lunes, 19 de noviembre de 2018

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A NOVIEMBRE 2018: desaceleración en la eurozona.


Según estimaciones del banco suizo Credit Suisse, si bien el patrimonio total mundial creció en 14 billones de dólares hasta los 317 billones, el 10% de personas que más patrimonio tiene posee el 85% de la riqueza global de los hogares una vez descontada la deuda. El 1% más rico dispone del 47% del patrimonio. Y la mitad de la población de menor patrimonio solo tiene en sus manos el 1% de la riqueza existente en el mundo.

GLOBAL:

No sabemos cuáles serán las causas por la que se desatará otra crisis: el auge del proteccionismo que pretende Trump; los desequilibrios de China; Italia; las subidas de tipos de la Reserva Federal estadounidense; el empeoramiento de los emergentes, … Podría ser cualquiera de esas razones, o alguna poco previsible en estos momentos. Ahora bien, lo que sí sabemos es que la munición de que disponen las autoridades económicas para atajarla es mucho menor, ya que el elevado endeudamiento público, los escasos aumentos de la productividad, unos devaluados salarios, y el llamado populismo mundial que se abre paso, disminuyen mucho las posibilidades de maniobra.
No es que se esté anunciando una inminente crisis, ya que la economía va a seguir creciendo, pero a un ritmo menor.  
Hay nubarrones en el horizonte: Italia es una amenaza real (necesita 270.000 millones de euros el próximo año); la gran Recesión ha ocasionado un gran endeudamiento público mundial; y la mayor deuda externa es la de Estados Unidos. 
Previamente a la Gran Recesión, el BCE prácticamente no había comprado deuda pública. Sin embargo, en este momento posee una cifra equivalente al 23% del PIB de toda la zona euro. Y su regulación no le permite comprar más del 33% de la emisión de un país. En cuanto haya otra crisis se estará cerca de ese límite.
No es posible ignorar, que el contexto político no apunta hacia buenas expectativas: en Alemania cada vez hay más ciudadanos que votan a la derecha populista y que, en su reduccionista visión de Europa, están hartos de pagar por los países del sur. Italia ha lanzado un órdago directo a la disciplina fiscal necesaria para convivir dentro del euro.  Todo ello, indica una falta de solidez de la zona euro que podría motivar que una leve recesión fuese a una situación algo más grave.
Muchos analistas apuntan a que será difícil gestionar medidas de estímulo conjunto en el mundo y en la Unión Europea, ya que gobiernos débiles y populistas, dicen, tendrán enormes dificultades para tomar medidas o hacer reformas, máxime con una ciudadanía aun sufriendo por la crisis y la devaluación salarial.
Además, habría que añadir las guerras comerciales desatadas por el presidente Trump. E incluso algo no muy conocido: en el año 2008 la Reserva Federal (Banco Central de Estados Unidos) inyectó muchos dólares a los bancos europeos para sacarlos de la insolvencia o quiebra. En estos momentos, se precisaría la aprobación previa del presidente estadounidense.

CHINA:

Aunque no se estén acusando de forma importante en la economía de China la incidencia de los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump, la realidad es que su implantación está teniendo lugar en un momento de mayor debilidad económica: su economía ha crecido durante el pasado julio y septiembre un 6,5% interanual.
No obstante, según los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas asiática, apenas se ha resentido en su crecimiento económico. Su PIB ha crecido sólo dos décimas menos que en el segundo trimestre de este año. Todo ello, a pesar de la caída del precio de las materias primas, y de que varias zonas del norte del país, que vivían de la industria pesada, rozaron la recesión por primera vez en décadas.
De forma que la guerra comercial entre China y Estados Unidos, hasta ahora, parece no haber tenido efectos negativos en la macroeconomía de la segunda potencia mundial. Parece, incluso, lo contrario: las exportaciones de China aumentaron un 14,5% interanual en septiembre (el mismo mes que entró en vigor la segunda gran ronda de aranceles). Y, por otro lado, la gran pesadilla de Trump (el superávit comercial que disfruta frente a EE UU), alcanzó un máximo histórico de 34.130 millones de dólares.
Algunos analistas señalan que el hecho anterior, viene motivado por el adelanto de las compras estadounidenses para evitar los mayores aranceles estadounidenses. Por tanto, se notarán más adelante.
No obstante, la guerra comercial sigue generando gran incertidumbre, y lo índices de confianza empresarial chino se encuentran en mínimos.
Según Li Wei, profesor de economía en la escuela de negocios Cheung Kong, “la banca en la sombra, que era una de las principales vías de financiación para las pequeñas y medianas empresas, ha sido literalmente aplastada. Esto ha tenido un impacto enorme en estas compañías, que, si bien antes creían que el coste de financiarse era alto, ahora simplemente se están quedando sin fondos. En estas condiciones es normal que no se invierta, y precisamente ese debilitamiento del sector privado es un motivo de preocupación que no va a revertir próximamente”.
Según Li, “las medidas actuales no son suficientes para revitalizar la actividad económica. El Gobierno debe llevar a cabo una reducción de impuestos más significativa y asegurarse de que el mecanismo de transmisión monetaria funciona, es decir, que el crédito llega a las pymes”.

