viernes, 17 de junio de 2016

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL JUNIO 2016: disminuye el endeudamiento privado y aumenta el publico en España. Mantenimiento estancamiento y caídas precios eurozona

Según el Banco de España, las administraciones públicas han acumulado una deuda de 1, 095 Billones de euros. Por primera vez, desde el año 1909, se ha superado una cifra equivalente al 100% del PIB español. Esto significa que el Estado español ya debe más dinero que la riqueza que se genera anualmente (el valor de su producto) y, por lo tanto, que el crecimiento económico español aumenta a un ritmo inferior que sus deudas.

GLOBAL:

El Banco Mundial ha recortado de nuevo sus previsiones para la economía global, estimando un crecimiento del 2,4% este año (medio punto menos que lo anticipado hace solo seis meses).
La fuerte contracción de América Latina explica en gran medida la rebaja: caerá un 1,3% en el ejercicio en curso (en enero se hablaba de estancamiento). El organismo alerta de que los riesgos van al alza y critica, según sus propias palabras, la “ensalada” de políticas monetarias emprendidas, a las que acusa de no funcionar.
En su “Informe de Perspectivas”, señala que “la economía mundial sigue atrapada en un equilibrio de bajo crecimiento. Aunque esta situación no debe ser vista como una recesión planetaria porque los datos reflejan un crecimiento pero muy débil. La recuperación continúa pero a un ritmo que deja mucho que desear”.
La revisión a la baja de las expectativas se explica por las dificultades que arrastran las economías avanzadas, la persistencia del bajo precio de las materias primas, la debilidad del comercio internacional y la moderación en los flujos de capital. A los países emergentes y, en concreto los que exportan energía y commodities, les está resultando muy complicado adaptarse.
El Banco Mundial señala, además, que los beneficios del bajo precio de la energía y las materias primas para los países importadores no se están materializando tan rápido como se esperaba. El frenazo de estos países explica la contracción económica que se sufre en América Latina.
Los riesgos a la baja, por tanto, son más pronunciados a escala global. Por si no bastara, la rápida expansión del crédito en el sector privado eleva el riesgo potencial para varios países emergentes, como advierte el economista jefe del Banco Mundial, Kaushik Basu. A esto hay que sumar las dudas sobre la efectividad de las políticas monetarias para apoyar el crecimiento y la volatilidad que ello genera.
“Los bancos centrales están experimentando cada uno por su cuenta con tipos de interés negativos. Parecía una buena idea pero en retrospectiva está ensalada de políticas sin coordinar no funciona”, advierte Basu. Por este motivo, el máximo responsable de análisis del organismo pide a las principales autoridades monetarias globales que asuman su “responsabilidad colectiva para no minar la economía global”.
El margen de acción en el ámbito fiscal y monetario es, de hecho, “estrecho”. Por eso, Basu insiste en la importancia de que los ahorros por el abaratamiento de la energía y las materias primas se destinen a infraestructuras, educación y formación. También emplaza a los exportadores a adoptar iniciativas que promuevan la diversificación económica y la liberalización del comercio.
En el mismo sentido,  la OCDE en su último informe sobre perspectivas económicas globales, ha  advertido sobre el débil crecimiento global: el crecimiento en economías avanzadas es bajo e incluso se ha ralentizado. De hecho, reduce su pronóstico hasta el 3,3%, tres décimas menos para este año y el próximo. Alerta del riesgo del Brexit inglés y del alza de la deuda en países expuestos a los mercados.
Constata que se prolonga la debilidad comercial y el parón en la inversión. Y como ya es habitual, la OCDE reclama más inversiones y reformas estructurales, para insuflar energía al crecimiento económico.
La OCDE también ha alertado respecto al incremento de la desigualdad y la ralentización de la productividad. Considera que la prolongada debilidad de la demanda está lastrando las perspectivas a largo plazo, y señala que las ganancias de la productividad no están siendo suficientemente compartidas.
Para fortalecer el crecimiento global recomienda usar las políticas fiscales más intensamente y avanzar en las reformas estructurales. Aconseja aprovechar las condiciones de la política monetaria para impulsar las inversiones.

