martes, 12 de enero de 2021

SITUACIÓN ECONOMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A ENERO DE 2021: los posibles retrasos en la vacunación acrecientan la incertidumbre

 

La incertidumbre provocada por la pandemia y los graves riesgos que podrían provocar los retrasos en las vacunas, dominan el panorama social y sanitario y, por lo tanto, económico.

Veremos si estas poco normales fiestas navidades van a ser una causa que intensifiquen la entrada de la tercera oleada de las infecciones del Covid 19.

La realidad es que todas las cifras, informes y pronósticos giran en torno a los estragos humanos y económicos que está teniendo esta pesadilla.

GLOBAL:

Todas las esperanzas están puestas en la Vacunas. Pero los tiempos que nos ha tocado vivir, dónde se suceden vertiginosamente los cambios bruscos de situación, dan lugar a que todos los informes y previsiones económicas para el año 2021 que acabamos de comenzar estén repletos de condicionantes, lo que motiva que puedan quedar obsoletos desde su publicación (por ejemplo, no recogen, por desconocimiento, el impacto de la nueva cepa del Reino Unido).

No obstante, se respira cierto optimismo: la crisis actual no tiene que ver nada con las vividas en otros periodos recesivos. Consiguientemente, podría ser que la campaña de vacunaciones vaya reactivando la maquinaria productiva en las economías.

En ese sentido el Fondo Monetario Internacional (FMI), en sus previsiones de otoño, estima un aumento del 5,2% para el PIB mundial en 2021 frente a una caída del 4,4% en 2020: “ante las positivas noticias sobre la eficacia de las vacunas, ya podemos ver la luz al final del túnel. Llegar a la salida podría ser cuestión de meses, según la rapidez con la que se puedan producir y distribuir los tratamientos. Un débil crecimiento seguirá siendo la tónica en el primer trimestre de este nuevo año y, posiblemente, a partir del verano podría registrarse un repunte importante de la actividad, después de que se hayan facilitado las vacunas, se libere la demanda acumulada y la vida pueda comenzar a recuperar la normalidad”.

Sin embargo, el camino no está exento de riesgos. Si no se logra controlar a la pandemia, las economías podrían tardar años en recuperarse, ya que la posibilidad de un estancamiento duradero no se ha difuminado en este 20121.

Aparte de las vacunas, los Gobiernos y los Bancos Centrales siguen disparando su munición. Tanto la Reserva Ferreal en Estados Unidos como el BCE en la Eurozona han reiterado que mantendrán los tipos de interés en los niveles tan, históricamente, bajos y que seguirán comprando activos en el mercado: “la política monetaria llevada a cabo hasta ahora se mantendrá en términos ultraexpansivos y respaldará una provisión de liquidez que garantice que los recursos financieros sean suficientes para satisfacer las necesidades de la actividad productiva y del endeudamiento público, minimizando a su vez el riesgo de insolvencia”.

Por el lado del Gasto Publico, si bien el dogma imperante era “cerrar el grifo fiscal y apretarse el cinturón”, ahora la actitud dominante es completamente distinta. Desde el comienzo de la pandemia, los Gobiernos, no solo promueven el gasto fiscal de forma generalizada para frenar los efectos de la crisis, sino que lo hacen de forma más coordinada con los bancos centrales. Prueba de ello es que, según el FMI, la deuda pública de los países avanzados se incrementará en 20 puntos porcentuales hasta llegar a representar de media el 125% del PIB a finales de 2021.

Los tipos de interés negativos proporcionan un importante alivio para poder diluir la tremenda bolsa de Deuda Pública generada. De forma que, hasta ahora, los Gobiernos han podido manejar el abultadísimo déficit presupuestario que precisa la lucha contra la situación a la que nos enfrentamos.

Sin embargo, debido al hecho de que cada país tiene una distinta capacidad económica de gasto para afrontar las consecuencias del virus, hasta que la crisis sanitaria se resuelva por completo en todo el mundo -no antes de 2022-lo más probable es que se recuperen antes, además de China y Japón, los países ricos del mundo occidental.

Por lo que respecta a la incidencia de la Pandemia a largo plazo, se está cuajando cierto consenso respecto a que pueda suponer el posible final de la etapa neoliberal, que comenzó hace 40 años bajo las administraciones de Ronald Reagan y Margaret Thatcher: las consecuencias directas de los grandes desafíos de la globalización, la liberalización extrema y el creciente poder de los mercados financieros son una mayor desigualdad, menores ingresos reales y el estancamiento del ascensor social. Este caldo de cultivo, unido a las necesidades surgidas por la pandemia, es el que refuerza a los poderes públicos en la economía. “En este nuevo mundo, los Estados ganarán protagonismo a través de las ayudas al desempleo y la recuperación económica, así como mediante la asistencia sanitaria”, según señala un informe del Deutsche Bank en España.

