domingo, 26 de abril de 2009

Soluciones para la crisis. "El economista en casa"

El próximo 12 de mayo se publicará por la editorial La Esfera de los Libros, la obra: “El economista en casa. Decálogo de las soluciones prácticas para superar la crisis” (332 páginas) de la que soy autor.
En diciembre de 2008 elaboramos, en el Centro de Estudios Financieros (CEF), el decálogo “los diez errores que arruinan a las economías domésticas”. Se trata de un listado de “errores imperdonables” que no se deben cometer en tiempos de crisis. El estudio tenia la finalidad de ayudar a capear la situación actual.

El gran eco social que tuvo el decálogo, me llevó a reflexionar sobre la necesidad de disponer de un libro que ayudase al ciudadano medio a reflexionar sobre los aspectos que en su quehacer diario afectan a la totalidad de decisiones que va tomando.

En momentos de incertidumbre, hay que tener sumo cuidado para no volver a repetir aquellos fallos que, desafortunadamente, hayamos cometido en las cuestiones relativas a nuestra economía doméstica. Esos en los que, quizá a veces, no haya imperado el sentido común.

Es normal que en los tiempos que corren, a todos nos entre una cierta inquietud. Pero el peligro de incurrir en un excesivo nerviosismo es que la desconfianza reinante nos conduzca a tomar medidas que, acometidas con la mejor de las intenciones, puedan resultar contraproducentes para poner a salvo nuestro futuro.

Se hace necesario disponer de la mayor información posible, de forma que podamos estar preparados para dar la mejor respuesta a las situaciones que, en mayor o menor medida, a cada uno de nosotros, con toda seguridad se nos van a plantear. La prudencia, la responsabilidad y la propia formación, son aspectos imprescindibles en la coyuntura actual.

La crisis que padecemos, siendo diferente a la gran depresión sufrida durante 1929, tendrá como aquélla importantes repercusiones. La mayoría están por descubrir, pero sin duda supondrán muchos cambios en la operativa y formas de hacer que, durante los últimos años, hemos tenido todos los agentes, tanto consumidores, como entidades bancarias y empresarios. Entre otras razones, porque es preciso que ocurran esos cambios. La falta de prudencia y, probablemente, el desquiciamiento habidos obligan a ello.

Nos asaltan infinidad de noticias que utilizan términos que, muchas veces, se dan por conocidos, cuando la realidad nos dice que no es así. Y lo que es peor, las personas hemos de tomar decisiones considerando una serie de aspectos o factores, sobre lo que la mayoría de la veces, un ciudadano normal, por muy preparado que esté, tiene un concepto poco claro y, a veces, confuso. Por esta razón, la finalidad principal de este libro no es otra que proporcionar la información precisa para que cualquiera pueda reflexionar y adoptar las medidas más convenientes para su economía particular.

Un objetivo que he perseguido en su redacción es que, con independencia de su formación, sea útil para todos. Por esa razón, he tratado de analizar en la forma más sencilla, didáctica y amena cada uno de los temas tratados. El logro de esta meta es la mayor satisfacción que podría obtener como recompensa al esfuerzo que he realizado en su preparación.

El lector encontrará en los doce capítulos del libro, abundante información sobre la gran mayoría de los problemas y dificultades a las que nos enfrentamos. Su contenido ha sido elaborado completamente ligado a la actualidad presente. De manera que usted encuentre contestación a sus inquietudes más próximas.

Cuestión fundamental es la actitud positiva que hemos de mantener. La humanidad ha atravesado crisis mucho más graves, donde además apenas se disponía de medios para tratar de amortiguar sus efectos. La vida continúa y hay que seguir viviéndola de la mejor forma posible. Eso es lo más importante.

Índice de la obra:

Capítulo I. Su posición ante la crisis
Capítulo II. Y si es usted empresario, ¿cuál debe ser su posición?
Capítulo III. ¿Le ha tocado irse al desempleo?
Capítulo IV. ¡Rentabilice su conexión a Internet!
Capítulo V. ¿Le ofrecen o se plantea jubilarse anticipadamente?
Capítulo VI. ¿Necesita vender su vivienda?
Capítulo VII. Su relación con los bancos.
Capítulo VIII. Los productos que le ofrecen los bancos.
Capítulo IX. Pensando en el futuro.
Capitulo X. ¿Invirtió en Bolsa y está sufriendo importantes pérdidas?
Capítulo XI. ¿Es usted emprendedor? ¿Le gustaría abrir su propia empresa?
Capítulo XII. ¿Qué debe saber para interpretar las cuentas anuales de una empresa?
Epílogo.

viernes, 24 de abril de 2009

El paro ¡Apabullante! ¿Mayor flexibilidad?

