jueves, 23 de septiembre de 2021

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A SEPTIEMBRE DE 2021: Mejoran las expectativas y la situación económica, sin duda, gracias a las vacunas y a las medidas de estimulo.

 

Los precios de la electricidad no han dado tregua. Tras cerrar julio y agosto en niveles récord, el mercado mayorista continúa su escalada, que ya ha convertido 2021 en el año más caro de la historia.

Se trata de una de las causas del repunte de los precios: la OCDE ha publicado que, en el pasado mes de julio, la inflación interanual los países de la organización mundial aumentó al 4,2%, frente al 4,0% de junio.

 ESTADOS UNIDOS:

La economía estadounidense vivió un acelerón en el segundo trimestre del año, espoleada por la apertura, el avance de las vacunas y los nuevos estímulos económicos del Gobierno, alcanzando una tasa de crecimiento del 1,6% (un 6,5% en el dato anualizado).

El dato de crecimiento, publicado por el Departamento de Comercio, queda lejos del 2,1% (8,5% en tasa anualizada) que habían calculado los analistas. Resulta tan solo una décima superior al registrado en el primer trimestre, del 1,5%, cuando la vacunación se extendía con lentitud por el país, la vuelta a la normalidad era más tímida y no se había puesto en marcha aún el programa de dinamización 1,9 billones de dólares de la Administración de Joe Biden.

El gasto en consumo ha crecido un notable 2,95%, pero la inversión privada se ha contraído un 3,5%. El mercado de trabajo, por otra parte, se ralentiza al mismo tiempo que muchos empresarios se quejan de la falta de trabajadores, lo que ha encendido el debate sobre las ayudas sociales aprobadas impulsadas por los demócratas. La tasa de paro se situó en un 5,9% el mes pasado, lo que supuso un aumento de una décima respecto a mayo y lo alejó un poco más del 3,5% previo a la pandemia.

El avance de la variante delta del coronavirus puede ensombrecer los próximos meses. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, se ha mostrado optimista, pero manteniendo prudencia debido a los efectos de la versión Delta del virus en la economía.

Y es que la variante delta del coronavirus destaca como una amenaza a la recuperación económica en Estados Unidos. El mercado laboral sumó en agosto solo 235.000 puestos de trabajo, según los datos publicados por el Departamento del Trabajo. El avance es muy inferior a los registros de junio y julio, cuando las cifras rozaban el millón de nuevos empleos. A pesar de la desaceleración, la tasa de paro retrocedió levemente al 5,2%, el nivel más bajo desde el inicio de la pandemia.

Los sectores económicos más afectados en agosto fueron los que requieren la presencia física con el público. La contratación en hostelería y restauración, que experimentaron un impulso durante el verano reforzado por el levantamiento de las restricciones, no creció nada en agosto. Los estadounidenses están viajando menos y reduciendo sus cenas fuera de casa en comparación con junio y julio, cuando se crearon cerca de 400.000 nuevos puestos de trabajo mensuales. También los sectores de la construcción o la educación perdieron empleos. Los economistas esperan que la reapertura de las escuelas permita el regreso a la fuerza laboral de algunos padres y madres.

La incertidumbre por la variante Delta ha empujado a algunos gobiernos locales y empresas a restablecer la obligación del uso de la mascarilla o exigir a los empleados que se vacunen si quieren conservar sus empleos. También cada vez son más las compañías que han pospuesto el regreso presencial a las oficinas. En cambio, no se están produciendo cierres de negocios o nuevas restricciones de aforo, como sí sucedió en el peor momento de la pandemia.

Según las cifras publicadas en agosto, el empleo tiene mucho margen para crecer: el número de puestos vacantes se mantiene en niveles récord con 10,1 millones de puestos disponibles.

La situación ha llevado a que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, haya señalado que está dispuesto a comenzar a reducir a finales de 2021 las compras de activos por valor de 120.000 millones de dólares mensuales (unos 101.000 millones de euros), una de las medidas de estímulo usadas para combatir la crisis del coronavirus.

Powell señaló una situación de fortalecimiento de la recuperación económica y del mercado laboral, que, aunque no ha alcanzado los niveles previos a la pandemia, sumó 943.000 nuevos empleos en julio y está acelerándose a tal velocidad que motiva que las empresas no encuentran trabajadores suficientes.

Powell, igualmente, ha descartado una próxima subida de los tipos de interés para hacer frente a la subida de precios, que se encuentra en su nivel más alto en más de una década.

No obstante, el presidente de la Fed, explico que considera que la inflación está sufriendo efectos temporales que se irán desvaneciendo una vez se consolide la reapertura económica en todos los sectores.

No obstante, el dato de inflación (el 5,4% del pasado julio) es el mayor en Estados Unidos en más de una década. Pero la reserva Federal confía que se irá reduciendo en los próximos meses de forma gradual hasta acercarse a la meta del 2%.

