden contar con toda la
potencia del BCE para aliviar sus primas de riesgo), relajación de las
condiciones en las que el eurobanco acepta las garantías, y nuevos chorros de
liquidez para los bancos, que podrán cobrar un 1% por tomar dinero del BCE si
luego lo prestan a empresas y familias para que llegue a los que lo necesiten.
A la espera de que los
líderes de la UE concreten el Fondo de Recuperación que decidieron en su última
cumbre, el eurobanco queda como último recurso de los países más golpeados. Los
analistas dan por hecho que, en su próxima reunión de junio, el BCE aumentará
el programa de compras de emergencia. En solo cuatro meses, ya ha adquirido más
de 100.000 millones.
ESPAÑA:
Según el avance publicado
por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el Producto Interior Bruto español
cayó entre enero y marzo un 5,2% (no hay precedentes de una caída de ese
tamaño).
Solamente durante el
periodo posterior a la Guerra Civil, y el periodo Autárquico (hasta el Plan de
Estabilización del año 1957) se podría, quizá, encontrar un dato similar
utilizando cálculos de historiadores especializados.
En la serie del INE que
arranca en 1970, el mayor desplome trimestral registrado se corresponde con el
del primer trimestre del año 2009, cuando en plena Gran Recesión la economía
cayó un 2,6%. La crisis que vamos a padecer ha arrancado mucho peor.
Ya apuntaba en esta
dirección la estimación del Banco de España, que pronosticaba una caída
trimestral del PIB del 4,7%. También el retroceso de las horas trabajadas, del
4,25% en el primer trimestre según la Encuesta de Población Activa. Y el
hundimiento del comercio minorista del 15% mensual durante el pasado marzo, cuando
normalmente solo se mueve unas décimas arriba o abajo. Semejante batacazo de la
economía ocurre con solo dos semanas de confinamiento en marzo y a pesar de que
enero y febrero fueron buenos.
Las cifras del segundo
trimestre serán todavía peores. Según Funcas, "la caída podría llegar al
15% entre los meses de abril y junio, teniendo en cuenta que recogerán el
impacto pleno de la covid-19”.
Para el conjunto del año
dependerá de cómo se vaya articulando la salida del confinamiento rodeada del
riesgo de rebrote de la pandemia.
La actividad ya se
contrae un 4,1% interanual frente al 1,8% que crecía en el cuarto trimestre del
2019.
La incertidumbre es
enorme. Hasta el punto de que el Banco de España calcula una horquilla de
retrocesos para 2020 entre el 6,6% y el 13,6%.
En una reciente nota de
prensa, el INE señala que ha tenido que hacer un esfuerzo especial para captar
el impacto del confinamiento sobre la actividad durante la segunda quincena de
marzo. La mayoría de indicadores disponibles ofrece resultados hasta febrero,
así que el instituto estadístico ha tenido que incorporar nuevas fuentes para
sus estimaciones, como el uso de tarjetas como medio de pago en las compras. De
ahí que diga que las futuras revisiones de estos datos puedan ser de una
magnitud mayor que la habitual. Las cifras de compras con tarjeta del BBVA ya
arrojaban que el consumo caía a la mitad desde el 14 de marzo, día de entrada
en vigor del estado de alarma.
El desglose por partidas señala
cifras abrumadoras. El consumo se hunde un 5,1% trimestral entre enero y marzo.
El de los hogares todavía más: un 7,5% (durante los peores momentos de la
crisis de 2008 cayó como mucho un 1,63% en el tercer trimestre de 2012 y un
1,69% en el cuarto trimestre de 2008, casi cinco veces menos).
Tan solo ha crecido el
gasto de las Administraciones Públicas, que se dispara un 1,8%, en incremento
trimestral. La inversión se desploma otro 5,3%. Y las exportaciones e
importaciones caen lo mismo: un 8,4%.
Por sectores, los más
afectados son el comercio, transporte y hostelería, con un batacazo del 10,9%,
y las actividades artísticas y recreativas, con una caída en picado del 11,2%.
Las actividades profesionales y científicas pierden un 8%. Y la información y
comunicaciones, un 5,5%. La industria retrocede un 2,7%. Y la construcción se
derrumba un 8,1% a pesar de que en esas dos semanas el cierre no le afectó tan
directamente.
Únicamente se mantienen
las actividades financieras y de seguros, que crecen un 1%. Y la Administración
Pública, sanidad y educación, que aumentan un 0,8%.
