jueves, 16 de septiembre de 2010

SITUACIÓN ECONÓMICA SEPTIEMBRE 2010. DISPARIDAD EN LAS RECETAS.

Los tambores de guerra vuelven a sonar en el mercado de deuda pública. En mayo pasado, la presión sobre Grecia obligó a la UE a crear un fondo de rescate. Ahora es la quiebra de la banca irlandesa la que alienta las pujas financieras. De vez en cuando, el punto de mira se posa en España. El argumento es similar: en las economías con menos capacidad de recuperación, los Estados no serán capaces de afrontar sus crecientes niveles de endeudamiento. Pero para los expertos del Fondo Monetario Internacional la amenaza se desvanece, según un informe recientemente publicado.
Según el equipo técnico del FMI, el riesgo de una suspensión de pagos en los países avanzados está "ampliamente exagerado". "En algunas ocasiones, los mercados sobreactúan, con consecuencias negativas en los costes de financiación de los países", recalca en su informe. Según su análisis, “un vertiginoso aumento de las primas de riesgo en los bonos de deuda pública ha hecho sonar "una falsa alarma" de una posible suspensión de pagos.
En los 10 países avanzados analizados en el informe (incluidos España, Grecia e Irlanda), la factura anual de los intereses ronda el 2,3% del PIB y apenas supone una quinta parte del desequilibrio de las cuentas públicas. Por lo que no hay lugar a la suspensión: “un país se ve forzado a dejar de pagar cuando el gasto en el pago de intereses es ya muy elevado y explica buena parte de su brecha presupuestaria, y este no es el caso”.
ECONOMÍA GLOBAL:
La salida de la mayor crisis económica desde la Gran Depresión sigue siendo lenta y penosa. Las dos mayores potencias económica, Estados Unidos y Japón, han anunciado medidas para tratar de impulsar el crecimiento y el empleo, ante las dificultades existentes a la ansiada recuperación. Utilizando una terminología bélica, el presidente Obama manifestó “que hace falta un ataque a gran escala”, por lo que su equipo económico trabaja en un nuevo paquete de incentivos fiscales, inversiones en infraestructuras y energías limpias.
Hace tan sólo unas semanas la economía estadounidense iba viento en popa, en Europa las pruebas de esfuerzo a la banca pudieron controlar los temores en el mercado de deuda y, también, Alemania sorprendió con un crecimiento que permitía augurar una recuperación. Una vez más, ese estado de ánimo se ha desvanecido. De nuevo, el exagerado optimismo se ha transformado en dudas, vuelta a la desconfianza, y a signos de alarma en los mercados financieros.
El verano que está finalizando albergaba la esperanza de la recuperación. La realidad es que se ha impuesto el miedo a que EE UU vuelva a caer en la recesión, llevándose por delante la recuperación en todo el mundo.
El cónclave de economistas y banqueros centrales internacionales en Wyoming (EE UU) lanzó un mensaje poco optimista: "esta crisis durará casi 10 años en los países más endeudados (EE UU y España están entre ellos), y apenas llevamos tres desde que estalló.
La economía norteamericana perdió vigor en el último trimestre, y eso ha funcionado como un lastre para unos mercados con tendencia a sobrerreaccionar. La realidad, es que para la mayoría de los analistas, la salida del túnel será a cámara lenta y anémica, especialmente en EE UU, España, Reino Unido, e Irlanda (las economías que han sufrido el pinchazo de la burbuja).
La mayor sorpresa ha sido la rápida recuperación de Asia, sin duda, como consecuencia de la política anticíclica aplicada por China (fuertes inversiones públicas en infraestructuras). Alemania mejoró al ser capaz de exportar a Asia aprovechando, de esta forma, el crecimiento asiático. Ello provocó que muchos vieran la posibilidad de salir de la crisis más rápidamente, pero la historia señala que se sale muy lentamente de las recesiones que están acompañadas de crisis financieras, como la que padecemos.
Algunos analistas señalan que podemos vivir un crecimiento débil durante mucho tiempo, con fases de algo más de aceleración y otras de caídas durante años, que más adelante -en un par de años- sí podrían convertirse en una doble recesión. En todas las grandes crisis ese ha sido el patrón de comportamiento.
El debate entre austeridad o nuevos estímulos económicos es muy grande. En EE UU ha surgido la polémica respecto a una tercera ronda de estímulos, mientras que en Europa ya casi no se habla de ese tema. No obstante, hay que señalar que las medidas de austeridad, por ejemplo, en Alemania, no entraran en vigor hasta el año 2012. En otros países, que no han tenido más remedio que adelantarse en la austeridad (España e Irlanda), la situación ha mejorado pero vienen trimestres complicados. Su posible recaída en la recesión dependerá de lo que tire en ellas su sector exterior.
ESTADOS UNIDOS:
La explosión, hace tres años, de la burbuja inmobiliaria en EE UU no acaba de concluir: la venta de viviendas nuevas cayó a un ritmo superior al 12% en julio en el mercado estadounidense.
El Departamento de Comercio de EE UU ha revisado a la baja el crecimiento económico del país, y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke ha prometido actuar en caso de necesidad, sobre todo si hay que evitar, de nuevo, a la deflación.