Las causas de la subida de los precios son, sin duda, los precios a la energía y las mercancías debido a la escasez de ciertos productos por las restricciones en el comercio mundial. Powell ha señalado que el gasto en servicios sigue un 7% por debajo del umbral previo a la pandemia, mencionando las caídas considerables en restaurantes, vuelos o visitas al dentista. Mientras que el gasto en bienes como muebles, electrodomésticos o coches están un 20% por encima, lo que ha ocasionado una mayor presión sobre la oferta.

El empleo registró en julio datos muy positivos: un promedio de 832.000 nuevos empleos en los últimos tres meses, la gran mayoría en el sector servicios. La crisis dejó sin empleo a 30 millones de trabajadores en solo dos meses de 2020. Y se han producido graves desigualdades; afectando especialmente a hispanos, afroamericanos y trabajadores de bajos salarios del sector servicios.

La cifra de paro es hoy del 5,4% (la más baja durante la pandemia), Este panorama puede mejorar en las próximas semanas si continúa el ritmo de la vacunación, con el regreso a la escuela de forma presencial de más de 50 millones de menores y, sobre todo, con el fin de las ayudas al desempleo, previsto para la primera quincena de septiembre.

Las previsiones apuntan a un crecimiento de la economía del 7% para 2021 en Estados Unidos, pero Powell ha señalado que considera “inoportuna una eventual subida de los tipos de interés” (actualmente del 0% al 0,25% desde marzo de 2020).

Para algunos analistas, la recuperación económica de Estados Unidos muestra algunas rarezas: los coches usados se han encarecido tanto que, en algún caso, se han llegado a vender más caros que si se compraran nuevos. La tasa de paro sigue dos puntos por encima del nivel prepandemia, pero, aun así, los salarios han subido. El índice de confianza del consumidor cayó este mes de julio al nivel de abril de 2020, cuando la vida se había parado sine die, pese a que la economía ha recuperado al nivel anterior a la debacle del coronavirus. Y el índice Dow Jones de Wall Street ha alcanzado esta semana niveles récord.

Los precios subieron el pasado julio un 5,4% respecto al mismo mes del año pasado, lo que supone el mismo incremento interanual que el de junio, que fue el más elevado desde 2008, con la Gran Recesión. De mes a mes, el incremento fue del 0,5%, frente al 0,9% registrado en junio. La escasez de chips o semiconductores, unos minúsculos microprocesadores sin los que automóviles y toda suerte de dispositivos no pueden funcionar, ha generado problemas de producción de vehículos en todo el mundo y ha disparado la demanda de segunda mano, cuyos precios escalaron hasta un 30% en un año.

LATINOAMERICA:

En el último año, encima del incremento en el desempleo y la pobreza, los latinoamericanos han ido destinando una mayor cantidad de dinero para poder comer y para pagar algunos servicios. La inflación ha aumentado gradualmente como consecuencia de la recuperación de la economía mundial y las interrupciones en las cadenas de suministro. Aunque hay múltiples factores internos en algunos países que han contribuido: la incertidumbre política, las condiciones climatológicas y un alza extraordinaria en el consumo.

Miles de peruanos cuidan cada gota de aceite para cocinar ahora que el precio ha subido más de 100%. En Brasil, la electricidad se ha vuelto más cara. En México, el incremento en el combustible más utilizado en los hogares, el gas, llevó al Gobierno Federal a aplicar precios máximos y crear, además, una empresa distribuidora del Estado.

La recuperación de las economías avanzadas llevó a un incremento en los precios del petróleo, por lo que sus combustibles derivados, como la gasolina, también aumentaron. El coste de los combustibles como fuente de energía tiene un efecto dominó, que impacta sobre muchos otros bienes de consumo y servicios, entre ellos el transporte. Autoridades en Ecuador, Brasil, República Dominicana y Chile, por ejemplo, han incluido el transporte como uno de las rubricas que han visto mayores incrementos este verano.

En México, la Secretaría de Energía ha emitido una “directriz de emergencia” forzando al regulador del sector a imponer tarifas máximas en el precio del gas que utilizan el 80% de los hogares mexicanos. En respuesta a esto, el gremio de empresas proveedoras y distribuidoras de gas se declararon brevemente en huelga.

Brasil y México han vivido sequías este año, afectando la agricultura y la ganadería y, por lo tanto, el precio de los alimentos. Brasil depende en gran parte de energía hidroeléctrica y han tenido que importar energía eléctrica. Solo durante el mes de julio, la electricidad subió 8% en ese país, lo cual impacta el precio de muchos bienes. En los últimos 12 meses, el precio de la carne ha incrementado, en algunas partes del país, hasta un 38%.

UNIÓN EUROPEA:

La economía de la Unión Europea ha vuelto a crecer con fuerza en el segundo trimestre de este año. Según Eurostat entre abril y junio, el Producto Interior Bruto de los Veintisiete aumentó un 1,9%. Comparada esta cifra con el mismo trimestre del año anterior (en el momento de la debacle económica provocada por la pandemia), el crecimiento anual es del 13,2%. Porcentajes por encima de los registrados por Estados Unidos y China en el mismo periodo.

