El ahorro en depósitos de
hogares y empresas ha vuelto a marcar récords en septiembre, y ya van seis
meses consecutivos de subidas.
¿Cuáles pueden ser las
razones explicativas de este hecho? Pueden ser varías:
En el caso de las
economías domésticas, la incertidumbre reinante de crisis sanitaria y económica
que la pandemia está provocando, y que genera miedo a perder el empleo, está
llevando a que muchas personas estén ahorrando todo lo que pueden de forma
preventiva.
El previsible aumento del
paro es el factor que ocasiona la inseguridad y el temor al futuro, lo que
conduce a reducir gastos y, consiguientemente, incrementar el ahorro.
Incluso, aparte del
confinamiento forzado durante la primera oleada, es posible que haya habido
personas de riesgo y familias que por temor físico se hayan quedado durante el
verano en casa, disminuyendo sus salidas, dando lugar a un menor gasto en
consumo y, por tanto, aumentando su ahorro.
Circunstancias que en esta segunda oleada se estarán
agudizando.
Por tanto, desde este ángulo,
el aumento del ahorro se debe a razones
de prudencia y obligación.
El fuerte aumento del
ahorro es lo que ocasiona el incremento de los depósitos bancarios de los
hogares, y también la caída de los créditos de consumo a los hogares.
Otra posible causa
explicativa, desde un punto de vista de la teoría macroeconómica se podría
encontrar en la llamada “Trampa de la
liquidez Keynesiana o preferencia por la liquidez”: una situación económica
de caídas del producto y de los precios, con tipos de interés muy bajos, dónde
prima la demanda de dinero por el motivo especulación sobre el motivo
transacción, creciendo las preferencias o demanda de dinero de los sujetos
hacia la liquidez (mantenimiento de su ahorro y activos en forma plenamente líquida.
En este caso, dinero bancario o depósitos a la vista). Se trata de una situación tremendamente complicada.
En cualquier caso, el crecimiento
cero de los precios o su disminución, ocasiona que la pérdida de valor del
dinero colocado en los depósitos a la vista en los bancos sea inexistente, por
lo que el valor real del dinero colocado por las familias en los depósitos
bancarios se mantiene constante (la capacidad adquisitiva del dinero se
mantiene inalterada). Sólo han de soportar el gasto asociado al mantenimiento
de las cuentas corrientes, pero no una pérdida del valor del dinero.
Esa circunstancia, unida
a la ausencia de otras alternativas –la Bolsa no está en sus mejores momentos,
y la renta fija tampoco está ofreciendo rentabilidades interesantes- motiva que
las cuentas corrientes bancarias estén creciendo al recibir ese mayor flujo del
ahorro.
No existen inversiones
que a corto plazo generen rendimientos que compensen el mayor riesgo que
implica su elección como destino de las inversiones que recogiesen ese mayor
ahorro.
En caso de optar por la
explicación de la Trampa de la Liquidez,
influyen de forma notable las
expectativas: si los sujetos esperan que bajen aún más los precios, tanto
de los activos reales como de los financieros, van a abandonar su gasto en
inversión, aumentando su ahorro y liquidez como he señalado (se mantienen en
posiciones liquidas, “prefieren la
liquidez”).
Esta situación está
ocurriendo en casi todos los países. Si nos centramos en la Unión Europea, la
encuesta de consumo mensual de la Comisión Europea para medir la tendencia al
ahorro ha alcanzado niveles sin precedentes. Se señala un “fuerte incremento de
los ahorros de los hogares en el segundo trimestre de 2020”, reflejado en el
aumento de los depósitos bancarios de los hogares desde marzo de 2020.
Señala un informe el
Banco Central Europeo, que las caídas en los mercados bursátiles, el
descenso en el valor de las participaciones en casi todos los fondos de
inversión, e incluso los movimientos bruscos en las divisas, ha llevado a los
ahorradores a dejar el dinero en la cuenta corriente.
También hay empresas que,
siendo mayor la fortaleza de sus balances al haber vivido un largo periodo de
desendeudamiento o disminución de su apalancamiento, aglutinan niveles récord
de liquidez. Estas son las que deben estar viviendo mayores niveles de
tesorería que, quizá inapropiadamente, estén dirigiendo hacia sus cuentas
corrientes o depósitos a la vista bancarios. Deben incluirse en la llamada “preferencia por la liquidez”
anteriormente señalada, que comprende a la mayoría de agentes (economías
domésticas y empresas).
Ahora bien, el problema
de gran parte de las empresas no es ese, sino el de un excesivo y peligroso
crecimiento del endeudamiento.
Según datos del Banco de
España, entre abril y junio se produjo la mayor expansión de la oferta de
crédito a las empresas en un trimestre desde el inicio de la serie en 2002. Se
dio más crédito que en la época de la burbuja (1990 a 2007). Los avales del
ICO, que cubren hasta el 80% de la morosidad de estos préstamos para pymes,
autónomos y empresas, ha tenido un gran protagonismo en este crecimiento de los
préstamos.
En tan solo cuatro meses
de pandemia, entre marzo y junio, la deuda de las empresas se disparó en 54.701
millones de euros, el equivalente a casi cinco puntos de PIB. Después de una
década disminuyendo el apalancamiento o endeudamiento empresarial, este podría
aumentar cerca de 20 puntos.
El Banco de España y
Fedea han venido alertando de la necesidad de facilitar las reestructuraciones
de deuda para hacer frente a un otoño que se presenta muy complicado.
Durante los meses de mayo
y junio pasados, el crédito bancario a las sociedades no financieras aumentó a
ritmos del 8% interanual. Los préstamos extranjeros han repuntado ligeramente
entre abril y junio pasados, frente a los decrecimientos del año anterior. Se
ha pasado de una economía que crecía y que todavía reducía deuda, a una que se
desploma y en la que las empresas han tenido que recurrir al endeudamiento para
aguantar el vendaval.
Dependiendo de la dureza
de la recesión económica (caídas del producto), el Banco de España estima que
en torno al 70% de las empresas tendrán en algún momento un déficit de
liquidez. Es decir, no obtendrán los suficientes ingresos como para costear sus
gastos de explotación, las amortizaciones y las inversiones ya comprometidas.
No obstante, parte del
nuevo endeudamiento ha sido generado por compañías que están saneadas pero que
han tratado de asegurarse la liquidez. Esas no deberían experimentar muchas
dificultades. Hay que señalar que, en general, gracias a los ERTE y el
ajuste de los temporales, las empresas han podido reducir sus gastos de
personal mientras caía la actividad.
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