El desplome de la
actividad a consecuencia de la pandemia, se ha visto respondido con un
importante crecimiento del PIB durante 2021, pero el repunte de la inflación y
la incertidumbre causada por la variante ócrimon son una importante amenaza.
GLOBAL:
El episodio de
Bielorrusia, usando a refugiados junto a Polonia para presionar a la Unión
Europea, ha cerrado el año con un notable aumento de la tensión con
Rusia debido a su decisión de acumular tropas en la frontera de Ucrania.
Otro punto caliente son
las relaciones entre Estados Unidos y China. No ha habido un grave deterioro
diplomático y comercial con el presidente, pero ambos países están abiertos a
dialogar, y Washington podría rebajar los aranceles impuestos a Pekín. Lo que
vendría bien para reducir las presiones inflacionistas en Estados Unidos.
Por otro lado, el nuevo
Gobierno alemán de coalición, liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz, en
este nuevo año se va a enfrentar a las presiones para reducir pronto los
estímulos fiscales y monetarios.
En Francia, se van a
celebrar elecciones presidenciales. Lo más probable es que Emmanuel Macron
logre la reelección. Una victoria de cualquier candidato de la ultraderecha
(Marine Le Pen o Éric Zemmour) llevaría a Francia y la Unión Europea a un
terreno desconocido.
Si nos referimos a los
informes de previsiones económicas para 2022 de diferentes organismos
públicos y privados. El escenario base es que este año será otro curso con un
importante crecimiento económico. Sin embargo, se acumulan las variables que
podrían hacer cambiar esa hoja de ruta. Los dos principales riesgos son los
efectos de ómicron sobre la actividad y la presión inflacionista, que, lejos de
remitir, amenaza con quedarse entre nosotros más tiempo del esperado.
Respecto al crecimiento
económico, tras el shock que produjo la irrupción del coronavirus en marzo de
2020, que condujo a la economía mundial a una enorme recesión (caída del
producto interior bruto), se consiguió la recuperación en el pasado año gracias
a una batería de estímulos fiscales y monetarios sin precedentes.
En este recién iniciado 2022,
el mayor consenso es que el crecimiento continúe, aunque se haya desacelerado, pero
que se mantenga a unas tasas superiores a las obtenidas en los años previos a
la covid. El FMI (Fondo Monetario Internacional) sitúa la subida del PIB
mundial en el 4,9%. Afirma la institución literalmente, “creemos que 2022 será
un año de dos mitades. En la primera parte, el crecimiento será superior a la
media, seguido por una normalización de las tasas de actividad a medida que la
reapertura de las economías se complete, el exceso de ahorro generado
durante la pandemia se gaste y las medidas de estímulo extraordinarias se
vayan retirando”.
Hay que citar que. sin
duda, el gran catalizador de la recuperación económica en 2021 han sido las
vacunas contra el coronavirus. La rápida vacunación, sobre todo en los países
más desarrollados, ha permitido cierta “normalización” en sectores como el
transporte y el turismo.
Sin embargo, la llegada
de la variante ómicron a finales de noviembre ha supuesto una gran incertidumbre.
Es muy difícil retornar a los confinamientos severos, pero se han empezado a
decretar restricciones ante el alarmante aumento en el ritmo de contagios. La
evolución de la pandemia, por tanto, será una de las principales incertidumbres
para la economía a corto y medio plazo, aunque los expertos confían en que lo
peor haya quedado atrás. Para bastantes analistas, “hay razones fundadas para
ser optimistas respecto a la evolución de la pandemia en 2022. Las vacunas
mejoradas para hacer frente al virus se extenderán mundialmente. Al mismo
tiempo, el desarrollo de pastillas antivirales puede disminuir drásticamente el
número de hospitalizaciones”.
China seguiría liderando
el crecimiento mundial, aunque en franca desaceleración en comparación con
ejercicios anteriores, mientras el diferencial de actividad entre Estados
Unidos y la Eurozona se reducirá, y previsiblemente avanzarán a velocidades
similares (entre el 4% y el 4,5%). En el caso de Europa, se espera una
aceleración del crecimiento en Alemania y España.
España debería de ser uno
de los países que lideren el crecimiento en la Unión Europea, aunque se están
recortando las previsiones: el último recorte del FMI prevé un avance del PIB
en 2022 del 5,8% (en otoño pasado pronosticaba un 6,4%).