Para algunos analistas,
“estas cifras de caída que ha dado el INE implican que en las dos semanas de
confinamiento se perdió en torno a un 40% de la actividad económica”.
En tanto no exista una
vacuna, la incertidumbre es extremadamente máxima, ya que ni las familias
podrán consumir con normalidad, ni se podrá trabajar a pleno rendimiento.
Incluso si comienza el desescalamiento, las medidas para guardar las distancias
ocasionaran un aumento de los costes de producción. Y se desconoce cuánto se
podrá recuperar del tejido productivo, en especial por la elevada dependencia
del turismo y la hostelería. O en qué medida los problemas de liquidez que
atraviesan ahora las empresas se convertirán o no en problemas de solvencia y,
por ende, en quiebras, tal y como ha señalado el Banco de España.
Además, la contracción
del PIB de la eurozona (el BCE lo estima entre el 5% y el 12% para este año),
impedirá que se pueda recurrir a las exportaciones para tratar de superar la
crisis. El agujero de las cuentas públicas se disparará hasta cotas de
2009-2012 por la pérdida de ingresos y el aumento del gasto en sanidad y en
prestaciones de paro y ERTE.
Para colmo, si crece la
morosidad a los bancos, podrían aparecer tensiones financieras.
Si nos centramos en Plan
de Estabilidad que el Gobierno español ha enviado a Bruselas, el Ejecutivo
español prevé que el derrumbe de la economía será del 9,2% en 2020. Una estimación peor que los pronósticos del
FMI y que puede quedarse corta a la luz de los datos ya conocidos de PIB. A
este batacazo le seguirá, según el Gobierno, una recuperación del 6,8% en 2021,
(es más optimista que la del Fondo). Se tardarán al menos dos años en
recuperarse y, por el camino, a final de año se habrán perdido cerca de dos
millones de puestos de trabajo a tiempo completo. Al siguiente, solo se
recobrarán la mitad.
Dicho esto, fuentes
gubernamentales explican que esos cálculos basados en las horas trabajadas no
tienen en cuenta el efecto de los ERTEs y que en realidad el empleo perdido en
2020 será la mitad: un millón.
Según la ministra de
economía, Nadia Calviño, a medida que se vaya poniendo en marcha la desescalada
y se recupere la demanda, el perfil de la senda del PIB español será el de una “V asimétrica”: “una caída de la
actividad económica muy intensa en el segundo trimestre seguida de una
recuperación más gradual en el segundo semestre del año y una fuerte tasa de
crecimiento en 2021″.
Calviño ha señalado, no
se alcanzarán los niveles previos de actividad económica hasta el año 2022. Todo
ello, supeditado a la gran incertidumbre existente respecto al riesgo de un
escenario de rebrotes durante el otoño próximo.
Respecto
al desempleo, dependerá mucho de cuánto se prolongue el
confinamiento y cuán rápida sea la desescalada. Se confía en que los ERTEs, los
avales y las mejores condiciones de financiación que garantiza el BCE amortigüen
el impacto. Pero existen grandes dudas sobre hasta qué punto se podrán
recuperar el turismo, la hostelería o las pymes en un horizonte próximo de
menor demanda de estos servicios. O sobre si en algún momento los mercados
empezarán a presionar ante la falta de una respuesta europea conjunta. Y todo
ello se podría ver muy empeorado por posibles rebotes.
La economía española registrará
un déficit público que acabará este año en una cifra equivalente al 10,3% del
PIB. Será la mayor brecha entre gastos e ingresos públicos desde 2012. Volvemos
a las cotas que se registraron entre 2009 y 2013. La deuda pública subirá hasta
el 115% del PIB. Y el Ejecutivo no especifica cómo quedará en 2021 (momento en
el que habrá más riesgo de que los países del Norte presionen al BCE para que
deje de comprar deuda, porque ellos ya se hayan recuperado).
En total, el gasto de las
Administraciones Públicas aumentará en unos 55.000 millones, un 10%, incluyendo
las partidas sanitarias y de protección de los trabajadores. En cambio, la
recaudación solo caerá en 25.000 millones, un 5%. Esta caída proyectada de los
ingresos parece quedarse bastante corta si se tiene en cuenta que el PIB se
desplomará un 9%. Si cayese en la misma proporción que la actividad como al
menos parece lógico, los ingresos se hundirían el doble, en 50.000 millones.
