Alemania podría caer en
recesión, amenazando con contagiar al resto de las economías europeas. Y es que
el comercio mundial se enfría sensiblemente por la incertidumbre del Brexit, y la
guerra comercial desencadenada por el presidente Trump.
Alemania pretende
inyectar 50.000 millones de euros en su economía, el Banco Central Europeo anuncia
nuevos estímulos económicos, y Estados Unidos y China estudian, cada uno,
nuevas medidas frente a los riesgos de la situación.
GLOBAL:
La guerra arancelaria
desencadenada por Trump contra China está afectando al comercio internacional
de las economías más industrializadas del mundo. En el G20 (países
industrializados y emergentes) las exportaciones han disminuido casi un 2%% en
el segundo trimestre del año. Mientras que las importaciones han vuelto caer
alrededor de un 1%.
Desde que, en marzo del
año pasado, Donald Trump subiera los aranceles sobre el acero para China, ha
tenido lugar un aumento de la tensión comercial entre ambas economías, que, por
ahora, ha culminado con la imposición de aranceles por parte de China sobre
productos estadounidenses por valor de 75.000 millones de euros. Trump ha
amenazado con más aranceles, y ha ordenado a las empresas de Estados Unidos que
busquen otros países alternativos a China para fabricar sus productos. En uno
de sus incendiarios tuits ha llegado a señalar: "Las vastas cantidades de
dinero hecho y robado por China a EE UU, año tras año, durante décadas, deben
acabar y acabarán. No necesitamos a China y estaríamos mejor sin ellos".
La OCDE, que agrupa a las
36 economías más desarrolladas del mundo, ha señalado que “las exportaciones se
contrajeron un 5,3% en China, su nivel más bajo desde 2017. Las ventas al
exterior de Estados Unidos también cayeron un 1,15%, su nivel más bajo desde el
primer trimestre de 2018. Las importaciones aumentaron marginalmente en ambos
países debido a un repunte en el comercio bilateral entre Estados Unidos y
China, posiblemente reflejando el almacenamiento por motivos de seguridad, en
previsión de las nuevas medidas arancelarias, aunque permanecen
significativamente por debajo de los máximos observados en el tercer trimestre
de 2018".
De la misma forma en la
Unión Europea, las importaciones y las exportaciones se han contraído un 2,3% y
un 1,7% respectivamente. Dentro de las enormes incertidumbres ocasionadas por
el Brexit, "el Reino Unido experimentó contracciones significativas tanto
en las exportaciones (menos 7,1%) como en las importaciones (menos
12,6%)".
En el mismo sentido, la
OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) ha revisado a la baja su
pronóstico de consumo mundial de crudo para 2019, con un recorte en sus
previsiones de producción de 40.000 barriles diarios. Advierte el cartel que su
previsión “está sujeta a riesgos a la baja derivados de las incertidumbres
relacionadas con el desarrollo económico global'.
Respecto al continente
europeo, las proyecciones de demanda de crudo de la OPEP se ven afectadas por “la
elevada fiscalidad aplicada al uso de hidrocarburos y los sustitutivos del
combustible, particularmente vehículos eléctricos en algunos mercados. Ya
que lastran la demanda de crudo petrolífero”. Apuntan a una disminución de la
demanda de petróleo en Europa durante 2019 de unos 20.000 barriles diarios.
Caída que para el próximo ejercicio se acercará a 30.000 barriles al día.
Igualmente, la Agencia
Internacional de la Energía (AIE, agencia adscrita a la OCDE) revisó a la baja
sus estimaciones sobre el crecimiento de la demanda mundial de petróleo para
este año y el siguiente, después de que el Fondo Monetario Internacional (FMI)
recortara recientemente su pronóstico de crecimiento del PIB global y
ante la creciente incertidumbre por las tensiones comerciales entre EE UU
y China.
Lamentablemente, el
recorte de previsiones de casi todas las instituciones, muestra el
empeoramiento generalizado de la economía en los últimos meses.
La realidad, es que, en
las economías, está probado que las propias expectativas generan o dan lugar a
que se materialicen en realidad.
ESTADOS UNIDOS:
Ha tenido lugar un hecho técnico
que todos los analistas han resaltado como causa para que haya cundido el
nerviosismo entre los inversores: “la curva de tipos invertida”. Circunstancia,
que según señalan bastantes analistas, sobre todo de la Bolsa, indican que la
recesión económica está cerca.
Dentro del ánimo
pedagógico que persigue este artículo, ¿cuál es el significado de que la curva
de tipos de interés estadounidenses se haya invertido? Veamos: en el mercado de
bonos, los inversores compran deuda de los países y exigen a cambio una
compensación (intereses), que es mayor cuanto más riesgo corre su dinero. Si la
curva de tipos se invierte, quiere decir que se produce la anomalía de que, en
el mercado secundario (o de segunda mano), se pagan mayores intereses por
comprar la deuda a corto plazo que por adquirirla a largo plazo. Los inversores
ven más riesgo cuando el vencimiento es dentro de poco tiempo que si es dentro
de diez años.
Lo anterior, de nuevo,
está íntimamente relacionado con las expectativas económicas: indica que los
inversores consideran ya más arriesgado lo que pueda ocurrir a su dinero en un
periodo cercano de tiempo que a largo plazo.
En Estados Unidos, se ha
llegado a pagar más a quienes apostaban por la deuda a dos años que a aquellos
que lo hacían por un periodo de diez años.
