jueves, 17 de diciembre de 2020

COVID-19: EFECTOS SOBRE EL MERCADO DE TRABAJO

 

La crisis sanitaria y económica causada por el Covid-19 está trastocando a las economías de todo el mundo. El tejido empresarial y toda la población laboral está en serias dificultades. Pero es que, además, está acelerando vertiginosamente el uso de la automatización (digitalización, inteligencia artificial, robótica...) el teletrabajo, etc. Todo ello va a afectar a la ocupación, desempleo, ingresos salariales, y formas de trabajo posibles.

Según un estudio del Foro Económico Mundial, la robotización, va a estar mucho más presente en las empresas. Según el informe, la recesión económica y la pandemia, alertan de que, en 2025 –dentro de cinco años- el trabajo se repartirá al 50% entre humanos y robots.

Es muy difícil prever las repercusiones sociales de todo tipo que tendrá la crisis que estamos padeciendo, cuya duración en el tiempo es incierta.

Si bien la automatización ya estaba presente en nuestro quehacer diario, las máquinas y algoritmos están adquiriendo un protagonismo relevante, lo que nos obliga a replantearnos el empleo, las relaciones laborales y la legislación.

Se perderán empleos, pero también van a aparecer nuevas oportunidades. Realmente, no existe consenso respecto a los efectos a medio y a largo plazo de la automatización y, general, todas estas nuevas formas del trabajo. Históricamente, cada avance tecnológico ha supuesto la aparición de empleos especializados que generan nuevos puestos de trabajo, pero, es indudable que también ocasionan la perdida de cuantiosos empleos.

El avance se está produciendo a tal velocidad, -se podría hablar de aceleración vertiginosa-, que, sin duda, implica importantes cambios en el mercado laboral. Existe preocupación por aquellos trabajadores que realicen tareas menos complejas. Mientras que, por el contrario, pueden resultar más favorecidos aquellos que tengan una mayor cualificación y nivel de estudios. Personalmente pienso que afecta a todo tipo de trabajos, quizás más a los que sean más repetitivos.

Estudiando las repercusiones que, históricamente, han tenido los avances tecnológicos, sobrevivirán aquellos que mejor se adapten a los cambios e, incluso, sean capaces de reinventarse.

Si nos centramos en la robótica, no todos los puestos de trabajo son susceptibles de automatizarse. Sin duda, lo que llaman trabajos “predecibles” (más repetitivos) tienen mayores posibilidades de automatización. Pero ocurre que también se está produciendo la sustitución por la automatización de trabajadores tradicionales en otros empleos de mayores sueldos. Ocurre especialmente entre analistas de datos y especialistas financieros: los ordenadores son insuperables recopilando y analizando información. De forma que, con los algoritmos adecuados, un solo ordenador puede suplir varios cientos de horas de trabajo de un analista. Ya en entornos como Wall Street es cada vez más común que esta labor esté en manos de estas nuevas tecnologías, que están suplantando al trabajo de una persona individual que tiene un sueldo muy elevado.

Ya se aprecian muy afectados todos los trabajadores de la banca y finanzas, donde sus empleados son más fáciles de sustituir con nuevas tecnologías que pueden realizar el mismo trabajo de forma eficiente. 

Respecto al Teletrabajo, según el informe citado del Foro Económico Mundial, tras analizar las consecuencias del impacto del coronavirus en el mercado de Estados Unidos, ha concluido que las repercusiones de la crisis del covid-19 son y serán muy importantes, pudiendo agravar las desigualdades existentes.

Sin duda, todas las modalidades del teletrabajo han resuelto parte de los problemas presentes. Según el informe, el 84 % de los empresarios están preparados para digitalizar los procesos de trabajo, y afirman que “existe la posibilidad de que el 44 % de su plantilla realice teletrabajo”. Sin embargo, el 78% de los empresarios cree que este nuevo formato laboral generará un impacto negativo en la productividad de sus trabajadores, por lo que están tratando de diseñar un sistema viable que mantenga la efectividad de las tareas realizadas a distancia.

En todo caso, según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), el COVID-19, más allá de la inquietud para la salud de los trabajadores y de sus familias, repercutirá adversamente en el mundo del trabajo en varios aspectos fundamentales.

La institución ha publicado varias estimaciones preliminares, -con un elevado grado de incertidumbre- de las que se desprende una previsión de un aumento del desempleo mundial (de media mundial un aumento de 13 millones de desempleados).

Además, es probable que los efectos adversos vengan acompañados de ajustes en los horarios de trabajo, y en materia de reducción salarial.

Se apunta que el posible repunte del trabajo irregular (en muchas crisis ha surgido como alternativa de supervivencia) se verá muy dificultado por las restricciones en materia de circulación de personas y bienes.

Las repercusiones en el plano laboral conllevan grandes pérdidas de ingresos para los trabajadores. Las epidemias y las crisis económicas pueden repercutir de forma desproporcionada en determinados grupos de población, y propiciar un aumento de la desigualdad .

Pueden ser colectivos especialmente perjudicados los jóvenes, sobre todo los de nuevo empleo, que sufrirán un mayor índice de desempleo y subempleo; las mujeres que desarrollan su labor en los sectores de servicios más afectados (el 58,6% de las mujeres trabajan en el sector terciario).

En particular, a nivel mundial, un gran segmento de las mujeres padece un menor acceso a servicios de protección social y soportan una carga laboral desproporcionada en la economía asistencial.

