La economía mundial está
atravesando una situación tremendamente compleja. A la aparición de la
inflación, unida al grave riesgo de recesión, o caídas del PIB, se une una amenaza,
quizá más grave, de escasez de combustibles, en particular de diésel, y de
alimentos.
GLOBAL:
Es preciso huir del
alarmismo, pero muchos de los problemas que está padeciendo el transporte,
ocasionados por el precio del combustible, están relacionados con la caída de
la producción mundial de diésel, que ha disminuido alrededor de un 15% desde el
año 2015. Sin entrar en tecnicismos, el crudo petrolífero es una mezcla de
diferentes hidrocarburos, y hay que señalar que los componentes que integran el
diésel son cada vez más escasos. Por lo que, en la destilación de los crudos, relativamente,
se obtienen más componentes ligeros (gasolinas y naftas), que diésel.
La escasez de energía en
general, y de diésel en particular, está llevando a una situación de escasez de
alimentos. De forma que algunos países están adoptando medidas proteccionistas,
frente al peligro de no contar con determinados alimentos básicos para su
población (particularmente trigo).
La propia Agencia
Internacional de la Energía ha señalado que "especialmente en Europa"
pueden existir problemas de suministro este verano. Esperemos que estén
equivocados.
La realidad, es que la
economía mundial está sufriendo una acumulación de hechos que han cambiado
radicalmente el panorama y perspectivas económicas. Ya en el pasado mes de
octubre, el FMI (Fondo Monetario Internacional) ha rebajado su
estimación del crecimiento mundial al 3,6%: Señalando que “la guerra de Ucrania
ha desencadenado una crisis humanitaria que requiere de una solución pacífica.
Al mismo tiempo, el daño económico infligido por el conflicto bélico provocará
una significativa desaceleración del crecimiento”.
La inflación, proceso de
alza persistente del nivel general de precios, se ha disparado. Tanto por el
incremento de los costes (inflación de costes), como por el aumento de la demanda
al desaparecer las restricciones impuestas por la pandemia (inflación de
demanda). A todo ello, hay que añadir la nefasta decisión de Putin de invadir
Ucrania.
Para luchar contra la
inflación, en una situación de tremendo conflicto entre objetivos: hay que
aplicar medidas restrictivas con sumo cuidado de no frenar la necesaria
recuperación, y, lo que es aún peor, tratar de evitar la caída en un proceso de
recesión económica (técnicamente, dos trimestres consecutivos de crecimiento
negativo). Los principales bancos centrales (Reserva Federal, Banco Central
Europeo y Banco de Inglaterra), han cerrado la etapa de tasas de interés
negativas y compras masivas de bonos públicos, han dibujado una hoja de ruta de
retirada de estímulos después de dos años con tipos de interés negativos y enormes
compras de bonos públicos.
Los bancos centrales se
han visto forzados a variar la política monetaria comenzando a aplicar subidas
de las tasas de interés intentando frenar a los precios. Sin duda, se trata de
un duro golpe a las perspectivas de crecimiento económico. A todo ello, hay que
añadir, que el otro motor del PIB mundial, el de la economía China, está
sufriendo importantes desequilibrios intensificados por su política de covid
cero.
ESTADOS UNIDOS:
En la economía
estadounidense, las ofertas de empleo aparecen por todos lados: en los
supermercados, en las oficinas bancarias, tiendas de ropa, etc. Y es que hay el
doble de vacantes de empleo que de desempleados. De nuevo Estados Unidos está
rozando el pleno empleo.
Y, sin embargo, la inflación
ha hundido la popularidad del presidente Joe Biden, amenazando con la pérdida
del control del Senado y de la Cámara de Representantes en las elecciones de
noviembre.
Los precios han subido un
8,6% en este momento (el mayor aumento en cuatro décadas). Las subidas más
fuertes son las de los combustibles: el precio de la gasolina ha subido más de
un 60% en un año. De media, cuesta unos cinco dólares por galón (3,785 litros)
y hay lugares donde ronda los ocho dólares. Y lo que es peor, la inflación, se
ha extendido a más productos (desde la cesta de la compra, hasta los viajes y
los hoteles).