De siempre, se ha concedido mayor credibilidad a las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA), ya que se trata de una encuesta científica elaborada de acuerdo a criterios de la OIT (Organización Internacional del Trabajo). El otro dato que, frecuentemente se utiliza, es la cifra mensual de parados registrados en el INEM, a la que, tradicionalmente, se le viene concediendo una menor significatividad.

Acabamos de conocer los resultados de la EPA correspondientes al primer trimestre de 2009. Las cifras no pueden ser peores. Basta comparar en la siguiente tabla:

4º Trimestre 2007:
Activos: 22.404.500; Ocupados: 20.476.900; Parados: 1.927.600; Tasa de paro: 8,60 %

Primer Trimestre 2008:
Activos: 22.576.500; Ocupados: 20.402.300; Parados: 2.174.200; Tasa de paro: 9,63 %

Primer Trimestre 2009:
Activos: 23.101.500; Ocupados: 19.090.800; Parados: 4.010.700; Tasa de paro: 17,36 %

He tomado estas fechas, ya que en el cuarto trimestre de 2007, la economía registraba una buena situación económica –en crecimiento de PIB y empleo- y, la del primer trimestre de 2008 donde se comenzaba a sentir la crisis.

Los datos no pueden ser más significativos de la gravedad de la situación económica española, ya que el empleo y, consiguiente paro, son el mejor indicador de la marcha del país: evolución del PIB (producción obtenida) y de la Renta Nacional. Es más, comparando su evolución temporal, se aprecia la tendencia y, por tanto, se pueden realizar estimaciones respecto a que podemos esperar para el futuro próximo.

Es posible realizar las siguientes reflexiones. ¿Cuál de ellas más grave?

- Se está destruyendo empleo (hay menos puestos de trabajo). Sobre todo en el último año se han perdido, nada menos, que 1.311.500.

- El paro ha crecido a una velocidad vertiginosa: en un año ha aumentado en 1.836.500 personas, hasta superar los cuatro millones.

- La tasa de paro (porcentaje de desempleados respecto a la población activa), en un año casi se ha duplicado.

- Se mantiene el aumento de la población activa (ocupados más parados) habido en los últimos años.

A mi juicio, se desprenden los siguientes hechos:

- La gran flexibilidad con la que está reaccionando el mercado de trabajo. Basta contemplar la variación habida. Debemos estar preparados para el debate, cada vez más próximo, respecto a necesidad de flexibilizar las condiciones de despido. ¡Vamos, exactamente, la reducción de las indemnizaciones por despido! Algunos, que sin duda tienen una privilegiada posición disfrutando de contratos blindados y elevadas compensaciones cuando pierden su ocupación, van a incrementar su campaña argumentando la rigidez del mercado laboral en este aspecto. Se trata de una falacia interesada. La eliminación o reducción de las indemnizaciones, lo único que consigue es, simplemente, abaratar el despido –no es una medida de fomento de empleo-. ¿O es que si no existiesen las indemnizaciones, el paro habría aumentado menos?

- A la vista de la población activa, la crisis no ha hecho más que empezar. Comenzaremos a ver el “suelo” cuando tenga lugar una caída de la misma. Ello, como consecuencia del llamado "efecto desánimo".

- Los parados de la construcción son 743.700 personas (el 18,53 % del total de desempleados). No están cuantificados los desempleos indirectos que genera. Luego, sin quitar importancia al gran peso de este sector en la evolución de crisis, más factores y causas están influyendo.

