martes, 8 de septiembre de 2015

RIESGOS GEOPOLÍTICOS.

La reciente comparecencia, el gobernador del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha puesto de relieve que la situación económica de la eurozona no termina de aclararse.
No se trata solamente de las turbulencias de China, sino también, como implícitamente reflejaba el rostro de Draghi, de la parcial derrota en el logro de los objetivos de inflación y de crecimiento. El peligro, es que los nuevos pronósticos económicos señalan que quizá sigamos más cerca de lo que se piensa de la crisis que no terminamos de superar.

Aunque se dice que se apunta a una recuperación económica, el BCE ha rebajado su previsión de crecimiento y de inflación para este año.
En particular, para los precios se calcula que este año en la zona euro crecerán un 0,1%. Dos décimas menos que en la anterior previsión.

Huyendo de mensajes triunfalistas, el BCE, implícitamente, está advirtiendo que queda crisis para más tiempo.

Se habla del riesgo de inflación, cuando realmente habría que hablar del riesgo de caída de los precios –lo contrario a la inflación- siendo la causa, esgrimida como fundamental, la caída del precio del petróleo.

Por su parte, el FMI ha pedido a los países ricos que pongan en marcha medidas para evitar la expansión del frenazo económico. 

La caída del comercio mundial ya está teniendo impacto sobre las exportaciones europeas, y la intensa depreciación de las divisas de países emergentes está empezando a contrarrestar los efectos expansivos de las compras de deuda del BCE.
Habrá que esperar a ver…..


SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A SEPTIEMBRE 2015

El fantasma de la crisis financiera ha recorrido a los mercados mundiales. La Bolsa china vivió un lunes negro, con un descenso del 8,49%, por el temor a que su economía esté frenando bruscamente el crecimiento. El miedo hundió las Bolsas de todo el mundo, en una jornada en que se evaporaron billones de euros en el valor de empresas cotizadas. El Ibex 35 español cayó un 5,01%, en línea con otros índices europeos; el desplome se extendió también a EE UU y Latinoamérica. El precio del petróleo bajó al mínimo desde finales de 2008 y el euro se revalorizó frente al dólar ante la posibilidad de que la subida de tipos en Estados Unidos se retrase.
Sin duda, en estos momentos hay una intensificación de los riesgos geopolíticos.

GLOBAL:

Una vez estremecido el mercado mundial, China intenta calmar los temores globales sobre los efectos del frenazo de su economía. La cuestión china y el temido anuncio de una pronta subida de los tipos de interés en EE UU, por tanto de la situación de las dos mayores economías mundiales, centraron los principales debates de la reunión de ministros de Economía de los países del G20 que concluyó a principios de septiembre en Ankara (Turquía) con un compromiso de evitar una guerra de divisas.
Los ministros del grupo formado por los principales países desarrollados y emergentes se comprometieron a “calibrar cuidadosamente y comunicar con claridad” cualquier nueva decisión de política monetaria para evitar efectos como los producidos por la inesperada devaluación de la divisa china.
El ministro de Finanzas chino, Lou Jiwei, aseguró a sus homólogos que, pese a las turbulencias financieras, las reformas emprendidas por el Gobierno de Pekín colocarán al país en “una vía de crecimiento estable” en los próximos años.
Los del G-20 se comprometieron a continuar con las reformas estructurales para reducir el intervencionismo público en la economía, y permitir que sea el mercado el que la autorregule.
Respecto a las divisas, Estados Unidos presionó señalando que “China debería dejar que su tipo de cambio refleje su valor real y evitar devaluaciones competitivas”, por lo que en el comunicado final de la reunión se incluyó que: “reiteramos nuestro compromiso de avanzar hacia sistemas de tipo de cambio más determinados por el mercado y una flexibilidad cambiaria, que refleje los fundamentos subyacentes y evite desajustes permanentes en los tipos de cambio. Nos abstendremos de devaluaciones competitivas y de cualquier forma de proteccionismo”.
Una preocupación para las economías emergentes, es que Estados Unidos eleve sus tipos de interés, actualmente próximos a cero. Durante los dos últimos años, anuncios e incluso rumores sobre eventuales subidas de sus tasas, han dado lugar a importantes depreciaciones en las divisas de países como Turquía, Brasil o Sudáfrica, que, desde el inicio de la crisis financiera global, habían logrado atraer grandes flujos de capital a sus países. Ahora temen por la posible salida de esos capitales.
En la reunión el G-20 se ha concluido: “tomamos nota de que un endurecimiento de la política monetaria es más probable en algunas economías avanzadas”, refiriéndose a Estados Unidos, que además, señala en otro punto que “la política monetaria por sí sola no puede conducir a un crecimiento equilibrado”
El FMI ha alertado sobre el freno de las economías emergentes, más allá de China, ya que éstas tienen menos margen que los países desarrollados para las políticas de inversión y gasto público que estimulen el crecimiento. América Latina ha sufrido especialmente la bajada del precio del petróleo y el menor dinamismo de Estados Unidos en el arranque del año. El declive en Brasil fue superior a lo esperado y México, otro de los grandes de la región, también creció por debajo de los pronósticos. Además, la subida de la cotización del dólar va a complicar el pago de la deuda a muchos países endeudados en esa divisa. El FMI pide a los emergentes el difícil encaje de asegurar unas cuentas públicas sostenibles e impulsar el crecimiento con inversiones en infraestructuras, entre otras cosas, así como reformas en el campo de la inversión o la educación.
Y es que el desplome del precio del petróleo está pasando factura. La caída libre del barril, que se ha abaratado un 60% en 12 meses (el brent, de referencia en Europa, se ha situado en 45 dólares), y ha ocasionado caídas récords en los resultados de las principales firmas energéticas mundiales. Como consecuencia, al haberse reducido gastos administrativos en prospecciones y en servicios, se  han provocado despidos en cadena: en lo que va de año, se han recortado ya 100.000 puestos de trabajos en todo el mundo.

ESTADOS UNIDOS:

La economía estadounidense creció con fuerza en el segundo trimestre de este 2015, al crecer su PIB a una tasa anualizada del 3,7%. La revisión al alza es considerable, si se compara con el 2,3% que se anticipó hace un mes y despega frente al anémico 0,6% del arranque de 2015.
La situación genera un importante dilema a la Reserva Federal de cara a su próxima reunión en este mes de septiembre, ya que habrá de decidir si sube o no los tipos de interés.
El consumo en Estados Unidos, del que dependen dos terceras partes de la economía, creció un 3,1% (dos décimas más de lo previsto).
Por otro lado, la inversión empresarial aumentó un 3,2% en el trimestre, en lugar de contraerse un 0,6%. El beneficio de las empresas creció un 2,4%, frente a la caída del 5,8% habida durante el primero. También se registró un incremento en las exportaciones y se ajustaron al alza los inventarios. Todos estos indicadores están sujetos a una última revisión a realizar dentro de un mes.
La fortaleza del dólar, la caída del precio del petróleo y ahora la debilidad de China son en principio positivas para el consumidor estadounidense. Pero también son una carga  para otros sectores de su economía, como las exportaciones, la industria energética, y las materias primas.
La salida de la Gran Recesión es un proceso que dura ya seis años y medio. Pero el crecimiento de los últimos años está siendo desequilibrado, con muchos altibajos, y por debajo del potencial. Pese a ello, los últimos indicadores publicados sugieren que la economía está preparada para soportar un incremento gradual de los tipos de interés.
En la reunión a mediados de este mes de septiembre de la Reserva Federal, se van a analizar las dinámicas de la inflación y la política monetaria. La baja presión del lado de los precios es, junto a la evolución del mercado laboral, uno de los factores decisivos de cara a la próxima reunión. La tasa de inflación vinculada al PIB, el indicador preferido del Banco Central estadounidense, muestra un incremento anual del 2,2% frente a una del 1,9% en el primer trimestre. Pero el índice de precios al consumo está prácticamente estancado.
Respecto al empleo, la economía de Estados Unidos sumó 173.000 ocupados durante el mes de agosto. Se trata de un aumento moderado si la comparamos con los 245.000 registrados tanto en junio como julio, datos que se han revisado al alza. Además, está considerablemente por debajo a lo anticipado. Pero el paro se redujo dos décimas y se colocó en el 5,1%. Es la tasa de desempleo más baja desde abril de 2008 y a este nivel, ptracticamente, roza ya el pleno empleo, lo que podría justificar el alza de tipos de interés.
La ambigüedad del dato complica la decisión de la Reserva Federal. Wall Street lleva semanas buscando una señal clara para entender qué hará el equipo de Janet Yellen. A mediados de julio, se daba prácticamente por hecho que la reunión del 16 y 17 de septiembre marcaría el momento simbólico del alza de tipos. Pero las dudas sobre la economía china y la volatilidad que siguió a la devaluación del yuan han generado incertidumbre respecto a la decisión.
El consenso de mercado esperaba 217.000 nuevos ocupados el mes pasado y que la tasa de paro bajara una décima, al 5,2%. Con cualquier cifra que hubiera superado los 250.000 ocupados, la subida de tipos estaba prácticamente asegurada. Pero la combinación de dato publicado, aumenta  el debate puesto que existen tanto elementos a favor, como en contra.
En todo caso, está claro que la ralentización China y la fuerza del dólar ponen en cuestión la subida de tipos de interés por la Fed.