Otro colectivo al que señala el informe de la OIT, son los trabajadores autónomos, los ocasionales y los que llevan a cabo una labor esporádica en plataformas digitales, especialmente susceptibles de verse afectados por el virus al no tener derecho a bajas laborales remuneradas o por enfermedad, y estar menos protegidos en el marco de los mecanismos convencionales de protección social. 

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A DICIEMBRE DE 2020: incertidumbre y miedo a las fiestas navideñas

 

En la situación económica y sanitaria actual destacan dos hechos: la esperanza que abren las vacunas sobre la Covid en el próximo año, y la amenaza o temor de que estas fiestas de navidad nos lleven a una tercera ola de la pandemia con muy graves consecuencias.

GLOBAL:

El temor a la crisis actual, por sus posibles dificultades, ha llevado a las economías domésticas y a las empresas a ahorrar más de lo que era previsible. Pero con una característica diferenciadora y peligrosa: “la preferencia por la liquidez” (“el dinero líquido es el rey”) como queda reflejado en el aumento de las cuentas corrientes o depósitos a la vista.

Según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) la crisis del coronavirus ha impulsado un notable aumento de los depósitos bancarios de familias y empresas en los países ricos.  

De todos ello, sólo Dinamarca escapa de ese fuerte aumento del ahorro familiar. Además, el incremento de los depósitos bancarios a nombre de personas físicas ha crecido por encima de le serie histórica que media entre los años 2014 a 2019.

El mayor crecimiento ha sido en Estados Unidos, economía donde la propensión al consumo es muy fuerte.  Algunos analistas señalan como una de las razones las políticas públicas de sostenimiento de ingresos, que han provocado el aumento de la renta media disponible en tiempos de recesión (una novedad histórica). En la economía estadounidense, hasta el pasado septiembre, los depósitos de las empresas no financieras se dispararon casi un 40% y los de las familias alrededor de un 15%.

Sin duda, además del llamado “ahorro preventivo” (aumenta en las recesiones económicas) también han influido notablemente las circunstancias: comercios a medio gas y menores necesidades de transporte y de consumo fuera del hogar por el avance del teletrabajo, restaurante y bares cerrados, etc.

Se trata de un ahorro que no se está transfiriendo hacia la inversión y el consumo. Por lo que, aunque el análisis desbordaría en contenido de este artículo, esta “preferencia por la liquidez” recuerda a la llamada demanda especulativa de dinero Keynesiana, que en una situación de bajos (actualmente cero y negativos) tipos de interés, es más fuerte que la demanda por el motivo transacción o precaución. Esa situación unida a las actuales leves caídas de los precios y del PIB, podrían tener unas consecuencias imprevisibles. No se puede afirmar, ni mucho menos, que nos encontremos en la eurozona en esa peligrosa situación, pero, personalmente, me lo recuerda.

En cualquier caso, los efectos sanitarios de la crisis causada por la pandemia siguen causando toda una serie de contraindicaciones económicas muy dañinas. Mientras las esperanzas de llegar a una recuperación estable dependen del optimismo que puedan generar los avances de las vacunas, los datos relativos a los trabajadores motivan cierta oscuridad a la ansiada salida del túnel. Y es que los datos publicados por la OIT (Organización Internacional del Trabajo), referido a la situación de los salarios durante el primer semestre de 2020, señalan que en dos de cada tres países, las nóminas o bien se redujeron, o se ralentizó su crecimiento (sobre todo de las mujeres y trabajadores más precarios).

Según la OIT, “la masa salarial perdida a consecuencia de la caída de las horas de trabajo fue del 6,9% en el caso de las mujeres, frente al 4,7% en el de los hombres. En todo caso, la implantación de las ayudas ha compensado el 40% de la pérdida de masa salarial, incluido el 51% de la pérdida de masa salarial provocada por la reducción de las horas de trabajo”. La institución alerta del peligro de una “inestabilidad social y económica de enormes proporciones”.

LATINOAMERICA:

Según la OCDE, Argentina tiene la economía que más va a sufrir los efectos adversos de la pandemia, ya que su PIB caerá este año casi un 13% (aunque seguida, a no mucha distancia, por España y el Reino Unido).

Respecto a la recuperación, la OCDE espera que Argentina crezca un 3,7% en 2021 y un 4,6% en 2022. México y Brasil, las dos mayores economías de Latinoamérica, verán disminuir también su PIB durante 2020: dejarán, respectivamente, un 9,2% y un 6%. Como Argentina, ambos países llegarán a 2022 sin haber recuperado los valores previos a la pandemia.

Vencida la pandemia, según el organismo, se evidenciará la fragilidad de la economía argentina. El final de las ayudas de Estado provocará un aumento de las quiebras y consiguiente pérdida de puestos de trabajo.

Argentina, actualmente, tiene vedado el acceso a los mercados de capitales, a la espera de un acuerdo con el FMI sobre el dinero que adeuda al organismo tras el rescate.

En cualquier caso, las economías de Latinoamérica señalan una recuperación económica desigual y de forma más tardía que la media mundial (al menos dos años más).  Sólo uno, Chile, alcanzará el nivel de actividad económica previo al Covid antes de finalizar el año 2022. Tras perder el 6% de su PIB en 2020, se prevé que consiga crecer un 4,2% y un 3% en los dos próximos ejercicios.

Colombia crecerá un 3,5% en 2021 (ha caído 8,3% este año). Brasil acabará el año 2022 con un nivel de su PIB de un 1,5% por debajo su nivel previo a la covid. Y México quedará a casi tres puntos de su nivel previo, tras registrar un retroceso de un 9,2% en 2020 y recuperarse a un ritmo del 3,6% y el 3,4% los dos próximos ejercicios.

