La incertidumbre
provocada por la pandemia y los graves riesgos que podrían provocar los
retrasos en las vacunas, dominan el panorama social y sanitario y, por lo
tanto, económico.
Veremos si estas poco
normales fiestas navidades van a ser una causa que intensifiquen la entrada de
la tercera oleada de las infecciones del Covid 19.
La realidad es que todas
las cifras, informes y pronósticos giran en torno a los estragos humanos y
económicos que está teniendo esta pesadilla.
GLOBAL:
Todas las esperanzas
están puestas en la Vacunas. Pero los tiempos que nos ha tocado vivir, dónde se
suceden vertiginosamente los cambios bruscos de situación, dan lugar a que
todos los informes y previsiones económicas para el año 2021 que acabamos de
comenzar estén repletos de condicionantes, lo que motiva que puedan quedar
obsoletos desde su publicación (por ejemplo, no recogen, por desconocimiento,
el impacto de la nueva cepa del Reino Unido).
No obstante, se respira
cierto optimismo: la crisis actual no tiene que ver nada con las vividas en
otros periodos recesivos. Consiguientemente, podría ser que la campaña de
vacunaciones vaya reactivando la maquinaria productiva en las economías.
En ese sentido el Fondo
Monetario Internacional (FMI), en sus previsiones de otoño, estima un aumento del
5,2% para el PIB mundial en 2021 frente a una caída del 4,4% en 2020: “ante las
positivas noticias sobre la eficacia de las vacunas, ya podemos ver la luz al
final del túnel. Llegar a la salida podría ser cuestión de meses, según la
rapidez con la que se puedan producir y distribuir los tratamientos. Un débil
crecimiento seguirá siendo la tónica en el primer trimestre de este nuevo año
y, posiblemente, a partir del verano podría registrarse un repunte importante
de la actividad, después de que se hayan facilitado las vacunas, se libere la
demanda acumulada y la vida pueda comenzar a recuperar la normalidad”.
Sin embargo, el camino no
está exento de riesgos. Si no se logra controlar a la pandemia, las economías
podrían tardar años en recuperarse, ya que la posibilidad de un estancamiento
duradero no se ha difuminado en este 20121.
Aparte
de las vacunas, los Gobiernos y los Bancos Centrales siguen disparando su
munición. Tanto la Reserva Ferreal en Estados Unidos como el BCE en la Eurozona han
reiterado que mantendrán los tipos de interés en los niveles tan,
históricamente, bajos y que seguirán comprando activos en el mercado: “la
política monetaria llevada a cabo hasta ahora se mantendrá en términos
ultraexpansivos y respaldará una provisión de liquidez que garantice que los
recursos financieros sean suficientes para satisfacer las necesidades de la
actividad productiva y del endeudamiento público, minimizando a su vez el
riesgo de insolvencia”.
Por el lado del Gasto
Publico, si bien el dogma imperante era “cerrar el grifo fiscal y apretarse el
cinturón”, ahora la actitud dominante es completamente distinta. Desde el
comienzo de la pandemia, los Gobiernos, no solo promueven el gasto fiscal de
forma generalizada para frenar los efectos de la crisis, sino que lo hacen de
forma más coordinada con los bancos centrales. Prueba de ello es que, según el
FMI, la deuda pública de los países avanzados se incrementará en 20 puntos
porcentuales hasta llegar a representar de media el 125% del PIB a finales de
2021.
Los tipos de interés
negativos proporcionan un importante alivio para poder diluir la tremenda bolsa
de Deuda Pública generada. De forma que, hasta ahora, los Gobiernos han podido
manejar el abultadísimo déficit presupuestario que precisa la lucha contra la
situación a la que nos enfrentamos.
Sin embargo, debido al
hecho de que cada país tiene una distinta capacidad económica de gasto para
afrontar las consecuencias del virus, hasta que la crisis sanitaria se resuelva
por completo en todo el mundo -no antes de 2022-lo más probable es que se
recuperen antes, además de China y Japón, los países ricos del mundo occidental.
Por lo que respecta a la
incidencia de la Pandemia a largo plazo, se está cuajando cierto consenso
respecto a que pueda suponer el posible final de la etapa neoliberal, que
comenzó hace 40 años bajo las administraciones de Ronald Reagan y Margaret
Thatcher: las consecuencias directas de los grandes desafíos de la
globalización, la liberalización extrema y el creciente poder de los mercados
financieros son una mayor desigualdad, menores ingresos reales y el
estancamiento del ascensor social. Este caldo de cultivo, unido a las
necesidades surgidas por la pandemia, es el que refuerza a los poderes públicos
en la economía. “En este nuevo mundo, los Estados ganarán protagonismo a través
de las ayudas al desempleo y la recuperación económica, así como mediante la
asistencia sanitaria”, según señala un informe del Deutsche Bank en España.
CHINA:
La reacción de forma tan drástica
y efectiva para contener la propagación interna del virus, ha dado lugar a una
salida más rápida de la crisis económica. Según el FMI, el gigante asiático
crecerá este año un 1,8%, siendo la única entre las grandes economías, que deje
atrás la recesión, y un 8,2% en 2021.