Respecto
al comportamiento de los precios, a partir de la Gran Recesión iniciada en
2008, la evolución de los precios (con una ligera deflación)
permitió a los bancos centrales inyectar ingentes cantidades de dinero en los
mercados y bajar los tipos de interés, sin ningún temor a los consiguientes repuntes
de los precios.
Sin embargo, la situación
ha variado en el pasado 2021: los mayores precios energéticos; los cuellos
de botella en el transporte mundial de productos y la incapacidad de la
oferta (muchas fábricas redujeron al mínimo sus inventarios tras el
coronavirus) para satisfacer el fuerte rebote de la demanda mundial que surgió
con la recuperación económica han tenido como resultado el despertar de la
inflación en la mayor parte de la economía mundial.
Es preocupante que muchos
analistas consideran que las presiones inflacionarias se mantendrán (no
descartan que las previsiones sean, incluso, corregidas al alza).
Desgraciadamente, existen
muchas dudas respecto al posible momento en el que puedan bajar los precios de
la energía. De la misma forma, los ajustes necesarios para una economía verde
probablemente elevarán los costes aunque favorezcan el crecimiento y al planeta
a largo plazo. Otro factor preocupante es la conducta de los salarios en
aquellos mercados próximos al pleno empleo.
Por
otro lado, el fuerte repunte de los precios
de la inflación, está presionando para cambiar a la política monetaria. Los
bancos centrales han señalado la ruta por la que discurrirán sus decisiones
durante este 2022. Las autoridades monetarias trataran de corregir las
presiones inflacionistas procurando mantener la actividad económica. Como viene
ocurriendo, en Estados Unidos la Reserva Federal tendrá un papel central en el
contexto mundial con importantes repercusiones en el mercado.
El Banco de Inglaterra, ya
ha acordado subir los tipos de interés al 0,25% desde el 0,1% tras conocer su
tasa de aumento de los precios en el pasado mes de noviembre (un 5,1%). Además,
ya en este mes de enero reducirá a la mitad el programa de compras de deuda
para finalizarlo en marzo de 2022. A partir de ese momento, comenzará a subir
de nuevo las tasas de interés.
Sin embargo, el Banco Central
Europeo va a tener más cuidado. Opina que la inflación es coyuntural, y que la
recuperación económica precisa aún de bastantes apoyos. Su presidenta, Christine
Lagarde, ha anunciado que se va a reducir la compra de deuda a lo largo del año
de 2022. Y, desde luego, salvo algo inesperado, no va a subir los tipos de
interés en este 2022.
La
divergencia en las políticas monetarias a ambos lados del atlántico, ya ha
motivado, que, en el pasado año 2021, el dólar estadounidense se
apreciara notablemente frente al euro (de 1,2 dólares por euro se aproximó 1,13
dólares). Es probable que continúe la depreciación de euro (apreciación del
dólar), lo que estimulará las exportaciones de la eurozona.
El Banco Central Europeo
cree que la situación que atraviesa la región del euro aún precisa de una
política fiscal expansiva. La institución que actuará para tratar de contener
las subidas de precios, pero con la visión de una recuperación incompleta amenazada
por la variante ómicron.
Y es que se pretende no
repetir el error de Jean-Claude Trichet en 2011, cuando subió los tipos de
interés de forma completamente inoportuna y perjudicial.
CHINA:
La segunda mayor economía
mundial está viviendo una clara desaceleración económica. Tras aguantar el golpe
del coronavirus sin caer en recesión durante el 2020, el FMI espera que acabe
2021 con un crecimiento del 8% y que en 2022 el avance del PIB se quede solo en
el 5,6%.
En parte, se trata de un frenazo
buscado por el propio ejecutivo de China intentando cambiar el modelo
productivo hacia una situación más sostenible y con menos deuda, incrementando
el consumo interno, tratando de reducir su gran dependencia de sus
exportaciones.
Varios son los factores
externos que han contribuido a su desaceleración: la crisis energética; una
escalada de los precios del carbón; y los recortes de impuestos por las
provincias para cumplir objetivos medioambientales. Sin duda, también, los
cuellos de botella en el comercio mundial que han frenado sus exportaciones.
Su “tolerancia cero” con
la covid (confinamientos y medidas sanitarias estrictas) han pasado factura a
su actividad económica.
