jueves, 17 de diciembre de 2020

COVID-19: EFECTOS SOBRE EL MERCADO DE TRABAJO

 

La crisis sanitaria y económica causada por el Covid-19 está trastocando a las economías de todo el mundo. El tejido empresarial y toda la población laboral está en serias dificultades. Pero es que, además, está acelerando vertiginosamente el uso de la automatización (digitalización, inteligencia artificial, robótica...) el teletrabajo, etc. Todo ello va a afectar a la ocupación, desempleo, ingresos salariales, y formas de trabajo posibles.

Según un estudio del Foro Económico Mundial, la robotización, va a estar mucho más presente en las empresas. Según el informe, la recesión económica y la pandemia, alertan de que, en 2025 –dentro de cinco años- el trabajo se repartirá al 50% entre humanos y robots.

Es muy difícil prever las repercusiones sociales de todo tipo que tendrá la crisis que estamos padeciendo, cuya duración en el tiempo es incierta.

Si bien la automatización ya estaba presente en nuestro quehacer diario, las máquinas y algoritmos están adquiriendo un protagonismo relevante, lo que nos obliga a replantearnos el empleo, las relaciones laborales y la legislación.

Se perderán empleos, pero también van a aparecer nuevas oportunidades. Realmente, no existe consenso respecto a los efectos a medio y a largo plazo de la automatización y, general, todas estas nuevas formas del trabajo. Históricamente, cada avance tecnológico ha supuesto la aparición de empleos especializados que generan nuevos puestos de trabajo, pero, es indudable que también ocasionan la perdida de cuantiosos empleos.

El avance se está produciendo a tal velocidad, -se podría hablar de aceleración vertiginosa-, que, sin duda, implica importantes cambios en el mercado laboral. Existe preocupación por aquellos trabajadores que realicen tareas menos complejas. Mientras que, por el contrario, pueden resultar más favorecidos aquellos que tengan una mayor cualificación y nivel de estudios. Personalmente pienso que afecta a todo tipo de trabajos, quizás más a los que sean más repetitivos.

Estudiando las repercusiones que, históricamente, han tenido los avances tecnológicos, sobrevivirán aquellos que mejor se adapten a los cambios e, incluso, sean capaces de reinventarse.

Si nos centramos en la robótica, no todos los puestos de trabajo son susceptibles de automatizarse. Sin duda, lo que llaman trabajos “predecibles” (más repetitivos) tienen mayores posibilidades de automatización. Pero ocurre que también se está produciendo la sustitución por la automatización de trabajadores tradicionales en otros empleos de mayores sueldos. Ocurre especialmente entre analistas de datos y especialistas financieros: los ordenadores son insuperables recopilando y analizando información. De forma que, con los algoritmos adecuados, un solo ordenador puede suplir varios cientos de horas de trabajo de un analista. Ya en entornos como Wall Street es cada vez más común que esta labor esté en manos de estas nuevas tecnologías, que están suplantando al trabajo de una persona individual que tiene un sueldo muy elevado.

Ya se aprecian muy afectados todos los trabajadores de la banca y finanzas, donde sus empleados son más fáciles de sustituir con nuevas tecnologías que pueden realizar el mismo trabajo de forma eficiente. 

Respecto al Teletrabajo, según el informe citado del Foro Económico Mundial, tras analizar las consecuencias del impacto del coronavirus en el mercado de Estados Unidos, ha concluido que las repercusiones de la crisis del covid-19 son y serán muy importantes, pudiendo agravar las desigualdades existentes.

Sin duda, todas las modalidades del teletrabajo han resuelto parte de los problemas presentes. Según el informe, el 84 % de los empresarios están preparados para digitalizar los procesos de trabajo, y afirman que “existe la posibilidad de que el 44 % de su plantilla realice teletrabajo”. Sin embargo, el 78% de los empresarios cree que este nuevo formato laboral generará un impacto negativo en la productividad de sus trabajadores, por lo que están tratando de diseñar un sistema viable que mantenga la efectividad de las tareas realizadas a distancia.

En todo caso, según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), el COVID-19, más allá de la inquietud para la salud de los trabajadores y de sus familias, repercutirá adversamente en el mundo del trabajo en varios aspectos fundamentales.

La institución ha publicado varias estimaciones preliminares, -con un elevado grado de incertidumbre- de las que se desprende una previsión de un aumento del desempleo mundial (de media mundial un aumento de 13 millones de desempleados).

Además, es probable que los efectos adversos vengan acompañados de ajustes en los horarios de trabajo, y en materia de reducción salarial.

Se apunta que el posible repunte del trabajo irregular (en muchas crisis ha surgido como alternativa de supervivencia) se verá muy dificultado por las restricciones en materia de circulación de personas y bienes.

Las repercusiones en el plano laboral conllevan grandes pérdidas de ingresos para los trabajadores. Las epidemias y las crisis económicas pueden repercutir de forma desproporcionada en determinados grupos de población, y propiciar un aumento de la desigualdad .

Pueden ser colectivos especialmente perjudicados los jóvenes, sobre todo los de nuevo empleo, que sufrirán un mayor índice de desempleo y subempleo; las mujeres que desarrollan su labor en los sectores de servicios más afectados (el 58,6% de las mujeres trabajan en el sector terciario).

En particular, a nivel mundial, un gran segmento de las mujeres padece un menor acceso a servicios de protección social y soportan una carga laboral desproporcionada en la economía asistencial.

Otro colectivo al que señala el informe de la OIT, son los trabajadores autónomos, los ocasionales y los que llevan a cabo una labor esporádica en plataformas digitales, especialmente susceptibles de verse afectados por el virus al no tener derecho a bajas laborales remuneradas o por enfermedad, y estar menos protegidos en el marco de los mecanismos convencionales de protección social. 

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A DICIEMBRE DE 2020: incertidumbre y miedo a las fiestas navideñas

 

En la situación económica y sanitaria actual destacan dos hechos: la esperanza que abren las vacunas sobre la Covid en el próximo año, y la amenaza o temor de que estas fiestas de navidad nos lleven a una tercera ola de la pandemia con muy graves consecuencias.

GLOBAL:

El temor a la crisis actual, por sus posibles dificultades, ha llevado a las economías domésticas y a las empresas a ahorrar más de lo que era previsible. Pero con una característica diferenciadora y peligrosa: “la preferencia por la liquidez” (“el dinero líquido es el rey”) como queda reflejado en el aumento de las cuentas corrientes o depósitos a la vista.

Según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) la crisis del coronavirus ha impulsado un notable aumento de los depósitos bancarios de familias y empresas en los países ricos.  

De todos ello, sólo Dinamarca escapa de ese fuerte aumento del ahorro familiar. Además, el incremento de los depósitos bancarios a nombre de personas físicas ha crecido por encima de le serie histórica que media entre los años 2014 a 2019.

El mayor crecimiento ha sido en Estados Unidos, economía donde la propensión al consumo es muy fuerte.  Algunos analistas señalan como una de las razones las políticas públicas de sostenimiento de ingresos, que han provocado el aumento de la renta media disponible en tiempos de recesión (una novedad histórica). En la economía estadounidense, hasta el pasado septiembre, los depósitos de las empresas no financieras se dispararon casi un 40% y los de las familias alrededor de un 15%.

Sin duda, además del llamado “ahorro preventivo” (aumenta en las recesiones económicas) también han influido notablemente las circunstancias: comercios a medio gas y menores necesidades de transporte y de consumo fuera del hogar por el avance del teletrabajo, restaurante y bares cerrados, etc.

Se trata de un ahorro que no se está transfiriendo hacia la inversión y el consumo. Por lo que, aunque el análisis desbordaría en contenido de este artículo, esta “preferencia por la liquidez” recuerda a la llamada demanda especulativa de dinero Keynesiana, que en una situación de bajos (actualmente cero y negativos) tipos de interés, es más fuerte que la demanda por el motivo transacción o precaución. Esa situación unida a las actuales leves caídas de los precios y del PIB, podrían tener unas consecuencias imprevisibles. No se puede afirmar, ni mucho menos, que nos encontremos en la eurozona en esa peligrosa situación, pero, personalmente, me lo recuerda.

En cualquier caso, los efectos sanitarios de la crisis causada por la pandemia siguen causando toda una serie de contraindicaciones económicas muy dañinas. Mientras las esperanzas de llegar a una recuperación estable dependen del optimismo que puedan generar los avances de las vacunas, los datos relativos a los trabajadores motivan cierta oscuridad a la ansiada salida del túnel. Y es que los datos publicados por la OIT (Organización Internacional del Trabajo), referido a la situación de los salarios durante el primer semestre de 2020, señalan que en dos de cada tres países, las nóminas o bien se redujeron, o se ralentizó su crecimiento (sobre todo de las mujeres y trabajadores más precarios).