La economía de China ha
salido geopolíticamente reforzada de la pandemia. La circunstancia de que las
economías de Asia septentrional (China, Corea, Taiwán) hayan logrado contener
la pandemia con mayor acierto que el resto del mundo (Europa y Estados Unidos siguen
enfrentándose a importantes restricciones para frenar la propagación del
virus), ha motivado que China haya recuperado los niveles de actividad previos
a la covid.
En plena reorganización
de su modelo económico para enfocarse más en el consumo interno y no depender
tanto de las exportaciones, podría ocurrir que el crecimiento interanual del
PIB de China podría ser extraordinario en el primer semestre de 2021 para luego
ralentizarse en cierta medida durante el resto del año.
Por otra parte, China
continúa maniobrando para ganar a largo plazo alimentándose de sus propias
industrias de alta tecnología, en particular en el ámbito de la robótica, la
aviación y otras áreas de manufacturas avanzadas.
El Gobierno chino, cuya
economía según el Banco Mundial representa el 16% del PIB mundial, se ha
propuesto duplicar su tamaño en un plazo de 15 años. De forma que en una sola década
está previsto que reemplace a la economía estadounidense, al convertirse en la
primera economía del planeta.
Respecto a las reformas,
pese a que el modelo chino sigue siendo nominalmente comunista, hace muchos
años que las empresas privadas son el motor de su economía. Estas han pasado de
sumar 443.000 en 1996 a 15,6 millones en 2018, hasta constituir un
84% del total. Uno de los objetivos de la agenda del Ejecutivo chino consiste
en aumentar el control del Partido sobre ellas y alinearlas con las prioridades
estatales: el primer paso fue la emisión a mediados de septiembre por parte del
Comité Central de la Oficina General del Partido Comunista Chino de un documento titulado
“Opinión sobre el fortalecimiento del trabajo del Frente Unido de la economía
privada en la nueva era”.
Según cita textual del
objetivo perseguido por el Gobierno de Xi, es “mejorar el enfoque de la
sabiduría y la fortaleza de los empresarios en el objetivo y la misión del gran
rejuvenecimiento de la nación china. Creando una columna de empresarios fiables
y disponibles en momentos clave”.
El Ejecutivo tiene la
intención de “fortalecer el antimonopolio y prevenir una expansión desordenada
de capital en el ámbito de la economía digital”.
ESTADOS UNIDOS:
El
20 de enero está prevista la toma de posesión del presidente electo Joe Biden. Aunque
el nuevo presidente tiene unas formas e ideas muy distintas a las de Trump, su
margen de maniobra podría verse limitado: la capacidad de autonomía que pueda
tener Biden dependerá en buena parte de lo que ocurra a principios de enero en
las elecciones al Senado en Georgia (si ganan los dos escaños, empatarían con
los republicanos en senadores y el voto decisivo sería el de la vicepresidenta
electa, Kamala Harris).
Para muchos analistas, el
presidente Biden debe centrarse en aprobar un programa de estímulo
presupuestario, reducir las tensiones comerciales e impulsar la reforma
migratoria.
Después de meses de
bloqueo, los líderes del Congreso de Estados Unidos han aprobado finalmente un
nuevo paquete de estímulo a la economía por valor de 900.000 millones de
dólares, para ayudar a las familias y a las empresas a afrontar la devastación
económica provocada por la crisis del coronavirus. El paquete aprobado (la
primera gran inyección de dinero público desde abril) es uno de los más grandes
de la historia, aunque no llega a la mitad de la cuantía que se desembolsó en
la ley de estímulo aprobada en marzo. Las ayudas contempladas en aquel paquete
estaban ya expirando y el bloqueo en el Capitolio estaba dejando a millones de
estadounidenses sin ayuda federal.
Las ayudas contempladas
en el paquete incluyen un suplemento de 300 dólares semanales a las
prestaciones por desempleo y una nueva remesa de cheques entregadas a la
mayoría de los estadounidenses adultos por un montante de 600 dólares. Hay
también ayudas a las empresas, y fondos para los colegios, centros de salud y
arrendatarios que se enfrentan a desahucios.
El Banco Central de
Estados Unidos -la Reserva Federal- ha
anunciado sus perspectivas económicas para los tres próximos años en una
coyuntura ambivalente, marcada por el inicio de la vacunación contra el
coronavirus pero también por el aumento de contagios. Pese a las buenas
noticias que llegan del frente de las vacunas, el organismo que encabeza Jerome
Powell ha dejado claro que los estímulos monetarios siguen haciendo falta, por
lo que proseguirá con su programa de compra de deuda hasta que la actividad económica
se recupere de forma sustancial.