CHINA:

La reacción de forma tan drástica y efectiva para contener la propagación interna del virus, ha dado lugar a una salida más rápida de la crisis económica. Según el FMI, el gigante asiático crecerá este año un 1,8%, siendo la única entre las grandes economías, que deje atrás la recesión, y un 8,2% en 2021.

La economía de China ha salido geopolíticamente reforzada de la pandemia. La circunstancia de que las economías de Asia septentrional (China, Corea, Taiwán) hayan logrado contener la pandemia con mayor acierto que el resto del mundo (Europa y Estados Unidos siguen enfrentándose a importantes restricciones para frenar la propagación del virus), ha motivado que China haya recuperado los niveles de actividad previos a la covid.

En plena reorganización de su modelo económico para enfocarse más en el consumo interno y no depender tanto de las exportaciones, podría ocurrir que el crecimiento interanual del PIB de China podría ser extraordinario en el primer semestre de 2021 para luego ralentizarse en cierta medida durante el resto del año.

Por otra parte, China continúa maniobrando para ganar a largo plazo alimentándose de sus propias industrias de alta tecnología, en particular en el ámbito de la robótica, la aviación y otras áreas de manufacturas avanzadas.

El Gobierno chino, cuya economía según el Banco Mundial representa el 16% del PIB mundial, se ha propuesto duplicar su tamaño en un plazo de 15 años. De forma que en una sola década está previsto que reemplace a la economía estadounidense, al convertirse en la primera economía del planeta.

Respecto a las reformas, pese a que el modelo chino sigue siendo nominalmente comunista, hace muchos años que las empresas privadas son el motor de su economía. Estas han pasado de sumar 443.000 en 1996 a 15,6 millones en 2018, hasta constituir un 84% del total. Uno de los objetivos de la agenda del Ejecutivo chino consiste en aumentar el control del Partido sobre ellas y alinearlas con las prioridades estatales: el primer paso fue la emisión a mediados de septiembre por parte del Comité Central de la Oficina General del Partido Comunista Chino de un documento titulado “Opinión sobre el fortalecimiento del trabajo del Frente Unido de la economía privada en la nueva era”.

Según cita textual del objetivo perseguido por el Gobierno de Xi, es “mejorar el enfoque de la sabiduría y la fortaleza de los empresarios en el objetivo y la misión del gran rejuvenecimiento de la nación china. Creando una columna de empresarios fiables y disponibles en momentos clave”.

El Ejecutivo tiene la intención de “fortalecer el antimonopolio y prevenir una expansión desordenada de capital en el ámbito de la economía digital”.

ESTADOS UNIDOS:

El 20 de enero está prevista la toma de posesión del presidente electo Joe Biden. Aunque el nuevo presidente tiene unas formas e ideas muy distintas a las de Trump, su margen de maniobra podría verse limitado: la capacidad de autonomía que pueda tener Biden dependerá en buena parte de lo que ocurra a principios de enero en las elecciones al Senado en Georgia (si ganan los dos escaños, empatarían con los republicanos en senadores y el voto decisivo sería el de la vicepresidenta electa, Kamala Harris).

Para muchos analistas, el presidente Biden debe centrarse en aprobar un programa de estímulo presupuestario, reducir las tensiones comerciales e impulsar la reforma migratoria.

Después de meses de bloqueo, los líderes del Congreso de Estados Unidos han aprobado finalmente un nuevo paquete de estímulo a la economía por valor de 900.000 millones de dólares, para ayudar a las familias y a las empresas a afrontar la devastación económica provocada por la crisis del coronavirus. El paquete aprobado (la primera gran inyección de dinero público desde abril) es uno de los más grandes de la historia, aunque no llega a la mitad de la cuantía que se desembolsó en la ley de estímulo aprobada en marzo. Las ayudas contempladas en aquel paquete estaban ya expirando y el bloqueo en el Capitolio estaba dejando a millones de estadounidenses sin ayuda federal.

Las ayudas contempladas en el paquete incluyen un suplemento de 300 dólares semanales a las prestaciones por desempleo y una nueva remesa de cheques entregadas a la mayoría de los estadounidenses adultos por un montante de 600 dólares. Hay también ayudas a las empresas, y fondos para los colegios, centros de salud y arrendatarios que se enfrentan a desahucios.

El Banco Central de Estados Unidos -la Reserva Federal-  ha anunciado sus perspectivas económicas para los tres próximos años en una coyuntura ambivalente, marcada por el inicio de la vacunación contra el coronavirus pero también por el aumento de contagios. Pese a las buenas noticias que llegan del frente de las vacunas, el organismo que encabeza Jerome Powell ha dejado claro que los estímulos monetarios siguen haciendo falta, por lo que proseguirá con su programa de compra de deuda hasta que la actividad económica se recupere de forma sustancial.

