El Fondo Monetario
Internacional ha advertido al G-20 que
la crisis del coronavirus va a continuar, y ha pedido a
Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países que incrementen su gasto fiscal.
GLOBAL:
El FMI ya había
pronosticado una disminución del PIB mundial del 4,4 por ciento en 2020. Así
como la vuelta a un crecimiento del producto del 5,2 por ciento en 2021. De
forma que, ante la gravedad de la situación económica, los gobiernos deben
mantener los estímulos económicos.
La institución ha
señalado que, frente a la posible reducción de los apoyos fiscales (transferencias
de efectivo a los hogares, pagos de impuestos diferidos y préstamos temporales
a empresas que habían expirado o estaban programados para hacerlo, “es deseable
un apoyo mayor el próximo año del proyectado, actualmente, en algunas
economías”.
En la misma línea, la
OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), en
declaraciones de su Secretario General, Ángel Gurria, frente al cierre de Pymes
y empleos perdidos ha señalado la necesidad de mantener las transferencias a
los hogares, el diferimiento en al pago de los impuestos, y la concesión de préstamos
temporales a las empresas.
CHINA:
Salvo China, todas las
economías están sufriendo la mayor crisis desde la Gran Depresión de los años
30 del siglo pasado. Y es que el gigante asiático, en los indicadores
correspondientes al tercer trimestre, muestra un crecimiento del 4,9% de su
PIB. Habiendo retornado, tras su caída anterior, a tasas de crecimiento
positivas.
La realidad es que,
sinceramente, las cifras oficiales chinas siempre motivan cierto recelo y
escepticismo respecto a su exactitud: en la mayoría de las economías las cifras
del PIB se extraen como resultado de la actividad económica, mientras que el
Gobierno de China fija una cifra y, a continuación, los niveles inferiores de
la Administración deben hacer lo que sea necesario para alcanzarla. Lo más
importante es saber cuánto crecimiento necesitan por motivos políticos, lo que
básicamente se reduce a evitar que aumente el desempleo para que no se
convierta en un problema.
El partido comunista
chino, en lugar de fijar una tasa de crecimiento para su PIB, persigue la
reducción del desempleo como máxima prioridad. La tasa oficial de paro urbano (poco
significativa de la situación existente) durante el pasado septiembre descendió
hasta el 5,4% (el febrero se situó en el 6,2%).
El gobernador del Banco
Central de China, Yi Gang, ha señalado que estima un crecimiento del PIB
próximo al 2%. Pero el recelo y la
ausencia de datos totalmente fiables es un hecho real.
Sin embargo, sí que ha
sobresalido la cifra de ventas al por menor, que ha subido un 3,3% durante el
mes de septiembre pasado. El gasto privado refuerza su evolución, ya que en el
pasado mes de agosto tan solo lo hizo un débil 0,5%.
La producción industrial,
un indicador fundamental de la salud de la estructura productiva y económica,
creció en septiembre un 6,9%, debido a que las ayudas en el gigante asiático se
han centrado en ayudas a la producción, por lo que las exportaciones han
seguido creciendo, nada menos que un 13,2% en septiembre hasta alcanzar el
montante histórico de 203.000 millones de dólares (173.000 millones de euros).
Pese a la crisis
económica, salvo sorpresa, el país cerrará este 2020 en territorio positivo. El
Partido Comunista, no obstante, rehusó establecer un objetivo de crecimiento
anual tal y como acostumbra durante la reunión anual de la Asamblea Popular
Nacional celebrada durante el pasado mayo.
Consecuencia de lo
anterior, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó al alza sus previsiones
anuales hasta el 1,9%. Esto convertirá a China, el primer país en el que se
manifestó la covid-19, en una de las pocas grandes economías mundiales,
probablemente la única, que crecerá en este 2020. Para Estados Unidos espera un
-4,3%, y para la India un -10,3%.
La inversión en activos o
capital fijo productivo también aumentó un 0,8%. Por otro lado, la tasa de
desempleo continúo bajando hasta el 5,4% (en febrero estaba en el 6,2%).