En el año 2020 Estados
Unidos vio como la pandemia ponía fin al mayor ciclo expansivo de su historia, por
lo que Reserva, además de reducir los tipos de interés, ha aumentado la compra
de bonos como herramienta más directa para influir en la economía. Según el
Gobernador de la Fed “tanto los
hogares como las empresas necesitan apoyo fiscal. A corto plazo, la ayuda que
la gente necesita no son solo tipos de interés bajos, es un apoyo real. Hay
infinidad de pequeños negocios por todo el país que penden de un hilo”.
Al igual que no se espera
que los tipos suban durante varios años, los analistas confiaban en que la
Reserva Federal vincule cualquier reducción en la compra de bonos a una mejora
sustancial de la economía. Powell evalúa ese plazo en paralelo al necesario
para que la población desarrolle inmunidad frente al virus: “entre mediados y
finales del año próximo. El ritmo de mejora de la economía se ha moderado, y el
camino por delante sigue siendo muy incierto. Las noticias sobre la vacuna son
muy positivas pero el aumento de casos es particularmente preocupante”.
La Fed evalúa la
contracción de la economía este año en el 2,4% (en las previsiones de
septiembre llegaba al 3,7%), y espera que el PIB crezca el 4,2% en 2021 y el
3,2% en 2022, prácticamente el mismo pronóstico de hace tres meses.
La creación de empleo durante
el mes de noviembre fue la menor en seis meses, y el número de personas que se
apuntaron al paro fue en la primera semana de diciembre el mayor en casi un
trimestre. Más de 12 millones de estadounidenses sin empleo o ingresos pueden
quedarse sin ayudas cuando en Navidad expiren las ayudas contempladas en el
primer paquete de estímulos, de 2,2 billones de dólares, aprobado a finales de
marzo.
Con la epidemia fuera de
control en Estados Unidos, las empresas se enfrentan al doble reto de
incrementar las restricciones que han llevado a miles de negocios a la quiebra.
LATINOAMERICA:
Las economías que más han
sufrido en esta pandemia han sido las que tenían mayores niveles de
pobreza y desigualdad, falta de productividad, escasa digitalización, y
debilidad institucional. Este es el caso de Latinoamérica, que es una de las
regiones del mundo más afectadas por el virus.
Una posible recuperación de
la zona sin reducción en pobreza, desempleo, desigualdad, sin innovación,
sin sostenibilidad ni equidad de género, no puede considerarse recuperación.
Aunque aumente el Producto Interior Bruto, también aumentarán la conflictividad
social, los problemas de gobernanza y, sobre todo, el sufrimiento de amplios
sectores de la población.
Muchos analistas proponen
un desarrollo sostenible para la región, tratando de acelerar el uso de
tecnologías digitales durante la pandemia, y aprovechando la posible inercia de
la recuperación para retomar la senda del crecimiento inclusivo y sostenible.
UNIÓN EUROPEA:
La Unión Europea ha
entrado en una nueva década en plena resaca del seísmo político del Brexit. Sin
embargo, Bruselas cree haber encontrado el impulso suficiente para afrontar una
nueva era tras haber cerrado proyectos de gran calado, como la campaña
europea de vacunación, el fondo de reconstrucción y el acuerdo de inversión con
China, que supone un hito hacia la ansiada autonomía estratégica que persigue
la Unión Europea.
No pocos en Bruselas
dudan de que proyectos de la envergadura del Fondo aprobado de Recuperación
económica de la pandemia se hubieran podido sacar adelante con el Reino Unido
sentado en la mesa.
La Unión Europea parece mostrarse
decidida a dar pasos hacia una “autonomía estratégica” (la capacidad de tomar
sus propias decisiones, según Borrell, después de haber “dormido durante mucho
tiempo bajo el paraguas protector de Estados Unidos”).
De la misma forma, Javier
Solana (ex alto representante para la Política Exterior de la Unión y
presidente del centro de reflexión EsadeGeo) ha señalado que “ya dimos un
ejemplo de ese salto al crear un fondo económico para ayudarnos, lo cual
sorprendió a algunos fuera de la Unión. El acuerdo con China también
es otra muestra de ese empujón para perfilar la posición de la UE”.
La aprobación de la
vacuna de Pfizer-Biontech, cuya campaña arrancó de forma simultánea en casi
toda la Unión Europea, ha supuesto un bálsamo en un continente que supera los
15 millones de contagios y los 350.000 fallecidos. Sin embargo, gobiernos son
incapaces de calibrar aún el alcance de la actual ola de infecciones.
El ex comisario de Empleo
y Asuntos sociales, László Andor, ha destacado que el fondo de recuperación (750.000
millones de euros) es un gran “salto adelante”, pero podría quedarse corto a la
vista de las medidas de restricción que se han impuesto en la UE. “Habrá que
pensar en ir más allá con un fondo de seguro de desempleo comunitario que pueda
paliar una eventual implosión de la pobreza o la exclusión a causa de la
pandemia”. Este nuevo espíritu de solidaridad del fondo de recuperación es una
de las nuevas tareas que la Unión Europea está mostrando.