Los datos, para los países de la zona euro, aún son mejores: crecieron en el segundo trimestre un 2% y, en términos anualizados, su PIB se disparó un 13,7%. Dos países relativamente pequeños, Portugal y Austria, son los que más tiraron del carro entre abril y junio, con crecimientos trimestrales del 4,9% y del 4,3%, respectivamente. En términos anuales, el país donde más rebota la economía con respecto a mediados de 2020 es España, cuyas estimaciones preliminares de PIB apuntan a un avance del 19,8% (un 2,8% de avance trimestral).

Italia, como España, creció por encima de la media con un 2,7% en el segundo trimestre. Y también fue notable el crecimiento en Alemania, con un 1,5%. En el arranque del año, fue precisamente el tropezón alemán (disminución del 1,8%) uno de los mayores lastres que habían llevado al PIB comunitario a la recesión. Francia también creció en el segundo trimestre, pero mucho más modestamente en comparación con otros (el PIB francés creció un 0,9%).

La subida de los precios ha comenzado a preocupar a algunos analistas. Con un aumento en agosto de un 3%, frente al 2,2% registrado en julio (supone la mayor subida de los precios en la región desde noviembre de 2011).  

En Europa, el repunte de la inflación en agosto es consecuencia del alza del 15,4% del precio de la energía, frente al 14,3% de julio, así como a la subida interanual del 2,9% de los alimentos frescos, frente al 1,9% del mes anterior. A su vez, los bienes industriales no energéticos se han encarecido en agosto un 2,7% interanual, después de subir un 0,7% en julio, mientras que los servicios han subido un 1,1% desde el 0,9% del mes anterior.

La inflación en la eurozona sigue siendo significativamente inferior a la del conjunto de la OCDE. Especialmente menor a la de Estados Unidos, que en julio alcanzo una subida de precios del 5,4%.

En España, la inflación anual estimada del IPC en agosto de 2021 es del 3,3%, tres puntos por encima de la media de sus socios europeos, de acuerdo con el indicador adelantado elaborado por el INE. Supone el nivel más elevado desde octubre de 2012. De confirmarse, supondría un aumento de cuatro décimas en su tasa anual, ya que en el mes de julio esta variación fue del 2,9%.

Este comportamiento del nivel de precios ha provocado el debate entre los consejeros del Banco Central Europeo, respecto a si hemos llegado al momento de comenzar con la retirada de los estímulos monetarios utilizados contra la crisis de la pandemia.

Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, ha asegurado que, si la economía se recupera y va apareciendo la inflación, se tendrá que iniciar una "normalización paulatina" de la política monetaria. Precisando “que cualquier retirada de estímulos, monetarios o fiscales, debe ser poco a poco y no de forma prematura, ya que la economía europea sigue siendo frágil".

En la Eurozona, el crecimiento de la actividad del sector privado ha registrado en agosto un ligero retroceso respecto del mes anterior, aunque se mantiene cerca de máximos de 15 años, según el dato adelantado del PMI compuesto, que se ha situado en 59,5 puntos desde los 60,2 de julio, según ha informado el proveedor de información con sede en Londres IHS Markit.

El PMI es un indicador adelantado de la economía publicado mes a mes y que se elabora a través de una encuesta a los gestores de compras de empresas.  Tienen que valorar de 0 a 100 la evolución de su actividad comercial respecto al mes anterior. Una cifra por encima de 50, como es el caso de agosto, indica un aumento de las ventas y por debajo, una contracción.

Pues bien, según IHS Markit, “la recuperación económica de la zona euro mantuvo su ímpetu en agosto, y el índice PMI solo se redujo ligeramente frente a la máxima reciente de julio pasado hasta llevar su promedio para el tercer trimestre hasta la fecha al nivel más alto en 21 años”.

IHS Markit ha señalado que “los niveles de nuevos pedidos recibidos en agosto se han mantenido entre los más elevados de las dos últimas décadas, impulsados por el persistente resurgimiento de la demanda de productos y servicios. Asimismo, ha destacado que el sostenido repunte de la demanda y las mejores perspectivas gracias al aumento del número de personas vacunadas se tradujeron en un auge del optimismo respecto de los próximos 12 meses”.

Entretanto, el empleo creció a un ritmo igual a la máxima en 21 años registrada en julio pasado debido a que las firmas expandieron su capacidad en proporción al reciente crecimiento de las carteras de pedidos y las perspectivas prometedoras. Pese a que se notó una cierta ralentización de la creación de empleo en el sector manufacturero, en parte debido a la escasez de mano de obra, el crecimiento del empleo en el sector servicios alcanzó su cota más alta desde septiembre de 2018.

Según IHS Markit, “los retrasos en las cadenas de suministro siguen causando estragos, haciendo que muchas veces las empresas no puedan responder a la demanda y aumentando los costes de las firmas aún más. Estos costes, combinados con el auge de la demanda, causaron otro aumento casi récord de los precios medios cobrados por los productos y servicios, aunque hubo algunos bienvenidos indicios de que estas presiones inflacionistas puedan haber pasado lo peor por ahora”.

