miércoles, 28 de julio de 2021

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A JULIO DE 2021: el avance de la vacunación permite mejorar las expectativas, pero persisten riesgos sanitarios y económicos.

 La inflación es un “proceso de alza persistente y notable del nivel general de precios” que no debe ser confundida con meras subidas de precios. Hay que ser sumamente cuidadosos y no generar expectativas de inflación, que contribuirían a su aparición. En la coyuntura actual, pese a la buena acogida que tendría para las entidades de crédito, las consiguientes subidas de tipos de interés, serían muy perniciosas. Vendría a frenar la recuperación que el buen ritmo de vacunación esta ocasionando.

GLOBAL:

El Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) ha señalado que el repunte de la actividad económica ha sido más rápido de lo esperado, lo que no significa que el panorama para la salida de la pandemia -“pandexit”, según el nuevo término acuñado- esté libre de riesgos. Más bien al contrario.

El BIS (organismo que actúa como una especie de banco central de los bancos centrales), espera una recuperación económica pausada en la que la pandemia vaya controlándose gradualmente. El consumo y la vacunación son las piezas fundamentales para superar la crisis.

Según los informes del BIS. las subidas de precios se acercan hacia sus niveles objetivo, siendo los incrementos meramente temporales. Sin embargo, mantiene como un gran riesgo la desigualdad entre los países para salir de la crisis.  

Ahora bien, este no es único posible escenario, ya que subsisten otros riesgos: bien por un excesivo crecimiento que dispare las expectativas de inflación, ocasionando efectos perversos de subidas de tipos de interés, o bien por desencadenamiento de una pandemia fuera de control por culpa de las nuevas variantes que dé al traste con las perspectivas de crecimiento y vuelta a la normalidad. 

En el primer caso, un muy fuerte crecimiento podría disparar las perspectivas de inflación, aunque ven poco probable esta opción, ya que “las tendencias de largo plazo siguen manteniendo la inflación baja”.

De forma más preocupante contemplan la posibilidad de que la ansiada recuperación económica se atasque como consecuencia de una pandemia aún más difícil de controlar de lo que ya ha demostrado. Textualmente señala el BIS,  que “nuevas oleadas de cepas de la covid-19 aún más virulentas podrían surgir como inmunes a las vacunas, lo que derivaría en nuevas medidas restrictivas”. Los efectos de los estímulos fiscales aprobados por los gobiernos no tendrían éxito en su estimulo la demanda, y se materializaría la “temida oleada de insolvencias empresariales”-

Al BIS le preocupan los efectos que podrían tener en las economías emergentes, la salida más rápida de la crisis de los países ricos, lo que derivaría en subidas de tipos de interés y un endurecimiento de las condiciones monetarias que afectarían más gravemente a los emergentes.

Ahora bien, preocupa la subida de los precios de la energía, como catalizador de las subidas de precios en la economía mundial. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha informado de que los precios crecieron de media, un 3,8% entre sus miembros durante el mes de mayo. Señala como detonante que los precios de la energía crecieron un 18,6%, su ritmo más alto desde septiembre de 2008.

El impacto seguirá notándose en los meses venideros, dada la revalorización del precio del petróleo (el Brent europeo se ha situado por encima de los 76 dólares, un 10% por encima de los cerca de 70 dólares en que cerró mayo). El enfrentamiento, dentro de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) entre Arabia Saudí y Emiratos Árabes sobre los aumentos de producción para este año y el siguiente, está avivando la incertidumbre al respecto, amenazando con provocar nuevos incrementos de precios si las posiciones se mantienen enconadas.

Entre las mayores economías, Estados Unidos es, sin duda por sus grandes medidas fiscales de impulso a la demanda (consumo e inversión) el país donde se ha dejado notar con más fuerza la presión sobre los precios, que han crecido durante el pasado mayo un 5%, ocasionando la reacción de los “halcones” (los ultraliberales de posiciones más duras y ortodoxas) que postulan por la retirada de los cuantiosos estímulos adoptados por la Casa Blanca. Como respuesta, la Reserva Federal ha adelantado unos meses (a finales de 2023) su previsión de primera subida de los tipos de interés.

En Alemania, sin duda la economía donde, tradicionalmente, existe mayor temor a la inflación, la subida de precios fue del 2,5%. En gran parte, la subida ha sido debida a la decisión del Gobierno alemán de retirar la rebaja del IVA para fomentar el consumo durante la pandemia. 

Salvo en Japón, donde tras décadas, los precios siguen ligeramente en negativo pese a la abundante liquidez monetaria inyectada en el Gobierno, las subidas de precios fueron generalizadas en mayo. En España crecieron un 2,7%, su mayor nivel en cuatro años, y en la eurozona un 2%. En otras grandes economías europeas, como Francia (1,4%) e Italia (1,2%), la subida de precios es más contenida.

Aunque la energía se cita siempre en primer lugar, hay otras variables en la ecuación. Materias primas como el cobre y el hierro han rondado máximos históricos, el auge de la demanda global ha causado cuellos de botella en las cadenas de suministro y carencias de chips, imprescindibles para la producción de automóviles, videoconsolas, teléfonos, ordenadores o equipos médicos. Y la reducción de la oferta suele implicar un encarecimiento. Además, el ahorro embalsado durante la pandemia, cuando las restricciones ahogaron el consumo, está empezando a circular, incrementando a la demanda.

Si consideramos, sin duda, al mejor indicador de la evolución de los precios: “la inflación subyacente” (excluye los elementos más volátiles como energía y alimentos), los precios subieron de media en los 38 países de la OCDE un 2,9% en mayo, por encima del 2,4% de abril. Hay que remontarse hasta agosto de 2002 para ver esos umbrales, que rebasan el objetivo del 2% marcado por los grandes bancos centrales.