El Banco Central
Europeo (BCE) ha ampliado la mayor parte de sus estímulos monetarios en un
intento, casi a la desesperada, de impulsar la actividad y la subidas de
precios en horas bajas. El organismo que preside Christine Lagarde ha anunciado
una ambiciosa reestructuración de sus herramientas, entre las que destaca el
milmillonario programa de compra de deuda creado a raíz de la crisis del
coronavirus, que ahora se prorroga hasta bien entrado 2022 y se carga con más
munición: ha señalado Lagarde que “el plan de compras lanzado a raíz de la
pandemia es efectivo, adecuado y está funcionando”.
El BCE ha anunciado que
le Plan de compra de deuda se prolongará hasta marzo de 2022 creciendo hasta
alcanzar un volumen total de 1,85 billones de euros. Los 500.000 millones de
dinero nuevo que Lagarde pone sobre la mesa suponen una ayuda inestimable para
Gobiernos como el español, que ganan tiempo y pueden estar tranquilos con el
gran montante de deuda pública que se les viene encima.
También ha anunciado el
BCE que amplía las condiciones favorables de crédito a la banca y otras medidas
destinadas a aliviar el sufrimiento del sector por los bajísimos tipos de
interés: “las medidas adoptadas contribuirán a mantener unas condiciones de financiación
favorables durante la pandemia, lo que apoyará el flujo de crédito a todos los
sectores de la economía, respaldará la actividad económica y salvaguardará la
estabilidad de precios a medio plazo”.
Con esta decisión,
Lagarde trata de garantizar que los Gobiernos no tengan que preocuparse durante
el próximo año y el comienzo de 2022 por los costes de financiación de su deuda,
ni por hipotéticas tormentas financieras. Además, trata de eliminar posibles
incertidumbres de solvencia que se ciernen sobre la banca.
Y es que el Banco Central
Europeo ha presentado nuevas previsiones de crecimiento para la eurozona, más
sombrías que las de septiembre. Entonces, la mejoría de la situación le hizo
pensar que tras una caída del PIB de la zona euro este año del 8%, en 2021 se
recuperaría con un repunte del 5%. En estos momentos, tras las restricciones
impuestas por la dureza de la segunda ola, ese escenario se aleja hacia
territorios menos optimistas: la caída este año será inferior, del 7,3%, pero
la recuperación será considerablemente menos fuerte, del 3,9%.
La evolución de los
precios también está sufriendo. Según Lagarde, la inflación también sufrirá el
contagio del coronavirus, con una previsión de aumento del 0,2% para 2020, y
sin alcanzar el objetivo del 2% al menos en los tres próximos años. Una vez más
se evidencia la paradoja con los precios: de perseguir que no superen el 2%,
hemos pasado a que el objetivo deseado sea lograr alcanzar esa subida del 2%
(por cierto, nadie conoce las razones para cuantificar en su momento esa cifra,
y no otra).
Se ha señalado por el Consejo
de Gobierno del BCE que “sigue estando listo para ajustar todos sus
instrumentos para asegurar que la inflación se acerca a su objetivo. Las
previsiones de inflación del BCE apuntan que el actual escenario de tipos
todavía nos acompañará durante bastantes años en la zona euro”.
Por
otro lado, con un euro apreciándose hasta los 1,21 dólares por euro, han
saltado las alarmas, por su efecto negativo sobre las exportaciones europeas y
sobre los precios.
ESPAÑA:
Hasta ahora, España ha
sido uno de los países más damnificados por el coronavirus. El confinamiento y
las medidas de distancia social han hecho gran mella en una economía más
cíclica que las de su entorno, en la que el sector servicios (turismo y ocio)
tienen un importante peso.
En 2020, la caída del PIB
español fue de alrededor del 12,8%, frente al -8,3% en la zona euro, según los
últimos cálculos del FMI. Sin embargo, los pronósticos apuntan a que el rebote
de la actividad en España en 2021, en el caso de que la vacunación sea un
éxito, también será mayor que la media europea. En concreto, este organismo
multilateral habla de un crecimiento del 7,2%. “La economía española volverá a
crecer en 2021, aunque no alcanzaremos los niveles de riqueza previos a la crisis
probablemente hasta 2023”.
Con las grandes dudas
respecto a la fortaleza de la coalición entre el PSOE y Podemos, se ha
conseguido sacar adelante unos Presupuestos Públicos. Este hecho constituye
cierto alivio respecto a despejar en alguna medida la continuidad del
Ejecutivo.
Otro factor de enorme
importancia para este 2021 llegará de Europa. Según un Informe del Instituto de
Estudios Económicos (IEE), “los principales retos de la economía española en
2021 serán, por un lado, que los niveles de deuda y déficit no se incrementen
con la misma intensidad que en 2020 y que se lleve a cabo un adecuado
aprovechamiento de los fondos provenientes de la Unión Europea”.
Un aspecto diferencial de
la economía española es, sin duda, como afecta la pandemia al turismo: las cifras lo evidencian con caídas
superiores al 75%: el ejercicio se cerrará con menos de 20 millones de llegadas
de turistas extranjeros (83,5 millones el año anterior), cuyo gasto no llegará
a los 20.000 millones de euros (frente a los casi 92.000 millones de 2019).
