El crecimiento del PIB de
la eurozona este año no superará el 1,5% y será del 1,6% en el próximo año 2016,
una décima menos de lo previsto en julio. A más largo plazo, hasta 2020, la región
del euro no superará la de 2016, manteniéndose las tasas de desempleo en
niveles históricamente elevados.
GLOBAL:
Los indicadores
económicos siguen reflejando la anemia que sufre la eurozona y, lo que es peor,
la existencia de riesgos de recaída. La débil y lenta superación de los daños
originados por la crisis y su gestión encuentra ahora un obstáculo añadido en
las dificultades de algunas economías emergentes, China en particular. Sin
duda, esa es la principal razón, que ha motivado el anuncio del BCE respecto a su
disposición para ampliar la vigencia, composición, y eventualmente la cuantía,
de su programa de estímulo cuantitativo.
Las tasas negativas de
evolución de los precios, y el menguado crecimiento económico, siguen siendo
las piezas básicas de cualquier diagnóstico, el más reciente del FMI.
Este 2015, considerado
como el de la recuperación del área monetaria, registrará un crecimiento del
PIB, que no superará el 1,5%, siendo la previsión para el próximo 2016 del
1,6%. Las perspectivas se mantienen, nada menos que hasta el año 2020 en ese
reducido 1,6%.
Este crecimiento
potencial se mantendrá muy bajo, debido a las secuelas de la crisis, también
debido a una evolución demográfica adversa, e igualmente consecuencia de una
débil evolución de la productividad total de los factores.
ESTADOS UNIDOS:
La economía de Estados
Unidos creció entre julio y septiembre de este año, a una tasa anualizada del 1,5%. Se trata de
una acusada moderación, sobre todo si la comparamos con el crecimiento habido
del 3,9% del trimestre anterior.
Esta circunstancia
viene a justificar que la Reserva Federal haya optado, de nuevo, por mantener los tipos de interés próximos al 0%.
Wall Street daba por
hecho que el crecimiento caería a la mitad por el debilitamiento del comercio
internacional. El empeoramiento del sector exterior de la economía
estadounidense, viene motivado por la apreciación del dólar y la moderación de
la economía global. Las exportaciones progresaron un 1,9% en el tercer
trimestre. Las importaciones lo hicieron un 1,8%, aunque aquí jugó a favor el
fuerte abaratamiento del precio de la energía desde julio.
El consumo creció un 3,2%.
En este caso el ritmo es inferior al 3,6% del segundo trimestre, cuando se
registró un sólido repunte tras pasar el efecto del invierno. Es una progresión
que podría ser aceptable en todo caso para una Reserva Federal que no espera un
crecimiento económico muy superior al 2%. La inversión empresarial, por su
parte, repuntó un 5,4% tras caer el 4%. La construcción de vivienda subió un
6,1%.
La primera lectura del
dato es positiva y consistente con el análisis que hace la Reserva Federal, ya
que se considera que el crecimiento interno es robusto, y se anticipa que el consumo hará la mayor
contribución al PIB desde 2005.
Por otro lado, a
finales de octubre, el número de estadounidenses que solicitaron subsidios por
desempleo ascendió hasta las 16.000 personas, situándose en 276.000 peticiones,
su mayor avance desde finales de febrero. Sin embargo, las ayudas a los parados
en Estados Unidos siguen rondando mínimos desconocidos desde el año 1973.
No obstante, todo
apunta a que será la cifra que veamos en
noviembre la más importante, para tomar o no, la decisión la Reserva Federal de
subir los tipos de interés en Estados Unidos.
La realidad es que la
Fed, desde hace meses, lleva transmitiendo a los mercados, que el
encarecimiento del precio del dinero no puede esperar mucho más.
Si no lo ha hecho ya,
es por la incertidumbre global existente. Así se entrevé en el último
comunicado realizado: “el comité sigue viendo los riesgos en las perspectivas
de actividad y del mercado de trabajo próximo a equilibrarse, pero está
monitorizando la economía global y la evolución financiera”.
Los tipos llevan en
cero desde 2008 y eso genera vértigo en la institución por el calentamiento que
puede suponer para la economía tanto tiempo bajo semejante estímulo, una vez
que la Gran Recesión ha pasado. Pero, al mismo tiempo, la subida, que sería la
primera en nueve años, hace temblar a medio mundo por el freno que puede
suponer para el crédito y la economía.