Según la OIT, “la masa salarial perdida a consecuencia de la caída de las horas de trabajo fue del 6,9% en el caso de las mujeres, frente al 4,7% en el de los hombres. En todo caso, la implantación de las ayudas ha compensado el 40% de la pérdida de masa salarial, incluido el 51% de la pérdida de masa salarial provocada por la reducción de las horas de trabajo”. La institución alerta del peligro de una “inestabilidad social y económica de enormes proporciones”.

LATINOAMERICA:

Según la OCDE, Argentina tiene la economía que más va a sufrir los efectos adversos de la pandemia, ya que su PIB caerá este año casi un 13% (aunque seguida, a no mucha distancia, por España y el Reino Unido).

Respecto a la recuperación, la OCDE espera que Argentina crezca un 3,7% en 2021 y un 4,6% en 2022. México y Brasil, las dos mayores economías de Latinoamérica, verán disminuir también su PIB durante 2020: dejarán, respectivamente, un 9,2% y un 6%. Como Argentina, ambos países llegarán a 2022 sin haber recuperado los valores previos a la pandemia.

Vencida la pandemia, según el organismo, se evidenciará la fragilidad de la economía argentina. El final de las ayudas de Estado provocará un aumento de las quiebras y consiguiente pérdida de puestos de trabajo.

Argentina, actualmente, tiene vedado el acceso a los mercados de capitales, a la espera de un acuerdo con el FMI sobre el dinero que adeuda al organismo tras el rescate.

En cualquier caso, las economías de Latinoamérica señalan una recuperación económica desigual y de forma más tardía que la media mundial (al menos dos años más).  Sólo uno, Chile, alcanzará el nivel de actividad económica previo al Covid antes de finalizar el año 2022. Tras perder el 6% de su PIB en 2020, se prevé que consiga crecer un 4,2% y un 3% en los dos próximos ejercicios.

Colombia crecerá un 3,5% en 2021 (ha caído 8,3% este año). Brasil acabará el año 2022 con un nivel de su PIB de un 1,5% por debajo su nivel previo a la covid. Y México quedará a casi tres puntos de su nivel previo, tras registrar un retroceso de un 9,2% en 2020 y recuperarse a un ritmo del 3,6% y el 3,4% los dos próximos ejercicios.

México, es uno de los países del mundo que ha puesto sobre la mesa una respuesta fiscal más tímida frente a la pandemia, por lo que la OCDE le ha alertado del riesgo del “aumento significativo de la pobreza, la desigualdad y la brecha de género” que está provocando su crisis sanitaria y económica”.

 La hiperinflación en Venezuela, solo superada en la región por la que vivió Nicaragua entre 1986 y 1991, ha cumplido el pasado mes de noviembre tres años con tasas de aumento de los precios, mes a mes, del 50%.

La enorme caída del valor de su moneda con especto al dólar (moneda de uso corriente en ese país, aunque de circulación no oficial)) es un quebradero de cabeza diario de los venezolanos, sobre todo de aquellos (la gran mayoría) que percibe el salario en bolívares y tiene dificultad para acceder a la divisa estadounidense.

Con la destrucción de la industria petrolera, se han mermado enormemente los ingresos públicos, por lo que cualquier iniciativa pública ha de financiarse por el Banco Central de Venezuela emitiendo dinero.

Sorprende que, según la compañía de análisis económico Ecoanalítica, de acuerdo con las proyecciones de octubre del Fondo Monetario Internacional, al cierre de 2020, Venezuela tendrá una economía un 67,6% menor a la de 1999; una inflación del 6.500% y una tasa de desempleo del 54%.

Está cundiendo la dolarización de la economía venezolana: los billetes de bolívares solo circulan en los autobuses del transporte público. El dólar es la moneda corriente en la Venezuela de 2020. Tras 15 años de férreo control cambiario durante el cual estaba prohibido comprar divisas. Pero no hay un sistema financiero en dólares, ni contratos en dólares. Eso limita la capacidad que pudiera tener de hacer crecer la economía y frenar la hiperinflación que padece el bolívar. Se ha generado una enorme brecha entre aquellos que reciben sus ingresos en dólares y los que los tienen en bolívares.

JAPÓN:

El PIB de Japón creció un 5% en el tercer trimestre de 2020 (un 21,4% en términos anualizados). La razón hay que buscarla, coincidiendo con la recuperación de la pandemia, en la mejora del consumo privado y las exportaciones. No consta una expansión mayor en la serie histórica desde el año 1980.

No obstante, el virus aún amenaza la marcha económica del país, que trata de evitar a la tercera oleada. Aunque Japón ha logrado mantener el total de casos por debajo de los 130.000 (diez veces menos que España con una población tres veces mayor).

El primer ministro Yoshihide Suga ha asegurado que mantendrá en vigor la campaña de subsidios para fomentar el turismo interior y ha rechazado la posibilidad de declarar un nuevo estado de emergencia. Asimismo, ha llamado al Ejecutivo a diseñar un nuevo paquete de estímulos que podría estar valorado entre 10 y 15 billones de yenes (81.000 a 120.000 millones de euros). Este supondría el tercero, tras dos previos que han movilizado un montante total de 234 billones de yenes (1,9 billones de euros), equiparable al 40% del PIB (uno de los mayores de las economías desarrolladas).

El consumo privado, que supone más de la mitad de la economía japonesa, ha crecido un 4,7% de julio a septiembre pasados, recuperando una parte sustancial del 8,1% perdido durante el trimestre anterior a causa de las medidas contra la pandemia. Las actividades de ocio y la compraventa de automóviles se encuentran detrás de esta mejora.  

Otra causa de la mejor situación ha sido el rebote del 7% en las exportaciones. La inversión en bienes de capital, en cambio, disminuyó  un 3,4% en un segundo periodo consecutivo en negativo (la incertidumbre sigue afectando).

ESTADOS UNIDOS:

Ha generado una gran expectación y agrado entre muchos analistas, el posible nombramiento por el electo Joe Biden a Janet Yellen como próxima Secretaria del Tesoro (cargo equivalente a ministra de Economía).

Será la primera mujer que ocupe ese cargo en Estados Unidos, y además será la primera persona que haya ejercido los tres cargos máximos en la política económica estadounidense: presidenta del Consejo de Asesores Económicos, presidenta de la Reserva Federal y ahora secretaria del Tesoro. En contraste con su destitución por Donald Trump, que le negó el merecido segundo mandato como presidenta de la Reserva Federal, alegando baja preparación profesional.

Antes de ocupar cargos políticos era una investigadora en toda regla. Y fue, en concreto, una de las principales figuras en un movimiento intelectual que ayudó a salvar la macroeconomía como disciplina útil, en un momento en el que esa utilidad estaba sometida a ataques externos e internos.

Yellen ha sido una figura destacada en el ascenso de la ciencia económica “neokeynesiana”, basada en una premisa clave: “los seres humanos no son estúpidos, pero tampoco son perfectamente racionales e interesados. Y, por poco que sea, el realismo acerca de la conducta humana devuelve su validez a la defensa de las políticas agresivas para combatir las recesiones”. Esta frase da idea de sus preferencias en la política económica aconsejable.

UNIÓN EUROPEA:

No será posible la recuperación económica hasta que no hayamos vencido a la pandemia. El retorno de las restricciones a la movilidad en buena parte de la eurozona ha provocado el empeoramiento de los indicadores adelantados en noviembre: una nueva caída del PIB en el cuarto trimestre del año. Sobre todo, en el sector servicios.

Las medidas restrictivas impuestas en Alemania, Francia, Italia o España, entre otros, ha aumentado la probabilidad de que la zona euro registre una nueva contracción del PIB en el cuarto trimestre de este aciago 2020 que finaliza.

Incluso con la vacuna ya en el horizonte, la contracción económica a finales de 2020 es una mala noticia también para 2021, ya que se iniciaría el nuevo ejercicio en una mala situación.

El golpe fue notablemente mayor en el sector servicios (41,3 puntos, frente a los 46,9 previos) que en el industrial (53,6 frente a 54,8). El ajuste generalizado en las plantillas de las empresas del que solo escapó Alemania gracias a la fortaleza de su sector industrial ha mostrado la dualidad económica que padecemos.  

Cuando la mayoría de las economías de la eurozona cerraron bares y restaurantes, y Francia, Bélgica e Irlanda clausuraron toda la actividad comercial no esencial, estaba claro que la economía volvería a caer de nuevo en el cuarto trimestre.

Un elemento positivo es que el desarrollo de las vacunas ha mejorado el sentimiento empresarial. Aún quedan meses de crisis, en los que la labor prioritaria seguirá siendo mantener el tejido productivo lo más intacto posible para la recuperación.

La vacuna para la covid-19 se erige ya como el único catalizador con la potencia suficiente para llevar a Europa al terreno del crecimiento económico. El Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte de que la segunda oleada de contagios debilitará la actividad del último trimestre de 2020 y el primero de 2021, suponiendo un “importante riesgo” para la recuperación de la zona euro.

El FMI señala que el fuerte deterioro hace necesario un mayor apoyo fiscal público, que puede ser financiado con los préstamos del Plan Europeo de Recuperación o del Fondo de Rescate (MEDE) que hasta ahora había evitado usar.