viernes, 17 de abril de 2009

Las diez cosas que no debe hacer una empresa en tiempo de crisis

El CEF (Centro de Estudios Financieros), la escuela de negocios especializada en temas económicos y financieros, ha publicado un decálogo de consejos dirigidos a las empresas españolas para afrontar la actual situación de crisis. Con este decálogo, que tiene el título de “Las diez cosas que no debe hacer una empresa en tiempos de crisis”, el CEF pretende puntualizar aquellos errores que en materia económica deben evitar las empresas en momentos de recesión.
Este decálogo es la segunda parte del que ya publicara el CEF el pasado mes de diciembre y que, con el título de “Las diez cosas que no hay que hacer en tiempos de crisis” estuvo dirigido al consumidor final. Nuevamente ha sido Juan José Pintado, profesor de Finanzas del CEF, el responsable de este trabajo, en cuya redacción han participado también diversos profesores y expertos económicos del CEF.
Estos diez consejos están dirigidos a las empresas de nuestro país y contienen una serie de recomendaciones que las compañías deben tener en cuenta. Se trata de diez “alertas” que están agrupadas en diversas categorías dentro de la economía, financiación y liquidez de la empresa. “El panorama y las expectativas económicas han empeorado drásticamente de forma muy acelerada. En estos momentos en los que proliferan las amenazas y retos para las empresas, debemos destacar que los aspectos de mayor gravedad tienen que ver con la liquidez y las diversas necesidades de financiación”. Señala el profesor Pintado.

“Las diez cosas que no debe hacer una empresa en tiempo de crisis”:

1. Negar el impacto de la crisis: incluso en el caso de empresas que aparentemente todavía no se han visto afectadas por la crisis, los vasos comunicantes de la economía acabarán provocando la ramificación del impacto. Por lo tanto, aunque sólo sea en aspectos parciales, la crisis acabará afectando a casi todas las compañías del país.

2. No extremar la cautela: la previsión de la tesorería a corto y medio plazo es vital para el funcionamiento de la empresa en las circunstancias en las que nos encontramos. Las empresas no deben descuidar ni sus ingresos, ni sus gastos. Es importante seguir muy de cerca la evolución del mercado y de las ventas.

3. Descuidar la comunicación: en momentos de crisis es especialmente necesario gestionar adecuadamente las comunicaciones con el entorno: clientes, proveedores, Administración, empleados y stackeholders. El silencio total puede ser tan negativo como una indiscriminada emisión de información. Hay que administrar los mensajes tanto internos como externos, manteniendo informados de aquellos acontecimientos que afecten a la organización, así como de las medidas que se están llevando a cabo en relación a los mismos. Sólo así podremos neutralizar los efectos negativos de rumores e informaciones inexactas.

4. No ponderar los costes e ingresos para cada escenario: es importante estimar situaciones de “Máximo y mínimo riesgo”, a fin de prever las posibles actuaciones de contingencia en cada una de ellas. Se han de diseñar distintas categorías de posibles acciones, replanteando los objetivos para intentar minimizar las posibles consecuencias negativas de la crisis.

5. “Pasar” de los presupuestos y del endeudamiento: en función de la flexibilización de la que se dispone, es preciso ajustar los gastos en la cuenta de resultados prevista de la empresa, y lograr su estricto cumplimiento. La existencia de pérdidas, en particular en el caso de las multinacionales, aumenta el peligro de cierre empresarial. Hay que centrar gran parte de los esfuerzos en conseguir la financiación o refinanciación necesaria para alcanzar el equilibrio financiero de la empresa. Sobre todo para las PYMES, la financiación del circulante, la del “día a día”, es fundamental.

6. Descuidar la delegación de decisiones: la incertidumbre reinante motiva que algunas decisiones anteriormente delegadas o automatizadas, deban de ser examinadas y, quizás, recentralizadas de nuevo. No se trata de eliminar las delegaciones que se concedieron cuando la situación era favorable –lo que no significa su no supervisión-, sino de replantearse para una empresa en crisis la conveniencia de centralizar algunas de ellas.

7. Continuar “sin más” los proyectos e inversiones en curso: puesto que nos encontramos en un escenario diferente, se debe revisar la validez de las estimaciones realizadas antes del periodo de crisis. Es preciso reconsiderar los proyectos en marcha o previstos, manteniendo en el congelador aquellos que no vayan a mejorar a corto plazo los resultados o la facturación.

8. Desatender a los posibles cambios del mercado: la situación reinante y el empeoramiento de las expectativas provocan un acelerado y continuo cambio en las pautas de comportamiento de los agentes que intervienen en el mercado. Lo que obliga a estar permanentemente vigilantes a las variaciones habidas en las ventas, y las reacciones de las empresas competidoras. Cuanto más rápida sea la respuesta de la empresa frente a los cambios del mercado, mejor se podrán planificar las estrategias que permitan restablecer el negocio.