El presidente de la
Reserva Federal, Jerome Powell, se ha comprometido a estabilizar los precios,
aunque sea al coste de una recesión. Lo que busca es el llamado aterrizaje
suave, controlar la inflación sin que la economía se contraiga y el paro se
dispare. No es nada fácil, ya que el riesgo es la estanflación (coexistencia de
estancamiento económico con inflación).
La propia Reserva Federal
ha señalado que su margen para lograr un aterrizaje suave es muy complicado. Ya
ha decretado tres subidas de tipos: la última es la mayor desde el año 1994 (0,75
puntos), hasta un rango del 1,5% al 1,75%. Se espera otra subida en este mes de
julio, de forma, que a final de este 2022, los tipos se situaran entre el 3% y
el 3,5%, y durante el año 2023 cerca del 4%. Sin duda, este incremento del precio
del dinero frenará a la actividad económica. El mayor peligro, quizá, es que
estas medidas monetarias conduzcan a una recesión económica.
El propio FMI (Fondo
Monetario Internacional) ha rebajado sus previsiones de crecimiento para
Estados Unidos (del 3,7% hasta el 2,9% este año, y desde el 2,3% al 1,7% para
el próximo ejercicio). Estima la institución, que en el año 2024 el crecimiento
sea tan solo del 0,8%.
En cualquier caso, la
propia directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, ha señalado que: “somos
conscientes de que se está estrechando el camino para evitar una recesión. Ese riesgo
existe, aunque si se cae en ella, será corta”.
Sin embargo, para algunos
analistas, la caída de los salarios reales (aquellos que consideran la pérdida del
poder adquisitivo del salario monetario como consecuencia del incremento de los
precios) motivará caídas del consumo doméstico. Todo ello, unido a la retirada
de los estímulos fiscales que operará en el mismo sentido que las restricciones
monetarias.
La realidad, es que el
malestar económico es claro: un informe señala que un 36% de las personas que
ganan más de 250.000 dólares anuales (el cuádruple del salario mediano) vive al
día. Si una parte significativa del 5% más privilegiado (ese 36%) vive la
inflación con la percepción de que no llega a fin de mes, es fácil imaginar
cómo se encuentra el resto de la población.
CHINA:
Se ha puesto de relieve,
que las dificultades que enfrenta la economía de la segunda potencia mundial
son más graves que las sufridas durante la pandemia en 2020, cuando se contrajo
por primera vez en 30 años.
La combinación funesta de
los confinamientos en importantes ciudades del país (incluido, nada menos,
que Shanghái, su corazón financiero) durante todo abril y buena parte de mayo,
la guerra en Ucrania y la crisis del sector inmobiliario, ha dejado como
huella, alarmantes indicadores, llevando a muchos analistas a rebajar sus
expectativas de crecimiento para la economía de China. El Banco Mundial estima
un crecimiento que calcula como un 4,3% para este ejercicio, y otras entidades
esperan un crecimiento, aun menor, de un 3%.
La confianza de los
consumidores del gigante asiático ha caído considerablemente: durante el mes de
abril, las ventas al por menor caían un 11,1%, y un 6,7% durante el pasado
mayo.
El desempleo juvenil
se encuentra en el 18,4% Se trata del dato más elevado desde que, oficialmente,
se publica desde el año 2018, y por encima de la media de la Unión Europea (un
13,9%), o el de Estados Unidos (7,8%). La entrada en el mercado de 10,76
millones de recién graduados universitarios este verano disparará esa cifra.
Según la vicepresidenta
de la Cámara de Comercio Europea en China, Bettina Schoen-Behanzin, los
confinamientos masivos, junto a las pruebas PCR, son los principales
responsables de esta debilidad económica. Señala Bettina, que “lo único
predecible sobre China ahora mismo es su impredecibilidad, y eso es veneno para
el clima empresarial. Un 60% de las compañías han asegurado que hacer negocios
en el gigante asiático se ha hecho más difícil, y un 49% cita la covid entre
los tres factores principales”.