En el año 2020 Estados Unidos vio como la pandemia ponía fin al mayor ciclo expansivo de su historia, por lo que Reserva, además de reducir los tipos de interés, ha aumentado la compra de bonos como herramienta más directa para influir en la economía. Según el Gobernador de la Fed “tanto los hogares como las empresas necesitan apoyo fiscal. A corto plazo, la ayuda que la gente necesita no son solo tipos de interés bajos, es un apoyo real. Hay infinidad de pequeños negocios por todo el país que penden de un hilo”.

Al igual que no se espera que los tipos suban durante varios años, los analistas confiaban en que la Reserva Federal vincule cualquier reducción en la compra de bonos a una mejora sustancial de la economía. Powell evalúa ese plazo en paralelo al necesario para que la población desarrolle inmunidad frente al virus: “entre mediados y finales del año próximo. El ritmo de mejora de la economía se ha moderado, y el camino por delante sigue siendo muy incierto. Las noticias sobre la vacuna son muy positivas pero el aumento de casos es particularmente preocupante”.

La Fed evalúa la contracción de la economía este año en el 2,4% (en las previsiones de septiembre llegaba al 3,7%), y espera que el PIB crezca el 4,2% en 2021 y el 3,2% en 2022, prácticamente el mismo pronóstico de hace tres meses.

La creación de empleo durante el mes de noviembre fue la menor en seis meses, y el número de personas que se apuntaron al paro fue en la primera semana de diciembre el mayor en casi un trimestre. Más de 12 millones de estadounidenses sin empleo o ingresos pueden quedarse sin ayudas cuando en Navidad expiren las ayudas contempladas en el primer paquete de estímulos, de 2,2 billones de dólares, aprobado a finales de marzo.

Con la epidemia fuera de control en Estados Unidos, las empresas se enfrentan al doble reto de incrementar las restricciones que han llevado a miles de negocios a la quiebra.

LATINOAMERICA:

Las economías que más han sufrido en esta pandemia han sido las que tenían mayores niveles de pobreza y desigualdad, falta de productividad, escasa digitalización, y debilidad institucional. Este es el caso de Latinoamérica, que es una de las regiones del mundo más afectadas por el virus.

Una posible recuperación de la zona sin reducción en pobreza, desempleo, desigualdad, sin innovación, sin sostenibilidad ni equidad de género, no puede considerarse recuperación. Aunque aumente el Producto Interior Bruto, también aumentarán la conflictividad social, los problemas de gobernanza y, sobre todo, el sufrimiento de amplios sectores de la población.

Muchos analistas proponen un desarrollo sostenible para la región, tratando de acelerar el uso de tecnologías digitales durante la pandemia, y aprovechando la posible inercia de la recuperación para retomar la senda del crecimiento inclusivo y sostenible.

UNIÓN EUROPEA:

La Unión Europea ha entrado en una nueva década en plena resaca del seísmo político del Brexit. Sin embargo, Bruselas cree haber encontrado el impulso suficiente para afrontar una nueva era tras haber cerrado proyectos de gran calado, como la campaña europea de vacunación, el fondo de reconstrucción y el acuerdo de inversión con China, que supone un hito hacia la ansiada autonomía estratégica que persigue la Unión Europea.

No pocos en Bruselas dudan de que proyectos de la envergadura del Fondo aprobado de Recuperación económica de la pandemia se hubieran podido sacar adelante con el Reino Unido sentado en la mesa.

La Unión Europea parece mostrarse decidida a dar pasos hacia una “autonomía estratégica” (la capacidad de tomar sus propias decisiones, según Borrell, después de haber “dormido durante mucho tiempo bajo el paraguas protector de Estados Unidos”).

De la misma forma, Javier Solana (ex alto representante para la Política Exterior de la Unión y presidente del centro de reflexión EsadeGeo) ha señalado que “ya dimos un ejemplo de ese salto al crear un fondo económico para ayudarnos, lo cual sorprendió a algunos fuera de la Unión. El acuerdo con China también es otra muestra de ese empujón para perfilar la posición de la UE”.

La aprobación de la vacuna de Pfizer-Biontech, cuya campaña arrancó de forma simultánea en casi toda la Unión Europea, ha supuesto un bálsamo en un continente que supera los 15 millones de contagios y los 350.000 fallecidos. Sin embargo, gobiernos son incapaces de calibrar aún el alcance de la actual ola de infecciones.

El ex comisario de Empleo y Asuntos sociales, László Andor, ha destacado que el fondo de recuperación (750.000 millones de euros) es un gran “salto adelante”, pero podría quedarse corto a la vista de las medidas de restricción que se han impuesto en la UE. “Habrá que pensar en ir más allá con un fondo de seguro de desempleo comunitario que pueda paliar una eventual implosión de la pobreza o la exclusión a causa de la pandemia”. Este nuevo espíritu de solidaridad del fondo de recuperación es una de las nuevas tareas que la Unión Europea está mostrando.