Por otro lado, el
responsable de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Jerome Powell, ha
mostrado su inquietud derivada de la ralentización de la economía global originada
por las tensiones comerciales. Powell ha declarado que podría rebajar más los
tipos de interés si las turbulencias mundiales dañan a la economía de su país.
La Fed ha señalado que actuará
“de forma apropiada para sostener la expansión. Las perspectivas de crecimiento
mundial se han deteriorado desde mediados del año pasado. La incertidumbre de
la política comercial parece estar desempeñando un papel en la desaceleración
mundial y en el débil gasto en manufactura y en capital en EE UU. La baja
inflación (por debajo del objetivo oficial del 2%) es otro de los factores que
impulsan la desaceleración de la economía global. La baja inflación parece ser
el problema de esta era, no la alta inflación. No obstante, en el improbable
caso de que haya signos de un retorno de la inflación demasiado alta, contamos
con herramientas para abordar esa situación”.
El peligro que parece
apuntarse -“el problema es la baja inflación” – es el riesgo de una situación
de “trampa a la japonesa o trampa de la liquidez”, que alguna vez ya hemos
comentado.
Esta postura no ha
bastado a Trump. Lleva meses presionando a la Fed para que baje más y más
rápido los tipos. En esa línea, ha vuelto a escribir en Twitter para acusar a la
Fed de “no hacer nada”.
Trum señaló, en sus tuits
que “nos ponen en una situación de desventaja respecto a nuestra competencia.
¡Un dólar fuerte sin inflación! Se mueven como si estuvieran en arenas
movedizas. ¡Lucha o vete a casa!”, ha dicho a Powell.
El cambio estratégico de
la Reserva Federal estadounidenses comenzó a principios de agosto, cuando
recortó el tipo de interés un cuarto de punto, en una banda entre el 2% y el
2,25%. Medida de ajuste preventivo para estimular la economía en medio del
escenario de incertidumbre. Ha sido el primer recorte del precio del
dinero desde finales del año 2008, dónde se situó en el 0%.
Trump, que quiere que la
Fed baje los tipos al 1,25% (algo que según la mayoría de analistas sólo debe
realizarse si Estados Unidos entrase en recesión), tras el discurso de Powell,
ha tuiteado: “como siempre, la Fed no ha hecho nada. Es increíble que puedan
hablar sin saber o sin preguntarme lo que estoy haciendo —lo cual voy a
anunciar pronto—. Tenemos un dólar muy fuerte y una Fed muy débil. Mi única
pregunta es, ¿quién es nuestro enemigo más grande, Jay Powell o el presidente
Xi?”.
Jerome
Powell ve muchos riesgos económicos y geopolíticos que están
vinculados a la guerra comercial de la Administración Trump con China y
otros países. “La incertidumbre comercial está impactando en la desaceleración
global y en los peores datos de manufacturas e inversiones en EE UU”. De esta
forma, responsabiliza a Trump del empeoramiento de la coyuntura por la guerra
comercial que ha desencadenado.
En todo caso, Powell ha
pretendido no ser alarmista: “la economía de Estados Unidos ha seguido
funcionando bien en general. Y la inversión empresarial y la fabricación se han
debilitado, pero son sólidas. El crecimiento del empleo y el aumento de los
salarios han impulsado un consumo robusto y apoyado un crecimiento general
moderado”.
Trump, como cité al
principio de este análisis, ha insistido incluso señalando a las
multinacionales estadounidenses que deben buscar “una alternativa a China,
incluido traer de vuelta a casa a nuestras compañías y fabricar nuestros
productos en Estados Unidos. Las vastas cantidades de dinero hecho y robado por
China a EE UU, año tras año, durante décadas, deben acabar y acabarán. No
necesitamos a China y, la verdad, estaríamos mejor sin ellos”.
La decisión de Washington
de aumentar sus aranceles sobre 300.000 millones de dólares de productos
chinos, entrarán en vigor en dos tramos, el 1 de septiembre y el 15 de
diciembre.
Por su parte, Pekín ha
decidido recuperar los aranceles sobre vehículos y componentes estadounidenses,
anunciando que los automóviles estadounidenses soportarán un recargo del 25% y
los recambios, un 5%, a partir del 15 de diciembre. El año pasado, Estados Unidos
vendió coches a China por unos 230.000 millones de dólares.
La guerra comercial está
declarada: con esta nueva ronda de sanciones, Pekín penaliza prácticamente todo
lo que importa de EE UU. Entre los productos sancionados se encuentra por
primera vez el petróleo, algunos tipos de avionetas —no así los Boeing—, y
numerosos productos alimenticios, como diversos frutos secos, el cerdo
congelado, varios tipos de pescado y marisco congelado y fresco, la ternera, la
miel y la soja (el producto que más compra China a EE UU).
La realidad, es que,
aunque parezca que Washington tenga cierta ventaja teórica, no se traduce en
ningún beneficio para la economía estadounidense, sino todo lo contrario: el
déficit mundial de bienes y servicios de la economía estadounidense a lo largo
del primer semestre de este año no solo no se ha reducido, sino que ha
aumentado notablemente en casi un 8%.