En ese sentido, ha sido
muy clarificador el llamamiento a la “responsabilidad global” de la Reserva
Federal, que el ministro chino de Finanzas, Lou Jiwei, ha lanzado reclamándole
que esperase a subir los tipos de interés. Sin duda también por el hecho de que
el propio Banco Central Europeo, inmerso en un programa de estímulos sin
procedentes (compras masivas de deuda) haya anunciado que incrementará las
compras aún más.
No obstante, el banco
central estadounidense ha dejado claro que mantiene abierta la puerta a subir
los tipos, alrededor de un 0,25%, antes de que finalice este año.
La tasa de paro está en
el 5,1%, un dato aceptable para la subida, aunque el incremento de precios
actual de un 0,3%, está por debajo del objetivo del 2% actual. En todo caso,
como la propia Yellen ha manifestado, el Comité de la Fed aún no ha tomado una
decisión al respecto.
CHINA:
En la misma semana que el régimen chino ha planteado la abolición de la
política del hijo único, el primer ministro, Li Keqiang, aseguró en Seúl que su
país mantendrá sus altos niveles de crecimiento a medio y largo plazo y rechazó
las predicciones que apuntan a una desaceleración. “No existe motivo para
preocuparse a pesar de algunas sacudidas e impactos menores”, Una de las
sacudidas de las que hablaba fue el desplome bursátil de este verano, que
impactó de lleno en los mercados mundiales.
Igualmente afirmó, que “el mercado de China de 1.300 millones de personas
se encuentra todavía en una fase de expansión, y el Gobierno mantiene un firme
compromiso de mejora”.
La realidad es que China ha avanzado un 6,9% entre julio y septiembre de
este año (una décima menos que las previsiones del Gobierno). Es la primera
vez, que el gigante asiático crece a un ritmo inferior al 7%. La transición de
un modelo productivo que da un mayor peso a su sector servicios, y al consumo
interno, ha enfriado a su economía.
A esa reestructuración, que implica una profunda reconversión industrial,
se ha sumado el pinchazo de la burbuja bursátil china durante el verano pasado.
EUROZONA:
La recuperación europea es más débil que en otras regiones
económicas. Es por eso, que el BCE ve más que peligros en el horizonte. Mario
Draghi ha destacado que los riesgos que acechan al euro le obligan "a
mirar a todo el menú de la política monetaria".
Ya venía anunciando que podría cambiar el diseño de las medidas de
expansión cuantitativa QE (compra masiva
de títulos) para ampliar su abanico de opciones. La principal es ampliar las
compras más allá de septiembre de 2017: seis meses adicionales supondrían un
estímulo extra de 360.000 millones. Puede elevar el monto de las adquisiciones,
aunque los expertos consideran que no hay suficientes bonos alemanes (Berlín
incluso cobra intereses en bonos a plazos de dos años) para garantizar el éxito
de esa medida. Puede ampliar el abanico de activos que compra. Y tiene aún una
cuarta opción: recortar aún más los tipos de interés.
Pues bien, a finales del pasado octubre Draghi anunció más estímulos a través del programa
de compra de activos (pretendía gastar 1,1 billones de euros hasta otoño de
2016). Finalmente será aún más dinero durante más tiempo.
La tímida recuperación europea puede debilitarse aún más si la
economía China se debilita: la Gran
Recesión amenaza con su enésima resurrección, esta vez en los emergentes, y
Europa puede sufrir. Todo ello, conducen
a Draghi a ampliar las medidas del QE, y a anunciar nuevas medidas
excepcionales ante el riesgo de deflación.
“Tendremos que revisar el grado de los estímulos en la reunión de
diciembre”. Draghi, que es todo un especialista en frases contundentes, provocó
con su anuncio toda una fiesta de las Bolsas, las divisas y de los bonos. Ahora bien, estas alegrías de los mercados, sin
embargo, esconden dos cosas: que las cosas van peor de lo que se pensaba, y que
ante los riesgos, el BCE se ve obligado a perder definitivamente el miedo
a la tradicional oposición alemana.
La recuperación económica no termina de arrancar, con grandes bolsas de
paro, y la sensación de que solo el BCE y el precio del petróleo han permitido
tímidas alegrías. Los precios siguen amenazado (ya van tres años por debajo del
mandato del 2%), y en el último año prácticamente ha pasado más tiempo en
terreno negativo que en positivo. Y China y los grandes países emergentes se
suman al abanico de riesgos que amenazan con reavivar los rescoldos de la crisis
económica.