 El Banco Central Europeo (BCE) ha ampliado la mayor parte de sus estímulos monetarios en un intento, casi a la desesperada, de impulsar la actividad y la subidas de precios en horas bajas. El organismo que preside Christine Lagarde ha anunciado una ambiciosa reestructuración de sus herramientas, entre las que destaca el milmillonario programa de compra de deuda creado a raíz de la crisis del coronavirus, que ahora se prorroga hasta bien entrado 2022 y se carga con más munición: ha señalado Lagarde que “el plan de compras lanzado a raíz de la pandemia es efectivo, adecuado y está funcionando”.

El BCE ha anunciado que le Plan de compra de deuda se prolongará hasta marzo de 2022 creciendo hasta alcanzar un volumen total de 1,85 billones de euros. Los 500.000 millones de dinero nuevo que Lagarde pone sobre la mesa suponen una ayuda inestimable para Gobiernos como el español, que ganan tiempo y pueden estar tranquilos con el gran montante de deuda pública que se les viene encima.

También ha anunciado el BCE que amplía las condiciones favorables de crédito a la banca y otras medidas destinadas a aliviar el sufrimiento del sector por los bajísimos tipos de interés: “las medidas adoptadas contribuirán a mantener unas condiciones de financiación favorables durante la pandemia, lo que apoyará el flujo de crédito a todos los sectores de la economía, respaldará la actividad económica y salvaguardará la estabilidad de precios a medio plazo”.

Con esta decisión, Lagarde trata de garantizar que los Gobiernos no tengan que preocuparse durante el próximo año y el comienzo de 2022 por los costes de financiación de su deuda, ni por hipotéticas tormentas financieras. Además, trata de eliminar posibles incertidumbres de solvencia que se ciernen sobre la banca.

Y es que el Banco Central Europeo ha presentado nuevas previsiones de crecimiento para la eurozona, más sombrías que las de septiembre. Entonces, la mejoría de la situación le hizo pensar que tras una caída del PIB de la zona euro este año del 8%, en 2021 se recuperaría con un repunte del 5%. En estos momentos, tras las restricciones impuestas por la dureza de la segunda ola, ese escenario se aleja hacia territorios menos optimistas: la caída este año será inferior, del 7,3%, pero la recuperación será considerablemente menos fuerte, del 3,9%.

La evolución de los precios también está sufriendo. Según Lagarde, la inflación también sufrirá el contagio del coronavirus, con una previsión de aumento del 0,2% para 2020, y sin alcanzar el objetivo del 2% al menos en los tres próximos años. Una vez más se evidencia la paradoja con los precios: de perseguir que no superen el 2%, hemos pasado a que el objetivo deseado sea lograr alcanzar esa subida del 2% (por cierto, nadie conoce las razones para cuantificar en su momento esa cifra, y no otra).

Se ha señalado por el Consejo de Gobierno del BCE que “sigue estando listo para ajustar todos sus instrumentos para asegurar que la inflación se acerca a su objetivo. Las previsiones de inflación del BCE apuntan que el actual escenario de tipos todavía nos acompañará durante bastantes años en la zona euro”.

Por otro lado, con un euro apreciándose hasta los 1,21 dólares por euro, han saltado las alarmas, por su efecto negativo sobre las exportaciones europeas y sobre los precios.   

ESPAÑA:

Hasta ahora, España ha sido uno de los países más damnificados por el coronavirus. El confinamiento y las medidas de distancia social han hecho gran mella en una economía más cíclica que las de su entorno, en la que el sector servicios (turismo y ocio) tienen un importante peso.

En 2020, la caída del PIB español fue de alrededor del 12,8%, frente al -8,3% en la zona euro, según los últimos cálculos del FMI. Sin embargo, los pronósticos apuntan a que el rebote de la actividad en España en 2021, en el caso de que la vacunación sea un éxito, también será mayor que la media europea. En concreto, este organismo multilateral habla de un crecimiento del 7,2%. “La economía española volverá a crecer en 2021, aunque no alcanzaremos los niveles de riqueza previos a la crisis probablemente hasta 2023”.

Con las grandes dudas respecto a la fortaleza de la coalición entre el PSOE y Podemos, se ha conseguido sacar adelante unos Presupuestos Públicos. Este hecho constituye cierto alivio respecto a despejar en alguna medida la continuidad del Ejecutivo.

Otro factor de enorme importancia para este 2021 llegará de Europa. Según un Informe del Instituto de Estudios Económicos (IEE), “los principales retos de la economía española en 2021 serán, por un lado, que los niveles de deuda y déficit no se incrementen con la misma intensidad que en 2020 y que se lleve a cabo un adecuado aprovechamiento de los fondos provenientes de la Unión Europea”.

Un aspecto diferencial de la economía española es, sin duda, como afecta la pandemia al turismo:  las cifras lo evidencian con caídas superiores al 75%: el ejercicio se cerrará con menos de 20 millones de llegadas de turistas extranjeros (83,5 millones el año anterior), cuyo gasto no llegará a los 20.000 millones de euros (frente a los casi 92.000 millones de 2019).

