viernes, 21 de enero de 2022

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A ENERO DE 2022: la amenaza de la inflación complica aún mas la incertidumbre de la pandemia. Por si fuera poco se incrementa el riesgo geopolítico.


El desplome de la actividad a consecuencia de la pandemia, se ha visto respondido con un importante crecimiento del PIB durante 2021, pero el repunte de la inflación y la incertidumbre causada por la variante ócrimon son una importante amenaza.  

GLOBAL:

El episodio de Bielorrusia, usando a refugiados junto a Polonia para presionar a la Unión Europea, ha cerrado el año con un notable aumento de la tensión con Rusia debido a su decisión de acumular tropas en la frontera de Ucrania.

Otro punto caliente son las relaciones entre Estados Unidos y China. No ha habido un grave deterioro diplomático y comercial con el presidente, pero ambos países están abiertos a dialogar, y Washington podría rebajar los aranceles impuestos a Pekín. Lo que vendría bien para reducir las presiones inflacionistas en Estados Unidos.

Por otro lado, el nuevo Gobierno alemán de coalición, liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz, en este nuevo año se va a enfrentar a las presiones para reducir pronto los estímulos fiscales y monetarios.

En Francia, se van a celebrar elecciones presidenciales. Lo más probable es que Emmanuel Macron logre la reelección. Una victoria de cualquier candidato de la ultraderecha (Marine Le Pen o Éric Zemmour) llevaría a Francia y la Unión Europea a un terreno desconocido.

Si nos referimos a los informes de previsiones económicas para 2022 de diferentes organismos públicos y privados. El escenario base es que este año será otro curso con un importante crecimiento económico. Sin embargo, se acumulan las variables que podrían hacer cambiar esa hoja de ruta. Los dos principales riesgos son los efectos de ómicron sobre la actividad y la presión inflacionista, que, lejos de remitir, amenaza con quedarse entre nosotros más tiempo del esperado.

Respecto al crecimiento económico, tras el shock que produjo la irrupción del coronavirus en marzo de 2020, que condujo a la economía mundial a una enorme recesión (caída del producto interior bruto), se consiguió la recuperación en el pasado año gracias a una batería de estímulos fiscales y monetarios sin precedentes.

En este recién iniciado 2022, el mayor consenso es que el crecimiento continúe, aunque se haya desacelerado, pero que se mantenga a unas tasas superiores a las obtenidas en los años previos a la covid. El FMI (Fondo Monetario Internacional) sitúa la subida del PIB mundial en el 4,9%. Afirma la institución literalmente, “creemos que 2022 será un año de dos mitades. En la primera parte, el crecimiento será superior a la media, seguido por una normalización de las tasas de actividad a medida que la reapertura de las economías se complete, el exceso de ahorro generado durante la pandemia se gaste y las medidas de estímu­lo extraordinarias se vayan retirando”.

Hay que citar que. sin duda, el gran catalizador de la recuperación económica en 2021 han sido las vacunas contra el coronavirus. La rápida vacunación, sobre todo en los países más desarrollados, ha permitido cierta “normalización” en sectores como el transporte y el turismo.

Sin embargo, la llegada de la variante ómicron a finales de noviembre ha supuesto una gran incertidumbre. Es muy difícil retornar a los confinamientos severos, pero se han empezado a decretar restricciones ante el alarmante aumento en el ritmo de contagios. La evolución de la pandemia, por tanto, será una de las principales incertidumbres para la economía a corto y medio plazo, aunque los expertos confían en que lo peor haya quedado atrás. Para bastantes analistas, “hay razones fundadas para ser optimistas respecto a la evolución de la pandemia en 2022. Las vacunas mejoradas para hacer frente al virus se extenderán mundialmente. Al mismo tiempo, el desarrollo de pastillas antivirales puede disminuir drásticamente el número de hospitalizaciones”.

China seguiría liderando el crecimiento mundial, aunque en franca desaceleración en comparación con ejercicios anteriores, mientras el diferencial de actividad entre Estados Unidos y la Eurozona se reducirá, y previsiblemente avanzarán a velocidades similares (entre el 4% y el 4,5%). En el caso de Europa, se espera una aceleración del crecimiento en Alemania y España.

España debería de ser uno de los países que lideren el crecimiento en la Unión Europea, aunque se están recortando las previsiones: el último recorte del FMI prevé un avance del PIB en 2022 del 5,8% (en otoño pasado pronosticaba un 6,4%).

Respecto al comportamiento de los precios, a partir de la Gran Recesión iniciada en 2008, la evolución de los precios (con una ligera deflación) permitió a los bancos centrales inyectar ingentes cantidades de dinero en los mercados y bajar los tipos de interés, sin ningún temor a los consiguientes repuntes de los precios.

Sin embargo, la situación ha variado en el pasado 2021: los mayores precios energéticos; los cuellos de botella en el transporte mundial de productos y la incapacidad de la oferta (muchas fábricas redujeron al mínimo sus inventarios tras el coronavirus) para satisfacer el fuerte rebote de la demanda mundial que surgió con la recuperación económica han tenido como resultado el despertar de la inflación en la mayor parte de la economía mundial.  

Es preocupante que muchos analistas consideran que las presiones inflacionarias se mantendrán (no descartan que las previsiones sean, incluso, corregidas al alza).

Desgraciadamente, existen muchas dudas respecto al posible momento en el que puedan bajar los precios de la energía. De la misma forma, los ajustes necesarios para una economía verde probablemente elevarán los costes aunque favorezcan el crecimiento y al planeta a largo plazo. Otro factor preocupante es la conducta de los salarios en aquellos mercados próximos al pleno empleo.

Por otro lado, el fuerte repunte de los precios de la inflación, está presionando para cambiar a la política monetaria. Los bancos centrales han señalado la ruta por la que discurrirán sus decisiones durante este 2022. Las autoridades monetarias trataran de corregir las presiones inflacionistas procurando mantener la actividad económica. Como viene ocurriendo, en Estados Unidos la Reserva Federal tendrá un papel central en el contexto mundial con importantes repercusiones en el mercado.

El Banco de Inglaterra, ya ha acordado subir los tipos de interés al 0,25% desde el 0,1% tras conocer su tasa de aumento de los precios en el pasado mes de noviembre (un 5,1%). Además, ya en este mes de enero reducirá a la mitad el programa de compras de deuda para finalizarlo en marzo de 2022. A partir de ese momento, comenzará a subir de nuevo las tasas de interés.

Sin embargo, el Banco Central Europeo va a tener más cuidado. Opina que la inflación es coyuntural, y que la recuperación económica precisa aún de bastantes apoyos. Su presidenta, Christine Lagarde, ha anunciado que se va a reducir la compra de deuda a lo largo del año de 2022. Y, desde luego, salvo algo inesperado, no va a subir los tipos de interés en este 2022.

La divergencia en las políticas monetarias a ambos lados del atlántico, ya ha motivado, que, en el pasado año 2021, el dólar estadounidense se apreciara notablemente frente al euro (de 1,2 dólares por euro se aproximó 1,13 dólares). Es probable que continúe la depreciación de euro (apreciación del dólar), lo que estimulará las exportaciones de la eurozona.

El Banco Central Europeo cree que la situación que atraviesa la región del euro aún precisa de una política fiscal expansiva. La institución que actuará para tratar de contener las subidas de precios, pero con la visión de una recuperación incompleta amenazada por la variante ómicron.

Y es que se pretende no repetir el error de Jean-Claude Trichet en 2011, cuando subió los tipos de interés de forma completamente inoportuna y perjudicial.

CHINA:

La segunda mayor economía mundial está viviendo una clara desaceleración económica. Tras aguantar el golpe del coronavirus sin caer en recesión durante el 2020, el FMI espera que acabe 2021 con un crecimiento del 8% y que en 2022 el avance del PIB se quede solo en el 5,6%.

En parte, se trata de un frenazo buscado por el propio ejecutivo de China intentando cambiar el modelo productivo hacia una situación más sostenible y con menos deuda, incrementando el consumo interno, tratando de reducir su gran dependencia de sus exportaciones.

Varios son los factores externos que han contribuido a su desaceleración: la crisis energética; una escalada de los precios del carbón; y los recortes de impuestos por las provincias para cumplir objetivos medioambientales. Sin duda, también, los cuellos de botella en el comercio mundial que han frenado sus exportaciones.

Su “tolerancia cero” con la covid (confinamientos y medidas sanitarias estrictas) han pasado factura a su actividad económica.

Las dificultades que atraviesa la inmobiliaria Evergrande, es una señal de la crisis de confianza hacia los promotores inmobiliarios altamente endeudados, lo que ha provocado el estancamiento de las ventas de nuevos pisos, dando lugar a una caída de la construcción y menores ventas.

Probablemente, las autoridades de China intervengan para tratar de estabilizar el sector, dadas sus consecuencias negativas para el sistema financiero y la economía en general de un hundimiento completo del mercado inmobiliario.

El coloso Evergrande no encuentra alternativas para salvarse, y ha tenido que suspender su cotización en la Bolsa de Hong Kong, limitándose a comunicar que está a la espera de publicar “un anuncio con información confidencial”.

Evergrande, el grupo inmobiliario más endeudado del mundo, acumula una deuda superior a los 300.000 millones de dólares (unos 265.000 millones de euros) y en 2021 sus acciones perdieron el 89% de su valor. Por ello, como hemos comentado en otras ocasiones, se teme que genere una crisis mayor en el mercado inmobiliario nacional, y que, incluso, ocasione un efecto dominó en el sistema financiero mundial.

ESTADOS UNIDOS:

La Reserva Federal ya no califica a la inflación como transitoria, los datos del Índice de Precios al Consumo (IPC) publicado confirman que la inflación ha adquirido carácter persistente, al menos a corto plazo. Los precios de los coches usados, las rentas y alquileres, la factura del mobiliario o la alimentación han seguido al alza en noviembre hasta alcanzar un incremento del 6,8% interanual, sensiblemente superior al 6,2% registrado en octubre.

Este recalentamiento de los precios está complicando los planes de recuperación económica del presidente Biden, máxime cuando el mercado laboral volvió a mostrar signos de fortaleza: las demandas de desempleo cayeron a niveles jamás vistos desde 1969.

La inflación subyacente, (es más representativa para medir la tendencia, ya que excluye los precios más volátiles de los alimentos frescos y de la energía) subió un 0,5% en noviembre.  

Ahora bien, para algunos analistas, la inflación podría haber alcanzado su punto máximo el otoño pasado, y el Gobierno ha subrayado que la evaluación de la actividad económica “muestra que el aumento de precios y costes se está desacelerando, aunque no tan rápido como nos gustaría”.

Los datos publicados por la Oficina de Estadísticas de Trabajo estadounidense, señalan que, si bien los cuellos de botella en los puertos y la escasez de bienes se ha aliviado algo, han seguido tensionando a los precios.  

Detrás de la subida de precios, también se encuentra la crisis energética. En el pasado mes de noviembre se registró un pico en los precios del gas en Estados Unidos, antes de moderarse en diciembre. El promedio nacional alcanzó los 3,43 dólares por galón (3,7 litros) a principios del mes pasado, aunque desde entonces ha bajado ligeramente, hasta los 3,35. Una tendencia bajista prolongada podría arrastrar la inflación general a niveles más bajos.

Precisamente, la liberación de 50 millones de barriles de petróleo de las reservas energéticas de EE UU, anunciada por el presidente Biden, tiene como objetivo precisamente abaratar al consumidor el precio de la energía, tanto la de automoción como la de uso doméstico.

En todo caso, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed)ha acelerado sus planes de retirada de estímulos en un contexto   de inflación y de tasa de desempleo muy baja.

La Fed ha adelantado a marzo de 2022 un tapering (retirada de estímulos), y ha confirmado sus planes de incremento de las tasas de interés en tres momentos de este 2022 (en el primer trimestre, al concluir el tapering).  

La Reserva Federal ha revisado a la baja sus estimaciones para el PIB: contemplaban una subida del PIB en 2021 del 5,9% y una tasa de inflación del 4,2% para finales de este 2022, ajustándolas al 5,5% en el caso del PIB, cuatro décimas menos que en septiembre, y al 5,3% en la inflación, un punto más. Para 2022, se contemplan un crecimiento del 4% y una inflación del 2,6%.

Según el presidente de la Fed, Jerome Powell, “la economía está fuerte y ya no necesita ese apoyo monetario. Una retirada más rápida de estímulos permite a la Fed abordar una gama completa de resultados plausibles”.  

Powell ha subrayado que la inflación se ha “generalizado” a todos los sectores de la economía estadounidense y ha pronosticado que se mantendrá elevada “hasta bien entrado 2022″. La Fed había mantenido hasta ahora que el alza de precios se limitaba a los sectores más afectados por la pandemia.  

Powell ha señalado que: “elevar los tipos de interés es la herramienta más poderosa en manos de la Fed para hacer retroceder la inflación, porque desaceleraría la demanda y el crecimiento al filtrarse en el resto de la economía, elevando el coste del endeudamiento de hipotecas y préstamos comerciales” (los tipos de interés en torno al 0% llevan sin variación desde marzo de 2020).

REINO UNIDO:

El Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, como hemos comentado, a pesar de la incertidumbre provocada por la ómicron, ha decidido subir los tipos de interés del 0,1% al 0,25%.

El IPC del Reino Unido se ha disparado hasta el 5,1% (la mayor cifra de la última década). Según el Banco de Inglaterra “la variante ómicron supone riesgos a la baja para la actividad económica a principios de 2022, aunque el equilibrio de sus efectos sobre la oferta y la demanda, y por tanto sobre la presión inflacionaria global a medio plazo, siguen sin estar claros. Mientras, los precios de los costes globales siguen siendo muy altos”.

La última vez que la autoridad monetaria del Reino Unido subió los tipos de interés fue en agosto de 2018. Alcanzaron entonces la cifra porcentual del 0,75%. La necesidad de rescatar a la economía del duro golpe que supuso la llegada de la pandemia, hizo que la autoridad monetaria del Reino Unido volviera a recortarlos, en dos ocasiones, hasta el 0,1%.

El Reino Unido ha respondido a la pandemia como todas las demás economías, es decir, aumentando el gasto público. Sin embargo, su recuperación económica se ha visto frenada por los problemas surgidos de una salida de la Unión Europea para la que muchas empresas, atareadas en sobrevivir al coronavirus, no tuvieron tiempo para prepararse, ni recursos u orientación legal para hacerlo. Incluso han tenido en ocasiones que solicitar, casi mendigando, que acudieran los camioneros a trabajar al Reino Unido. Entre otras cosas, para abastecer de combustible las gasolineras, en las que centenares de conductores británicos se habían visto obligados a hacer cola durante horas.  otras cosas, para abastecer de combustible las gasolineras, en las que centenares de conductores británicos se habían visto obligados a hacer cola durante horas.

Hay gran consenso respecto a señalar que el Brexit es una carga muy pesada, en el momento menos adecuado. No es posible prever el futuro económico del país. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR, en sus siglas en inglés) ha cifrado en un 4% el impacto negativo sobre el PIB que tendrá el Brexit a largo plazo. Algunos además señalan, que el impacto de la pandemia restará al crecimiento económico otros dos puntos porcentuales.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (­OCDE) pronostica un crecimiento del PIB inglés, para 2022 del 4,7%, y del 2,1% para el año siguiente. Los problemas de suministro a corto plazo a los que se enfrenta el Reino Unido van a persistir, y muy probablemente se verán agravados por el Brexit.

El Ministerio del Interior del Reino Unido aprobó una nueva ley de inmigración que acababa con la libertad de movimiento de personas de la Unión Europea y endurecía las condiciones de entrada al mercado laboral británico. La escasez de mano de obra cuando la economía comenzó a salir de la crisis del coronavirus, ante un enorme crecimiento mundial de la demanda, y el hecho de que muchas personas abandonaran los trabajos más duros, repetitivos y peor pagados, se amplificaron en la economía del Reino Unido.

Y dado, que, en noviembre, la inflación del Reino Unido llegó a su nivel más alto en una década: un 5,1 %, encareciendo el “coste de la vida”, y desestabilizando el crecimiento del país, el Banco de Inglaterra, como hemos señalado, ha subido los tipos de interés hasta el 0,25%. 

UNIÓN EUROPEA:

La energía nuclear está viviendo un momento de posiciones simétricas:   Alemania ha cerrado tres de sus seis centrales nucleares en funcionamiento como parte del plan aprobado para clausurar toda la producción atómica antes de finales de 2022. Pero, la Comisión Europea ha lanzado su propuesta para modificar la clasificación de las energías verdes a efectos de los inversores e incluir en ella la energía nuclear y el gas natural.

La Unión Europea tiene establecidos los criterios que debe cumplir una fuente de energía para ser considerada como verde, con la finalidad de orientar la inversión financiera hacia esos proyectos. La captación de esa financiación será vital para descarbonizar la producción energética y cumplir el objetivo de reducir a cero las emisiones en 2050, fijado en el Pacto Verde de la UE. Bruselas calcula que el consumo energético supone el 75% de las emisiones de gases con efecto invernadero en territorio comunitario.

La Comisión aprobó en abril de 2021 el primer acto delegado sobre la base del reglamento de la “taxonomía verde” (un tecnicismo bajo el que se esconde el intento de ordenar la economía y la energía en función de su huella ambiental) , y en ese texto se dejó fuera a la energía nuclear y al gas. A lo largo del año pasado, sin embargo, se desató una agria batalla entre los países partidarios de incluir a la energía nuclear en dicha taxonomía, liderados por Francia, y los que abogaban por incorporar el gas, con Alemania al frente.

ESPAÑA:

Hasta hace pocos meses, el ritmo de crecimiento y recuperación económica previsto para España se está viendo amenazado. Ello, sin duda, como consecuencia de las subidas de precios; la crisis global de suministros y la incertidumbre de la crisis sanitaria, espoleada ahora por la nueva variante ómicron. Todos esos factores han conducido a que el FMI Fondo Monetario Internacional (FMI), haya recortado el crecimiento esperado para España. La institución espera que "la actividad económica crezca un 4,6% en 2021 y un 5,8% en 2022". Lo que supone un recorte de 1,1 y 0,6 puntos, respectivamente, respecto a lo previsto a comienzos del pasado mes de octubre.

El Fondo ha afirmado que "la capacidad económica ociosa persiste, por lo que no se espera que la actividad retorne a los niveles previos a la crisis hasta finales de 2022 o comienzos de 2023".

Por su parte el Banco de España prevé un alza del 4,5% este año y del 5,4% el siguiente, y se aleja más aún de la previsión del Gobierno, que se mantiene en el 6,5% y 7%.

Tras el desplome histórico del 10.8 % del PIB español en 2020, los técnicos del FMI reconocen que, después de haberse desplomado el producto un histórico 10,8% en 2020, señalan que la recuperación española está teniendo lugar por “las oportunas medidas y una eficaz campaña de vacunación”, pero que España tiene varias tareas pendientes, como la correcta implementación y ejecución de los fondos europeos, que podrían tener un impacto de entre 1,5 y 2 puntos en el PIB de 2022, o el desarrollo de un plan de sostenibilidad fiscal.

Respecto a las finanzas públicas, reconocen los técnicos del FMI, que las medidas de apoyo público "fueron cruciales para contener el impacto económico de la crisis sanitaria, pero que inevitablemente han hecho mella en las finanzas públicas, y llevado a la deuda pública, que cerrará 2021 en torno al 120% del PIB, a convertirse en una fuente de vulnerabilidad". Por ello, aunque en el corto plazo la política fiscal debe continuar siendo "expansiva", el país tendrá que reducir la deuda a niveles más prudentes y crear margen fiscal para responder a shocks futuros. Si no se toman medidas discrecionales, advierten los expertos, se prevé que a medio plazo el déficit público siga estando por encima de los niveles prepandémicos.

El proceso de consolidación fiscal, debería llevarse a cabo una vez que la economía haya entrado en una senda de crecimiento sostenido, algo que, según el escenario base, llegaría a partir del año 2023. Además de una mayor eficiencia del gasto, los técnicos proponen medidas por el lado de los ingresos como ampliar las bases imponibles y aumentar los impuestos medioambientales. También recuerdan, en relación con las inversiones vinculadas a los fondos europeos, la importancia de seleccionar proyectos con alto rendimiento social que amplifiquen los efectos multiplicadores. 

Por otro lado, no hay por qué descartar que la cifra final del PIB de 2021 acabe acercándose más al entorno del 4,5%, en lugar del 6,5% esperado por el Gobierno.

Sin embargo, según los números de los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social publicados, las cifras del mercado de trabajo han sido bastante buenas: Durante el año ha habido a la Seguridad Social 776.478 afiliados más, y los desempleados inscritos en las oficinas de empleo han disminuido en 782.232. La realidad, es que no se creaba tanto empleo desde 2005. En febrero de 2020, (último mes antes del impacto económico de la covid-19) había 19.250.299 afiliados y 3.246.047 parados. Hoy se contabilizan 19.824.911 afiliados, un máximo histórico, y 3.105.905 desempleados.

El desempleo acumula 10 meses de descensos, el periodo más largo de la serie histórica, y diciembre ha acabado con 76.782 parados menos gracias al tirón del sector servicios, cerrando el año con la cifra más baja en ese mes desde 2007.

Sin embargo, la temporalidad y el paro juvenil son las grandes asignaturas pendientes. Los contratos indefinidos cayeron en diciembre al 10% desde el 14% de noviembre, un hecho que el Gobierno achaca a la campaña navideña y que espera corregir con la nueva reforma laboral. En el caso del paro en los menores de 25 años los avances son más notorios, se redujo en 22.848 personas el mes pasado y en 143.809 en los últimos 10 meses, lo que deja la cifra total como la más baja de toda la serie histórica en un mes de diciembre.

La hostelería y la restauración reviven sus peores presagios. La pandemia ha golpeado con mucha dureza a este sector, que era el responsable de un 12,4% del PIB antes de la irrupción del covid. El sector desde finales del verano había recuperado el optimismo, pero la variante ómicron, con una explosión de contagios nunca vista antes en el país, ha ocasionado las cancelaciones, la ralentización de futuras reservas y la sucesión de restricciones que llevan de nuevo al turismo en una grave situación.

Por otro lado, un aspecto muy negativo, es que según el dato adelantado del IPC que ha publicado el Instituto Nacional de Estadística, los precios en el último mes de 2021 han crecido un 6,7% en tasa anual. El indicador lleva creciendo desde marzo, tras un periodo deflacionario provocado por la llegada de la pandemia en 2020, y se sitúa en máximos de casi tres décadas. Es el noveno mes en que acaba por encima del 2%, el límite que el Banco Central Europeo (BCE) considera idóneo.

Explica el INE, que en la subida de los precios ha tenido especial incidencia la subida de la electricidad. Habrá que esperar hasta mediados de enero, cuando se publique el dato definitivo de diciembre (que puede variar alguna décima al alza o a la baja), para conocer el peso exacto de cada uno de los componentes en el Índice de Precios al Consumo. Pero era de esperar que la luz, que ha batido récords históricos en el mercado mayorista, figurase entre ellos. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) calcula que la factura de diciembre para un usuario medio de tarifa regulada (PVPC) será la más cara de la historia: superará los 119 euros, casi una cuarta parte más (un 24% exactamente) que en noviembre. También los combustibles o la alimentación se han posicionado en los últimos tiempos entre los bienes que más tiran al alza de los precios. Aunque el instituto estadístico explica que en esta ocasión los carburantes y lubricantes para vehículos personales figurarán entre las categorías que se abaratan respecto al mes pasado.

Más favorable ha sido el comportamiento de la inflación subyacente, que lleva meses con niveles más contenidos que los existentes en la eurozona, y que, en diciembre, según el dato adelantado del INE, ha tenido una variación anual del 2,1%. No obstante, son cuatro décimas más que en noviembre, es el porcentaje más alto desde marzo de 2013 y supera la barrera psicológica del 2%.

Los próximos meses serán, por tanto, determinantes. Los indicadores adelantados muestran que algunos de los factores que provocan la carestía (alto precio del gas, fletes marítimos disparados...) no van a corregirse de un día para otro. No obstante, las expectativas son de mejora de los precios energéticos a partir de la primavera próxima.  

En otro orden, durante el pasado 2021 España ha recibido los primeros fondos del Plan de Recuperación europeo, del que debe percibir en total unos 140.000 millones hasta 2026, la mitad en subvenciones que no habrá que devolver y el resto en préstamos a bajo interés. España recibió en agosto de Bruselas un ingreso de 9.000 millones en prefinanciación.

Respecto a la actividad manufacturera en particular, la carencia de materias primas y las presiones inflacionistas siguen frenando su crecimiento, que se ha ralentizado en diciembre hasta alcanzar niveles mínimos en los últimos diez meses. Según ha informado la consultora IHS Markit, el índice de gestor de compras (PMI) de este sector se situó en 56,2 puntos al cierre de 2021, frente a los 57,1 registrados en noviembre, este lunes. La lectura está por encima de la marca de 50, que representa la frontera entre el crecimiento y la contracción en este indicador que los analistas utilizan como un termómetro adelantado sobre la actividad. A pesar de que el dato sigue en terreno positivo, el ritmo de crecimiento fue ya el más lento desde febrero, tanto en España como en la eurozona.

La desaceleración se debió principalmente a un crecimiento más débil de los nuevos pedidos ante el impacto de los aumentos de los costes. De hecho, las tarifas cobradas continuaron su tendencia al alza en diciembre, aunque con menos fuerza que el mes anterior. Las empresas se enfrentaron a otro rápido aumento de los precios de los insumos, igual que aquellos relacionados con la electricidad y los servicios de transporte, y advirtieron también de un desajuste entre la oferta y la demanda. Por su parte, los proveedores se encontraron con dificultades para conseguir servicios de tránsito, sobre todo de transporte marítimo. Aunque los plazos medios de entrega se alargaron a un ritmo menor, los retrasos fueron considerables, entre los mayores observados durante la pandemia hasta la fecha.

MERCADOS:

Salvo el Ibex 35 que ha tenido un comportamiento decepcionante, en 2021 el resultado de los principales índices ha sido bastante bueno. Las revalorizaciones de la renta variable desde enero superan de media el 10%, llegando en algunos mercados a obtenerse ganancias próximas al 20%.

En 2022, muchos asesores financieros esperan unas ganancias más modestas, Probablemente, como consecuencia de la paulatina desaceleración de los estímulos monetarios, crediticios y fiscales.

Además, los mercados entran en una fase de mayor incertidumbre, sobre todo por la incógnita de la evolución de la inflación. Esta situación traerá mayor volatilidad en las Bolsas, especialmente si los bancos centrales se viesen forzados a intensificar medidas restrictivas como consecuencia de del alza de los precios.

Durante 2021, la Bolsa española se ha situado en el último puesto de rentabilidad respecto a los mercados de su entorno. El Ibex 35 arroja una ganancia en el año del 7,4%, frente al 20,8% del índice Euro Stoxx50 o el 22,9% que ha subido Italia, el 27% de París o el 27,6% del S&P 500 de Estados Unidos.

Más de una década lleva el mercado español comportándose peor que sus colegas y son numerosas y variadas las causas de esta tendencia. El valor conjunto del mercado apenas se mueve pasados los años. Al cierre de 2012, la Bolsa española valía 945.000 millones de euros y terminó 2020 con una capitalización de 948.000 millones de euros.

Para algunos analistas, se explica la circunstancia anterior por el fuerte peso del sector bancario en el índice, y las dos crisis financieras que han afectado a estas compañías en 2008 y 2012. Otro sector que vivió un mal año en Bolsa, pese a la brutal escalada de la energía, fue el eléctrico por las novedades normativas.

En relación al mercado inmobiliario, el precio medio de la vivienda nueva en España cerró el año 2021 con un incremento del 3%, según ha publicado la consultora Sociedad de Tasación. Un año antes, con la pandemia en su punto más duro, los precios se estabilizaron: se anotó entonces una subida del 0,9%. Pero con la mejora de la emergencia sanitaria, el ahorro embalsado por los españoles y unos tipos de interés históricamente bajos el mercado ha vuelto a coger ritmo. Con este dato, se encadenan siete ejercicios consecutivos de alzas de precios.

El metro cuadrado alcanzó un precio medio de 2.551 euros en España. El incremento además se produce de forma generalizada en todas las comunidades autónomas, sin que haya ninguna a la baja. Aunque siguen existiendo diferentes velocidades: por un lado, está el caso de Extremadura, donde la subida fue del 1,9%, y por otro Baleares, que lidera las alzas con un incremento del 4,1%.

Respecto al Euribor, desde que en febrero de 2016 entró en terreno negativo, no ha dejado de satisfacer a los que tienen hipotecas a tipo variable.

El Banco de España ha confirmado que el Euríbor a un año, el índice al que se encuentran referenciadas la mayoría de las hipotecas españolas a tipo variable, cerró diciembre en el -0,502%, lo que supone un ligero descenso respecto al -0,487% de noviembre pasado. En 2021 este índice se ha mantenido relativamente estable, experimentando una caída desde el -0,303% de media de 2020, el -0,21% de 2019 y el -0,17% de 2018.

El dato de diciembre supone que las hipotecas de 120.000 euros a 20 años con un diferencial de Euríbor más un punto porcentual y que hayan sido revisadas en diciembre, habrán experimentado un abaratamiento de 3,72 euros en su cuota anual respecto al mismo mes de 2020. 

Igualmente, el Banco de España ha informado que el tipo medio de las hipotecas a más de tres años para la adquisición de vivienda libre concedido por entidades financieras, ha seguido una variación similar al Euribor, de forma que hasta noviembre pasado se situó en el 1,412%, frente al 1,727% de media en 2020, el 1,935% del 2019 y el 1,921% de 2018.

EMPRESAS:

Pfizer, BioNTech, Moderna, AstraZeneca y Johnson & Johnson prevén cerrar 2021 con 65.600 millones de euros facturados por sus inyecciones contra la covid-19, más del doble que todo el sector de las vacunas antes de la pandemia. Estas farmacéuticas han vendido al menos 5.850 millones de dosis en un auténtico “año de oro”, experimentado crecimientos vertiginosos. La multinacional Pfizer ha facturado el doble que en 2020 mientras que su socia alemana, la startup BioNTech, ha multiplicado su caja casi por cien durante el último año. Ambas concentran el 71,2% de las ventas.

La Federación Europea de la Industria y Asociaciones Farmacéuticas (EPFIA, en sus siglas en inglés) pronostica, en declaraciones a este diario, que al acabar el año se habrán fabricado 12.000 millones de dosis.

Según Bloomberg, las acciones de Pfizer en la Bolsa de Nueva York crecieron un 23% hasta los 47,46 euros en noviembre (el mejor mes de la compañía en 30 años).

Los valores de las farmacéuticas que desarrollan las vacunas vivieron una subida generalizada en las Bolsas a finales de noviembre, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) mostró su preocupación por la variante ómicron del virus.

La farmacéutica norteamericana Pfizer acumula un retorno anual del 46,33% y la empresa de biotecnología alemana BioNTEch un 170,43% (Nasdaq). Pfizer, con una previsión de 32.000 millones facturados en 2021 por su vacuna Comirnaty (un 44,17% de sus números totales), es la compañía que más dosis habrá distribuido este año, 3.000 millones, junto a BioNTech, que prevé facturar entre 14.000 y 15.000 millones. La biotech Moderna, con un retorno del 75,40% en el Nasdaq, prevé ingresar entre 13.000 y 14.000 millones por su inyección, de la que ha distribuido 800 millones y ha multiplicado sus ingresos totales por 65 en comparación con 2020. Las dos vacunas diseñadas con ARN mensajero, que han mostrado mayor efectividad, concentran un 93,6% de la facturación mundial de las cinco compañías con autorización en Europa. AstraZeneca, que estuvo marcada por el temor a sus efectos secundarios y los incumplimientos de entrega a la Unión Europea, tiene previsto facturar 2.000 millones, similares a los 2.230 que, según Reuters, estima Janssen, la farmacéutica de Johnson&Johnson, para su producto. Las ganancias hasta septiembre publicadas por las compañías abarcan la totalidad de su negocio. Las más pequeñas obtienen un mayor porcentaje de beneficio neto sobre facturación total: Moderna (65,1%) y BioNTech (52,8%). Pfizer se lleva un 32%, Johnson&Johnson un 23,3% y AstraZeneca un 17,9%.

El gran reto de las vacunas es continuar siendo efectivas ante las nuevas mutaciones del virus. El pasado lunes un estudio de la aseguradora Discovery Health Ltd., que da servicio a 3,7 millones de personas en Sudáfrica, apuntó que la pauta completa de la vacuna de Pfizer ofrece un 70% de protección ante la posibilidad de ser hospitalizado por covid.