El Presidente Bernanke espera que la economía estadounidense siga expandiéndose en lo que queda de año, pero lejos del 5% del último trimestre del 2009, e incluso del 3,7% que registró el primer trimestre de este año. Las expectativas respecto al crecimiento del PIB durante el segundo trimestre de este año, eran del 2,4%, pero la revisión realizada lo ha dejado en un débil 1,6%.
En el informe de Bernanke se reconoce que el ritmo de la recuperación y el empleo estadounidense se han ralentizado en los meses recientes. Atribuyéndolo a que el consumo ha sido “más bajo de lo esperado” y a la continua debilidad del mercado inmobiliario. “Las perspectivas del gasto en los hogares dependerán de la evolución del empleo, pero el ritmo del gasto de los hogares, igualmente dependerá de la mejora de las familias respecto a su situación financiera”.
Bernanke reconoció que la recuperación del empleo está siendo “dolorosamente lenta y no tiene visos de mejorar. Aunque el crecimiento deberá ser más fuerte el año que viene, la falta de fuelle económico y el desempleo probablemente solo declinarán lentamente”.
Señaló, que la rápida intervención de los bancos centrales y las políticas económicas habían logrado estabilizar a los mercados financieros, pero los créditos siguen estando bloqueados.
Su máxima preocupación sigue siendo la estabilidad de precios, un asunto que por ahora no requiere de intervención alguna. Bernanke reconoce que la inflación está “ligeramente por debajo de lo que algunos participantes del Comité Federal de Mercado Abierto consideran sano para la economía a largo plazo, pero cree que las perspectivas de inflación son razonablemente estables, esperando que sigan en los niveles actuales antes de subir ligeramente hasta cifras más coherentes”. Pero ha señalado que “en este momento, el riesgo tanto de un indeseable aumento de la inflación como de, de la aún peor, deflación parece bajo”.
Por otro lado, la generación de empleo en el sector privado continúa en Estados Unidos, pero no se contrata a un ritmo suficiente para compensar lo que se pierde en el sector público, ni para atender a la demanda de puestos trabajo existente. Eso explica que en agosto se perdieran 54.000 empleos y que el paro subiera una décima, al 9,6%.
Había miedo de que el dato fuera muy malo. Hay que tener en cuenta que es el tercer mes consecutivo en el que se destruye empleo, que el sector privado no contrata tanto como meses atrás y que el desempleo sube.
Tanto en julio como en agosto, se perdieron 123.000 empleos menos de los anunciados, por lo que han subido los salarios.
Para los analistas, hay señales de vida, pero las vulnerabilidades persisten: el sector manufacturero eliminó 27.000 puestos de trabajo, tras crear 34.000 en el mes precedente. Y la tasa de paro retoma la senda alcista. Se coloca así al nivel de mayo, y se espera que suba más porque hay más gente que vuelve al mercado laboral. El total de parados se eleva a 14,9 millones de personas en Estados Unidos.
Cabe preguntarse: ¿La economía estadounidense va, de nuevo, hacia abajo? Con 14,6 millones de parados y otros 2,4 millones que ni siquiera buscan empleo, la respuesta parece ser afirmativa. En EE UU hay también 8,5 millones de personas que no tienen más remedio que trabajar a tiempo parcial, lo que se traduce en menos ingresos. Y 40 millones de personas con bajos recursos que acuden a las ayudas públicas para poder comer, a los conocidos food stamps: para todos ellos, la vida es una especie de depresión contenida. Tampoco hay buenas noticias para las empresas, que ven cómo la demanda vuelve a bajar. Ni en el sector de la vivienda, donde las ventas avanzan al menor ritmo en cinco décadas. El gurú Nouriel Roubini estima que existe un 40% de probabilidad de que la economía estadounidense vuelva a caer en una nueva recesión.
Todo ello, apunta a que “el enfermo sigue hospitalizado”. Lo peor, es que los doctores se plantean si la medicina suministrada hasta ahora será suficiente para que pueda caminar por su propio pie, sin riesgo de que vuelva a pasar otra vez por el hospital. Ahí está el problema, porque las grandes figuras de la economía y de las finanzas no se ponen de acuerdo sobre lo que se puede o debe hacer. Está claro que los pesimistas, creen que habría que suministrar una nueva inyección de estímulos, para dar un último impulso al crecimiento y evitar una espiral deflacionista. Sin embargo, a los optimistas, lo que más les preocupa es el coste derivado de esa acción.
La misma división se vive en el seno del banco central de EE UU. Un debate que recuerda al vivido en los años ochenta, entre los que apostaban por una intervención pública limitada, y los que atribuían al Gobierno un papel de liderazgo para pilotar la economía.
Con los tipos de interés en la zona cero desde hace 20 meses, la Fed no tiene otra opción que ser imaginativa y recurrir a herramientas no convencionales, como la compra de activos hipotecarios y bonos para mantener el tipo de mercado lo más bajo posible. Pero no está claro el beneficio real de estas medidas.