En cuanto a la adopción
de medidas para cerrar el agujero de las cuentas públicas, la ministra de
Hacienda ha rechazado que vaya a haber recortes del gasto. Ahora es el momento
de mantener la actividad, ha recordado. También ha negado que se fuesen a crear
nuevos impuestos aparte de los ya planeados, a los que no renuncia: la tasa
Google, el tributo a las transacciones financieras, la reforma fiscal verde y
un refuerzo de la lucha contra el fraude Según la ministra Montero “no habrá ni
recortes masivos de gasto ni subidas masivas de impuestos”.
Teniendo en cuenta la
pasada y relativamente reciente crisis de 2008, si los daños no son más grandes
en todo Occidente, es como consecuencia del papel jugado por los cuatro grandes
bancos centrales del mundo (la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central
Europeo, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón), que, en total, han
inyectado 18 billones de dólares en la economía de esas áreas desde 2007 (algo
así como 18 veces lo que produce España en un año).
Queda por ver cuál va a
ser la respuesta europea: en el mejor de los casos las economías occidentales
no empezarán a recuperarse hasta el último trimestre del año, e incluso
entonces los expertos prevén rebrotes del coronavirus. Si la pandemia empieza
su metamorfosis —de crisis sanitaria a
económica, y de crisis económica a crisis financiera—, sufrirán más los que
traían un equipaje pesado: más deuda, más paro y peores fundamentos. Italia es
quizá el más señalado. Pero España y Portugal van a la zaga: la economía
española entró en la crisis con una deuda cercana al 100% del PIB y el
desempleo más alto del Atlántico Norte, del 13%. Es muy probable que la deuda
pública alcance el 120% en breve y que el paro se duplique. España hizo los
deberes durante la Gran Recesión y capitalizó sus bancos (con el rescate
bancario) y mejoró su potencial exportador –algo que sirve de poco en esta
situación de comercio global estancado-, pero corre grandes riesgos a partir de
ahora.
La situación económica de
Italia es aún peor: una economía que no crece desde hace dos décadas, con un
sistema bancario que no aprovechó la pasada crisis para reforzarse y una deuda
pública que con toda probabilidad superará el 160% del PIB, un nivel al que las
dudas de los mercados sobre la sostenibilidad son solo cuestión de tiempo.
Por lo que respecta a los
precios, hay que estar muy pendientes de como vayan a evolucionar: la tasa de
inflación se situó en el -0,7% en abril, siete décimas menos que en el mes
anterior, lastrada por la caída del precio de los carburantes y combustibles,
causada por el descenso de la demanda debido a las restricciones impuestas por
la pandemia del coronavirus. Es la primera vez que el índice de precios que
publica cada mes en INE cae a terreno negativo desde agosto de 2016, y es la
más baja desde junio de ese año.
Y si observamos la
inflación subyacente (indicador más significativo, al no incluir los productos
de precio más volátil), ha caído un 1% según el INE.
Eurostat, la Oficina
estadística de la Unión Europea, ha impuesto a los países miembros unas líneas
de actuación para el IPC general y el armonizado (el que se usa para poder
comparar los resultados en todos los países). Así, el organismo estadístico
español recoge una tasa general anual del -0,7%, desconocida desde el verano de
2016. El IPC armonizado cae al -0,6%.
Además, el INE ha
elaborado dos cestas de bienes y productos que “los hogares han seguido
consumiendo” durante el confinamiento, a la que denomina "Grupos
Especiales Covid-19″. La cesta de productos, que incluyen alimentos, bebidas,
tabaco, productos de limpieza del hogar, comida para animales y cuidado
personal,… que experimenta una subida interanual del 3,2%, un punto más que en
marzo, con una subida del 4% interanual del precio de los alimentos, un punto y
medio más que el mes anterior. Dentro de este grupo, señala el INE, los
alimentos frescos experimentan una subida interanual del 6,9%, tres puntos más
que el mes anterior. Los envasados suben un 2,2% respecto a abril de 2019, una
tasa seis décimas superiores a la de marzo.
Por el contrario, la tasa
de inflación de la cesta de servicios Covid-19 registra una bajada del 4,3%
respecto a abril del año pasado, un punto por debajo de la tasa de marzo,
lastrado por los combustibles para transporte y calefacción y por la
electricidad. En esta cesta se recogen servicios como el alquiler de vivienda y
garaje, la distribución de agua, alcantarillado, recogida de basuras, gastos
comunitarios, electricidad, gas, gasóleo para calefacción, servicios de
telefonía, música y televisión en streaming, seguros, comisiones bancarias y
servicios funerarios.