En todo caso, China
dispone de una auténtica “bomba atómica financiera”: el Banco Popular de China
atesora 3,9 billones de dólares en reservas; de los cuales, 1,1 billones
corresponden a bonos norteamericanos (China ha sido el prestamista neto de
Estados Unidos para financiar su enorme Déficit por Cuenta Corriente durante la
Gran Recesión). Si vende parte de ellos a precio de saldo, aunque también con
enorme riesgo para sí mismos, arruinaría a la economía estadounidense.
Como señaló Hillary
Clinton en el año 2009: “es muy difícil negociar con mano dura con tu
banquero".
LATINOAMÉRICA:
El FMI (Fondo Monetario
Internacional) ha resaltado las malas expectativas económicas para el Caribe y América
Latina. La desaceleración mundial provocará que las economías de estos países
apenas crezcan durante este 2019 un 0,6%.
El Fondo también achaca
la mala situación a la incertidumbre política en Brasil o México. También
se ha referido a factores propios, como el descenso de la producción minera en
Chile o Brasil y la agrícola en Paraguay debido a la meteorología. Y, en
general, a un menor dinamismo durante los primeros meses de 2019. En el primer
trimestre la actividad en Latinoamérica se contrajo un 0,1% respecto al mismo
periodo del año previo.
Brasil y México, los
motores de la región, son los mercados más lastrados por la revisión del FMI
(excluida Venezuela, donde la crisis económica y humanitaria sigue
profundizándose, y espera una contracción del 35%). Su PIB crecerá apenas un
0,8% y un 0,9%, respectivamente, en 2019. Por el contrario, Perú, Colombia y
Chile tienen las mejores expectativas, todos por encima del 3%. Para el
organismo, las reformas estructurales pendientes, sobre todo las concernientes
a la apertura al comercio y la inversión extranjera, “siguen siendo imperativas
y es necesario acelerarlas para estimular el crecimiento potencial”
En igual sentido la CEPAL
(Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas) tampoco
se muestra optimista: señala que “tras una desaceleración sostenida en el
último quinquenio —que incluyó dos años de contracciones—, se espera que
durante 2019 el crecimiento económico de América Latina y el Caribe mantenga una
trayectoria de desaceleración con una tasa proyectada del 0,5%”. Y añade que
esa ralentización será generalizada, a diferencia de años anteriores, afectando
a 21 de los 33 países.
En opinión de la CEPAL,
la menor actividad económica contribuirá a mantener la inflación controlada,
salvo en Argentina y Uruguay. La entidad espera recortes en los tipos de
interés en Perú y Brasil, tras la bajada “sorpresiva” de Chile. Pero cree que
la necesidad de reducir los déficits fiscales deja poco margen para implementar
políticas de estímulo.
Latinoamérica es muy sensible a la evolución
de China. Pero un descenso de los tipos de interés en Estados Unidos favorecerá
a los mercados emergentes por el debilitamiento del dólar. En 2020 se fortalecerán
las divisas de la región.
ARGENTINA:
Frente a las graves
dificultades que atraviesa la economía argentina, el
presidente Macri tuvo que promulgar un decreto con medidas de control de cambios
de su moneda, y restringir la libertad de empresas y bancos para comprar
dólares.
Pero es que la inestabilidad
política que siguió al triunfo del peronismo en las primarias del 11 del
pasado mes de agosto, ha provocado una huida de los inversores hacia el dólar y,
consiguientemente, presionando a la baja al valor del peso. El Banco Central
perdió durante agosto 13.800 millones de dólares en su intento por contener la
demanda de divisas y sostener la moneda local. Los esfuerzos fueron
insuficientes y el mes cerró en números rojos en todos los indicadores. La
Bolsa de valores cayó un 72%, el peso argentino se depreció un 38%, el valor de
la deuda en bonos se redujo un 55% y la inflación se descontroló. Aún no hay
cifras oficiales, pero se estima que los precios habrán subido al menos un 5%
en un mes. Eso sitúa la inflación interanual en torno, nada menos, que al 60%.
UNIÓN EUROPEA:
El PIB germano cayó una
décima en el segundo trimestre del año y abre así la puerta a la recesión económica
tras una década de crecimiento prácticamente ininterrumpido. La Oficina Federal
de Estadística alemana apunta a la ralentización del comercio exterior como
detonante del retroceso.
La mayor economía de la Unión
Europea no puede mantenerse inmune del complejo panorama económico
internacional. Todo ello, pese a la debilidad del euro, disfrutar de un mercado
de trabajo boyante (casi alcanza el pleno empleo), y una política expansiva por
parte del Banco Central Europeo.
El Ministro de economía
alemán, Peter Altmaier, ha señalado que “la principal razón de la actual
debilidad es la caída de la demanda exterior, ya que la industria alemana,
orientada a la exportación está especialmente expuesta a los conflictos
comerciales”. Todo ello, aunque Alemania disfrute de la tasa de desempleo más
baja desde la reunificación a principios de los años noventa.
No obstante, aunque la
economía alemana se ha debilitado ligeramente en el segundo trimestre, el
Gobierno todavía espera que la economía crezca a lo largo del año. Eso
supondría el décimo año consecutivo de crecimiento.
Las economías de la Unión
Europea han crecido, tan sólo, dos décimas en el segundo trimestre, frente al
0,5% del primero. Y es que, aunque la Unión Europea y la eurozona acumulan 25
trimestres consecutivos al alza, las grandes economías comunitarias señalan su agotamiento.