Hasta el momento, Pekín
ha introducido unas medidas de estímulo relativamente modestas, que incluyen
desgravaciones fiscales para pequeñas y medianas empresas o un aumento del
gasto en infraestructuras, entre otras medidas.
Entre los riesgos existentes
durante los próximos meses figuran la posibilidad de nuevos confinamientos para
atajar brotes de covid, una corrección drástica en el debilitado mercado
inmobiliario o problemas relacionados con la posible deuda oculta de los
gobiernos locales.
No obstante, aunque por
debajo de las previsiones originales, la economía china continuará creciendo. Se
afirma por la mayoría de las analistas, que la economía China no va a entrar en
recesión.
REINO UNIDO:
El Brexit fue el momento
culminante de Boris Johnson. Sin embargo, la advertencia del Banco de
Inglaterra el pasado mes de mayo de que la economía del Reino Unido entrará en
una ligera recesión a finales de 2022, ha motivado que el Partido Conservador
del Reino Unido, haya pedido al primer ministro Johson, que baje ya los
impuestos; los trabajadores del sector público han convocado huelgas durante
todo el verano para reclamar una subida salarial compatible con la
inflación galopante (9,1% en junio, casi un 11% a finales de año, según el Banco
de Inglaterra, BdI); y tanto Johnson como su ministro de Economía, Rishi Sunak,
intentan contener las presiones electoralistas de su partido, para evitar
agravar aún más la inflación con bajada de impuestos o subidas desorbitadas de
salarios.
Para la mayoría de los
analistas, “lo más preocupante consiste en que esta inflación se ha concentrado
en lo que podrían llamarse bienes básicos. Básicamente, energía y alimentos. Y cuando se
observa la distribución de la población en base a sus ingresos, y el consumo de
los hogares en base a la distribución de esos niveles de ingresos, se observa que
los hogares con rentas más bajas tienen el mayor consumo de esos bienes “. Es
decir, la crisis afecta sobre todo a los más pobres. El Banco de Inglaterra ha
anticipado, que el Reino Unido verá reducido su crecimiento el próximo año 2023
un 0,25%.
Los precios medios por
hogar del gas y de la electricidad, tienen un tope anual fijado dos veces al
año por la autoridad reguladora (Ofgem). Pues bien, durante el mes de abril, se
dispararon casi 800 euros, esperando que, durante el próximo mes de octubre,
puedan alcanzar una cifra superior a más de 3.000 euros.
El Gobierno del Reino
Unido, ha aprobado durante el pasado mes de mayo un impuesto extraordinario
sobre los “beneficios caídos del cielo”. Gran parte de ese gravamen tenía como destino
financiar las subvenciones de pago único a millones de hogares, de entre 400 y
1.000 euros, para hacer frente al desorbitado coste de la vida.
Por otro lado, el
Banco de Inglaterra (BdI), como otros bancos centrales, ha reaccionado, ya que
en lo va de año, ha subido hasta el 1% los tipos de interés. De forma, que ha señalado
el BdI: “somos conscientes de las duras consecuencias que tendrá esto para
mucha gente, particularmente aquellos con rentas más bajas y con pocos ahorros”.
Muchos analistas señalan
que, aunque Johnson, que ganó en las elecciones del año 2019 con la promesa de
redistribuir la riqueza en el país, y nivelar el norte empobrecido y el sur
acaudalado, “se enfrenta ahora a un problema con cuatro frentes: unos votantes
muy irritados con los escándalos de su Gobierno y la subida galopante de los
precios; unos diputados desesperados por mantener sus escaños que le reclaman
bajadas de impuestos; una inflación de dimensiones inesperadas y unas cuentas
públicas exhaustas después de gastar como si no hubiera un mañana durante dos
años de pandemia”.
Johnson había prometido, “vamos
a recortar los costes del Gobierno, vamos a recortar los costes de las
empresas, y los de todas las familias. Sobre todo, dedicaremos todas nuestras
energías a reducir el coste mayor para todos los hogares: los impuestos. Deben
bajar, y bajarán, porque es el único modo de que la economía vuelva a crecer”.
