lunes, 6 de mayo de 2019

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A MAYO DE 2019: Continúan las incertidumbres, pero se observa algo de mejoría.


La asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha activado las alarmas referidas a las economías emergentes, como consecuencia de las tensiones comerciales, geopolíticas y amenazas existentes. Esos riesgos son ahora mayores: Nigeria, Pakistán o Sudáfrica asistirán en los próximos cinco años a caídas en los ingresos per cápita que los alejarán aún más de las economías más ricas del mundo.

GLOBAL:

El Banco Mundial ha alertado del riesgo de que aumente la extrema pobreza, sobre todo en el África subsahariana. Esto impediría cumplir el objetivo de acabar en 2030 con este problema que afecta a 700 millones de personas en todo el mundo.
El cajón de sastre de las economías emergentes reúne a países muy heterogéneos con una evolución dispar. Según el FMI, “en promedio sí hay convergencia, crecen más los emergentes que los avanzados. Los dos más poblados, China e India, crecen muy por encima de la media. Pero el grupo que padecerá un crecimiento menor es muy preocupante porque reúne a países donde viven 1.000 millones de personas”.  
El FMI ha señalado, que, aunque la economía global sigue creciendo, dos son los riesgos que se ciernen: el crecimiento en China que podría entrar en una tendencia decreciente, y los riesgos de un Brexit sin acuerdo.
Una desaceleración de la economía china, combinada con un cada vez más probable Brexit duro, podría provocar más incertidumbre, en un panorama en el que juegan ya en contra la guerra comercial y el endurecimiento de las condiciones financieras en un entorno de alto endeudamiento, público y privado, en muchos países.
La expansión económica global ha sufrido desde el final del año 2017. Se mantuvo fuerte durante la primera mitad de 2018 (3,8%), pero cayó al 3,2% en la segunda mitad del año.
El FMI prevé que la debilidad persistirá durante el primer semestre de 2019: del 3,6% de crecimiento en 2018 se pasará, según las proyecciones del Fondo, a un 3,3% en 2019 (una revisión a la baja de 0,2 puntos porcentuales respecto a sus proyecciones de enero). Esta corrección afectará a varias de las grandes economías (la eurozona, América Latina, Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá y Australia).
Una vez superado el débil comienzo de 2019, el FMI prevé un repunte del crecimiento global en la segunda mitad del año, alcanzando una tasa de crecimiento del PIB global en 2020 del 3,6%.
No obstante, el propio informe del FMI, advierte de que la posibilidad de nuevas revisiones a la baja del crecimiento global es elevada. Las principales causas de ese riesgo de empeoramiento residen en la posibilidad de que falle alguna de las previsiones sobre las que el Fondo basa su estimación de crecimiento. Entre ellas, la asunción de que se logrará evitar un Brexit sin acuerdo, y la expectativa de un crecimiento firme en China como resultado de las medidas de estímulo.
Respecto a la salida del Reino Unido de la UE, el FMI advierte del impacto que tendría una ruptura sin acuerdo: “si se interrumpen drásticamente las cadenas de suministros y se elevan los costes del comercio, se podrían ocasionar grandes y duraderos impactos negativos en las economías del Reino Unido y de la Unión Europea”.
Y es que las previsiones del FMI, se basan en la premisa de que “el Reino Unido abandona el mercado único y la unión aduanera, pero alcanzando un acuerdo comercial amplio con la Unión Europea, y con una transición gradual hacia el nuevo régimen”.
De forma, que un Brexit sin acuerdo tendría un efecto negativo en el PIB británico de 3,5% para 2021, y del 0,5% en la actividad del conjunto de la UE.

CHINA:

China registró un crecimiento de su PIB, durante el primer trimestre de este año, de un 6,4% interanual. Se trata de una cifra superior a la esperada.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas china, los recortes de los impuestos, los aumentos del gasto en infraestructura o en forma de créditos a las empresas han surtido efecto. Todo ello, pese a las dificultades internas y externas, con un sector privado que flojea debido a las dificultades para financiarse y el conflicto comercial con Estados Unidos que empeora a la confianza económica.
Según los datos oficiales, se ha producido un gran rebote de la producción industrial (ha aumentado un 8,5% interanual), y un mejor comportamiento de las ventas al por menor, que han crecido un 8,7%. También se ha recuperado la inversión.