Por ello, Draghi declaró que los 1,1 billones previstos hasta septiembre
de 2016, se prolongarán durante más tiempo. Probablemente, hasta el verano de
2017.
Por si fuera poco, aseguró que los tipos de interés pueden bajar aún más:
el BCE podría cobrar aún más por el dinero que los bancos dejan ocioso en su
ventanilla. Hace unos meses, Fráncfort situó ese tipo de interés (el de la denominada
facilidad de depósito) en territorio negativo, al -0,2%. Ahora puede ir aún más
allá, con el objetivo de que los bancos pongan ese dinero a trabajar.
El IPC europeo fue del -0,1% en septiembre. Lleva meses por debajo del
1%. El mismo hundimiento se refleja en los índices de precios sin los elementos
más volátiles (alimentos y energía). Y con esa tendencia, la inflación europea
tardará varios trimestres, quizá años, en volver al “por debajo pero cerca del
2%”.
En todo caso, Draghi defendió que no hay deflación en Europa: “eso no
ocurrirá mientras no haya al menos un año de precios en territorio negativo”. Pero
ese riesgo está ahí.
Europa está aún lejos de ese punto, pero cerca de la denominada “trampa
de la liquidez” japonesa: estancamiento o bajo crecimiento con la inflación al
0% por el empacho de deudas acumulado antes de la crisis. Junto con ese riesgo,
Draghi destacó el asociado a una economía china que flaquea cada vez más y que
sería la puntilla para la renqueante reactivación europea.
Sin pretender inquietar, la verdad es que la gravedad de la situación se
refleja en las nuevas medidas excepcionales anunciadas por el BCE: los tipos de
interés negativos en los que planea adentrarse Draghi son una rareza (apenas
hay experiencias internacionales parecidas),
Con una inflación aún más débil de lo esperado y un contexto
internacional más preocupante, Europa tiene dos alternativas. “una posibilidad
serían los estímulos fiscales, de los que parece que podemos olvidarnos por la
ortodoxia clásica existente en ese sentido, y los estímulos monetarios.
Estos anuncios de nuevos estímulos del Banco Central Europeo ya
han tenido repercusiones en el mercado español de deuda, de forma que el precio
de los bonos españoles a dos años, se
situó en terreno negativo por primera vez en su historia (la rentabilidad bajó hasta
el -0,034%). El bono italiano a dos años también entró en terreno negativo por
primera, algo inédito, y el alemán (por debajo de cero desde hace meses) batió
un nuevo récord en el -0,327%.
En el caso español, también el interés de la deuda con vencimiento a cinco
años también ha experimentado un notable abaratamiento y cayó hasta el 0,541%.
En el caso del bono a 10 años, el interés bajó hasta el 1,523%, muy por debajo
de la rentabilidad del 1,769% marcada antes de que hablase Draghi.
El bono alemán a cinco años, un activo considerado libre de riesgo, ha
caído hasta el 0,51%, mientras que la rentabilidad del bono italiano a diez
años llegó a situarse en el 1,443%.
En relación a Grecia, hay que destacar que la incertidumbre política, con
meses de duras negociaciones que provocaron millonarias salidas de
depósitos, un corralito y una nueva recaída en la recesión antes de acordar el
tercer rescate europeo, ha dejado una profunda cicatriz en el sistema
financiero griego.
El Banco Central Europeo ha señalado que el agujero de capital en los cuatro
grandes bancos helenos asciende a 14.400 millones de euros. Se trata de
una cifra enorme (alrededor de un 8% del PIB griego), pero considerablemente
menor de lo que se pensaba en verano: Atenas y la troika reservaron entonces
25.000 de los 86.000 millones del rescate para la banca.
Barrida por un viento de desastre desde 2010, Grecia empieza a asomar la
cabeza tras la fenomenal incertidumbre que siguió a la llegada de Syriza al
poder, en enero de este año, a la que siguió una ardua negociación que acabó
con un tercer rescate asociado a exigentes condiciones.
Atenas aún necesita muchas nuevas medidas, pero el BCE ha despejado una
incógnita clave: las cuatro grandes entidades griegas (Banco del Pireo, BNG,
Alpha y Eurobank) necesitan prácticamente de inmediato 14.400 millones, después
de las salidas de depósitos, el corralito y la vuelta a la recesión que
provocó la inestabilidad asociada a las negociaciones entre Grecia y
los socios del euro. Los analistas estiman que los bancos pueden levantar en
los mercados en torno a 5.000 millones; el resto de la factura correrá a cargo
del rescate.