Por lo que respecta a la
Encuesta de Población Activa (EPA), se ha publicado la del primer trimestre del
año, por lo que sólo se aprecia una parte del daño causado por el Covid 19,
pero son suficientes dos semanas para mostrar el golpe laboral tan duro que ha
causado la pandemia.
Durante los meses de enero
a marzo pasados, el empleo cayó en 285.600 personas, dejando el número total de
ocupados en 19,6 millones. Sin embargo, el dato que mejor refleja el shock en
el mercado laboral es el de ocupados, tanto asalariados como autónomos,
afectados por parones de actividad y ERTE, 578.300, hasta 35 veces más que en
el trimestre anterior.
Se ha producido ese
primer trimestre un aumento del paro de 121.000 personas. No obstante, según
el propio INE, “es probable que muchos trabajadores que hayan perdido su empleo
se hayan clasificado como inactivos debido a que no han podido cumplir con las
condiciones de búsqueda de empleo que la definición de paro de la EPA determina
para que sean considerados parados” (inactivos que están en un proceso de
búsqueda activa de empleo).
Y esa cifra no recoge
todavía a todos los trabajadores que se van a ver afectados por un ERTE durante
esta crisis. Los números anunciados por el propio presidente, Pedro Sánchez,
son algo más de cuatro millones. Si estos todavía no aparecen en la estadística
se debe a varios motivos. Primero, esas cifras se han ido alcanzando a lo largo
de abril, mes no recogido en esta edición de la EPA. Segundo, los trámites
desde que se anuncia un ERTE hasta que se aprueba llevan varios días. Y
tercero, la propia metodología de la EPA, una encuesta que se realiza durante
13 semanas.
Otro punto que señala el
INE para resaltar el impacto del parón es el número de horas trabajadas por
todos los ocupados. Ha caído un 4,25% en el periodo. Hay que remontarse hasta
el primer trimestre de 2009, el peor de la Gran Recesión, para encontrar una
caída mayor.
El sector servicios pierde
275.900 ocupados. También descendió la ocupación en agricultura y construcción.
Aunque el impacto del coronavirus en la estadística sea parcial, sus señales ya
son evidentes y anuncian un segundo trimestre negro. Precisamente en primavera
y verano, la mejor época para el mercado laboral en España.
MERCADOS:
En relación al petróleo,
ante la avalancha de crudo extraído y no consumido, los mercados petroleros
occidentales sufren, una tras otra, una importante caída de precios, que han
entrado una situación insospechada de precios
negativos por primera vez en siglo y medio de historia: los inversores pagaban
a quien se comprometiese a quedarse con el crudo que van a ser entregados en
mayo.
Y es que la economía
mundial se ha dado la vuelta por completo y el parón en la actividad y el
transporte de personas y mercancías ha evaporado del mercado casi la tercera
parte de la demanda petrolera.
Ante una fuerza de ese
calibre, cualquier intento de contrapeso se está mostrando insuficiente: los
principales países productores han anunciado el mayor tijeretazo de siempre
sobre la oferta, la Casa Blanca ha anunciado que llenará hasta los topes sus
reservas estratégicas y Donald Trump ha iniciado una nueva ronda de amenazas
sobre Irán, uno de los grandes exportadores mundiales. En vano algunos de los intentos
permitieron al texas regresar a números verdes y al brent recuperar
parte del terreno perdido, pero ambos han vuelto a mostrar su peor cara. La
mayor parte de los barriles que se ponen hoy en el mercado no son rentables
para los productores: de todos los actores de la cadena —las firmas que operan
los pozos, refinadoras y distribuidoras de gasolina y queroseno— solo las
compañías que se dedican a guardar el crudo que no encuentra comprador están
haciendo dinero. Esa es, quizá, la mejor síntesis de lo que está ocurriendo hoy
en un sector sobre el que ha pivotado la economía mundial durante décadas.
La Agencia Internacional
de la Energía (AIE, dependiente de la OCDE) prevé que el consumo de crudo
empiece a repuntar en la segunda mitad del año, pero hasta entonces no hay
visos de que la tensión de los depósitos vaya a disiparse.
En relación a la Bolsa,
en el momento de redactar este articulo lleva perdido, referido a todo el año,
más de un 30%.
La escasísima
demanda desborda la capacidad de almacenamiento del crudo y sus
precios siguen por los suelos, la situación de incertidumbre reinante, y la
amenaza de nueva guerra comercial de Estados Unidos con China, están castigando
severamente al mercado, manteniendo a los inversores en una situación de
liquidez.