LATINOAMERICA:

Hay que destacar que la economía de Argentina se encuentra en una gravísima situación: el peso en una depreciación continua; caídas de los valores bursátiles; y un riesgo-país que llegó a rebasar los 1.000 puntos.  la jornada del jueves demostró que la crisis de confianza se agudiza. Además, existen muchas dudas respecto la capacidad gubernamental de controlar la inflación.
El banco central argentino se ha visto obligado a subir los tipos de interés de las llamadas Leliq (letras de liquidez), nada menos, que hasta el 70% para apuntalar su moneda (el peso que se deprecia continuamente).
Desde la Casa Rosada se acusa a Cristina Fernández de Kirchner de todos los males. Pero la posibilidad de un default argentino (suspensión de pagos, o insolvencia argentina) es real. La mayoría de economistas opinan que los 34.000 millones de dólares a devolver el año próximo suponen una carga excesiva para una economía que sigue en recesión y que el aumento de la deuda en términos reales (por la devaluación del peso) exigiría unos recortes presupuestarios casi inasumibles. La deuda pública argentina supera el 90% del producto interior bruto y casi toda ella está nominada en dólares.
El presidente Macri prometió resolver de una vez por todas los males endémicos de la economía (inflación y devaluación, pobreza, corrupción), pero se enfrenta al final de su mandato con una crisis devastadora.  

ESTADOS UNIDOS:

La Reserva Federal, de nuevo, ha decidido dejar los tipos de interés inalterados (están desde diciembre en una banda entre el 2,25 y el 2,5%). Según su presidente, Jerome Powell, el crecimiento económico durante el primer trimestre (un 3,2%) ha sido “más robusto de los esperado. Las condiciones financieras han mejorado, y se espera que el crecimiento se refuerce en el segundo trimestre de este año”.
Respecto a los precios, la inflación subyacente (excluyendo el precio de la energía y los alimentos), bajó al 1,6% en marzo.
El presidente Trump, incluso, ha pedido la rebaja de los tipos de interés de un punto porcentual, y que se reactive el mecanismo de compra de deuda. Justifica su petición mirando a China: “están estimulando su economía al mismo tiempo que mantienen bajos los tipos. Tenemos el potencial de subir como un cohete si hacemos lo mismo”, asegura el presidente Trump. 
La realidad, es que la economía de Estados Unidos avanza con solidez, lo que tiene su reflejo en el empleo: la tasa de paro bajó dos décimas y se colocó en abril en el 3,6%. Se trata de la cifra más baja desde diciembre de 1969.
Durante el primer trimestre, la tasa de crecimiento del PIB anual, ha sido del 3,2%. Lo previsible, según los analistas, es que en estas condiciones la creación de empleo progrese a un ritmo ligeramente por debajo a los 200.000 contratos de media mensual.
Los sueldos estadounidenses crecen, a un 3,2% anual, pero no como para que se generen riesgos o temores del lado de la inflación para la Fed (banco central de Estados Unidos). Powell asegura que no ve evidencias que indiquen que la economía se esté recalentando.
La Fed tampoco ve signos en la dirección opuesta que anticipen una contracción y le fuercen a rebajar los tipos, como ha reclamado el presidente Donald Trump con insistencia.
La tasa de paro es el 7,3% en el pasado mes de abril. Estados Unidos ha marcado un nuevo record, lleva ya 103 meses seguidos de creación de empleo.
La anterior circunstancia evidencia que se exageró el miedo a una nueva recesión económica.  

EUROZONA:

La economía alemana sigue sin remontar. El gobierno germano ha vuelto a rebajar sus previsiones de crecimiento: sólo crecerá durante este 2019 un 0,5%. El Brexit, las tensiones comerciales con Estados Unidos y la débil demanda China son algunas de las causas que explican el enfriamiento de la economía alemana. El Ministro de Economía alemán, Peter Altmaier, ha calificado el momento de "fase de debilidad".
La situación germana preocupa en toda Europa, temiendo las repercusiones para toda la economía de la zona. Altmaier espera un crecimiento del PIB del 1,5% en el próximo año 2020. Pero ha admitido que la situación actual debe “servir de señal de alerta”. Desde luego, las cifras actuales son las peores en seis años.
El ministro de Economía afirma que Alemania vive una “evolución lenta, pero sólida”, explicando que la rebaja del crecimiento obedece, principalmente, a la coyuntura exterior. Con cifras de empleo récord, subida de salarios, una fuerte demanda del consumo interna y una importante inversión en infraestructuras y vivienda, Berlín centra su preocupación en los factores externos de una economía muy dependiente del comercio internacional. Según el Ministro, se están invirtiendo cifras récord en infraestructuras, educación, investigación e inteligencia artificial.
La realidad, es que las previsiones para 2020 podrían empeorar si se agravasen las incertidumbres existentes: Brexit; los posibles aranceles estadounidenses a los productos europeos; la crisis italiana; y, desde luego, el resultado de las elecciones europeas.
También está influyendo la caída de la demanda global del automóvil, que afecta a muchos países, pero especialmente a Alemania ya que es un gran productor mundial. Incluso en Alemania ha caído la demanda de automóviles, a consecuencia de la perdida de reputación de los fabricantes, (el llamado Dieselgate), y las crecientes restricciones a los modelos más contaminantes. La caída de ventas de automóviles impacta de manera directa en numerosos países de la Unión Europea, sobre todo del este de Europa, de donde proceden numerosos componentes para la fabricación.
Ahora bien, parece producirse, en medio de los temores de desaceleración económica, cierta mejoría: según Eurostat, el crecimiento de la zona euro creció con fuerza en los primeros tres meses del año (avance del PIB del 0,4%). Entre los grandes, Francia mantuvo el ritmo en el 0,3%; España repuntó al 0,7% y supera en más del doble la velocidad de crucero de sus socios, Italia salió de la recesión y sube dos décimas, mientras que Alemania no desglosará sus números hasta más adelante. Los datos adelantados por la oficina estadística, recogen que la economía de los Diecinueve progresó un 1,2% interanual. La realidad, es que las previsiones más pesimistas deberán aparcarse de momento.
La eurozona ya lleva 24 trimestres ininterrumpidos de crecimiento, esto es, seis años sin entrar en tasas negativas. Y el desempleo está en mínimos (tasa de paro del 7,7%).
Sin embargo, algunas de las economías más endeudadas siguen sin reducir sus deudas.
Lo peor sin duda, es que Italia continúa rezagada; el impacto e indefinición del Brexit; y que, a pesar de la mejora del empleo, la tasa europea dobla a la de Estados Unidos, con enormes bolsas de parados, especialmente jóvenes del sur del continente, que han quedado fuera de la recuperación económica.
La Comisión Europea ha examinado el borrador de los Presupuestos de cada Estado, señalando respecto a España, que los presentados por el Gobierno, apenas aportan cambios significativos. Aun así, España pasó el examen de Bruselas con la advertencia de que podía incumplir las normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. La Comisión, además, le urgió a aprobar los Presupuestos. La negativa de los partidos independentistas catalanes a su tramitación impidió hacerlo.
Respecto al déficit, el sector público español ya no es el enfermo de mayor gravedad. Le supera el chipriota, que pasó de un superávit del 1,8% en 2017 a un déficit del 4,8% en 2018 tras haber adoptado medidas para apoyar a sus bancos. Y Francia, que abandonó el procedimiento de déficit excesivo en 2015, comparte podio con España con un déficit idéntico, pero con planes de aumentarlo este año al 3,4% del PIB para dar respuesta al malestar social mostrado por “los chalecos amarillos”.
Sin duda, el riesgo más importante es el de Italia: tras entrar en recesión (caídas del PIB), los planes expansivos del Gobierno de Giuseppe Conte podrían motivar que el déficit se dispare por encima del 3%. Las previsiones de mayo deberán determinar si se confirman las últimas estimaciones de Bruselas de que Italia rebasará ese techo en 2020. O, aún peor, si el deterioro económico le pasa factura antes de lo previsto.
En el otro lado de la balanza, varios socios siguen con superávits abultados, ignorando también las recomendaciones de las instituciones europeas. Si bien estas siguen llamando a los países más rezagados a que reconstruyan sus colchones fiscales, también reclama a los que tienen excedentes en sus cuentas públicas que acometan planes de inversión.
Alemania y Holanda cerraron 2018 con saldos positivos del 1,7% y el 1,5% del PIB, respectivamente, a pesar de poner en marcha tímidos programas de expansión. También acabaron con números verdes Luxemburgo (2,4%), Bulgaria y Malta (2%) o Grecia, que registró un superávit del 1,1%.
En relación a Grecia, según Eurostat, su economía continúa siendo la más endeudada del continente europeo. Su endeudamiento equivale, nada menos, que al 181,1% del PIB (casi cinco puntos más que en 2017). Le sigue Italia con una cifra equivalente al 132,2% de su PIB, por lo que ha estado a punto de entrar en un proceso correctivo por su exceso de deuda y, sobre todo, por la falta de medidas para reducirla. A continuación, figura Portugal (121,5%); Chipre (102,5%); Bélgica (102%); Francia (98,4%); y España (97,1%).