La OCDE señala que en algunas economías que no pertenecen la organización también han subido los precios. En casos como el de Argentina (48,8% de alza de precios), de una forma elevadísima, pero también con fuerza en Brasil (8,1%) Rusia (6%), Arabia Saudí (5,7%), India (5,3%) o Sudáfrica (5,2%). China, pese a que ha salido de la crisis pandémica mucho más rápidamente, también evita la inflación (un 1,3% en mayo).

Por otro lado, igualmente dentro de la OCDE, se ha acordado en 130 países y jurisdicciones establecer un impuesto mínimo sobre sociedades de “al menos el 15%” sobre los beneficios de las mayores empresas del mundo. 

La OCDE llevaba más de siete años trabajando en un esquema para que las grandes multinacionales tributen allí donde hacen negocio y no donde le resulte más barato, pero el impulso del G-7 ha sido decisivo para lograr un acuerdo de mínimos que provocará que gigantes como Google, Amazon o Facebook paguen los impuestos que les toca. El liderazgo de la nueva Administración de Estados Unidos del presidente Joe Biden y su secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y la perseverancia de las instituciones europeas han cimentado un acuerdo histórico.

Según la OCDE, un tipo del 15% ya podría generar unos 150.000 millones de dólares (cerca de 130.000 millones de euros) de ingresos impositivos adicionales. A ello se unen “beneficios adicionales” que surgirán de la “estabilización del sistema fiscal internacional y de una mayor certeza fiscal para los contribuyentes y las administraciones”, según la institución.

La puesta en marcha efectiva debería ser en el año 2023. ¡Veremos!

ESTADOS UNIDOS:

Según los datos publicados por la Oficina de Análisis Económico (Bureau of Economic Analysis, BEA) la recuperación económica en Estados Unidos gana velocidad: el producto interior bruto (PIB) del país creció un 1,6% entre enero y marzo respecto al último trimestre del año. Este aumento se debe a la masiva inyección de dinero público por parte del Gobierno federal y a la exitosa campaña de vacunación contra el coronavirus, que ha hecho que más de la mitad de los adultos estadounidenses hayan recibido al menos una dosis.

De acuerdo a ese crecimiento, la previsión para el conjunto del año sería del 6,4% (dos puntos más que en el trimestre anterior). Es un rebote muy importante frente a la recesión del año pasado, cuando el PIB cayó un 3,5%. Sin duda, el histórico plan de inversión en infraestructuras y en programas de protección social que quiere sacar adelante el presidente Joe Biden puede hacer que la economía crezca este año en torno al 6%, un nivel no alcanzado por el país desde los años ochenta del siglo pasado.

A medida que crece la sensación de seguridad ante el coronavirus, los estadounidenses abandonan el aislamiento al que les condenó una pandemia que en su país se ha cobrado ya más de 570.000 vidas. Los consumidores compran más y bienes de gran valor, gastan más en servicios como hoteles y restaurantes, y la construcción y la inversión en negocios aumentan ante las buenas perspectivas de crecimiento futuro. 

Igualmente. la prolongación del subsidio de desempleo y las ayudas a las pequeñas y medianas empresas por parte del Gobierno muestran el intento de la Administración Biden por reanimar la economía para que el país salga de la peor crisis económica desde la Gran Recesión de 1929.

El gasto de los hogares creció por primera vez desde hace un año, al avanzar un 1,6% tras haber caído un 2,2% en el cuarto trimestre.

La inversión de las empresas fue del 2,9%, tras haber avanzado un 5,2% en el trimestre anterior y el gasto de los consumidores (equivale a dos tercios de su PIB), subió un 10,7% en el primer trimestre del año frente al 2,3 registrado en el periodo anterior.

En todo caso, permanecen importantes variables que amenazan a la salida de la crisis: casi 10 millones de desempleados (una cifra muy superior a la previa a la pandemia).  

Otro dato negativo es el comportamiento de los precios, que como se ha señalado ha sido, en parte minimizado por la Reserva Federal (Fed), al señalar que es debido a la fuerte inyección de estímulos (incluidos tres planes de rescate, el último por valor de 1,9 billones de dólares) y el incremento de la demanda a medida que se reactiva la actividad económica por el creciente control de la pandemia. 

El presidente de la Fed, Jerome Powell, ha señalado que “aun admitiendo que la subida de los precios será notable, considera que el aumento del IPC será transitorio, por lo que no se contempla subir los tipos de interés, cercanos al 0%, en lo que queda de año”. Congelar el precio del dinero es uno de los salvavidas de la Fed para mantener a flote la economía desde marzo de 2020; el otro es la masiva compra mensual de bonos.

La Fed ha reiterado que podría tolerar unos precios más altos en algunos sectores durante algún tiempo para compensar años en los que se situó por debajo del 2%, un promedio flexible. 

Por todo ello, la Reserva Federal ha decidido mantener intactos los tipos de interés, en el rango comprendido entre el 0% y el 0,25%, y no prevé subirlos hasta finales de 2023, un poco antes de lo previsto (marzo de 2024). El banco emisor también ha elevado la previsión de crecimiento para 2021 al 7% (el 6,5% en la proyección de marzo) y la tasa de inflación, al 3,4%, un punto por encima de la última previsión (2,4%).

No obstante, el riesgo de una inflación más sostenida es una posibilidad que la Fed no descarta. “Es un momento absolutamente extraordinario y no tenemos una guía o experiencia previa en una situación semejante. Por eso debemos ser humildes con nuestra capacidad de interpretar los datos”.

Uno de los dos pilares del salvavidas de la Fed es la compra de activos, a razón de 120.000 millones al mes desde marzo de 2020 (80.000 millones en bonos del Tesoro y 40.000 en productos financieros ligados a préstamos hipotecarios), y en la reunión previa de la Fed se habían revelado algunas diferencias entre los moderados y los halcones, partidarios de plantear ya la reducción de las compras. El otro pilar ha sido mantener el precio del dinero en torno al 0% desde el inicio de la pandemia. Pero incluso la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha apuntado que con el ritmo de recuperación actual la Fed puede verse obligada a subir los tipos para evitar el sobrecalentamiento. 