Los problemas de Grecia no se han acabado: su recesión económica es menos
profunda de lo previsto, los controles de capital se levantan paulatinamente y
la banca está menos tocada de lo que parecía. Pero Atenas depende del primer
examen de la troika, que tendría que estar listo en unas semanas, para obtener
los fondos que necesita imperiosamente para no asfixiarse. Y sobre todo, para
acceder a la reestructuración de la deuda, que daría a Grecia un sensacional
balón de oxígeno.
La Comisión Europea y el Gobierno de Alexis Tsipras saludaron el examen
del BCE como un paso en la buena dirección para recuperar la maltrecha
confianza en Grecia. Pero ese chequeo dejan alguna señal preocupante: la
morosidad —los créditos con impagos de al menos 90 días— afecta a deudas por
importe de 107.000 millones, más del 60% del PIB.
El Ejecutivo de Tsipras asegura que lleva bien encaminadas el 90% de las
medidas que exige el rescate; Bruselas habla de apenas el 30%. Faltan leyes
espinosas, con una subida del IVA educativo o la normativa de desahucios, y en
breve entrarán en vigor las rebajas de pensiones acordadas con la troika.
Al presidente Tsipras le queda un camino complicado por delante. Todo
sería algo más fácil si los bancos vuelven a la normalidad, las ayudas llegan
en tiempo y forma y Grecia se quita una parte de la deuda con la prometida
reestructuración. Pero para eso hay que cumplir todas y cada una de las
exigencias de los acreedores.
ESPAÑA:
El crecimiento del PIB español en el último año, ha perdido algo de
ritmo durante el verano. La primera estimación del Instituto Nacional de
Estadística (INE) corrobora la que ya hiciera el Banco de España hace un mes, y
sitúa el avance del PIB en el 0,8% respecto al trimestre anterior. Es
una expansión algo más lenta que la registrada en el primer (0,9%) y segundo
(1%) trimestres, pero es aún un ritmo de crecimiento importante.
En la comparación anual, el PIB aumenta un 3,4% respecto al mismo periodo
de 2014. Un dato que hizo al Banco de España reafirmase en su pronóstico
para el conjunto de 2015 (3,1%), sólo algo menos optimista que el del Gobierno
(3,3%). Los últimos datos, sobre todo los condicionados por las perspectivas
internacionales, en las que pesa el frenazo de China, apuntan a que es más
factible el vaticinio del supervisor, compartido por los organismos
internacionales.
En cualquier caso, la recuperación de la economía española, más tardía y
desde niveles más bajos, doblaría en 2015 el ritmo de crecimiento previsto para
la zona euro. La última previsión del FMI coloca a España como la cuarta
economía más pujante de la eurozona este año, detrás de Irlanda (4,8%),
Luxemburgo (4,4%) y Eslovaquia (3,2%).
Las estadísticas parciales, como las del comercio, la venta de vehículos
o el movimiento de mercancías en aduanas, apuntalan lo que anticipó el Banco de
España: "los indicadores disponibles apuntan a una leve pérdida de vigor
en los distintos componentes del gasto”, aunque tanto el consumo privado como
la inversión “mostraron un comportamiento favorable”.
El Banco de España ha atribuido la moderación del crecimiento a que el
sector exterior restó algo más que en trimestres precedentes (0,3 puntos
porcentuales), como consecuencia de que las importaciones de bienes y servicios
habrían crecido a mayor ritmo que las exportaciones, algo que la contabilidad
nacional empezará a aclarar dentro de un mes.
Por otro lado, el paro registrado creció en octubre en 82.327 nuevos desempleados. Por lo que el
número de personas registradas en las oficinas públicas se situó en 4.176.369.
En cambio, creció la afiliación a la Seguridad Social en una media mensual de
31.652, hasta llegar a los 17.221.467, gracias de nuevo sobre todo a los
contratos temporales. El aumento de la afiliación llegó principalmente por el
tirón de la educación con el comienzo del curso, que ganó 115.000 cotizantes.
Octubre es tradicionalmente un mal mes y así lo admitió la ministra
Fátima Báñez nada más conocerse los datos: “octubre siempre ha sido malo para
el empleo. Es una subida estacional, normal por el mes del que se trata”.