CHINA Y JAPÓN:
Hace cuatro décadas, Japón arrebató a Alemania el puesto de segunda mayor economía del mundo, tras EE UU. Pues bien, le ha llegado el turno de ceder ese lugar. Y lo ha hecho a favor de un país vecino y rival durante muchos años: China. El producto interior bruto (PIB) nominal japonés -antes de ajustar precios y variaciones estacionales- alcanzó 1,288 billones de dólares en el segundo trimestre del año, frente a los 1,337 billones del PIB chino, según ha anunciado el Gobierno de Tokio.
Las causas hay que buscarlas en el largo estancamiento japonés -roza la deflación desde hace 15 años- y en el vertiginoso crecimiento económico de China, que crece a una velocidad inalcanzable e inimaginable para las economías avanzadas.
En el acumulado de los seis primeros meses, la economía japonesa continúa siendo mayor que la china, pero las cifras trimestrales hacen prever que China, casi con toda seguridad, se consolidará en el conjunto de 2010 como la segunda potencia económica.
No es la primera vez que Pekín supera a Tokio en cifras parciales. Ya ocurrió en el último trimestre de 2009, aunque, en el siguiente, Japón volvió a adelantar a su vecino. A partir de ahora es poco probable que Pekín ceda ese liderazgo, debido a la enorme diferencia entre las tasas de crecimiento de ambos países. China está creciendo a un ritmo del 10%, mientras Japón lo hará a tasas que oscilan entre el 2% y el 3% este año, según las previsiones oficiales.
El cambio de posiciones puede parecer solamente simbólico, ya que la renta per cápita anual china (3.600 dólares) está aún muy lejos de la japonesa (37.800 dólares) o la estadounidense (42.240 dólares), pero es un símbolo cargado de importancia.
De esta forma, se refleja el imparable ascenso del país más poblado del planeta, tanto en la escena económica como en la política, y pone de manifiesto de qué forma se está redibujando el mapa geopolítico mundial.
Por otro lado, los movimientos del tablero suponen una nueva llamada de atención a los líderes japoneses sobre la importancia de impulsar una economía que mire más hacia el exterior. El gasto de los consumidores de la potencia desbancada, que representa alrededor del 60% del PIB nacional, se mantuvo prácticamente inalterable respecto al primer trimestre, mientras que la inversión pública cayó un 3,4%.
Japón ha conservado el lugar como segunda economía desde 1968, cuando superó a Alemania. Tras renacer de las cenizas de la II Guerra Mundial, se convirtió en una potencia manufacturera y financiera global. Pero el milagro japonés sufrió un fuerte revés con la burbuja inmobiliaria de la década de 1980. La implosión de la economía en 1991 fue seguida de una década de estancamiento y malestar económico, del que nunca se ha terminado de recuperar.
En cambio, China superó el año pasado a EE UU como primer mercado automovilístico del mundo y a Alemania como mayor exportador. Es el primer comprador de mineral del hierro y cobre, y el segundo importador de petróleo. Su economía es hoy 90 veces mayor que cuando el líder Deng Xiaoping lanzó el proceso de apertura y reforma a finales de 1978.
El banco de inversiones Goldman Sachs calcula que China superará a Estados Unidos como mayor economía del mundo en 2027. El llamado milagro económico chino ha permitido sacar a cientos de millones de personas de la pobreza, pero a cambio ha creado uno de los países con mayor desigualdad social del mundo y ha originado graves problemas medioambientales y de corrupción.
UNIÓN EUROPEA:
La economía europea creció el 1% durante el segundo trimestre de este año, lo que supone el doble de lo previsto por Bruselas el pasado mayo, que había estimado un incremento del producto interior bruto (PIB) del 0,5%, según los datos divulgados por Eurostat. El fuerte tirón de la economía, igualmente intenso en la UE de los Veintisiete que en la zona euro, se debe fundamentalmente al fuerte empujón dado por la locomotora alemana que creció un 2,2% entre abril y junio (un crecimiento no registrado después de la unificación del país hace 20 años).
A cierta distancia, le sigue el Reino Unido (con un crecimiento del 1,1%). A continuación, más alejados, el resto de países europeos, con la excepción de Grecia que sigue hundido en la recesión (-1,5%). Este dato positivo de la zona euro supone que lleva ya un año de crecimiento, después de atravesar la recesión más grave de toda su historia.
El portavoz de la Comisión Europea, Amadeu Altafaj, ha valorado el dato de crecimiento, declarando que se trata de una cifra "prometedora, que viene a confirmar la recuperación tanto en la Unión Europea como en la zona euro. Pero la recuperación es todavía frágil debido a que existen incertidumbres que no se pueden ignorar". Altafaj advirtió “que deben proseguir las reformas estructurales emprendidas por la mayoría de países, ya que de lo contrario, el riesgo a que nos enfrentamos es el estancamiento en la próxima década".
No obstante, se mantiene la incertidumbre para la segunda parte de este año: el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, ha señalado que ve “las aguas agitadas" en el horizonte. Y es que el Reino Unido ha rebajado sus pronósticos de crecimiento para el próximo ejercicio desde el 3,4%, previsto en mayo al 2,7%.
También el presidente del Banco Central, Jean-Claude Trichet, lanzó sus advertencias tras la última reunión del Consejo de la entidad al señalar que los datos del segundo y tercer trimestre eran mejores de lo esperado, aunque reconoció que la segunda parte del año "no será tan boyante".
