El término, surgido en Italia durante el siglo XVI, significa en su origen «cabeza de
hierro» y hace referencia a la persona
que presta su nombre en un contrato que en realidad es de otro.
El testaferro, por lo tanto, actúa encubriendo a otro
sujeto. Lo que hace es prestar su identidad para emular el rol social de aquel
al que representa. Esto permite que la persona representada pueda disfrutar
ciertos beneficios al eludir obligaciones legales.
Supongamos que la ley de un país establece que una persona
no puede ser propietaria de más de tres medios de comunicación. Dicha medida
obedece a la necesidad de garantizar la pluralidad de voces y discursos. Pues
bien, un empresario que ya tiene dos canales de televisión y un periódico, sin
embargo, desea comprar una radio. Con el objetivo de evadir la ley, esa persona
paga a un individuo para que sea su testaferro. De este modo, la persona
contratada presta su identidad para realizar la compra, aunque el propietario
real será el empresario que le ha pagado.
Otro ejemplo clarificador, sería el de un político corrupto
que cuenta con un testaferro, ya que el político no está en condiciones de
utilizar su nombre para realizar ciertas operaciones comerciales o financieras.
De lo contrario, tendría que justificar cómo accedió a los fondos que obtuvo de
manera ilícita.
La verdad, es que en nuestro país, una enorme cantidad de
gente “tiene las cosas a nombre de otro”.
Lejos de ser una característica propia de una clase cultural
o económica, puede verse éste fenómeno en personas de cualquier clase social,
motivadas por diversas razones: pagar menos impuestos, ocultarse de los
acreedores, beneficiar a determinados familiares, prevenir futuros juicios,
etc.
Se trata de una figura, por tanto, que sirve especialmente
para esconder, por decirlo de alguna manera, propiedades, bienes o contratos...
y que conlleva unos problemas legales para quién acepta ser testaferro de
otro...
Tan es así, que en la prensa o en internet es posible
encontrar personas que ofrecen sus servicios como testaferro para diferentes
figuras financieras.
En Economía y Derecho, un testaferro es la persona, ya sea
física o jurídica que suplanta a otra en alguna compra, donación o algún otro
negocio, en general con fines fraudulentos…
Por ejemplo, si una persona posee deudas y no desea tener
bienes susceptibles de embargo, los transfiere a otra persona que aparece como
titular del dominio, pero en realidad es alguien de mucha confianza que en los
hechos solo se comporta dando su nombre a los efectos de no perder esa
propiedad y defraudar a los acreedores.
Otro caso es lo que sucede en caso de que una persona tenga
la obligación de brindar aportes para alimentos y no quiera demostrar ingresos, por lo que sus ingresos son facturados por otra persona.
En esos casos en que se persigue ocasionar un daño a
intereses de terceros, es ilegal.
En España es considerado un mandatario carente de
representación que contrata en su propio nombre y luego transferirá el negocio
a su verdadero titular. Y sorpréndase, es legal si no encubre acciones
delictivas.
Sin embargo, en el ámbito penal, un testaferro es el que
toma el lugar del autor del ilícito para evitar que sea procesado y/o
condenado, lo que evidentemente es ilegal.
Y que riesgos comporta para el que acepta figurar como
“hombre de paja”?
Muchas veces en estas operaciones se hace un
“contradocumento” que les hacen pensar a los protagonistas que están cubiertos.
Se trata de un documento escrito en el que las partes
explican la realidad que está detrás de la simulación (por ejemplo, la persona
que vende ficticiamente una propiedad a un amigo, firma un “contradocumento” en
el que ese amigo reconoce que no es el dueño real de la propiedad).
Obviamente, el contradocumento se oculta de los terceros a
quienes se pretende perjudicar (el Fisco, el acreedor, el ex cónyuge, etc.),
razón por la cual las partes saben que lo firman ante un eventual conflicto
futuro entre ellas.
¿Y por qué se protege un documento firmado por personas que
acordaron violar la ley o perjudicar a terceros? ¿Por qué no está prohibido?
¿Para qué sirve?...
El contradocumento sirve solamente para que alguno de los
que lo firmó pueda ir, si es preciso a juicio para anular la operación
simulada… siempre que no se beneficie.
En otras palabras, la ley protege el contradocumento
únicamente para permitir una especie de “arrepentido”. Pero que no sirve en
ningún caso frente a terceros: por ejemplo, si a un testaferro le embargan la
propiedad por deudas personales, o se
divorcia y le debe dar la mitad a su exmujer, el dueño real no le serviría el
contradocumento para nada. De la misma forma, si fallece el testaferro, el
propietario real tampoco puede presentarlo contra los herederos.
Por lo tanto, la persona que acepta poner algo de su
patrimonio a nombre de otra corre un cierto riesgo de perderlo por algunas de
las vicisitudes de la vida que hemos citado: traición del testaferro, muerte,
divorcio, deudas, etc.
Y, ¿arriesgarse a ser descubierto o al menos ceder la
identidad a los negocios de otro... Es algo que exige recompensas importantes?
Pues no, es el resultado de una negociación y, al final, no
se puede saber tampoco cuál la retribución real que cobra el que presta su
identidad.
A modo de ejemplo, cito uno de los múltiples anuncios que
aparecen en Internet con esta finalidad:
“Me ofrezco como
testaferro a cambio de seguridad social y sueldo, nacionalidad española, de
Coruña u otras partes de Galicia preferiblemente. Seriedad … etc….
“El mayor infortunio del hombre de letras no es quizá el hecho de ser víctima de las intrigas y la envidia de sus colegas y el verse despreciado por lo hombres poderosos, sino el verse juzgado por los necios.”
ResponderEliminar(Voltaire)
Y vemos todo tipo de juicios y anuncios....
¡Muy bueno!
ResponderEliminarSaludos.