El Producto Interior Bruto (PIB) del Reino Unido ha caído en el último trimestre
dos décimas mientras se agudiza la amenaza de un Brexit duro, e Italia no ha
caído en cifras negativas, pero está estancada. Francia avanzó únicamente dos
décimas, y España un 0,5%, aunque la mejora estuvo por debajo de lo esperado.
Los Veintiocho quedan así rezagados de Estados Unidos, cuyo PIB creció un 0,5%
en el mismo periodo.
Alemania cuenta, a
priori, con un amplio margen de maniobra debido a un endeudamiento mucho menos
pronunciado que el resto de socios y la posibilidad de financiarse a tipos de
interés extremadamente bajos o incluso negativos. Pero fuera de sus fronteras,
el brusco parón de su economía, que ha pasado de crecer cuatro décimas en los
primeros tres meses a perder una en el segundo, puede tener un efecto
arrastre.
Como es sabido se
entiende por Recesión Técnica el registro de disminuciones o caídas del PIB durante
dos trimestres consecutivos. No debe confundirse con desaceleración o
disminuciones del aumento del PIB, sino que se trata de disminuciones del
propio PIB (se produce menos respecto al cifra anteriormente alcanzada).
Pues bien, la Oficina
Federal de Estadística germana anunció una contracción del PIB del 0,1% entre
abril y junio, lo que supone el segundo trimestre no consecutivo que decrece en
un año. A falta de que se publiquen las cifras del tercer trimestre este otoño,
abundan los indicadores que apuntan al fin de la era dorada de la economía
alemana. Según el Banco Central alemán, el Bundesbank, “el conjunto de la
economía podría contraerse ligeramente de nuevo. La principal causa es la caída
continuada de la producción industrial”.
Para la gran mayoría, las
causas del actual declive de la economía alemana son externas: las tensiones
comerciales y, en particular, la guerra comercial entre Estados Unidos y China,
y el Brexit son los principales focos de inestabilidad, que a su vez ejercen un
impacto directo en las ventas alemanas al exterior.
Durante el trimestre
pasado, han disminuido sus exportaciones un 1,3%, frente a una bajada del 0,3%
de las importaciones. Ello implica una contribución negativa del 0,5% al
crecimiento de su PIB.
Estados Unidos es el
primer cliente alemán, China el tercero y el Reino Unido el quinto. Nadie sabe
cuál será el desenlace del desastre del Brexit, pero, desde luego podría ser
dramático.
El consumo y la inversión
pública germana pública y privada, aunque levemente, crecieron, pero no lo
suficiente para compensar otras caídas, y además disminuyendo frente al
trimestre anterior.
La situación ha dado
lugar cierto debate respecto al planteamiento del presupuesto equilibrado y
aversión alemana al endeudamiento público.
El debate se ha vuelto
especialmente acuciante con vistas a la presentación en septiembre del “paquete
del clima” con el que Berlín anunciará inversiones multimillonarias en medio
ambiente. Tal vez, piensan algunos expertos, sea ese el momento, ante la
emergencia climática, de quebrar ante la opinión pública un compromiso que
figura incluso en el contrato de coalición firmado entre los partidos que actualmente
conforman el Ejecutivo alemán.
Desde la reunificación
alemana, las cifras de desempleo son aún las más bajas, pero los analistas
advierten de que hay una cierta desaceleración del crecimiento del empleo. La
debilidad económica está dejando una ligera huella en el mercado de trabajo,
que sin embargo está demostrando ser robusto.
Además, cada vez más
compañías recurren al famoso Kurzarbeit, es decir, la reducción de
número de horas que trabajaban sus empleados, sin que los salarios se resientan
excesivamente gracias a apoyos estatales. En marzo pasado, 41.800 trabajadores
se habían acogido a la fórmula, casi el doble que en el mismo mes del año
anterior. En 2009, en plena crisis, más de un millón de trabajadores alemanes
se acogieron a esta fórmula.
La idea es evitar
despidos, especialmente en una coyuntura en la que escasea la mano de obra y en
la que los empresarios temen no contar con trabajadores formados una vez
superado el bache. El problema es que el Kurzarbeit significa
también a final de mes un salario más bajo, lo que a su vez acabará teniendo un
impacto sobre el consumo.
Por otro lado, Alemania ha
lanzado una emisión de deuda a 30 años con cupón cero, lo que significa que no
paga intereses periódicos. Además, ha conseguido colocar estos bonos a tipos
negativos, pese a que no ha logrado cubrir la oferta de 2.000 millones de euros
que tenía previsto, quedándose en 824 millones de euros. Es la primera vez que
Alemania emite deuda a tan largo plazo con cupón cero. Antes lo había hecho con
bonos a 10 años.
El apetito de los
inversores por la deuda soberana de países desarrollados, ante la volatilidad
rendimiento de la renta variable (la Bolsa), ha ido en aumento en los últimos
meses, de modo que los bonos alemanes, considerados los más seguros, y los de
otros países como Holanda, Bélgica u Holanda, están en terreno negativo, es
decir, que los inversores pagan por colocar su dinero en estos valores refugio.
Por otro lado, Christine
Lagarde, la presidenta electa del BCE, se ha mostrado dispuesta a prolongar en
el tiempo la política de estímulos de su predecesor, Mario Draghi.: “los
desafíos que justifican la política actual del BCE no han desaparecido”.