LATINOAMERICA:

La divergencia entre países exportadores e importadores es clara en la región. Las economías de América del Sur se contraerán un 2,8% lastradas por Brasil.
La economía de Brasil ha empeorado su situación económica. Padece un aumento constante de los precios, y su tasa de paro se ha situado en un 10%. Y es que el PIB de Brasil ha retrocedido, nada menos, que un 5,4%, en tasa interanual, durante el primer trimestre de este año.
La economía de Brasil, ya encadena ocho caídas trimestrales consecutivas. De forma que sacudida por la crisis política desde hace meses, está sufriendo la mayor recesión –caídas del PIB- en 25 años.
La industria es la que ha experimentado una caída mayor (un 7,3%), y la construcción que ha retrocedido un 6,2%. En el mismo sentido, el comercio disminuyó un 10,7%, y el consumo de las familias un 6,3%.
En todo caso, algunos analistas detectan algunos síntomas de mejora, aunque se estima una recuperación muy lenta.
El otro punto negro es Venezuela. Se contraerá un 10%, el doble de lo esperado, para moderarse hasta el 2,3% en 2017. Argentina también estará en negativo, aunque en su caso la contracción será de solo el 0,5% para este año. Representa, de todas formas, un recorte de 1,2 puntos aunque se revisa al alza el crecimiento para el año próximo, hasta el 3,1% frente al 1,9% que se anticipó en enero.
México y los países de América Central crecerán, por el contrario, un 2,7% gracias a la expansión de su poderoso vecino del norte, EE UU (un 1,9%). La excepción es Ecuador, que sufrirá una caída del 4% tras empeorar dos puntos sus perspectivas por el lastre del petróleo. Es el mismo problema que sufren en Columbia, Chile, Perú y Bolivia por la caída de las inversiones en materias primas. Aunque México es un país exportador neto de petróleo, su industria está más diversificada y la depreciación del peso le da una ventaja competitiva al sector manufacturero.
La pérdida de valor de las divisas latinoamericanas hizo que el volumen de exportaciones de la región creciera un 3,5%. Ahora representa el 7,4% del total de mercancías que se movieron en todo el mundo, frente al 5,3% en 2014.

JAPÓN:

La economía de Japón, aunque débilmente, ha conseguido salir de la recesión, gracias a los estímulos por el Banco de Japón (tipos de interés negativos). Y es que en tasa interanual, durante los meses de enero y marzo,  su PIB consiguió crecer un 1,7%.
No obstante, la vulnerabilidad de la economía de Japón es evidente: el consumo privado creció muy levemente, lo que ha llevado al primer ministro Shinzo Abe a retrasar la subida del IVA.
Japón, dada las limitaciones en las que han entrado las políticas monetarias (parece haberse “agotado la munición”) quiere promover a nivel mundial un impulso coordinado de las políticas presupuestarias, aumentando el gasto presupuestario.
En la economía de Japón, el consumo privado representa una cifra equivalente al 60% del PIB. Esta variable ha subido un 0.5 por ciento, como consecuencia de que los hogares aumentaron su gasto en televisores, alimentos y ocio. Sin embargo, este aumento no ha conseguido compensar la caída de un 0.8% que había experimentado en el trimestre anterior.
Por su parte, las exportaciones han crecido un 0,6%.
En todo caso, algunos analistas señalan que el fortalecimiento del yen y la debilidad de la demanda interna y externa, van a recortar a los beneficios empresariales y, consiguientemente, a la inversión de la empresas.
Si los beneficios empresariales de Japón cayesen, a su vez lo harían los salarios. Por estas razones: “la presión deflacionaria” motivada por la débil demanda, unida a los bajos precios de las importaciones pueden conducir al Ejecutivo nipón a tener que adoptar nuevas medidas de estímulo.
La realidad, es que la débil recuperación económica viene determinada por la contribución del sector público (el gobierno ha aprobado un presupuesto suplementario de 7.000 millones de euros para la reconstrucción después del seísmo).
Según Abe, se trata de “evitar los riesgos que afronta la tercera economía mundial en la actual coyuntura global de ralentización. La economía global está cambiando a un ritmo que no podíamos imaginar. Y la desaceleración de China y otros países emergentes, que junto a otros factores internos, como los fuertes terremotos que tuvieron lugar a mediados de abril en la isla de Kyushu, han lastrado a Japón”.
Todo ello, ha conducido a retrasar el alza del impuesto sobre el consumo (del 8% al 10%) hasta octubre de 2019 "para poder seguir adelante con la Abenomics", como se denomina su estrategia para reactivar el crecimiento.
Pese a que la salud fiscal de Japón es la peor del mundo desarrollado, Abe reafirmó su compromiso de mantener la disciplina en este terreno de cara a lograr un superávit primario en 2020. Dado su enorme volumen de deuda (es más del doble de su PIB) los organismos internacionales llevan años instando a Tokio a que aplique subidas impositivas para mejorar su fiscalidad.