ESTADOS UNIDOS:

Según un informe de la agencia Bloomberg, Estados Unidos está viviendo uno de los periodos de crecimiento económico más prolongado en el tiempo. La Reserva Federal estima que acabará este año con un aumento de su PIB del 3,1% que cerrará diciembre con un crecimiento del 3,1%, situándose la tasa de paro en el 3,7%.
Los datos reflejan la recuperación del empleo en el sector manufacturero, impulsado por la mejora de la demanda interior y exterior, y de la minería, debido en buena parte a los precios del petróleo. Mientras, los servicios se han desacelerado. La economía ha mejorado por la tendencia expansiva desde la salida de la recesión y en parte por el último aluvión de estímulos, vía recorte de impuestos o aumento de gasto público.
Han proliferado, sin duda como consecuencia de las elecciones legislativas estadounidenses un alud de informes analizando las consecuencias, favorables y desfavorables, para cada sector en particular.
Los datos macroeconómicos globales no reflejan daños por las tensiones comerciales, pero algunos economistas destacan que, al hacer las cuentas, la incertidumbre en este terreno es un aspecto negativo.
Estados Unidos acabó firmando una nueva versión del gran tratado comercial con México y Canadá (antes llamado Nafta, ahora conocido como USMA) que, entre otras medidas, fomenta la producción estadounidense de automóviles a manos de trabajadores con sueldos de 16 dólares la hora, lo que protege el empleo en el mercado de Estados Unidos. El pacto despejó el temor a la ruptura de una zona de libre comercio que llevaba un cuarto de siglo vigente.
Sin embargo, las negociaciones con China están siendo muy complicadas. Preocupa que los efectos de los aranceles entre ambos países puedan ser, aunque relativamente modestos, muy duraderos, lo que podría perjudicar a muchas exportaciones estadounidenses.
La realidad, es que Trump ha llevado a cabo su ofensiva comercial desde una posición muy privilegiada (la economía mundial más rica y poderosa), con un mercado de trabajo muy favorable e, incluso, con expectativas de inflación inexistentes.
Ahora bien, con una política fiscal de las más expansivas de su historia (rebaja de impuestos y aumento del gasto público), las estimaciones de crecimiento de la Reserva Federal van a la baja: un 3,1% para 2018, que se modera hasta el 2,5% en 2019 y queda en el 2% en 2020.
El crecimiento potencial de EE UU, añade, se sitúa en torno al 2%, por lo que un crecimiento muy superior a ese nivel que no puede durar siempre. Eso no significa necesariamente que aumenten los riesgos de recesión, pero las tasas de crecimiento se van a situar en torno al 2%.
La población envejece, la que hay en edad activa está ya prácticamente empleada y el aumento de la fuerza de trabajo se ralentiza, así que EE UU solo puede pisar el acelerador del crecimiento con aumentos en la productividad (también ha experimentado un frenazo en los últimos años).
El efecto multiplicador de la rebaja de impuestos es limitado: supone un aumento de riqueza para los ricos, pero incrementa el ahorro, no el consumo (la propensión marginal al consumo de los privilegiados es pequeña, es decir, por mucho que aumente su renta disponible, no pueden consumir más, sino que simplemente ahorran mas). Sin embargo, el salario medio semanal creció en términos reales (es decir, descontando la inflación) un discreto 1,1%.
En resumen, para algunos analistas, la economía estadounidense avanza a “demasiada velocidad por el filo de la navaja”. Donald Trump ha hecho de la búsqueda de resultados inmediatos, fulgurantes, el único norte y guía de su política económica. El resultado es el que cabía esperar: el corto plazo está despejado, con una tasa de crecimiento superior al 3% y bajos niveles de desempleo, consecuencia de los programas de rebajas de impuestos, inversión en infraestructuras y coacción a las empresas para que repatríen inversiones y dividendos. Y en esta tesitura favorable, casi exultante, continuará los próximos meses. Pero no se pueden ignorar algunas de las leyes de la Teoria Macroeconomía, por lo que, a medio y largo plazo, el devenir económico es menos claro.  
Y es que la política económica de Trump puede denominarse como tremendamente procíclica. Cuando ya estaba confirmado un retorno al crecimiento desde el mandato de Obama, Trump insufló más combustible en la caldera aplicando keynesianismo algo extravagante (basado en que todo vale, y “cuanto más, mejor”, con tal de conseguir el más rápido crecimiento).
Sin duda, es un extravagante empresario, que se está valiendo de la economía como una herramienta política, sobre todo, en opinión de algún analista, para despreciar a sus enemigos, sean liberales o del Partido Republicano.
Posiblemente, Trump está quemando a velocidad de vértigo la fase de recuperación económica para cumplir sus faraónicos objetivos antes de que acabe su mandato. Consiguientemente, está agotando todos los márgenes de crecimiento, incluido el efecto inmediato del proteccionismo rampante.
Bastantes agentes: inversores, analistas, economistas, y consultores, …  creen que la consecuencia de esta aceleración del crecimiento podría ocasionar una nueva recesión económica. En ese sentido, encajan, perfectamente, las protestas por la política de subida de tipos de interés que está aplicando la Reserva Federal.
El presidente de la Fed, Powell, tiene dificultades para acompasar la subida de las tasas al ritmo que Trump está “recalentando” a la economía.
Además, hay que añadir los demorados efectos negativos del proteccionismo que ha desencadenado. Efectos, de los que aún no existe un consenso de en relación a sus perversos efectos, aunque demorados, del proteccionismo. Está por definirse el consenso de los principales organismos económicos internacionales, sobre cuáles serán los efectos de la disparatada guerra arancelaria que ha desencadenado. Está claro que la balanza exterior resultará afectada por el encarecimiento de los costes de producción implícito en la política arancelaria.
Hoy rige una extraordinaria presión sobre la economía estadounidense. Si bien, dada su situación de poder, esta tenga asegurada su financiación exterior.
Las convulsiones que está sufriendo Wall Street parecen reflejar que los inversores desconfiasen de la solidez del crecimiento en Estados Unidos y de los resultados de las empresas. El alza de tipos, la batalla comercial con China, y la moderación de la economía global, presionan a la economía estadounidense.