Según Lagarde, se debe
diseñar un Banco Central Europeo ágil, capaz de adaptarse con más velocidad al
volátil entorno macroeconómico. Pero ha advertido de que “el esfuerzo de la
institución debe ir acompañado de artillería desde las capitales”. Sin citar a
Alemania, envió un recado a Berlín para que saque la chequera y aumente el
gasto público, un mensaje que ya lanzó sin éxito en repetidas ocasiones desde su
puesto en la cúpula del FMI: "algunos países en la zona euro pueden
utilizar su espacio presupuestario para mejorar la banda ancha y las
infraestructuras y luchar contra la recesión".
ESPAÑA:
Han comenzado a aparecer
señales de debilitamiento de la economía española. El sector exterior se
resiente: las exportaciones avanzan a un
ritmo anual del 1,1%, casi la mitad que las importaciones, y los ingresos del
turismo registran un leve aumento, que no compensa el mediocre resultado de las
ventas de bienes en el extranjero.
Lo peor, es que la inversión
directa ha registrado un importante frenazo: según los datos oficiales de la
balanza de pagos, sólo entraron 7.600 millones de euros en el primer semestre,
frente a 36.700 millones un año antes. En un movimiento inverso, se incrementa
la entrada de capital financiero, que incluye la inversión en bonos, acciones y
otras operaciones de cartera.
En relación a la demanda
interna, hasta ahora, ha resistido el consumo de las familias gracias a la
moderación de los precios, que motiva un ligero mantenimiento de la renta real
de las familias. Sin embargo, la creación de nuevos puestos de trabajo ha
perdido vigor (una variable que en la economía española está muy relacionada
con el gasto familiar).
Sin embargo, aunque las
condiciones financieras para invertir son inmejorables (beneficios de las empresas,
y créditos bancarios a un bajísimo coste financiero), la inversión empresarial
está sufriendo. Sin duda, como consecuencia de las incertidumbres por el
contexto global y la imprevisibilidad del marco regulatorio, tras varios años
de interinidad política (el conocimiento de los programas públicos es
determinante para la toma de decisiones empresariales).
Lo anterior es todavía
más importante en un contexto de cambio tecnológico. Por todo ello, aunque la
economía española se comporta mejor que otras de nuestro entorno, no es ajena a
la desaceleración mundial. Es difícil
que el crecimiento económico español supere el 2,2% previsto para este 2019, y
podría caer por debajo del 2% para el próximo ejercicio.
Se espera que el BCE
anuncie próximamente una bajada de tipos de interés, así como una nueva ronda
de compra de títulos de deuda pública y corporativa. Sin embargo, su impacto
sobre la demanda interna será muy limitado, además de generar riesgos sobre la
estabilidad financiera.
Todos los factores
apuntan a un otoño complicado para la economía española.
Era un objetivo que la industria
española alcanzase una cifra equivalente al 20% del PIB nacional, lo que parece
claramente distante. La industria
nacional en vez de ganar un mayor peso en la producción nacional, lo está perdiendo,
acusando el impacto de las guerras comerciales entre EE UU y China, y el resto
de turbulencias globales (Brexit y recesión alemana).
El sector industrial español
está expuesto al contexto internacional más que otros sectores, como los
servicios, y los últimos indicadores apuntan a una ralentización de la
actividad manufacturera. El sector corre el riesgo de adelgazar y perder
incluso el nivel del 14% del PIB con el que acabó 2018.
El aumento en las
tensiones comerciales durante mayo y buena parte de junio y las dificultades
que atraviesa el sector de la automoción están, probablemente, detrás del
deterioro del índice de manufacturas.
De forma, que la
actividad industrial creció un 0,1% en el segundo trimestre de este año, frente
al 2,3% del conjunto del PIB español, según los datos del INE. La industria
sumó 2.000 desempleados más (hasta 165.600) en un año en el que el número de
parados, según la última Encuesta de Población Activa, ha caído en unos 260.000
en España. El índice de producción industrial cayó en junio un 0,2%. La cifra
de negocios de la industria también cayó un 5% (-0,7% eliminados los efectos de
calendario).
En ese contexto, la
automoción es la industria que está acaparando el protagonismo. La producción
de vehículos cayó un 5,6% en el primer semestre y las plantas acusan tanto el
parón del mercado español, que acumulaba hasta julio una contracción superior
al 6%, como la del internacional, destino del 80% de su producción. Según Mario
Armero, vicepresidente de Anfac, patronal que reúne a las marcas de vehículos, “es
una caída relevante, pero España está sufriendo el mismo fenómeno que padece
Europa e incluso está aguantando mejor que otros países, como Alemania (-12%),
Reino Unido (-21%) e Italia (-18%)”.
Respecto al
comportamiento de los precios, el abaratamiento del precio de la electricidad ha
motivado que en agosto el IPC haya ido hacia abajo. La subida de precios ha
sido la más baja en tres años: el 0,3% de crecimiento interanual (un nivel
desconocido desde el 0,2% marcado en septiembre de 2016).
Y es que la electricidad
ha sido el factor fundamental en la moderación del IPC, en contraste con las
fuertes subidas del verano pasado.
El IPC bajó una décima en
agosto respecto a julio, recortando a su vez dos décimas la tasa interanual,
que, tras el leve repunte de julio (del 0,4% al 0,5%), vuelve a la senda
bajista que inició en el mes de abril, cuando marcó el máximo del año en el
1,5%, al calor de los precios turísticos por la Semana Santa. Desde
entonces, la caída ha sido abrupta, hasta marcar en agosto la tasa más baja
desde septiembre de 2016, cuando, finalizó un periodo de deflación (caídas de
precios) de casi dos años.