El hundimiento de la demanda por la caída del turismo no tiene precedentes. En el turismo, a diferencia de otros sectores, al estar la movilidad entre países todavía muy afectada, ha tenido una recuperación mínima. De hecho, según los registros históricos oficiales del Gobierno, nunca llegaron tan pocos viajeros extranjeros en medio siglo. Hay que remontarse al final de la década de los sesenta: en 1969, por ejemplo, visitaron el país casi 21,7 millones de turistas extranjeros, mientras que en 1968 lo hicieron unos 19,2 millones, según los anuarios de estadísticas de turismo de España.

Por si fuera poco, también se han resentido los ingresos mínimos por turista: acabarán el año en torno a los 46.000 millones de euros (unos 110.000 millones menos que un año antes y en niveles de 1995, cuando comenzó el instituto estadístico esta medición).

El PIB turístico registrará un retroceso enorme: pasará de representar el 12,4% del producto interior bruto en 2019 a poco más del 4% en este 2020. Y lo peor, es que para algunos tiene un futuro incierto, por lo que se piden ayudas por parte del Gobierno. Según Funcas, “esperamos una recuperación del 40% en 2021 y del 80% en 2022, según lo que estamos viendo en otros países. Seguirá muy por debajo de un año normal, pero supondrá una recuperación potente, sencillamente, porque ahora se encuentra en mínimos”.

En Baleares, una comunidad muy afectada, el sector turístico se vio sorprendido por la pandemia cuando apenas comenzaba a calentar motores para una temporada que se preveía de récord. La pérdida total de la Semana Santa por el confinamiento vaticinaba un horizonte turbulento, aunque la apertura progresiva del país en mayo y la reactivación de los sectores económicos trajeron algo de optimismo. A mediados de junio pasado los primeros turistas internacionales llegaron a Mallorca procedentes de Alemania y el sector echó a andar en una temporada incierta con solo una parte de la planta hotelera abierta.

Por ramas de actividad, la industria y la construcción avanzaron el 26% y el 22% respectivamente, y un 14,9% los servicios, apoyados en el rotundo crecimiento del 43% del comercio, el transporte y la hostelería, principales víctimas de las políticas de hibernación de los tres meses anteriores. Solo el sector agrícola y ganadero, menos afectado por las restricciones, se mantuvo prácticamente estable y cedió un 1,2%.

A diferencia de España, que se ha dejado tres décimas en el camino, otras grandes economías han revisado al alza su crecimiento estival en las últimas horas. El Reino Unido lo ha actualizado del 15,5 al 16%, y Estados Unidos, menos volátil tanto en la caída como en el resurgir, del 7,4 al 7,5%.

Todos los organismos nacionales e internacionales coinciden en calificar la situación como de extrema incertidumbre. Aunque España haya tenido un final de 2020 con menos restricciones que Alemania, Bélgica, Holanda y otros socios comunitarios, la delicada situación de algunos de sus vecinos podría penalizar también a España, y la nueva cepa detectada en el Reino Unido ha rebajado la euforia por los avances de las vacunas. Tanto el Banco Central Europeo como el Fondo Monetario Internacional dan por hecho que la zona euro volverá a números rojos en el cuarto trimestre por el deterioro del sector servicios, mientras el Gobierno español confía hasta el último instante en que mejore en el trimestre tercero.

Por otro lado, en relación a los precios, el Banco de España ha alertado respecto a la influencia que haya tenido en la calidad del dato del IPC los cambios en nuestros hábitos que hayan podido ocurrir (se refiere a las ponderaciones da cada bien o servicio en el índice).

Pues bien, el IPC adelantado a principios de enero de este 2021, ha situado a este en una tasa anual del -0,5% (en el mes de noviembre se situó en el -0,8%).

En este comportamiento destaca la subida de los precios de la electricidad, que bajaron el año pasado. También influye que los precios de los carburantes y combustibles se incrementan este mes más de lo que lo hicieron en diciembre de 2019.

En todo caso, las cifras económicas de España en 2020 serán difíciles de olvidar:  el déficit público ha estado en torno al 11,3% del PIB.

La ministra Montero ha señalado que se mantendrán las políticas “anticíclicas” tanto para este año, como para el próximo 2022.

Por otro lado, el “acuerdo de libre comercio” al que llegaron el día de Nochebuena la Comisión Europea y el Reino Unido para un Brexit civilizado atenúa los efectos económicos de la salida del país de la UE a partir del 1 de enero, pero sigue teniendo muchas consecuencias comerciales y burocráticas para las empresas españolas, y deja a unos sectores aliviados como el automovilístico y el hortofrutícola, mientras que otros como el pesquero lo consideran funesto.