La mayor sorpresa ha sido el tirón de Alemania, que ha crecido el triple del 0,7% que había previsto Bruselas hace tres meses. El crecimiento alemán, calificado de "vertiginoso" por la Oficina Federal Estadística de Berlín, se ha visto impulsado por el fuerte incremento de las exportaciones, que están recuperando el terreno perdido durante el año pasado. Tras cierta recuperación de la construcción alemana, parece que los consumidores germanos tienen más alegría en el gasto. Situación confirmada por el crecimiento de las importaciones (aumento del 33,33% respecto a 2009), que ha sido mayor que el de las exportaciones (incremento del 27,5% en tasa interanual).
El Gobierno alemán ha aprobado aplicar en 2011, una tasa a los bancos para amortiguar posibles insolvencias en el sector financiero. Dos años después de que la quiebra de Lehman Brothers desatara el terremoto financiero padecido a escala mundial, Alemania creará un fondo de crisis para activarlo en caso de insolvencia de un banco.
El ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble, se ha declarado partidario de que la tasa se implante en la Unión Europea. Parece ser que el Reino Unido y Francia tienen interés en introducir una tasa similar. Lo cierto, es que tomando como ejemplo el del ahora estatalizado Hypo Real Estate (su salvamento costó más de 100.000 millones de euros) se obtendría una recaudación, claramente, insuficiente, puesto que la cifra citada equivale a una cantidad 83 veces mayor de lo que el Gobierno alemán espera recaudar el próximo año con la nueva tasa.
La tasa aprobada por el Gobierno de Angela Merkel no podrá superar el 15% del resultado anual y dependerá de su importancia sistémica. Se gravaran los pasivos de cada banco menos el capital propio y los depósitos de los clientes. La tarifa anual será progresiva: hasta los 10.000 millones de euros, será del 0,02%. Entre 10.000 y 100.000 millones, ascenderá al 0,03%. A las cantidades mayores se les impondrá un impuesto del 0,04%. El volumen nominal de los derivados fuera de balance se gravará con el 0,00015%. Si el banco no tuviera beneficios, se gravaría con una cantidad más baja.
Haciendo una estimación retrospectiva a 2006 (situación previa a la crisis) se habrían recaudado con la nueva tasa unos 1.300 millones de euros.
También el Gobierno alemán ha aprobado un plan de austeridad, con el que pretende reducir el déficit en 80.000 millones de euros hasta 2014. El Ejecutivo de la democristiana Angela Merkel va a aplicar drásticos recortes en las ayudas sociales, así como nuevas cargas fiscales.
La canciller Merkel ha asegurado que las medidas de ahorro sentarán las bases para un crecimiento sólido. Según sus propias palabras, el equilibrio presupuestario "infunde confianza a los ciudadanos, las empresas y los mercados financieros".
La peor parte la van a soportar los parados de larga duración, que pierden su seguro de pensiones y varias subvenciones familiares. El Gobierno ha introducido, además, un nuevo impuesto sobre el queroseno, que encarecerá el precio de los billetes de avión.
Está claro que Europa ha abandonado los esfuerzos para luchar contra el desempleo y aumentar el crecimiento, poniendo todo su empeño en la austeridad: en la contención del déficit. Es quizá por ello, que la tasa de desempleo de la zona euro se situó en el 10% en julio, la misma cifra que en junio y en máximos de los últimos 12 años, según las cifras que ha publicado Eurostat. Casi 16 millones de personas no encuentran trabajo en la eurozona: el equivalente a la población entera de Bélgica más la de Irlanda.
Eurostat, también, publicó los datos de inflación: ha bajado una décima en agosto hasta el 1,6% (un dato en línea con los objetivos del Banco Central Europeo (BCE)) y que demuestra que las medidas extraordinarias de política monetaria no han ocasionando una elevación de los precios. Esta moderadísima subida de precios aparca los temores respecto a subidas en los tipos de interés oficiales.
El problema del alarmante desempleo revela que la recuperación europea es a dos velocidades: al frente de la reactivación, países como Holanda y Alemania, con el paro por debajo del 7% y el sector exterior tirando de sus economías, mientras que en la cola, España (20,3%), y otros países como Letonia, Lituania, Eslovaquia, Irlanda y Grecia. En la periferia hay países en los que el paro sencillamente no mejora, mientras que en el corazón del euro las buenas noticias en el mercado laboral se corresponden con la recuperación económica.
Estas diferencias muestran que, por un lado, el proceso de convergencia entre los países ricos y los periféricos se ha detenido con la crisis; y por otro lado, se complica el trabajo del BCE: una subida de tipos sería muy mala para los países que salen con más dificultades de la recesión, mientras que mantener el precio del dinero puede provocar cierto recalentamiento en las economías que salen más rápido.
En todo caso, el cambio en el estado de ánimo de la economía europea, cuando la gran mayoría de países han puesto en marcha medidas de austeridad y han cancelado sus planes de estímulo, hace dudar a algunos analistas que afirman que la austeridad emprendida puede acabar con la recuperación.
El Banco Central Europeo va a mantener tipos de interés muy bajos durante mucho tiempo, así como la barra libre de liquidez para la banca, ante la constatación de que las incertidumbres persisten. Según Trichet, "hemos tenido una serie de sorpresas positivas últimamente, pero no podemos cantar victoria".