Estos retrasos de suministros, procedentes sobre todo de Asia, podrían continuar en los próximos meses por la fuerte demanda en China y en Estados Unidos.

Por otro lado, si sectores completos no colapsaron durante la pandemia, con pequeños aumentos del paro, fue gracias al apoyo de los presupuestos públicos, financiados por emisión de una deuda que ha acabado en el balance del BCE.

Unos estímulos que han servido también para aligerar las cargas financieras de los Estados. Gracias al abaratamiento del dinero, los pagos por intereses han evolucionado en sentido inverso a la acumulación de deuda. Con los tipos de interés que prevalecían en la crisis financiera, es decir sin la ayuda del BCE, las cargas por intereses alcanzarían 50.000 millones, el doble de lo que afortunadamente hemos soportado en el pasado ejercicio.

ESPAÑA:

Según datos del INE, el Índice de Precios de Consumo (IPC) aumentó dos décimas en julio hasta el 2,9%, la mayor tasa interanual desde febrero de 2017.

Y durante el mes de agosto, los precios han vuelto a crecer por sexto mes consecutivo. El IPC ha avanzado en el pasado mes al 3,3% de variación anual, su máximo desde 2012.

La ansiada reactivación económica, y las mejores expectativas sobre su marcha, han impulsado una demanda contenida durante el año pasado por la pandemia. El encarecimiento de la electricidad y de los combustibles han arrastrado a la cesta del IPC. Y todo apunta a que la tendencia va a continuar.  

La inflación subyacente, (indicador muy objetivo, ya que no tiene en cuenta los precios de la energía y de los alimentos frescos que son los elementos más volátiles) sigue en niveles reducidos. Este indicador avanzó un 0,7% anual en agosto.

Ya a finales de 2020, la cotización del petróleo empezó a repuntar. El barril de Brent, de referencia en Europa, se acerca a los 73 dólares (en el año 2020 llegó a situarse por debajo de los 20 dólares). El alza, pese a haber frenado su escalada en los últimos dos meses por la incertidumbre en torno a la variante Delta, ya se ha trasladado a los carburantes: llenar un depósito de 50 litros de un coche, tanto de gasolina como de diésel, costaba en julio cerca de 10 euros más que en enero.

El precio del gas en los mercados internacionales también triplica su nivel de hace un año, y junto con los derechos de emisión de CO₂ (en su cota más alta registrada nunca, por encima de los 50 euros la tonelada) han arrastrado al alza el precio de la electricidad en toda Europa. En España, el mercado mayorista lleva semanas en máximos: en agosto pulverizó ocho días su récord histórico. A ello se suma el encarecimiento de otras materias primas y la escasez de productos como los microchips, que están causando un desabastecimiento en fábricas de automóviles, celulares u otros equipos tecnológicos.

Este aumento en los precios de la energía genera un efecto dominó sobre una multitud de otros productos, entre ellos la alimentación, encareciendo su producción o transporte. En julio también se encarecieron otras categorías relacionadas con el turismo, como hoteles y alojamientos, impulsadas por el despertar de la demanda tras un 2020 marcado por constantes cierres y aperturas de comercios, establecimientos y fronteras. Este cóctel se traslada a los hogares y reduce su poder adquisitivo, aunque el golpe estará parcialmente amortiguado por el gran ahorro forzoso acumulado durante la crisis sanitaria.

Según Funcas, “hay dos factores que están influyendo en la inflación: los precios energéticos, donde la presión va a durar bastante tiempo, y los de otros suministros importados. En este segundo caso hay elementos que apuntan a que se van a ir relajando, De momento, las empresas no están trasladando esta subida a las tarifas.

El incremento del IPC también mete presión sobre las finanzas públicas. El Gobierno ya ha aprobado la primera parte de la reforma de las pensiones que le exige Bruselas para desembolsar los fondos europeos, que entre otras cosas liga la revalorización de las prestaciones a la evolución del índice de precios al consumo.

Afortunadamente, los bancos centrales, sin embargo, están reaccionando con prudencia. Tanto el Banco Central Europeo (BCE) como la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos consideran que este incremento es transitorio, causado por el crecimiento de la demanda tras los meses del confinamiento, el encarecimiento de la energía y otras materias primas y la escasez de algunos productos que está cortocircuitando las cadenas de suministro. Al mismo tiempo, las señales sobre la evolución de la situación sanitaria no son del todo claras: pese a los avances en la vacunación, las nuevas variantes del virus abren nuevos interrogantes.