CHINA:

Ya durante el pasado mes de julio, las exportaciones de China disminuyeron más de lo esperado, afectadas por una apreciación del yuan y un descenso de la demanda procedente de la Unión Europea. El comercio exterior de China, uno de los motores de la segunda economía mundial, mostró en esos momentos signos de ralentización, con una caída interanual del 7,3% durante los siete primeros meses del año y del 8,8% en el mes de julio.
Frente a la sensación de tranquilidad que procuran transmitir las autoridades chinas respecto a que “todo está controlado”, lo cierto es que las devaluaciones efectuadas del yuan desataron un gran temor en las Bolsas, ya que se teme que las devaluaciones traten de tapar los problemas de la segunda economía mundial.
Se sospecha que la economía china puede haber entrado en una fase de desaceleración; un término que puede parecer exagerado en Europa cuando la economía china registra tasas de crecimiento próximas al 7%. Pero Pekín necesita cifras superiores para mantener un mercado laboral estable, es decir, para que el paro y el subempleo no generen tensiones sociales en el sistema.
En ese mismo sentido, las autoridades chinas han rebajado lo tipos de interés en 25 puntos básicos, y el coeficiente de caja de los bancos (la proporción de sus activos que deben mantener en liquido) en medio punto porcentual.
Son medidas dirigidas a reactivar a la economía, inyectando mayor liquidez en su sistema financiero.

ECONOMÍAS EMERGENTES:

Los problemas de los países emergentes se han multiplicado: las crecientes dudas sobre la economía china, el frenazo en seco del comercio mundial, el abaratamiento de las materias primas y el fin, cada vez más cercano, de los estímulos en los países ricos han creado un peligroso círculo vicioso para una serie de economías, desde Brasil hasta Indonesia pasando por Turquía o Rusia.
Las emergentes han visto caer el valor de sus exportaciones, desplomarse su divisa y, aún más importante, han sufrido una fuga de capitales sin parangón en las dos últimas décadas. La incertidumbre generada por China se trasladó a Latinoamérica, donde solo escapaba a las pérdidas Brasil.
Quedan atrás aquellos años en los que los emergentes constituían verdaderas locomotoras del crecimiento mundial, y amenazaban con derrocar el orden económico a base de saciar la voracidad de materias primas. Su fortaleza apenas se vio trastocada por la crisis financiera que, pese a impactar con fuerza en el mundo desarrollado, solo fue una leve ventisca para sus economías. Sin embargo, la situación ha cambiado en el último año: la debilidad, cada vez más evidente, de la economía china, el abaratamiento de las commodities y el cada vez más próximo final de las políticas fuertemente expansivas, han levantado un huracán de consecuencias difícilmente previsibles para este bloque de países que representan más de la mitad del PIB mundial.