México, es uno de los países del mundo que ha puesto sobre la mesa una respuesta fiscal más tímida frente a la pandemia, por lo que la OCDE le ha alertado del riesgo del “aumento significativo de la pobreza, la desigualdad y la brecha de género” que está provocando su crisis sanitaria y económica”.

 La hiperinflación en Venezuela, solo superada en la región por la que vivió Nicaragua entre 1986 y 1991, ha cumplido el pasado mes de noviembre tres años con tasas de aumento de los precios, mes a mes, del 50%.

La enorme caída del valor de su moneda con especto al dólar (moneda de uso corriente en ese país, aunque de circulación no oficial)) es un quebradero de cabeza diario de los venezolanos, sobre todo de aquellos (la gran mayoría) que percibe el salario en bolívares y tiene dificultad para acceder a la divisa estadounidense.

Con la destrucción de la industria petrolera, se han mermado enormemente los ingresos públicos, por lo que cualquier iniciativa pública ha de financiarse por el Banco Central de Venezuela emitiendo dinero.

Sorprende que, según la compañía de análisis económico Ecoanalítica, de acuerdo con las proyecciones de octubre del Fondo Monetario Internacional, al cierre de 2020, Venezuela tendrá una economía un 67,6% menor a la de 1999; una inflación del 6.500% y una tasa de desempleo del 54%.

Está cundiendo la dolarización de la economía venezolana: los billetes de bolívares solo circulan en los autobuses del transporte público. El dólar es la moneda corriente en la Venezuela de 2020. Tras 15 años de férreo control cambiario durante el cual estaba prohibido comprar divisas. Pero no hay un sistema financiero en dólares, ni contratos en dólares. Eso limita la capacidad que pudiera tener de hacer crecer la economía y frenar la hiperinflación que padece el bolívar. Se ha generado una enorme brecha entre aquellos que reciben sus ingresos en dólares y los que los tienen en bolívares.

JAPÓN:

El PIB de Japón creció un 5% en el tercer trimestre de 2020 (un 21,4% en términos anualizados). La razón hay que buscarla, coincidiendo con la recuperación de la pandemia, en la mejora del consumo privado y las exportaciones. No consta una expansión mayor en la serie histórica desde el año 1980.

No obstante, el virus aún amenaza la marcha económica del país, que trata de evitar a la tercera oleada. Aunque Japón ha logrado mantener el total de casos por debajo de los 130.000 (diez veces menos que España con una población tres veces mayor).

El primer ministro Yoshihide Suga ha asegurado que mantendrá en vigor la campaña de subsidios para fomentar el turismo interior y ha rechazado la posibilidad de declarar un nuevo estado de emergencia. Asimismo, ha llamado al Ejecutivo a diseñar un nuevo paquete de estímulos que podría estar valorado entre 10 y 15 billones de yenes (81.000 a 120.000 millones de euros). Este supondría el tercero, tras dos previos que han movilizado un montante total de 234 billones de yenes (1,9 billones de euros), equiparable al 40% del PIB (uno de los mayores de las economías desarrolladas).

El consumo privado, que supone más de la mitad de la economía japonesa, ha crecido un 4,7% de julio a septiembre pasados, recuperando una parte sustancial del 8,1% perdido durante el trimestre anterior a causa de las medidas contra la pandemia. Las actividades de ocio y la compraventa de automóviles se encuentran detrás de esta mejora.  

Otra causa de la mejor situación ha sido el rebote del 7% en las exportaciones. La inversión en bienes de capital, en cambio, disminuyó  un 3,4% en un segundo periodo consecutivo en negativo (la incertidumbre sigue afectando).

ESTADOS UNIDOS:

Ha generado una gran expectación y agrado entre muchos analistas, el posible nombramiento por el electo Joe Biden a Janet Yellen como próxima Secretaria del Tesoro (cargo equivalente a ministra de Economía).

Será la primera mujer que ocupe ese cargo en Estados Unidos, y además será la primera persona que haya ejercido los tres cargos máximos en la política económica estadounidense: presidenta del Consejo de Asesores Económicos, presidenta de la Reserva Federal y ahora secretaria del Tesoro. En contraste con su destitución por Donald Trump, que le negó el merecido segundo mandato como presidenta de la Reserva Federal, alegando baja preparación profesional.

Antes de ocupar cargos políticos era una investigadora en toda regla. Y fue, en concreto, una de las principales figuras en un movimiento intelectual que ayudó a salvar la macroeconomía como disciplina útil, en un momento en el que esa utilidad estaba sometida a ataques externos e internos.

Yellen ha sido una figura destacada en el ascenso de la ciencia económica “neokeynesiana”, basada en una premisa clave: “los seres humanos no son estúpidos, pero tampoco son perfectamente racionales e interesados. Y, por poco que sea, el realismo acerca de la conducta humana devuelve su validez a la defensa de las políticas agresivas para combatir las recesiones”. Esta frase da idea de sus preferencias en la política económica aconsejable.

UNIÓN EUROPEA:

No será posible la recuperación económica hasta que no hayamos vencido a la pandemia. El retorno de las restricciones a la movilidad en buena parte de la eurozona ha provocado el empeoramiento de los indicadores adelantados en noviembre: una nueva caída del PIB en el cuarto trimestre del año. Sobre todo, en el sector servicios.

Las medidas restrictivas impuestas en Alemania, Francia, Italia o España, entre otros, ha aumentado la probabilidad de que la zona euro registre una nueva contracción del PIB en el cuarto trimestre de este aciago 2020 que finaliza.

Incluso con la vacuna ya en el horizonte, la contracción económica a finales de 2020 es una mala noticia también para 2021, ya que se iniciaría el nuevo ejercicio en una mala situación.