Si el comportamiento en 2015 fuera similar al de 2014, el número de parados
registrados quedaría en un nivel parecido al de diciembre de 2011, cuando Rajoy
llegó a La Moncloa. Con una diferencia significativa: si hace cuatro años
España se encontraba en medio de una recesión que hundía día a día su mercado
laboral, ahora está en una senda ascendente que le ha llevado en el último año
a ganar un 3,18% de afiliados y perder un 7,7% de parados registrados.
Esto también se aprecia en los datos desestacionalizados (cuando a los
datos brutos se les quitan los efectos de la temporada turística, las campañas
agrícolas y otros altibajos propios del calendario). En el caso de la Seguridad
Social, los cotizantes crecieron en 35.000 en octubre, y en el del desempleo, se
contabilizaron 6.727 personas menos.
Sin embargo, en los empleos fijos la situación es desfavorable: en
diciembre de 2011, los indefinidos a jornada completa sumaban 6,7 millones de
trabajadores. En octubre se sitúan en alrededor de medio millón por debajo de
esa cifra.
La caída del empleo indefinido se ha visto compensada en ese tiempo, en
buena medida, por los empleos por horas. En octubre los indefinidos con jornada
parcial ascendían a una media de afiliados de 1,4 millones, 131.000 más que
hace cuatro años. Los temporales a media jornada sumaban a 1,416 millones, unos
140.000 más.
Por ramas de actividad, el incremento de afiliación en el mes de octubre
se debe en gran medida a la marcha de la educación, que creció en casi 115.000
cotizantes. En cambio, la Seguridad Social también notó el final de la
temporada turística y vacacional: la hostelería y la sanidad perdieron
trabajadores dados de alta.
Por lo que respecta a la contratación, el mes de octubre creció al menor
ritmo de todo el año. Los 1,7 millones de contratos firmados suponen un
incremento del 3,43% respecto al mismo mes de 2014. El incremento fue incluso
menor entre los contratos indefinidos, y los 151.000 firmados suponen el 8,6%
del total.
Una buena noticia, es que está disminuyendo la deuda de las familias y
empresas. Se trata de un ajuste sin precedentes en la Unión Europea, ya
que han reducido su saldo de préstamos y títulos de deuda en casi medio billón
de euros en cinco años.
Un saldo que ha bajado de los 1,9 billones a mediados de 2015, frente a
los 2,35 billones del primer semestre de 2010. Según los últimos datos
publicados en octubre por el Banco de España, la deuda acumulada por el sector
privado español, sin contar a las entidades financieras, equivalía en junio
pasado al 179% del PIB, un nivel que no se alcanzaba desde 2006.
El explosivo aumento de la deuda privada durante la expansión de la
economía española se gestó sin apenas disparar alarmas. Entre 2004 y 2008, el
saldo vivo de préstamos y títulos de empresas y familias casi se
duplicó (de 1,2 a 2,3 billones de euros), pero los mercados se fijaban en el
crecimiento, y Bruselas en la deuda pública, aparentemente bajo control.
España, que había entrado en la zona euro solo con un sector privado más
endeudado (103% del PIB en 1999) que el de Italia y Grecia, desembocó
en la antesala de la crisis en la situación opuesta: la deuda relativa de
familias y empresas (208% del PIB) llegó a ser solo menor a la de Luxemburgo,
Chipre y Holanda, tres centros financieros que sirven de base a sociedades que
operan en todo el mundo. Pero ahora el desendeudamiento o desapalancamiento está
siendo casi igual de vertiginoso.
La deuda de empresas y familias apenas creció algo más hasta 2010, cuando
la Gran Recesión ya había mermado a la actividad económica y, sobre
todo, al empleo.
En contraste, la Comisión Europea mantiene un escenario
económico peor que el del Gobierno. Bruselas pronostica un avance del PIB del
3,1% este año y del 2,7% el próximo, mientras que el Ministerio de Economía
prevé alzas del 3,3% y del 3%, respectivamente. Bruselas pone el acento en los
riesgos por el flanco del sector exterior, en particular por la desaceleración
en países emergentes.
España no es la economía que más crece de Europa, como reiteradamente repite
el presidente del Gobierno. Es el cuarto país con mayor avance del PIB del
euro, y muestra una recuperación sólida, pero Bruselas es menos optimista que
el Ejecutivo y pone el acento en los desafíos que aún tiene por delante: un
déficit que no termina de embridarse, una deuda pública que sigue subiendo, y
un desempleo que se reduce con dificultad y que seguirá por encima del 20% aún
en 2016.