ESPAÑA:

En contra de lo esperado, la actividad económica española se ha acelerado en medio de la ralentización global. Muchos esperaban que la economía española iría poco a poco perdiendo fuelle conforme se agotase el ciclo. Sin embargo, según el INE, en el primer trimestre de este año el PIB español ha crecido un 0,7% (una décima más que en el trimestre anterior).
En el año 2018, el PIB español avanzó a tasas comprendidas entre el 0,5% y el 0,6% frente al 0,7% citado, algo que no sucedía desde finales de 2017. Las razones, fundamentalmente, son la inversión empresarial y el empleo, sobre todo en la construcción. Señalan muchos analistas, que “pese a la incertidumbre existente, se trata de una buena señal, que las empresas tengan confianza y consideren que hay motivos para invertir”.  
En la economía española, uno de los motivos del mayor crecimiento, se debe a la construcción, que sigue mostrando una gran fortaleza al anotarse en el trimestre un incremento del 1,8% y dispararse la ocupación del sector un 11,3% interanual.
En actividades inmobiliarias, el empleo protagoniza un salto del 9,8%. Lo bueno es que semejante recuperación no se está viendo acompañada de una fuerte alza del endeudamiento como en otras épocas. Todavía se está lejos de las cotas de producción alcanzadas durante la burbuja.
El consumo de los hogares ha caído un poco (crece un 0,3% trimestral, el menor incremento en cinco años y seis décimas menos que en el trimestre anterior). No obstante, este hecho podría considerarse en parte como algo saludable si se tiene en cuenta que llevaba toda la recuperación aumentando por encima de lo que lo hacían las rentas y dejando la tasa de ahorro en mínimos históricos.
Respecto al sector exterior, se mantiene una mala situación, ya que las exportaciones españolas siguen cayendo (disminuyen un 0,5%). Sin embargo, al moderarse el consumo interno las importaciones retroceden un 1,1% entre enero y marzo. De ahí que la demanda exterior aporte 0,2 puntos en términos anuales y no un -0,2 como se produjo en el trimestre anterior.
Otra clave de la resistencia exhibida, reside en los buenos datos del mercado de trabajo. La mejora del empleo ha ocasionado un aumento de la producción: en la economía, o se crece porque se pone a más gente a trabajar, o porque los que ya están ocupados consigan una mayor producción. Entre enero y marzo, la ocupación creció un 0,7%, lo mismo que el PIB. Es decir, solo se creció por el incremento del empleo, pero no porque haya mejorado la productividad de la mano de obra.
Fruto de la subida del salario mínimo, del incremento de cotizaciones y de las mejoras de los convenios, los costes laborales han subido un 1,7% trimestral. La remuneración por asalariado se eleva un 1,3%. En los últimos cuatro trimestres, la partida total dedicada a la remuneración de los asalariados ha aumentado a tasas anuales del 4%, por encima de la evolución del PIB. Y eso se debe a que los excedentes de las empresas llevan justo esos cuatro últimos trimestres avanzando a ritmos menores que la actividad. Después de haber acumulado margen para poder autofinanciarse y bajar la deuda, parece que las empresas están destinando más recursos a las plantillas. Y no solo a contratar más trabajadores como ya hacían, sino a mejorar algo sus retribuciones.
Según el Plan de Estabilidad, elaborado por el Gobierno para el periodo de 2019 a 2022 (contiene las líneas maestras de la política presupuestaria para los próximos cuatro años), “los principales riesgos a los que puede estar sujeta la economía española están asociados a una menor demanda externa, como consecuencia de las tensiones proteccionistas, un repunte de los precios del petróleo superior al esperado, o un aumento de los tipos de interés”.
El ministerio valora, por un lado, el impacto que tendría una subida de los tipos de interés por parte del BCE en 120 puntos porcentuales, hasta situarlos en el 1,2% (actualmente la entidad presidida por Mario Draghi tiene los tipos en el 0%). También se cuantifica el impacto que tendría un recrudecimiento de la guerra comercial entre Estados Unidos y China; un aumento del tipo de cambio; los efectos de un Brexit sin acuerdo, así como un aumento del proteccionismo a nivel mundial, que lastraría el crecimiento de los principales socios comerciales de España. Por último, se estiman los efectos sobre la economía de un aumento 10 dólares del precio del barril de petróleo brent de sobre las previsiones actuales.
Si todos esos riesgos se materializasen, el PIB crecería casi dos puntos menos de lo previsto hasta 2022. Es decir, España estaría al borde de la recesión dentro de cuatro años por culpa de los factores externos. El efecto conjunto de esas tres hipótesis sería de 1,8 puntos de PIB, la misma cifra que Economía calcula que crecería España si todo marcha bien.
Los técnicos del Ministerio de Economía, señalan que, de materializarse esos riesgos, el déficit público sería de unos 12.500 millones más del previsto al final del periodo, y el gasto público se dispararía. Todo esto como consecuencia de una caída del consumo de hogares y empresas, un frenazo en la creación de empleo, el aplazamiento de las inversiones y una caída de las exportaciones.
El Ministerio de Economía sí ve más riesgos en que se produzca un aumento del tipo de cambio del euro respecto a otras divisas como consecuencia de un aumento del proteccionismo por la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China. “Se trata de un escenario más probable que en ejercicios anteriores”, explica el Plan de Estabilidad. No obstante, reconoce que “algunas de estas hipótesis, como la ralentización de nuestros socios comunitarios, ya las ha tenido en cuenta a la hora de hacer sus proyecciones macroeconómicas oficiales”.