EUROZONA:
La invasión de Ucrania ha
condenado a la economía europea al paso por una arriesgada zona. Necesita
tratar de mantener el equilibrio entre la inflación motivada, básicamente, por
los precios de la energía, y por la temida y rápida desaceleración de la
actividad económica, que imposibilita abandonar completamente a la crisis
provocada por la pandemia, retrasando la recuperación en economías como la
alemana y la española.
Aunque puede que el sur
de Europa vea este verano su litoral con carteles de completo, la escalada del
conflicto bélico y el endurecimiento de la política monetaria, pueden echar por
tierra a la necesaria recuperación. En este contexto, el fondo europeo de
recuperación, dotado con 800.000 millones hasta 2027, podría ser una gran
ayuda para sostener a las economías.
Según la Oficina Estadística
de Unión Europea (Eurostat), las economías de la eurozona comenzaron este año
2022, con un avance del 0,3%. España arrancó el año con un avance del 0,3%, cuando
al término del 2021 venía creciendo más del 2%. Por tanto, entre las grandes
economías sobresalía la española, con una previsión del crecimiento del PIB del
4,8% en 2022 y del 3,3% en 2023.
En ese contexto, hasta ahora,
era difícil nombrar a la temida “estanflación”, pero los temores se han ido
confirmando, ya que todos los organismos internacionales han rebajado la
proyección de expansión de la zona euro, también de España, a la vez que han
ido elevando las tasas de inflación esperadas.
Multitud de indicadores han
seguido deteriorándose: uno de ellos, el último Índice del Gestor de Compras
(PMI) del pasado mes de junio, señala una mayor desaceleración en el sector
servicios, mientras que la industria parece estar cayendo. Por todo ello, parece
que la región del euro puede haber entrado en un periodo de estanflación. Si
bien, parece que tendremos un buen verano, el mes de septiembre podría cambiar
sensiblemente.
Y no hay que olvidar, al
principal riesgo: el que Vladímir Putin decida cerrar totalmente el suministro
del gas. Según el BCE estima se lastraría el crecimiento económico de la zona
euro, creciendo el PIB de la región tan sólo un débil 1,3% en 2022, y se
contraería un 1,7% en 2023. Disparándose la inflación un 8% este año, y del
6,4% el próximo.
De ahí, que el principal temor
de Bruselas y de Fráncfort sea que la economía alemana entre en recesión y
arrastre al resto de socios.
Estas circunstancias han
conducido a que el BCE se haya debatido entre el dilema de subir tipos asumiendo
los riesgos de acabar con el crecimiento, o bien continuar con una política más
laxa, aun con la amenaza de que los precios sigan disparados. Frente a este
dilema, el BCE ha decidido frenar las compras netas de deuda y subir los
intereses: un 0,25% en julio y probablemente un 0,50% en septiembre.
La reacción de los
mercados al anuncio de las subidas de tipos por el BCE castigó a las primas de
riesgo de los países del sur de Europa, y, por tanto, resucitando los temores de
otra crisis de deuda soberana. El BCE reaccionó avisando la implantación de un
nuevo instrumento -un mecanismo antifragmentación- dedicado solo a contener las
primas de riesgo.
Además, la Unión Europea
ha decidido dejar suspendidas otro año más las reglas fiscales, si bien ha
impuesto una especie de corsé para el gasto de los países más endeudados, pero
se deben ir rehaciendo las reglas fiscales relativas al déficit público y al
volumen de la deuda pública.
La realidad, es que la
inflación en la zona euro durante el mes de junio alcanzó un nuevo techo,
ascendiendo al 8,6% anual. Se trata de una cifra sin precedentes desde la creación
del euro. Hace un año, en junio del año pasado, la inflación se encontraba en
el 1,9%. La peligrosa conjunción del gran atasco global en las cadenas de
suministro y la tremenda dependencia comunitaria de la energía rusa han
colocado a los 19 países del euro en una fuerte incertidumbre por los riesgos
que supone.