El golpe fue notablemente mayor en el sector servicios (41,3 puntos, frente a los 46,9 previos) que en el industrial (53,6 frente a 54,8). El ajuste generalizado en las plantillas de las empresas del que solo escapó Alemania gracias a la fortaleza de su sector industrial ha mostrado la dualidad económica que padecemos.  

Cuando la mayoría de las economías de la eurozona cerraron bares y restaurantes, y Francia, Bélgica e Irlanda clausuraron toda la actividad comercial no esencial, estaba claro que la economía volvería a caer de nuevo en el cuarto trimestre.

Un elemento positivo es que el desarrollo de las vacunas ha mejorado el sentimiento empresarial. Aún quedan meses de crisis, en los que la labor prioritaria seguirá siendo mantener el tejido productivo lo más intacto posible para la recuperación.

La vacuna para la covid-19 se erige ya como el único catalizador con la potencia suficiente para llevar a Europa al terreno del crecimiento económico. El Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte de que la segunda oleada de contagios debilitará la actividad del último trimestre de 2020 y el primero de 2021, suponiendo un “importante riesgo” para la recuperación de la zona euro.

El FMI señala que el fuerte deterioro hace necesario un mayor apoyo fiscal público, que puede ser financiado con los préstamos del Plan Europeo de Recuperación o del Fondo de Rescate (MEDE) que hasta ahora había evitado usar.

A las puertas de la Navidad, Francia o Bélgica ya han decretado unas fiestas sin bares ni restaurantes, mientras que Alemania ha decidido aplazar a enero la reactivación de la vida pública. El rebote económico que siguió al hundimiento se vio bruscamente interrumpido por la segunda ola de contagios.

Según la Comisión Europea, “la actividad económica aún sigue muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis, y la nueva ola de infecciones está afectando muy negativamente el impulso que tenía esa recuperación. Por lo que es probable que se requiera de políticas fiscales durante más tiempo del previsto inicialmente”.

El FMI recomienda no retirar el “salvavidas” a empresas y trabajadores para evitar que la recuperación “descarrile”.

El FMI ha destacado que la respuesta política de Europa ha sido “notable” por su “rapidez, alcance y escala”. Pero apunta a que “el Banco Central Europeo (BCE) tendrá que aumentar la potencia de tiro de su programa de compra de activos después de que la inflación haya regresado a territorios negativos por primera vez desde 2016. Puesto que las perspectivas económicas se deterioran aún más, se necesitarán estímulos adicionales para facilitar un aumento sostenido de la inflación”.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ya ha dado signos al mercado de que el próximo mes de diciembre ampliará el plan de compras por la pandemia. El FMI aplaude el compromiso de la institución de “recalibrar” sus instrumentos de política económica en su próxima reunión. Sin embargo, el FMI pide que vaya más allá del programa, hasta ahora de 1,35 billones de euros, y considere otras opciones. Entre ellas, le plantea considerar “el apoyo directo a empresas no financieras si el canal de préstamos acaba deteriorándose”.

La caída de los precios es general en todas las economías europeas. El miedo a que se mantenga en el tiempo una “trampa deflacionaria” o “trampa de la liquidez”, que, en última instancia, motive que la economía se derrumbe.

Las economías que, en mayor medida, dependen más de servicios como el turismo son las que corren el mayor riesgo y ponen una vez más en peligro gran parte del sur de Europa. De las siete naciones de la zona euro en el Mediterráneo y el Adriático, solo Francia y Malta tienen tasas de variación de los precios positivas. La de España ha sido negativa (un -0,8%), y la de Grecia es de -2%.

El caso español está en el pelotón de los más castigados y el riesgo de deflación pone a prueba el optimismo del BCE. El Gobierno no ve este peligro de entrar en una variación negativa (deflación), y prevé que los precios suban un 0,9% el próximo año. Aunque la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), corrige esta estimación positiva y calcula que los precios queden este año en el -0,3% (media anual) y en el -0,7% en 2021.

Uno de los problemas de la deflación es que, la percepción por los consumidores de la caída de los precios pueda arraigar si convence a los consumidores de que pospongan el gasto con la esperanza de una bajada de precios más adelante.

En todo caso, a nivel oficial se remarca que no existen riesgos deflacionarios en ningún caso.

Otros analistas, ven este riesgo unido al hecho del aumento de la preferencia por la liquidez anteriormente apuntada.

ESPAÑA:

Funcas ha empeorado sus previsiones sobre la economía española para el cuarto trimestre. El think tank (centro de análisis) de las antiguas cajas de ahorros calcula que la actividad se contraerá un 3% entre octubre y diciembre, frente al avance del 3,9% que pronosticaba hasta ahora.

El consenso de los analistas de los 20 servicios de estudios que integran el panel de Funcas también ha rebajado sus expectativas para 2021. Consideran que la inercia negativa del último trimestre provocará “un efecto arrastre” que lastrará el avance previsto en un primer momento, cuando las perspectivas de cierre de ejercicio eran mejores. Eso se traducirá en un rebote del PIB el año que viene del 6,5%, ocho décimas menos que la anterior. Si se cumpliesen sus previsiones, la economía comenzará el próximo enero creciendo hasta tocar techo en el tercer trimestre de 2021, esperando un crecimiento del PIB de un 4%.

Respecto al resultado de este funesto 2020 Funcas espera que el PIB retroceda un -11,8%.

La verdad, es que un escenario económico que aceleradamente cambia, casi de un día para otro, es tremendamente complicado interpretar los indicadores económicos. De ahí que existan notables divergencias en las previsiones para el próximo ejercicio.