Por otro lado, en
relación al Euribor, paradójicamente, ha subido. El índice que sirve para
calcular el tipo de interés que paga la aplastante mayoría de los tenedores de
un préstamo hipotecario variable en España. La tendencia alcista se confirma ya
que el euríbor ha cerrado el mes de abril en torno a -0,106, frente al -0,266
registrado en marzo y al -0,288 en febrero. La inyección de liquidez
decidida por el Banco Central Europeo (BCE) como respuesta a la crisis
provocada por la pandemia de Covid-19 y el temor a un aumento de la tasa de
morosidad por parte de las entidades del Viejo Continente explican en gran
medida esta fuerte subida, según los expertos.
De esta forma, en el caso
de una hipoteca de 150.000 euros a 30 años con un tipo de interés formado por
el euríbor más un diferencial del 0,99% (uno de los más comunes en el mercado
en estos momentos), el incremento en la cuota a pagar en los próximos 12 meses
será de 0,39 euros o, lo que es lo mismo, 4,68 euros en el conjunto del año.
En
el mercado de divisas, el perfil defensivo que adoptan los inversores se
refleja en un nuevo repunte del dólar. La búsqueda de refugio aumenta las
posiciones en la divisa estadounidense, de forma que el euro se aleja
del nivel de los 1,10 dólares. La libra cede terreno igualmente, y se
repliega hasta los 1,24 dólares.
EMPRESAS:
Frente a la preocupación
por el aumento dela morosidad que ha empezado afectar a los bancos, el Banco de
España ha señalado que considera que la banca tiene una notable capacidad de
resistencia frente a la crisis económica desatada por el coronavirus, pero
avisa que la situación del sector será más comprometida si no se produce una
salida rápida de la recesión y apunta que no
todos los bancos tienen la misma fortaleza.
Según un último Informe
de Estabilidad Financiera del Banco de España, que, dada la importancia de su contenido, transcribimos casi
literalmente:
"El sector bancario
español ha mejorado de forma significativa la calidad de su balance y solvencia
en la última década, lo que le coloca en mejor situación para absorber esta
crisis y para seguir facilitando la financiación que la economía
precisa. No obstante, la magnitud del deterioro económico de corto plazo
-sin precedentes cercanos-, la incertidumbre sobre su duración y la
heterogeneidad en sus efectos y en la posición de partida de los agentes y de las
entidades obligan a mantener un seguimiento supervisor muy estrecho”.
La banca española acumula
un volumen de capital de máxima calidad de 194.500 millones de euros. De este
importe, 101.500 millones corresponden a requisitos regulatorios mínimos y
el resto (92.900 millones) son fondos que pueden liberarse y que integran
distintos colchones que podrían absorber pérdidas. Unidos a las coberturas
ya existentes, situarían al sector en condiciones de cubrir una tasa de
mora aproximada del 13%, frente al 4,8% actual. La cobertura incluso sería
mayor si se tienen en cuenta elementos mitigadores como los programas de avales
públicos y las moratorias.
Señala el informe que
"se estima que la liberación de colchones permitida por la respuesta
prudencial a la crisis sería suficiente para cubrir un aumento de la tasa de
morosidad de alrededor de 8,2 puntos porcentuales. La suma de todos estos
recursos de capital podría cubrir un volumen de pérdidas equivalente a
casi dos veces el volumen actual de crédito dudoso en el sistema, esto es,
aproximadamente el 8,2% del total de crédito bancario actualmente. Si a esto se
añaden las moratorias sobre préstamos y el programa de avales del Gobierno, la
capacidad de absorción de mora del sistema bancario aumenta significativamente
(...) Este margen adicional puede ser necesario también para afrontar
pérdidas inesperadas en otro tipo de activos, como los adjudicados". A
cierre de 2019, la cartera de inmuebles de la banca sumaba 30.000 millones de
euros, tras reducirse en 12.000 millones en el último año.
Continua el citado
informe que "el análisis de la capacidad de resistencia del sector
bancario ante escenarios macrofinancieros adversos muestra también que los
elementos de absorción de pérdidas limitan un deterioro rápido de la solvencia,
si bien es necesario vigilar su evolución si esta situación de deterioro
persiste en el tiempo (...) Las consecuencias de escenarios adversos que
se prolongan durante varios años sí pueden deteriorar significativamente la
solvencia agregada".