La banca respiró tranquila tras la extensión de las medidas extraordinarias de liquidez al menos hasta 2011, ya que la incertidumbre sigue afectando al sector financiero; de ahí que el BCE mantenga la respiración asistida. Los bancos irlandeses, españoles, griegos y en general los de países que han sufrido los ataques del mercado financiero, siguen necesitando la barra libre, a pesar de que la publicación de las pruebas de esfuerzo ha rebajado la tensión. "Estamos en un proceso que acabará en la retirada paulatina de las medidas excepcionales", dijo Trichet. “Pero ese proceso va para muy largo”.
ESPAÑA:
La leve recuperación continúa y los datos apuntan que la actividad del segundo trimestre será superior a la del primero, pero la tasa de paro es tremendamente elevada. Esta situación queda así, claramente reflejada: los indicadores macroeconómicos mejoran, aunque sea tímidamente; los mercados han dejado de mirar a España como la próxima víctima sobre la que abalanzarse; tras dos años de caídas, los beneficios de las grandes empresas vuelven a subir... Síntomas positivos, pero que no ocultan que la variable más importante –el paro- sigue bajo mínimos. Ya hay 4,6 millones de desempleados, y este nivel seguirá siendo muy alto durante mucho tiempo.
La publicación de las pruebas de esfuerzo a la banca europea ha tenido un efecto sorprendentemente positivo para España. De repente, las entidades financieras nacionales -inmersas aún en un proceso de reestructuración que dará al traste con el modelo de cajas de ahorros vigente hasta ahora- emergen como las que más y mejor se han desnudado de toda Europa. Y los inversores han premiado esta muestra de transparencia, por lo que la confianza parece estar retornando.
La prima de riesgo -el diferencial que España tiene que pagar para financiarse respecto a Alemania, considerado como el país más fiable- ha caído desde los máximos que tocó a mediados de junio, por encima de los 230 puntos básicos, hasta alrededor de 150 puntos. Es decir, el Tesoro español tiene que ofrecer a sus compradores de bonos a 10 años una rentabilidad del 4,2%, mientras que Berlín se puede permitir solo un 2,6%.
Frente a las dudas de los más pesimistas, respecto al pasado mes de julio (España afrontaba este mes el mayor volumen de vencimientos de deuda -casi 25.000 millones de euros-), no solo hubo más demanda de la esperada, sino que el Tesoro español logró reducir el tipo de interés que ofrece a los inversores.
Ahora bien, tanto España, Europa, como Estados Unidos arrastran aún el problema de fondo: que los agentes económicos están muy endeudados y el crédito a las empresas no fluye. Lo que permite dudar del inicio de una verdadera recuperación.
Aparte de que el problema básico no se haya solucionado aún, aparecen nuevos problemas: el recorte inversor de 6.400 millones en infraestructuras que ha decidido el Gobierno pondrá en aprietos a más de una constructora. Las cinco patronales del sector se reunieron para denunciar que el tijeretazo de Fomento destruirá 115.000 puestos de trabajo y obligará a algunas empresas a echar el cierre.
Todo apunta a que España, pese a haber salido de la recesión, afronta, unos años de crecimiento anémico. Y que una recuperación tan débil será incapaz de generar empleo con la fuerza necesaria como para reducir las tasas actuales.
El gasto público español ha retrocedido a un ritmo muy rápido. Los ministerios volverán en 2011 a la dotación presupuestaria que tenían en 2006, según anunció la vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado. Las cuentas públicas más austeras de la democracia obligarán a los ministerios a reducir hasta un 16% de sus gastos de media, algo más de lo anunciado inicialmente. Por lo que austeridad y reformas volverán a ser las dos palabras clave del próximo curso económico.
La ministra Salgado quiso preparar el terreno para lo que será un recorte generalizado en muchas políticas sociales. "En conjunto, los ministerios contarán con un importe algo superior al de 2006", explicó como muestra de que se ha tomado en serio las promesas realizadas a Bruselas -con la vista puesta en los mercados- de dejar atrás el déficit del 11,2% del PIB alcanzado en 2009.
Sólo se salvan de esos tijeretazos los pagos por intereses de la deuda, que irremediablemente aumentan al ritmo que lo hace el endeudamiento español, y las prestaciones por desempleo, que todavía crecerán el año que viene respecto a 2010. Más allá de esas partidas, el Gobierno quiere suavizar el impacto en las políticas de investigación y desarrollo, seña de identidad de los Ejecutivos de Zapatero, por lo que tendrán una disminución "muy inferior a la media". En conjunto, el Presupuesto de 2011 tendrá un límite de gasto un 7,7% inferior al de 2010.
Junto a la austeridad, la ministra quiso destacar las reformas estructurales como otro de los ejes para los próximos meses. Junto a la laboral, ya aprobada por el Senado, la ministra citó la ley ómnibus de liberalización de servicios, y la ley de economía sostenible, que el Ejecutivo pretende aprobar antes de final de año.