EUROZONA:

Los datos adelantados por Eurostat (Oficina Estadística de la UE) vienen confirmando que el crecimiento en la eurozona se está diluyendo: en el tercer trimestre, los Diecinueve registraron un aumento de su PIB de un 0,2% (la mitad que en el trimestre anterior). La mejora de Francia no logró compensar el estancamiento de Italia, en plena batalla con Bruselas por su amenaza de romper las reglas fiscales comunitarias.
Ya ha advertido el presidente del BCE, Mario Draghi, de que hay signos que apuntan a un crecimiento menor del esperado. Quizá sea debido a una moderación en el crecimiento por parte de Alemania.
También la Comisión Europea ha publicado el “Indicador de Sentimiento Económico”, que en el mes de octubre descendió 1,1 puntos en la zona euro. El deterioro de la confianza se produjo en los principales sectores de la economía: la industria, los servicios y, sobre todo, el comercio. Y en los principales países: Alemania (-1,3 puntos), Holanda (-1,3), Francia (-1,2) e Italia (-0,9). Solo España se salvó de ese deterioro, con un incremento de 1,9 puntos.
Sin duda, lo más preocupante es Italia que registra un estancamiento económico que pone todavía más en entredicho las previsiones de su Ejecutivo para 2019. Francia, en cambio, creció el 0,4%, dos décimas más que el trimestre anterior.
Italia sorprendió negativamente al estancarse en el tercer trimestre a causa de la debilidad de la demanda interna y del comercio exterior. El economista y exsecretario del Tesoro italiano, Lorenzo Codogno, recordó que el Producto Interior Bruto (PIB) de Italia aún es hoy un 5% inferior a los niveles de antes de la crisis, y que desde entonces la brecha del país con el conjunto de la zona euro (incluyendo Italia) no ha hecho sino crecer hasta el 13,4%.
La principal batalla de la UE, es la que tiene lugar con Roma, sin olvidar a las negociaciones del Brexit, o a las nuevas medidas que se puedan adoptar sobre Grecia. Todas ellas, deben ser manejadas con cuidado por los países de la moneda única para evitar cualquier derrape en pleno proceso de retirada de estímulos por parte del Banco Central Europeo.
Muchas analistas consideran que el flojo y débil progreso económico de los Estados de la zona euro tiene que ver con la caída de ventas de automóviles en Alemania (en septiembre fue del 30%, según la patronal del sector) por la nueva norma de emisiones, que supuso que se adelantaran las compras.
También, las ventas minoristas germanas cayeron un 1% en el tercer trimestre (el peor registro desde 2009).
El anuncio de la canciller Merkel de que en 2021 no repetirá como candidata, genera inquietud y desasosiego por la debilidad en la que va quedando su Gobierno cada vez que hay unas elecciones. Y todo ello en un contexto de inestabilidad de los mercados financieros y de batallas comerciales a un lado y otro del continente.
Según Eurostat, Italia es el único país de la UE cuyo mercado laboral se deterioró en septiembre: el Producto Interior Bruto (PIB) italiano se encuentra aún un 5% por debajo de los niveles del primer trimestre de 2008, y desde entonces la brecha con el conjunto de la zona euro se ha agrandado un 13,4%.  
Esa situación, es la que lleva al Ejecutivo italiano a tratar de justificar su fuerte expansión fiscal en su presupuesto público, rompiendo sus compromisos adquiridos con la Unión Europea.  La Comisión Europea, sin embargo, ha puesto ya en marcha mediante un primer aviso el engranaje para corregir y, si es necesario, aplicar sanciones por incumplir las reglas comunitarias. Las pobres perspectivas económicas para el país y el incremento de los intereses pueden conducir a que la bola de nieve de la deuda (equivalente al 131,8% del PIB) siga haciéndose más voluminosa.
El empeoramiento de la situación también pone en un brete al BCE: a pesar de la debilidad de los datos que van llegando, Mario Draghi ha decidido seguir con la retirada de los estímulos, por lo que es improbable que el BCE no finalice su programa de compra de activos en diciembre (ya ha inyectado más de 2,5 billones de euros a la economía).
Por todo ello, el crecimiento de la zona euro sigue dando señales de fatiga.