Por último, un incremento del precio del petróleo también sería perjudicial para nuestra economía. España es un país importador neto de energía y el mercado de crudo está sometido a una gran volatilidad como consecuencia de los intereses de los países exportadores, agrupados en torno a la OPEP, que reducen la producción o la amplían en función de sus intereses económicos. En la actualidad, el precio del barril de brent está en los 72 dólares, más cerca del supuesto de riesgo que de la hipótesis de partida para construir el cuadro macroeconómico oficial.
En relación a la evolución de los precios, han aumentado en abril como consecuencia del turismo. Según los datos adelantados por el INE,  el IPC se situó este mes en el 1,5% (dos décimas más que en marzo), frente a la bajada que estos productos experimentaron en las mismas fechas del año pasado.
La tasa arrancó el año en el 1%, después de caer dos décimas frente a la de diciembre. Sin embargo, en febrero inició una senda ascendente al elevarse al 1,1%, senda que siguió en marzo (1,3%) y que ha continuado en abril (1,5%).
La subida del precio de los combustibles ha venido explicando hasta ahora buena parte del aumento de la tasa, aunque en abril también contribuyó un factor más coyuntural, el del aumento de precio de los paquetes turísticos, frente a la bajada del año pasado. Esto se explica, fundamentalmente, por la diferencia en las fechas de la Semana Santa. El año pasado, como la festividad cayó en marzo, estos productos turísticos experimentaron ese mes la subida y se relajaron en abril. Este año, con la Semana Santa en la tercera semana de abril, los paquetes han viajado en sentido contrario.
Con la subida de abril, el IPC interanual se coloca en el 1,5%, su nivel más alto desde noviembre del año pasado, cuando se situó en el 1,7%. Además, encadena treinta y dos meses consecutivos en positivo.
En términos mensuales, el IPC avanzó en abril un 1% respecto a marzo, la mayor alza mensual desde abril de 2017.
El IPC armonizado, el que se elabora en los mismos términos que en el resto de países de la UE para poder realizar comparaciones, se situó en el 1,6%, tres décimas por encima de la tasa del mes anterior.
Por otro lado, respecto al empleo, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE, relativa al primer trimestre de este año, el mercado laboral español está mostrando una resistencia que pocos esperaban en una época de desaceleración e incertidumbre interna y externa: “ha aumentado el paro y ha bajado el empleo”. En los últimos 12 meses, se han creado 596.900 empleos, un 3,14% más, según el INE. Es la cifra más alta en todo un año desde el verano de 2007.
Si se toman solo los últimos tres meses, que esbozan cómo se ha comportado el mercado laboral durante el invierno, el empleo ha bajado en 93.400 personas, y el total de ocupados queda en 19,5 millones de trabajadores. La cifra total de desempleados en 3,35 millones, lo que ha ocasionado un aumento de la tasa de paro al 14,7%.
Según la ministra de Economía, Nadia Calviño, “la EPA confirma la positiva evolución del mercado laboral de los últimos trimestres”. La ministra ha restado valor al aumento de la tasa de paro (pasa del 14,45% del último trimestre de 2018 al 14,7% en el primero de este año), explicando este ascenso por dos factores que se cruzan. Por una parte, el primer trimestre suele arrojar todos los años un mal dato de empleo, principalmente por el fin de la campaña navideña. Y, en segundo lugar, el fuerte aumento de la actividad en estos 12 meses hace más difícil rebajar sustancialmente la tasa de paro.
Calviño ha destacado los buenos datos de ocupación: “este es el indicador más importante, que muestra la creación de empleo. El número de ocupados, 19,5 millones, es el mayor en once años. Y el incremento del empleo es el mayor en doce años”.
La creación de empleo sigue impulsada por el dinamismo del sector servicios, donde se crearon 429.400 ocupados en los últimos 12 meses. El sector de la construcción que mantiene su recuperación sumó 129.500 trabajadores más, y la industria incorporó a 32.100 empleados. El empleo público creció en 107.900 personas hasta situarse en 3.213.600 trabajadores en el primer trimestre, el máximo desde el último trimestre de 2011, justo antes de los recortes que emprendió el Gobierno Rajoy en medio de la Gran Recesión.
Los tres primeros meses del año son la peor época para el mercado laboral español, especialmente enero, como puede comprobarse cada vez que se conocen las cifras de afiliación a la Seguridad Social. Este año no ha sido una excepción y, además, en 2019 ni un solo día de la Semana Santa ha caído en marzo. Esto tiene importancia porque sus efectos, que en la EPA suelen notarse aún menos que en otras estadísticas laborales, han sido nulos.
Si el análisis se realiza sobre la evolución que ofrece la Encuesta de Población Activa (EPA) se deduce que, actualmente, el sector de la construcción da empleo a 1.279.900 de trabajadores, lo que supone un incremento de casi el 12%.
Por otro lado, los datos relativos al Paro Registrado y Afiliación a la Seguridad Social correspondientes al mes de Abril, según la estadística del Ministerio de Trabajo, han mostrado la siguiente situación.