A las puertas de la Navidad, Francia o Bélgica ya han decretado unas fiestas sin bares ni restaurantes, mientras que Alemania ha decidido aplazar a enero la reactivación de la vida pública. El rebote económico que siguió al hundimiento se vio bruscamente interrumpido por la segunda ola de contagios.

Según la Comisión Europea, “la actividad económica aún sigue muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis, y la nueva ola de infecciones está afectando muy negativamente el impulso que tenía esa recuperación. Por lo que es probable que se requiera de políticas fiscales durante más tiempo del previsto inicialmente”.

El FMI recomienda no retirar el “salvavidas” a empresas y trabajadores para evitar que la recuperación “descarrile”.

El FMI ha destacado que la respuesta política de Europa ha sido “notable” por su “rapidez, alcance y escala”. Pero apunta a que “el Banco Central Europeo (BCE) tendrá que aumentar la potencia de tiro de su programa de compra de activos después de que la inflación haya regresado a territorios negativos por primera vez desde 2016. Puesto que las perspectivas económicas se deterioran aún más, se necesitarán estímulos adicionales para facilitar un aumento sostenido de la inflación”.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ya ha dado signos al mercado de que el próximo mes de diciembre ampliará el plan de compras por la pandemia. El FMI aplaude el compromiso de la institución de “recalibrar” sus instrumentos de política económica en su próxima reunión. Sin embargo, el FMI pide que vaya más allá del programa, hasta ahora de 1,35 billones de euros, y considere otras opciones. Entre ellas, le plantea considerar “el apoyo directo a empresas no financieras si el canal de préstamos acaba deteriorándose”.

La caída de los precios es general en todas las economías europeas. El miedo a que se mantenga en el tiempo una “trampa deflacionaria” o “trampa de la liquidez”, que, en última instancia, motive que la economía se derrumbe.

Las economías que, en mayor medida, dependen más de servicios como el turismo son las que corren el mayor riesgo y ponen una vez más en peligro gran parte del sur de Europa. De las siete naciones de la zona euro en el Mediterráneo y el Adriático, solo Francia y Malta tienen tasas de variación de los precios positivas. La de España ha sido negativa (un -0,8%), y la de Grecia es de -2%.

El caso español está en el pelotón de los más castigados y el riesgo de deflación pone a prueba el optimismo del BCE. El Gobierno no ve este peligro de entrar en una variación negativa (deflación), y prevé que los precios suban un 0,9% el próximo año. Aunque la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), corrige esta estimación positiva y calcula que los precios queden este año en el -0,3% (media anual) y en el -0,7% en 2021.

Uno de los problemas de la deflación es que, la percepción por los consumidores de la caída de los precios pueda arraigar si convence a los consumidores de que pospongan el gasto con la esperanza de una bajada de precios más adelante.

En todo caso, a nivel oficial se remarca que no existen riesgos deflacionarios en ningún caso.

Otros analistas, ven este riesgo unido al hecho del aumento de la preferencia por la liquidez anteriormente apuntada.

ESPAÑA:

Funcas ha empeorado sus previsiones sobre la economía española para el cuarto trimestre. El think tank (centro de análisis) de las antiguas cajas de ahorros calcula que la actividad se contraerá un 3% entre octubre y diciembre, frente al avance del 3,9% que pronosticaba hasta ahora.

El consenso de los analistas de los 20 servicios de estudios que integran el panel de Funcas también ha rebajado sus expectativas para 2021. Consideran que la inercia negativa del último trimestre provocará “un efecto arrastre” que lastrará el avance previsto en un primer momento, cuando las perspectivas de cierre de ejercicio eran mejores. Eso se traducirá en un rebote del PIB el año que viene del 6,5%, ocho décimas menos que la anterior. Si se cumpliesen sus previsiones, la economía comenzará el próximo enero creciendo hasta tocar techo en el tercer trimestre de 2021, esperando un crecimiento del PIB de un 4%.

Respecto al resultado de este funesto 2020 Funcas espera que el PIB retroceda un -11,8%.

La verdad, es que un escenario económico que aceleradamente cambia, casi de un día para otro, es tremendamente complicado interpretar los indicadores económicos. De ahí que existan notables divergencias en las previsiones para el próximo ejercicio.

Respecto al empleo, Funcas estima que la tasa de paro media anual se situará en el 16,9% este año y en el 17,5% en 2021  (todavía por debajo de la barrera del 20% en que se movió durante nada menos que 22 trimestres tras la Gran Recesión). Los ERTE han contenido una sangría que podía haber adquirido proporciones mucho mayores: 2,7 millones de trabajadores han salido de los expedientes de regulación temporal conforme la economía se reabría, y a finales de octubre quedaban unos 600.000.

Sin embargo, el FMI espera que el empleo, a niveles prepandemia, no se alcance, nada menos, que hasta el año 2026.

En relación a los precios, el IPC registró en noviembre su octavo mes consecutivo en negativo (durante el pasado abril entró en negativo como consecuencia de la pandemia). Según ha adelantado el INE, la variación de los precios se mantuvo en el -0,8%.

El Instituto Nacional de Estadística señala como causa de la evolución del índice al encarecimiento de la electricidad, frente a la caída del precio de la luz hace un año, que, no obstante, no ha sido suficiente para compensar el abaratamiento de los alimentos.

En términos mensuales, el índice de precios subió un 0,2% respecto al mes de octubre, lo que deja la tasa anual en el -0,8%, la misma que el mes anterior. En Europa, desde la irrupción de la pandemia, todos los precios de los bienes y servicios relacionados con la movilidad (combustibles, viajes, hostelería) cayeron vertiginosamente, llevando el índice a tasas negativas por primera vez desde el año 2016.

Si analizamos al mercado de trabajo, la gran ayuda de los ERTE está mostrando más vigor del previsto en una crisis económica sin precedentes. En noviembre ha vuelto a subir la afiliación. Van siete meses seguidos. Lo que ha servido para que la media de cotizantes con empleo llegara el mes pasado a 19.022.002. Se recupera de esta forma la cuota de 19 millones por primera vez desde marzo, cuando se decretó el primer estado de alarma.

El paro registrado, por su parte, aumentó en 25.269 desempleados, según los datos de los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social. La cifra total de personas sin trabajo inscritas en las oficinas públicas llegó a los 3,85 millones.

Para tener un cuadro completo de lo que sucede en el mercado laboral, hay que contemplar a los ERTE. El mes pasado aumentó algo la cifra de afectados y llegó a los 746.900 a finales de noviembre, unos 18.500 más que al acabar octubre. Estos números son similares a los que había en agosto pasado.

Esos 750.000 trabajadores, con el contrato suspendido o la jornada reducida, cuentan en las estadísticas como afiliados a la Seguridad Social con empleo. Este es uno de los elementos que demuestra que, a pesar de ese regreso a los 19 millones de cotizantes, la situación en el mercado laboral dista muchísimo de haber vuelto la normalidad precovid-19. Otra evidencia se encuentra en que hay 354.877 afiliados menos que hace un año o casi 230.000 menos que en febrero.

También los datos de contratación muestran un mercado laboral bastante menos dinámico desde que explotó la pandemia. En noviembre se firmaron 1,45 millones de contratos, un 17,8% menos que en el mismo mes de hace un año. Y si se toman los primeros 11 meses el desplome en la contratación es mucho mayor. Si hasta noviembre de 2019 se habían firmado más de 20 millones de contratos; en el mismo periodo de 2020, se queda en 14,59 millones.

La mejora de la afiliación ha estado bastante repartida por las diferentes ramas de actividad. La que más ha ganado en noviembre, tomando los datos del régimen general, ha sido la educación, con algo más de 30.000 nuevos empleados. Le siguen las actividades administrativas y el sector público, en ambos casos la ganancia supera los 12.000 cotizantes. En el lado negativo aparece la hostelería, que cayó en casi 78.000 afiliados.

A diferencia de lo que ha sucedido en noviembre en los años inmediatamente anteriores, este año la Seguridad Social ha cerrado el mes con datos positivos. En cambio, el paro ha registrado un saldo negativo. Esto a primera vista puede parecer contradictorio, pero no tiene por qué serlo. Ambos datos tienen fuentes distintas y, además, que suba o baje el desempleo no solo está en función del mercado laboral sino también de aspectos demográficos, como que haya más o menos población activa.

Analizando un pilar fundamental de la economía española, durante el pasado octubre según el INE tuvo lugar una nueva recaída: durante ese mes la caída en la llegada de turistas fue del 86,6% (visitaron el país poco más de un millón de personas), con un gasto que se hundió un 89,6% (apenas fue de 861 millones de euros). En la mayor parte de España se da por perdido este aciago 2020, aunque Canarias ha encarado su temporada alta y se juega mucho: un tercio del PIB de la comunidad y cuatro de cada diez empleos dependen del sector.