Respecto al empleo, Funcas estima que la tasa de paro media anual se situará en el 16,9% este año y en el 17,5% en 2021  (todavía por debajo de la barrera del 20% en que se movió durante nada menos que 22 trimestres tras la Gran Recesión). Los ERTE han contenido una sangría que podía haber adquirido proporciones mucho mayores: 2,7 millones de trabajadores han salido de los expedientes de regulación temporal conforme la economía se reabría, y a finales de octubre quedaban unos 600.000.

Sin embargo, el FMI espera que el empleo, a niveles prepandemia, no se alcance, nada menos, que hasta el año 2026.

En relación a los precios, el IPC registró en noviembre su octavo mes consecutivo en negativo (durante el pasado abril entró en negativo como consecuencia de la pandemia). Según ha adelantado el INE, la variación de los precios se mantuvo en el -0,8%.

El Instituto Nacional de Estadística señala como causa de la evolución del índice al encarecimiento de la electricidad, frente a la caída del precio de la luz hace un año, que, no obstante, no ha sido suficiente para compensar el abaratamiento de los alimentos.

En términos mensuales, el índice de precios subió un 0,2% respecto al mes de octubre, lo que deja la tasa anual en el -0,8%, la misma que el mes anterior. En Europa, desde la irrupción de la pandemia, todos los precios de los bienes y servicios relacionados con la movilidad (combustibles, viajes, hostelería) cayeron vertiginosamente, llevando el índice a tasas negativas por primera vez desde el año 2016.

Si analizamos al mercado de trabajo, la gran ayuda de los ERTE está mostrando más vigor del previsto en una crisis económica sin precedentes. En noviembre ha vuelto a subir la afiliación. Van siete meses seguidos. Lo que ha servido para que la media de cotizantes con empleo llegara el mes pasado a 19.022.002. Se recupera de esta forma la cuota de 19 millones por primera vez desde marzo, cuando se decretó el primer estado de alarma.

El paro registrado, por su parte, aumentó en 25.269 desempleados, según los datos de los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social. La cifra total de personas sin trabajo inscritas en las oficinas públicas llegó a los 3,85 millones.

Para tener un cuadro completo de lo que sucede en el mercado laboral, hay que contemplar a los ERTE. El mes pasado aumentó algo la cifra de afectados y llegó a los 746.900 a finales de noviembre, unos 18.500 más que al acabar octubre. Estos números son similares a los que había en agosto pasado.

Esos 750.000 trabajadores, con el contrato suspendido o la jornada reducida, cuentan en las estadísticas como afiliados a la Seguridad Social con empleo. Este es uno de los elementos que demuestra que, a pesar de ese regreso a los 19 millones de cotizantes, la situación en el mercado laboral dista muchísimo de haber vuelto la normalidad precovid-19. Otra evidencia se encuentra en que hay 354.877 afiliados menos que hace un año o casi 230.000 menos que en febrero.

También los datos de contratación muestran un mercado laboral bastante menos dinámico desde que explotó la pandemia. En noviembre se firmaron 1,45 millones de contratos, un 17,8% menos que en el mismo mes de hace un año. Y si se toman los primeros 11 meses el desplome en la contratación es mucho mayor. Si hasta noviembre de 2019 se habían firmado más de 20 millones de contratos; en el mismo periodo de 2020, se queda en 14,59 millones.

La mejora de la afiliación ha estado bastante repartida por las diferentes ramas de actividad. La que más ha ganado en noviembre, tomando los datos del régimen general, ha sido la educación, con algo más de 30.000 nuevos empleados. Le siguen las actividades administrativas y el sector público, en ambos casos la ganancia supera los 12.000 cotizantes. En el lado negativo aparece la hostelería, que cayó en casi 78.000 afiliados.

A diferencia de lo que ha sucedido en noviembre en los años inmediatamente anteriores, este año la Seguridad Social ha cerrado el mes con datos positivos. En cambio, el paro ha registrado un saldo negativo. Esto a primera vista puede parecer contradictorio, pero no tiene por qué serlo. Ambos datos tienen fuentes distintas y, además, que suba o baje el desempleo no solo está en función del mercado laboral sino también de aspectos demográficos, como que haya más o menos población activa.

Analizando un pilar fundamental de la economía española, durante el pasado octubre según el INE tuvo lugar una nueva recaída: durante ese mes la caída en la llegada de turistas fue del 86,6% (visitaron el país poco más de un millón de personas), con un gasto que se hundió un 89,6% (apenas fue de 861 millones de euros). En la mayor parte de España se da por perdido este aciago 2020, aunque Canarias ha encarado su temporada alta y se juega mucho: un tercio del PIB de la comunidad y cuatro de cada diez empleos dependen del sector.

El impacto sobre el turismo de la pandemia ha sido brutal: durante los primeros 10 meses del año la caída en la llegada de turistas fue del 76%. En el conjunto del ejercicio han visitado España 17,8 millones de viajeros, mientras que en el mismo periodo de 2019 fueron 74,5 millones. Y en los ingresos el desplome es incluso algo mayor, del 77,3%: 18.576 millones entre enero y octubre de 2020 frente a los 81.838 millones de un año antes (en esta cifra también influyen las sustanciosas ofertas de bajadas de precios).

Ha sido menos negativa la llegada de turistas franceses, pero la caída fue muy grande de alemanes e ingleses: en el acumulado del año, los países que más viajeros aportaron fueron Francia (más de 3,6 millones con una caída del 63,6%); Reino Unido (casi 3 millones y un desplome del 81,8%) y Alemania (2,25 millones de turistas, un 77,7% menos).