El hundimiento de la
demanda por la caída del turismo no tiene precedentes. En el turismo, a
diferencia de otros sectores, al estar la movilidad entre países todavía muy
afectada, ha tenido una recuperación mínima. De hecho, según los registros
históricos oficiales del Gobierno, nunca llegaron tan pocos viajeros
extranjeros en medio siglo. Hay que remontarse al final de la década de los
sesenta: en 1969, por ejemplo, visitaron el país casi 21,7 millones de turistas
extranjeros, mientras que en 1968 lo hicieron unos 19,2 millones, según los
anuarios de estadísticas de turismo de España.
Por si fuera poco,
también se han resentido los ingresos mínimos por turista: acabarán el año en
torno a los 46.000 millones de euros (unos
110.000 millones menos que un año antes y en niveles de 1995, cuando
comenzó el instituto estadístico esta medición).
El PIB turístico
registrará un retroceso enorme: pasará de representar el 12,4% del producto
interior bruto en 2019 a poco más del 4% en este 2020. Y lo peor, es que para
algunos tiene un futuro incierto, por lo que se piden ayudas por parte del
Gobierno. Según Funcas, “esperamos una recuperación del 40% en 2021 y del 80%
en 2022, según lo que estamos viendo en otros países. Seguirá muy por debajo de
un año normal, pero supondrá una recuperación potente, sencillamente, porque
ahora se encuentra en mínimos”.
En Baleares, una
comunidad muy afectada, el sector turístico se vio sorprendido por la pandemia
cuando apenas comenzaba a calentar motores para una temporada que se preveía de
récord. La pérdida total de la Semana Santa por el confinamiento vaticinaba un
horizonte turbulento, aunque la apertura progresiva del país en mayo y la
reactivación de los sectores económicos trajeron algo de optimismo. A mediados
de junio pasado los primeros turistas
internacionales llegaron a Mallorca procedentes de Alemania y
el sector echó a andar en una temporada incierta con solo una parte de la
planta hotelera abierta.
Por ramas de actividad,
la industria y la construcción avanzaron el 26% y el 22% respectivamente, y un
14,9% los servicios, apoyados en el rotundo crecimiento del 43% del comercio,
el transporte y la hostelería, principales víctimas de las políticas de
hibernación de los tres meses anteriores. Solo el sector agrícola y ganadero,
menos afectado por las restricciones, se mantuvo prácticamente estable y cedió
un 1,2%.
A diferencia de España,
que se ha dejado tres décimas en el camino, otras grandes economías han
revisado al alza su crecimiento estival en las últimas horas. El Reino Unido lo
ha actualizado del 15,5 al 16%, y Estados Unidos, menos volátil tanto en la
caída como en el resurgir, del 7,4 al 7,5%.
Todos los organismos
nacionales e internacionales coinciden en calificar la situación como de
extrema incertidumbre. Aunque España haya tenido un final de 2020 con menos
restricciones que Alemania, Bélgica, Holanda y otros socios comunitarios, la
delicada situación de algunos de sus vecinos podría penalizar también a España,
y la nueva cepa detectada en el Reino Unido ha rebajado la euforia por los
avances de las vacunas. Tanto el Banco Central Europeo como el Fondo Monetario
Internacional dan por hecho que la zona euro volverá a números rojos en el
cuarto trimestre por el deterioro del sector servicios, mientras el Gobierno
español confía hasta el último instante en que mejore en el trimestre tercero.
Por otro lado, en
relación a los precios, el Banco de España ha alertado respecto a la influencia
que haya tenido en la calidad del dato del IPC los cambios en nuestros hábitos
que hayan podido ocurrir (se refiere a las ponderaciones da cada bien o
servicio en el índice).
Pues bien, el IPC
adelantado a principios de enero de este 2021, ha situado a este en una tasa
anual del -0,5% (en el mes de noviembre se situó en el -0,8%).
En este comportamiento
destaca la subida de los precios de la electricidad, que bajaron el año pasado.
También influye que los precios de los carburantes y combustibles se
incrementan este mes más de lo que lo hicieron en diciembre de 2019.
En todo caso, las cifras
económicas de España en 2020 serán difíciles de olvidar: el déficit público ha estado en torno al
11,3% del PIB.
La ministra Montero ha señalado
que se mantendrán las políticas “anticíclicas”
tanto para este año, como para el próximo 2022.
Por otro lado, el “acuerdo
de libre comercio” al que llegaron el día de Nochebuena la Comisión
Europea y el Reino Unido para un Brexit civilizado atenúa los efectos
económicos de la salida del país de la UE a partir del 1 de enero, pero sigue
teniendo muchas consecuencias comerciales y burocráticas para las empresas
españolas, y deja a unos sectores aliviados como el automovilístico y el
hortofrutícola, mientras que otros como el pesquero lo consideran funesto.