Todo ello aderezado con una novedad preocupante: mayores riesgos por la
desaceleración de la demanda global, en especial por la posibilidad de una
crisis en las economías emergentes, según el borrador de las previsiones de
otoño de la Comisión.
Bruselas, la OCDE y el Fondo Monetario
Internacional vaticinan una recuperación por el lado del PIB (su avance
duplica la media europea), pero con una exasperante lentitud por el lado de la
creación de empleo. Y, sobre todo, coinciden en vaticinar que España está en
riesgo de incumplir los objetivos de déficit. La deuda pública cerrará el año
en el 99% del PIB, y alcanzará el 99,5% en 2016. Y el paro acabará 2015 en el
22,4%, para situarse en el 20,6% el próximo ejercicio.
Bruselas pone el énfasis en que la recuperación española se sostiene a
través de la demanda interna. El crecimiento procedente del exterior es ya
prácticamente inexistente, a pesar de que la devaluación salarial interna
buscaba desesperadamente conseguir superávits comerciales sostenidos.
El análisis de la Comisión va en la línea de la pasada primavera, pero
pone el acento en los riesgos a la baja del sector exterior, básicamente por la
crisis que se avecina en el mundo emergente, con China y Latinoamérica en el centro
de las preocupaciones. La economía española se verá afectada directamente, pero
también a través de su mayor socio, Alemania, cuyos vínculos con China son
notables.
Realmente, los motores de la reactivación, tanto en España como en Europa,
son las compras masivas de activos por parte del BCE (que han reducido los
tipos de interés de la deuda y tiran a la baja del tipo de cambio) y sobre todo
del desplome de los precios del petróleo y las materias primas.
MERCADOS:
El Ibex 35 ha cerrado el mejor mes de los dos últimos años al terminar
octubre subiendo 800 puntos, equivalentes a una revalorización del 8,4%.
Ha sido un mes de dudas con la vista puesta en el BCE y en la Fed. Draghi
ha dejado claro que incrementará en cuantía y tiempo la compra de activos. Por
su parte, la Fed sigue sin tener claro el momento para subir los tipos sin
abortar la recuperación económica.
Dudas que no han abrigado los inversores norteamericanos, ya que tanto el
Dow Jones como el S&P 500 han tenido una evolución brillante y han sido los
motores que han tirado de las bolsas europeas.
El Ibex 35 sólo ha recuperado lo perdido en septiembre, pero por delante
tiene una ardua tarea: dejar las cosas como estaban al cierre de julio.
Por lo que respecta al mercado del automóvil, se está recuperando a buen
ritmo. En octubre, se matricularon 80.055 coches, un 5,2% más que en el mismo
mes del año anterior. En lo que va de año, la subida llega al 20,5%. Ya se han
vendido 863.973 unidades y las patronales del sector están seguras de que este
año se superará el millón de vehículos matriculados por primera vez desde 2008.
En octubre, además, Volkswagen perdió el liderato de las ventas en favor de
Peugeot. El sector desliga este movimiento del escándalo de los motores
trucados de la firma alemana.
EMPRESAS:
El escándalo de Vokswagen está alcanzado nuevas proporciones. Hasta el
momento la compañía sólo había reconocido la instalación de un software en 11
millones de vehículos en todo el mundo, para trucar las emisiones de óxidos de
nitrógeno en motores diésel, pero la multinacional alemana ha reconocido que la
investigación interna ha sacado a la luz “incoherencias inexplicables” en otras
emisiones de dióxido de carbono en al menos 800.000 coches, algunos de
gasolina.
Por otro lado, Apple ha anunciado este martes unos beneficios netos
históricos de más de 10.000 millones de euros (11.100 millones de dólares) en
el cuarto trimestre de su año fiscal, cerrado el pasado 26 de diciembre. Se
trata del mayor beneficio jamás logrado por una empresa.
Los resultados, según ha indicado Apple, han sido impulsados por un
cuarto trimestre fiscal récord en ventas de iPhone, por la más amplia
disponibilidad del Apple Watch, y por el récord histórico alcanzado por las
ventas de Mac y de servicios. Un 62 por ciento de ellas han sido realizadas fuera
de Estados Unidos.
Tim Cook, consejero delegado de Apple, ha declarado que "entramos en
la campaña de Navidad con la mejor gama de productos que hemos tenido jamás,
incluyendo el iPhone 6s y el iPhone 6s Plus, el Apple Watch con una más amplia
gama de modelos y correas, el nuevo iPad pro y el novedoso Apple TV".
Excelente análisis global...
ResponderEliminarSaludos