CHINA:

Es realmente sorprendente que China, que es prestamista neto de la economía estadounidense, financiando los tremendos déficits exterior y público de la mayor economía mundial, tenga a su vez un endeudamiento que se acerca a niveles peligrosos.
Al termino de 2015 la deuda total de la economía de China alcanzó un nuevo récord, situándose, nada menos, que en el 248,6% del PIB, es decir, que el volumen de créditos a devolver por el Gobierno, las empresas y las familias es prácticamente 2,5 veces mayor al tamaño de la segunda economía mundial.
Este ingente crecimiento de la deuda en los últimos años (en 2008 era del 148,3% del PIB) ha asustado a los analistas, ya que muy pocas economías han conseguido esquivar una crisis financiera, o abandonar el estancamiento económico, como consecuencia de una aumento de la deuda de ese importante volumen.
Señala Goldman Sachs que "todos los grandes países con un aumento rápido de la deuda han experimentado o bien una crisis financiera, o una desaceleración prolongada. La historia sugiere que China va a correr la misma suerte".
Según datos del Banco de Pagos Internacionales, el problema se encuentra en la deuda corporativa (de las empresas), que se ha multiplicado casi por cuatro en los últimos siete años.
Análisis de Credit Suisse muestran que un aumento de este calibre solamente lo ha vivido Irlanda justo antes de la crisis de 2008; es comparable al que registró Tailandia antes de la crisis financiera asiática; y al que experimentó España entre 1996 y 2010. 
No obstante, la proporción entre la deuda y el PIB chino es actualmente más o menos similar a la de Estados Unidos, o a la de la Eurozona, y está muy por encima de los niveles de otras potencias emergentes.
Las razones que ha conducido a este fuerte apalancamiento o endeudamiento de las empresas chinas, se encuentra en el programa de estímulo masivo de 4 billones de yuanes (alrededor de unos 464.000 millones de euros) que Pekín aprobó en 2009 para tratar de sortear el envite de la crisis financiera internacional.
Fueron las empresas y las administraciones locales las que respondieron más rápido a la llamada de Pekín a gastar, lo que dio un importante empuje a la economía pero dejó una gran cantidad de deuda -mucha de mala calidad- como herencia. Tanto dinero en tan poco tiempo (se calcula que se inyectó el equivalente del 12,6% del PIB) hizo que el capital se destinara también a proyectos con poca o nula rentabilidad, por lo que los préstamos concedidos entonces tuvieron que pagarse contrayendo nuevas deudas.
En ese sentido, un reciente estudio de la consultora Natixis, sostiene que un 16% de las mayores empresas chinas que cotizan en Bolsa ya no son capaces de pagar los intereses generados por la deuda con sus beneficios. La situación es especialmente crítica en el sector inmobiliario. El FMI ha advertido que el nivel de deuda en China es "excesivo" y su aumento "es insostenible". Hasta el oficialista Diario del Pueblo ha alertado, en un inusual texto en portada, de un crecimiento sostenido por la deuda y de un riesgo "mortífero" para la economía.
Como señalaba al principio, todos son paradojas, ya que los bancos chinos sitúan su índice de morosidad solamente en el 1,75%.
A pesar de las advertencias, la máquina de prestar dinero sigue en pleno funcionamiento. En medio de la desaceleración económica, China ha fiado al crédito barato la consecución de su meta de crecimiento, del 6,5% anual hasta 2020. El volumen de nuevos préstamos concedidos entre enero y marzo llegó a los 4,61 billones de yuanes (unos 630.000 millones de euros), cifra comparable a lo que se prestó a principios de 2009, en pleno programa de estímulo masivo.
El origen de todo se encuentra en el empeño de las autoridades chinas de conseguir los objetivos de crecimiento marcados. Y es difícil que cambien de meta a corto plazo. Según Erica Li, profesora de finanzas de la Escuela de Negocios Cheung Kong, “el Gobierno vacila y no está intentando reducir este riesgo, sino que trata de encubrir estas burbujas porque tiene miedo a las reformas, ya que son muy dolorosas".
Sin embargo, hay que destacar que la mayoría de los analistas no prevén que la economía de China vaya a sucumbir en una crisis financiera (al menos de forma inmediata). "Gran parte de la deuda es doméstica y, por lo tanto, el Gobierno tiene la capacidad de controlar los daños. Muchas empresas con altos niveles de endeudamiento son estatales, por lo que fácilmente pueden refinanciar deuda o incluso forzar su canje por acciones, cosa que por desgracia ya ha sido puesto en práctica en algunos casos".
En definitiva, la profesora Li afirma "no creo que China sufra un proceso de desapalancamiento doloroso porque las autoridades no permitirán que esto ocurra".
La realidad es que la economía china tiene un fuerte volumen de reservas de divisas, y una Deuda Pública relativamente baja (de un 43,5% del PIB), además de controlar el sector bancario y las principales empresas del país.
Ahora bien, señalan muchos analistas, que “esto no significa que China, no pueda caer en una prolongada etapa de bajo crecimiento económico, como sufrió Japón a principios de los 90 del siglo pasado y sigue arrastrando en la actualidad. China trata de ganar tiempo para que la economía se recupere y reducir entonces la deuda de forma natural, pero si la economía no crece lo suficientemente rápido, la deuda aumentará más.
Si el Gobierno actúa con rapidez y precisión hay margen para el ajuste, si no China sufrirá una peligrosa crisis”.