Sin duda el control del
virus ha permitido retomar la actividad con leves restricciones. Los colegios
han iniciado el curso escolar con normalidad, las fábricas operan a pleno
rendimiento y los centros comerciales se encuentran atestados de clientes.
Además del éxito en la
contención del virus, la recuperación de China se ha visto apoyada por una
política monetaria y fiscal acomodaticia. El crecimiento de las exportaciones
el 13,2% anteriormente citado, podría verse atenuada por la apreciación de la
moneda nacional, el yuan, que ha experimentado recientemente su mayor
revalorización.
En cualquier caso, el FMI
espera que la economía de China crezca más del 8% en 2021.
LATINOAMERICA:
El desplome del PIB y de
la renta per cápita de la región ha retrocedido una década. La pobreza extrema
está a niveles de los años noventa.
El FMI, el Banco Mundial
y la Cepal pronostican caídas del PIB de la zona en torno al 8% este año:
ese batacazo ha resucitado la maldición latinoamericana de la década perdida. A
finales de 2020 habrá 214 millones de pobres en la región, más de un tercio de
la población, y se prevé que 83 millones de personas caigan en la extrema
pobreza, un artificio estadístico que pone el umbral en unos ingresos
inferiores a 1,9 dólares al día.
Además, existe el riesgo
de una nueva crisis de deuda soberana y un prolongado ciclo de políticas de
austeridad. Ello conduce a ajustes económicos que, sin duda, pueden agravar las
enormes fracturas sociales, si no se adopta una respuesta multilateral. España
se ha ofrecido para liderarla: Nuestro país propone una emisión extraordinaria
de derechos especiales de giro por el FMI (una solución complicada por el
bloqueo de EE UU), o la posibilidad de que el Fondo use en América el margen
del que dispone para Europa si el Viejo Continente no lo necesita. Se proponen
también “moratorias amplias” y la flexibilización de líneas de liquidez del FMI
y de los bancos multilaterales de desarrollo.
EUROZONA:
Desde la fundación de la Comunidad
Económica Europea, el segundo trimestre de 2020 ha sido el peor periodo
económico por el que ha atravesado la Unión Europea.
La zona euro retrocedió
en ese trimestre un 11,8%, con grandes divergencias dentro de la misma: del
desplome del 17,8% de España (muy dependiente del turismo), al 4,5% de
Finlandia. Alemania retrocedió un 9,7%.
Ante la tremenda gravedad
de la situación, los Gobiernos de la Unión Europea movilizaron su artillería
para proteger a sus empresas. Según la Comisión Europea, los Veintisiete
han ayudado a sus sectores empresariales con 2,94 billones de euros. El 52,7%
de esta cantidad corresponde a Alemania; el 15,2%, a Italia; el 14,1%, a
Francia, y el 5%, a España. Además, los países han tenido que afrontar un
aumento del gasto para financiar medidas de protección temporal del empleo como
los ERTE.
Los datos de la Oficina
Estadística de la UE (Eurostat) muestran cómo esas medidas, junto al
hundimiento económico, se trasladaron de inmediato a las cuentas públicas.
Todos los países de la UE cerraron el mes de junio con déficits en sus
presupuestos públicos. En el conjunto de la zona euro, el desfase entre Gastos
e Ingresos fue del 11,6%, mientras que en la Unión Europea fue del 11,4%.
Alemania pasó del superávit de finales del año pasado a un déficit del 9,2% del
PIB, mientras que Francia alcanzó el 11,6% y, fuera de la zona euro, Polonia el
19,8%. El Reino Unido ya no forma parte de la UE, pero su déficit alcanzó el 22,1%
en ese periodo. No hay datos homogéneos para España, pero según Eurostat, el
déficit sin desestacionalizar se situó en el 24,5% del PIB.
Según Eurostat, los
países de la moneda única cerraban 2019 con un desfase en sus cuentas públicas
que, en conjunto, llegaba al 0,8% del PIB, en el segundo trimestre del año este
llegó al 11,6%. También la deuda pública creció, pasando de una cifra
equivalente al 86,2% al 95,1% del PIB.