EUROZONA:

Durante el pasado mes de junio, la actividad comercial en la zona euro creció al ritmo más rápido de los últimos 15 años. El relajamiento progresivo de las restricciones para mitigar la pandemia y el progreso de las campañas de vacunación han reforzado la confianza.

Según el Índice PMI Compuesto de la Actividad Total de la zona euro, elaborado por la consultora Markit, ha aumentado de 57,1 registrado en mayo a 59.2 en junio, su lectura más alta desde junio de 2006. Dicha lectura marcó el tercer mes consecutivo de aceleración del ritmo de crecimiento de la actividad total, a medida que la economía continúa su reapertura.

No obstante, los precios cobrados por los productos y servicios aumentaron a un ritmo sin precedentes debido a que la demanda siguió superando a la oferta. Pese a que las firmas contrataron más personal al ritmo más acentuado en casi tres años, en junio se ha observado un alza récord de los pedidos pendientes de realización, un nuevo alargamiento casi récord de los plazos de entrega de las cadenas de suministro y la erosión cada vez más generalizada de los inventarios en los almacenes.

El sector manufacturero siguió encabezando el repunte, al indicar el duodécimo mes consecutivo de aumento de la producción, cuyo ritmo de expansión volvió a acelerarse, aunque se mantuvo ligeramente por debajo de la máxima récord de marzo pasado. De nuevo, el crecimiento más intenso de la producción se produjo en Alemania, mientras que Francia rezagó el resto de la región debido a un ritmo más lento de crecimiento de los nuevos pedidos.

Pese a que el sector manufacturero registró el ritmo más marcado de crecimiento, el sector servicios fue el que volvió a señalar la mayor mejora en los resultados, puesto que el crecimiento de la actividad comercial se aceleró al mayor ritmo desde julio de 2007.

El creciente ritmo de crecimiento del sector servicios observado en los tres últimos meses contrasta intensamente con los siete meses de declives consecutivos observados antes de abril pasado, y se debe principalmente a la relajación de las medidas de contención del virus en muchos países miembros de la zona euro, especialmente en el sector hotelero y de la restauración. El crecimiento de la actividad del sector servicios se aceleró en toda la región, aunque los resultados mejoraron con una intensidad especialmente marcada en Alemania.

Subrayando el impulso económico del levantamiento de algunas de las restricciones de viaje relacionadas con la pandemia, se observó el mayor aumento de los nuevos pedidos procedentes de clientes del extranjero del sector servicios desde por lo menos septiembre de 2014 (cuando los datos se recopilaron por primera vez).

Lo anterior que implica un notable aumento de la demanda, y la mejora de las perspectivas impulsaron a las firmas a contratar personal adicional por quinto mes consecutivo, por lo que las cifras relativas al empleo mejoraron al mayor ritmo observado desde agosto de 2018. A pesar del aumento de la creación de empleo registrado durante el mes, en el que las plantillas de tanto el sector manufacturero como el sector servicios crecieron hasta sus máximas desde 2018, las empresas indicaron la mayor acumulación de los pedidos pendientes desde que se dispone de estos datos, que comenzaron a recogerse en 2002.

Mientras que los fabricantes señalaron un aumento especialmente intenso de los pedidos por completar, los trabajos pendientes en el sector servicios también aumentaron al ritmo más rápido en más de dos décadas.

El aumento de los pedidos pendientes se vio acompañado de una escasez generalizada de oferta de muchos insumos. El sector industrial indicó un empeoramiento de los plazos de entrega de las cadenas de suministro, que solo fue ligeramente mejor que el alargamiento récord en los 24 años de historia del estudio registrado en mayo pasado. Por otra parte, los inventarios de productos terminados en las unidades productivas se erosionaron al ritmo más intenso desde 2009 puesto que el gran volumen de ventas redujo los stocks en los almacenes.

En medio de estos indicios de que la demanda sigue superando la oferta en el caso de un gran número de productos y servicios, las presiones inflacionistas volvieron a aumentar en junio. Los precios medios pagados subieron a un ritmo solo superado una vez (en septiembre del 2000) en los veintitrés años de historia del estudio. Un aumento récord en los precios de las materias primas en el sector manufacturero se vio acompañado del incremento más intenso de los costes del sector servicios desde julio de 2008.

Por países, el PMI flash compuesto de Francia del mes de junio ha quedado en 57,1 frente al 57,0 de mayo, registrando su nivel más alto en once meses. La referencia ha quedado, sin embargo, por debajo de la estimación de 59 del consenso. El PMI servicios galo quedó en 57,4, por encima del 56,6 de mayo y también incumpliendo lo esperado (59,4). Por su parte, el PMI manufacturero se ha situado en 58,6, por debajo del previo (59,4) y de las estimaciones (59).

En Alemania, todas las referencias han superado lo previsto. El PMI compuesto de junio ha quedado en 60,4 frente al previo de 56,2 y a la estimación de 57,5. El de servicios alcanzó 58,1, máximos de 10 años y mejorando expectativas (55,5), mientras que el manufacturero fue de 64,9 (frente a 64,4 previo y por encima de la estimación de 63.

Según comentan desde Markit, "la economía de la zona euro está expandiéndose a un ritmo no observado en 15 años, puesto que las empresas informan de un intenso aumento de la demanda y el repunte es cada vez más generalizado, expandiéndose del sector manufacturero a más sectores de servicios, especialmente entre las firmas de atención directa al público".

"Las medidas de contención del virus se han atenuado hasta su nivel más bajo desde septiembre del año pasado y se espera que continúen relajándose en julio hasta su mínima desde el comienzo de la pandemia. Los programas de vacunación también están avanzando a pasos agigantados. Estos factores no solo han facilitado un aumento de la actividad, especialmente en el sector servicios, sino que las crecientes esperanzas de que la vida regrese progresivamente a la normalidad también han impulsado la confianza hasta su máxima histórica, generando un crecimiento del gasto y una mayor contratación de personal", añaden.