Abril fue un buen mes para el mercado laboral. El empleo, medido con la afiliación a la Seguridad Social, aumentó en 186.785 cotizantes respecto al mes de marzo. Esta evolución eleva la cifra total de afiliados hasta los 19,23 millones de trabajadores. Es el número más alto de afiliados desde julio de 2008 y va acercándose al máximo histórico que se registró un año antes de que estallara la crisis, en plena burbuja inmobiliaria.
La Semana Santa y el comienzo de la buena etapa para el empleo también se notaron en el paro registrado que se redujo en 91.518 personas en un solo mes. La cifra total quedó en 3.163.566 personas.
Tanto la reducción del paro como el crecimiento de la afiliación mejoran las cifras de 2018 aunque son menos buenas que las de 2017. De hecho, en el caso de la Seguridad Social abril fue el segundo mejor mes de la historia, justo por detrás de los registros marcados hace dos años.
El dato de afiliación en abril vuelve a mostrar que el mercado laboral está resistiendo bien en este momento a los vaivenes de la economía. Su crecimiento en los últimos 12 meses se ha acelerado unas décimas. Entre abril de 2018 y abril de 2019 hay 551.901 afiliados más a la Seguridad Social, un 2,95% más que el año anterior. Este porcentaje incrementa en dos décimas porcentuales sobre el de marzo.
Por regímenes, fue el general el que protagonizó la subida con 173.542 afiliados más (1,1%), hasta situarse en 15.897.052 trabajadores. En este régimen, la afiliación creció en términos absolutos en la mayoría de los sectores de actividad, principalmente en hostelería, que sumó 85.493 ocupados. Este es una de las pruebas del efecto de la Semana Santa en el mercado laboral. También subió el empleo en el comercio (12.781) y en actividades administrativas y servicios auxiliares (11.557).
Por otro lado, Bruselas ha confirmado que el déficit público español se ha situado por debajo del 3% del PIB.  El Gobierno anunció que cerró el año pasado con un desfase presupuestario equivalente al 2,63% del PIB, pero Bruselas lo recortó al 2,48% al considerar que ciertos gastos deberán imputarse al año 2019.
El Ejecutivo español anunció durante el pasado mes de marzo, que rebajó el déficit gracias a una enorme subida de la recaudación fiscal y pese al aumento del gasto y la desaceleración económica. Sin embargo, en las cuentas se anotaron varios gastos extraordinarios (que no se repetirán) y que, según le advirtió la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, no tenían por qué ser imputados a ese ejercicio.
Por otro lado, en relación a los bancos, desde los años de la crisis, y respecto a los beneficios de los cinco grandes bancos (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankia) en retroceso al mismo tiempo. La caída de los ingresos de las carteras de deuda, a la ralentización de la economía y los tipos negativos explican esta situación. Entre los cotizados solo se ha salvado Bankinter, que hasta marzo ganó un 1,4% más que hace un año. El beneficio de los seis bancos fue de 4.145 millones, un 12% menos que en marzo de 2018.
No es fácil encontrar razones comunes para analizar los grandes bancos porque tienen negocios diferentes y operan en países diversos. Por ejemplo, el Santander y BBVA tienen entre el 70% y 80% del negocio fuera de España y Bankia nada. El Sabadell y CaixaBank ya logran beneficios fuera de las fronteras, pero no son muy relevantes aún.
Sin embargo, los analistas coinciden en que hay cuestiones comunes para explicar esta situación porque la caída vivida hasta marzo ha dependido de la situación española, la europea e internacional. Entre las causas, los expertos apuntan a la bajada de los precios de la deuda pública, que ha depreciado el valor las carteras de renta fija en las que la banca invierte miles de millones; además ha influido la inestabilidad de los mercados por incertidumbres como el Brexit y la desaceleración mundial, que ha dañado a los exportadores españoles, por el efecto de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Estos factores han pasado factura a los bancos, cuyos ingresos han caído con fuerza. Por supuesto, también pesan los tipos de interés negativos, que son la causa del pesimismo que los directivos no ocultan.
Lo cierto es que los bancos no acaban de salir del círculo negativo en el que entraron en 2008. La mejoría de la economía, sobre todo en los últimos cuatro años, les ha servido para sanear la cuenta de resultados, pero no lo suficiente. Han reducido las provisiones por morosidad y han disfrutado de los réditos de la deuda pública, comprada cuando ofrecía rentabilidades del 3% (tres veces más que ahora). A la vez redujeron gastos gracias a los despidos y los cierres de oficinas. Pero las tres fuentes se están agotando y llega una nueva vía de gasto: la digitalización de procesos mientras se mantienen abiertas las sucursales.
Al mismo tiempo, los ingresos por la concesión de créditos no alcanzan el ritmo deseado. La banca ha elevado el volumen de concesión de hipotecas, pero son más las que se cancelan que las que se aprueban; los créditos al consumo sí crecen, pero son cantidades pequeñas y las empresas han reducido su endeudamiento bancario o piden los préstamos al mercado, donde sobra la liquidez.
En resumen, los clientes piden menos dinero y a tipo variable, referenciado a un Euribor negativo: -0,11%. Según muchos analistas, “los bancos tienen menos volumen, con márgenes más bajos y les cuesta más cobrar comisiones porque la competencia aprieta y no están bien vistas por los clientes”