Consiguientemente, la Deuda
Pública en la eurozona pasó del 86,2% del cuarto trimestre de 2019 al 95,1% en
el segundo de 2020. Según la Oficina Estadística los mayores incrementos de
deuda respecto al PIB se produjeron, en Chipre (+17,1 puntos porcentuales),
Francia (12,8), Italia (11,8), España (11,1) y Croacia y Bélgica (11). En
total, seis países (Bélgica, España, Francia, Italia, Chipre y Portugal)
estaban ya por encima del 100% respecto al PIB.
Sin embargo, la mejora en
la lucha contra la pandemia del Covid -19 permitió en la región del euro una
sensible mejoría económica durante el segundo trimestre de 2020: según
Eurostat, los países de la moneda única experimentaron en ese periodo un
crecimiento sin precedentes 12,7% trimestral y del 12,1% en el conjunto de la
UE.
Tras la disminución del
Producto Interior Bruto (PIB) del 11,8% en el segundo trimestre -la más grave
desde la Segunda Guerra Mundial- las economías europeas rebotaron con vigor: la
economía francesa creció un 18,2%; la de España un 16,7%; Italia un 16,1%;
Portugal un 13,2%; Austria un 11,1%, y Alemania un 8,2%.
Por otro lado, aunque muy
relacionado, la zona euro registró una deflación del 0,3%. Este hecho va a
llevar al Banco Central Europeo a una nueva serie de necesarios estímulos económicos.
La situación es
tremendamente complicada: mientras no se venza al Covid-19 no es posible que
haya recuperación económica, de ahí que se teman nuevos confinamientos y más
severas restricciones.
El nuevo escenario, junto
a la posibilidad de un Brexit sin acuerdo, podrían enturbiar seriamente las
expectativas de la Unión Europea.
Las ayudas del paquete de
emergencia aprobadas por el Eurogrupo, en el pasado mes de abril, de hasta
540.000 millones de euros para ayudar a reforzar la sanidad (240.000 millones
en préstamos del Mede); proteger empresas (200.000 millones del BEI) y puestos
de trabajo (100.000 del fondo SURE). Además, los líderes europeos dieron luz
verde a un paquete de recuperación de 800.000 millones de euros. El problema de
esos fondos es que por ahora solo han llegado a la economía 17.000 millones
para financiar sistemas para salvaguardar temporalmente empleos, como los ERTE
y que los Gobiernos siguen rechazando acudir al Mede pese al ahorro que
supondría para muchos de ellos.
La economía francesa
creció en el tercer trimestre el 18,2%, después del hundimiento que
registró en primavera por el primer confinamiento, pero pese a todo se
mantuvo a un nivel mucho más bajo que el que había antes de la crisis.
La presidenta del Banco
Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, debido al “evidente deterioro de
las expectativas”, ha anunciado la adopción de nuevos estímulos a finales de
este año: “en el actual entorno de riesgos de manera clara, muy claramente
inclinados a la baja, el consejo evaluará cuidadosamente la información
recibida, incluyendo la dinámica de la pandemia, las perspectivas de un
despliegue de vacunas y la evolución del tipo de cambio. Y estamos de acuerdo
en la necesidad de recalibrar nuestras medidas en una próxima reunión del
consejo. Y será una recalibración en la que se revisen todos los
instrumentos, con el objeto de determinar cuál es la mejor
combinación y qué está funcionando mejor y qué está funcionando peor. Estamos
muy expectantes ante los datos de infecciones de noviembre y de crecimiento. La
recuperación económica de la zona del euro pierde dinamismo”. He
mantenido, por su claridad, las palabras originales de Lagarde.
El BCE garantizará las
condiciones de financiación para apoyar la recuperación económica. Dado
que prevé una “significativa ralentización de la actividad económica en el
cuarto trimestre. El riesgo de recesión para la zona del euro ha vuelto a
aumentar.
La confianza de los
consumidores ha caído, y los precios han bajado un 0,3%, de forma que la
autoridad monetaria de la eurozona no podrá cumplir con su objetivo elevando los precios
al objetivo del 2%.