Además, señala el Informe de Markit que "los datos hacen prever una expansión significativa del PIB en el segundo trimestre, que sería seguida de un crecimiento aún más rotundo en el tercer trimestre. No obstante, la solidez del repunte, tanto en Europa como en el resto del mundo, motiva que las empresas tengan dificultades para satisfacer la demanda, ya que se ven afectadas por la escasez de materias primas y personal. En estas condiciones, el poder de fijación de precios de las empresas seguirá aumentando, ejerciendo inevitablemente más presión alcista en la inflación en los próximos meses".

ESPAÑA:

El Banco de España ha elevado ligeramente sus previsiones de crecimiento para la economía española, desde el 6% hasta el 6,2% este año. Y para el año que viene las sube del 5,3% al 5,8%. Gracias al ritmo de la vacunación, la respuesta sanitaria al coronavirus avanza firme, impulsando con fuerza la actividad, la confianza y el consumo. 

Tras la interrupción del crecimiento que se vivió en España por el endurecimiento de las restricciones entre finales del año pasado y principios de este, la economía vuelve a crecer empujada por la normalización de la actividad y la recuperación del entorno exterior. 

Todos los datos han ido mejorando. Sobre todo, se aprecia en la afiliación a la Seguridad Social, la reducción de los afectados por ERTE, los indicadores de movilidad, la mejora de las exportaciones o las encuestas de confianza. Se aprecia una importante expansión en la industria y una mejora de los servicios, aunque estos últimos todavía no estén en terreno positivo. Las cifras más recientes de consumo de combustibles siguen un 10% por debajo que antes de la covid.

Así las cosas, el Banco de España espera que entre abril y junio el producto interior bruto aumente un 2,2%, y que en la segunda mitad del año haya un vigoroso repunte conforme se vayan aliviando más las restricciones, vuelva el consumo, se empleen los fondos europeos y se empiece a recuperar el sector turístico. El banco prevé que en el tercer trimestre de este año haya un 50% del turismo anterior a la covid, y que al año siguiente se alcance el 80% en el mismo trimestre.

Con esta mejora de las proyecciones, el organismo supervisor adelanta un trimestre el momento en el que se recuperará la actividad prepandemia: se pasa del primer trimestre de 2023 al último de 2022. A finales del año que viene, casi tres años después del inicio de la pandemia, se recobrarían las cotas de PIB previas a la crisis sanitaria. El paro se situaría en una media anual del 15,6% en 2021 y del 14,7% en 2022.

Un aspecto importante para la recuperación económica, es que con la vacunación hay una menor incidencia del virus entre los grupos de riesgo, se está reabriendo la actividad y, por tanto, se está expandiendo la base sobre la que se está recuperando la economía al ir incorporando a los servicios. El otro aspecto que explica un horizonte más optimista es la continuación de las políticas expansivas. Tanto las del BCE como las de los Estados. Las primeras evitarán que el deterioro de la solvencia de las empresas se traslade a las condiciones financieras, amplificando la crisis. 

Respecto a los fondos europeos, el supervisor considera que este año solo se gastará la mitad de lo que preveía el Gobierno, lo que hará que se desplace parte del estímulo al año que viene y explica, junto al mayor impulso que viene del 2021, que haya una mayor revisión del crecimiento del PIB en 2022, del 5,3% al 5,8%. Mientras que el Gobierno sostiene que al cierre de 2023 se habrá desembolsado el 100% de las ayudas europeas no reembolsables, el Banco de España cree que solo se habrá gastado un 80%. A finales de 2023, el PIB habría mejorado en unos 1,8 puntos por los fondos europeos, según las estimaciones de la institución.

El Banco de España considera que los riesgos se están reduciendo. Aunque persisten muchas incertidumbres, como por ejemplo el comportamiento que puedan tener las nuevas cepas del virus. 

El Banco de España muestra sus dudas respecto a lo que pueda ocurrir  con la enorme bolsa de ahorro acumulada durante la pandemia. En su escenario central espera que esta vaya bajando muy lentamente, en parte porque se ha concentrado en rentas altas que tienen menos propensión a gastarlo, en parte porque mucho gasto que se dejó de hacer fue en servicios y no es fácilmente recuperable (es imposible recuperar las cervezas y comidas que no se consumieron), y en parte porque el aumento de la deuda pública haga prever subidas de impuestos. Pero cabe la posibilidad de que esta previsión no sea así y el consumo se comporte mejor de lo que vaticina el banco, propulsado por ese ahorro embalsado.

Otro riesgo señalado por la institución, es que el sobreendeudamiento acabe generando un incremento de las quiebras empresariales. Respecto a este problema, será esencial que “el plan de ayudas que ha aprobado el Gobierno se implemente con rapidez y eficacia”. Dependiendo de la evolución de estos riesgos, el crecimiento podría oscilar. El Banco de España mantiene una horquilla con un escenario favorable en el que la economía al final crece este año un 6,8%, y otro adverso con un crecimiento más exiguo de solo el 4,6%.

Pese a la mejora de la economía, el déficit público seguirá enquistado en 2022 y 2023 en torno a un elevado 4% del PIB si no se toman medidas. Y la deuda se estabilizaría en esos ejercicios en un 118% del PIB. 

Respecto a la subida de los precios, señala el Banco de España, que las alzas se deben a factores de naturaleza temporal, como el hecho de comparar con fechas de alta incidencia de la pandemia o los cuellos de botella que se están dando en las cadenas de producción. Así que por el momento el banco defiende que este fenómeno será transitorio. El IPC estará este año en el 1,9% y se moderará en los siguientes hasta ligeramente por encima del 1%.


En relación al mercado laboral, se está recuperando a marchas forzadas, con récords en el ritmo de reducción del paro y una creación de empleo inédita: en junio se contabilizaron 3.614.339 personas desempleadas, 166.911 menos que en mayo, la bajada más grande de una serie histórica que comenzó en 1996. La proyección anual es igualmente halagüeña, con 248.544 personas menos sin empleo que en el mismo mes de 2020 (-6,43%). 