9. Sobre reaccionar: la crisis es una situación delicada, por lo que no se deben tomar decisiones apresuradas. Se debe imponer la templanza. Tan desaconsejable es la reducción masiva de personal, como lanzarse a hacer contrataciones indiscriminadamente.

10. No prever los posibles escenarios una vez superada la crisis: existe un después de la crisis y hay que pensar en él. El empresario ha de imaginar cómo puede quedar el sector, y replantearse la búsqueda de nuevos mercados y productos para cuando termine la crisis.

martes, 7 de abril de 2009

G-20 ¿Acierto o fracaso?

La última cumbre del G-20 me ha dejado un fuerte “sabor agridulce”.

Es evidente que los líderes mundiales están obligados a generar mensajes que fomenten buenas expectativas. No hay que restar importancia a muchos acuerdos que se han decidido –algunos quizá históricos- pero la verdad, es que medidas a corto plazo para afrontar la crisis en estos momentos, no se ha adoptado ni tan siquiera una.
Un objetivo del presidente Obama era que Europa adoptase un papel más claro y enérgico en el campo de los incentivos fiscales. Es decir, aquellos que, de manera inmediata, son necesarios para reanimar a la demanda en la economía. Pues bien, no ha habido ningún acuerdo en ese sentido. Es indudable, que sin arreglar -¿si es posible?- los problemas del sistema financiero, no puede funcionar correctamente la economía real, pero no es menos cierto que, con la que está cayendo, también hay que adoptar a corto plazo, soluciones que ayuden a la recuperación económica. Salvo que se confíe que sea el mercado el que por sí sólo lo va solucionar.
Lo más destacado de la cumbre del G-20 de primeros de abril es que ha tratado de alumbrar un nuevo sistema financiero. La cumbre, que ha tenido un enorme repercusión mediática, tiene sus luces y sombras.
Entre las medidas más importantes, destaca la preocupación de los mandatarios de las economías ricas y emergentes asistentes, por la extensión de la crisis financiera a áreas como Europa oriental, América Latina o el sudeste asiático, que hace unos pocos meses aún crecían a buen ritmo. A estas economías emergentes se concederán préstamos en base al multimillonario paquete aprobado, que suma 1,1 billones de dólares (820.000 millones de euros).
No se ha aprobado una segunda ronda de incentivos públicos para reactivar las economías del G-20 y, singularmente, la de los países avanzados, como el que se acordó en la pasada cumbre de Washington. Se trataba de un asunto prioritario en la agenda del presidente Obama, respaldado por el primer ministro japonés, Taro Aso, y por el británico Gordon Brown. Se ha dado a entender que no se cierra la puerta a nuevos estímulos fiscales en 2010, tal y como pide el Fondo Monetario Internacional. "El FMI analizará las medidas y elaborará un informe para la próxima reunión. Y, si es necesario, cada país hará lo necesario para recuperar su economía". La decisión sobre nuevos planes fiscales en el G-20 queda postergada así a septiembre, en Nueva York, donde se celebrará la tercera cumbre al máximo nivel. Es decir que ¡si es necesario! En septiembre lo pensarán… ¡realmente es increíble!
Se acordó publicar una lista negra de paraísos fiscales y un arsenal de posibles sanciones para el caso de que no acepten intercambiar información. Se obligará a los grandes fondos de alto riesgo (hedge funds) a registrarse e informar sobre sus operaciones a los supervisores de cada país. Y al fijar los sueldos de los ejecutivos del sector deberán seguirse códigos de buenas prácticas para evitar una recompensa por decisiones arriesgadas. Si el supervisor comprueba que no se han seguido esas guías, podrá obligar a las entidades a reservar más capital para hacer frente a las consecuencias.
Entre las normas que se han de elaborar, deberán incluirse requerimientos de capital más amplios, la extensión de provisiones anticíclicas como las establecidas por el Banco de España o la obligación de incluir en los balances bancarios una parte de las deudas que se titulizan. También se exigirá el registro de las agencias de calificación de riesgos, que estarán sometidas a supervisión. Hay un compromiso de evitar "conflictos de intereses", aunque no se prohíbe por ahora que estas agencias puedan asesorar a entidades financieras sobre la emisión de títulos que luego ellas mismas han de calificar.