Sorprendentemente, Salgado no aludió a la de las pensiones, una de las más enfatizadas por analistas, organismos internacionales y por el propio Gobierno en el último año. Preguntada al respecto, Salgado aseguró que las pensiones figuran entre las prioridades y que el Ejecutivo enviará un proyecto al Parlamento antes de final de año, pero de momento está a la espera de recibir el informe del Pacto de Toledo. No quiso entrar a valorar la propuesta del titular de Trabajo, Celestino Corbacho, sobre elevar de 15 a 20 años el periodo de cálculo de la pensión. Se limitó a decir que una recomendación similar figuraba en el programa de estabilidad y que se abordará más adelante.
Tampoco quiso referirse al impacto que pueda tener en los mercados la convocatoria de una huelga general el 29 de septiembre, justo en los días en que el Presupuesto llega al Congreso. Solo manifestó el "respeto absoluto" del Gobierno a esa convocatoria.
Es importante resaltar, que las cuentas públicas han comenzado a levantar cabeza tras más de dos años de depresión. El Estado ha registrado hasta el mes de julio un déficit de 25.774 millones de euros, equivalentes al 2,44% del producto interior bruto (PIB). La cifra supone reducir a la mitad los desequilibrios presupuestarios acumulados en los siete primeros meses de 2009. Los planes de ajuste, la incipiente mejoría de la economía y bastantes cambios en la contabilización de estas cifras (cambios que impiden que las cifras sean estrictamente comparables) convierten a los datos de ejecución presupuestaria de julio en los mejores desde que arrancó la crisis.
Si se mira solo julio, el saldo es un superávit cercano a los 4.000 millones. Ese excedente es superior al registrado en el mismo mes de 2007, año en el que las cuentas públicas españolas registraron su mayor superávit. Hacienda confía en lograr el objetivo de reducir el déficit del Estado central del 9,5% al 5,9% del PIB en el conjunto de 2010 y dependerá de comunidades y Ayuntamientos que se consiga el recorte del déficit público del 11,2% al 9,3%.
La evolución más espectacular se registra en el IVA. Este impuesto -un buen termómetro del consumo- se ha recuperado con fuerza tras los desplomes experimentados desde 2008. La recaudación ha mejorado un 42% hasta julio. Y en ese mes casi se ha duplicado respecto al año anterior. El despegue se produce, a pesar de que los datos no recogen aún el impacto de la subida del impuesto que entró en vigor el mes pasado (pues el IVA de julio se ingresa en agosto). Incorporan, eso sí, el efecto de la anticipación de compras que se ha producido para ahorrarse el alza de IVA.
En cualquier caso, solo una pequeña parte de esa radical subida obedece a la mejora de la economía. Porque el IVA ingresado por las empresas en los siete primeros meses del año ha crecido el 5%, según cálculos del Ministerio de Economía. La diferencia con ese 42% de aumento global que recoge la ejecución presupuestaria obedece al elemento que más distorsiona los datos de IVA del año pasado y de este: el calendario de pago de las devoluciones y los aplazamientos.
Para aliviar los efectos de la crisis, Economía ofreció el año pasado a las empresas la posibilidad de abonarles mensualmente las devoluciones de IVA. Así, pagó las de dos ejercicios (2008 en pago anual y 2009 en entregas mensuales) en uno solo, lo que desplomó los ingresos. Además, se concedieron muchos aplazamientos en el impuesto que se están ingresando ahora. Por ambos motivos, las cifras mejoran artificialmente; ni el descenso fue tan brusco como parecía en 2009 ni la mejora es tan sustancial ahora.
Tras el IVA, la recuperación más sustancial se registra en los impuestos especiales (gravan el consumo de hidrocarburos, alcohol, tabaco y electricidad). Poco más de un año después de que el Gobierno elevara la tributación sobre los carburantes y el tabaco, este capítulo acumula un aumento del 5,7%.
Ajeno a los incrementos, el impuesto de sociedades se convierte en "el único gran impuesto que presenta una evolución negativa en 2010", como reconoce la nota publicada por el Ministerio de Economía.
El pequeño respiro en las cuentas públicas obedece también a las primeras señales visibles de los planes de ajuste anunciados por el Ejecutivo en mayo. El gasto, desbocado durante toda la crisis, experimenta la primera reducción en la comparación anual desde enero de 2009: un 2,5%. A ese resultado ha contribuido decisivamente la rebaja de sueldo a los funcionarios que entró en vigor en junio. Los datos divulgados recogen la nueva nómina de junio y buena parte de la de julio. Así, el capítulo de salarios refleja una caída casi idéntica al recorte medio aplicado (4,9%), aunque en el acumulado del año siguen subiendo por la incorporación de nuevo personal en Justicia e Interior derivada de compromisos anteriores.
Más que ese recorte, en la relajación del gasto pesa el menor desembolso del Estado a comunidades autónomas y Ayuntamientos. En 2009, el Gobierno entregó a las Administraciones territoriales cantidades muy superiores a las que les correspondían porque se basaban en una previsión de ingresos hinchada respecto a la recaudación real. Así que las entregas de este año, ajustadas a la coyuntura, resultan modestas. Las más perjudicadas son las entidades locales, que pierden casi un 25%. Las comunidades han salido mejor paradas porque la entrada en vigor del nuevo sistema de financiación autonómica mejora las asignaciones y suaviza las pérdidas respecto a 2009.