En relación al mercado de
trabajo, el mes de agosto no ha sido bueno ni para el empleo ni para la
Seguridad Social. Todo ello, en un
contexto de desaceleración de la economía española.
El número de desempleados
registrados en las oficinas de los Servicios Públicos de Empleo (Sepe) ha aumentado en 54.371 personas en
relación con el mes anterior hasta los 3.065.804 de desempleados. En términos
desestacionalizados, el paro ha subido en 4.435 personas.
Por otra parte, la
afiliación a la Seguridad Social se ha situado en los 19.320.227 ocupados
y descendido en 212.984 afiliados
respecto al mes de julio (-1,07%). Todo ello, a pesar de que se trata
del mes de agosto con más afiliados desde que existen registros.
El aumento del paro ha sido especialmente fuerte en la Comunidad Valenciana (13.093), Cataluña
(12.588) y Madrid (7.199).
En cambio, por sectores
económicos, el paro registrado se ha
reducido en Agricultura en 6.655 (-4,45%) e incrementado en
Industria en 7.756 (3,00%), en Construcción en 11.365 (4,54%) y en Servicios en
45.707 (2,19%). Por último, el colectivo sin empleo anterior se ha reducido en
3.802 personas (-1,45%).
El descenso de la
afiliación en agosto ha sido una constante en la serie histórica. Sin embargo,
a lo anterior se suma el cada vez más complicado contexto económico: el número
de ocupados ha descendido en 212.984
personas respecto al mes de julio, el -1,09%. En 2018, la
variación intermensual fue muy similar, de -1,07%, con 202.996 afiliados menos
que en julio de ese año. En 2017, el descenso fue de 179.485 ocupados, un
-0,97%. Sin embargo, si la comparación es respecto al año pasado la afiliación
ha venido sumando de media 480.413 afiliados, el 2,55%.
El mes de agosto registró
la firma de 1.519.922 contratos. De ellos, apenas 123.277 fueron de carácter indefinido,
lo que representa este mes un 8,11% de todos los registros, otros 1.390.735 son
temporales y 5.910 de carácter formativo.
Dentro de los contratos
indefinidos, estos se han dividido en
cuanto a la duración de su jornada, en 75.553 a tiempo completo y 32.952
a tiempo parcial. 14.772 contratos eran fijos discontinuos.
Por su parte, el Régimen General ha
registrado un descenso de 195.763 personas en el último mes (-1,21%), hasta
situarse en 15.987.629 ocupados. El Régimen de Autónomos ha alcanzado las 3.261.552
personas, tras descender en 17.282 (-0,53%) en el último mes.
En agosto, la afiliación ha crecido en términos absolutos en
Actividades Sanitarias y Servicios Sociales (22.124); mientras que
disminuyó en Educación (-59.630), Construcción (-27.464), Industria
Manufacturera (-22.760), Actividades Artísticas y de Entretenimiento (-16.063),
Actividades Administrativas (-14.224), Actividades Científicas (-12.180),
Comercio (-12.062) y Administración Pública (-10.668).
En cuanto al Sistema Especial Agrario, ha
finalizado con 25.138 afiliados medios menos (-3,45%), situándose ahora en
703.650 personas. Por su parte, el Sistema Especial del Empleados del Hogar
descendió en 3.460 (-0,86%) y ahora alcanza los 398.053 ocupados. El Régimen de
Autónomos cuenta con 3.261.552 personas, tras descender en 17.282 (-0,53%) en
el último mes.
El Régimen Especial del Mar ha
crecido en 70 ocupados (0,10%) hasta situarse en 69.696. Finalmente, el Régimen
Especial del Carbón
Por otro lado, si nos
referimos al sector exterior español, de acuerdo a los datos del Ministerio de
Industria, Comercio y Turismo, el Déficit de la Balanza Comercial se ha ensanchado en el primer semestre del
año un 0,9% respecto al mismo periodo de 2018 y situado en 14.711 millones de
euros.
Las exportaciones de
mercancías han crecido un 1,7%
entre enero y junio y sumado 147.408 millones, mientras que las
importaciones han aumentado un 1,6%, hasta los 162.120 millones. La tasa de
cobertura (porcentaje de las importaciones que pueden pagarse con las
exportaciones) se ha situado
en el 90,9%, en línea con la de hace un año.
Por sectores, han crecido las exportaciones de bienes de
equipo (6,7%), alimentación, bebidas y tabaco (3,5%) y productos químicos
(3,2%) y disminuido las del sector del automóvil (-5,7%). En cuanto
a las importaciones, han crecido
en los sectores de bienes de equipo (4,5% interanual), productos
energéticos (0,6%) y productos químicos (6,7%), mientras que decrecieron las
del sector del automóvil (-2,5%).
Las exportaciones con
destino a la Unión Europea (66,4%
del total) han aumentado un 1,5% en los seis primeros meses del año. Las ventas
a la Eurozona (51,9% del total) han crecido un 1,1% y las destinadas al resto de la Unión Europea (14,4%
del total) se han incrementado un 2,6%.
Por su parte, las ventas
a con destino a terceros países (33,6% del total) han subido un 2,2% en este periodo, con incrementos de las exportaciones a
América del Norte (10,6%), Asia -excluido Oriente Medio- (8,9%), África (5,0%)
y Oceanía (2,9%). Por el contrario, han retrocedido las destinadas a
Oriente Medio (-13,4%) y América Latina (-2,0%).