Las dificultades que
atraviesa la inmobiliaria Evergrande, es una señal de la crisis de confianza
hacia los promotores inmobiliarios altamente endeudados, lo que ha provocado el
estancamiento de las ventas de nuevos pisos, dando lugar a una caída de la
construcción y menores ventas.
Probablemente, las
autoridades de China intervengan para tratar de estabilizar el sector, dadas sus
consecuencias negativas para el sistema financiero y la economía en general de
un hundimiento completo del mercado inmobiliario.
El coloso Evergrande no
encuentra alternativas para salvarse, y ha tenido que suspender su cotización en la Bolsa de Hong
Kong, limitándose a comunicar que está a la espera de publicar “un anuncio con
información confidencial”.
Evergrande, el grupo
inmobiliario más endeudado del mundo, acumula una deuda superior a los 300.000
millones de dólares (unos 265.000 millones de euros) y en 2021 sus acciones
perdieron el 89% de su valor. Por ello, como hemos comentado en otras
ocasiones, se teme que genere una crisis mayor en el mercado inmobiliario
nacional, y que, incluso, ocasione un efecto dominó en el sistema financiero
mundial.
ESTADOS UNIDOS:
La Reserva Federal ya no
califica a la inflación como transitoria, los datos del Índice de Precios al
Consumo (IPC) publicado confirman que la inflación ha adquirido carácter
persistente, al menos a corto plazo. Los precios de los coches usados, las
rentas y alquileres, la factura del mobiliario o la alimentación han seguido al
alza en noviembre hasta alcanzar un incremento del 6,8% interanual, sensiblemente
superior al 6,2% registrado en octubre.
Este recalentamiento de
los precios está complicando los planes de recuperación económica del
presidente Biden, máxime cuando el mercado laboral volvió a mostrar signos
de fortaleza: las demandas de desempleo cayeron a niveles jamás vistos desde
1969.
La inflación subyacente, (es
más representativa para medir la tendencia, ya que excluye los precios más volátiles
de los alimentos frescos y de la energía) subió un 0,5% en noviembre.
Ahora bien, para algunos
analistas, la inflación podría haber alcanzado su punto máximo el otoño pasado,
y el Gobierno ha subrayado que la evaluación de la actividad económica “muestra
que el aumento de precios y costes se está desacelerando, aunque no tan rápido
como nos gustaría”.
Los datos publicados por la
Oficina de Estadísticas de Trabajo estadounidense, señalan que, si bien los
cuellos de botella en los puertos y la escasez de bienes se ha aliviado
algo, han seguido tensionando a los precios.
Detrás de la subida de
precios, también se encuentra la crisis energética. En el pasado mes de noviembre
se registró un pico en los precios del gas en Estados Unidos, antes de
moderarse en diciembre. El promedio nacional alcanzó los 3,43 dólares por galón
(3,7 litros) a principios del mes pasado, aunque desde entonces ha bajado
ligeramente, hasta los 3,35. Una tendencia bajista prolongada podría arrastrar
la inflación general a niveles más bajos.
Precisamente, la
liberación de 50 millones de barriles de petróleo de las reservas energéticas
de EE UU, anunciada por el presidente Biden, tiene como objetivo
precisamente abaratar al consumidor el precio de la energía, tanto la de
automoción como la de uso doméstico.
En todo caso, la Reserva
Federal de Estados Unidos (Fed)ha acelerado sus planes de retirada de estímulos
en un contexto de inflación y de tasa de desempleo muy baja.
La Fed ha adelantado a marzo
de 2022 un tapering (retirada de estímulos), y ha confirmado
sus planes de incremento de las tasas de interés en tres momentos de este 2022
(en el primer trimestre, al concluir el tapering).
La Reserva Federal ha
revisado a la baja sus estimaciones para el PIB: contemplaban una subida del
PIB en 2021 del 5,9% y una tasa de inflación del 4,2% para finales de este 2022,
ajustándolas al 5,5% en el caso del PIB, cuatro décimas menos que en septiembre,
y al 5,3% en la inflación, un punto más. Para 2022, se contemplan un
crecimiento del 4% y una inflación del 2,6%.
Según el presidente de la
Fed, Jerome Powell, “la economía está fuerte y ya no necesita ese apoyo
monetario. Una retirada más rápida de estímulos permite a la Fed abordar una
gama completa de resultados plausibles”.