En todo caso, el BCE lanzará solo dos cartuchos más de 15.000 millones de euros mensuales para concluir su programa de compra de activos (APP, por sus siglas en inglés). Los tipos seguirán en su mínimo histórico del 0,00%, y del 0,40% negativo en el caso de la facilidad de depósito, hasta al menos el verano del año que viene y se seguirá aportando liquidez con la reinversión de la deuda que vaya venciendo. La pérdida de dinamismo económico en la zona euro y todas las incertidumbres planteaban a Draghi el dilema de seguir con los estímulos o ir guardando munición para el próximo cambio de ciclo. Y en esa bifurcación, el banquero ha elegido seguir replegando velas al ritmo planificado.
El Consejo de Gobierno, no ha discutido la posibilidad de alargar la expansión monetaria mediante la compra de activos. El BCE considera que las economías domésticas siguen consumiendo, disminuyendo el desempleo, subiendo los salarios y la inversión productiva e inmobiliaria.
Por otro lado, la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) ha dirigido una prueba en la que ha evaluado la resistencia y capacidad de recuperación de 48 bancos de la Unión Europea y Noruega, con al menos 30.000 millones de euros en activos, bajo la hipótesis de una fuerte crisis económica.
El examen ha incluido a cuatro bancos españoles: BBVA, Santander, CaixaBank y Sabadell. Todos ellos han mostrado un nivel de capital "considerable", según el Banco de España, en un escenario económico adverso. 
De los 48 puestos, los cuatro españoles ocupan la parte baja del ranking por capital, ya que están entre los 17 peores. A los cuatro bancos lo que más les ha perjudicado ha sido la caída del 19% en el precio de la vivienda porque hasta 2017, todavía tenían importantes carteras que han vendido este año. Por eso, en la clasificación por países, España ocupa el segundo peor puesto en capital CET 1 fully loaded en el escenario estresado de 2020, con una ratio del 8,96%; solo el Reino Unido está peor, con un 8,26%. 
El Banco de España destaca que los bancos han llegado a esta prueba con más capital que a la que hizo la EBA en 2016 porque se han reforzado en este periodo. Entre los analistas, lo que más se valora es el grado de resistencia de su capital a una crisis: el Santander es el gran banco europeo que menos desgasta su capital, al caer un 1,64 punto entre la posición de partida y el escenario estresado. El BBVA pierde 2,24 puntos, CaixaBank 2,54 puntos, mientras que el Sabadell baja 5,21 puntos. Esta situación le sitúa en el puesto decimotercero por desgaste de capital en una recesión. 
Dentro del conjunto europeo, los peores son Barclays, con un capital del 6,37%, seguido de la cooperativa italiana BPM, Lloyd's y el italiano Nord Ubi Banca. El gigante francés Société Générale quedaría en séptima posición por la cola, con un capital de 7,61% mientras que el banco más grande de Alemania, Deutsche Bank, estén en la octava peor posición con un capital de 8,14% en el escenario 
 El test ofrece, en una supuesta recesión, los resultados de las entidades en 2018, 2019 y 2020. Así, HSBC, el mayor banco europeo, sería el que más dinero perdería, con 15.715 millones acumulados en el trienio; Deutsche Bank, 15.334 millones; Barclays, 11.244 millones; BNP 7.468 millones, Lloyd’s 6.710 millones, Société Générale, 6.416 millones en números rojos.
Entre los grandes de Europa solo hay uno que estaría en pérdidas durante los tres años, Deutsche Bank. Esto también le ocurre a un español, el Sabadell, que acumularía números rojos por 1.631 millones, mientras que Santander, CaixaBank y BBVA presentarían beneficios acumulados, aunque también estarían en pérdidas en 2018.
Los resultados de los cuatro bancos españoles demuestran que, según el test, necesitan más capital para protegerse de posibles crisis. Pero el capital es caro y erosiona los márgenes, responden los banqueros. Por entidades, el mejor es el Santander, pero en el puesto 32 de la tabla, CaixaBank en el 34, el BBVA en el 37 y el Sabadell en el 43 de 48.
Por países, España es uno de los países en los que sus bancos tienen menos desgaste de capital al soportar una recesión, pero, al mismo tiempo, es el segundo peor país por ratio de capital final. Es decir, al partir de un nivel bajo, aunque la erosión de capital no es grande, acaba en una mala posición final.