El incremento en el número de afiliaciones a la Seguridad Social completa el optimismo: en términos medios y sin ajuste estacional, la Seguridad Social superó los 19 millones y medio de afiliados de media en junio (19.500.277), 233.056 cotizantes más con respecto a la media de mayo (1,21%). Según los datos trasladados por los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social, todos los sectores mejoraron sus cifras de ocupación, resaltando entre todos ellos el de los servicios con un aumento del 11,6% gracias al levantamiento de las restricciones.

La llegada del verano y el comienzo de la temporada turística han favorecido la recuperación del mercado laboral. Si las señales que emitían los datos del mes de mayo ya anunciaban una notable mejoría (se registró un descenso de 129.378 parados respecto a los datos de abril, el más alto hasta ese momento) en junio la curva ha mantenido esa inercia a la baja. 

Según ha asegurado la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, “es el dato más relevante de la historia de la democracia, aunque el volumen de los parados sigue siendo un problema preocupante. Este paro estructural no concita especial tranquilidad, por lo que el Gobierno está emprendiendo todas las reformas necesarias para abordar con prontitud los desarreglos que viene teniendo el mercado laboral. Los datos nos dan un poco de esperanza para seguir trabajando con intensidad”.

Al mismo tiempo, desde la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), su presidente, Antonio Garamendi, ha augurado “una bajada espectacular” durante el verano de los trabajadores que ahora están en ERTE. Conviene recordar que en el cómputo de la estadística del paro registrado los empleados acogidos a un expediente de regulación temporal de empleo no se contabilizan como parados. “A pesar de esta mejora, todavía queda camino por recorrer para alcanzar los niveles precrisis de empleo efectivo”, puntualizan desde la Cepyme.

Las vacunas estimulan el regreso de la actividad, al mismo tiempo que lo hacen el buen tiempo y el comienzo de la temporada de verano, en la que tradicionalmente se focalizan un gran número de contrataciones. A pesar de que las perspectivas de muchos sectores, como es el caso de los servicios, aún guardan cierto recelo y tratan de mantener controlado su optimismo, lo cierto es que los signos de que la recuperación cristaliza son cada vez más abundantes. 

Según José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social, “tenemos una recuperación de amplísimo espectro. Contamos con mucho dinamismo en el mercado laboral. El conjunto de medidas que ha diseñado el Gobierno está teniendo resultados que superan nuestras expectativas y ponen de manifiesto la enorme interacción que se produce entre los agentes sociales”.  

El balance comparativo con la situación previa a la pandemia, demuestra la mejoría del mercado de trabajo. En junio de 2019, el último junio sin afectación del virus, se contabilizaron 3.020.000 parados, y un año más tarde, en el primer verano conoravírico la cifra subió hasta los 3.860.000. Un escenario que se agudizó en febrero de 2021, cuando se rompió el techo de los cuatro millones de parados. Desde entonces se han ido acumulando caídas a medida que la pandemia ha visto rebajada su intensidad.

El hecho de que en la última prórroga de los ERTE por coronavirus hasta el 30 de septiembre se ampliasen los incentivos para la reactivación de trabajadores (subieron un 5% de media para todas las empresas, independientemente de su tamaño) también se esconde detrás de esta mejoría. Así lo reflejan la estadística de Seguridad Social: junio finalizó con 447.800 trabajadores en ERTE, un 43,1% de ellos concentrados en los servicios de comidas y bebidas, y alojamientos. Esta reactivación de la actividad también ha afectado positivamente a los trabajadores autónomos, que en junio alcanzaron los 3.320.983 afiliados medios, 13.045 más que el mes anterior.

Por otro lado, gracias al Fondo de Recuperación de la Unión Europea, la economía española crecerá sustancialmente más que la media de la zona euro los próximos años, tras sufrir una mayor contracción durante la pandemia. Peo no será hasta el año 2024 cuando el desempleo retorne al nivel registrado en 2019, según las nuevas estimaciones de la agencia S&P Global.

El Ejecutivo español espera unos datos de crecimiento económicos “inéditos” este año y el que viene, ya que se prevé que el PIB crezca un 18% en tasa interanual entre abril y junio. De confirmarse este dato, sería el mayor avance interanual registrado en España, muy por encima del 5,4% del primer y segundo trimestre del año 2000, la mayor subida de la serie histórica. Igualmente, sería el primer crecimiento interanual desde la irrupción de la pandemia. Sin duda, en gran parte debido a los recursos procedentes de la Unión Europea (140.000 millones de euros durante los próximos seis años) para modernizar la economía.

Según el INE (Instituto Nacional de Estadística) la clausura del comercio y la casi total paralización de la actividad económica no esencial, motivó un hundimiento del consumo de las familias sin precedentes históricos: el gasto medio de los hogares cayó en 2020 en 3.247 euros, un 10,7% menos que el año anterior según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En promedio, las familias desembolsaron 26.996 euros, la menor cifra registrada en la serie de la Encuesta de Presupuestos Familiares, que arranca en 2006.

Durante el confinamiento domiciliario decretado entre marzo y junio, el consumo de los hogares cayó todavía más: un 28,2% respecto al mismo periodo del año anterior si se toman solo los gastos estrictamente monetarios, y no los cálculos normales que hace el INE en los que además contabiliza como un alquiler gastado el valor de la casa en propiedad para homogeneizar las capacidades de compra de los hogares.

En los meses de la clausura, las familias cambiaron forzosamente su patrón de compra. La alimentación pasó de representar un quinto de los gastos monetarios a un tercio. En cambio, restaurantes y hoteles solo supusieron un 2% del total, frente al 12% de los años previos a la pandemia. El transporte retrocedió al 11%, muy por debajo del 16% habitual antes de la covid. Y vestido y calzado redujo su peso al 1,6% cuando habitualmente abarca un 6%.