Por comunidades autónomas de destino, Cataluña fue la que más visitantes recibió en octubre (230.580 turistas). Le siguió la Comunidad Valenciana (176.971) y Andalucía (143.378). Los desplomes más acusados por regiones se registraron en Madrid (-94,7%), Baleares (-93,1%) y Canarias (-88%).

Respecto a las Cuentas Públicas, según la Agencia Tributaria, destaca la caída de los ingresos tributarios:  durante octubre cayeron un 12,4% en comparación con el mismo mes de 2019, y el acumulado desde enero también arroja una caída de doble dígito, del 10,1%, por encima del retroceso del 9,6% registrado en septiembre.

El mes de octubre es el más importante en términos de recaudación (además de las declaraciones mensuales habituales, recoge los ingresos de las declaraciones trimestrales de las pymes y el segundo pago a cuenta del impuesto sobre sociedades). Pues bien, estas partidas han sufrido un importantísimo retroceso.

La recaudación del IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) se ha estancado hasta octubre (con un crecimiento interanual del 0% y una caída del 0,6% en términos homogéneos).

Todas las otras grandes figuras tributarias recaudatorias han sufrido retrocesos tanto en el mes como en términos acumulados.  

La importante caída del Impuesto de Sociedades tiene como principal interprete a las grandes empresas y grupos consolidados, ya que los ingresos relativos por estas firmas del segundo pago fraccionado descendieron un 36% comparado con 2019 (un 47% en el caso de las multinacionales, reduciéndose de 1.938 millones a 3.430 millones de euros). La razón no es otra que la fuerte reducción que ha vivido de sus beneficios, y a que los grupos más relevantes tributaron por el pago mínimo. En cuanto a las declaraciones de las pymes, la caída ha sido más suave, del 13,9%.

Entre los grandes impuestos, el IVA fue la figura que registró hasta octubre el segundo mayor descalabro, con una caída del 12,6%. El retroceso de sus ingresos es, no obstante, más moderado que en septiembre (-14,5%) y en el periodo de la hibernación económica, cuando llegó a caer cerca de un 30% en términos mensuales.

La recaudación por impuestos especiales sufrió una disminución parecida, del 12,3%, aunque inferior al 13% acumulado hasta septiembre: los ingresos por el gravamen sobre hidrocarburos disminuyeron un 6,2%, un 4,1% los relativos al tributo sobre la electricidad y un 7,2% el que grava las labores del tabaco.

El déficit del Estado, por otra parte, ha alcanzado los 57.736 millones de euros hasta octubre (5,22% del PIB), debido a un aumento del 16% de los gastos, que se sitúan en los 206.617 millones como efecto, entre otras cosas, de las transferencias hacia otras Administraciones para hacer frente a la pandemia, y a una caída del 13,5% de los ingresos.

Según ha explicado el Ministerios de Hacienda, “los ingresos correspondientes al mes de octubre están afectados, de manera similar a lo que viene ocurriendo en meses anteriores, por la situación económica derivada de la crisis sanitaria provocada por la covid-19”.

La pandemia lleva meses tensionando las cuentas públicas. A la fuerte expansión del gasto para hacer frente a la emergencia, desde el aumento de los recursos destinados a la Sanidad a las prestaciones extraordinarias para mantener a flote las rentas como los ERTE o el cese de actividad para los autónomos, se suma la fuerte caída de los ingresos anteriormente detallada.

La Administración central acumula el mayor desajuste en las cuentas hasta septiembre, con un agujero equivalente al 5,17% del PIB. Le sigue la Seguridad Social, que hasta septiembre acumula un déficit del 1,89% del PIB, efecto de un aumento de los ingresos inferior al alza del gasto. Con más detalle, el déficit de la Seguridad Social se ha situado en el 0,69% del PIB, frente al 0,67% de 2019, gracias a la transferencia de 14.003 millones aportada por el Estado el pasado mes de junio.

El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), encargado de abonar prestaciones como los ERTE, ha acumulado por su parte un desfase de 13.195 millones hasta septiembre.

Las comunidades han sido el único subsector que ha registrado superávit hasta el noveno mes del año: un saldo positivo en 2.597 millones, equivalente al 0,23% del PIB, frente al déficit del 0,29% de 2019. Este resultado se explica por la mayor financiación que han recibido y las transferencias excepcionales puestas en marcha para hacer frente a la pandemia, entre las que destaca el fondo covid-19 dotado con 16.000 millones.

Por otro lado, en el ámbito del sistema financiero, según los datos de Eurostat y el BCE, los cinco grandes bancos españoles han elevado en 25 puntos porcentuales su cuota de mercado, al pasar de aglutinar el 42,4% del mercado en 2008 al 67,4% el año pasado (supone un incremento del 59%). En ningún otro país, las entidades se han concentrado tanto en tan poco tiempo y son cifras superiores a la evolución en el conjunto de la Eurozona y en países como Francia, Italia o Alemania. En Italia la concentración de los grandes se ha elevado en 19 puntos (del 31,2% al 47,9%), un 53,5%. En Grecia la subida en puntos ha sido de 27,9, pero con un porcentaje del 40%, menor al español. Grecia es donde más concentrada está la banca de toda Europa: los grandes tienen el 94,7% del mercado, prácticamente todo.

En un nivel similar está Estonia, Lituania y Letonia. En el nivel del 80% de concentración está Holanda (84,7% entre los cinco grandes), Finlandia, Chipre y Malta. En la zona euro la cuota media de los grandes es del 53,3% en 2019, y concentración ha subido nueve puntos entre 2008 y 2019.