El Reino Unido es en el quinto socio comercial para España, solo por detrás de Alemania, Francia, Italia y Portugal, con un volumen anual de importaciones españolas de 20.000 millones de euros, y el segundo destino de la inversión directa que alcanza cerca de 85.000 millones, un importe que podría mermarse en función de los aranceles y otras barreras que se establezcan a los productos españoles.

Aunque las exportaciones crecieron un 3,6% en 2019 respecto al año anterior, las ventas al Reino Unido ya han caído un 2% desde que en 2016 los británicos votaron a favor de abandonar la UE. Entre enero y octubre de 2020, las exportaciones al mercado británico han descendido un 18,2% interanual, hasta 13.668 millones.

El Reino Unido es el segundo destino, tras Estados Unidos, de la inversión exterior directa de España, con un stock acumulado de 84.647 millones. Son muchas las empresas españolas presentes en el mercado británico, que previsiblemente se mantendrán en el país, pero que podrían replantearse sus inversiones si el clima de negocios cambia y se alteran factores determinantes como la fiscalidad o la regulación laboral.

Entre los sectores más aliviados está el del automóvil, que mueve tres millones de coches entre el Reino Unido y la UE que representan 54.000 millones de euros y otros 14.000 millones solo en componentes. El efecto en España es aún mayor, ya que la cuarta parte de las exportaciones españolas al Reino Unido son automóviles.

El acuerdo alcanzado prevé relaciones comerciales sin cuotas ni tarifas entre ambos bloques, que sin pacto habrían empezado a aplicar las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con aranceles del 10% para la automoción.

El hortofrutícola es otro de los sectores más afectados por la salida del Reino Unido de la UE: solo en frutas y verduras se facturan cerca de 2.000 millones de euros. El acuerdo alcanzado evita que la exportación española de frutas y hortalizas frescas sea gravada con 198 millones de euros en derechos arancelarios.

Sin embargo, no todos los sectores están tan contentos: la Confederación Española de Pesca (Cepesca) ha señalado que se trata de un acuerdo muy negativo para los pescadores europeos, sus familias y sus comunidades: la flota española podrá seguir faenando en aguas británicas durante cinco años y medio, pero durante ese periodo se reducirán en un 25% sus actuales cuotas pesqueras. En aguas británicas faenan 88 barcos españoles, casi todos gallegos, que capturan al año unas 9.000 toneladas de pescado.

Por otro lado, empresas como Ferrovial, ACS, Santander, Inditex o Telefónica son algunas de las compañías españolas con fuertes intereses en las islas británicas. A pesar de que previsiblemente se mantendrán en el país, podrían replantearse sus inversiones si el clima de negocios cambia y se alteran factores determinantes como la fiscalidad o la regulación laboral.

En relación a los Presupuestos Generales del Estado, se establecen subidas fiscales en Sociedades, IRPF o IVA. Cambios que afectan mayoritariamente a grandes empresas o rentas altas pero que, junto con otras medidas impulsadas en paralelo a las cuentas públicas, también inciden en colectivos dispares que van del consumidor medio a los gigantes tecnológicos internacionales.

En conjunto, la reforma tributaria planteada por Hacienda supondrá un incremento de la recaudación de 7.770 millones de euros, de los que 5.635 millones entrarían en la caja pública en el propio ejercicio 2021, y los 2.135 millones restantes en 2022. La cifra total ha descendido desde los 9.170 millones comunicados a Bruselas el 15 de octubre debido a los cambios que ha experimentado el plan durante la negociación con los grupos de la oposición y la tramitación parlamentaria, que dejó fuera el alza fiscal al diésel o las subidas de IVA a la educación y la sanidad pública que se habían contemplado inicialmente.

En paralelo, la decisión de Hacienda de rebajar del 21% al 4% el IVA de las mascarillas ahorraría a los españoles 1.568 millones, rebajando el impacto tributario de la reforma a 6.202 millones.

Los principales cambios tributarios que depara el nuevo ejercicio son:

En Sociedades, una de las principales novedades del Presupuesto es que rebaja del 100% al 95% las exenciones que regían sobre los dividendos y plusvalías de las participaciones de empresas españolas en filiales, en cualquier país. Ese 5% no exento pasa ahora a tributar al tipo general del 25% (o el 30% en el caso de banca y petroleras). Es decir que las compañías abonarán 1,25 euros (o 1,3) por cada 100 recibidos.

En el IRPF, el tipo autonómico del IRPF se elevará en dos puntos a partir de los 300.000 euros de ingresos anuales. La medida tiene un impacto muy diferente por comunidades, habida cuenta la fuerte disparidad de tipos autonómicos vigentes. Así, por ejemplo, el tipo marginal para las rentas más altas en Madrid pasaría a ser del 45,5% pero en Cataluña alcanzaría el 50%. El Ministerio que dirige María Jesús Montero estima que el alza tributaria solo afectará al 0,07% de los contribuyentes.