El impacto sobre el turismo de la pandemia ha sido brutal: durante los primeros 10 meses del año la caída en la llegada de turistas fue del 76%. En el conjunto del ejercicio han visitado España 17,8 millones de viajeros, mientras que en el mismo periodo de 2019 fueron 74,5 millones. Y en los ingresos el desplome es incluso algo mayor, del 77,3%: 18.576 millones entre enero y octubre de 2020 frente a los 81.838 millones de un año antes (en esta cifra también influyen las sustanciosas ofertas de bajadas de precios).

Ha sido menos negativa la llegada de turistas franceses, pero la caída fue muy grande de alemanes e ingleses: en el acumulado del año, los países que más viajeros aportaron fueron Francia (más de 3,6 millones con una caída del 63,6%); Reino Unido (casi 3 millones y un desplome del 81,8%) y Alemania (2,25 millones de turistas, un 77,7% menos).

Por comunidades autónomas de destino, Cataluña fue la que más visitantes recibió en octubre (230.580 turistas). Le siguió la Comunidad Valenciana (176.971) y Andalucía (143.378). Los desplomes más acusados por regiones se registraron en Madrid (-94,7%), Baleares (-93,1%) y Canarias (-88%).

Respecto a las Cuentas Públicas, según la Agencia Tributaria, destaca la caída de los ingresos tributarios:  durante octubre cayeron un 12,4% en comparación con el mismo mes de 2019, y el acumulado desde enero también arroja una caída de doble dígito, del 10,1%, por encima del retroceso del 9,6% registrado en septiembre.

El mes de octubre es el más importante en términos de recaudación (además de las declaraciones mensuales habituales, recoge los ingresos de las declaraciones trimestrales de las pymes y el segundo pago a cuenta del impuesto sobre sociedades). Pues bien, estas partidas han sufrido un importantísimo retroceso.

La recaudación del IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) se ha estancado hasta octubre (con un crecimiento interanual del 0% y una caída del 0,6% en términos homogéneos).

Todas las otras grandes figuras tributarias recaudatorias han sufrido retrocesos tanto en el mes como en términos acumulados.  

La importante caída del Impuesto de Sociedades tiene como principal interprete a las grandes empresas y grupos consolidados, ya que los ingresos relativos por estas firmas del segundo pago fraccionado descendieron un 36% comparado con 2019 (un 47% en el caso de las multinacionales, reduciéndose de 1.938 millones a 3.430 millones de euros). La razón no es otra que la fuerte reducción que ha vivido de sus beneficios, y a que los grupos más relevantes tributaron por el pago mínimo. En cuanto a las declaraciones de las pymes, la caída ha sido más suave, del 13,9%.

Entre los grandes impuestos, el IVA fue la figura que registró hasta octubre el segundo mayor descalabro, con una caída del 12,6%. El retroceso de sus ingresos es, no obstante, más moderado que en septiembre (-14,5%) y en el periodo de la hibernación económica, cuando llegó a caer cerca de un 30% en términos mensuales.

La recaudación por impuestos especiales sufrió una disminución parecida, del 12,3%, aunque inferior al 13% acumulado hasta septiembre: los ingresos por el gravamen sobre hidrocarburos disminuyeron un 6,2%, un 4,1% los relativos al tributo sobre la electricidad y un 7,2% el que grava las labores del tabaco.

El déficit del Estado, por otra parte, ha alcanzado los 57.736 millones de euros hasta octubre (5,22% del PIB), debido a un aumento del 16% de los gastos, que se sitúan en los 206.617 millones como efecto, entre otras cosas, de las transferencias hacia otras Administraciones para hacer frente a la pandemia, y a una caída del 13,5% de los ingresos.

Según ha explicado el Ministerios de Hacienda, “los ingresos correspondientes al mes de octubre están afectados, de manera similar a lo que viene ocurriendo en meses anteriores, por la situación económica derivada de la crisis sanitaria provocada por la covid-19”.

La pandemia lleva meses tensionando las cuentas públicas. A la fuerte expansión del gasto para hacer frente a la emergencia, desde el aumento de los recursos destinados a la Sanidad a las prestaciones extraordinarias para mantener a flote las rentas como los ERTE o el cese de actividad para los autónomos, se suma la fuerte caída de los ingresos anteriormente detallada.

La Administración central acumula el mayor desajuste en las cuentas hasta septiembre, con un agujero equivalente al 5,17% del PIB. Le sigue la Seguridad Social, que hasta septiembre acumula un déficit del 1,89% del PIB, efecto de un aumento de los ingresos inferior al alza del gasto. Con más detalle, el déficit de la Seguridad Social se ha situado en el 0,69% del PIB, frente al 0,67% de 2019, gracias a la transferencia de 14.003 millones aportada por el Estado el pasado mes de junio.

El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), encargado de abonar prestaciones como los ERTE, ha acumulado por su parte un desfase de 13.195 millones hasta septiembre.

Las comunidades han sido el único subsector que ha registrado superávit hasta el noveno mes del año: un saldo positivo en 2.597 millones, equivalente al 0,23% del PIB, frente al déficit del 0,29% de 2019. Este resultado se explica por la mayor financiación que han recibido y las transferencias excepcionales puestas en marcha para hacer frente a la pandemia, entre las que destaca el fondo covid-19 dotado con 16.000 millones.

Por otro lado, en el ámbito del sistema financiero, según los datos de Eurostat y el BCE, los cinco grandes bancos españoles han elevado en 25 puntos porcentuales su cuota de mercado, al pasar de aglutinar el 42,4% del mercado en 2008 al 67,4% el año pasado (supone un incremento del 59%). En ningún otro país, las entidades se han concentrado tanto en tan poco tiempo y son cifras superiores a la evolución en el conjunto de la Eurozona y en países como Francia, Italia o Alemania. En Italia la concentración de los grandes se ha elevado en 19 puntos (del 31,2% al 47,9%), un 53,5%. En Grecia la subida en puntos ha sido de 27,9, pero con un porcentaje del 40%, menor al español. Grecia es donde más concentrada está la banca de toda Europa: los grandes tienen el 94,7% del mercado, prácticamente todo.

En un nivel similar está Estonia, Lituania y Letonia. En el nivel del 80% de concentración está Holanda (84,7% entre los cinco grandes), Finlandia, Chipre y Malta. En la zona euro la cuota media de los grandes es del 53,3% en 2019, y concentración ha subido nueve puntos entre 2008 y 2019.

En relación con los bancos en España, algunos han alertado del “posible riesgo de oligopolio”, que podría tener unos efectos nocivos para la posibilidad de obtener créditos por las familias y empresas.

Por otro lado, se teme por el desenlace del Brexit. El Banco de España señala que la economía británica caería en 2022 en torno a un 3% adicional en el caso más adverso, aquel en que los intercambios entre Londres y la Unión Europea pasarían a regirse por las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

La circunstancia sería especialmente negativa para España, ya que la exposición comercial de nuestra economía al Reino Unido es “significativa”: concretamente, las exportaciones españolas de bienes y servicios a Gran Bretaña han supuesto el 9,6% del total en 2019, equivalentes el 3,4% del PIB, un porcentaje inferior a la media del euro, pero mayor al de Alemania, Francia o Italia.

La clave está en el importante peso del turismo británico. El Banco de España señala que el Reino Unido es el principal mercado emisor para la economía española, con el 21% de las entradas totales en 2019 y un 19% del gasto.

Mirando únicamente el comercio de bienes, el Banco de España sitúa al Reino Unido como el quinto socio más relevante para España por detrás de Francia, Alemania, Italia y Portugal, con una tendencia ligeramente decreciente por la disminución del porcentaje de empresas españolas que exportan al Reino Unido y el peor comportamiento del sector de la automoción y el agroalimentario, que junto a bebidas, tabaco y bienes industriales intermedios son las partidas más cuantiosas en los intercambios bilaterales con el Reino Unido.

Murcia, la Comunidad Valenciana, Galicia y Aragón serían las regiones más vulnerables a un escenario adverso hipotético en el que el Reino Unido y la Unión Europea implantaran aranceles mutuos, debido al mayor peso del mercado británico en las exportaciones de estas regiones.

También existen otros factores de riesgo: los ingleses son los principales compradores extranjeros de vivienda en España, fundamentalmente en el litoral mediterráneo y en las islas, acaparando un 14% de las compraventas de vivienda realizadas por no residentes en 2019, el 2% del total si se incluye también a los residentes en España.

Según el Banco de España, “nadie saldrá indemne de la ruptura, sea por las buenas o por las malas”, pero los cálculos se agravan cuando se comparan con el shock que supondrá para Londres la vuelta atrás en su relación comercial con 27 países. “En cualquiera de los escenarios, el impacto sobre la economía del Reino Unido es considerable”. Aunque las autoridades británicas podrían verse tentadas a camuflar el impacto del Brexit bajo los enormes efectos secundarios de la pandemia.

Centrándonos de nuevo en nuestra economía, ha ocurrido algo totalmente inédito: aunque la renta de las familias haya caído un 8,8% (rozando los 200.000 millones), el gasto en consumo también se ha contraído, nada menos que un impresionante 24% (133.222 millones en el segundo trimestre).