En relación con los bancos en España, algunos han alertado del “posible riesgo de oligopolio”, que podría tener unos efectos nocivos para la posibilidad de obtener créditos por las familias y empresas.

Por otro lado, se teme por el desenlace del Brexit. El Banco de España señala que la economía británica caería en 2022 en torno a un 3% adicional en el caso más adverso, aquel en que los intercambios entre Londres y la Unión Europea pasarían a regirse por las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

La circunstancia sería especialmente negativa para España, ya que la exposición comercial de nuestra economía al Reino Unido es “significativa”: concretamente, las exportaciones españolas de bienes y servicios a Gran Bretaña han supuesto el 9,6% del total en 2019, equivalentes el 3,4% del PIB, un porcentaje inferior a la media del euro, pero mayor al de Alemania, Francia o Italia.

La clave está en el importante peso del turismo británico. El Banco de España señala que el Reino Unido es el principal mercado emisor para la economía española, con el 21% de las entradas totales en 2019 y un 19% del gasto.

Mirando únicamente el comercio de bienes, el Banco de España sitúa al Reino Unido como el quinto socio más relevante para España por detrás de Francia, Alemania, Italia y Portugal, con una tendencia ligeramente decreciente por la disminución del porcentaje de empresas españolas que exportan al Reino Unido y el peor comportamiento del sector de la automoción y el agroalimentario, que junto a bebidas, tabaco y bienes industriales intermedios son las partidas más cuantiosas en los intercambios bilaterales con el Reino Unido.

Murcia, la Comunidad Valenciana, Galicia y Aragón serían las regiones más vulnerables a un escenario adverso hipotético en el que el Reino Unido y la Unión Europea implantaran aranceles mutuos, debido al mayor peso del mercado británico en las exportaciones de estas regiones.

También existen otros factores de riesgo: los ingleses son los principales compradores extranjeros de vivienda en España, fundamentalmente en el litoral mediterráneo y en las islas, acaparando un 14% de las compraventas de vivienda realizadas por no residentes en 2019, el 2% del total si se incluye también a los residentes en España.

Según el Banco de España, “nadie saldrá indemne de la ruptura, sea por las buenas o por las malas”, pero los cálculos se agravan cuando se comparan con el shock que supondrá para Londres la vuelta atrás en su relación comercial con 27 países. “En cualquiera de los escenarios, el impacto sobre la economía del Reino Unido es considerable”. Aunque las autoridades británicas podrían verse tentadas a camuflar el impacto del Brexit bajo los enormes efectos secundarios de la pandemia.

Centrándonos de nuevo en nuestra economía, ha ocurrido algo totalmente inédito: aunque la renta de las familias haya caído un 8,8% (rozando los 200.000 millones), el gasto en consumo también se ha contraído, nada menos que un impresionante 24% (133.222 millones en el segundo trimestre).

En consecuencia, la tasa de ahorro, que solía estar en torno al 6% de la renta disponible de las familias, en el segundo trimestre se ha situado en el 22,5% de los ingresos corrientes de las familias (renta disponible).

De igual forma, desde que comenzó la segunda ola de coronavirus, los movimientos de las tarjetas bancarias demuestran de nuevo que los confinamientos y limitaciones a la movilidad lastran el consumo

El adelantado Black Friday, que en España ha pasado de celebrarse un día a prolongarse durante cerca de un mes; el Cyber Monday y la campaña navideña quieren romper esa negativa tendencia en el consumo haciendo que en este difícil 2020 vayamos a pasar un trimestre entero con los escaparates cargados de descuentos y rebajas. Los últimos tres meses del año son claves para el consumo, ya que concentran en torno al 30% o 35% de las ventas anuales y también las más rentables, de ahí que, muy probablemente, pasemos del Black Friday a las rebajas de enero sin descanso en las ofertas.  

Ahora bien, existe una gran polarización: el Banco de España alerta de que antes de entrar en este funesto año, casi un tercio de los trabajadores, que ahora están siendo los más afectados por la crisis vivía en hogares cuyos activos financieros representaban menos de un mes de renta; y una parte de ellos tenía abultadas deudas bancarias (muchos jóvenes y mujeres con contratos precarios en el sector servicios y que, en estos momentos, lejos de acumular, si pueden, se están endeudando más).

Junto a ellos hay otra realidad, un numeroso grupo de asalariados que no han perdido esa red de seguridad y que ahorran de manera compulsiva por esa mezcla de circunstancias objetivas y subjetivas.

En cualquier caso, si la campaña de Navidad se espera complicada, todavía lo es más prever qué pasará con las grandes compras. Por lo pronto, las ventas de ciertos bienes, como los coches, no muestran el mejor panorama. Según ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones) en el pasado octubre el desplome alcanzó el 21% y el mercado es el tercero que peor se está recuperando de Europa.

En vivienda, el INE constata hasta septiembre siete meses consecutivos de caídas, aunque en los últimos meses se han moderado y algunos análisis apuntan a un cambio de tendencia.

MERCADOS:

El selectivo español, el Ibex, uno de los más castigados desde el inicio de la pandemia, ha cerrado el mes de noviembre con una subida ligeramente superior al 25% (la más elevada de entre los mayores índices del Viejo Continente y la mayor desde su nacimiento, en 1992). Con todo, el parqué madrileño sigue claramente en números rojos en lo que va de año: se deja más de un 15%, por lo que recuperar en diciembre todo el terreno perdido desde el 1 de enero es imposible.