MERCADOS:

A pesar de que el 2 de mayo el Ibex sufriese una caída del 1,59%, "la mayor en más de un mes", el Ibex ha cerrado el primer cuatrimestre ganando el 12,18%, (un aumento importante). Si la secuencia se repitiera, cuestión bastante dudosa, nuestro principal indicador bursátil cerraría el año ganando el 36,54%. Lo lógico es que, en los dos cuatrimestres que faltan para cerrar 2019, haya un comportamiento poco regular.
El euríbor, el índice de referencia con el que se calculan la mayoría de hipotecas en España, bajó en abril a -0,112. Ese es el dato definitivo difundido por el Banco de España.
Durante el mes de marzo, el índice se situó en -0,109, rebajando el -0,108 de febrero. El euríbor encadena así su segundo mes consecutivo de bajadas tras un periodo en que parecía que iniciaba una remontada.
Las subidas comenzaron precisamente hace un año. En abril de 2018 se producía una inflexión de la tendencia a la baja y comenzaban 11 meses sucesivos de subidas. Entonces parecía que el Banco Central Europeo, estaba dispuesto a retirar la política de estímulos, tras dar por superada la crisis, y que anunciaría alguna subida de los tipos de interés a corto plazo. Pero el empeoramiento de las economías europeas, con el estancamiento de Alemania y la recesión de Italia a la cabeza, alejaron esa posibilidad. El pasado marzo, el presidente del BCE, Mario Draghi, señaló que el alza de los tipos no se producirá como mínimo hasta finales de este año.
Como las hipotecas se revisan anualmente, los préstamos que se actualizan en mayo se encarecerán ligeramente. Por ejemplo, para una hipoteca de 120.000 euros a 20 años con un diferencial de Euríbor +1%, la cuota subirá 4,13 euros al mes (49,56 euros al año).
Esta actualización, obviamente, se aplica solo sobre las hipotecas a tipo variable con el euríbor como índice de referencia. Pese a que el índice sigue lejos de alcanzar valores positivos, y pese a que la marcha de los últimos meses pone en duda que haya iniciado una remontada definitiva, los préstamos a tipo fijo no dejan de crecer. Si antes de la crisis representaban menos del 3% del total, el pasado febrero marcaron su máximo desde que hay registros (la serie estadística del INE arranca en 2009) con un 41,8% del total de préstamos.
Por otro lado, respecto al mercado del automóvil, ha experimentado cierta mejoría durante el pasado abril. Después de siete meses consecutivos de caídas en las matriculaciones de turismos, las ventas de coches subieron un 2,6%. Esa es la buena noticia de un mes que mantiene notas negativas, como el hecho de que la confianza del mercado de particulares continúe en mínimos y bajando, registrando una caída de las ventas del 17%. Solo la actividad de las empresas de renting y las alquiladoras salvaron el mes. En lo que va de año, en todo caso, las ventas acumulan una caída del 4,5%.
Las matriculaciones de turismos alcanzaron las 116.433 unidades. La principal parte, la que siempre ha correspondido al mercado de particulares, se reduce mes a mes. En abril, la caída fue del 17% y se situó en los 45.053 vehículos. En cambio, las empresas incrementaron sus matriculaciones un 13,3% (36.421 unidades) y las alquiladoras otro 27,1% (37.943) fueron las que mantuvieron el mercado. Esos últimos datos son positivos, pero muestran cierta desaceleración paralela al producido por la economía española, con excepción del primer trimestre.
Según las estadísticas facilitadas por la patronal de fabricantes (Anfac), concesionarios (Faconauto) y vendedores (Ganvam), en línea con lo sucedido el resto del año, las ventas de turismos diésel se limitaron al 27,3% del total de las ventas, lo que está llevando a que crezca el peso de los coches de gasolina y, en consecuencia, se estén elevando los porcentajes de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Solo un 9,6% de los coches vendidos en abril escapaban a la gasolina y al diésel, y no parece que este dato vaya a mejorar de manera importante.