ESTADOS UNIDOS:

La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, respecto a la anunciada subida de tipos de interés, ha intentado mostrar todas las posibilidades abiertas. Eso a pesar del mal dato de empleo en Estados Unidos durante el pasado mes de mayo: “aunque la economía recientemente se ha visto afectada por una mezcla de fuerzas contrapuestas, veo razones para esperar que las fuerzas positivas en apoyo del crecimiento en el empleo y la mayor inflación continuaran superando a las negativas”.
Sin embargo, ha señalado que “un número considerable de incertidumbres acechan a plan de normalización monetaria a este lado del Atlántico. Las incertidumbres son numerosas y el progreso hacia nuestros objetivos, y la política monetaria dependerán de la evolución de las mismas”.
Se desprende que quizá, no suban los tipos de interés ni durante junio, ni julio.
Está pesando en la decisión, la debilidad de la inversión y la marcha del empleo. Incluso, ha llegado a citar como un riesgo externo, la posible salida del Reino Unido de la Unión Europea.

EUROZONA:

La economía europea está mejorando lentamente, aunque los riesgos se mantienen, y los precios siguen estancados o cayendo. Ello unido a una cifra de alrededor de 18 millones de personas desempleadas.
El presidente del BCE, Mario Draghi,  ha pedido paciencia antes de evaluar la efectividad del arsenal de medidas extraordinarias que ha puesto en marcha señalando que está "listo para actuar". El BCE va a comenzar este mes de junio la compra de deuda de empresas.
A la maltrecha economía de la eurozona hay que añadir varios puntos preocupantes: la banca italiana sigue con problema; el Reino Unido es otro preocupante asunto (Draghi ha señalado que "los británicos deberían seguir en la Unión, pero el BCE está listo para cualquier escenario").
Sin embargo, Grecia ha pasado a un segundo plano después del acuerdo político en Bruselas sobre el primer examen del rescate, aunque el BCE se ha resistido a abrir la liquidez para los bancos helenos hasta más adelante.
El BCE va a activar, durante este mes de junio (a partir del día 8), las compras de deuda corporativa (emitida por empresas). Se trata del escalón más fuerte del programa de compras de activos (QE, por sus siglas en inglés). Y a final de mes se pondrá en marcha la nueva ronda de “barra libre de liquidez”, la enésima lluvia de fondos para los bancos a tipos de interés extremadamente bajos.
Draghi subrayó que la política monetaria ultraexpansiva está funcionando, y aún va a ser más efectiva. Las tasas de interés del euro están en mínimos, y las compras de activos seguirán, al menos, hasta marzo de 2017, y podrían ir incluso has fechas más alejadas.
La intensificación  de la “barra libre de liquidez” para los bancos, persigue desatascar el crédito. Se trata de medidas inéditas hasta la fecha, que hasta ahora no han servido para conseguir que los precios crezcan hasta el 2%... ¿Recuerdan aquellos años no lejanos, dónde el objetivo era tratar de controlar las subidas de precios?
Consciente Draghi de que a la política monetaria ya “no tiene munición”, señaló que la política monetaria "apoya la recuperación", pero reclamó que "otras políticas económicas contribuyan decisivamente" al crecimiento.
En todo caso, ha señalado cierta mejoría en las expectativas respecto al comportamiento del IPC para 2016, y en cierta medida, trató de espantar la amenaza de deflación que tanto está preocupando.
En concreto se espera un crecimiento del IPC en la región del euro del 0,3% en este año, y que el PIB de la región crezca a un ritmo del 1,6%. Para 2017 y 2018, las estimaciones de inflación se quedan intactas, 1,3 y 1,6%, respectivamente. Mientras tanto, el PIB crecerá un 1,7% en ambos años, una perspectiva ligeramente peor para 2018, ya que hasta ahora el BCE esperaba un aumento del 1,8% ese año.
No obstante,  Draghi ha insistido en que a la Eurozona todavía le queda sufrir varios meses de caída de los precios. "La inflación va a seguir siendo muy baja, e incluso se verán descensos durante los próximos meses, antes de empezar a repuntar en la segunda mitad de 2016", explicó, algo en lo que ya venía insistiendo en los últimos encuentros.
Sin embargo, el hecho de que el BCE mejore las previsiones de precios refleja la confianza de la entidad en su pelea contra la deflación.
Por otro lado, el temor de que el Reino Unido pueda votar “si” a su salida de la Unión Europea (el Brexit), ha dado lugar a que la moneda de Gran Bretaña, la Libra Esterlina, haya llegado a alcanzar mínimos en su cotización en el mercado de divisas, y supone un riesgo más, tanto para el Reino Unido, como para la propia Unión Europea.

ESPAÑA:

Según la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE), la economía española crecerá este 2016 un 2,8%, pero sitúa la cifra de crecimiento en el 2017, en una cifra peor (2,3%).
Ello en contraste con las previsiones oficiales del Gobierno español, que estima un crecimiento del PIB de un 2,7% en ambos ejercicios.
La realidad  es que las variables, la mayoría exógenas, que han apoyado la recuperación, está comenzando a perder vigor: el precio del petróleo repunta levemente tras caer abruptamente durante el último año; la creciente debilidad de los países latinoamericanos impacta sobre las importaciones;  y los efectos de la política monetaria del Banco Central Europeo son decrecientes.
La OCDE augura, además, que el próximo Gobierno de España no mantendrá las políticas expansivas del último año (la bajada de impuestos próxima a las elecciones, la devolución de la paga extra a los funcionarios; y el aumento de determinados gastos públicos. Sin duda, son estímulos  que alimentaron el crecimiento del PIB español en 2105 al 3,2%.
La OCDE considera que la vuelta en España a una política fiscal más neutral (sin bajadas de impuestos, ni subidas de gastos) es adecuada, pero advierte como hecho más grave el alto nivel de la deuda pública, que ha alcanzado su nivel más alto conocido, el 100,05% del PIB.
El organismo ha avisado de que para mantener la deuda pública en un nivel que sea sostenible, “el Gobierno debería afianzar la senda de consolidación a medio plazo”. Y recomienda medidas más efectivas sobre el mercado laboral para reducir el desempleo y rebajar la desigualdad.
La OCDE justifica que empeora las previsiones porque se difuminan las circunstancias que han impulsado a la economía española en los últimos trimestres, como los bajos precios del petróleo y de las materias primas, los efectos decrecientes de la política monetaria expansiva del BCE y, apunta, la desaparición de la política presupuestaria expansiva que el Gobierno desplegó el año pasado, en víspera electoral.
Explica la OCDE en el capítulo específico donde analiza la evolución de la economía española, que  "se prevé que la recuperación continúe en 2016 y 2017, aunque a un ritmo más moderado. El organismo con sede en París considera que los tipos bajos de los créditos para empresas y los hogares ayudará a mantener el impulso del crecimiento económico. "Algunas de las fuerzas positivas, como los bajos precios del petróleo y de otras materias primas así como el leve estímulo fiscal positivo, va a impulsar el consumo en 2016, pero luego se desvanecerán en 2017".
La OCDE recomienda potenciar la productividad para mantener un crecimiento sostenible en el medio plazo. Y recomienda reducir la integración del mercado eléctrico —subrayar la diferencia entre productores y distribuidores— y eliminar las barreras de las actividades profesionales. El organismo que dirige Ángel Gurría apunta al mercado laboral y la alta tasa de desempleo como otro de los problemas de la economía española. Mejorar las políticas de inserción laboral de los desempleados es clave para reducir la creciente desigualdad y ampliar los beneficios de la recuperación a una mayor proporción de la población, explica el capítulo sobre España del informe de perspectivas económicas globales de la OCDE.