Otra de las víctimas son
los precios de los alimentos: tanto Rusia como Ucrania son dos de los mayores
exportadores de grano del mundo, y este último tiene cerca de 20 millones
de toneladas de cereal almacenado en puertos y silos sin poder abandonar
el país debido al cerco del Kremlin. Con las cosechas del verano ya en ciernes,
la cesta de alimentos, alcohol y tabaco se sitúa en un 8,9% interanual, cuando
era del 7,5% en mayo.
Hasta nueve países de la
zona euro tienen un 10% o más de inflación, con los bálticos Estonia (22%),
Lituania (20,5%) y Letonia (19%) a la cabeza. España se sitúa justo en el 10%
interanual.
La locomotora industrial
europea, Alemania, uno de los países de la Unión Europea más adictos al
combustible ruso, sin embargo, es una de las pocas economías que ha logrado,
aunque ligeramente, revertir la tendencia y se ha colocado en un el 8,2%
interanual (frente al 8,7% de mayo). Lo
ha conseguido gracias a los subsidios al transporte y la energía aprobados para
frenar el coste de la vida. También los Países Bajos han conseguido frenar
levemente los precios, pasando del 0,2% interanual al 9,9%.
El BCE ha anunciado ya un
incremento del 0,25% en julio y otro en septiembre, que puede llegar al 0,5%,
el principio de una senda de subidas que podría llegar al 2% en 2023. Algunos
analistas estiman que el contexto actual aboca irremediablemente a una subida
más extrema de hasta 50 puntos básicos en julio y otros 75 en septiembre.
Christine Lagarde,
presidenta del BCE, ha señalado que “irá tan lejos como sea preciso, para
combatir la inflación y estabilizarla en el 2%”. Así lo reiteró durante su
discurso de apertura del foro anual celebrado en Sintra: “removeremos cualquier obstáculo que pueda
amenazar nuestro mandato de estabilizar precios”.
La realidad, como hemos
señalado anteriormente, es que no debe despreciarse la posibilidad de un
escenario “casi apocalíptico” con cortes energéticos desde Rusia, lo cual
podría llegar a triplicar los precios del gas, provocando una enorme recesión.
No obstante, la “inflación
subyacente”, aquella que excluye los elementos más volátiles como la energía y
los alimentos, tratando de reflejar, por tanto, la tendencia de los precios, ha
bajado ligeramente en la eurozona (del 3,8% interanual en mayo al 3,7% en junio).
ESPAÑA:
Según el informe de
“Evolución reciente de la economía española y perspectivas en el corto plazo”
elaborado por el Banco de España, la economía española se ha acelerado su
crecimiento durante el segundo trimestre del año, hasta registrar un avance del
PIB del 0,4% intertrimestral. De forma que la actividad “parece estar
recuperando un cierto dinamismo, como consecuencia de la buena evolución del
mercado laboral y la mejora de los sectores más afectados por las medidas anti Covid,
como son la hostelería y las actividades artísticas y especialmente, la
actividad turística extranjera”.
En concreto, el Banco de
España, como consecuencia de la mejora del PIB del segundo trimestre, espera
que el PIB español crezca este año el 4,1% frente al 4,5%. Para 2023 y 2024 las estimaciones se fijan en
tasas inferiores del 2,8% y 2,6% respectivamente. De forma que el Banco de
España espera que la economía española recupere su nivel de producto previo a
la pandemia en el tercer trimestre de 2023.
En cuanto a la evolución
de la inflación, el Banco de España sostiene que con la entrada en vigor del
mecanismo ibérico para limitar el precio del gas y rebajar la factura de la
electricidad presionará a la baja el componente energético de la inflación en
los próximos meses.
El Banco de España revisa
al alza de manera importante, la marcha de las subidas de precios de los
alimentos y de la inflación subyacente para el periodo 2022-2024.