Por su parte, solo en el
mes de junio, las exportaciones han
aumentado un 0,9% sobre el mismo mes de 2018. Este aumento en
España contracta con los descensos en la zona euro (-5,6%) y en la Unión
Europea (-5,7%).
De los principales
socios, han destacado los incrementos de ventas a Portugal (7,1%), Alemania
(3,9%) e Italia (1,4%), frente a los descensos de las dirigidas a Reino Unido
(-3,2%) y Francia (-1,7%). Las exportaciones a países terceros (no-UE)
decrecieron un 0,7% interanual.
Por otro lado, respecto a
la Deuda Pública, ha alcanzado la cifra de, nada menos, que de 1,21 billones de
euros. Además de alcanzar otro máximo, el incremento de la deuda pública en un
mes, del 1,2%, ha sido el mayor en tres años. Esta mala noticia se explica
sobre todo por el deterioro de la actividad —a menor crecimiento del PIB,
menores ingresos públicos— y al mayor gasto de las administraciones.
El incremento de la Deuda
Pública española supone alcanzar el techo histórico en el dinero que deben
todas las administraciones públicas. No es esto algo insólito: el anterior se
había tocado hace bien poco, el pasado marzo. La subida mensual de junio
destaca por otro factor: es la mayor desde el mismo mes de 2016. Y muestra
además que España se queda con un colchón fiscal extremadamente pequeño en el
caso de que la situación económica se deteriore seriamente.
Se explica el crecimiento
de la Deuda por la combinación de menores ingresos y mayores gastos públicos: los
datos consolidados hasta mayo, y los del Estado hasta junio, muestran una
desaceleración de las entradas de impuestos, sobre todo de sociedades y también
de IVA e IRPF. Las cotizaciones sociales, sin embargo, evolucionan
favorablemente. El gasto público, por su parte, aumenta a un ritmo superior
como consecuencia del alza del consumo público y a pesar de la reducción de la
carga de intereses. El préstamo de unos 13.800 millones en el que ha incurrido
la Seguridad Social para pagar las pensiones también ha contribuido a alimentar
la deuda pública.
En relación al turismo,
la situación ha empeorado como consecuencia de la mayor competencia de otros destinos
vacacionales más baratos que España. Durante el pasado mes de julio, 9,9
millones de extranjeros visitaron a España (supone un 1,3% menos que el mismo
periodo del año pasado). Se trata del segundo mes de julio consecutivo de
descenso, y se debe a la caída de los dos principales mercados, el alemán y el
británico.
Sin embargo, al gasto
turístico se ha mantenido: los turistas gastaron 11.980 millones de euros en
sus viajes a España, un 2% más que en julio del año pasado, con un gasto medio
diario por turista de 160 euros, un 4,9% más.
La nueva ola de calor
vivida en julio, parece estar detrás de la disminución del número de turistas.
Hay que añadir que Turquía, Egipto o Túnez ofrecen destinos playeros a precios,
en general, más competitivos que España. El Brexit (con la devaluación de la
libra), la caída de la economía británica y la amenaza de recesión en Alemania
hace más sensibles al precio a los dos principales consumidores del sol y playa
español.
Por comunidades, la
llegada de extranjeros se redujo en cuatro de los principales destinos,
especialmente en Canarias, que registró una caída del 7,9% y ya está en
números rojos en lo que va de año (-3,5%). Estos viajeros gastaron 1.489,3
millones en viajar a Canarias, un 2,5% menos. En Cataluña, la llegada de
extranjeros se redujo un 2,1% respecto a julio del año pasado, aunque el gasto
mantiene una tendencia positiva (2.999 millones, un 3,4% más). A Baleares
acudió un 3,5% menos de turistas, 2,34 millones, pero gastaron un 1,78% más
(2.891,9 millones), mientras que Andalucía cedió un 5% de los turistas (1,26
millones), y el gasto se redujo un 11,23%. En el otro lado, la Comunidad
Valenciana recibió 1,24 millones de visitantes, un 10,2% más, que gastaron
1.368,5 millones, un 14,55% más.
MERCADOS:
En la Bolsa, el castigo
sufrido por los grandes bancos, Repsol y Telefónica han llevado al índice a
perder todo lo ganado en el cuatrimestre.
La caída de las
cotizaciones en el mes de agosto ha sido espectacular. El Ibex 35 ha hecho
mínimos de 8.400 puntos, lo que ha supuesto perder, prácticamente, todo lo
ganado en el primer cuatrimestre.
La reacción alcista de la
segunda quincena ha supuesto un respiro y deja margen para nuevos retrocesos y
abrigar la esperanza de haber tocado fondo en agosto.
Respecto septiembre, no
va a ser un buen mes, según importantes analistas: hay demasiados frentes
abiertos para que las bolsas inicien un tramo alcista de cierto calado. Donald
Trump va a seguir con sus bravuconadas contra el mundo. Dependerá de que el
Brexit sea ordenado o salvaje; de que Sánchez logrará formar Gobierno o vayamos
a nuevas elecciones. Sólo con esto, hay motivos más que suficientes para que el
dinero siga a buen recaudo y no acuda a la Bolsa.