“Son necesarias más reformas para mejorar los recursos y la eficiencia de los servicios de empleo públicos y movilizar más recursos hacia programas de formación efectivos para los desempleados”, sentencia la OCDE.
El informe también recomienda combatir el abandono escolar temprano y ofrecer una segunda oportunidad a aquellos que abandonaron los estudios sin completar la educación secundaria, ya que al mismo tiempo que se mejorarían sus capacidades, se reduciría la tasa de desempleo juvenil.
La incertidumbre política que se vive en España desde las elecciones de diciembre del año pasado afectará a la inversión y el consumo, siempre que se mantenga la incertidumbre, precisa el organismo internacional.
Uno de los factores que tira del consumo es el crecimiento del empleo, que según la organización se traducirá en una reducción de la tasa de paro del 22,1% de media en 2015 al 19,8% en este año (una décima menos de lo que calcula el Ejecutivo) y al 18,4% el próximo (el Gobierno anticipa un 17,9%).
En 2017, España continuará en el furgón de cola de los países con más paro, con una tasa del 18,4% sólo sería superado por el 23,2% de Grecia, y seguiría muy lejos de Portugal (11,5%), el siguiente en la lista, como de la media de la zona euro (9,8%) y más todavía de la OCDE (6,2%).
Según sus cálculos, el déficit público que en 2015 se quedó en el 5,1% del producto interior bruto (PIB), muy lejos por encima del objetivo, bajará al 3,7% en 2016, como estima el Gobierno, pero la OCDE no coincide con el 2,5% que se espera para 2017, sino que prevé un 2,7%.
La consecuencia de todo eso es que la deuda volverá a incrementarse año hasta el 100,3% del PIB este año y sólo caerá muy lentamente, hasta el 100,1% en 2017, en parte por la inflación, que por tercer año consecutivo volverá a ser negativa este año (-0,5% de media) antes de pasar a territorio positivo el próximo (1%).
La OCDE constata que España tiene un problema de baja progresión de la productividad que dificulta generar un crecimiento sostenible e incluyente. La prueba es que en 2016 la productividad laboral incluso retrocederá (-0,1%), una situación que únicamente se dará en otros cuatro países de la organización: Grecia (-2,2%), Estados Unidos (-0,3%), Dinamarca (-0,2%) y Austria (-0,1%).
En 2017, habrá un aumento tímido del 0,2% que dejará a España con el segundo peor resultado tras el de Grecia (-0,2%).
Por lo que respecta a la evolución de los precios, el Índice de Precios al Consumo (IPC) bajó en mayo un 1% con respecto al mismo mes de 2015, es decir, registró un caída interanual del -1%). Es una bajada de precios algo más suave que en abril, cuando la tasa se situó en el -1,1%, según el dato adelantado, publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
De acuerdo al dato, los precios acumulan ya 10 meses consecutivos con bajadas, (sólo marcaron un 0,0% el pasado diciembre).
Desde julio de 2015, que experimentaron un pequeño aumento del 0,1% en tasa interanual, no logran colocarse en terreno positivo.
¡Qué cosas! Nadie hace años podía haber imaginado a un Banco Central como el nuestro, trabajando para conseguir que suban los precios al 2%... cosa que tampoco se está consiguiendo en la Eurozona, dónde los precios durante el paso abril cayeron un 0,2% (-0,2% en tasa interanual).
Según Mario Draghi, "no hay deflación en estos momentos” pero "el coste de no actuar sería caer en ella",  defendiendo de esta forma la política extraordinariamente expansiva aplicada.