Por todo ello el BCE proseguirá
con la política expansiva, que seguirá vigente al menos hasta junio de
2021, y con el programa de compra de activos (continuará
adquiriendo bonos a un ritmo mensual de 20.000 millones de euros). Esto
significa que puede comprar más deuda de un país en un momento dado si su prima
de riesgo se dispara en el mercado.
El BCE ha dejado abierta
la posibilidad de prorrogar sus compras más allá de junio de 2021: “en
cualquier caso, hasta que juzgue que la fase de crisis del coronavirus ha
terminado”.
De igual forma, el BCE “continuará
proporcionando abundante liquidez a través de sus operaciones de financiación”.
Mención especial ha realizado a la nueva serie de operaciones de financiación a
plazo más largo para la banca, conocida por las siglas TLTRO III: “siguen
siendo una atractiva fuente de financiación para los bancos, apoyando los
préstamos a empresas y familias”.
ESPAÑA:
El final del gran
confinamiento y la intervención pública para evitar despidos y cierres de
negocios llevaron a la economía española a crecer un 16,7% en el tercer
trimestre del año (la mayor subida de la serie histórica).
Ahora bien, los niveles
previos del PIB español están muy distantes. Después de volatilizarse casi una
cuarta parte del PIB en la primera mitad del año, solo se ha recuperado el 59%
de lo perdido y la economía aún cae un 8,7% en tasa anual respecto al tercer
trimestre de 2019, (el doble que en la zona euro).
Sin embargo, desafortunadamente,
es evidente que el aumento de las restricciones por la segunda ola de la
pandemia en todo el continente está amenazando seriamente a la mejoría económica
vivida. La incertidumbre sigue siendo
muy fuerte tanto a nivel europeo como global.
Ha sido el peor verano de
la historia para el turismo, con un desplome cercano al 70% y 40.000 millones
menos en ingresos. Realmente, lo que más se animaron fueron determinadas actividades
del sector servicios: los concesionarios volvían a vender automóviles, los
bares volvían a servir raciones, y los aviones retomaban sus vuelos.
Según el INE (Instituto
Nacional de Estadística), la demanda nacional tiró de la economía, ya que
aumentó 11 puntos respecto al trimestre interior. Mientras que la exterior
aportó 1,8 puntos más que en primavera. La inversión (16,3%) y el consumo de
los hogares (20,7%) mejoraron frente al trimestre precedente. Por sectores, la
industria fue la que más subió (27%), especialmente la manufacturera, seguida de
la construcción (22,5%) y los servicios (15%), impulsados por el tirón del
comercio, el transporte y la hostelería (42,5%). La agricultura permaneció
estancada.
Respecto a la evolución
de los precios, el IPC ha proseguido su caída durante el pasado octubre, por lo
que ya encadena siete meses en negativo. En el pasado mes los bienes y
servicios vieron crecer su precio medio punto respecto a septiembre, pero
cayeron un 0,9% en comparación con octubre del año pasado, cinco décimas menos
que el mes anterior.
Por tanto, el IPC, como
se ha citado, lleva siete meses en negativo desde que en abril se situó en el
-0,7%. La caída interanual de octubre, del -0,9%, es el mayor retroceso de este
año desde el sufrido el pasado mes de mayo, en pleno confinamiento. Para
encontrar un descenso similar en el histórico hay que remontarse a mayo de
2016.
No obstante, pese a la
negativa evolución de los precios, el Gobierno espera recuperar el IPC a lo
largo del próximo año, por lo que 2021 acabaría con una subida del 0,9%. Sin
duda, esta es la referencia para la subida salarial de los funcionarios y de
las pensiones contributivas, según recoge el proyecto de Presupuestos para 2021.
Por lo que respecta al
empleo, según los datos difundidos por el Ministerio de Trabajo, el número de
desempleados en España aumentó durante el mes de octubre en 49.558 personas,
superándose así los 3,8 millones de parados. De esta manera, desde que empezó
la crisis hay casi 600.000 parados más, mientras que, si se compara con octubre
de 2019, hoy hay 648.000 personas desempleadas más. Como marca la tradición,
octubre suele ser un mal mes para el paro, ya que certifica definitivamente el
final de la campaña veraniega, mientras que muchas de las campañas de recogida
en el campo, como la vendimia, también finalizan.