En consecuencia, la tasa de ahorro, que solía estar en torno al 6% de la renta disponible de las familias, en el segundo trimestre se ha situado en el 22,5% de los ingresos corrientes de las familias (renta disponible).

De igual forma, desde que comenzó la segunda ola de coronavirus, los movimientos de las tarjetas bancarias demuestran de nuevo que los confinamientos y limitaciones a la movilidad lastran el consumo

El adelantado Black Friday, que en España ha pasado de celebrarse un día a prolongarse durante cerca de un mes; el Cyber Monday y la campaña navideña quieren romper esa negativa tendencia en el consumo haciendo que en este difícil 2020 vayamos a pasar un trimestre entero con los escaparates cargados de descuentos y rebajas. Los últimos tres meses del año son claves para el consumo, ya que concentran en torno al 30% o 35% de las ventas anuales y también las más rentables, de ahí que, muy probablemente, pasemos del Black Friday a las rebajas de enero sin descanso en las ofertas.  

Ahora bien, existe una gran polarización: el Banco de España alerta de que antes de entrar en este funesto año, casi un tercio de los trabajadores, que ahora están siendo los más afectados por la crisis vivía en hogares cuyos activos financieros representaban menos de un mes de renta; y una parte de ellos tenía abultadas deudas bancarias (muchos jóvenes y mujeres con contratos precarios en el sector servicios y que, en estos momentos, lejos de acumular, si pueden, se están endeudando más).

Junto a ellos hay otra realidad, un numeroso grupo de asalariados que no han perdido esa red de seguridad y que ahorran de manera compulsiva por esa mezcla de circunstancias objetivas y subjetivas.

En cualquier caso, si la campaña de Navidad se espera complicada, todavía lo es más prever qué pasará con las grandes compras. Por lo pronto, las ventas de ciertos bienes, como los coches, no muestran el mejor panorama. Según ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones) en el pasado octubre el desplome alcanzó el 21% y el mercado es el tercero que peor se está recuperando de Europa.

En vivienda, el INE constata hasta septiembre siete meses consecutivos de caídas, aunque en los últimos meses se han moderado y algunos análisis apuntan a un cambio de tendencia.

MERCADOS:

El selectivo español, el Ibex, uno de los más castigados desde el inicio de la pandemia, ha cerrado el mes de noviembre con una subida ligeramente superior al 25% (la más elevada de entre los mayores índices del Viejo Continente y la mayor desde su nacimiento, en 1992). Con todo, el parqué madrileño sigue claramente en números rojos en lo que va de año: se deja más de un 15%, por lo que recuperar en diciembre todo el terreno perdido desde el 1 de enero es imposible.

También, el FTSE MIB de Milán (otro de los más golpeados desde el inicio de la crisis sanitaria) se anota casi un 23%; el CAC parisino un 20% y el DAX de Fráncfort, ha logrado ya dejar atrás los números rojos provocados por la covid-19, con una revalorización del 15%.

En España, los más beneficiados por este noviembre récord han sido, también, los valores que más habían sufrido desde el inicio de la pandemia: la hotelera Meliá se dispara casi un 70% en noviembre, y el grupo de aerolíneas IAG (al que pertenecen British Airways, Iberia y Vueling, entre otras), más de un 60%. El motivo: la expectativa de una pronta aplicación de la vacuna es importante para toda la economía, pero lo es aún más para sectores como el de transporte y turismo, en el que la normalidad no llegará hasta que no se haya levantado la última restricción a la movilidad. A pesar de ello, ambos valores siguen claramente en negativo en lo que va de 2020: la primera pierde casi la tercera parte de su valor desde enero y las acciones de la segunda se dejan casi las dos terceras de lo que valían a principios de año.

Los otros dos grandes nombres de la Bolsa española en el último mes son los dos mayores bancos del selectivo, el Santander y el BBVA, que se anotan un 47% y casi un 60% respectivamente.  

La compañía Repsol completa el grupo de empresas alcistas en noviembre con una subida del 51%, gracias al buen comportamiento del crudo desde que el pasado día 18 Pfizer anunciase una efectividad de su vacuna que no entraba ni siquiera en las quinielas de los más optimistas. Aun así, en el año es el tercer valor más castigado: cae más de un 40%.

Cuando menos, da sonrojo citar que el mes récord de la Bolsa haya coincidido en el tiempo con las peores cifras de muertos por coronavirus (durante el pasado noviembre, Sanidad notificó 9.200 fallecidos, el máximo desde marzo y abril por el avance de la segunda ola).

Las subidas han sido, al otro lado del Atlántico mayores: en Estados Unidos, las Bolsas no solo han vivido un mes para recordar (especialmente el tecnológico Nasdaq, que se anota nada menos que un 26% de subida), sino que siguen revalidando máximos ajenos a las cifras de contagios.

La realidad, es que, salvo la esperanza por las vacunas, las cuentas de resultados de las cotizadas siguen sufriendo los estragos de una pandemia que ha golpeado con fuerza al consumo, y sin embargo, han cotizado este noviembre como si nada hubiese ocurrido. Por tanto, cabe plantearse si la subida obedece a la especulación y modernos algoritmos utilizados últimamente en las Bolsas, o por contrario están basados en datos de la situación real. En mi opinión, todo ello invita a la cautela y prudencia.

Respecto al Euribor, ya ha sufrido la sexta caída consecutiva que supone el cuarto mínimo histórico seguido en lo que va de año. Lo que hasta hace no mucho hubiera parecido imposible, es ya habitual en el euríbor. El índice al que se referencian casi todas las hipotecas variables en España cierra noviembre en el -0,48%, es decir, dos puntos básicos menos que el mes anterior, el nivel más bajo de toda la serie.

Consiguientemente, la consecuencia es el abaratamiento tanto de los nuevos préstamos hipotecarios como de los antiguos cuya revisión toque ahora, ya que la variación con respecto al nivel del euríbor de hace un año es negativa. En el corto plazo, los expertos no atisban ninguna subida, aunque en el medio, si la coyuntura económica presentase señales de una sólida recuperación, podría empezar cierta remontada.

La mayoría de análisis apuntan a la previsión de un Euribor en el corto plazo estancado por debajo del -0,40%.

En el mercado de crudo petrolífero, la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo, que supone alrededor del 60% de los bombeos globales) y Rusia han acordado un aumento paulatino de la producción de crudo que ponen cada día en los mercados tras el drástico recorte pactado en lo más duro de la pandemia. De forma que aumentarán en 500.000 barriles diarios más a partir del 1 de enero, aunque la cifra será recalibrada cada mes si es necesario.

El acuerdo supone oxígeno para los países exportadores, que necesitan vender una cantidad cada vez mayor para reequilibrar sus maltrechas finanzas públicas. Y una oportunidad de ir deshaciéndose de un volumen cada vez mayor de crudo justo cuando crecen las voces que piden que miles de millones de barriles queden definitivamente bajo tierra como única opción posible para frenar el cambio climático.

El petróleo ha sido una de las materias primas más golpeadas por la pandemia, hasta el punto de que, en el peor momento de la crisis sanitaria, a mediados de abril, el precio del Texas (la referencia del mercado en Estados Unidos) llegó a situarse en negativo.

EMPRESAS:

Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), las empresas de transporte aéreo global sufrirán este año unas pérdidas netas de 118.500 millones de dólares (99.500 millones de euros), y aunque se espera que su situación mejore en 2021, aún se prevé un cierre en 2021 también con cifras en rojo.

Las perspectivas negativas para uno de los sectores más golpeados por la pandemia de la covid-19, empeoran las previsiones emitidas en junio, cuando la asociación vaticinó pérdidas netas de 84.300 millones de dólares (70.000 millones de euros) para 2020 y 15.800 millones de dólares (13.000 millones de euros) en 2021.

Según declaraciones de la propia asociación, “los libros de historia recordarán el año 2020 como el peor año financiero para el sector, que, aunque redujo sus costes en 1.000 millones de dólares diarios de media, seguirá acumulando pérdidas sin precedentes”.  

Según ha informado la organización, “las aerolíneas han recortado sus costes en un 45,8%, pero los ingresos han caído un 60,9%, y como resultado las compañías perderán 66 dólares (55 euros) por cada pasajero transportado este año”.

viernes, 13 de noviembre de 2020

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A NOVIEMBRE 2020: se precisa incrementar las políticas de demanda (aumento del gasto público, transferencias, diferimiento o bajada de impuestos...)

 

El Fondo Monetario Internacional ha advertido al G-20 que la crisis del coronavirus va a continuar, y ha pedido a Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países que incrementen su gasto fiscal.

GLOBAL:

El FMI ya había pronosticado una disminución del PIB mundial del 4,4 por ciento en 2020. Así como la vuelta a un crecimiento del producto del 5,2 por ciento en 2021. De forma que, ante la gravedad de la situación económica, los gobiernos deben mantener los estímulos económicos.