Powell ha subrayado que
la inflación se ha “generalizado” a todos los sectores de la economía
estadounidense y ha pronosticado que se mantendrá elevada “hasta bien entrado
2022″. La Fed había mantenido hasta ahora que el alza de precios se limitaba a
los sectores más afectados por la pandemia.
Powell ha señalado que:
“elevar los tipos de interés es la herramienta más poderosa en manos de la Fed
para hacer retroceder la inflación, porque desaceleraría la demanda y el
crecimiento al filtrarse en el resto de la economía, elevando el coste del
endeudamiento de hipotecas y préstamos comerciales” (los tipos de interés en
torno al 0% llevan sin variación desde marzo de 2020).
REINO UNIDO:
El Comité de Política Monetaria
del Banco de Inglaterra, como hemos comentado, a pesar de la incertidumbre
provocada por la ómicron, ha decidido subir los tipos de interés del 0,1% al
0,25%.
El IPC del Reino Unido se
ha disparado hasta el 5,1% (la mayor cifra de la última década). Según el Banco
de Inglaterra “la variante ómicron supone riesgos a la baja para la actividad
económica a principios de 2022, aunque el equilibrio de sus efectos sobre la
oferta y la demanda, y por tanto sobre la presión inflacionaria global a medio
plazo, siguen sin estar claros. Mientras, los precios de los costes globales
siguen siendo muy altos”.
La última vez que la
autoridad monetaria del Reino Unido subió los tipos de interés fue en agosto de
2018. Alcanzaron entonces la cifra porcentual del 0,75%. La necesidad de
rescatar a la economía del duro golpe que supuso la llegada de la pandemia,
hizo que la autoridad monetaria del Reino Unido volviera a recortarlos, en dos
ocasiones, hasta el 0,1%.
El Reino Unido ha respondido
a la pandemia como todas las demás economías, es decir, aumentando el gasto
público. Sin embargo, su recuperación económica se ha visto frenada por los
problemas surgidos de una salida de la Unión Europea para la que muchas
empresas, atareadas en sobrevivir al coronavirus, no tuvieron tiempo para
prepararse, ni recursos u orientación legal para hacerlo. Incluso han tenido en
ocasiones que solicitar, casi mendigando, que acudieran los camioneros a
trabajar al Reino Unido. Entre otras cosas, para abastecer de combustible las
gasolineras, en las que centenares de conductores británicos se habían visto
obligados a hacer cola durante horas. otras
cosas, para abastecer de combustible las gasolineras, en las que centenares de
conductores británicos se habían visto obligados a hacer cola durante horas.
Hay gran consenso
respecto a señalar que el Brexit es una carga muy pesada, en el momento menos adecuado.
No es posible prever el futuro económico del país. La Oficina de
Responsabilidad Presupuestaria (OBR, en sus siglas en inglés) ha cifrado en un
4% el impacto negativo sobre el PIB que tendrá el Brexit a largo plazo. Algunos
además señalan, que el impacto de la pandemia restará al crecimiento
económico otros dos puntos porcentuales.
La Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) pronostica un crecimiento del PIB
inglés, para 2022 del 4,7%, y del 2,1% para el año siguiente. Los problemas de
suministro a corto plazo a los que se enfrenta el Reino Unido van a persistir,
y muy probablemente se verán agravados por el Brexit.
El Ministerio del
Interior del Reino Unido aprobó una nueva ley de inmigración que acababa con la
libertad de movimiento de personas de la Unión Europea y endurecía las
condiciones de entrada al mercado laboral británico. La escasez de mano de obra
cuando la economía comenzó a salir de la crisis del coronavirus, ante un enorme
crecimiento mundial de la demanda, y el hecho de que muchas personas abandonaran
los trabajos más duros, repetitivos y peor pagados, se amplificaron en la
economía del Reino Unido.
Y
dado, que, en noviembre, la inflación del Reino Unido
llegó a su nivel más alto en una década: un 5,1 %, encareciendo el “coste de la
vida”, y desestabilizando el crecimiento del país, el Banco de Inglaterra, como
hemos señalado, ha subido los tipos de interés hasta el 0,25%.
UNIÓN EUROPEA:
La energía nuclear está
viviendo un momento de posiciones simétricas:
Alemania ha cerrado tres de sus
seis centrales nucleares en funcionamiento como parte del plan aprobado para
clausurar toda la producción atómica antes de finales de 2022. Pero, la Comisión
Europea ha lanzado su propuesta para modificar la clasificación de las
energías verdes a efectos de los inversores e incluir en ella la energía
nuclear y el gas natural.