ESPAÑA:

La economía española creció un 0,6% trimestral entre julio y septiembre, justo la misma tasa de crecimiento que en los dos trimestres anteriores. En términos anuales el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) se mantiene en el 2,5% que se registró entre abril y junio, según el avance publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). 
Por tanto, pese a la ralentización de los mercados europeos, la actividad económica española resistió, encadenando 20 trimestres de crecimientos ininterrumpidos. Es más: su tasa de avance triplica el 0,2% anotado en la zona euro.
No obstante, la demanda externa, que tanto ayudó en los peores momentos a tirar de la economía española, restó 0,5 puntos anuales al PIB. Y en el trimestre las exportaciones retrocedieron un 1,8%, entrando por primera vez en tasas negativas desde el tercer trimestre de 2013. Si bien es cierto que las importaciones también disminuyeron un 1,2%.
El sector exterior llevaba cinco años arrojando cifras positivas incluso cuando se frenaba el comercio fuera. Sin embargo, esta vez no ha ocurrido así y disminuye con los demás.
Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), la contribución de la demanda nacional al crecimiento interanual se situó en tres puntos, tres décimas por debajo a la del segundo trimestre.
A pesar de que el ahorro de los hogares se encuentra en niveles mínimos y de que la inflación erosiona el poder adquisitivo, el consumo de las familias volvió a tomar impulso entre julio y septiembre con un 0,6% de incremento, justo después de que en el segundo trimestre apenas creciese un exiguo 0,1%.
El gasto de las Administraciones Públicas también contribuyó a que la actividad no perdiese fuelle: aumentó un 0,8% frente al 0,1% que sumó en el trimestre precedente, seguramente debido al desembolso aparejado a la revalorización de las pensiones y de los sueldos de los funcionarios. En definitiva, pese a que la actividad sostiene el pulso, su estructura y composición interna es algo peor: menos exportaciones y más consumo de los hogares y del sector público.
Aunque se desacelera, la inversión se elevó un 1% trimestral (un dato bastante peor que el 3,5% que se dio entre abril y junio).
El consumo privado se ha vuelto a recuperar y mantiene cierta fortaleza.
La debilidad de las exportaciones es, sin duda, lo más preocupante y significativo.
Los costes laborales unitarios han subido durante el trimestre un 1,1%, reflejando un repunte de los salarios. En los últimos doce meses, la ocupación engorda a ritmos del 2,5%, una tasa idéntica a la del segundo trimestre. Semejante incremento representa unos 450.000 trabajadores más a tiempo completo. El hecho de que el PIB y el empleo aumenten al mismo ritmo implica que todo el crecimiento se hace a fuerza de mano de obra nueva y no de mejorar la productividad, una señal de que los puestos creados no son de calidad.   
Por sectores, aunque desde unos niveles todavía bajos, la construcción sigue exhibiendo crecimientos robustos y avanza un 1,8%. En medio de los anuncios de cierres de plantas, la industria entra en tasas negativas con una pérdida trimestral del 0,5%. Por otra parte, sorprende que hayan crecido los servicios, pese a la menor entrada de turistas.
 Hay que destacar, la pérdida de empleo en el sector bancario: los cinco grandes bancos españoles (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia y Sabadell) cuentan con 1.900 empleados y 563 oficinas menos en el país desde que comenzó el año, según datos de las entidades al cierre del tercer trimestre.
En concreto, estas entidades recortaron un 3,37% sus oficinas en España entre enero y septiembre, con lo que pasaron de 16.690 a 16.127 oficinas. El mayor descenso en términos absolutos lo protagonizó CaixaBank, con 194 oficinas menos en el país (-3,98%), si bien continúa a la cabeza por número de sucursales en España, con un total de 4.681. En términos relativos, Bankia cerró septiembre con un descenso del 5,04% en el número de oficinas, con un total de 122 cierres.
Asimismo, Banco Santander contaba al cierre del tercer trimestre con 95 oficinas menos, un total de 4.398 (-2,11%). Los datos comparables incluyen la totalidad de oficinas de Santander en España, Banco Popular, Popular Banca Privada y Banco Pastor.
BBVA tenía un total de 2.870 oficinas en España, 149 menos que nueve meses antes, lo que supone un recorte del 4,94%. Banco Sabadell, de su lado, mantuvo su cifra prácticamente estable, con solo tres oficinas menos, hasta 1.877 (-0,16%).
Por otro lado, Santander redujo su plantilla en España en 737 trabajadores, hasta 32.425 (-2,22%), pendiente aún de conocerse la magnitud del ERE que tiene previsto tras absorber Popular, y BBVA lo hizo en un 0,81%, hasta 30.337 (247 empleados menos). Por el contrario, CaixaBank y Sabadell aumentaron sus plantillas en el país en 572 y en 17 empleados, respectivamente, hasta los 32.613 (+1,79%) y 15.905 trabajadores (+0,11%).