Un gran protagonista ha sido el Fondo Monetario Internacional (FMI), que aunque venía jugando en los últimos años un papel marginal, ha recuperado una posición decisiva en la solución de la crisis actual, que se extiende a toda velocidad a los países en desarrollo, castigados por la retirada de capitales desde las economías avanzadas. Los gobiernos del G-20 decidieron triplicar la capacidad de préstamo del Fondo, con una inyección de 500.000 millones de dólares (370.000 millones de euros). Casi la mitad se captarán de forma inmediata, vía créditos de Japón (100.000 millones de dólares ya concedidos), la UE (otros 100.000 millones) y China (40.000 millones). El resto de aportaciones se decidirá en la próxima asamblea del Fondo, prevista para finales de este mes.
Igualmente, el G-20 aprobó una emisión extraordinaria de derechos especiales de giro (DEG), -el activo de reserva del FMI-, por valor de 250.000 millones de dólares (185.000 millones de euros). La emisión se repartirá entre los países en función de sus cuotas en el Fondo: los emergentes captarán unos 80.000 millones de dólares, mientras los pobres recibirán 20.000 millones, en una operación que supone, en suma, la creación artificial de divisas internacionales.
La cumbre completó su paquete de financiación a las economías pobres con la decisión de aumentar en 100.000 millones de dólares la capacidad de préstamo del Banco Mundial y el compromiso de facilitar que fluyan otros 250.000 millones en préstamos a la exportación, una de las actividades más comprometidas en estos países por el estrangulamiento del crédito.
Finalmente, tras bastantes resistencias por parte de los países emergentes, se decidió que fuera la propia OCDE la que publicara una lista de las plazas financieras que se escudan en el secreto bancario para no facilitar información a otros países. Esta lista debía ser aceptada por todo el G-20. Además, se concedió a los países emergentes unos meses de prórroga (hasta finales de 2009) para que eviten el uso abusivo del secreto bancario en sus plazas financieras (Macao o Hong Kong en territorio chino) y se ajusten a los estándares internacionales. Rápidamente la lista ha sido publicada por la OCDE, con tres categorías distintas según el grado de opacidad de estas plazas financieras. Los países que no colaboran con las autoridades fiscales ni se han comprometido a adoptar las normas internacionales en la materia son Uruguay, Costa Rica, Malasia y Filipinas.
Tras esta lista negra, hay dos listas grises, las de países que se han comprometido a cooperar, pero que por ahora apenas lo hacen. En una de ellas se señala a los considerados paraísos fiscales, 30 jurisdicciones entre las que se incluye a Andorra, Gibraltar, Liechtenstein, Barbados, Liberia, Bahamas, Bahrein, Belize, Bermudas, Islas Caimán, Mónaco, Panamá y Holanda. Por separado se señala a otros ocho centros financieros no cooperativos que no son propiamente paraísos fiscales: Austria, Bélgica, Brunei, Chile, Guatemala, Luxemburgo, Singapur y Suiza.
El acuerdo del G-20 remite a un conjunto de sanciones que los asistentes se comprometen a poner en marcha, si estas plazas financieras no reconsideran de forma urgente su rechazo a intercambiar información.
Entre esas medidas, se incluye la obligación de que las empresas y entidades financieras informen de que tienen operaciones con estos paraísos fiscales, la aplicación de impuestos para penalizar cualquier tipo de intercambio con estos países o que los organismos multilaterales y los programas de ayuda bilateral tengan en cuenta si hay un uso abusivo del secreto bancario al tomar decisiones sobre dónde invertir. La realidad, es que parece muy complicado que estas amenazas se conviertan en decisiones este mismo año.
En el comunicado del G-20 se aumentan las competencias del Foro de Estabilidad Financiera, rebautizado como Consejo, para coordinar nuevas normas de regulación, mucho más estrictas, sobre el sector financiero.
Sin embargo no se dice nada de las negociaciones para liberalizar el comercio, tras el fracaso de la Ronda de Doha celebrada en Washington hace cinco meses. El comunicado final retoma la apuesta, aunque evita esta vez fijar un plazo. La seriedad del intento podrá medirse en la próxima cumbre del G-7, el club de los países más ricos, que están citados en verano en la isla italiana de Cerdeña.