La Unión Europea tiene establecidos
los criterios que debe cumplir una fuente de energía para ser considerada como
verde, con la finalidad de orientar la inversión financiera hacia esos
proyectos. La captación de esa financiación será vital para descarbonizar la
producción energética y cumplir el objetivo de reducir a cero las emisiones en
2050, fijado en el Pacto Verde de la UE. Bruselas calcula que el consumo
energético supone el 75% de las emisiones de gases con efecto invernadero en territorio
comunitario.
La Comisión aprobó en
abril de 2021 el primer acto delegado sobre la base del reglamento de la “taxonomía
verde” (un tecnicismo bajo el que se esconde el intento de ordenar la economía
y la energía en función de su huella ambiental) , y en ese texto se dejó
fuera a la energía nuclear y al gas. A lo largo del año pasado, sin embargo, se
desató una agria batalla entre los países partidarios de incluir a la energía
nuclear en dicha taxonomía, liderados por Francia, y los que abogaban por
incorporar el gas, con Alemania al frente.
ESPAÑA:
Hasta hace pocos meses, el
ritmo de crecimiento y recuperación económica previsto para España se está
viendo amenazado. Ello, sin duda, como consecuencia de las subidas de precios;
la crisis global de suministros y la incertidumbre de la crisis sanitaria,
espoleada ahora por la nueva variante ómicron. Todos esos factores han
conducido a que el FMI Fondo Monetario Internacional (FMI), haya recortado el
crecimiento esperado para España. La institución espera que "la actividad
económica crezca un 4,6% en 2021 y un 5,8% en 2022". Lo que supone un
recorte de 1,1 y 0,6 puntos, respectivamente, respecto a lo previsto a
comienzos del pasado mes de octubre.
El Fondo ha afirmado que
"la capacidad económica ociosa persiste, por lo que no se espera que la
actividad retorne a los niveles previos a la crisis hasta finales de 2022 o
comienzos de 2023".
Por su parte el Banco de
España prevé un alza del 4,5% este año y del 5,4% el siguiente, y se aleja más
aún de la previsión del Gobierno, que se mantiene en el 6,5% y 7%.
Tras el desplome
histórico del 10.8 % del PIB español en 2020, los técnicos del FMI reconocen
que, después de haberse desplomado el producto un histórico 10,8% en 2020, señalan
que la recuperación española está teniendo lugar por “las oportunas medidas y
una eficaz campaña de vacunación”, pero que España tiene varias tareas
pendientes, como la correcta implementación y ejecución de los fondos europeos,
que podrían tener un impacto de entre 1,5 y 2 puntos en el PIB de 2022, o el
desarrollo de un plan de sostenibilidad fiscal.
Respecto a las finanzas
públicas, reconocen los técnicos del FMI, que las medidas de apoyo público
"fueron cruciales para contener el impacto económico de la crisis
sanitaria, pero que inevitablemente han hecho mella en las finanzas públicas, y
llevado a la deuda pública, que cerrará 2021 en torno al 120% del PIB, a
convertirse en una fuente de vulnerabilidad". Por ello, aunque en el corto
plazo la política fiscal debe continuar siendo "expansiva", el país
tendrá que reducir la deuda a niveles más prudentes y crear margen fiscal para
responder a shocks futuros. Si no se toman medidas discrecionales, advierten
los expertos, se prevé que a medio plazo el déficit público siga estando por
encima de los niveles prepandémicos.
El proceso de
consolidación fiscal, debería llevarse a cabo una vez que la economía haya
entrado en una senda de crecimiento sostenido, algo que, según el escenario
base, llegaría a partir del año 2023. Además de una mayor eficiencia del gasto,
los técnicos proponen medidas por el lado de los ingresos como ampliar las
bases imponibles y aumentar los impuestos medioambientales. También recuerdan,
en relación con las inversiones vinculadas a los fondos europeos, la importancia
de seleccionar proyectos con alto rendimiento social que amplifiquen los
efectos multiplicadores.
Por otro lado, no hay por
qué descartar que la cifra final del PIB de 2021 acabe acercándose más al
entorno del 4,5%, en lugar del 6,5% esperado por el Gobierno.