Por otro lado, la buena
noticia es que, por ahora, la situación parece no afectar al empleo, ya que, de
nuevo, el desempleo volvió a descender en junio hasta situarse en 2.880.582
personas (42.409 menos que en mayo, y de nuevo por debajo del umbral de los
tres millones de parados). Es el registro más bajo en el número de
demandantes de empleo desde octubre de 2008. La afiliación media (sin
desestacionalizar) también subió en más de 115.000 trabajadores en el sexto mes
de junio, lo que elevó el total de cotizantes a la Seguridad Social hasta los
20.348.330, un nuevo récord, tras superar, por tercer mes consecutivo, la
histórica barrera de los 20 millones de afiliados.
Paradójicamente, según
los datos facilitados por los ministerios de Trabajo y Seguridad
Social, desde que comenzó la guerra en Ucrania, el número de desempleados
que computa la estadística de paro registrado ha bajado en 231.102 personas. Y
el número de afiliados ha crecido en 654.058 trabajadores.
Seis meses después de que
entrara en vigor la reforma laboral, y tres desde que se desplegase
completamente, los contratos indefinidos no han dejado de crecer. En junio
fueron 783.595, prácticamente uno de cada dos de los que se firmaron (44,3%);
dentro de los cuales 292.679 tuvieron la categoría de fijos discontinuos. Sin
embargo, es la primera vez que en un mes de 2022 se firman menos contratos
(1.768.988) que en el mismo periodo del año anterior (en junio de 2021 fueron
1.798.047).
Según el secretario de
Estado de Empleo, “no hay otro mes a lo largo de la historia donde se hayan
firmado más contratos indefinidos que este mes de junio. Se trata de un mes de
sobreexposición a la temporalidad, el elemento que aglutinaba la contratación.
Y es un fenómeno que se ha hecho añicos este año. Es el efecto más inmediato de
la reforma laboral”, señaló.
La modalidad de fijo
discontinuo es la que el nuevo marco de relaciones laborales comprende como la
idónea para trabajos de carácter estacional, como los que se dan durante
las vacaciones de verano. De ahí que en el mes en el que da comienzo el periodo
estival la cifra de fijos discontinuos haya sido la más elevada en lo que va de
año. En total, entre enero y junio se han firmado 975.979 contratos de esta
índole; lo que ha llevado al global de indefinidos hasta los 3.281.858, de
nuevo gracias a que el último empujón ha sido el mayor de 2022. Debemos
recordar que “los fijos discontinuos no cuentan como parados” como
consecuencia de una orden ministerial de 1985, aunque permanezcan como inactivos
laboralmente.
El paro bajó
porcentualmente en mayor medida en la industria y en la construcción, a pesar
de que fueron los servicios quienes recortaron más ampliamente el número de
demandantes de empleo. Solo la agricultura empeoró sus datos con respecto a los
del mes anterior, con un aumento de casi 9.000 parados.
Respecto a las afiliaciones
a la Seguridad Social, han crecido especialmente en la agricultura, y en la
hostelería. Ha sido en la educación, debido a las fechas, donde se produjo la
disminución más grande en la afiliación.
El paro descendió en
todas las comunidades autónomas, a excepción de Andalucía, donde también cayó
la afiliación a la Seguridad Social. Por el contrario, y de nuevo bajo el
influjo de la estacionalidad asociada al mes de junio, las Islas Baleares
fueron el territorio que experimentó un mayor aumento de las afiliaciones.
Por otra parte, el
Ministerio de Seguridad Social ha publicado que los trabajadores afectados por
un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) por causas económicas, técnicas,
organizativas o de producción (ETOP) se han estabilizado en torno a los 17.898.
En otro orden, respecto
al gran activo español, el turismo internacional se ha afianzado durante el
pasado mes de mayo, alcanzado unos niveles de llegadas y gasto que casi igualan
los niveles que disfrutamos en el año 2019, en el momento que la pandemia le
afectó tan seriamente.
La recuperación del
turismo, impulsada por el elevado ahorro acumulado en Europa, y por la mejora
del mercado laboral, es recibida con la esperanza de que pueda compensar el
retroceso que, probablemente, se produzca al concluir el verano.