La institución ha señalado que, frente a la posible reducción de los apoyos fiscales (transferencias de efectivo a los hogares, pagos de impuestos diferidos y préstamos temporales a empresas que habían expirado o estaban programados para hacerlo, “es deseable un apoyo mayor el próximo año del proyectado, actualmente, en algunas economías”.  

En la misma línea, la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), en declaraciones de su Secretario General, Ángel Gurria, frente al cierre de Pymes y empleos perdidos ha señalado la necesidad de mantener las transferencias a los hogares, el diferimiento en al pago de los impuestos, y la concesión de préstamos temporales a las empresas.

CHINA:

Salvo China, todas las economías están sufriendo la mayor crisis desde la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado. Y es que el gigante asiático, en los indicadores correspondientes al tercer trimestre, muestra un crecimiento del 4,9% de su PIB. Habiendo retornado, tras su caída anterior, a tasas de crecimiento positivas.

La realidad es que, sinceramente, las cifras oficiales chinas siempre motivan cierto recelo y escepticismo respecto a su exactitud: en la mayoría de las economías las cifras del PIB se extraen como resultado de la actividad económica, mientras que el Gobierno de China fija una cifra y, a continuación, los niveles inferiores de la Administración deben hacer lo que sea necesario para alcanzarla. Lo más importante es saber cuánto crecimiento necesitan por motivos políticos, lo que básicamente se reduce a evitar que aumente el desempleo para que no se convierta en un problema.

El partido comunista chino, en lugar de fijar una tasa de crecimiento para su PIB, persigue la reducción del desempleo como máxima prioridad. La tasa oficial de paro urbano (poco significativa de la situación existente) durante el pasado septiembre descendió hasta el 5,4% (el febrero se situó en el 6,2%).

El gobernador del Banco Central de China, Yi Gang, ha señalado que estima un crecimiento del PIB próximo al 2%.  Pero el recelo y la ausencia de datos totalmente fiables es un hecho real.

Sin embargo, sí que ha sobresalido la cifra de ventas al por menor, que ha subido un 3,3% durante el mes de septiembre pasado. El gasto privado refuerza su evolución, ya que en el pasado mes de agosto tan solo lo hizo un débil 0,5%.

La producción industrial, un indicador fundamental de la salud de la estructura productiva y económica, creció en septiembre un 6,9%, debido a que las ayudas en el gigante asiático se han centrado en ayudas a la producción, por lo que las exportaciones han seguido creciendo, nada menos que un 13,2% en septiembre hasta alcanzar el montante histórico de 203.000 millones de dólares (173.000 millones de euros).

Pese a la crisis económica, salvo sorpresa, el país cerrará este 2020 en territorio positivo. El Partido Comunista, no obstante, rehusó establecer un objetivo de crecimiento anual tal y como acostumbra durante la reunión anual de la Asamblea Popular Nacional celebrada durante el pasado mayo.

Consecuencia de lo anterior, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó al alza sus previsiones anuales hasta el 1,9%. Esto convertirá a China, el primer país en el que se manifestó la covid-19, en una de las pocas grandes economías mundiales, probablemente la única, que crecerá en este 2020. Para Estados Unidos espera un -4,3%, y para la India un -10,3%.

La inversión en activos o capital fijo productivo también aumentó un 0,8%. Por otro lado, la tasa de desempleo continúo bajando hasta el 5,4% (en febrero estaba en el 6,2%).

Sin duda el control del virus ha permitido retomar la actividad con leves restricciones. Los colegios han iniciado el curso escolar con normalidad, las fábricas operan a pleno rendimiento y los centros comerciales se encuentran  atestados de clientes.

Además del éxito en la contención del virus, la recuperación de China se ha visto apoyada por una política monetaria y fiscal acomodaticia. El crecimiento de las exportaciones el 13,2% anteriormente citado, podría verse atenuada por la apreciación de la moneda nacional, el yuan, que ha experimentado recientemente su mayor revalorización.

En cualquier caso, el FMI espera que la economía de China crezca más del 8% en 2021.

LATINOAMERICA:

El desplome del PIB y de la renta per cápita de la región ha retrocedido una década. La pobreza extrema está a niveles de los años noventa.

El FMI, el Banco Mundial y la Cepal pronostican caídas del PIB de la zona en torno al 8% este año: ese batacazo ha resucitado la maldición latinoamericana de la década perdida. A finales de 2020 habrá 214 millones de pobres en la región, más de un tercio de la población, y se prevé que 83 millones de personas caigan en la extrema pobreza, un artificio estadístico que pone el umbral en unos ingresos inferiores a 1,9 dólares al día.

Además, existe el riesgo de una nueva crisis de deuda soberana y un prolongado ciclo de políticas de austeridad. Ello conduce a ajustes económicos que, sin duda, pueden agravar las enormes fracturas sociales, si no se adopta una respuesta multilateral. España se ha ofrecido para liderarla: Nuestro país propone una emisión extraordinaria de derechos especiales de giro por el FMI (una solución complicada por el bloqueo de EE UU), o la posibilidad de que el Fondo use en América el margen del que dispone para Europa si el Viejo Continente no lo necesita. Se proponen también “moratorias amplias” y la flexibilización de líneas de liquidez del FMI y de los bancos multilaterales de desarrollo.

EUROZONA:

Desde la fundación de la Comunidad Económica Europea, el segundo trimestre de 2020 ha sido el peor periodo económico por el que ha atravesado la Unión Europea.  

La zona euro retrocedió en ese trimestre un 11,8%, con grandes divergencias dentro de la misma: del desplome del 17,8% de España (muy dependiente del turismo), al 4,5% de Finlandia. Alemania retrocedió un 9,7%.

Ante la tremenda gravedad de la situación, los Gobiernos de la Unión Europea movilizaron su artillería para proteger a sus empresas. Según la Comisión Europea, los Veintisiete han ayudado a sus sectores empresariales con 2,94 billones de euros. El 52,7% de esta cantidad corresponde a Alemania; el 15,2%, a Italia; el 14,1%, a Francia, y el 5%, a España. Además, los países han tenido que afrontar un aumento del gasto para financiar medidas de protección temporal del empleo como los ERTE.

Los datos de la Oficina Estadística de la UE (Eurostat) muestran cómo esas medidas, junto al hundimiento económico, se trasladaron de inmediato a las cuentas públicas. Todos los países de la UE cerraron el mes de junio con déficits en sus presupuestos públicos. En el conjunto de la zona euro, el desfase entre Gastos e Ingresos fue del 11,6%, mientras que en la Unión Europea fue del 11,4%. Alemania pasó del superávit de finales del año pasado a un déficit del 9,2% del PIB, mientras que Francia alcanzó el 11,6% y, fuera de la zona euro, Polonia el 19,8%. El Reino Unido ya no forma parte de la UE, pero su déficit alcanzó el 22,1% en ese periodo. No hay datos homogéneos para España, pero según Eurostat, el déficit sin desestacionalizar se situó en el 24,5% del PIB.

Según Eurostat, los países de la moneda única cerraban 2019 con un desfase en sus cuentas públicas que, en conjunto, llegaba al 0,8% del PIB, en el segundo trimestre del año este llegó al 11,6%. También la deuda pública creció, pasando de una cifra equivalente al 86,2% al 95,1% del PIB.

Consiguientemente, la Deuda Pública en la eurozona pasó del 86,2% del cuarto trimestre de 2019 al 95,1% en el segundo de 2020. Según la Oficina Estadística los mayores incrementos de deuda respecto al PIB se produjeron, en Chipre (+17,1 puntos porcentuales), Francia (12,8), Italia (11,8), España (11,1) y Croacia y Bélgica (11). En total, seis países (Bélgica, España, Francia, Italia, Chipre y Portugal) estaban ya por encima del 100% respecto al PIB.

Sin embargo, la mejora en la lucha contra la pandemia del Covid -19 permitió en la región del euro una sensible mejoría económica durante el segundo trimestre de 2020: según Eurostat, los países de la moneda única experimentaron en ese periodo un crecimiento sin precedentes 12,7% trimestral y del 12,1% en el conjunto de la UE.

Tras la disminución del Producto Interior Bruto (PIB) del 11,8% en el segundo trimestre -la más grave desde la Segunda Guerra Mundial- las economías europeas rebotaron con vigor: la economía francesa creció un 18,2%; la de España un 16,7%; Italia un 16,1%; Portugal un 13,2%; Austria un 11,1%, y Alemania un 8,2%.

Por otro lado, aunque muy relacionado, la zona euro registró una deflación del 0,3%. Este hecho va a llevar al Banco Central Europeo a una nueva serie de necesarios estímulos económicos.

La situación es tremendamente complicada: mientras no se venza al Covid-19 no es posible que haya recuperación económica, de ahí que se teman nuevos confinamientos y más severas restricciones.

El nuevo escenario, junto a la posibilidad de un Brexit sin acuerdo, podrían enturbiar seriamente las expectativas de la Unión Europea.