Sin embargo, según los
números de los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social publicados, las cifras
del mercado de trabajo han sido bastante buenas: Durante el año ha habido a la
Seguridad Social 776.478 afiliados más, y los desempleados inscritos en las
oficinas de empleo han disminuido en 782.232. La realidad, es que no se creaba
tanto empleo desde 2005. En febrero de 2020, (último mes antes del impacto
económico de la covid-19) había 19.250.299 afiliados y 3.246.047 parados. Hoy
se contabilizan 19.824.911 afiliados, un máximo histórico, y 3.105.905
desempleados.
El desempleo acumula 10
meses de descensos, el periodo más largo de la serie histórica, y diciembre ha
acabado con 76.782 parados menos gracias al tirón del sector servicios,
cerrando el año con la cifra más baja en ese mes desde 2007.
Sin embargo, la
temporalidad y el paro juvenil son las grandes asignaturas pendientes. Los
contratos indefinidos cayeron en diciembre al 10% desde el 14% de noviembre, un
hecho que el Gobierno achaca a la campaña navideña y que espera corregir con la
nueva reforma laboral. En el caso del paro en los menores de 25 años los
avances son más notorios, se redujo en 22.848 personas el mes pasado y en
143.809 en los últimos 10 meses, lo que deja la cifra total como la más baja de
toda la serie histórica en un mes de diciembre.
La hostelería y la
restauración reviven sus peores presagios. La pandemia ha golpeado con mucha
dureza a este sector, que era el responsable de un 12,4% del PIB antes de la
irrupción del covid. El sector desde finales del verano había recuperado el
optimismo, pero la variante ómicron, con una explosión de contagios nunca
vista antes en el país, ha ocasionado las cancelaciones, la ralentización de
futuras reservas y la sucesión de restricciones que llevan de nuevo al turismo en
una grave situación.
Por otro lado, un aspecto
muy negativo, es que según el dato adelantado del IPC que ha publicado el
Instituto Nacional de Estadística, los precios en el último mes de 2021 han
crecido un 6,7% en tasa anual. El indicador lleva creciendo desde marzo, tras
un periodo deflacionario provocado por la llegada de la pandemia en 2020, y se
sitúa en máximos de casi tres décadas. Es el noveno mes en que acaba por encima
del 2%, el límite que el Banco Central Europeo (BCE) considera idóneo.
Explica el INE, que en la
subida de los precios ha tenido especial incidencia la subida de la
electricidad. Habrá que esperar hasta mediados de enero, cuando se publique el
dato definitivo de diciembre (que puede variar alguna décima al alza o a la
baja), para conocer el peso exacto de cada uno de los componentes en el Índice
de Precios al Consumo. Pero era de esperar que la luz, que ha batido récords
históricos en el mercado mayorista, figurase entre ellos. La Organización de
Consumidores y Usuarios (OCU) calcula que la factura de diciembre para un
usuario medio de tarifa regulada (PVPC) será la más cara de la historia:
superará los 119 euros, casi una cuarta parte más (un 24% exactamente) que en
noviembre. También los combustibles o la alimentación se han posicionado en los
últimos tiempos entre los bienes que más tiran al alza de los precios. Aunque
el instituto estadístico explica que en esta ocasión los carburantes y
lubricantes para vehículos personales figurarán entre las categorías que se
abaratan respecto al mes pasado.
Más favorable ha sido el
comportamiento de la inflación subyacente, que lleva meses con niveles más
contenidos que los existentes en la eurozona, y que, en diciembre, según el
dato adelantado del INE, ha tenido una variación anual del 2,1%. No obstante,
son cuatro décimas más que en noviembre, es el porcentaje más alto desde marzo
de 2013 y supera la barrera psicológica del 2%.
Los próximos meses serán,
por tanto, determinantes. Los indicadores adelantados muestran que algunos de
los factores que provocan la carestía (alto precio del gas, fletes
marítimos disparados...) no van a corregirse de un día para otro. No obstante,
las expectativas son de mejora de los precios energéticos a partir de la
primavera próxima.
En otro orden, durante el
pasado 2021 España ha recibido los primeros fondos del Plan de Recuperación
europeo, del que debe percibir en total unos 140.000 millones hasta 2026, la
mitad en subvenciones que no habrá que devolver y el resto en préstamos a bajo
interés. España recibió en agosto de Bruselas un ingreso de 9.000 millones
en prefinanciación.