Por otro lado, respecto al turismo son ilustrativas las declaraciones de algún representante del sector: “hace unos años había hoteles que contrataban personal para la hora del café. Era una hora punta. Ahora no es necesario. Los clientes acuden al restaurante si tienen la comida incluida y luego se van. Si hacías una fiesta en el hotel, los huéspedes se tomaban dos y tres copas cada uno. Ahora se conforman con una". La frase resume perfectamente la marcha del turismo este verano. La ocupación en agosto ha sido buena, por encima del 90%. Sin embargo, aunque las habitaciones estén casi tan llenas como hace dos años, los bolsillos de los viajeros siguen a medio gas.
Aunque aún no hay datos oficiales sobre la ocupación estival, en general todo el sector turístico destaca que las previsiones que hablaban de una temporada mejor que la de 2009 se están cumpliendo. "Es fácil mejorar respecto al año pasado. Fue un verano horrible", explica una responsable de ventas de la agencia de viajes por Internet Atrápalo. La Federación Española de Asociaciones de Agencias de Viajes (FEAAV) cree que la entrada de turistas crecerá en julio y agosto entre el 3% y el 5%. También la Organización Internacional del Turismo cree que España registrará una mayor entrada de turistas en 2010: 52,8 millones de turistas frente a los 52,2 millones de 2009.
Por otro lado, los precios han experimentado una mínima relajación en agosto tras la fuerte subida registrada en el mes de julio. El índice de precios al consumo armonizado, comparable con el resto de Europa, se ha situado en el 1,8% interanual, una décima menos que en julio. Esa leve desaceleración se produce pese a que agosto ha sido el segundo mes con el nuevo IVA en vigor, que encarece los precios al consumidor. Con el dato de agosto, el IPC se sitúa por segundo mes consecutivo próximo al límite que marca el Banco Central Europeo (2%) tras casi año y medio rozando el riesgo de deflación.
A falta del desglose (el dato divulgado por el INE es solo un avance), se atribuye la variación a la bajada del precio de los carburantes y combustibles. En agosto del año pasado, mes y medio después de que el Gobierno subiera los impuestos sobre los carburantes y el tabaco, se registró una subida notable en la partida energética, por lo que la comparación ha resultado ahora favorable, a pesar de la subida del IVA. No obstante, los carburantes han registrado crecimientos interanuales de dos dígitos desde que arrancó el año, tras un 2009 marcado por descensos también de esa magnitud.
El INE también destaca un incremento de los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas, aunque ha pesado menos que el descenso en el combustible. Este capítulo lleva ya dos meses de incrementos mensuales moderados, pero registra caídas anuales desde hace más de año y medio.
Más allá de estos elementos volátiles (alimentos y energía), la duda reside en qué ocurrirá con los elementos estructurales de la inflación, los que conforman la inflación subyacente (IPC sin productos energéticos y alimentos frescos no elaborados y que refleja la tendencia real de los precios). Este indicador lleva meses con unos valores muy moderados, próximos a cero e incluso alguno negativo. El dato de julio no permitió observar con claridad el impacto de la subida del IVA en esta partida, pues la llegada de las rebajas siempre impone caídas de precios en julio. No obstante, el descenso de este año fue cuatro décimas inferior al de 2009, una diferencia que se puede atribuir, al menos en parte, a la subida del impuesto.
Con la subida de precios de agosto, el diferencial con la zona euro –importante respecto a la competitividad de las exportaciones españolas- se está manteniendo en niveles moderados. En julio, esa brecha entre la evolución de precios española y la del conjunto de países del euro ascendía a dos décimas.
Finalmente el desempleo no deja de crecer: el alivio que habían proporcionado los tímidos recortes del paro desde abril ha tenido poca continuidad. Durante el pasado agosto se ha roto la tendencia a la baja con 61.083 desempleados más registrados en las oficinas de empleo. Se trata de un dato negativo que mejora con la comparación, pues el aumento es inferior al de agosto de 2009 y, sobre todo, al de 2008. Frente a ese pequeño avance, la temporalidad golpea con más fuerza que nunca. Solo el 6,6% de los contratos firmados el mes pasado fueron indefinidos. Hay que remontarse a agosto de 1998 para encontrar una cifra más baja. La paradoja es que la reforma laboral que el Gobierno que, teóricamente, ha diseñado para corregir esa anomalía lleva más de un mes en vigor.
Las cifras reflejan una grave característica del mercado de trabajo, la excesiva temporalidad. Aunque el registro de los servicios públicos de empleo no constituye la mejor medición, la conclusión es irrefutable: lejos de mejorar, la temporalidad empeora. De todos los contratos firmados a lo largo del mes de agosto, un exiguo 6,6% fue de carácter indefinido (el peor dato en 12 años). Tanto el secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, como la secretaria general de Empleo, Maravillas Rojo, argumentaron en su comparecencia que la contratación indefinida nunca prolifera en agosto. El problema es que la comparación ensombrece la cifra, pues ni siquiera en los dos años más crudos de la crisis el peso de los fijos ha sido tan reducido como ahora.