Por tanto, parece que a
pesar de que las vacaciones sean más caras, no se están frenando de momento las
ganas de viajar, ni de gastar. Crece el
gasto total y el gasto medio también, hasta los 1.152 euros, un 12,5% más, e
incluso es superior a los datos prepandemia (en mayo de 2019 fueron 1.028
euros). El gasto medio diario crece un 25% respecto a mayo de 2021, hasta los
177 euros. Sin embargo, a estancia media baja hasta los 6,5 días, 0,8 días
menos que en mayo de 2021, lo que muestra que el turista tiene que gastar más
por menos tiempo de vacaciones.
Según la Estadística
de Movimientos Turísticos en Fronteras, respecto a las llegadas, el Reino Unido
fue el principal país de origen de los turistas que llegaron a España, (representan
un 24% del total), seguidos de los alemanes y los franceses.
Los destinos principales,
hasta ahora, han sido Baleares (24% del total), Cataluña (21%) y Andalucía
(casi un 15%).
En el acumulado de los
cinco primeros meses del año, España recibió en total 22,7 millones de
turistas, lo que supone el 78% del mismo periodo de 2019, y el gasto que
hicieron estos visitantes fue de 22.776 millones de euros, el 99% del acumulado
de enero-mayo de 2019.
Los datos de reservas
aéreas, previsiones de llegada de turistas internacionales y movimiento de los
nacionales apuntan a que este verano será el de la recuperación del sector.
MERCADOS:
En los parqués bursátiles
han crecido las órdenes de venta, contrayendo a los índices en el mercado. Y es
que los inversores sufren dudas derivadas de la incertidumbre, y el calado y
profundidad de los problemas que se vislumbran.
La guerra en Ucrania, la
crisis energética y los cuellos de botella de la industria han motivado la
aparición en la economía mundial del peligroso proceso dinámico de la
inflación.
Durante el mes
de junio, el Ibex 35 puso fin a su racha alcista, que acumulaba ya cuatro
meses de interrumpido crecimiento. De esta forma, nuestro índice bursátil
retrocedió un 3,78% a lo largo del sexto mes del año; perdiendo los 9.000
puntos. En el momento de redactar el presente artículo, se ha situado en 8.161,80
puntos.
“Hay muchas posibilidades
de que estemos ante el comienzo de un proceso de fondo volátil, aunque todavía
no hayamos superado el pico de incertidumbre”, explica Yves Bonzon, del banco
privado suizo Julius Baer.
Y es que aparte de los
problemas del Covid y demás factores, los mercados viven una volatilidad
extrema por la invasión rusa de Ucrania y el cambio de rumbo de la política
monetaria. De forma, que el Ibex perdió un 8,5% en junio, el peor mes desde el
inicio de la pandemia.
En Wall Street, la piedra
angular de muchas carteras de valores y planes de jubilación alcanzó su punto
máximo a principios de enero y ha caído un 20,58% desde entonces, con
cifras en rojo en 10 de las últimas 12 semanas y repuntes ocasionales que
se evaporaban rápidamente a medida que una nueva preocupación se cernía sobre
el mercado.
De la debacle no se ha
salvado ni el activo que se presentaba como más novedosa, las criptomonedas. El
bitcoin, la más importante, ha perdido un 50% en lo que va de año.
Respecto al mercado de
bonos, que habitualmente constituía un refugio de seguridad en tiempos de
turbulencia, igualmente ha tenido un mal comportamiento: el bono del Tesoro a
10 años, referencia del coste del endeudamiento, va también camino de apuntarse
su peor primera mitad del año.
Por otro lado, el precio
del barril de petróleo brent, referencia para el Viejo Continente, ha
cotizado a 122,71 dólares por barril.
En el mercado de divisas,
el euro ha seguido perdiendo valor frente al dólar: en este momento se sitúa en
una pérdida de posiciones frente al dólar y se intercambiaba a 1,0455 dólares
por un euro. No es extraño, que con esa tendencia, se sitúe a la par.