Por otro lado, según la Encuesta de Condiciones de Vida publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la crisis en España Ha aumentado la pobreza: casi tres de cada diez españoles, el 28,6% de los ciudadanos, se encuentra en riesgo de exclusión social, sin apenas recursos con los que pagar sus necesidades básicas.  

La realidad  es que la mejora de las variables macroeconómicas se deja sentir en los ciudadanos a un ritmo más lento. Pero lo cierto, es que la recesión ha dejado heridas profundas: el 6,4% de los ciudadanos admite que sufren una carencia material severa, y han sufrido al menos cuatro de las siguientes circunstancias: no poder coger, al menos, una semana de vacaciones al año; no poder comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días; no poder poner la calefacción o el aire acondicionado; no tener dinero suficiente para adquirir una lavadora, un televisor, un coche o incluso un móvil y, por supuesto, tener dificultades para llegar a final de mes.

Al examinar el informe detenidamente, se observa el perfil de los ciudadanos que lo padecen: jóvenes extranjeros (no europeos) con educación secundaria, parados, solteros pero con un niño o dependiente y que vivan en Andalucía son los que más posibilidades tienen de caer en exclusión social, según las variables sociales analizadas por el INE.
En el lado contrario, el retrato robot de los ciudadanos con menos riesgo de pobreza es el de un español, con educación superior, casado pero sin hijos y residente en Navarra. Los jubilados de más de 65 años también figuran dentro de este grupo con escaso riesgo de caer en la pobreza.
Señala la encuesta analizada del INE, los ingresos medios de los hogares españoles se redujeron el año pasado un 0,2% hasta los 26.092 euros de media por familia.

Una buena noticia, según los datos publicados por el Banco de España,  
es que hasta abril las empresas y familias españolas han logrado reducir una cuarta parte de su deuda desde los niveles máximos alcanzados al comienzo de la crisis.
Aún nos situamos en una muy elevada carga de deuda, pero la carga financiera (intereses) del sector privado se está aminorando a una gran velocidad. En unos ocho años, las sociedades no financieras y los hogares han recortado sus pasivos a razón de unos 70.000 millones por año, desde el entorno de los 2,1 billones de euros hasta los 1,6 billones registrados en la actualidad. Por dar una idea de lo que esto representa, con 70.000 millones se podrían abonar ocho mensualidades de las pensiones o adquirir todas las acciones juntas de Santander y Red Eléctrica.
Si se toma como referencia el Producto Interior Bruto (PIB), los pasivos de las familias y empresas han descendido desde unas cotas próximas al 210% del PIB hasta el 149%. Es decir, casi 60 puntos porcentuales en ocho años.
Hay que señalar, que se trata de unos de los procesos de desendeudamiento o desapalancamiento,  más intenso ocurrido en la historia reciente. Sólo se podría comparar con la reducción de deuda sobre PIB que protagonizaron las Administraciones Públicas españolas en la primera década de este siglo gracias a la burbuja inmobiliaria. Por aquel entonces, el volumen de la deuda pública prácticamente se congeló mientras crecía la economía y, sobre todo, la deuda privada. Por una parte, las familias se hipotecaron sin freno porque se consideraba que el precio de la vivienda nunca bajaría. Y por otra, las compañías se lanzaron a adquirir activos en el exterior y desarrollar la actividad inmobiliaria. Y todo ello a golpe de crédito, aprovechando las desgravaciones fiscales y unos tipos de interés que en realidad eran negativos una vez descontada la inflación.
Y así se alcanzó uno de los niveles de deuda privada más altos del mundo:  en el caso de las empresas, su deuda sumó los 1,2 billones de euros en abril de 2009. Casi ocho años más tarde, las sociedades no financieras todavía acumulan 908.000 millones en préstamos, un 28% menos. En medio de una profunda crisis económica, semejante amortización de deuda se ha producido a fuerza de vender activos, incurrir en quiebras y recurriendo a la dación en pago de los activos apalancados. De hecho, buena parte del recorte de la deuda se achaca a unos 140.000 millones que debían las empresas inmobiliarias y que la banca lo ha provisionado como perdido.
Respecto a los hogares, éstos han aligerado su carga financiera hasta los 717.000 millones de abril de 2016 frente a los 912.000 millones contabilizados en noviembre de 2008, una disminución del 21%. De estos 195.000 millones de caída del saldo, más de la mitad se corresponden con el vencimiento de hipotecas. No en vano, unos tipos extraordinariamente bajos han ayudado a que la amortización de los créditos hipotecarios sea mucho más rápida a partir de 2012.
No obstante, estos esfuerzos para reducir el saldo crediticio se han visto casi neutralizados por la, anteriormente citada, escalada de la deuda pública. Con datos de marzo, el total de los préstamos a la economía española tan sólo ha bajado un 4% desde el inicio de la Gran Recesión y se sitúa en el 249% del PIB según las cifras desveladas por el Banco de España.