Respecto a la actividad
manufacturera en particular, la carencia de materias primas y las presiones
inflacionistas siguen frenando su crecimiento, que se ha ralentizado en
diciembre hasta alcanzar niveles mínimos en los últimos diez meses. Según ha
informado la consultora IHS Markit, el índice de gestor de compras (PMI) de
este sector se situó en 56,2 puntos al cierre de 2021, frente a los 57,1
registrados en noviembre, este lunes. La lectura está por encima de la marca de
50, que representa la frontera entre el crecimiento y la contracción en este
indicador que los analistas utilizan como un termómetro adelantado sobre la
actividad. A pesar de que el dato sigue en terreno positivo, el ritmo de
crecimiento fue ya el más lento desde febrero, tanto en España como en la
eurozona.
La desaceleración se
debió principalmente a un crecimiento más débil de los nuevos pedidos ante el
impacto de los aumentos de los costes. De hecho, las tarifas cobradas
continuaron su tendencia al alza en diciembre, aunque con menos fuerza que el
mes anterior. Las empresas se enfrentaron a otro rápido aumento de los precios
de los insumos, igual que aquellos relacionados con la electricidad y los
servicios de transporte, y advirtieron también de un desajuste entre la oferta
y la demanda. Por su parte, los proveedores se encontraron con dificultades para
conseguir servicios de tránsito, sobre todo de transporte marítimo. Aunque
los plazos medios de entrega se alargaron a un ritmo menor, los retrasos fueron
considerables, entre los mayores observados durante la pandemia hasta la fecha.
MERCADOS:
Salvo el Ibex 35 que ha
tenido un comportamiento decepcionante, en 2021 el resultado de los principales
índices ha sido bastante bueno. Las revalorizaciones de la renta variable desde
enero superan de media el 10%, llegando en algunos mercados a obtenerse ganancias
próximas al 20%.
En 2022, muchos asesores
financieros esperan unas ganancias más modestas, Probablemente, como
consecuencia de la paulatina desaceleración de los estímulos monetarios,
crediticios y fiscales.
Además, los mercados
entran en una fase de mayor incertidumbre, sobre todo por la incógnita de
la evolución de la inflación. Esta situación traerá mayor volatilidad en las
Bolsas, especialmente si los bancos centrales se viesen forzados a intensificar
medidas restrictivas como consecuencia de del alza de los precios.
Durante 2021, la Bolsa
española se ha situado en el último puesto de rentabilidad respecto a los
mercados de su entorno. El Ibex 35 arroja una ganancia en el año del 7,4%,
frente al 20,8% del índice Euro Stoxx50 o el 22,9% que ha subido Italia, el 27%
de París o el 27,6% del S&P 500 de Estados Unidos.
Más de una década lleva
el mercado español comportándose peor que sus colegas y son numerosas y
variadas las causas de esta tendencia. El valor conjunto del mercado apenas se
mueve pasados los años. Al cierre de 2012, la Bolsa española valía 945.000
millones de euros y terminó 2020 con una capitalización de 948.000 millones de
euros.
Para algunos analistas,
se explica la circunstancia anterior por el fuerte peso del sector bancario en
el índice, y las dos crisis financieras que han afectado a estas compañías en
2008 y 2012. Otro sector que vivió un mal año en Bolsa, pese a la brutal
escalada de la energía, fue el eléctrico por las novedades normativas.
En relación al mercado
inmobiliario, el precio medio de la vivienda nueva en España cerró el año 2021
con un incremento del 3%, según ha publicado la consultora Sociedad de
Tasación. Un año antes, con la pandemia en su punto más duro, los precios se
estabilizaron: se anotó entonces una subida del 0,9%. Pero con la mejora de la
emergencia sanitaria, el ahorro embalsado por los españoles y unos tipos de
interés históricamente bajos el mercado ha vuelto a coger ritmo. Con este
dato, se encadenan siete ejercicios consecutivos de alzas de precios.
El metro cuadrado alcanzó
un precio medio de 2.551 euros en España. El incremento además se produce de
forma generalizada en todas las comunidades autónomas, sin que haya ninguna a
la baja. Aunque siguen existiendo diferentes velocidades: por un lado, está el
caso de Extremadura, donde la subida fue del 1,9%, y por otro Baleares, que
lidera las alzas con un incremento del 4,1%.
Respecto al Euribor, desde
que en febrero de 2016 entró en terreno negativo, no ha dejado de satisfacer a
los que tienen hipotecas a tipo variable.