Por todo ello, el BCE ha decidido flexibilizar su objetivo de inflación (cercano, pero inferior al 2%), abriendo la puerta a sobrepasarlo siempre y cuando sea un periodo transitorio y “se sitúe moderadamente por encima”. Esto quiere decir que los tipos de interés seguirán bajos y se mantendrán los estímulos pese al aumento de los precios, alejando la posibilidad de un viraje brusco que entorpezca una recuperación que aún no se ha asentado del todo y castigue a los países más endeudados. También la Fed ha optado por mantener la precaución: su presidente, Jerome Powell, ha descartado de momento una subida de tipos, aunque, como ya hemos comentado, se ha mostrado dispuesto a reducir los estímulos a finales de año.

Por otra parte, el Consejo General de Economistas (CGE) ha actualizado sus previsiones de crecimiento para la economía española, manteniendo la subida del 6,3% para 2021 y revisando al alza, hasta el 6%, la del próximo año. Esta mejora de cara a 2022 se explica por la inercia de crecimiento esperada para el segundo semestre del presente ejercicio, por los efectos que las ayudas europeas tendrán en la economía española y por la paulatina pero sostenida recuperación de la movilidad internacional y su peso en el sector turístico. Al otro lado, el CGE alerta sobre el aumento de precios, sumando un punto porcentual en un solo mes a la estimación de la inflación. Apuntan a que la tasa interanual para finales de año cerrará en alrededor de un 3%, cuando en julio se situaba únicamente en el 2%.

En cuanto al mercado laboral, los economistas del CGE mantienen su previsión de que la tasa de paro se sitúe en el 15,5% en 2021, mientras que estiman un descenso en 2022 hasta el 14,9%. Esperan que, una vez que se están relajando las medidas en países del entorno por la buena evolución de la pandemia, la campaña turística estival se prolongue por el retorno del turismo extranjero, fundamentalmente de mercados tradicionales como Alemania e Inglaterra.

En cuanto a la deuda pública, que cerró en junio en los 1,42 billones de euros (122,1% del PIB), los economistas esperan que durante los próximos meses se vaya moderando (también considerando el incremento previsto de PIB) para situarse a final de año en el 121,5%, en tanto que el déficit se prevé que se sitúe en 2021 en una horquilla de entre el 8% y el 9%.

Respecto al empleo las cifran nos obligan a ser prudentes. De momento, según la Encuesta de Población Activa (EPA) hecha pública por el INE trimestralmente, y referida al periodo que media entre abril y junio, el número de ocupados ha aumentado en 464.900 personas en el segundo trimestre de este año hasta situarse en 19.671.700 personas (un incremento que no se veía desde el tercer trimestre del año pasado). También el número de parados ha descendido en 110.100 personas (el mayor descenso trimestral desde hace dos años).

En total, la economía española ha creado 1.064.400 empleos (un 5,72% más) en el último año, tras la primera fase de la pandemia que llevó a la ocupación a mínimos por las restricciones existentes. Sin embargo, el número de parados aumentó en este periodo en 175.900 personas. Si lo comparamos con la cifra de hace dos años, el número de ocupados ha caído en 133.300 personas.

En cualquier caso, es el sector privado el que tira del empleo en el segundo trimestre ya que la ocupación ha aumentado en 422.700 personas frente a las 42.100 del público. Sin embargo, este último sube a un ritmo interanual del 6,62% frente al 5,53% de la actividad privada. En total, en los últimos 12 meses, la ocupación en el sector privado ha aumentado en 850.800 personas frente a las 213.600 en el público.

Por su parte la Seguridad Social batió en julio un nuevo récord con una media de 19.591.728 afiliados. Es la cifra más alta de la historia, superando la de julio de 2019, cuando España contaba con alrededor de 19,53 millones. Por tanto, tenemos en este momento unos 60.000 ocupados más que entonces.

No obstante, la situación es muy diferente: basta ver los datos de paro registrado publicados. Si en julio de 2019 había poco más de tres millones de parados, ahora son 3.416.498 desempleados. La evolución en este aspecto también es positiva, ya que el paro acabó julio con 197.841 inscritos menos que en junio, otro récord absoluto para un solo mes. En total, hay 365.636 desempleados menos que un año antes.

La realidad, es que las cifras conocidas hay peculiaridades derivadas de la pandemia que impiden asegurar que, pese a la afiliación récord, en España haya más gente trabajando que nunca: la principal son los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), una medida que se ha usado ampliamente para proteger el empleo y a la que, en promedio, se acogieron en julio unas 339.000 personas (331.486 exactamente, en el último día del mes). La gran mayoría de ellos, en una proporción aproximada de dos a uno, eran expedientes a tiempo completo. Es decir, trabajadores que no acuden todavía a sus puestos. Y en situaciones parecidas a los ERTE hay 218.000 autónomos que en julio necesitaron percibir las ayudas especiales que la Seguridad Social ha habilitado por la pandemia.