En relación al Euribor,
sigue su carrera hacia cifras negativas. El índice al que está referenciada la
aplastante mayoría de las hipotecas a tipo de interés variable en España ha
vuelto a despeñarse y la media de agosto cerrará en el -0,356, el nivel más
bajo de toda su historia.
El recorrido cuesta abajo
empezó hace cinco meses, cuando puso punto final a una remontada que, desde el
anterior mínimo (-0,191, en febrero y marzo de 2018) le llevó hasta el -0,108
de febrero de este año. Pero en marzo llegó el primer tropiezo, al que siguió
una monumental caída que, desliz tras desliz, le hizo registrar el récord
negativo del mes pasado: -0,283.
Esa es otra barrera que
el euríbor se ha encargado de romper durante agosto, sin que se pueda
vislumbrar su suelo definitivo.
Como es sabido, como el
tipo de interés en los préstamos variables, es la suma del euríbor (la parte
que realmente varía mes tras mes) más un diferencial (una parte fija), resulta
evidente que quien suscriba ahora una hipoteca de esta clase lo hará a un coste
especialmente bajo.
Aunque los diferenciales
han aumentado durante os últimos meses, compensando los niveles mínimos del
Euribor, el tipo medio de las hipotecas variables (el 56% de todas las que se
firmaron durante el pasado mayo), se sitúa todavía entre el 1,5% y el 2,5%.
Todo ello se traduce en
una importante bajada de los intereses que el usuario tendrá que pagar en su
cuota mensual.
La combinación de tipos
de interés muy bajos del BCE, ya gran disponibilidad de dinero por parte de los
bancos, motivará que entre ellos se presten a un tipo (Euribor) muy bajo.
Sin embargo, la venta de
viviendas se ha estancado en la primera mitad de este año. Los cambios en
la ley hipotecaria, la incertidumbre política y los ecos de una recesión
económica han lastrado las ventas y han sembrado cierta desconfianza entre
compradores e inversores. Según el INE, entre enero y junio tan solo
263.557 personas han firmado la compra de una casa, cifra muy similar a la
registrada en los seis primeros meses de 2018, Ha sido el peor semestre desde
2014. Solo en junio la compraventa ha caído un 18,9%, según los
notarios.
Según el Servicio de Estudios
de BBVA, el estancamiento, y el final del ciclo expansivo, a pesar de que avance
el empleo, y los tipos de interés siguen bajos, la incertidumbre está afectando
a las transacciones. Igualmente, señala como causas, los cambios en el
impuesto de AJD y en el alquiler residencial.
Finalmente, los precios
tampoco han ayudado a que la gente compre más viviendas: están ligeramente
sobrevalorados, en niveles muy exigentes en relación a los ingresos disponibles
(el precio de la vivienda supone 7,4 veces los ingresos familiares medios).
Para algún analista, la diferencia entre lo que pide el propietario por su
vivienda y lo que realmente vale es ya del 19%.
EMPRESAS:
El sector del automóvil
sufre su peor momento por las dudas sobre la normativa de emisiones y la crisis
mundial del sector. Los datos de matriculaciones difundidos por los
fabricantes, concesionarios y vendedores revelan que, en agosto, se
matricularon en España 74.490 coches, un desplome del 30,8% sobre el mismo mes
del año anterior y encadenan cuatro meses seguidos en negativo. La explicación
está en la comparación con el inusual avance de agosto de 2018, cuando los
concesionarios impulsaron las ventas antes de la nueva normativa de emisiones.
Las ventas acumulan un descenso del 9,2% desde enero.
El mes de agosto ha sido
especialmente negativo para las ventas en el sector de la automoción. Los datos
culminan un proceso de descenso en las matriculaciones que empezó justo hace un
año. La razón: la entrada en vigor, en septiembre de 2018, de la normativa
sobre emisiones contaminantes conocida por su acrónimo, WLTP, que endurece los
requisitos de emisiones para poder homologar los vehículos.
Las restricciones a los
coches más contaminantes llevaron a los concesionarios a dar salida a muchos de
los vehículos no homologados que tenían en existencias para venderlos como
seminuevos o kilómetro cero antes de que en septiembre de 2018 entrara en vigor
la normativa WLP. Para atraer a los clientes, los concesionarios rebajaron los
precios. El resultado fue un
excepcional incremento de
las ventas en el mes de agosto del año pasado, con una subida del 50% que se
sumaba a la del 19,3% de julio.
Tras dispararse las
ventas en el verano del año pasado por la inminente entrada en vigor de la
normativa europea, empezó la caída de matriculaciones, con un primer descenso
en septiembre de 2018 del 17%. Ahora, la comparación con ese mes de agosto hace
temblar las estadísticas, y explica que las matriculaciones que han dado a
conocer las patronales muestren, con 74.490 turismos y todoterrenos
matriculados, el desplome del 30,8%.
Pero tras el declive de
las ventas hay más motivos. El sector del automóvil vive una doble crisis. Por
un lado, aún trata de sacudirse la pérdida de reputación del diéselgate, el
caso del fraude de las emisiones de coches diésel. Y por otro, sufre los
coletazos de la crisis mundial en las manufacturas por la guerra arancelaria
entre EE UU y China. Eso explica que la caída acumulada desde enero sea del
9,2%, con 883.649 unidades vendidas. España no es un caso aislado. Las
matriculaciones en Italia también retrocedieron un 3,11%. El sector se ha
resentido en Reino Unido y Francia. Y se espera que las ventas en Alemania
también se moderen.