De otra parte, la reforma también afecta a la fiscalidad del ahorro. Este gravamen se incrementa en tres puntos a partir de los 200.000 euros, del 23% al 26%, lo que llevará a 17.000 contribuyentes a aportar 21 millones extra.

En Patrimonio, se recupera el impuesto al Patrimonio como tributo estructural, pues tras su abolición en 2008 fue recuperado en 2013 y prorrogado desde entonces año a año. El texto eleva en un punto el tipo aplicado a las de más de 10 millones de euros, del 2,5% al 3,5%. De aplicarse en todas las regiones, arrojaría una recaudación de 339 millones para las arcas autonómicas, si bien al tener Madrid bonificada al 100%, el efecto será un 40% inferior.

Respecto a los seguros y planes de pensiones, el limite exento en las aportaciones a los planes de pensiones privados ha bajado de 8.000 a 2.000 euros, mientras que en aquellos alimentados por las empresas el máximo se amplía de 8.000 a 10.000. La medida dejará 580 millones más en las arcas del fisco.

Respecto al IVA, el principal cambio es un alza del 10% al 21% sobre las bebidas edulcoradas y azucaradas vendidas en comercios y supermercados, pero no en hostelería.

La introducción de la Tasa Google, que gravará al 3% las operaciones de publicidad online, intermediación digital entre consumidores o la venta de datos de usuarios de las compañías que facturen al menos 750 millones en el mundo y tres en España para recaudar 968 millones este año.

La llamada Tasa Tobin. Se trata de un nuevo impuesto a las transacciones financieras, que grabará al 0,2% la compraventa de acciones de compañías españolas con una capitalización superior a los 1.000 millones. Se espera que recaude 850 millones.

Finalmente, en paralelo al Presupuesto, el Gobierno ultima una nueva tasa sobre los residuos, que penalice la gestión de los menos sostenibles, su depósito en vertederos o incineración, con la que se ingresarán 861 millones más. Además, el Ejecutivo impulsará un tributo sobre los envases de plástico no reutilizables que recaudará 491 millones de euros.

MERCADOS:

El Ibex 35 ha arrancado este 2021 luchando por alcanzar los 10.000 puntos, pero lo ha terminado en alrededor de 8.000 puntos.

El selectivo español de referencia ha perdido un 15,4% de su valor, la mayor caída anual desde 2010, lo que lo sitúa como el séptimo mercado con un peor comportamiento en 2020. Se coloca justo detrás de Londres (-14,34%) y solo por delante de Beirut (Líbano), Laos, Sofía (Bulgaria), Egipto, Jamaica y Mauricio, que lidera las pérdidas anuales con más del 24%.

El castigo de los inversores a la banca (las seis entidades que cotizan en el Ibex 35 cierran el año con pérdidas) ha golpeado con especial fuerte al Banco de Sabadell, cuyas acciones han perdido un 66% de valor en este 2020 en que se frustró un intento de fusión con BBVA (el banco con mejor comportamiento, aunque pierde un 19%). La penúltima posición muestra otro de los grandes sectores afectados por la crisis del coronavirus: el turismo. Los valores de IAG, la matriz de Iberia, se han dejado un 63% en los últimos 12 meses. Telefónica se apunta las terceras mayores pérdidas del ejercicio con un retroceso del 48%.

Sin embargo, otros indicadores como el Nikkei japonés se situaron en el penúltimo día del año en niveles no vistos en los últimos 30 años. Igualmente, el S&P 500 en Wall Street ha alcanzado máximos históricos, creciendo un 45%. 

Asia, donde comenzó una pandemia que ha puesto patas arriba la economía mundial, acaba el año con sus mercados exultantes. El índice compuesto de todas las Bolsas de Asia-Pacífico (excluyendo la de Japón), termina el año según Bloomberg con una ganancia del 20%. Entre octubre y diciembre el valor conjunto de sus títulos ha crecido un 19%, el mejor comportamiento trimestral desde 2009.

Respecto al Euribor, 2020 ha sido el de los récord en sus bajadas: en España descendió hasta el -0,496%, cerrando el año con más de 2,3 décimas de punto por debajo del valor que ostentaba hace un año, lo que abarata los préstamos que tengan su revisión anual en estos momentos.

Por ahora los hipotecados no deberían preocuparse en exceso: la remontada del índice hacia valores positivos será muy paulatina, según coinciden todas las fuentes consultadas.

Un gran indicador para saber cuáles son las expectativas de los bancos respecto al euríbor es, desde hace dos años, el “desarrollo de campañas agresivas para ofrecer hipotecas a tipos de interés fijos”, es decir, aquellos préstamos que no dependen de los vaivenes de este índice.  Si los que cobran intereses apuestan más por las hipotecas a tipo fijo que a las referenciadas al euríbor, es porque precisamente no esperan hacer negocio con él, al menos, en los próximos años.