Pese a los problemas todavía visibles de la crisis, la evolución del mercado laboral encadena ya varios meses de mejoras. Julio ha sido un mes tradicionalmente bueno para el mercado laboral (como los precedentes, por el tirón del turismo sobre la ocupación) y el de 2021 no ha sido una excepción, a pesar de la incertidumbre creada por la nueva oleada de coronavirus. Mayo y junio acabaron con sendas reducciones de paro históricas (en cifras redondas, 129.000 desempleados menos en el quinto mes y 167.000 menos en el sexto). Julio ha batido de nuevo esa plusmarca con casi 200.000 desempleados menos. En tres meses, por tanto, el paro registrado se ha reducido en aproximadamente en medio millón de personas y en total se encadenan cinco meses consecutivos de reducciones, después de que en febrero se alcanzara el máximo en la actual crisis con más de cuatro millones de parados. Desde marzo, el descenso ha sido de más de 592.000 personas.

La reducción de julio ha sido homogénea en todos los sectores, aunque han sido los servicios los que la han liderado ampliamente, con 133.658 desempleados menos. En industria ha habido unos 13.000 parados menos; 10.000 en construcción y casi 9.000 menos en agricultura. En total, 31.991 personas no tenían un empleo anterior, el colectivo donde porcentualmente se ha registrado un mayor descenso del paro (-9,5% respecto a junio).

Aunque el empleo comienza a disminuir en agosto, este año la temporada de verano parece prolongarse. Según los datos conocidos, el paro experimentó una caída de 82.583 personas durante el mes de agosto con respecto a julio, y el total de desempleados se rebajó hasta los 3.333.915 trabajadores. Aunque no es algo habitual que al final de la temporada turística los parados decrezcan, el número de desempleados suma seis meses consecutivos de descensos y, además, según Trabajo, la de agosto es la mayor caída de toda la serie histórica, que se inicia en 1996.

Sin embargo. esta caída del número de desempleados en agosto no le ha acompañado, sin embargo, otra en el cómputo de las afiliaciones a la Seguridad Social, que con respecto al mes anterior ha contabilizado 118.004 cotizantes menos, en términos medios y sin consolidar el ajuste estacional. De esta forma la cifra total se situó en los 19.473.724 afiliados, que no se mantiene lejos de los últimos registros récord de julio (19,59 millones).

Por sectores, los que más empleo crearon en agosto fueron la Hostelería (+2,39%) y Actividades de los Hogares (+3,91%), mientras que Educación (-6,70%) y Actividades Artísticas, Recreativas y de Entretenimiento (-5,29%) perdieron más afiliados. Los trabajadores autónomos, por su parte, también vieron rebajado su volumen hasta situarse en 3.315.603 afiliados medios en agosto, 7.358 menos que en julio (-0,22%).

Según Funcas (centro de análisis -un  think tank- dedicado a la investigación económica y social y a su divulgación), el número de afiliados a la Seguridad Social se incrementó en agosto en 126.000 personas.

Por lo que respecta al precio de la energía eléctrica, El precio mayorista de la luz, el que fijan todos los días las compañías productoras en un mercado virtual electrónico (conocido como pool), se ha triplicado en tan solo un año. Ha pasado de 46,16 euros por megavatio hora (MWh) en el primer jueves de septiembre de 2020, a 140,23 euros/MWh el pasado jueves, día 2 de septiembre, cuando se batió el récord histórico.

Como consecuencia de ese espectacular incremento, el peso que tiene el consumo de energía en el recibo de la luz supera ya el 50% y se ha convertido, con mucha diferencia, en el principal cargo de la factura mensual que les manda el banco a los consumidores, desplazando a los impuestos, cargos y peajes, que hasta ahora ocupaban ese lugar de honor y que, hace tan solo un año, representaban tres cuartas partes del recibo.

Así, la factura del pasado mes de agosto de un usuario promedio que haya consumido 366 kilovatios hora al mes con una potencia contratada de 4,4 kilovatios (kW), sería de 94,52 euros, de los que 48,73 euros corresponderían al coste de la energía puro y duro (sin peajes), es decir el 51,5% del total a pagar. Los impuestos (impuesto eléctrico e IVA) representarían el 13,5% y el restante 35% corresponderían a peajes (el coste de las redes de transporte y distribución) y cargos (los costes asociados a las primas a las renovables, a la subvención de las extrapeninsulares y a la compensación a las eléctricas por el déficit de tarifa).

MERCADOS:

Dado que el dato de empleo en Estados Unidos muestra la menor creación de empleo en siete meses y deja al mercado laboral con 5,5 millones de puestos de trabajo menos que antes de la pandemia. La tasa de desempleo se redujo al 5,2% y el crecimiento salarial aumentó al 4,3% (datos mucho peores de los esperados). 

Estas cifras son clave para que la Fed decida cómo y cuándo ir retirando los ingentes estímulos monetarios antipandemia. De forma que, como hemos comentado, Jerome Powell ha manifestado recientemente que el mercado laboral estadounidense aún necesita los estímulos monetarios, un argumento que queda corroborado con los datos disponibles.

En la última sesión de agosto la Bolsa española cerró con caídas moderadas ante las tensiones inflacionistas y los mensajes lanzados desde el BCE, que cuestionan los plazos sobre la continuidad de los actuales estímulos monetarios. El Ibex ha cedido un 0,24% hasta 8.846,60 puntos y salda agosto con una revalorización del 2%.