CANADÁ:

La situación tan ventajosa que disfrutaba la economía canadiense se ha esfumado, ya que tras acumular dos trimestres sucesivos en contracción (caídas de su PIB) ha entrado en recesión formalmente.
La economía que mejor resistió, entre las potencias del G7, ha sucumbido siete años después por la persistencia del bajo precio del  petróleo, y también como consecuencia del enfriamiento de su sector inmobiliario. La recuperación en Estados Unidos, su principal socio comercial, no ha sido suficiente para mantener a salvo su crecimiento. La realidad, es que se trata de una débil contracción del 0,1% en el segundo trimestre.

JAPÓN:

Una mala noticia, es que la economía japonesa ha regresado a cifras negativas tras registrar seis meses de crecimiento. El producto interior bruto (PIB) de la segunda mayor potencia asiática se contrajo un 0,4% en el segundo trimestre respecto al mismo periodo de 2014.
Detrás de ese retroceso, que coincide con una ralentización progresiva de la economía mundial amplificada en las últimas semanas por los riesgos geopoliticos, está la caída de las exportaciones y del consumo nipón. Las cifras ponen en tela de juicio a las Abenomics (programa de expansión puesto en marcha iniciado en 2012).
Resulta increíble, pero Japón no logra levantar cabeza, ni siquiera con los  continuos estímulos fiscales y monetarios llevados a cabo. En el segundo semestre del año, la economía del país nipón registró un retroceso del 1,6% en términos anualizados y los augurios no son mucho mejores. Aunque esta contracción es ligeramente inferior al que esperaban los analistas, la cifra añade presión a las autoridades del país para que potencien aún más su programa Abenomics, dirigido a impulsar una economía que lleva casi dos décadas creciendo por debajo del 2%.
Entre abril y junio, el consumo interno (representa el 60% de PIB  japonés) se contrajo un 0,8% interanual, más que el conjunto general de la economía. Las exportaciones, otro componente de peso en la tercera economía mundial, se desplomaron un 4,4% en un momento de zozobra generalizada sobre China, su primer socio comercial. La inversión pública, fortalecida por el Abenomics, repuntó en cambio un 2,6%.

EUROZONA:

El Banco Central Europeo ha declarado que, dada su importancia en el comercio global, la crisis china podría tener un efecto negativo mayor del esperado sobre la eurozona. Además el "riesgo podría agravarse por la incidencia, igualmente negativa, de los posibles incrementos de los tipos de interés en EEUU sobre el crecimiento de las economías emergentes".
No obstante, el BCE se mostró más relajado respecto a los riesgos para el crecimiento económico de Grecia.
"Los riesgos procedentes de los acontecimientos relacionados con Grecia y las negociaciones con sus acreedores parecen estar contenidos", según el BCE. En este sentido, el BCE considera que el acuerdo sobre el tercer programa financiero para Grecia "podría contribuir a afirmar la confianza en la zona del euro".
El consejo de gobierno sigue siendo unánime en la postura de proseguir con la compra de grandes cantidades de deuda pública y privada hasta septiembre de 2016 para apoyar la recuperación económica de la zona del euro.
El gobernador del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha puesto de relieve que la situación económica de la eurozona no termina de aclararse.
No se trata solamente de las turbulencias de China, sino también, como implícitamente reflejaba el rostro de Draghi, de la parcial derrota en el logro de los objetivos de inflación y de crecimiento. El peligro, es que los nuevos pronósticos económicos señalan que quizá sigamos más cerca de lo que se piensa de la crisis que no terminamos de superar.
Aunque se dice que se apunta a una recuperación económica, el BCE ha rebajado su previsión de crecimiento y de inflación para este año.
En particular, para los precios se calcula que este año crecerán un 0,1% en la zona euro (dos décimas menos que en la anterior previsión). Si bien, según Eurostat, la tasa interanual de inflación en la eurozona se mantuvo, con un 0,2 %, sin cambios en agosto respecto al mes anterior
Con respecto al mismo mes del año pasado, la tasa de inflación disminuyó en 0,2 puntos porcentuales, al situarse en 0,2 en agosto de 2015, frente a los 0,4 en 2014.
Por segmentos, el mayor impacto al alza de la inflación interanual en la eurozona durante el pasado agosto, procedió del sector alimentario, el alcohol y el tabaco, que registraron una tasa anual de inflación del 1,2 %.
El sector servicios también registró un 1,2 % de inflación, la misma que durante el mes anterior.
Por contra, la caída de los precios de la energía, que cayeron de -5,6 en julio a -7,1 en agosto, fue la que más frenó la tasa.
Huyendo de mensajes triunfalistas, el BCE, implícitamente, está advirtiendo que queda crisis para más tiempo. Se habla del riesgo de inflación, cuando realmente habría que hablar del riesgo de caída de los precios –lo contrario a la inflación- siendo la causa, esgrimida como fundamental, la caída del precio del petróleo.
En relación a Grecia, el Eurogrupo (los 19 ministros de Finanzas de la eurozona), han aprobado en Bruselas, por un valor de 86.000 millones de euros a tres años, el tercer rescate a Grecia, Se prevé una reestructuración del régimen de pensiones con el objetivo de lograr un ahorro anual del 0,5% del PIB, así como la eliminación gradual de las jubilaciones anticipadas. Entre otros muchos apartados, el paquete contempla también la liberalización plena del sector energético en 2018 y la de algunas profesiones, como ingenieros o notarios, así como avanzar en el programa de privatizaciones y el fin de las exenciones fiscales para las islas a finales de 2016.
El Ejecutivo heleno, no obstante, prefirió destacar los aspectos positivos logrados en el acuerdo. Por ejemplo, rebajar los objetivos presupuestarios. Así, el pacto prevé que, en lugar del superávit primario (que excluye el pago de intereses de la deuda) de un 1% del PIB previsto inicialmente para este año, tan sólo será necesario un déficit primario del 0,25 %. En 2016 se exige un superávit primario del 0,5%, para 2017 del 1,75%, y para 2018 del 3,5%, el objetivo que se había fijado inicialmente. Atenas aseguró que el hecho de que los objetivos sean más moderados, va a ayudar para que los recortes sean más suaves.

ESPAÑA:

La recuperación de la economía española ha tomado una buena marcha al término de la legislatura del Gobierno de Mariano Rajoy. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha confirmado que el producto interior bruto (PIB) creció un 1% en el segundo trimestre del año con respecto al primero, la tasa más alta desde finales de 2007 (antes de empezar la crisis).
El consumo de las familias, que equivale al 58% del PIB, es el principal motor del crecimiento, pero casi todos los factores juegan a favor, desde el gasto público a la inversión, pasando por el sector exterior, favorecido por la caída del euro y del petróleo.
Crece con fuerza la inversión, aumenta el consumo, se aceleran las exportaciones, y la industria manufacturera avanza al mayor ritmo en más de una década.
La creación de empleo es el mecanismo por el que la recuperación llega más a la población. Según los datos publicados, la creación de empleo en un año es el equivalente a 477.400 puestos de trabajo a tiempo completo. Sin embargo, eso es solo una parte del empleo que se destruyó en 2012 y 2013, de modo que, así medidos, sigue habiendo en torno a 450.000 puestos menos que en el cuarto trimestre de 2011. El balance del Gobierno es aún negativo en personas ocupadas, puestos de trabajo y horas ocupadas, pese al fuerte tirón del último año y medio.
Además, la remuneración de los asalariados pierde peso en el conjunto de la economía en favor del excedente de explotación de las empresas y de los impuestos. El coste laboral por unidad de producto ha caído un 0,1% (siete décimas por debajo de la variación de precios de la economía, el 0,6%, según el deflactor implícito del PIB), y la remuneración por asalariado crece el 0,2%.
La contención salarial (o incluso la bajada de sueldos unitarios en términos estadísticos) se mantiene, si bien ese dato ha estado distorsionado con frecuencia en los últimos trimestres por la supresión de la paga extra de los funcionarios y su devolución parcial.
Donde sin duda la recuperación se está trasladando al bolsillo de los ciudadanos es en el consumo. En términos nominales, de los 3.327 millones que aumentó el PIB en el trimestre, 3.267 millones correspondieron al gasto de las familias. Su consumo, que lleva nueve trimestres al alza, crece el 1% en tasa trimestral y el 3,5% en tasa anual. La inversión, sobre todo en bienes de equipo (y en particular en medios de transporte), fue el otro gran motor en el trimestre, con un aumento del 2% trimestral y del 6,1% interanual.
El sector exterior freno al crecimiento, pero menos que en el trimestre anterior, gracias a la recuperación de las exportaciones de bienes y servicios. Uno de los puntos preocupantes es que las importaciones crecen con más fuerza que las exportaciones, a pesar del enorme ahorro de la factura energética que ha supuesto la bajada del precio del crudo. En cambio, el turismo vive un año récord y el gasto de los extranjeros en España está creciendo.
También el gasto público pone su granito de arena. En el segundo trimestre, que coincidió con la celebración de elecciones municipales y autonómicas, aumentó un 0,4% trimestral, aunque su impacto no es tan alto como en el primero, cuando creció un 1,7%. De esta forma, en un año electoral, el gasto público ya crece a una tasa anual del 1%, la mayor en casi cinco años desde el tercer trimestre de 2010.
Tras un mal año 2014, el sector de la agricultura, ganadería y pesca lidera el crecimiento en el segundo trimestre de este año. Es un sector muy pequeño, que apenas representa un 2,3% del producto interior bruto (PIB), pero en términos relativos fue el que más avanzó, con un crecimiento del 2,8%, corregido de efectos estacionales y calendario.
La industria manufacturera fue el otro sector más destacado en el segundo trimestre, con un avance de volumen del 1,6% trimestral (siempre con datos corregidos de efectos estacionales y calendario). Se trata del mayor ritmo registrado por este sector desde 2003.
La construcción, en cambio, ha frenado un poco el paso tras su espectacular repunte de finales de 2014 y comienzos de 2015, y creció el 0,8%. Incluyendo construcción, el crecimiento trimestral de la industria, un sector que supone el 16,1% del PIB, es del 1,4%.
Los servicios representan el 67,3% del PIB y crecen un 0,8% trimestral. Dentro de ellos un tercio corresponde a comercio, transporte y hostelería, subgrupo que crece un 1%, en línea con el conjunto de la economía. El subsector más destacado es el de información y comunicaciones, que crece el 1,6%. Solo caen un 0,4% las actividades financieras y de seguros.
La realidad, es que la legislatura que acaba en unos meses ha tenido una primera mitad de recesión y una segunda de recuperación:
Los años 2012 y 2013 fueron años en que la fuerte destrucción de empleo (con un despido más fácil y barato), las subidas de impuestos, la fuga de capitales y el estigma de pedir el rescate a Europa para recapitalizar el sector financiero hicieron de España una de las economías con peor comportamiento de Europa.
Sin embargo, durante 2014 y 2015, la estabilización del sector financiero, las reformas realizadas, la creación de empleo, la política monetaria del BCE y la caída del precio del crudo han permitido a España situarse a la cabeza del crecimiento entre los grandes países desarrollados.
En relación al empleo, durante el pasado mes de agosto, España perdió más de 134.000 cotizantes a la Seguridad España. Se trata de un mes tradicionalmente malo para el empleo.
La pérdida de afiliados es mayor que la de los dos últimos años y se parece más a los de ejercicios anteriores, con la crisis aún muy viva. Ni siquiera los empleos turísticos de verano, que en agosto vivieron su apogeo con un nuevo tirón de la hostelería, pudieron contrarrestar el frenazo, típico de ese mes, en educación, industria y construcción. El pinchazo de agosto, además, parece confirmar la idea de que el crecimiento económico aminorará su ritmo en la segunda mitad del año.
La fase más intensa de creación de empleo también parece ir quedando atrás. Se destruyó mucho empleo con la crisis y, en parte por ello, el inicio de la recuperación económica tiró rápidamente de la contratación, pero ahora el crecimiento del empleo en tasa anual lleva ya tres meses frenándose. Además, los datos con ajuste estacional señalan que en agosto se destruyó empleo no solo por ser agosto, ya que el dato exento de distorsiones estacionales muestra una caída de 14.000 afiliados (el peor dato desde mediados de 2013).