El Reino Unido es en el
quinto socio comercial para España, solo por detrás de Alemania, Francia,
Italia y Portugal, con un volumen anual de importaciones españolas de 20.000
millones de euros, y el segundo destino de la inversión directa que alcanza
cerca de 85.000 millones, un importe que podría mermarse en función de los
aranceles y otras barreras que se establezcan a los productos españoles.
Aunque las exportaciones
crecieron un 3,6% en 2019 respecto al año anterior, las ventas al Reino Unido
ya han caído un 2% desde que en 2016 los británicos votaron a favor de
abandonar la UE. Entre enero y octubre de 2020, las exportaciones al mercado
británico han descendido un 18,2% interanual, hasta 13.668 millones.
El Reino Unido es el
segundo destino, tras Estados Unidos, de la inversión exterior directa de
España, con un stock acumulado de 84.647 millones. Son muchas
las empresas españolas presentes en el mercado británico, que previsiblemente
se mantendrán en el país, pero que podrían replantearse sus inversiones si el clima
de negocios cambia y se alteran factores determinantes como la fiscalidad o la
regulación laboral.
Entre los sectores más
aliviados está el del automóvil, que mueve tres millones de coches entre el
Reino Unido y la UE que representan 54.000 millones de euros y otros 14.000
millones solo en componentes. El efecto en España es aún mayor, ya que la
cuarta parte de las exportaciones españolas al Reino Unido son automóviles.
El acuerdo alcanzado
prevé relaciones comerciales sin cuotas ni tarifas entre ambos bloques, que sin
pacto habrían empezado a aplicar las normas de la Organización Mundial del
Comercio (OMC), con aranceles del 10% para la automoción.
El hortofrutícola es otro
de los sectores más afectados por la salida del Reino Unido de la UE: solo en frutas
y verduras se facturan cerca de 2.000 millones de euros. El acuerdo alcanzado
evita que la exportación española de frutas y hortalizas frescas sea gravada
con 198 millones de euros en derechos arancelarios.
Sin embargo, no todos los
sectores están tan contentos: la Confederación Española de Pesca (Cepesca) ha
señalado que se trata de un acuerdo muy negativo para los pescadores europeos, sus
familias y sus comunidades: la flota española podrá seguir faenando en aguas
británicas durante cinco años y medio, pero durante ese periodo se reducirán en
un 25% sus actuales cuotas pesqueras. En aguas británicas faenan 88 barcos
españoles, casi todos gallegos, que capturan al año unas 9.000 toneladas de
pescado.
Por otro lado, empresas
como Ferrovial, ACS, Santander, Inditex o Telefónica son algunas de las
compañías españolas con fuertes intereses en las islas británicas. A pesar de
que previsiblemente se mantendrán en el país, podrían replantearse sus
inversiones si el clima de negocios cambia y se alteran factores determinantes
como la fiscalidad o la regulación laboral.
En relación a los Presupuestos
Generales del Estado, se establecen subidas fiscales en Sociedades, IRPF o IVA.
Cambios que afectan mayoritariamente a grandes empresas o rentas altas pero
que, junto con otras medidas impulsadas en paralelo a las cuentas públicas,
también inciden en colectivos dispares que van del consumidor medio a los
gigantes tecnológicos internacionales.
En conjunto, la reforma
tributaria planteada por Hacienda supondrá un incremento de la recaudación de
7.770 millones de euros, de los que 5.635 millones entrarían en la caja pública
en el propio ejercicio 2021, y los 2.135 millones restantes en 2022. La cifra
total ha descendido desde los 9.170 millones comunicados a Bruselas el 15 de
octubre debido a los cambios que ha experimentado el plan durante la
negociación con los grupos de la oposición y la tramitación parlamentaria, que
dejó fuera el alza fiscal al diésel o las subidas de IVA a la educación y la
sanidad pública que se habían contemplado inicialmente.
En paralelo, la decisión
de Hacienda de rebajar del 21% al 4% el IVA de las mascarillas ahorraría a los
españoles 1.568 millones, rebajando el impacto tributario de la reforma a 6.202
millones.
Los principales cambios
tributarios que depara el nuevo ejercicio son:
En Sociedades, una de las
principales novedades del Presupuesto es que rebaja del 100% al 95% las
exenciones que regían sobre los dividendos y plusvalías de las participaciones
de empresas españolas en filiales, en cualquier país. Ese 5% no exento pasa
ahora a tributar al tipo general del 25% (o el 30% en el caso de banca y
petroleras). Es decir que las compañías abonarán 1,25 euros (o 1,3) por cada
100 recibidos.
En el IRPF, el tipo
autonómico del IRPF se elevará en dos puntos a partir de los 300.000 euros de
ingresos anuales. La medida tiene un impacto muy diferente por comunidades,
habida cuenta la fuerte disparidad de tipos autonómicos vigentes. Así, por
ejemplo, el tipo marginal para las rentas más altas en Madrid pasaría a ser del
45,5% pero en Cataluña alcanzaría el 50%. El Ministerio que dirige María Jesús
Montero estima que el alza tributaria solo afectará al 0,07% de los
contribuyentes.