Las ayudas del paquete de emergencia aprobadas por el Eurogrupo, en el pasado mes de abril, de hasta 540.000 millones de euros para ayudar a reforzar la sanidad (240.000 millones en préstamos del Mede); proteger empresas (200.000 millones del BEI) y puestos de trabajo (100.000 del fondo SURE). Además, los líderes europeos dieron luz verde a un paquete de recuperación de 800.000 millones de euros. El problema de esos fondos es que por ahora solo han llegado a la economía 17.000 millones para financiar sistemas para salvaguardar temporalmente empleos, como los ERTE y que los Gobiernos siguen rechazando acudir al Mede pese al ahorro que supondría para muchos de ellos.

La economía francesa creció en el tercer trimestre el 18,2%, después del hundimiento que registró en primavera por el primer confinamiento, pero pese a todo se mantuvo a un nivel mucho más bajo que el que había antes de la crisis.

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, debido al “evidente deterioro de las expectativas”, ha anunciado la adopción de nuevos estímulos a finales de este año: “en el actual entorno de riesgos de manera clara, muy claramente inclinados a la baja, el consejo evaluará cuidadosamente la información recibida, incluyendo la dinámica de la pandemia, las perspectivas de un despliegue de vacunas y la evolución del tipo de cambio. Y estamos de acuerdo en la necesidad de recalibrar nuestras medidas en una próxima reunión del consejo. Y será una recalibración en la que se revisen todos los instrumentos, con el objeto de determinar cuál es la mejor combinación y qué está funcionando mejor y qué está funcionando peor. Estamos muy expectantes ante los datos de infecciones de noviembre y de crecimiento. La recuperación económica de la zona del euro pierde dinamismo”. He mantenido, por su claridad, las palabras originales de Lagarde.

El BCE garantizará las condiciones de financiación para apoyar la recuperación económica. Dado que prevé una “significativa ralentización de la actividad económica en el cuarto trimestre. El riesgo de recesión para la zona del euro ha vuelto a aumentar.

La confianza de los consumidores ha caído, y los precios han bajado un 0,3%, de forma que la autoridad monetaria de la eurozona no podrá  cumplir con su objetivo elevando los precios al objetivo del 2%.

Por todo ello el BCE proseguirá con la política expansiva, que seguirá vigente al menos hasta junio de 2021y con el programa de compra de activos (continuará adquiriendo bonos a un ritmo mensual de 20.000 millones de euros). Esto significa que puede comprar más deuda de un país en un momento dado si su prima de riesgo se dispara en el mercado.

El BCE ha dejado abierta la posibilidad de prorrogar sus compras más allá de junio de 2021: “en cualquier caso, hasta que juzgue que la fase de crisis del coronavirus ha terminado”.

De igual forma, el BCE “continuará proporcionando abundante liquidez a través de sus operaciones de financiación”. Mención especial ha realizado a la nueva serie de operaciones de financiación a plazo más largo para la banca, conocida por las siglas TLTRO III: “siguen siendo una atractiva fuente de financiación para los bancos, apoyando los préstamos a empresas y familias”.

ESPAÑA:

El final del gran confinamiento y la intervención pública para evitar despidos y cierres de negocios llevaron a la economía española a crecer un 16,7% en el tercer trimestre del año (la mayor subida de la serie histórica).

Ahora bien, los niveles previos del PIB español están muy distantes. Después de volatilizarse casi una cuarta parte del PIB en la primera mitad del año, solo se ha recuperado el 59% de lo perdido y la economía aún cae un 8,7% en tasa anual respecto al tercer trimestre de 2019, (el doble que en la zona euro).

Sin embargo, desafortunadamente, es evidente que el aumento de las restricciones por la segunda ola de la pandemia en todo el continente está amenazando seriamente a la mejoría económica vivida.  La incertidumbre sigue siendo muy fuerte tanto a nivel europeo como global.

Ha sido el peor verano de la historia para el turismo, con un desplome cercano al 70% y 40.000 millones menos en ingresos. Realmente, lo que más se animaron fueron determinadas actividades del sector servicios: los concesionarios volvían a vender automóviles, los bares volvían a servir raciones, y los aviones retomaban sus vuelos.

Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), la demanda nacional tiró de la economía, ya que aumentó 11 puntos respecto al trimestre interior. Mientras que la exterior aportó 1,8 puntos más que en primavera. La inversión (16,3%) y el consumo de los hogares (20,7%) mejoraron frente al trimestre precedente. Por sectores, la industria fue la que más subió (27%), especialmente la manufacturera, seguida de la construcción (22,5%) y los servicios (15%), impulsados por el tirón del comercio, el transporte y la hostelería (42,5%). La agricultura permaneció estancada.

Respecto a la evolución de los precios, el IPC ha proseguido su caída durante el pasado octubre, por lo que ya encadena siete meses en negativo. En el pasado mes los bienes y servicios vieron crecer su precio medio punto respecto a septiembre, pero cayeron un 0,9% en comparación con octubre del año pasado, cinco décimas menos que el mes anterior.  

Por tanto, el IPC, como se ha citado, lleva siete meses en negativo desde que en abril se situó en el -0,7%. La caída interanual de octubre, del -0,9%, es el mayor retroceso de este año desde el sufrido el pasado mes de mayo, en pleno confinamiento. Para encontrar un descenso similar en el histórico hay que remontarse a mayo de 2016.

No obstante, pese a la negativa evolución de los precios, el Gobierno espera recuperar el IPC a lo largo del próximo año, por lo que 2021 acabaría con una subida del 0,9%. Sin duda, esta es la referencia para la subida salarial de los funcionarios y de las pensiones contributivas, según recoge el proyecto de Presupuestos para 2021.

Por lo que respecta al empleo, según los datos difundidos por el Ministerio de Trabajo, el número de desempleados en España aumentó durante el mes de octubre en 49.558 personas, superándose así los 3,8 millones de parados. De esta manera, desde que empezó la crisis hay casi 600.000 parados más, mientras que, si se compara con octubre de 2019, hoy hay 648.000 personas desempleadas más. Como marca la tradición, octubre suele ser un mal mes para el paro, ya que certifica definitivamente el final de la campaña veraniega, mientras que muchas de las campañas de recogida en el campo, como la vendimia, también finalizan.

Respecto a la ocupación, la Seguridad Social logró sumar 113.975 empleos en el décimo mes del año, la segunda mayor subida en dicho mes, al menos, de este siglo. En total hay 18,9 millones de empleos en España, rozándose los 19. Sin embargo, todavía faltan casi 260.000 empleos por recuperar desde que empezó la crisis sanitaria. Mientras que, en comparación con hace un año, el sistema ha perdido 439.628 afiliados.

Uno de los datos clave para entender la evolución del paro en octubre son los sectores donde más ha aumentado el desempleo. El sector servicios lo hace en más de 30.000 personas (1,15% más), mientras que la agricultura lo hizo en unos 10.000 (5,75% más). Subidas que no pudieron ser contrarrestadas por la industria, donde el desempleo bajó en 786 personas, ni por la construcción, donde cayó en 365.

Ha sido la educación la que ha tirado del empleo. En concreto, este sector, con el comienzo del año escolar y las necesidades de los colegios para contratar a personal docente de refuerzo para capear el coronavirus en las aulas.

La otra cara de la moneda la protagoniza la hostelería, que con las restricciones aplicadas durante el mes de octubre por la segunda ola del coronavirus, destruye 85.000 empleos.

En cuanto a los autónomos, estos registraron una leve subida de 1.816 trabajadores por cuenta propia más. Sin embargo, preocupa la tendencia descendiente que está ocurriendo en sectores como la hostelería y el comercio.

Dentro de los afiliados a las Seguridad Social continúan 599.530 personas afectadas por un ERTE. Son casi 130.000 menos que hace un mes. Entre las actividades más afectadas se encuentran las relacionadas con el turismo. Así, los servicios de comidas y bebidas aún cuentan con 117.208 personas incluidas en un ERTE, mientras que los servicios de alojamiento tienen a más de 94.000 personas.

En cuanto al comercio, tanto minorista como mayorista, este aglutina a más de 88.000 personas. Por último, las agencias de viajes, la actividad que mayor porcentaje de personas respecto al total de empleados se encuentra en un ERTE, tiene a más de 22.000 trabajadores en esa situación.

Analizando con más detalle la evolución del turismo en España, según el INE durante los meses de junio a septiembre, llegaron 6.250.000 visitantes extranjeros (un retroceso del 83% frente a los 37 millones del verano anterior). Los turistas franceses fueron los que más confiaron en España y su número cayó un 63%. Mientras que los estadounidenses fueron los más escépticos y el 96% ahora ha decidido, respecto al año pasado, no venir a España. La mayoría de los turistas que no visitaban se han quedado en sus casas.

Las consecuencias son realmente devastadoras para la economía española: en 2018 el sector aportó, nada menos que el 12% del PIB español (147.000 millones de euros), con unos empleos de 2,6 millones de trabajadores.