Por lo que respecta al pago de intereses de la deuda pública española, los últimos datos publicados cifran en 25.900 millones el pago de intereses de la deuda este año, unos 2.450 millones menos que el pasado ejercicio (28.349 millones). El Tesoro continúa esforzándose por seguir rebajando la carga financiera de la deuda. En un año en el que las previsiones apuntan a que la ratio de deuda sobre PIB se cierre en el 120%, España ha seguido profundizando en la rebaja de los intereses, un proceso que se ha traducido en una reducción de los costes de la deuda en circulación y de las nuevas emisiones a mínimos históricos. A falta de los últimos ajustes del año, el interés de la deuda en circulación se sitúa en el 1,86%, frente al 2,19% de hace un año, y los tipos de las nuevas emisiones pasan del 0,23% al 0,18% actual.

Sin duda, el principal responsable de esta moderación ha sido el BCE. La batería de estímulos puestos en marcha para ayudar a la recuperación ha devuelto la tranquilidad a los inversores. Dentro de las iniciativas puestas en marcha por Christine Lagarde, el programa de compras frente a la pandemia (1,85 billones hasta marzo de 2022) ha sido el pilar que ha contribuido a mantener a raya los costes de financiación. En el marco de este programa, y según la información recogida por el Tesoro hasta septiembre, el Banco de España en nombre del BCE ha adquirido deuda por valor 66.337 millones. Con estas compras las tenencias de la deuda en manos del organismo europeo ascienden a 282.054 millones, el 25,6% del total. Hace un año, el BCE tenía en su poder 212.598 millones.

Junto al BCE, la banca española también ha ayudado al Tesoro a cumplir con sus objetivos de emisión. Desde finales de febrero hasta septiembre, las entidades nacionales han comprado 39.169 millones, hasta 175.881 millones de euros (15,98%), unas cifras que no se veían desde 2016. En el mismo periodo los inversores extranjeros, que siguen siendo los principales tenedores (45,51%), tan solo han elevado la tenencia en 327 millones, hasta los 500.771 millones registrados a cierre de septiembre. Es decir, que, pese a las dudas iniciales generadas por la crisis, los títulos de deuda pública española siguen despertando el apetito de los inversores, una corriente que se ha reflejado en las cinco subastas sindicadas de 2020, operaciones a través de las cuales ha adjudicado 52.000 millones de euros.

EMPRESAS:

El coronavirus redujo el año pasado las ventas de turismos un 32,3% y situó las matriculaciones en sus peores datos desde 2013: se comercializaron 851.211 vehículos, frente a los 1.258.251 del ejercicio anterior. Una caída generalizada de la economía desde el estado de alarma decretado en marzo provocó que ni particulares ni empresas apostaran por la renovación de su flota, dejando a España como uno de los grandes mercados europeos donde más se contrajo la demanda.

Ni las ayudas a la compra anunciadas en verano por el Gobierno han servido como acicate para dinamizar las compraventas, y marcas y concesionarios tampoco son optimistas para este año. Temen una prolongación de los malos datos como consecuencia del encarecimiento del impuesto de matriculación tras la entrada en vigor, sin bonificaciones, del nuevo sistema de control de emisiones WLTC.

Continuaron los malos datos durante todo el ejercicio, registrando su mayor golpe durante abril. Con el cierre de los concesionarios forzado por el estado de alarma, aquel mes apenas se vendieron 4.163 coches. Era una caída del 96,5% y suponía unas matriculaciones mensuales equivalentes a lo que anteriormente se cerraba en un solo día. Desde entonces, las caídas respecto a 2019 fueron continuadas con la única excepción de junio, lo que ha provocado que la caída final sea del 32%.

Esa senda es la que ha seguido hasta finales del ejercicio recién terminado. En diciembre se matricularon 105.841 unidades, apenas 13 turismos más que hace un año, una cifra que la patronal de concesionarios explica únicamente por las automatriculaciones realizadas por marcas y concesionarios para maquillar las estadísticas del año.

Las patronales Anfac (fabricantes), Faconauto y Ganvam (talleres y vendedores) creen los datos muestran el colapso del mercado. Los potenciales compradores no solo han obviado las ofertas existentes en los puntos de venta para incentivar la adquisición, sino que también han hecho caso omiso de las posibles ayudas del Plan Renove, que no tendrá continuidad en 2021 después de que hayan quedado sin gastar 200 millones de euros de la convocatoria de 2020.

La contracción de ventas se reparte entre todos los canales, pero las firmas de alquiler —con el turismo colapsado por las restricciones a la movilidad social en todo el mundo— son las que más huella han dejado en 2020. Han reducido sus compras para renovar su flota un 59,7% respecto al ejercicio pasado. Los particulares, por su parte, con unas inciertas expectativas sobre la evolución de la economía por los rebrotes, han reducido la demanda un 27%. Y las empresas, otro 24,4%.