Sin poder salir y sin necesidad de ir a trabajar, los hogares redujeron un 80% sus gastos en conceptos como vestido y calzado y restaurantes y hoteles. Al terminar e inaugurarse la nueva normalidad, el consumo de estas partidas experimentó un fuerte rebote que, sin embargo, no fue suficiente para recobrar los niveles perdidos con la pandemia.

En el conjunto del año, los desembolsos en restaurantes y hoteles se hundieron un 40%: las familias gastaron 1.752 euros frente a los 2.944 de 2019. En ocio y cultura se registró una caída del 31,9% hasta los 1.126 euros. En transporte, el descenso fue del 29,5%, hasta los 2.741 euros. Y en vestido y calzado, del 28,8%, hasta los 1.009 euros.

Por el contrario, los hogares solo elevaron su gasto en el año en los grupos de alimentación y vivienda, que subieron un 6,8% y un 1,9%, respectivamente. De hecho, a pesar de la caída de actividad que supuso la pandemia, el alquiler medio que abonan las familias continuó con su senda ascendente: 5.683 euros frente a los 5.507 de 2019 y los 4.775 de 2016.

Todos esos  gastos podrían haber caído más de no haber sido por la intervención pública. Tampoco antes en la historia se había dado un Estado del Bienestar dispuesto a endeudarse en masa con el respaldo de los bancos centrales para proteger las rentas de los hogares, que pese a la brutal caída de la actividad en 2020 solo retrocedieron un 3,27%, según datos de PIB del INE. 

La protección social que brindaron los ERTE y las prestaciones explican que el desplome del gasto de los hogares no fuese mayor. Y si se combina esta caída forzada por las restricciones al consumo con la protección de las rentas, el resultado es que los depósitos ahorrados de las familias se dispararon en unos 60.000 millones de euros respecto al acumulado del año anterior, de los que 40.000 se deben a las limitaciones de la pandemia y por tanto serían un ahorro forzoso, según cálculos del Banco de España. El gasto también habría sido más reducido de no haber sido por el aumento de las compras por internet. Pero con las dificultades para recabar esta información en la pandemia el INE no ha podido medir cuánto ha subido el comercio electrónico.

Qué pasará con ese ahorro embalsado es una de las incógnitas que marcarán el devenir de la economía en los próximos meses. La Encuesta de Presupuestos Familiares ofrece alguna pista. Las familias reaccionaron ante la crisis sanitaria de manera muy distinta según su nivel de gasto: los hogares que más dejaron de consumir fueron aquellos que gastan más. El 40% con mayores desembolsos recortó su consumo en cifras superiores al 10%. Por el contrario, el 20% de los hogares con un menor gasto solo disminuyó su presupuesto un 5,8%. Es decir, el ahorro se concentró en las familias de mayor renta y por lo tanto con una menor propensión a tirar de su ahorro.

Se trata de un fenómeno lógico en tanto que las rentas bajas tienen una mayor proporción de su consumo cautivo en áreas básicas: el 20% que menos gasta dedicó dos tercios de su presupuesto a vivienda y alimentación. En cambio, el 20% de mayor gasto destinó a esa partida menos de la mitad. La desigualdad en este ámbito es patente. Mientras que el quintil con más gasto puso casi el 28% de su presupuesto para transporte, ocio y cultura y restaurantes y hoteles, el de menos gasto solo utilizó un 10% de sus pagos para esas rúbricas.

En relación a la evolución de los precios, subieron en junio un 2,6% en comparación con el mismo mes de 2020, lo que supone una moderación de una décima con respecto al repunte de mayo (2,7%), que había sido el más intenso desde 2017. El indicador adelantado del índice de precios de consumo (IPC), publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), señala que esta moderación está relacionada con la evolución de los precios de los carburantes y combustibles, que suben menos de lo que lo hacían hace un año.

El indicador adelantado de la Inflación Subyacente, que no incluye los alimentos ni los productos energéticos por ser los más volátiles, se mantuvo en el 0,2%, igual que en mayo y casi dos puntos y medio por debajo del IPC general.

En otro orden, respecto a la contratación temporal por la Administración pública, de acuerdo a directrices de la Unión Europea se trata de rebajarla a una cifra del 8% (en España en estos momentos se encuentra en el 28%). Además en los últimos meses,  la tasa de precariedad en la Administración se ha disparado debido a la contratación de profesionales sanitarios, profesores y otros empleados públicos para afrontar la crisis de la covid-19. La medida afectará a unos 300.000 trabajadores temporales de la Administración, según cálculos del ministerio, y a 800.000 empleados, según los de las organizaciones sindicales.

El pacto entre Función Pública y los sindicatos recoge que los contratos temporales tendrán una duración máxima de tres años y esas plazas tendrán que incorporarse a ofertas de empleo público (el interino además tendrá asimismo garantía de permanencia en su puesto de trabajo siempre y cuando esté en marcha el proceso selectivo). Por su parte, “las Administraciones deberán indemnizar al personal afectado con 20 días por año de servicio y hasta 12 mensualidades cuando extiendan los contratos temporales más allá de los tres años y se extinga su relación laboral. Además, todo acto administrativo que suponga el incumplimiento de estos plazos máximos será nulo de pleno derecho y se exigirán las responsabilidades que procedan (en materia disciplinaria, civil o incluso penal) a los gestores”, según explica CSIF a través de un comunicado difundido tras el acuerdo.

El proceso de estabilización, que deberá estar resuelto antes del 31 de diciembre de 2024, afectará a todas las plazas de carácter estructural, dotadas presupuestariamente, ocupadas de forma temporal y de manera ininterrumpida al menos en los tres años anteriores al 31 de diciembre de 2020 y que no se hayan visto incluidas en los procesos de estabilización previstos en los Acuerdos para la Mejora del Empleo Público de los años 2017 y 2018.