El Banco de España ha
confirmado que el Euríbor a un año, el índice al que se encuentran
referenciadas la mayoría de las hipotecas españolas a tipo variable, cerró
diciembre en el -0,502%, lo que supone un ligero descenso respecto al -0,487%
de noviembre pasado. En 2021 este índice se ha mantenido relativamente estable,
experimentando una caída desde el -0,303% de media de 2020, el -0,21% de 2019 y
el -0,17% de 2018.
El dato de diciembre
supone que las hipotecas de 120.000 euros a 20 años con un diferencial de
Euríbor más un punto porcentual y que hayan sido revisadas en diciembre, habrán
experimentado un abaratamiento de 3,72 euros en su cuota anual respecto al
mismo mes de 2020.
Igualmente, el Banco de
España ha informado que el tipo medio de las hipotecas a más de tres años para
la adquisición de vivienda libre concedido por entidades financieras, ha
seguido una variación similar al Euribor, de forma que hasta noviembre pasado
se situó en el 1,412%, frente al 1,727% de media en 2020, el 1,935% del 2019 y
el 1,921% de 2018.
EMPRESAS:
Pfizer, BioNTech,
Moderna, AstraZeneca y Johnson & Johnson prevén cerrar 2021 con 65.600
millones de euros facturados por sus inyecciones contra la covid-19, más del
doble que todo el sector de las vacunas antes de la pandemia. Estas
farmacéuticas han vendido al menos 5.850 millones de dosis en un auténtico “año
de oro”, experimentado crecimientos vertiginosos. La multinacional Pfizer ha
facturado el doble que en 2020 mientras que su socia alemana, la startup BioNTech,
ha multiplicado su caja casi por cien durante el último año. Ambas concentran
el 71,2% de las ventas.
La Federación Europea de
la Industria y Asociaciones Farmacéuticas (EPFIA, en sus siglas en inglés)
pronostica, en declaraciones a este diario, que al acabar el año se habrán
fabricado 12.000 millones de dosis.
Según Bloomberg, las
acciones de Pfizer en la Bolsa de Nueva York crecieron un 23% hasta los 47,46
euros en noviembre (el mejor mes de la compañía en 30 años).
Los valores de las farmacéuticas
que desarrollan las vacunas vivieron una subida generalizada en las Bolsas a
finales de noviembre, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) mostró
su preocupación por la variante ómicron del virus.
La farmacéutica
norteamericana Pfizer acumula un retorno anual del 46,33% y la empresa de
biotecnología alemana BioNTEch un 170,43% (Nasdaq). Pfizer, con una previsión
de 32.000 millones facturados en 2021 por su vacuna Comirnaty (un 44,17% de sus
números totales), es la compañía que más dosis habrá distribuido este año,
3.000 millones, junto a BioNTech, que prevé facturar entre 14.000 y 15.000
millones. La biotech Moderna, con un retorno del 75,40% en el
Nasdaq, prevé ingresar entre 13.000 y 14.000 millones por su inyección, de la
que ha distribuido 800 millones y ha multiplicado sus ingresos totales por 65
en comparación con 2020. Las dos vacunas diseñadas con ARN mensajero, que han
mostrado mayor efectividad, concentran un 93,6% de la facturación mundial de
las cinco compañías con autorización en Europa. AstraZeneca, que estuvo marcada
por el temor a sus efectos secundarios y los incumplimientos de
entrega a la Unión Europea, tiene previsto facturar 2.000 millones, similares a
los 2.230 que, según Reuters, estima Janssen, la farmacéutica de
Johnson&Johnson, para su producto. Las ganancias hasta septiembre
publicadas por las compañías abarcan la totalidad de su negocio. Las más
pequeñas obtienen un mayor porcentaje de beneficio neto sobre facturación
total: Moderna (65,1%) y BioNTech (52,8%). Pfizer se lleva un 32%,
Johnson&Johnson un 23,3% y AstraZeneca un 17,9%.
El gran reto de las
vacunas es continuar siendo efectivas ante las nuevas mutaciones del virus. El
pasado lunes un estudio de la aseguradora Discovery Health Ltd., que da
servicio a 3,7 millones de personas en Sudáfrica, apuntó que la pauta completa
de la vacuna de Pfizer ofrece un 70% de protección ante la posibilidad de ser
hospitalizado por covid.