Por lo que respecta al
Euribor, a 12 meses ha acabado junio con la mayor subida de la historia en un
solo mes. De los 0,287 puntos de mayo, ha pasado a una media de 0,852. El salto
es de medio punto, algo que nunca había sucedido desde que este indicador entró
en vigor en 1999. Tras la escalada se encuentra la percepción, de que el Banco
Central Europeo subirá los tipos de interés oficiales en este mes de julio.
Algo que con toda probabilidad se repetirá en septiembre, lo que situará el
precio del dinero en la eurozona a niveles desconocidos en los últimos
seis años.
El euríbor (acrónimo que
proviene de Euro Interbank Offered Rate) es la tasa a la que un
grupo de bancos de la zona euro se prestan dinero entre ellos. En España este
indicador a 12 meses (es decir, lo que un banco presta a otro para que se lo
devuelva en un año) es el que se usa en la mayoría de las hipotecas variables
para determinar su evolución. Estos préstamos a interés variable han sido
mayoritarios en España
Normalmente, una hipoteca
variable se revisa una vez al año. Y como el diferencial no suele moverse, lo
que determina si los siguientes 12 pagos (hasta que toque una nueva revisión) sean
más caras o baratas, es lo que haya cambiado el euríbor respecto a un año atrás.
Para una hipoteca media (137.921 euros, según el promedio de 2021 del INE), a
devolver en 24 años y con un precio de euríbor más un punto, este cambio
supondría elevar el desembolso anual de 509 a 593 euros. Es decir, un coste de
84 euros más al mes.
Finalmente, hay que
señalar que las matriculaciones de turismos no se han recuperado tras la crisis
de la pandemia. De forma que, según los datos publicados, acumulan una caída
del 10,7% en el primer semestre del año.
La caída se ha moderado
levemente respecto al retroceso del 11,5% registrado en mayo, pero los
pronósticos para el futuro no son halagüeños. Los responsables de estos malos
resultados hay que buscarlos en un amplio cóctel de elementos, en el que
destacan la crisis de los microchips, la incertidumbre económica y la espectacular
subida de los precios de los combustibles en un contexto de inflación
generalizada.
En junio, el retroceso
interanual de las matriculaciones de turismos y todoterrenos fue del 7,8% con
respecto al mismo periodo de 2021, aunque con un comportamiento muy distinto
por canales. Las ventas a particulares disminuyeron en el mes, aunque en lo que
va de año el saldo es positivo en un 1,2%, con 177.132 unidades matriculadas.
También el segmento de empresas registra resultados positivos: un avance del
2,3% hasta el sexto mes de 2022. Por el contrario, el canal de alquiladores
mantiene un ritmo descendente y lastra los resultados: matriculó este junio
cerca de la mitad de las unidades que el mismo mes del año anterior, con un
descenso del 43,1%. La caída es del 48,3% si se considera el acumulado del año.
EMPRESAS:
El presidente de la
empresa argelina de hidrocarburos Sonatrach, Toufik Hakkar, ha advertido de que
revisará los precios del gas en nuevos acuerdos con sus clientes, de los que
España es uno de los principales compradores. “La revisión se hace ante el
aumento del precio del gas mundial”, explicó
Hakkar señala que, además
del acuerdo firmado recientemente con el grupo italiano ENI, “se están
negociando otros acuerdos con dos socios, sobre todo porque durante el último
trimestre, los precios del gas han aumentado en el mercado spot o al contado”.
La revisión de precios, según el presidente de la compañía argelina, se hace
con todos los socios, “sin tener en cuenta su naturaleza”.
El máximo responsable del
grupo de hidrocarburos argelino destacó el interés de nuevos socios por la
adquisición de gas natural argelino, en particular, citó solicitudes de países
del Este de Europa “que están actualmente en estudio”.
Desde el comienzo de la
invasión de Rusia a Ucrania, el pasado 24 de febrero, Europa busca reducir su
dependencia del gas ruso, una situación favorable a Argelia, el séptimo
exportador de gas en el mundo, que ha visto aumentar sus exportaciones por
gaseoducto un 54% y por vías marítimas gas natural licuado.