Respecto a la ocupación,
la Seguridad Social logró sumar 113.975 empleos en el décimo mes del año, la
segunda mayor subida en dicho mes, al menos, de este siglo. En total hay 18,9
millones de empleos en España, rozándose los 19. Sin embargo, todavía faltan
casi 260.000 empleos por recuperar desde que empezó la crisis sanitaria.
Mientras que, en comparación con hace un año, el sistema ha perdido 439.628
afiliados.
Uno de los datos clave
para entender la evolución del paro en octubre son los sectores donde más ha
aumentado el desempleo. El sector servicios lo hace en más de 30.000 personas
(1,15% más), mientras que la agricultura lo hizo en unos 10.000 (5,75% más).
Subidas que no pudieron ser contrarrestadas por la industria, donde el desempleo
bajó en 786 personas, ni por la construcción, donde cayó en 365.
Ha sido la educación la
que ha tirado del empleo. En concreto, este sector, con el comienzo del año
escolar y las necesidades de los colegios para contratar a personal docente de
refuerzo para capear el coronavirus en las aulas.
La otra cara de la moneda
la protagoniza la hostelería, que con las restricciones aplicadas durante el
mes de octubre por la segunda ola del coronavirus, destruye 85.000 empleos.
En cuanto a los
autónomos, estos registraron una leve subida de 1.816 trabajadores por cuenta
propia más. Sin embargo, preocupa la tendencia descendiente que está ocurriendo
en sectores como la hostelería y el comercio.
Dentro de los afiliados a
las Seguridad Social continúan 599.530 personas afectadas por un ERTE. Son casi
130.000 menos que hace un mes. Entre las actividades más afectadas se
encuentran las relacionadas con el turismo. Así, los servicios de comidas y bebidas
aún cuentan con 117.208 personas incluidas en un ERTE, mientras que los
servicios de alojamiento tienen a más de 94.000 personas.
En cuanto al comercio,
tanto minorista como mayorista, este aglutina a más de 88.000 personas. Por
último, las agencias de viajes, la actividad que mayor porcentaje de personas
respecto al total de empleados se encuentra en un ERTE, tiene a más de 22.000
trabajadores en esa situación.
Analizando con más
detalle la evolución del turismo en España, según el INE durante los meses de
junio a septiembre, llegaron 6.250.000 visitantes extranjeros (un retroceso del
83% frente a los 37 millones del verano anterior). Los turistas franceses
fueron los que más confiaron en España y su número cayó un 63%. Mientras que
los estadounidenses fueron los más escépticos y el 96% ahora ha decidido,
respecto al año pasado, no venir a España. La mayoría de los turistas que no
visitaban se han quedado en sus casas.
Las consecuencias son
realmente devastadoras para la economía española: en 2018 el sector aportó,
nada menos que el 12% del PIB español (147.000 millones de euros), con unos
empleos de 2,6 millones de trabajadores.
Alemania y Reino Unido
mantuvieron el tráfico aéreo durante los meses de verano. Pero los
turistas por excelencia han sido los franceses, de los que cuatro de cada 10
han continuado viniendo a España pese a la situación sanitaria. En total, entre
julio y septiembre llegaron casi dos millones de visitantes galos (-67%
respecto al verano pasado), 850.000 alemanes (-82%), 800.000 británicos (-90%)
y 310.000 italianos (-85%). Por otra parte, el turismo transatlántico
prácticamente ha desaparecido, como ya he citado, apenas llegaron 37.000
estadounidenses (-96%).
Baleares es, por mucho,
la Comunidad más afectada por el hundimiento del turismo este año. Entre enero
y septiembre perdió casi el 90% de sus turistas, en un archipiélago en el que
el 77% de los empleos de verano de 2019 estuvieron relacionados con el turismo.
A Baleares le sigue
Cataluña, que perdió el 77% de los visitantes extranjeros, Andalucía (-75%),
Comunidad de Madrid (-72%) y Comunidad Valenciana (-71%).
También, consecuencia de
la pérdida económica general, también ha caído un 23% el gasto medio por
turista.