Sin embargo, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística el mercado laboral español sigue creciendo con fuerza. Ha perdido un poco en verano, pero todavía mantiene un vigor que le ha permitido crear en el último año 478.800 empleos. Ya ha superado los 19,5 millones de puestos de trabajo, un dato que no se veía desde finales de 2008,
También hay que remontarse hasta ese momento para encontrar una tasa de desempleo más baja. Entre julio y septiembre cayó al 14,55%, por primera vez en casi una década pierde el nivel del 15%.
La economía española ya encadena más de cuatro años creando empleo. La mayor parte de ese tiempo lo ha hecho a un ritmo anual que superaba los 400.000 puestos de trabajo e, incluso, los 500.000 en bastantes momentos. Eso ha permitido que se reduzca el desempleo hasta esa tasa del 14,5% (por cada 100 personas que desean trabajar, casi 15 no lo consiguen) desde un nivel que se acercó al 27% en el invierno de 2013.
Aunque existe desaceleración, se trata de unos buenos datos en el empleo: con Trump, el aumento del precio del petróleo, el fin de los vientos de cola... la ocupación en el mercado de trabajo ha crecido un 2,5% anual.
La Seguridad Social vuelve a acercarse a los 19 millones de afiliados. Cerró el mes pasado con 18,99 millones de trabajadores tras ganar 130.360 afiliados, el mejor dato para un mes de octubre.
Aunque parece contradictorio, los datos de empleo y paro no tienen por qué ir de la mano. Es decir, si sube la afiliación es lógico que baje el paro, sin embargo, hay factores que pueden hacer que esto no sea así. Uno de ellos es la población activa, las personas en edad y disposición de trabajar o con trabajo. Si la Población Activa (personas que se ofrecen o desean trabajar) crece mucho, puede darse el caso de que se cree empleo, pero no suficiente como para absorberlo todo ese crecimiento y, entonces, también aumenta el paro.
La ganancia de afiliación de la Seguridad Social apunta levemente en una dirección: el mercado laboral vuelve a coger tracción. Había perdido algo de fuerza en verano. Crecía bastante la afiliación, pero un poco menos del 3% al año. Perdió esa cuota en julio por primera vez desde 2016 y se quedó ahí en agosto y septiembre. Pero en octubre ha vuelto a subir. En 12 meses hay un 3,05% más de afiliados que en el mismo mes del año anterior.
En lo que va de año, la Seguridad Social ha crecido en 562.544 afiliados. Todavía es pronto para saber si 2018 acabará con un incremento de cotizantes por encima del medio millón. Noviembre y diciembre no son de los mejores meses para el mercado laboral. No obstante, si se mantuviera este ritmo España encadenaría cuatro años ganando afiliados por encima de esas cifras.
Junto a las ganancias en educación y en construcción, se registran pérdidas en la hostelería, la sanidad y de las actividades administrativas y de servicios auxiliares. La actividad de estas tres ramas, especialmente la primera, crece mucho durante el verano por el turismo y cuando acaba la temporada alta reduce la mano de obra que emplea.
Del lado del paro, el dato de octubre no es bueno, puesto que ha supuesto un aumento de personas buscando un trabajo. Sin embargo, la cifra de 52.000 parados más del mes pasado es algo inferior a la del mismo mes de 2017. La cifra total queda ahora en 3,2 millones.
Las cifras del Paro Registrado (Registro de las oficinas públicas de empleo, en las que se inscriben los desempleados que tienen la obligación de hacerlo o los que solicitan servicios de cursos de formación, ayuda en la búsqueda de una ocupación), muestran que todavía hay consecuencias graves de la crisis y las recesiones recientes (2008-09 y 2011-13). Se ve con claridad en el nivel de cobertura, que está en el 56%. 
Otro punto en el que se observa un aspecto negativo, es en la calidad del empleo. Se desprende de los datos de la contratación: el número de contratos firmados en octubre vuelve a crecer por encima del 10% sobre el mismo mes del año anterior. Además, se superaron los dos millones de contratos firmados por cuarta vez en 2018. Esto es un síntoma claro de que la rotación en el empleo sigue siendo alta, ya que solo algo más del 9% de estos contratos fueron indefinidos y, además, cuando estos lo son, como han demostrado investigaciones económicas recientes, no garantizan la estabilidad.
Con todo, es cierto que la cifra de contratación tiene esta vez una lectura positiva, paralela a la que muestra la afiliación. El mercado laboral en octubre ha mostrado un vigor inesperado. En los últimos meses, el número de contratos firmados mostraba cierta atonía si se comparaba con la evolución de los ejercicios anteriores.
El dato de octubre evidencia, junto con el sorprendente aumento de la afiliación, una aceleración.