De todas formas, es
necesario tener en cuenta también que es esperable una evolución heterogénea de
la solvencia para distintas entidades. Además, aquellas que presenten una peor
situación de partida en términos de solvencia y calidad crediticia pueden alcanzar
niveles de solvencia significativamente inferiores. En la crisis actual,
la dimensión geográfica y sectorial es más relevante que en los ejercicios de
resistencia de años previos, siendo esperable un mayor deterioro de la
solvencia para aquellas entidades más expuestas a las áreas y sectores de
actividad económica más afectados por la pandemia.
A este respecto, tanto
para grandes empresas como para pymes, el porcentaje de las exposiciones de los
sectores a priori más sensibles al impacto inicial de la crisis del coronavirus
se situaba en torno al 20% (sobre crédito bancario y sobre total activo), con
un mayor peso de los servicios (peso del 15%). La distribución entre
sectores de la ratio de dudosos muestra una peor posición relativa de
hostelería y comercio al por menor, y de pymes frente a grandes empresas".
El Banco de España, por
tanto, está avisando de la posibilidad de más impagos y refinanciaciones, menos
crédito y rentabilidad
El Banco de España
considera que el actual shock económico acentuará la caída del
crédito y cortará la tendencia a la baja del saldo de activos morosos y
préstamos renegociados que se venía registrando en los últimos años.
Señala que: "la
ratio de dudosos continuó descendiendo hasta alcanzar el 4,8% en diciembre de
2019 y los créditos refinanciados siguieron también con su descenso, situándose
el peso de estas operaciones sobre el total de crédito al sector privado
residente en el 5%. Sin embargo, la presión adversa introducida por la
crisis del coronavirus sobre la actividad económica, revertirá previsiblemente
esta tendencia, llevando a un aumento de las ratios de morosidad y
refinanciaciones, si bien las medidas de apoyo económico y en materia
contable moderarán este efecto adverso.
En el caso de los hogares
es esperable un aumento más rápido de la morosidad en respuesta a la crisis
actual en los préstamos al consumo, dado el elevado crecimiento que registró
esta cartera en los últimos años y el comportamiento que tradicionalmente se ha
observado en respuesta a este tipo de perturbaciones. En este sentido, resulta
crucial que las entidades mantengan unos adecuados estándares de concesión de
los préstamos.
La crisis del coronavirus
puede reforzar la tendencia decreciente del crédito, si bien el programa de
avales a empresas aprobado en marzo de 2020 debería contribuir a que el crédito
siga fluyendo al sector productivo.
Los retos para el sector
bancario derivados de los efectos de la pandemia se añaden a los ya existentes.
En los últimos años la rentabilidad del sector bancario europeo se ha mantenido
reducida y por debajo del coste del capital (...) Se encuentra asociada a una
situación de crecimiento nominal reducido y de tipos de interés bajos e incluso
negativos, que es muy posible que se alargue todavía más tras esta crisis.
La pandemia tendrá
un impacto negativo sobre una ya modesta capacidad de generación de resultados
por las entidades. La crisis afectará adversamente al volumen de actividad
económica y, por tanto, de crédito. Además, las pérdidas por deterioro aumentarán
y el margen por intereses se deteriorará por el menor volumen de activos
productivos. Estos efectos sobre la rentabilidad de los bancos se transmitirán
de forma heterogénea a las entidades en función de su exposición a los sectores
y geografías más afectadas por la pandemia. Igualmente, el ROF y los fondos de
comercio pueden experimentar ajustes significativos. Finalmente, el entorno de
tipos de interés bajos e incluso negativos se prolongará en el tiempo,
limitando la capacidad de las entidades para elevar el margen de intereses.
Los bancos disponen
de margen de ajuste en sus políticas de distribución para adaptarse a las
guías proporcionadas por los supervisores y, de esta forma, reforzar su
solvencia. Con carácter general, todas las entidades significativas españolas,
que pudiendo legalmente suspender o aplazar el dividendo sobre los resultados
de 2019, han seguido la recomendación del BCE y han llevado a cabo estas
acciones.
En un entorno de descenso
de los beneficios del sector en 2019, antes de la recomendación del BCE del 27
de marzo, una de las entidades con reducción de beneficios preveía un recorte
de su dividendo y las otras cuatro un mantenimiento. Tras la recomendación, la
primera entidad ha acentuado el recorte, añadiéndose otra de las entidades al
ajuste. El resto de las entidades no ha podido sumarse debido a impedimentos
legales. Como consecuencia, el pay-out en efectivo medio
se ha reducido con respecto a los planes iniciales de reparto. Probablemente
esta ratio experimentará una reducción aún mayor en 2020”.
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