El Banco de España, en su
Informe de Estabilidad Financiera, también ha alertado sobre el impacto de la
segunda ola de la pandemia. Señala que “a finales de 2022 no se habrá alcanzado
aún el nivel de actividad previo a la crisis”.
No obstante, el informe incide
en la necesidad de controlar una deuda pública desbocada por un
aumento del gasto mezclado con la caída en picado de la economía: “es preciso
elaborar un plan de reequilibrio de las cuentas públicas que se ponga en marcha
una vez que se consolide una senda de recuperación económica y que, de forma
gradual pero sostenida en el tiempo, reduzca el endeudamiento a que ha dado
lugar la crisis. Será necesaria una consolidación fiscal importante y reformas
estructurales”.
Respecto a los bancos, el
Informe precisa que “las pruebas de resistencia realizadas anticipan efectos
negativos sobre sus ratios de solvencia. De ahí la importancia de que siga
suspendido el reparto de dividendos de la banca”.
La tormenta de datos
económicos del Banco de España refleja el cambio de tendencia que ha provocado
la pandemia. Los bajos intereses a pagar por las políticas monetarias de los
bancos centrales, y las necesidades de la pandemia, han tirado abajo la
doctrina de la austeridad, al menos temporalmente. Según Mario Draghi,
expresidente del BCE, “se han roto los tabús, gastar se ha convertido ahora en
una buena idea”.
MERCADOS:
La Bolsa ha despedido octubre
con una semana negra, sin duda, como consecuencia de los contagios del virus,
su amenaza y la incertidumbre reinante. El pesimismo se ha apoderado de los
inversores hasta unos niveles históricos.
El selectivo español ha
cerrado el mes de octubre con una caída del 3,94% tras perder un 6,4% en su
última semana (la peor desde junio).
Tras el mal mes de
octubre que ha dejado la Bolsa muy tocada, en el día siguiente a las elecciones
estadounidenses, en Europa los mercados han cerrado con subidas, animadas por
los avances de Wall Street, en una jornada de mucha volatilidad tras el
ajustado resultado en las elecciones de Estados Unidos. El sector bancario, a
la cabeza de las pérdidas en bloque, ha sido el principal lastre del selectivo.
La realidad, es que el mes
de octubre se ha cerrado con noticias alarmantes para la recta final de este
2020: las nuevas restricciones adoptadas en Francia y Alemania, y que podrían
ampliarse a otros países.
Según el balance de los
mercados operados por Bolsas y Mercados Españoles (BME), la Bolsa española
negoció en renta variable 27.977,3 millones de euros en octubre, un 40,4% menos
que en el mismo mes del año anterior y 11% menos que en septiembre.
En cuanto a la renta
fija, el volumen contratado alcanzó los 28.640 millones de euros en octubre, un
44,7% más que en septiembre y un 15,8% más que en el mismo mes del año
anterior.
En el mercado de
derivados financieros, la negociación ha aumentado un 0,2% en el acumulado del
año en Futuros sobre Ibex 35 y un 7,4% en Futuros Ibex 35 Mini.
La negociación en las
opciones sobre acciones creció un 15% respecto al mismo periodo del año
anterior, mientras que su posición abierta es un 4,3% superior a la que tenían
en el mismo mes del ejercicio precedente.
Por otro lado, según datos de las patronales Anfac (fabricantes), Faconauto (concesionarios) y Ganvam (vendedores) todos los canales reducen sus ventas, con especial incidencia en el canal de alquiladores, que cae un 46,2%, hasta las 2.884 unidades. El canal de particulares, el de mayor volumen y mayor rentabilidad para las concesiones, registra un profundo descenso en el mes, del 22,7% y 37.974 unidades.
Las matriculaciones de
vehículos eléctricos de todo tipo acumulan una subida del 41,5% hasta octubre,
con más de 26.600 unidades. Solo el mes pasado los registros crecieron un 26%,
con 2.247 unidades, según datos de la asociación de impulso al vehículo
eléctrico Aedive.
El mes pasado las ventas
de turismos eléctricos crecieron un 41,3%, hasta alcanzar las 1.146
unidades; acumulando un aumento del 38,5%%, con un total de 11.470 unidades.