A partir de la entrada en vigor de esta reforma, aquellos trabajadores públicos que superen los tres años de estancia en condición de temporales también serán indemnizados. Esta ampliación del paraguas protector es interpretada por los sindicatos como una medida disuasoria para evitar que las Administraciones –especialmente las comunitarias y locales—continúen abusando de la temporalidad, no así para las organizaciones que representan a este colectivo, que la tildan de “insuficiente”.

El diseño de este marco regulador contempla la realización de un concurso-oposición en el que los años de estancia en la Administración pesarán por encima de otros méritos. Esta era una de las principales demandas por parte de los sindicatos y que finalmente el Gobierno ha aprobado con el argumento de facilitar así la entrada de aquellos trabajadores que acumulan una mayor experiencia. Su peso será de hasta el 50% del 40% que representa sobre el cómputo total la parte del concurso (esto es, sobre el 100% del total a evaluar tendrá como mínimo un peso del 20%), sin embargo, antes de computar estos años de estancia como méritos deberán aprobar primero la parte de oposición (60%), que tiene carácter eliminatorio. 

En el caso de que un interino que opte a consolidar su plaza no supere el proceso, además de la indemnización, entrará a formar parte de una bolsa de trabajo específica que le garantice el reingreso en la Administración en el futuro.

MERCADOS:

Durante el mes de junio, el Ibex 35 puso fin a su racha alcista, que acumulaba ya cuatro meses de interrumpido crecimiento. De esta forma, el índice bursátil retrocedió un 3,78% a lo largo del sexto mes del año; perdiendo los 9.000 puntos y situándose en 8.821 puntos. Así, la bolsa española ha realizado una pausa en su proceso de recuperación, desde que se desplomara a principios del mes de marzo del año pasado, coincidiendo con el inicio de la pandemia del coronavirus.

A pesar del traspié de junio, la bolsa española cierra el semestre con una revalorización del 9,26%

Durante la primera mitad del año, el índice bursátil, que aglutina a las 35 empresas cotizadas españolas más importantes, ha registrado un notable crecimiento del 9,26%, situándose a las puertas del doble dígito. De este modo, el Ibex 35 se encuentra a las puertas de los 9.000 puntos, muy por encima de los 8.073 que marcaba cuando el pasado 31 de diciembre cerró el ejercicio bursátil. 

La preocupación ante las nuevas variantes de la covid-19 y la inflación al alza, determinantes en el ‘resbalón’ bursátil de junio

La propagación de variante Delta del coronavirus (una nueva variante, según los expertos, más virulenta, resistente a las vacunas y mucho más fácil de propagar), pese al incremento en el ritmo de vacunación que se está produciendo, ha devuelto la incertidumbre a los mercados de renta variable durante las últimas sesiones. Este hecho ha castigado con especial severidad a aquellos países en los que la actividad turística tiene un mayor peso. Entre ellos, por supuesto, se encuentra España. Por ello, no es de extrañar que esta nueva mutación del virus haya penalizado a la bolsa española más que a otras de nuestro entorno euro.

Además, la tasa de inflación interanual de la zona euro, recientemente publicada, ha caído una décima respecto al mes de mayo, estableciéndose en el 1,9% (el objetivo del Banco Central Europeo es que este índice no supere el 2%). Esta disminución de la presión en los precios podría contribuir a recuperar la tendencia alcista en el mercado bursátil durante el mes de julio.

Por otro lado, en verano llegan los dividendos. En junio, y sobre todo en julio, muchas cotizadas españolas optan por premiar la fidelidad de sus accionistas mediante el pago de cupón. Tras el verano atípico que se vivió en 2020 por culpa de la crisis del Covid-19 y que llevó a muchas compañías a suspender sus pagos, a otras a recortarlos y a muchas de ellas a variar los calendarios de repartos, este verano las cotizadas harán el esfuerzo de ir recuperando la normalidad en sus políticas de retribución al accionista, a medida que se han ido reactivando también los ingresos y los beneficios.

Se espera que una veintena de compañías españolas repartirán algo más de 5.000 millones de euros en dividendos. A esta cifra hay que añadir los ya desembolsados durante el mes de junio y que superan los 2.000 millones gracias en parte a los 1.000 millones repartidos por Telefónica en su último dividendo, pero también a los desembolsos realizados por CaixaBank, que hizo el primer pago tras la integración de Bankia, y los de Grifols y Acerinox.

Iberdrola, la eléctrica presidida por Ignacio Sánchez Galán entregará hasta 1.600 millones de euros en su próximo “scrip dividend” (acciones emitidas para remunerar a los accionistas en lugar del dividendo). 

Otra eléctrica, Endesa, será otra de las cotizadas que supere los 1.000 millones de euros con su próximo dividendo. Concretamente, desembolsará 1.390 millones de euros. 

Pese a que los pagos van recuperándose de la crisis provocada por la pandemia, aún están lejos de los niveles previos al Covid-19. En 2019, las cotizadas españolas repartieron cerca de 8.000 millones durante el verano, alrededor de 1.000 millones más que en la campaña estival de 2021. “Evidentemente las compañías más cíclicas, cuyos resultados sufrieron mucho en 2020, serán las que muestren un mayor incremento de sus dividendos. Suelen pagar en función de un Pay Out (porcentaje del beneficio distribuido como dividendos) determinado, aunque, como consecuencia de la crisis, muchas lo han revisado a la baja para este año. 

La fórmula del scrip dividend, lejos de desaparecer, se ha convertido en el gran aliado de las cotizadas que se han esforzado en mantener la retribución al accionista. Durante estos meses, han sido muchas las compañías que han recurrido a esta fórmula. 

Pero la clave de la recuperación de los dividendos está en el sector bancario y su regreso a la retribución al accionista, tras las limitaciones marcadas por el BCE con la crisis. Bank of America se muestra especialmente optimista, al esperar un reparto de dividendos en la banca europea de 186.000 millones de euros desde este año a 2023. La firma estadounidense apunta al “momento positivo” en los beneficios bancarios y añade que sus estimaciones no incluyen siquiera los 33.000 millones de dividendos con cargo a 2019 y 2020 aplazados a causa de la pandemia.