Corregir esa dualidad era el principal objetivo de la reforma laboral (en vigor desde mediados de junio aunque el Congreso de los Diputados le dará el visto bueno definitivo a primeros de septiembre), pero las cifras indican que conseguirlo será más que un reto. El principal exponente de esas dificultades está en el contrato estrella de la reforma, el de fomento de la contratación indefinida. Esta figura, que el Gobierno ha pretendido universalizar como contrato fijo con despido más barato, se está convirtiendo en residual. Solo el 8,63% de los indefinidos suscritos durante agosto respondían a esa fórmula, pese a que ya ampara a cualquier persona en desempleo o con contrato eventual. "La reforma laboral necesita un tiempo mínimo de recorrido", justificó la secretaria general de Empleo. Pero es que hace un año, sin reforma, el contrato con despido de 33 días por año trabajado (frente a los 45 ordinarios) abarcaba el 14,08% de los fijos.
Un análisis similar al del paro merecen las cifras de la afiliación a la Seguridad Social, representativas del comportamiento del empleo. Al igual que todos los agostos, los cotizantes caen, aunque menos que en años anteriores. La mejora de este agosto frente al de 2009 no es tan evidente como en el caso del desempleo (hubo 131.858 afiliados menos frente a los 142.242 del año pasado). Pero la serie desestacionalizada (elimina el efecto de que agosto sea un mal mes) revela un repunte superior a 55.000 afiliados. El secretario de Estado de la Seguridad Social celebró el dato: "Permite presagiar que la entrada de la actividad ordinaria en septiembre se producirá con fortaleza". Como tendencia más esperanzadora, mencionó que la caída de cotizantes entre las mujeres ya se ha detenido, por lo que augura crecimientos netos en este colectivo en septiembre u octubre. Algo más habrá que esperar para ver repuntes de la afiliación total. "Nuestro objetivo es que la pendiente deje de caer a final de año", es decir, que se cree empleo a principios de 2011. La mayoría de los analistas cuestionan ese objetivo.
La Seguridad Social ha perdido 284.846 afiliados en el último año, muy lejos, eso sí, de la cifra superior a un millón que se perdía en agosto de 2009. Con esta evolución, el Gobierno confía en cerrar el año con unas cuentas más saneadas de lo previsto.
MERCADOS:
Agosto tuvo un buen final dentro de lo malo que fue el mes para la Bolsa. La incertidumbre volvió a la economía mundial en agosto y la Bolsa española lo notó, como lo notaron casi todas las plazas importantes: el Ibex se dejó el 3% en el mes, a pesar de que la última jornada de agosto se saldó con un avance del 0,5%. La variación en lo que va de año sigue siendo, claramente, en negativa (casi el 15% de caída), con la Bolsa española entre las peores, tal vez porque la economía española está también en el furgón de cola al día de hoy por su lenta salida de la crisis, por las presiones en el mercado de deuda pública y sobre todo por un mercado laboral que presenta las peores cifras de Europa. Y sin un paro en niveles normales, difícilmente puede hablarse de recuperación.
La prueba de que hay nervios está en los récords que se han roto a diario. La huida de los inversores hacia refugios seguros se ha dejado notar en las últimas semanas en las fuertes subidas del oro, pero también del franco suizo -una de las guaridas que reaparecen en tiempos de turbulencias- y en la deuda alemana, cuya rentabilidad está en mínimos históricos. Además, la apreciación del yen no se detiene a pesar de las medidas de estímulo fiscal y monetario aprobadas por las autoridades. Los japoneses están repatriando capitales ante la incertidumbre que se cierne sobre la economía mundial, y eso está recalentando la divisa, con el consiguiente disgusto de las compañías exportadoras y del Ejecutivo, que fiaba buena parte de la salida de la crisis al sector exterior.
Si el mes de julio fue un buen mes para la Bolsa, la tendencia se quebró en agosto. En julio fue la banca la que lideró los avances, en agosto la banca repitió la situación, pero por el lado contrario: fue el sector más castigado, con caídas superiores al 10% en la banca mediana, y cercanas al 8% en las grandes entidades (Santander y BBVA).
Septiembre arranca con dudas. Y no solo en la Bolsa: el mercado de divisas está que arde, el petróleo lleva tres semanas hacia abajo, el mercado de bonos sigue alerta.
EMPRESAS:
Mercadona está más cerca que nunca de El Corte Inglés. En el último ejercicio, la distancia por cifra de negocio entre los dos gigantes españoles de la distribución se redujo por primera vez en la historia por debajo de los 2.000 millones de euros.
El Corte Inglés cerró el ejercicio con una facturación consolidada de 16.356,25 millones de euros, tras retroceder un 5,8%, mientras que Mercadona alcanzó en 2009 una cifra de negocio neta de 14.402,37 millones, un 0,83% más que el año anterior.
En 2005, la diferencia en facturación entre ambos grupos era de 6.253 millones de euros. Desde entonces, Mercadona ha ido poco a poco estrechando distancias con el número uno de los grandes almacenes europeos. Entre 2005 y 2008, la cadena de supermercados valencianos incrementó su cifra de negocios neta en dos dígitos. En 2006, creció un 17,54%, hasta 11.286,25 millones; un año después, un 15,05%, hasta 12.984,92 millones; y, en 2008, un 10%, hasta 14.283,64 millones.