MERCADOS:

Las Bolsas europeas han cerrado octubre con avances al calor de los avances en Wall Street. En el Ibex, además, los resultados de Santander, Telefónica y Repsol han permitido al selectivo español anotarse un avance del 0,99% hasta los 8.893,50 puntos. Sin embargo, en el pasado octubre, la caída del Ibex se eleva al 5,3%, la mayor desde el mes de febrero.
El Ibex ha sumado un 0,99% y ha cerrado al filo de los 8.900 puntos. En el balance de octubre, tradicionalmente bajista para los mercados, el selectivo español se ha dejado un 5,3%. A falta de dos meses para el cierre del ejercicio, el Ibex pierde un 11,45%.
Los temores a una desaceleración han generalizado los descensos en los mercados durante el mes y las caídas se agravaron en el Ibex tras de la sentencia del Supremo sobre el impuesto de las hipotecas.
Hay que destacar, que la banca española no levanta cabeza en Bolsa. La debilidad del negocio (bajos tipos de interés) derivada de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), la crisis en países como Italia, Turquía y Brasil y el temor a una desaceleración económica han lastrado la cotización de los principales bancos del país en el último año.
El remate lo dio la inseguridad jurídica creada por el Tribunal Supremo con su actuación sobre la sentencia del pago del impuesto de Actos Jurídicos Documentados (AJD) en las hipotecas.
Con todo ello, en los últimos doce meses los ocho bancos cotizados han perdido 48.900 millones de euros de capitalización, lo que afecta a grandes inversores, pero también a millones de pequeños accionistas y partícipes de fondos de inversión y de pensiones.
La sentencia del Alto Tribunal que dictó que los bancos pasarán a abonar el tributo desató el pánico entre los inversores ante el temor a una hipotética reclamación a las entidades.
Desde el día del fallo, el Sabadell se ha dejado en Bolsa un 14,4%, Unicaja un 12%, Liberbank un 11,4%, Bankia y Caixabank un 9% y Bankinter un 8,5%, el Santander más de un 5% y BBVA un 4,3%. Esas caídas equivalen a 10.091 millones de euros.
Por otro lado, aunque el Euribor ha comenzado a cambiar de tendencia, los bancos, al menos hasta ahora, han seguido abaratando el crédito. Con ello se intensifican las dudas sobre la capacidad del sector para mejorar su rentabilidad, pese a sus mejores niveles de capital y a que casi ha terminado de sanearse.
A ello se ha sumado la crisis política y económica en países como Turquía, Brasil y Argentina, que ha afectado a la cotización de entidades con exposición a esos mercados, BBVA y Santander fundamentalmente. Además, la incertidumbre en Italia ha castigado a los bancos españoles por tener en cartera deuda pública de ese país.
Así, desde hace un año el valor de los bancos cotizados se ha hundido en, nada menos, que 38.809 millones de euros (desde octubre de 2017 han perdido 49.800 millones de euros). 
Sin embargo, en contraste, y en un momento donde muchos se llevan las manos a la cabeza por la propuesta de subida del salario mínimo, la cúspide empresarial, más que apretarse el cinturón, se lo ha aflojado sustancialmente.