De otra parte, la reforma
también afecta a la fiscalidad del ahorro. Este gravamen se incrementa en tres
puntos a partir de los 200.000 euros, del 23% al 26%, lo que llevará a 17.000
contribuyentes a aportar 21 millones extra.
En Patrimonio, se
recupera el impuesto al Patrimonio como tributo estructural, pues tras su abolición
en 2008 fue recuperado en 2013 y prorrogado desde entonces año a año. El texto
eleva en un punto el tipo aplicado a las de más de 10 millones de euros, del
2,5% al 3,5%. De aplicarse en todas las regiones, arrojaría una recaudación de
339 millones para las arcas autonómicas, si bien al tener Madrid bonificada al
100%, el efecto será un 40% inferior.
Respecto a los seguros y
planes de pensiones, el limite exento en las aportaciones a los planes de
pensiones privados ha bajado de 8.000 a 2.000 euros, mientras que en aquellos
alimentados por las empresas el máximo se amplía de 8.000 a 10.000. La medida
dejará 580 millones más en las arcas del fisco.
Respecto al IVA, el
principal cambio es un alza del 10% al 21% sobre las bebidas edulcoradas y
azucaradas vendidas en comercios y supermercados, pero no en hostelería.
La introducción de la Tasa
Google, que gravará al 3% las operaciones de publicidad online, intermediación
digital entre consumidores o la venta de datos de usuarios de las compañías que
facturen al menos 750 millones en el mundo y tres en España para recaudar 968
millones este año.
La llamada Tasa Tobin. Se
trata de un nuevo impuesto a las transacciones financieras, que grabará al 0,2%
la compraventa de acciones de compañías españolas con una capitalización
superior a los 1.000 millones. Se espera que recaude 850 millones.
Finalmente, en paralelo
al Presupuesto, el Gobierno ultima una nueva tasa sobre los residuos, que
penalice la gestión de los menos sostenibles, su depósito en vertederos o incineración,
con la que se ingresarán 861 millones más. Además, el Ejecutivo impulsará un
tributo sobre los envases de plástico no reutilizables que recaudará 491
millones de euros.
MERCADOS:
El Ibex 35 ha arrancado
este 2021 luchando por alcanzar los 10.000 puntos, pero lo ha terminado en
alrededor de 8.000 puntos.
El selectivo español de
referencia ha perdido un 15,4% de su valor, la mayor caída anual desde 2010, lo
que lo sitúa como el séptimo mercado con un peor comportamiento en 2020. Se
coloca justo detrás de Londres (-14,34%) y solo por delante de Beirut (Líbano),
Laos, Sofía (Bulgaria), Egipto, Jamaica y Mauricio, que lidera las pérdidas
anuales con más del 24%.
El castigo de los
inversores a la banca (las seis entidades que cotizan en el Ibex 35 cierran el
año con pérdidas) ha golpeado con especial fuerte al Banco de Sabadell, cuyas
acciones han perdido un 66% de valor en este 2020 en que se frustró un intento
de fusión con BBVA (el banco con mejor comportamiento, aunque pierde un 19%).
La penúltima posición muestra otro de los grandes sectores afectados por la crisis
del coronavirus: el turismo. Los valores de IAG, la matriz de Iberia, se han
dejado un 63% en los últimos 12 meses. Telefónica se apunta las terceras
mayores pérdidas del ejercicio con un retroceso del 48%.
Sin embargo, otros
indicadores como el Nikkei japonés se situaron en el penúltimo día del año en
niveles no vistos en los últimos 30 años. Igualmente, el S&P 500 en Wall
Street ha alcanzado máximos históricos, creciendo un 45%.
Asia, donde comenzó una
pandemia que ha puesto patas arriba la economía mundial, acaba el año con sus
mercados exultantes. El índice compuesto de todas las Bolsas de Asia-Pacífico
(excluyendo la de Japón), termina el año según Bloomberg con una ganancia del
20%. Entre octubre y diciembre el valor conjunto de sus títulos ha crecido un
19%, el mejor comportamiento trimestral desde 2009.
Respecto al Euribor, 2020
ha sido el de los récord en sus bajadas: en España descendió hasta el -0,496%,
cerrando el año con más de 2,3 décimas de punto por debajo del valor que
ostentaba hace un año, lo que abarata los préstamos que tengan su revisión
anual en estos momentos.
Por ahora los hipotecados
no deberían preocuparse en exceso: la remontada del índice hacia valores
positivos será muy paulatina, según coinciden todas las fuentes consultadas.
Un gran indicador para
saber cuáles son las expectativas de los bancos respecto al euríbor es, desde
hace dos años, el “desarrollo de campañas agresivas para ofrecer hipotecas
a tipos de interés fijos”, es decir, aquellos préstamos que no dependen de los
vaivenes de este índice. Si los que
cobran intereses apuestan más por las hipotecas a tipo fijo que a las
referenciadas al euríbor, es porque precisamente no esperan hacer negocio con
él, al menos, en los próximos años.