El BCE estableció una primera limitación en marzo de 2020, por la que urgió a los bancos a renunciar al pago de dividendos. En diciembre pasado, levantó la mano permitiendo a los bancos entregar este año como máximo el 15% de sus beneficios acumulados de 2019 y 2020, una limitación que está en principio vigente hasta septiembre.

Pese al esfuerzo que están haciendo las cotizadas para volver a recuperar los dividendos previos a la crisis, los expertos creen que tardarán en recuperarse aquellos niveles, con sectores aún tocados como el turismo o la banca. Según destacados analistas, “no habrá un retorno significativo de los dividendos bancarios hasta que el ejercicio 2022 haya terminado, por lo que se pagarán en 2023. Por lo tanto, dado el tamaño de los bancos en España, el total de los dividendos españoles no volverá a los niveles de 2019 hasta 2023 como muy pronto”. 

En relación al mercado inmobiliario, está cogiendo ritmo, aunque aún no logra alcanzar las cifras previas a la pandemia. Las compraventas de viviendas pasaron de 21.327 operaciones de mayo del año pasado a las 44.435 registradas el mismo mes de este año, lo que supone un incremento de casi el 108,4%, según la Estadística Registral Inmobiliaria del Colegio de Registradores de España. Sin embargo, si se compara con 2019, la caída ha sido del 3,8%.

Si observamos a las compraventas totales de inmuebles, incluidas viviendas y otros inmuebles, estas pasaron de 37.809 registradas en 2020 a 92.987 operaciones este año, lo que supone un aumento del 145,9%. No obstante, la cifra registrada en el quinto mes del año supone una reducción del 1,1% si se compara con el mismo periodo de 2019. Estos incrementos, tanto de compraventas totales como solo de viviendas en el quinto mes del año se deben al alivio en las medidas restrictivas impuestas para frenar los contagios de la pandemia del Covid-19, ya que en mayo de 2020 aún persistía el confinamiento.

Por regiones, los mayores incrementos de las compraventas totales en comparación con mayo de 2020 se registraron en Murcia (+265,1%), Castilla y León (+252,7%), Extremadura (+201,9%), Canarias (+196,1%) y La Rioja (+190,7%).

EMPRESAS:

Según ha informado la propia compañía, El Corte Inglés trata de coger impulso para avanzar en su modelo de negocio: ha comunicado la fusión de El Corte Inglés Viajes y Logitravel para crear un gigante del sector. Además, ha anunciado la compra de la cadena de supermercados Sánchez Romero, especializada en el segmento Premium

De esta forma, el grupo trata de fortalecerse en la distribución alimentaria, una de las pocas divisiones que logró superar en verde el año de la pandemia gracias a la venta en los supermercados de sus centros y los establecimientos Supercor. 

Sostiene en su informe, que “con esta operación, El Corte Inglés consolida su posicionamiento como líder en supermercados de calidad y con una propuesta comercial amplia y diferenciada”. La compañía no ha especificado el coste de la adquisición.

El negocio de la alimentación y restauración de El Corte Inglés facturó el año pasado 2.957 millones de euros, según se recoge en sus últimos resultados anuales. Esto supone un crecimiento del 2,2% respecto al año anterior, aunque si se fija solo en el repunte del área de supermercados, la subida fue de más del 10%. “Las restricciones de la covid impidieron que la parte de restauración tuviera un buen año, por lo que toda la mejora se explica por la alimentación”, explican fuentes del grupo.

Sánchez Romero está muy centrada en la Comunidad de Madrid, aunque contaba con planes de crecimiento fuera de la autonomía. Tiene 10 supermercados en Madrid que suman más de 9.000 metros cuadrados de superficie. Y posee una plataforma de distribución de 4.000 metros cuadrados instalada en Alcalá de Henares (Madrid), donde también se encuentran las oficinas y la sede de la firma.

La cadena española, fundada en 1954 y que cada año se destaca en el estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) como la más cara del país, está muy enfocada en la distribución minorista de alimentación y gran consumo de alta gama. “Se caracteriza por la amplitud, variedad y diferenciación de los productos y servicios que ofrece, por el tipo y formato de tiendas, y la alta calidad en el producto fresco”. La firma cuenta con 419 empleados y cerró el ejercicio 2020 con una cifra de negocios de 61 millones de euros y un EBITDA (beneficio antes de impuestos, depreciación y amortización) de 6,2 millones. En 2019, las últimas cuentas disponibles en el Registro Mercantil, la compañía perdió 400.000 euros.

Con esta adquisición, además, El Corte Inglés se hace por primera vez con un supermercado de alimentación. Ya había incorporado antes Óptica 2000, que vendió hace dos años, y absorbió en 1995 Galerías Preciados, pero nunca un supermercado como ocurre ahora. Lo más parecido, aunque no comparable, según fuentes del grupo, fue la compra de algunos activos que Competencia obligó a vender a Pryca y Continente tras su fusión. El Corte Inglés ha contado como asesores con Deloitte y Santander Investment Banking, mientras que Sánchez Romero ha sido asesorado por Alantra. Enric Ezquerra, actual gestor de la sociedad.

El grupo El Corte Inglés, que cerró 2020 con unas pérdidas históricas de 2.945 millones de euros (dos tercios se debieron al saneamiento del valor contable que se les daba a ciertos activos, especialmente algunos centros comerciales), lleva unas semanas de mucho movimiento en operaciones corporativas. Además de la ya citada fusión de Viajes El Corte Inglés y Logitravel, la compañía la construcción de un edificio de oficinas para arrendamiento a terceros en el paseo de la Castellana de Madrid, actualmente ocupado por un aparcamiento en superficie justo delante de su tienda de Nuevos Ministerios, una de las más grandes y emblemáticas del grupo.