Alemania y Reino Unido mantuvieron el tráfico aéreo durante los meses de verano. Pero los turistas por excelencia han sido los franceses, de los que cuatro de cada 10 han continuado viniendo a España pese a la situación sanitaria. En total, entre julio y septiembre llegaron casi dos millones de visitantes galos (-67% respecto al verano pasado), 850.000 alemanes (-82%), 800.000 británicos (-90%) y 310.000 italianos (-85%). Por otra parte, el turismo transatlántico prácticamente ha desaparecido, como ya he citado, apenas llegaron 37.000 estadounidenses (-96%).

Baleares es, por mucho, la Comunidad más afectada por el hundimiento del turismo este año. Entre enero y septiembre perdió casi el 90% de sus turistas, en un archipiélago en el que el 77% de los empleos de verano de 2019 estuvieron relacionados con el turismo.

A Baleares le sigue Cataluña, que perdió el 77% de los visitantes extranjeros, Andalucía (-75%), Comunidad de Madrid (-72%) y Comunidad Valenciana (-71%).

También, consecuencia de la pérdida económica general, también ha caído un 23% el gasto medio por turista.

El Banco de España, en su Informe de Estabilidad Financiera, también ha alertado sobre el impacto de la segunda ola de la pandemia. Señala que “a finales de 2022 no se habrá alcanzado aún el nivel de actividad previo a la crisis”.

No obstante, el informe incide en la necesidad de controlar una deuda pública desbocada por un aumento del gasto mezclado con la caída en picado de la economía: “es preciso elaborar un plan de reequilibrio de las cuentas públicas que se ponga en marcha una vez que se consolide una senda de recuperación económica y que, de forma gradual pero sostenida en el tiempo, reduzca el endeudamiento a que ha dado lugar la crisis. Será necesaria una consolidación fiscal importante y reformas estructurales”.

Respecto a los bancos, el Informe precisa que “las pruebas de resistencia realizadas anticipan efectos negativos sobre sus ratios de solvencia. De ahí la importancia de que siga suspendido el reparto de dividendos de la banca”.

La tormenta de datos económicos del Banco de España refleja el cambio de tendencia que ha provocado la pandemia. Los bajos intereses a pagar por las políticas monetarias de los bancos centrales, y las necesidades de la pandemia, han tirado abajo la doctrina de la austeridad, al menos temporalmente. Según Mario Draghi, expresidente del BCE, “se han roto los tabús, gastar se ha convertido ahora en una buena idea”.

MERCADOS:

La Bolsa ha despedido octubre con una semana negra, sin duda, como consecuencia de los contagios del virus, su amenaza y la incertidumbre reinante. El pesimismo se ha apoderado de los inversores hasta unos niveles históricos.

El selectivo español ha cerrado el mes de octubre con una caída del 3,94% tras perder un 6,4% en su última semana (la peor desde junio).

Tras el mal mes de octubre que ha dejado la Bolsa muy tocada, en el día siguiente a las elecciones estadounidenses, en Europa los mercados han cerrado con subidas, animadas por los avances de Wall Street, en una jornada de mucha volatilidad tras el ajustado resultado en las elecciones de Estados Unidos. El sector bancario, a la cabeza de las pérdidas en bloque, ha sido el principal lastre del selectivo.

La realidad, es que el mes de octubre se ha cerrado con noticias alarmantes para la recta final de este 2020: las nuevas restricciones adoptadas en Francia y Alemania, y que podrían ampliarse a otros países.

Según el balance de los mercados operados por Bolsas y Mercados Españoles (BME), la Bolsa española negoció en renta variable 27.977,3 millones de euros en octubre, un 40,4% menos que en el mismo mes del año anterior y 11% menos que en septiembre.  

En cuanto a la renta fija, el volumen contratado alcanzó los 28.640 millones de euros en octubre, un 44,7% más que en septiembre y un 15,8% más que en el mismo mes del año anterior.

En el mercado de derivados financieros, la negociación ha aumentado un 0,2% en el acumulado del año en Futuros sobre Ibex 35 y un 7,4% en Futuros Ibex 35 Mini.

La negociación en las opciones sobre acciones creció un 15% respecto al mismo periodo del año anterior, mientras que su posición abierta es un 4,3% superior a la que tenían en el mismo mes del ejercicio precedente.

Por otro lado, según datos de las patronales Anfac (fabricantes), Faconauto (concesionarios) y Ganvam (vendedores) todos los canales reducen sus ventas, con especial incidencia en el canal de alquiladores, que cae un 46,2%, hasta las 2.884 unidades. El canal de particulares, el de mayor volumen y mayor rentabilidad para las concesiones, registra un profundo descenso en el mes, del 22,7% y 37.974 unidades.

Las matriculaciones de vehículos eléctricos de todo tipo acumulan una subida del 41,5% hasta octubre, con más de 26.600 unidades. Solo el mes pasado los registros crecieron un 26%, con 2.247 unidades, según datos de la asociación de impulso al vehículo eléctrico Aedive.

El mes pasado las ventas de turismos eléctricos crecieron un 41,3%, hasta alcanzar las 1.146 unidades; acumulando un aumento del 38,5%%, con un total de 11.470 unidades.

Por otro lado, se ha conocido que el mercado hipotecario registró el pasado agosto una caída del 3,4% con respecto al mismo mes de 2019. En términos absolutos, las 19.825 hipotecas constituidas para la compra de vivienda suponen bajar del umbral de las 20.000, algo que no sucedía desde julio de 2016 (son casi una cuarta parte menos de las firmadas en julio). Es el sexto mes consecutivo de caídas, que comenzaron en marzo coincidiendo con la declaración de la alerta sanitaria en España.

El descenso anual del 3,4% es el menor desde que empezó la pandemia y podría hacer pensar en una leve recuperación, pero la cifra engaña, ya que la comparación con agosto del año anterior es problemática porque en 2019 entró en vigor a principios de verano la nueva ley hipotecaria, lo que provocó una turbulencia de dos meses en el mercado que en las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE) se reflejó en agosto y septiembre. Es decir, se trata de una caída pese a que se compara con una cifra inusualmente baja. Si se atiende a la variación mensual (es decir, comparándolo con julio), el retroceso del 23,8% no deja lugar a dudas: de momento, la paralización de operaciones durante el confinamiento no ha provocado una avalancha posterior y el mercado continúa prácticamente congelado.

Según la estadística publicada por el INE, las hipotecas se abarataron considerablemente en agosto. El tipo de interés medio de los préstamos para la compra de vivienda se situó en el 2,49%, cinco puntos porcentuales menos que en julio.

En el conjunto del mercado (teniendo en cuenta todos los préstamos y no solo aquellos destinados a la compra de vivienda), en España se constituyeron 27.654 hipotecas en agosto. Es un 4% menos que 12 meses antes y supone un desplome del 25,3% respecto al volumen de julio. El capital prestado, algo más de 4.391 millones de euros, refleja una caída interanual del 2,2%, mientras que el importe medio subió un 1,8% hasta 158.785 euros.

EMPRESAS:

Repsol está tratando de crecer para hacer frente a la crisis, que le ha llevado a perder 2.578 millones de euros, una cifra ligeramente superior a los 2.484 millones del primer semestre. Además de la pandemia, este resultado se produce en un contexto de drástica caída de los precios de crudo y gas.

Repsol ha cerrado los primeros nueve meses de 2020 con unas pérdidas ligeramente superiores a los 2.484 millones del primer semestre. Este resultado se produce en un contexto de extraordinaria dificultad por la crisis sanitaria global, la drástica caída de los precios del crudo y del gas y el colapso de la demanda, según ha señalado la empresa al comunicar los resultados. El beneficio neto ajustado, que mide específicamente el desempeño de los negocios, fue positivo en 196 millones de euros y en el tercer trimestre mejoró en 265 millones el resultado negativo de 258 del segundo trimestre del año tras las medidas adoptadas por el grupo tras el inicio de la pandemia, arrojando un excedente de siete millones entre julio y septiembre.

Ante unos resultados tan negativos, Repsol trata de buscar la salida por la vía de las renovables, lo que es un adelanto del nuevo plan estratégico que tiene previsto presentar a finales de noviembre: nuevas asociaciones para el negocio de renovables; aumentar la producción de biocombustibles y el Plan de Resiliencia decidido en el pasado mes de marzo.

Repsol ha reforzado su posición financiera a lo largo del ejercicio mediante cinco emisiones de bonos por un total de 3.850 millones, de los que 1.500 millones corresponden a bonos perpetuos subordinados, que fortalecen el patrimonio del grupo, además de su liquidez. El mercado ha mostrado su confianza en la compañía con una demanda que ha superado con creces la oferta en todas estas emisiones. También se incrementaron las líneas de crédito comprometidas y no utilizadas en 1.605 millones.

La propuesta de remuneración al accionista a futuro se basará en tres pilares: será atractiva comparado con competidores y con el Ibex, se financiará sin recurrir a deuda y será compatible con mejorar el balance de la compañía.