En 2013 se publicó por primera vez el Informe Anual de Retribuciones de los Consejos de las sociedades cotizadas españolas. Entre ese año y 2017, según los datos publicados por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), se observa una tendencia alcista importante en la remuneración de los administradores, con un incremento en su retribución media del 29%.  
Esa fuerte mejora se debe, en gran parte, al aumento salarial de los consejeros que desempeñan funciones de dirección (presidentes y consejeros delegados), que experimentó un incremento del 43%.
Esta alegría salarial en las plantas nobles corporativas se volvió a poner de manifiesto el pasado año, último curso del que hay datos disponibles. El sueldo medio por consejo de administración se situó en 369.000 euros anuales, lo que supone una mejora del 6% con respeto al año anterior.
La remuneración media devengada globalmente por los consejos de las sociedades cotizadas fue, en promedio, de 3,7 millones de euros, un 15,9% superior a la del año anterior. Sin tener en cuenta el vencimiento de incentivos a largo plazo en las sociedades anteriormente mencionadas, la mejora hubiera sido del 6,3%.
Una vez más, los consejeros ejecutivos de los grandes grupos cotizados (los que están en el Ibex 35) fueron los que mayores aumentos notaron en sus nóminas. El sueldo medio de los presidentes y consejeros delegados de las empresas del índice selectivo aumentó un 12,3%, situándose en 3,11 millones de euros. Por su parte, el salario de los consejeros ejecutivos del resto de sociedades se elevó en un 20% hasta los 868.000 euros.
Es importante resaltar esta circunstancia frente a las pérdidas de muchos pequeños ahorradores en la Bolsa, y perdidas de salarios y empleos en el sector.

EMPRESAS:

Las ventas de automóviles cayeron en octubre un 6,6% y sumó dos meses seguidos de caídas. Fabricantes y concesionarios concluyen que el mercado está descontando aún el aumento de ventas que se produjo hasta el verano, en previsión a la entrada en vigor de la nueva norma europea sobre emisiones contaminantes, conocida como WLTP, cuando esta amenazaba una fiscalidad más alta que se vio frenada in extremis con una moratoria de dos años. Pese a la reducción de los dos últimos meses, la comercialización ha crecido en lo que va de año un 10%, según los datos elaborados por IEA.
La contracción registrada en octubre se produce a pesar de que octubre contaba con un día laborable más que hace un año. En ese tiempo, se comercializaron un total de 88.410 turismos. Mientras que ese segmento de mercado caía, el de los vehículos comerciales ligeros crecía un pequeño 2,8% (17.586) durante el mes y en el acumulado del año se registraba un alza del 8,8%.
Las ventas mantienen la tónica en lo que va de año de caída del segmento de motorizaciones diésel, que ahora ya solo supone el 36,6% de las entregas. En octubre menos de una tercera de los turismos vendidos (32,8%) tenían ese tipo de motorización. En ejercicios anteriores habían llegado a representar el 60% de las ventas, liderazgo que ahora asumen los vehículos de gasolina.
Las tecnologías hibridas y eléctricas han ganado protagonismo en los meses de setiembre y octubre, una vez estrenada la WLTP. Son, de momento, los meses del año en los que han tenido una mayor porción del mercado, con un 9,1% de las ventas en septiembre y un 8,7% en octubre. En los diez primeros meses del año acumulan un 6,4%.