EMPRESAS:

Según ha comunicado Iberdrola a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la empresa obtuvo un beneficio neto de 964 millones de euros en el primer trimestre del año, un 15% más que en el mismo periodo de 2018.
El grupo basa su crecimiento en el aumento de las tarifas en Brasil y Estados Unidos; en la mayor producción y precio de las renovables; y en la mejora del desempeño del negocio de generación y clientes en España y México.
El resultado bruto de explotación, (Ebitda) ascendió a 2.599 millones de euros, lo que supone un incremento del 12%, con mejoras en todas las áreas de negocio. El más voluminoso, el de redes, aportó 1.318,4 millones (el 51% del Ebitda), con un crecimiento del 9,9%, debido sobre todo al crecimiento en Brasil (41%). La parte de renovables creció un 13,3%, hasta aportar 683,6 millones. Esta rama del negocio tuvo un desempeño mediocre en España, con una caída del 9,6% del Ebitda por una reducción del 22,8% en la producción de energía renovable. La caída del negocio limpio en España se vio compensada por las cifras de Reino Unido (aumento del 29,9% del resultado operativo), Brasil (+13,8%), México (+76,6%) y el resto de mercados (+100,8%).
Mientras, el negocio de generación y clientes alcanzó un resultado operativo de 597 millones, un aumento del 19,2%, gracias a un fuerte aumento del resultado en España (+67,9%) que se debió a una mayor producción y a menores impuestos. También creció en México, pero cayó en Brasil, Reino Unido y el resto de mercados. Los ingresos de la compañía eléctrica aumentaron un 8,5% hasta marzo para situarse en 10.138,9 millones de euros, pero los aprovisionamientos crecieron un poco más, el 9%, por lo que el margen bruto mejoró un 7,8%, hasta alcanzar los 4.323,1 millones en el periodo. Estos resultados de Iberdrola en el primer trimestre de 2019 se vieron impulsados por el esfuerzo inversor de más de 5.300 millones de euros que realizó el grupo en los últimos 12 meses.
La empresa tiene más inversiones previstas para este año, con las que aumentará en 4,1 gigavatios (GW) su capacidad instalada en energía renovable. En el primer trimestre ha instalado 0,3 GW (la mayor parte en energía hidroeléctrica en Brasil) y prevé sumar otros 3,8 en lo que resta de ejercicio. Cuenta ya, según la empresa, con 39,5 GW instalados de renovables, a los que espera sumar otros 12,9 al cierre de 2022.
El presidente de la eléctrica, Ignacio Sánchez Galán, ha recordado que la Agencia Internacional de la Energía estima en unos 20,5 billones de euros la inversión necesaria a nivel mundial en las próximas dos décadas. En ese sentido, el directivo ha dado la "bienvenida" a los competidores que están llegando al negocio de la comercialización de electricidad desde otros sectores como Repsol, Cepsa o ACS. "Bienvenidos sean todos, no nos da miedo la competencia. Iberdrola está más que preparada para competir en todas las áreas", ha asegurado Sánchez Galán.
Sobre las centrales nucleares, Sánchez Galán ha asegurado que la posición de su empresa es "muy clara" y ha descartado que el acuerdo para cerrar el parque nuclear en España entre 2027 y 2035 no equivale a alargar la vida útil de las instalaciones. En ese sentido, ha destacado que fueron diseñadas para operar durante 40 años "y algunas de ellas no han estado funcionando tanto, puesto que durante algún tiempo se han dedicado a recargar", por lo que "todavía queda un rango operativo de 6-7 años en cada una de las centrales".