MERCADOS:

El pasado mes de mayo ha sido muy poco activo, y ha dejado al Ibex 35 posicionado por encima de los 9.000 puntos (en concreto, en los 9.034 puntos), después de subir un 0,09% en su balance mensual. Básicamente arrancó junio desde la misma posición que un mes atrás, aunque con una clara diferencia: quedan ya muy pocos inversores.
La apatía ha cundido durante mayo, ya que la bolsa española negoció un 40% menos que en abril, con una media diaria de 2.200 millones de euros, una cifra más propia de temporadas veraniegas. De hecho, no se veía tan poco movimiento en el mercado nacional desde los meses de agosto de 2014 y de 2013.
Cabe recordar, que un 70% de los euros que se negocian son de inversores extranjeros y que, lógicamente, no  están contemplando con claridad el panorama a medio plazo.
Algunos analistas consideran que aunque la  Prima de Riesgo no se mueva, muchos posibles inversores, están esperando a ver qué sucede.  
Los analistas de JP Morgan no descartan, incluso, que pueda haber aún más "incertidumbre" en el mercado tras estos comicios, de los que, dicen, podría forzarse a los partidos a formar "un gobierno por tiempo limitado" que, al menos, "desatascaría la situación".
Por lo que respecta al precio de los carburantes ha sido uno de los factores que más ha tirado de los precios hacia abajo en los últimos meses. No obstante, desde que marcara su mínimo en el mes de enero en apenas 27,8 dólares, el precio del barril de Brent, el de referencia en Europa, ha iniciado una senda alcista y se cotiza ya cerca de los 50 dólares. El encarecimiento del petróleo, junto con la recuperación de la economía, lleva a los expertos a pronosticar una recuperación de los precios en la segunda mitad del año.
Por su parte, la variación anual del indicador adelantado del IPCA —el indicador que permite hacer comparaciones con el resto de países de la Unión Europea— se situó en el –1,1% en mayo, una décima más que el mes anterior.

EMPRESAS:

El sector automovilístico sigue creciendo a muy bien ritmo: durante los primeros cinco meses del año, se han vendido en España  499.444 turismos  (el 12,5% más que en el mismo periodo de 2015).

La razón,  según las tres patronales del sector, hay que buscarla en la buena campaña turística que se espera, y que ha dado lugar al fuerte aumento de las matriculaciones en el pasado mes de mayo (crecieron las transacciones un 20,9% sobre el mismo mes del año anterior).

Las empresas de alquiler de automóviles, actores importantes del sector turístico, se están preparando para la temporada alta que se acerca. Las compras de estas empresas en mayo se dispararon hasta las 34.098 unidades, lo que supone un incremento del 37,7% sobre el mismo mes del año anterior. Esto unido al aumento de compras por particulares y empresas de otros sectores acabó con un crecimiento del mercado de automóviles en mayo superior al 20%.