En el selectivo español, solo han sobrevivido a las ventas PharmaMar y Solaria, con alzas respectivas del 2,06% y 1,72%. Por el contrario, las ventas se concentraron en los valores turísticos, los más sensibles al impacto de la variante delta. Meliá y Aena sufrieron caídas de más del 3%, que superaron el 2% en el caso de IAG y Amadeus.  

En Asia, ha habido fiesta en el Nikkei, que ha subido un 2,05%, después de que el actual primer ministro japonés, Yoshihide Suga, haya anticipado que no se presentará a la reelección. El yen también se fortalece, hasta 110 unidades por dólar frente a los 110,4 de comienzo de semana. No han corrido la misma suerte los otros índices de referencia en la región. El Hang Seng hongkonés ha caído un 0,98% y el CSI 300 chino, un 0,81%.

En el mercado de deuda, los influjos de los cambios en las políticas monetarias de los dos grandes bancos centrales del mundo han tenido repercusión en los bonos. El español a una década paga un 0,33%, niveles bajos, pero a años luz de los mínimos de -0,017% que marcó a finales del año pasado.

En el mercado de materias primas, el petróleo Brent se coloca por encima de los 73 dólares por barril con una subida del 0,2% que se suma a la del 2% de ayer. El West Texas, la referencia en Estados Unidos, está estable en el entorno de los 70 dólares.

En relación al mercado inmobiliario, el Brexit también ha afectado al sector español, que ha perdido fuerza con su histórico mejo comprador: el británico. Aunque esta nacionalidad es la que siguió siendo en el segundo trimestre de 2021 la que más casas compró en nuestro país, lo cierto es que su peso se ha diluido tras la oficialidad de su salida de la Comunidad Europea hasta llevarlo a mínimos históricos. Según los datos del Colegio de Registradores, cuando en el segundo trimestre del año pasado los británicos representaron el 12% de las operaciones por parte de extranjeros en España, entre marzo y junio del presente se desplomó al 9,5% (algo más de 1.200 adquisiciones), Aunque lo cierto es que tras el sí de Reino Unido a su salida de la UE en junio de 2016 el peso del total de las compras de sus ciudadanos en España venía menguando, cuando en el segundo trimestre de ese año se situaba en el 20% del global. Incluso llegó a representar prácticamente una de cada cuatro operaciones en el último trimestre de 2015.

Son los alemanes los firmes candidatos a discutir el primer lugar a los británicos, al representar el 9% de las adquisiciones. También marroquíes (8,3%), franceses (7,0%) y rumanos (6,1%).

Sigue siendo Baleares el principal foco de atracción y ahí es donde se registran el 30% de las operaciones totales por parte extranjera. En el segundo trimestre le han seguido el resto de comunidades de sol y playa.  

Por lo que respecta al mercado del automóvil, los vendedores de vehículos han vuelto a sufrir una caída en las matriculaciones. Bajo una tormenta perfecta (a la caída de los ingresos de los hogares a causa de la pandemia y el aumento de la inflación, se suman los problemas de oferta por la falta de microchips) se vendieron en agosto 47.584 vehículos en España. Este volumen supone una reducción del 28,9% con respecto al mismo mes del año pasado, cuando los efectos de la covid-19 eran más crudos, y una caída de un 36% con respecto a agosto de 2019. Se trata del peor dato en este mes desde 2013.

El comportamiento de las matriculaciones de vehículos es un termómetro de la confianza que los potenciales compradores tienen en la recuperación desde que estalló la pandemia. El mercado del automóvil español entre enero y agosto logró vender 588.314 vehículos, un 33% menos que en 2019, el año anterior a la pandemia. En comparación con 2020, cuando el mercado estuvo varios meses paralizado por el estado de alarma y el confinamiento, la diferencia es positiva, del 12%, pero no suficiente como para compensar la caída y recuperar los niveles anteriores a la pandemia. Aunque agosto acostumbra a ser un mes en el que las ventas no son demasiado altas debido a las vacaciones, las cifras alcanzadas profundizan la tendencia a la baja del mercado y hacen prever que la recuperación del sector será más costosa.

Las estadísticas de las asociaciones de fabricantes (Anfac), concesionarios (Faconauto) y vendedores (Ganvm) reflejan la prudencia del comprador. Este mes de agosto, el canal de compradores particulares es el que más cayó con respecto a agosto de 2020, un 30,7% (se han vendido 26.084 vehículos). La compra de coches por parte de empresas también descendió, un 27,1%, y en esta ocasión incluso bajó el canal de empresas de alquiler de vehículos (un 24%), que en julio había sido el único que logró aumentar ventas con respecto al mismo mes del año pasado. En el acumulado del año, las compras por parte de particulares son las únicas que siguen estando por debajo de 2020 (un 9,7% menos en los primeros ocho meses del año), mientras que los otros dos canales muestran una recuperación del 16,8% (empresas) y del 74,8% (arrendadores).