Por lo que respecta al pago
de intereses de la deuda pública española, los últimos datos publicados cifran
en 25.900 millones el pago de intereses de la deuda este año, unos 2.450
millones menos que el pasado ejercicio (28.349 millones). El Tesoro continúa
esforzándose por seguir rebajando la carga financiera de la deuda. En un año en
el que las previsiones apuntan a que la ratio de deuda sobre PIB se cierre en
el 120%, España ha seguido profundizando en la rebaja de los intereses, un
proceso que se ha traducido en una reducción de los costes de la deuda en
circulación y de las nuevas emisiones a mínimos históricos. A falta de los
últimos ajustes del año, el interés de la deuda en circulación se sitúa en el
1,86%, frente al 2,19% de hace un año, y los tipos de las nuevas emisiones
pasan del 0,23% al 0,18% actual.
Sin duda, el principal
responsable de esta moderación ha sido el BCE. La batería de estímulos puestos
en marcha para ayudar a la recuperación ha devuelto la tranquilidad a los
inversores. Dentro de las iniciativas puestas en marcha por Christine Lagarde,
el programa de compras frente a la pandemia (1,85 billones hasta marzo de 2022)
ha sido el pilar que ha contribuido a mantener a raya los costes de
financiación. En el marco de este programa, y según la información recogida por
el Tesoro hasta septiembre, el Banco de España en nombre del BCE ha adquirido
deuda por valor 66.337 millones. Con estas compras las tenencias de la deuda en
manos del organismo europeo ascienden a 282.054 millones, el 25,6% del total.
Hace un año, el BCE tenía en su poder 212.598 millones.
Junto al BCE, la banca
española también ha ayudado al Tesoro a cumplir con sus objetivos de emisión.
Desde finales de febrero hasta septiembre, las entidades nacionales han
comprado 39.169 millones, hasta 175.881 millones de euros (15,98%), unas cifras
que no se veían desde 2016. En el mismo periodo los inversores extranjeros, que
siguen siendo los principales tenedores (45,51%), tan solo han elevado la
tenencia en 327 millones, hasta los 500.771 millones registrados a cierre de
septiembre. Es decir, que, pese a las dudas iniciales generadas por la crisis, los
títulos de deuda pública española siguen despertando el apetito de los
inversores, una corriente que se ha reflejado en las cinco subastas sindicadas
de 2020, operaciones a través de las cuales ha adjudicado 52.000 millones de
euros.
EMPRESAS:
El coronavirus redujo el
año pasado las ventas de turismos un 32,3% y situó las matriculaciones en sus
peores datos desde 2013: se comercializaron 851.211 vehículos, frente a los
1.258.251 del ejercicio anterior. Una caída generalizada de la economía desde
el estado de alarma decretado en marzo provocó que ni particulares ni empresas
apostaran por la renovación de su flota, dejando a España como uno de los
grandes mercados europeos donde más se contrajo la demanda.
Ni las ayudas a la compra
anunciadas en verano por el Gobierno han servido como acicate para dinamizar
las compraventas, y marcas y concesionarios tampoco son optimistas para este
año. Temen una prolongación de los malos datos como consecuencia del
encarecimiento del impuesto de matriculación tras la entrada en vigor, sin
bonificaciones, del nuevo sistema de control de emisiones WLTC.
Continuaron los malos
datos durante todo el ejercicio, registrando su mayor golpe durante abril.
Con el cierre de los concesionarios forzado por el estado de alarma, aquel mes
apenas se vendieron 4.163 coches. Era una caída del 96,5% y suponía unas
matriculaciones mensuales equivalentes a lo que anteriormente se cerraba en un
solo día. Desde entonces, las caídas respecto a 2019 fueron continuadas con la
única excepción de junio, lo que ha provocado que la caída final sea del 32%.
Esa senda es la que ha
seguido hasta finales del ejercicio recién terminado. En diciembre se
matricularon 105.841 unidades, apenas 13 turismos más que hace un año, una
cifra que la patronal de concesionarios explica únicamente por las
automatriculaciones realizadas por marcas y concesionarios para maquillar las
estadísticas del año.
Las patronales Anfac
(fabricantes), Faconauto y Ganvam (talleres y vendedores) creen los datos
muestran el colapso del mercado. Los potenciales compradores no solo han
obviado las ofertas existentes en los puntos de venta para incentivar la
adquisición, sino que también han hecho caso omiso de las posibles ayudas del
Plan Renove, que no tendrá continuidad en 2021 después de que hayan quedado sin
gastar 200 millones de euros de la convocatoria de 2020.
La contracción de ventas
se reparte entre todos los canales, pero las firmas de alquiler —con el turismo
colapsado por las restricciones a la movilidad social en todo el mundo— son las
que más huella han dejado en 2020. Han reducido sus compras para renovar su
flota un 59,7% respecto al ejercicio pasado. Los particulares, por su parte, con
unas inciertas expectativas sobre la evolución de la economía por los rebrotes,
han reducido la demanda un 27%. Y las empresas, otro 24,4%.