También, el FTSE MIB de Milán (otro de los más golpeados desde el inicio de la crisis sanitaria) se anota casi un 23%; el CAC parisino un 20% y el DAX de Fráncfort, ha logrado ya dejar atrás los números rojos provocados por la covid-19, con una revalorización del 15%.

En España, los más beneficiados por este noviembre récord han sido, también, los valores que más habían sufrido desde el inicio de la pandemia: la hotelera Meliá se dispara casi un 70% en noviembre, y el grupo de aerolíneas IAG (al que pertenecen British Airways, Iberia y Vueling, entre otras), más de un 60%. El motivo: la expectativa de una pronta aplicación de la vacuna es importante para toda la economía, pero lo es aún más para sectores como el de transporte y turismo, en el que la normalidad no llegará hasta que no se haya levantado la última restricción a la movilidad. A pesar de ello, ambos valores siguen claramente en negativo en lo que va de 2020: la primera pierde casi la tercera parte de su valor desde enero y las acciones de la segunda se dejan casi las dos terceras de lo que valían a principios de año.

Los otros dos grandes nombres de la Bolsa española en el último mes son los dos mayores bancos del selectivo, el Santander y el BBVA, que se anotan un 47% y casi un 60% respectivamente.  

La compañía Repsol completa el grupo de empresas alcistas en noviembre con una subida del 51%, gracias al buen comportamiento del crudo desde que el pasado día 18 Pfizer anunciase una efectividad de su vacuna que no entraba ni siquiera en las quinielas de los más optimistas. Aun así, en el año es el tercer valor más castigado: cae más de un 40%.

Cuando menos, da sonrojo citar que el mes récord de la Bolsa haya coincidido en el tiempo con las peores cifras de muertos por coronavirus (durante el pasado noviembre, Sanidad notificó 9.200 fallecidos, el máximo desde marzo y abril por el avance de la segunda ola).

Las subidas han sido, al otro lado del Atlántico mayores: en Estados Unidos, las Bolsas no solo han vivido un mes para recordar (especialmente el tecnológico Nasdaq, que se anota nada menos que un 26% de subida), sino que siguen revalidando máximos ajenos a las cifras de contagios.

La realidad, es que, salvo la esperanza por las vacunas, las cuentas de resultados de las cotizadas siguen sufriendo los estragos de una pandemia que ha golpeado con fuerza al consumo, y sin embargo, han cotizado este noviembre como si nada hubiese ocurrido. Por tanto, cabe plantearse si la subida obedece a la especulación y modernos algoritmos utilizados últimamente en las Bolsas, o por contrario están basados en datos de la situación real. En mi opinión, todo ello invita a la cautela y prudencia.

Respecto al Euribor, ya ha sufrido la sexta caída consecutiva que supone el cuarto mínimo histórico seguido en lo que va de año. Lo que hasta hace no mucho hubiera parecido imposible, es ya habitual en el euríbor. El índice al que se referencian casi todas las hipotecas variables en España cierra noviembre en el -0,48%, es decir, dos puntos básicos menos que el mes anterior, el nivel más bajo de toda la serie.

Consiguientemente, la consecuencia es el abaratamiento tanto de los nuevos préstamos hipotecarios como de los antiguos cuya revisión toque ahora, ya que la variación con respecto al nivel del euríbor de hace un año es negativa. En el corto plazo, los expertos no atisban ninguna subida, aunque en el medio, si la coyuntura económica presentase señales de una sólida recuperación, podría empezar cierta remontada.

La mayoría de análisis apuntan a la previsión de un Euribor en el corto plazo estancado por debajo del -0,40%.

En el mercado de crudo petrolífero, la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo, que supone alrededor del 60% de los bombeos globales) y Rusia han acordado un aumento paulatino de la producción de crudo que ponen cada día en los mercados tras el drástico recorte pactado en lo más duro de la pandemia. De forma que aumentarán en 500.000 barriles diarios más a partir del 1 de enero, aunque la cifra será recalibrada cada mes si es necesario.

El acuerdo supone oxígeno para los países exportadores, que necesitan vender una cantidad cada vez mayor para reequilibrar sus maltrechas finanzas públicas. Y una oportunidad de ir deshaciéndose de un volumen cada vez mayor de crudo justo cuando crecen las voces que piden que miles de millones de barriles queden definitivamente bajo tierra como única opción posible para frenar el cambio climático.

El petróleo ha sido una de las materias primas más golpeadas por la pandemia, hasta el punto de que, en el peor momento de la crisis sanitaria, a mediados de abril, el precio del Texas (la referencia del mercado en Estados Unidos) llegó a situarse en negativo.

EMPRESAS:

Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), las empresas de transporte aéreo global sufrirán este año unas pérdidas netas de 118.500 millones de dólares (99.500 millones de euros), y aunque se espera que su situación mejore en 2021, aún se prevé un cierre en 2021 también con cifras en rojo.

Las perspectivas negativas para uno de los sectores más golpeados por la pandemia de la covid-19, empeoran las previsiones emitidas en junio, cuando la asociación vaticinó pérdidas netas de 84.300 millones de dólares (70.000 millones de euros) para 2020 y 15.800 millones de dólares (13.000 millones de euros) en 2021.

Según declaraciones de la propia asociación, “los libros de historia recordarán el año 2020 como el peor año financiero para el sector, que, aunque redujo sus costes en 1.000 millones de dólares diarios de media, seguirá acumulando pérdidas sin precedentes”.  

Según ha informado la organización, “las aerolíneas han recortado sus costes en un 45,8%, pero los ingresos han caído un 60,9%, y como resultado las compañías perderán 66 dólares (55 euros) por cada pasajero transportado este año”.