MERCADOS:

El pasado mes de agosto, ha sido uno de los más aciagos para las Bolsas. Las dudas sobre la situación real de la economía china, tras más de tres décadas de crecimiento ininterrumpido, y la incertidumbre sobre la subida de tipos en EE UU, arrastraron a los principales índices. Las subidas registradas en el último año se borraron de un golpe de los parqués europeos, que recordaron que las alzas iniciadas hace tres años con el apoyo del Banco Central Europeo tienen límite. En línea con lo ocurrido en el resto de Europa, el Ibex se dejó a finales del mes pasado un 8,24%, su mayor caída desde mayo de 2012 cuando España negociaba el rescate financiero.
Lo peor es que las persistentes dudas sobre el crecimiento económico global, en especial en lo referente a China y a los emergentes, siguen atenazando a las Bolsas mundiales. El enésimo dato manufacturero negativo en el gigante asiático, al que se unieron otras cifras industriales dispares de las economías desarrolladas, han llevado a las Bolsas a terreno negativo. 
Las pérdidas de principios de septiembre, se suman a las cosechadas en agosto, cuando los parqués del Viejo Continente sufrieron su mayor batacazo desde mayo de 2012 (en plena crisis del euro), y cinco billones de euros huyeron de los mercados de renta variable de todo el mundo, como consecuencia de las incertidumbres provocadas por las devaluaciones de la las autoridades chinas.
Septiembre ha comenzado en la Bolsa, como terminó agosto: con la volatilidad en máximos por las crecientes dudas sobre el vigor de la segunda economía mundial, China, y, por ende, sobre el crecimiento global. El peor dato manufacturero en el gigante asiático en tres años ha sido a principios de este mes de septiembre,  el detonante de las caídas y ha dado argumentos a aquellos que apuestan por un aterrizaje brusco de su economía (el peor de los escenarios posibles).
Por lo que respecta al mercado de la vivienda, la mejora de los créditos hipotecarios está acelerando la recuperación del mercado. El precio de los pisos subió un 5,1% interanual en el segundo trimestre de 2015. Este crecimiento tuvo su reflejo en la firma de hipotecas destinadas a la compra, que se disparó un 26,3% en junio. Madrid, Barcelona y la Costa del Sol son las zonas con mayor número de compraventas, un mercado que creció un 11% gracias al fuerte tirón de la vivienda usada (43,5%).

EMPRESAS:

Bankinter ha comprado el negocio de banca minorista de Barclays en Portugal por 100 millones de euros. Así lo ha anunciado la entidad, que se queda también con el negocio de seguros de vida y pensiones del banco británico en ese país. En este segundo caso, sin embargo, la compra la realiza a medias con Mapfre (desembolsarán juntos 75 millones).

El acuerdo de compra incluye el negocio de oficinas, la banca privada y la banca de empresas que la entidad británica genera en Portugal. El negocio de oficinas supone una cartera de créditos de 4.881 millones de euros, 84 oficinas, un millar de empleados y 185.000 clientes, de los que más de 20.000 son empresas. Del acuerdo se excluye la banca de inversión y el negocio de las tarjetas, así como algunos clientes corporativos, que seguirán con Barclays.