EMPRESAS:

Las empresas recuperan poco a poco la normalidad perdida con la covid-19. El estallido de la pandemia en 2020 anegó las cuentas corporativas de números rojos. El mundo se paró y las sucesivas olas del virus desdibujaron cualquier esperanza de recuperación rápida. La variante Delta impide bajar la guardia, pero lo cierto es que la vacunación, sobre todo en los países desarrollados, ha cogido ritmo y ya parece estar más próxima la ansiada inmunidad de grupo.

Esta semana, la mayoría de las compañías españolas cotizadas ha presentado sus resultados correspondientes a la primera mitad de 2021. Y el balance confirma, en líneas generales, ese sentimiento de que vienen tiempos mejores. A pesar de que el primer trimestre del año no fue tan bueno como se esperaba, debido a los retrasos de las vacunas, el balance semestral invita a la esperanza. En concreto, los beneficios agregados de las empresas del mercado continuo entre enero y junio sumaron 30.304 millones de euros, frente a las pérdidas de 14.144 computadas en el mismo periodo del año anterior.

La recuperación se puede apreciar desde la parte alta de los informes corporativos y se confirma a medida que se va descendiendo en las cuentas de resultados. Las ventas son quizá el mejor termómetro porque, tras aplicar auténticas economías de guerra en los meses más duros de la pandemia, las compañías necesitan ver cómo sus ingresos crecen o, en el peor de los casos, dejan de mermar. En este sentido, la cifra de negocio agregada de las cotizadas españolas fue de 230.658 millones de euros, cantidad que supone un 5,63% más que en el primer semestre de 2020.

El EBITDA es un buen indicador de la marcha de una empresa porque refleja los recursos generados en la misma (ingresos menos gastos sin tener en cuenta partidas como los extraordinarios, amortizaciones o impuestos). Pues bien el EBITDA total de las cotizadas en la primera mitad del ejercicio sumó 40.405 millones de euros, un 228% más que en el mismo periodo de 2020.

La mejoría de las cuentas corporativas ha sido generalizada, tanto en las empresas grandes como en aquellas de tamaño medio o pequeño. En el Ibex 35, donde están los grupos de mayor capitalización, el beneficio conjunto fue de 28.835 millones, frente a las pérdidas de 14.785 millones de un año antes. Por su parte, el balance del resto de empresas que cotizan en el mercado continuo refleja unas ganancias de 1.468 millones, un 129% por encima. A 30 de junio pasado había 16 empresas en números rojos, mientras que en la misma fecha de 2020 el club de las pérdidas estaba integrado por 28 miembros.

Telefónica ha recuperado, después de varios años, el primer puesto de ganancias. La operadora obtuvo en el semestre 8.628 millones de euros frente a los 830 millones del ejercicio 2020. Aunque las ventas de la teleco cayeron, el beneficio neto batió el récord histórico en un semestre gracias a la fusión de O2 con Virgin y la venta de torres de comunicación. Según la empresa. “la fortaleza de nuestros resultados durante el segundo trimestre representa un punto de inflexión en nuestra transición hacia un crecimiento sostenible y rentable”.

Por otro lado, se ha sabido que entre 2014 y 2020, los grandes bancos europeos contabilizaron 20.000 millones de euros cada año en paraísos fiscales y territorios de baja tributación, una cifra equivalente al 14% de sus beneficios totales. Así lo refleja un estudio publicado por el EU Tax Observatory, un organismo adscrito a la Paris School of Economics, que pone bajo la lupa a las 36 entidades financieras de 11 países con más peso en el Viejo Continente. Entre ellas están las españolas BBVA, Bankia, Santander y Sabadell, que salen mejor paradas que muchas de sus competidoras. El estudio calcula que se obtendría una recaudación adicional para las arcas públicas de entre 3.000 y 5.000 millones de euros cada año si las ganancias de estos bancos se gravaran a un tipo mínimo del 15% del impuesto de sociedades.

El informe ofrece un nuevo ángulo de análisis en un momento crucial para el futuro de la fiscalidad internacional. Tras años de negociaciones bajo el liderazgo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el G-20, más de 130 países alcanzaron en julio un primer acuerdo para poner freno a la elusión fiscal de las grandes multinacionales.

Pese a que los bancos quedarían excluidos de una parte del pacto (el reparto de un porcentaje de beneficios entre territorios), sí estarían sujetos a un impuesto mínimo, cuyo tipo será de al menos el 15%. En octubre se prevé que las conversaciones técnicas avancen y se logre convencer a los países que no han firmado el pacto, entre ellos, Irlanda, Hungría y Estonia. El objetivo: cambiar unas reglas tributarias obsoletas, diseñadas en los años veinte del siglo pasado y ajenas a los nuevos negocios digitales y a un mundo hiperglobalizado. 

Un anterior estudio del EU Tax Observatory cifraba en casi 50.000 millones la recaudación adicional que obtendría la UE en 2021 con un impuesto mínimo del 15% a las grandes corporaciones.