Por otro lado, se ha
conocido que el mercado hipotecario registró el pasado agosto una caída del
3,4% con respecto al mismo mes de 2019. En términos absolutos, las 19.825
hipotecas constituidas para la compra de vivienda suponen bajar del umbral de
las 20.000, algo que no sucedía desde julio de 2016 (son casi una cuarta parte
menos de las firmadas en julio). Es el sexto mes consecutivo de caídas, que
comenzaron en marzo coincidiendo con la declaración de la alerta sanitaria en
España.
El descenso anual del
3,4% es el menor desde que empezó la pandemia y podría hacer pensar en una leve
recuperación, pero la cifra engaña, ya que la comparación con agosto del año
anterior es problemática porque en 2019 entró en vigor a principios de verano
la nueva ley hipotecaria, lo que provocó una turbulencia de dos meses en el
mercado que en las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE) se
reflejó en agosto y septiembre. Es decir, se trata de una caída pese a que se
compara con una cifra inusualmente baja. Si se atiende a la variación mensual
(es decir, comparándolo con julio), el retroceso del 23,8% no deja lugar a
dudas: de momento, la paralización de operaciones durante el confinamiento no
ha provocado una avalancha posterior y el mercado continúa prácticamente
congelado.
Según la estadística
publicada por el INE, las hipotecas se abarataron considerablemente en agosto.
El tipo de interés medio de los préstamos para la compra de vivienda se situó
en el 2,49%, cinco puntos porcentuales menos que en julio.
En el conjunto del
mercado (teniendo en cuenta todos los préstamos y no solo aquellos destinados a
la compra de vivienda), en España se constituyeron 27.654 hipotecas en agosto.
Es un 4% menos que 12 meses antes y supone un desplome del 25,3% respecto al
volumen de julio. El capital prestado, algo más de 4.391 millones de euros,
refleja una caída interanual del 2,2%, mientras que el importe medio subió un
1,8% hasta 158.785 euros.
EMPRESAS:
Repsol está tratando de
crecer para hacer frente a la crisis, que le ha llevado a perder 2.578 millones
de euros, una cifra ligeramente superior a los 2.484 millones del primer
semestre. Además de la pandemia, este resultado se produce en un contexto de
drástica caída de los precios de crudo y gas.
Repsol ha cerrado los
primeros nueve meses de 2020 con unas pérdidas ligeramente superiores a los
2.484 millones del primer semestre. Este resultado se produce en un contexto de
extraordinaria dificultad por la crisis sanitaria global, la drástica caída de
los precios del crudo y del gas y el colapso de la demanda, según ha señalado
la empresa al comunicar los resultados. El beneficio neto ajustado, que mide
específicamente el desempeño de los negocios, fue positivo en 196 millones de
euros y en el tercer trimestre mejoró en 265 millones el resultado negativo de
258 del segundo trimestre del año tras las medidas adoptadas por el grupo tras
el inicio de la pandemia, arrojando un excedente de siete millones entre julio
y septiembre.
Ante unos resultados tan
negativos, Repsol trata de buscar la salida por la vía de las renovables, lo
que es un adelanto del nuevo plan estratégico que tiene previsto presentar a
finales de noviembre: nuevas asociaciones para el negocio de renovables; aumentar
la producción de biocombustibles y el Plan de Resiliencia decidido en el pasado
mes de marzo.
Repsol ha reforzado su
posición financiera a lo largo del ejercicio mediante cinco emisiones de bonos
por un total de 3.850 millones, de los que 1.500 millones corresponden a bonos
perpetuos subordinados, que fortalecen el patrimonio del grupo, además de su
liquidez. El mercado ha mostrado su confianza en la compañía con una demanda
que ha superado con creces la oferta en todas estas emisiones. También se
incrementaron las líneas de crédito comprometidas y no utilizadas en 1.605
millones.
La propuesta de
remuneración al accionista a futuro se basará en tres pilares: será atractiva
comparado con competidores y con el Ibex, se financiará sin recurrir a deuda y
será compatible con mejorar el balance de la compañía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario