viernes, 15 de mayo de 2020

LA POLÍTICA MONETARIA Y LA FISCAL FRENTE AL COVID 19


El FMI en su informe de Perspectivas Económicas Mundiales, señala para las economías avanzadas un retroceso medio del PIB del 6,1 %. Una previsión que es aún más pesimista para la eurozona, ya que el conjunto del área de la moneda única retrocederá un 7,5 %, (supera en más de dos puntos la caída de Estados Unidos del 5,9 %; o de Japón del 5,2 %).

Aunque la contracción es más importante en Italia y España: para nuestro país pronostica que el PIB caerá un 8% este año, tras Italia con un -9,1%. También es notable en el caso de Francia (7,2 %) y Alemania (7 %). Grecia registrará un desplome de dos dígitos (10 %), seguida por Letonia (8,6 %) y Lituania (8,1 %). Portugal y Eslovenia caerán un 8 %, lo mismo que España. Por su parte, la economía del Reino Unido retrocederá un 6,5 %.

El PIB mundial se contraerá un 3 % (superior a la caída de la crisis financiera de 2008). Todo ello, lógicamente, dependiendo de cuál sea la evolución de la pandemia para la segunda mitad de este año.

La Reserva Federal, a través de su presidente Jerome Powell, ha asegurado que “hay un sentimiento creciente de que la recuperación puede ser más lenta de lo que nos gustaría, por lo que se necesitará más apoyo fiscal, para superar una crisis de la que Estados Unidos tardará en recuperarse más de lo que inicialmente se estimaba”. 

La realidad, es que, para la zona del euro en particular, la situación económica previa a la crisis sanitaria, no estaba exenta de amenazas. Pero la pandemia nos ha abocado a una crisis económica que, encontrándonos en sus inicios, puede tener una gravedad e intensidad auténticamente catastróficos.

Quizá hay que esperar algo más, para dar tiempo a conocer más datos y cifras de las instituciones mundiales y nacionales respectivas. Pero creo que si es posible mostrar desde una perspectiva puramente macroeconómica la situación que se avecina.

Vaya por delante que pocos economistas, incluso ultraliberales -me atrevo a decir que ninguno- se atreverían a defender en esta encrucijada, aquello del “Laissez faire et laissez passer”, o “La mano invisible”, es decir, no intervenir, y dejar que sea “teóricamente” el mercado el que de solución a los problemas existentes.

Pues bien, superado el planteamiento anterior, fundamentalmente, la política económica, con independencia de las reiteradamente citadas reformas estructurales, tiene dos campos de actuación: la política monetaria y la política fiscal.

Como consecuencia de la crisis financiera iniciada en 2008, la política monetaria llevada a cabo por los Bancos Centrales de todo el mundo desarrollado ha consistido en incrementar, hasta cifras auténticamente colosales, la liquidez u oferta monetaria o cantidad de dinero existente. Para ello ha actuado incrementando la Base Monetaria a través de las llamadas operaciones “quantitative easing (acrónimo QE) o de expansión cuantitativa, alcanzando, desde una perspectiva histórica, cifras auténticamente record: sólo el BCE ha comprado en el mercado más de un Billón de euros, y acaba de anunciar en el pasado mes de marzo, un nuevo programa de compra de deuda pública, bajo el nombre de “Pandemic Emergency Purchase Program”, de 750.000 millones de euros.

En definitiva, el BCE va a continuar con la “barra libre de liquidez”, inyectando una colosal cantidad de dinero en la economía: se compran bonos, ya incluso de los denominados “basura o de escasa calidad crediticia”, que se pagan emitiendo, a raudales, dinero como contrapartida… dinero en el componente principal que existe desde hace años, es decir, depósitos a la vista en el banco central que son movilizados por los bancos comerciales, creando a su vez más dinero bancario (depósitos a la vista o cuentas corrientes en estas entidades, con las que prestan o realizan pagos).
El llamado “dinero legal” o billetes y monedas no tiene prácticamente importancia respecto a la oferta monetaria total (recuérdese que incluso se postula su completa desaparición).

Esa tremenda inyección de dinero, ha llevado a tasas o tipos de interés (los fijados por el propio Banco Central, y a los tipos en el mercado interbancario) a tasas de interés próximas a cero, e incluso negativas.

La finalidad de esta política monetaria es. precisamente, bajar los tipos, de forma que se consiga aumentar la Inversión en la economía (las empresas tienen más incentivos para invertir, ya que baja el coste de los recursos financieros que precisan).
Este aumento de la Inversión, debe favorecer un aumento de la demanda efectiva interna, propiciando, por tanto, un aumento de la actividad y del producto en la economía.

Pues bien, analicemos que está ocurriendo en estos momentos: las caídas tan bruscas del PIB que se están produciendo, a través del llamado en la teoría macroeconómica “Acelerador”, dan lugar o inducen a una caída de la Inversión Neta en la economía (entre otras razones, ya que si empeoran las expectativas de la demanda aumentará la incertidumbre, contrayendo la materialización de los posibles proyectos de inversión).
Y aparece un nuevo problema, y es que a través del llamado “Multiplicador de la Inversión”, la disminución en esta variable dará lugar a una disminución mayor en el PIB (decrece más el producto de lo que ha caído la inversión).

Esas mayores caídas del Producto deprimen aún más a la Inversión, y así sucesivamente… se produce la llamada “interacción del multiplicador y el acelerador” de forma que se entra en una situación de caídas del producto continuas. Una grave recesión económica, que además si va unida a la temida “deflación” (caídas de los precios), supone la entrada en una situación de depresión tremendamente grave. En todo este panorama, crece el desempleo y disminuye el consumo privado, por caídas de la renta, y por las expectativas de mayores caídas en los precios.

En ese cuadro, la política monetaria ya no tiene “munición”: los tipos de interés, como es el caso actual, están próximos a cero, y por tanto no pueden bajar más. La política monetaria deja de ser eficaz. Salvo el importante objetivo de facilitar la liquidez o préstamos a las empresas para que puedan, hasta cierto punto, mantener el empleo o, incluso, subsistir.

Pero desde luego, como instrumento de incentivar a la demanda y por la tanto el PIB, no tiene eficacia. Si, además, se entra en una situación de deflación, la política monetaria pierde su importancia como instrumento expansivo.

Veamos que ocurre con el otro instrumento: la política fiscal. Como es sabido, si es expansiva se articula a través de las bajadas de Impuestos, o bien mediante el incremento del Gasto Público, aumentando, por tanto, el déficit público, que ha de ser financiando mediante la emisión de Deuda Pública.

El objetivo, si se articula a través de las bajadas de impuestos, persigue incrementar el consumo privado. Pero el problema es que, si se dirige básicamente a segmentos de mayores rentas, dada su menor propensión marginal al consumo, lo que podría incrementar es el Ahorro y no el Consumo.

Por el contrario, si tiene lugar por el lado del incremento del Gasto Público, ha de llevarse a cabo a través del aumento de los Gastos Corrientes o consumo de la Administración (pagos al sector privado y a funcionarios), o bien acometiendo un programa de Inversiones Públicas que a su vez incrementen la capacidad de obtener en el futuro la posibilidad de obtención de un mayor PIB en la economía (inversiones productivas).

Actualmente, si las economías ya tienen un importante volumen de Deuda Pública, la Política Fiscal se encuentra limitada. Podría alcanzar volúmenes indeseados que motiven un aumento de las Primas de Riesgo (mayores intereses en las colocaciones de bonos en el mercado), agravando el problema al crecer aún más el endeudamiento.

De lo anterior se deduce la importancia de que, en el ámbito de la Eurozona, conscientes del peligro que supone para la estabilidad del Euro y de la propia área, se materialice el apoyo financiero y la realización de inversiones que logren tirar de la demanda y superar la crisis.

Un problema fundamental es que, si no se logra al menos contener la pandemia, cayendo en nuevas oleadas de contagios y muertos, se agravará tremendamente el problema económico. En este contexto, tampoco cabe esperar el crecimiento de la demanda externa o exportaciones, que también se han debilitado considerablemente al cerrarse el comercio internacional.

En este contexto es de esperar que se materialice una de las actuaciones financieras más importantes de la Unión Europea. Se trata del Plan de Reconstrucción al que el Consejo Europeo dio luz verde el pasado mes de abril. Está pendiente de discusión el tamaño, su financiación por contribuciones y/o apelando al endeudamiento común, su distribución entre transferencias a fondo perdido y créditos, y su reparto geográfico y sectorial.

Es urgente la materialización de ese Plan. De forma que los 27 Estados de la Unión Europea puedan acceder a sus recursos para conseguir la recuperación económica.
Veremos a ver… se propone que el Plan alcance los dos billones de euros y que se dispense en mayor proporción de subsidios que de créditos. Hace falta más contundencia y menos retórica. Nos jugamos mucho, quizá hasta la propia supervivencia del euro y de la Unión Europea.

jueves, 7 de mayo de 2020

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A MAYO 2020: la crisis de la pandemia provoca una incertidumbre gravísima e inmensa...


En la situación actual, sin duda, su mayor gravedad es la crisis sanitaria. Pero el coronavirus se ha llevado por delante todas las previsiones económicas, sometiendo a la economía mundial a una enorme incertidumbre en todos los ámbitos, sin precedente en la historia mundial.
Algunos hablan de su similitud con la crisis del 29, pero la realidad, es que no existen análisis que permitan comparar la crisis económica que se avecina, con la de una situación de guerra u otra similar.

GLOBAL:

La incertidumbre es de tal magnitud, que pretendiendo dar un análisis objetivo y, desde luego, prescindiendo de actitudes optimistas o pesimistas, he optado por cambiar la estructura tradicional de este artículo.
En primer lugar, analizaremos las primeras actuaciones y previsiones de mayor relevancia mundial, y, finalmente, nos centraremos en la economía española en particular.

FONDO MONETARIO INTERNACIONAL:

El FMI en su informe de Perspectivas Económica Mundiales, señala para las economías avanzadas un retroceso medio del PIB el 6,1 %. Una previsión que es aún más pesimista para la eurozona, ya que el conjunto del área de la moneda única retrocederá un 7,5 %, (supera en más de dos puntos la caída de Estados Unidos del 5,9 %; o de Japón del 5,2 %).
Aunque la contracción es más importante en Italia y España: para nuestro país pronostica que el PIB caerá un 8% este año, tras Italia con un -9,1%. También es notable en el caso de Francia (7,2 %) y Alemania (7 %). Grecia registrará un desplome de dos dígitos (10 %), seguida por Letonia (8,6 %) y Lituania (8,1 %). Portugal y Eslovenia caerán un 8 %, lo mismo que España. Por su parte, la economía del Reino Unido retrocederá un 6,5 %.
El PIB mundial se contraerá un 3 % (superior a la caída de la crisis financiera de 2008). Todo ello, lógicamente, dependiendo de cuál sea la evolución de la pandemia para la segunda mitad de este año.
En relación al paro, el FMI señala que en España se disparará por encima del 20%. Solo Grecia verá cifras más altas, con un desempleo del 22,3 % este año y 19 % el que viene. Italia tendrá un paro del 12,7 % en este ejercicio y del 10,5 % en el siguiente.
El mundo que salga de esta epidemia tendrá un mayor peso de Asia, verdadero epicentro económico de este siglo pese a haber acogido los primeros casos del virus. China e India son dos de las pocas potencias que evitarán la recesión en 2020 según el FMI: el gigante asiático crecerá un 1,2% (4,8 puntos menos que en la anterior estimación del FMI) para rebotar un 9,2% en 2021. En cuanto a la India, repuntará un 1,9% este año (3,9 puntos menos frente a las previsiones de enero) y un 7,4% el que viene.
Literalmente, el organismo con sede en Washington señala que "el brote ha sido tan grave como en la provincia china de Hubei, y reconoce que los confinamientos y restricciones de movilidad son esenciales para contener el virus, pero a costa de un gran peaje en la actividad económica". Indica que los efectos adversos en la confianza "pesan aún más en las perspectivas económicas".
Expresa el FMI que “las cuarentenas estrictas como China, Italia, y España, conllevan una fuerte contracción de la economía, con cierres de lugares de trabajo, restricciones de viaje y cambios de comportamiento. Aunque la reducción de la demanda de servicios podría ser aún peor en un escenario de mayor difusión sin distanciamiento social".
Según el Fondo, la respuesta fiscal ha sido "rápida y considerable" en muchas economías avanzadas (como España, Francia, Alemania, Italia, Japón, Australia, Reino Unido, y los Estados Unidos). Mientras que otros muchos mercados emergentes y economías en desarrollo (como China, Indonesia y Sudáfrica) también han comenzado a proporcionar o apoyo significativo para personas muy afectadas por el Covid-19.
Se destaca que España ha flexibilizado el acceso al paro y que los ERTE ayudan a las empresas a mantener el empleo. En la misma línea, Dinamarca paga el 75 % del salario de los empleados despedidos y el Reino Unido llega al 80 % con un tope máximo. Alemania y Francia han reforzado programas de corta duración para preservar los puestos y los ingresos de los trabajadores.
La institución mundial advierte que es urgente "trabajar juntos para frenar la propagación del virus y para desarrollar una vacuna y terapias contra la enfermedad”. Añade que hasta el momento en que los tratamientos están disponibles, "ningún país está a salvo de la pandemia" (incluido un rebrote después de la primera oleada).
Esta crisis no se parece a nada de lo ocurrido en las últimas décadas. Señala el Fondo que “la política económica tiene un papel muy diferente. En crisis normales, se intenta alentar la actividad económica estimulando la demanda agregada lo más rápido posible. Esta vez, la crisis es en gran medida consecuencia de las medidas de contención necesarias. Esto hace que los estímulos sean más difíciles y, para los sectores más afectados, indeseables
La realidad es que el escenario puede ser más negativo, y el FMI además traza varias hipótesis: una es que la lucha contra el virus este año sea más larga de lo estimado; la segunda, que haya un nuevo brote, más leve, en 2021; y la más pesimista, que la lucha contra el virus en 2020 se perpetúe en el tiempo.
Si hay un segundo brote, a las previsiones más negativas de este año, se sumaría que en 2021 el mundo no crecerá un 5,8% sino un 0,9%. En el peor de los escenarios, en 2021 se repetirá la recesión mundial, siendo la caída del 2,2%.

RESERVA FEDERAL (ESTADOS UNIDOS):

En un comunicado, el Banco Central estadounidense, ha reflejado la gravedad de la situación que ha provocado una parálisis casi total de la economía en todo el mundo y, en el caso de Estados Unidos, le ha llevado a su primera recesión en once años.
La Fed insistió en su compromiso de utilizar todas herramientas a su alcance "para apoyar la economía de Estados Unidos en este momento difícil, promoviendo así su máximo empleo y el cumplimiento de los objetivos de estabilidad de precios".
La Reserva Federal reconoce que la pandemia está provocando fuertes caídas en la actividad y pérdida de empleo. El organismo advierte, además, de que "la actual crisis de salud pública pesará mucho en la actividad económica, empleo e inflación a corto plazo, y plantea riesgos considerables a medio plazo", a lo que se añade una demanda más débil y precios del petróleo significativamente más bajos que están frenando las subidas de precios.
Hasta la fecha, la economía estadounidense ha finalizado el primer trimestre con una caída del PIB del 4,8%, porcentaje que podría superar el 30% entre abril y junio. En las últimas cinco semanas, nada menos que, cerca de 30 millones de estadounidenses se han acogido a los subsidios de desempleo y se teme que la tasa de paro supere el 20%.
La Fed ha insistido en que las tasas de interés se mantengan próximas a cero hasta "estar seguros de que la economía ha resistido los acontecimientos recientes y está en camino de lograr su máximo empleo y estabilidad de precios".
Para determinar los próximos pasos, la Fed tendrá en cuenta una amplia gama de información, incluidas las condiciones del mercado laboral, los indicadores de presiones inflacionarias y expectativas de inflación y el análisis sobre desarrollos financieros nacionales e internacionales.
Para apoyar el crédito y liquidez a hogares y empresas, el banco central estadounidense continuará comprando bonos del Tesoro y valores hipotecarios "en las cantidades necesarias para respaldar el buen funcionamiento del mercado" (a partir de mediados de marzo, la Fed ha destinado más de 2 billones de dólares a la adquisición de deuda pública y activos hipotecarios).
Además, mantendrá sus intervenciones diarias en el mercado de deuda para asegurar la liquidez del sistema.
Además, superando su tradicional papel, ha anunciado un nuevo plan de préstamos por valor de 2,3 billones de dólares que se destinará a Estados, ayuntamientos y pequeñas y medianas empresas. En total, todas estas medidas se han disparado por encima de los 6,5 billones de dólares (2,6 billones más que hace un año).
Jerome Powell, en un papel inusual, señaló que “los poderes de la Fed son de préstamo, no de gasto”. De esta forma solicitó al Congreso de Estados Unidos, más gasto público, tras el plan de rescate de 2,2 billones de dólares aprobado.
El presidente de la Reserva Federal “descartó un rebote en forma de V”, adelantando que "la actividad económica probablemente caerá a una tasa sin precedentes en el segundo trimestre del año”. Igualmente, “descartó un posible colapso del sistema financiero como el que se desató en la Gran Recesión de 2008”.

EUROZONA:

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, tras cometer el gravísimo error de afirmar que del Banco Central Europeo no tenía como función reducir las primas de riesgo (tuvo un castigo inmediato en los mercados que le obligó a rectificar).
Las críticas que recibió fueron incontables. Casi una semana después, el BCE anunciaba un nuevo programa de compras de deuda denominado de “emergencia pandémica” por valor de 750.000 millones de euros. Con este movimiento, los Gobiernos recibieron la confirmación oficial de que podrían contar con financiación barata para impulsar los planes de inversión millonarios que estaban desplegando.
Desde entonces, continuamente ha estado anunciando medidas: máxima flexibilidad a las compras de deuda (un alivio para Italia o España, que ahora saben que pueden contar con toda la potencia del BCE para aliviar sus primas de riesgo), relajación de las condiciones en las que el eurobanco acepta las garantías, y nuevos chorros de liquidez para los bancos, que podrán cobrar un 1% por tomar dinero del BCE si luego lo prestan a empresas y familias para que llegue a los que lo necesiten.
A la espera de que los líderes de la UE concreten el Fondo de Recuperación que decidieron en su última cumbre, el eurobanco queda como último recurso de los países más golpeados. Los analistas dan por hecho que, en su próxima reunión de junio, el BCE aumentará el programa de compras de emergencia. En solo cuatro meses, ya ha adquirido más de 100.000 millones.

ESPAÑA:

Según el avance publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el Producto Interior Bruto español cayó entre enero y marzo un 5,2% (no hay precedentes de una caída de ese tamaño).
Solamente durante el periodo posterior a la Guerra Civil, y el periodo Autárquico (hasta el Plan de Estabilización del año 1957) se podría, quizá, encontrar un dato similar utilizando cálculos de historiadores especializados.
En la serie del INE que arranca en 1970, el mayor desplome trimestral registrado se corresponde con el del primer trimestre del año 2009, cuando en plena Gran Recesión la economía cayó un 2,6%. La crisis que vamos a padecer ha arrancado mucho peor.
Ya apuntaba en esta dirección la estimación del Banco de España, que pronosticaba una caída trimestral del PIB del 4,7%. También el retroceso de las horas trabajadas, del 4,25% en el primer trimestre según la Encuesta de Población Activa. Y el hundimiento del comercio minorista del 15% mensual durante el pasado marzo, cuando normalmente solo se mueve unas décimas arriba o abajo. Semejante batacazo de la economía ocurre con solo dos semanas de confinamiento en marzo y a pesar de que enero y febrero fueron buenos.
Las cifras del segundo trimestre serán todavía peores. Según Funcas, "la caída podría llegar al 15% entre los meses de abril y junio, teniendo en cuenta que recogerán el impacto pleno de la covid-19”.
Para el conjunto del año dependerá de cómo se vaya articulando la salida del confinamiento rodeada del riesgo de rebrote de la pandemia.
La actividad ya se contrae un 4,1% interanual frente al 1,8% que crecía en el cuarto trimestre del 2019.
La incertidumbre es enorme. Hasta el punto de que el Banco de España calcula una horquilla de retrocesos para 2020 entre el 6,6% y el 13,6%.
En una reciente nota de prensa, el INE señala que ha tenido que hacer un esfuerzo especial para captar el impacto del confinamiento sobre la actividad durante la segunda quincena de marzo. La mayoría de indicadores disponibles ofrece resultados hasta febrero, así que el instituto estadístico ha tenido que incorporar nuevas fuentes para sus estimaciones, como el uso de tarjetas como medio de pago en las compras. De ahí que diga que las futuras revisiones de estos datos puedan ser de una magnitud mayor que la habitual. Las cifras de compras con tarjeta del BBVA ya arrojaban que el consumo caía a la mitad desde el 14 de marzo, día de entrada en vigor del estado de alarma.
El desglose por partidas señala cifras abrumadoras. El consumo se hunde un 5,1% trimestral entre enero y marzo. El de los hogares todavía más: un 7,5% (durante los peores momentos de la crisis de 2008 cayó como mucho un 1,63% en el tercer trimestre de 2012 y un 1,69% en el cuarto trimestre de 2008, casi cinco veces menos).
Tan solo ha crecido el gasto de las Administraciones Públicas, que se dispara un 1,8%, en incremento trimestral. La inversión se desploma otro 5,3%. Y las exportaciones e importaciones caen lo mismo: un 8,4%.
Por sectores, los más afectados son el comercio, transporte y hostelería, con un batacazo del 10,9%, y las actividades artísticas y recreativas, con una caída en picado del 11,2%. Las actividades profesionales y científicas pierden un 8%. Y la información y comunicaciones, un 5,5%. La industria retrocede un 2,7%. Y la construcción se derrumba un 8,1% a pesar de que en esas dos semanas el cierre no le afectó tan directamente.
Únicamente se mantienen las actividades financieras y de seguros, que crecen un 1%. Y la Administración Pública, sanidad y educación, que aumentan un 0,8%.
Para algunos analistas, “estas cifras de caída que ha dado el INE implican que en las dos semanas de confinamiento se perdió en torno a un 40% de la actividad económica”.
En tanto no exista una vacuna, la incertidumbre es extremadamente máxima, ya que ni las familias podrán consumir con normalidad, ni se podrá trabajar a pleno rendimiento. Incluso si comienza el desescalamiento, las medidas para guardar las distancias ocasionaran un aumento de los costes de producción. Y se desconoce cuánto se podrá recuperar del tejido productivo, en especial por la elevada dependencia del turismo y la hostelería. O en qué medida los problemas de liquidez que atraviesan ahora las empresas se convertirán o no en problemas de solvencia y, por ende, en quiebras, tal y como ha señalado el Banco de España.
Además, la contracción del PIB de la eurozona (el BCE lo estima entre el 5% y el 12% para este año), impedirá que se pueda recurrir a las exportaciones para tratar de superar la crisis. El agujero de las cuentas públicas se disparará hasta cotas de 2009-2012 por la pérdida de ingresos y el aumento del gasto en sanidad y en prestaciones de paro y ERTE. 
Para colmo, si crece la morosidad a los bancos, podrían aparecer tensiones financieras.
Si nos centramos en Plan de Estabilidad que el Gobierno español ha enviado a Bruselas, el Ejecutivo español prevé que el derrumbe de la economía será del 9,2% en 2020.  Una estimación peor que los pronósticos del FMI y que puede quedarse corta a la luz de los datos ya conocidos de PIB. A este batacazo le seguirá, según el Gobierno, una recuperación del 6,8% en 2021, (es más optimista que la del Fondo). Se tardarán al menos dos años en recuperarse y, por el camino, a final de año se habrán perdido cerca de dos millones de puestos de trabajo a tiempo completo. Al siguiente, solo se recobrarán la mitad.
Dicho esto, fuentes gubernamentales explican que esos cálculos basados en las horas trabajadas no tienen en cuenta el efecto de los ERTEs y que en realidad el empleo perdido en 2020 será la mitad: un millón.
Según la ministra de economía, Nadia Calviño, a medida que se vaya poniendo en marcha la desescalada y se recupere la demanda, el perfil de la senda del PIB español será el de una “V asimétrica”: “una caída de la actividad económica muy intensa en el segundo trimestre seguida de una recuperación más gradual en el segundo semestre del año y una fuerte tasa de crecimiento en 2021″.  
Calviño ha señalado, no se alcanzarán los niveles previos de actividad económica hasta el año 2022. Todo ello, supeditado a la gran incertidumbre existente respecto al riesgo de un escenario de rebrotes durante el otoño próximo.  
Respecto al desempleo, dependerá mucho de cuánto se prolongue el confinamiento y cuán rápida sea la desescalada. Se confía en que los ERTEs, los avales y las mejores condiciones de financiación que garantiza el BCE amortigüen el impacto. Pero existen grandes dudas sobre hasta qué punto se podrán recuperar el turismo, la hostelería o las pymes en un horizonte próximo de menor demanda de estos servicios. O sobre si en algún momento los mercados empezarán a presionar ante la falta de una respuesta europea conjunta. Y todo ello se podría ver muy empeorado por posibles rebotes.
La economía española registrará un déficit público que acabará este año en una cifra equivalente al 10,3% del PIB. Será la mayor brecha entre gastos e ingresos públicos desde 2012. Volvemos a las cotas que se registraron entre 2009 y 2013. La deuda pública subirá hasta el 115% del PIB. Y el Ejecutivo no especifica cómo quedará en 2021 (momento en el que habrá más riesgo de que los países del Norte presionen al BCE para que deje de comprar deuda, porque ellos ya se hayan recuperado).
En total, el gasto de las Administraciones Públicas aumentará en unos 55.000 millones, un 10%, incluyendo las partidas sanitarias y de protección de los trabajadores. En cambio, la recaudación solo caerá en 25.000 millones, un 5%. Esta caída proyectada de los ingresos parece quedarse bastante corta si se tiene en cuenta que el PIB se desplomará un 9%. Si cayese en la misma proporción que la actividad como al menos parece lógico, los ingresos se hundirían el doble, en 50.000 millones.
En cuanto a la adopción de medidas para cerrar el agujero de las cuentas públicas, la ministra de Hacienda ha rechazado que vaya a haber recortes del gasto. Ahora es el momento de mantener la actividad, ha recordado. También ha negado que se fuesen a crear nuevos impuestos aparte de los ya planeados, a los que no renuncia: la tasa Google, el tributo a las transacciones financieras, la reforma fiscal verde y un refuerzo de la lucha contra el fraude Según la ministra Montero “no habrá ni recortes masivos de gasto ni subidas masivas de impuestos”.
Teniendo en cuenta la pasada y relativamente reciente crisis de 2008, si los daños no son más grandes en todo Occidente, es como consecuencia del papel jugado por los cuatro grandes bancos centrales del mundo (la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón), que, en total, han inyectado 18 billones de dólares en la economía de esas áreas desde 2007 (algo así como 18 veces lo que produce España en un año).
Queda por ver cuál va a ser la respuesta europea: en el mejor de los casos las economías occidentales no empezarán a recuperarse hasta el último trimestre del año, e incluso entonces los expertos prevén rebrotes del coronavirus. Si la pandemia empieza su metamorfosis —de crisis sanitaria a económica, y de crisis económica a crisis financiera—, sufrirán más los que traían un equipaje pesado: más deuda, más paro y peores fundamentos. Italia es quizá el más señalado. Pero España y Portugal van a la zaga: la economía española entró en la crisis con una deuda cercana al 100% del PIB y el desempleo más alto del Atlántico Norte, del 13%. Es muy probable que la deuda pública alcance el 120% en breve y que el paro se duplique. España hizo los deberes durante la Gran Recesión y capitalizó sus bancos (con el rescate bancario) y mejoró su potencial exportador –algo que sirve de poco en esta situación de comercio global estancado-, pero corre grandes riesgos a partir de ahora.
La situación económica de Italia es aún peor: una economía que no crece desde hace dos décadas, con un sistema bancario que no aprovechó la pasada crisis para reforzarse y una deuda pública que con toda probabilidad superará el 160% del PIB, un nivel al que las dudas de los mercados sobre la sostenibilidad son solo cuestión de tiempo.
Por lo que respecta a los precios, hay que estar muy pendientes de como vayan a evolucionar: la tasa de inflación se situó en el -0,7% en abril, siete décimas menos que en el mes anterior, lastrada por la caída del precio de los carburantes y combustibles, causada por el descenso de la demanda debido a las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus. Es la primera vez que el índice de precios que publica cada mes en INE cae a terreno negativo desde agosto de 2016, y es la más baja desde junio de ese año.
Y si observamos la inflación subyacente (indicador más significativo, al no incluir los productos de precio más volátil), ha caído un 1% según el INE.
Eurostat, la Oficina estadística de la Unión Europea, ha impuesto a los países miembros unas líneas de actuación para el IPC general y el armonizado (el que se usa para poder comparar los resultados en todos los países). Así, el organismo estadístico español recoge una tasa general anual del -0,7%, desconocida desde el verano de 2016. El IPC armonizado cae al -0,6%.
Además, el INE ha elaborado dos cestas de bienes y productos que “los hogares han seguido consumiendo” durante el confinamiento, a la que denomina "Grupos Especiales Covid-19″. La cesta de productos, que incluyen alimentos, bebidas, tabaco, productos de limpieza del hogar, comida para animales y cuidado personal,… que experimenta una subida interanual del 3,2%, un punto más que en marzo, con una subida del 4% interanual del precio de los alimentos, un punto y medio más que el mes anterior. Dentro de este grupo, señala el INE, los alimentos frescos experimentan una subida interanual del 6,9%, tres puntos más que el mes anterior. Los envasados suben un 2,2% respecto a abril de 2019, una tasa seis décimas superiores a la de marzo.
Por el contrario, la tasa de inflación de la cesta de servicios Covid-19 registra una bajada del 4,3% respecto a abril del año pasado, un punto por debajo de la tasa de marzo, lastrado por los combustibles para transporte y calefacción y por la electricidad. En esta cesta se recogen servicios como el alquiler de vivienda y garaje, la distribución de agua, alcantarillado, recogida de basuras, gastos comunitarios, electricidad, gas, gasóleo para calefacción, servicios de telefonía, música y televisión en streaming, seguros, comisiones bancarias y servicios funerarios.
Por lo que respecta a la Encuesta de Población Activa (EPA), se ha publicado la del primer trimestre del año, por lo que sólo se aprecia una parte del daño causado por el Covid 19, pero son suficientes dos semanas para mostrar el golpe laboral tan duro que ha causado la pandemia.
Durante los meses de enero a marzo pasados, el empleo cayó en 285.600 personas, dejando el número total de ocupados en 19,6 millones. Sin embargo, el dato que mejor refleja el shock en el mercado laboral es el de ocupados, tanto asalariados como autónomos, afectados por parones de actividad y ERTE, 578.300, hasta 35 veces más que en el trimestre anterior.
Se ha producido ese primer trimestre un aumento del paro de 121.000 personas. No obstante, según el propio INE, “es probable que muchos trabajadores que hayan perdido su empleo se hayan clasificado como inactivos debido a que no han podido cumplir con las condiciones de búsqueda de empleo que la definición de paro de la EPA determina para que sean considerados parados” (inactivos que están en un proceso de búsqueda activa de empleo).
Y esa cifra no recoge todavía a todos los trabajadores que se van a ver afectados por un ERTE durante esta crisis. Los números anunciados por el propio presidente, Pedro Sánchez, son algo más de cuatro millones. Si estos todavía no aparecen en la estadística se debe a varios motivos. Primero, esas cifras se han ido alcanzando a lo largo de abril, mes no recogido en esta edición de la EPA. Segundo, los trámites desde que se anuncia un ERTE hasta que se aprueba llevan varios días. Y tercero, la propia metodología de la EPA, una encuesta que se realiza durante 13 semanas.
Otro punto que señala el INE para resaltar el impacto del parón es el número de horas trabajadas por todos los ocupados. Ha caído un 4,25% en el periodo. Hay que remontarse hasta el primer trimestre de 2009, el peor de la Gran Recesión, para encontrar una caída mayor.
El sector servicios pierde 275.900 ocupados. También descendió la ocupación en agricultura y construcción. Aunque el impacto del coronavirus en la estadística sea parcial, sus señales ya son evidentes y anuncian un segundo trimestre negro. Precisamente en primavera y verano, la mejor época para el mercado laboral en España.

MERCADOS:

En relación al petróleo, ante la avalancha de crudo extraído y no consumido, los mercados petroleros occidentales sufren, una tras otra, una importante caída de precios, que han entrado una situación insospechada de precios negativos por primera vez en siglo y medio de historia: los inversores pagaban a quien se comprometiese a quedarse con el crudo que van a ser entregados en mayo.
Y es que la economía mundial se ha dado la vuelta por completo y el parón en la actividad y el transporte de personas y mercancías ha evaporado del mercado casi la tercera parte de la demanda petrolera.
Ante una fuerza de ese calibre, cualquier intento de contrapeso se está mostrando insuficiente: los principales países productores han anunciado el mayor tijeretazo de siempre sobre la oferta, la Casa Blanca ha anunciado que llenará hasta los topes sus reservas estratégicas y Donald Trump ha iniciado una nueva ronda de amenazas sobre Irán, uno de los grandes exportadores mundiales. En vano algunos de los intentos permitieron al texas regresar a números verdes y al brent recuperar parte del terreno perdido, pero ambos han vuelto a mostrar su peor cara. La mayor parte de los barriles que se ponen hoy en el mercado no son rentables para los productores: de todos los actores de la cadena —las firmas que operan los pozos, refinadoras y distribuidoras de gasolina y queroseno— solo las compañías que se dedican a guardar el crudo que no encuentra comprador están haciendo dinero. Esa es, quizá, la mejor síntesis de lo que está ocurriendo hoy en un sector sobre el que ha pivotado la economía mundial durante décadas.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE, dependiente de la OCDE) prevé que el consumo de crudo empiece a repuntar en la segunda mitad del año, pero hasta entonces no hay visos de que la tensión de los depósitos vaya a disiparse.
En relación a la Bolsa, en el momento de redactar este articulo lleva perdido, referido a todo el año, más de un 30%.
La escasísima demanda desborda la capacidad de almacenamiento del crudo y sus precios siguen por los suelos, la situación de incertidumbre reinante, y la amenaza de nueva guerra comercial de Estados Unidos con China, están castigando severamente al mercado, manteniendo a los inversores en una situación de liquidez.
Por otro lado, en relación al Euribor, paradójicamente, ha subido. El índice que sirve para calcular el tipo de interés que paga la aplastante mayoría de los tenedores de un préstamo hipotecario variable en España. La tendencia alcista se confirma ya que el euríbor ha cerrado el mes de abril en torno a -0,106, frente al -0,266 registrado en marzo y al -0,288 en febrero. La inyección de liquidez decidida por el Banco Central Europeo (BCE) como respuesta a la crisis provocada por la pandemia de Covid-19 y el temor a un aumento de la tasa de morosidad por parte de las entidades del Viejo Continente explican en gran medida esta fuerte subida, según los expertos.
De esta forma, en el caso de una hipoteca de 150.000 euros a 30 años con un tipo de interés formado por el euríbor más un diferencial del 0,99% (uno de los más comunes en el mercado en estos momentos), el incremento en la cuota a pagar en los próximos 12 meses será de 0,39 euros o, lo que es lo mismo, 4,68 euros en el conjunto del año.  
En el mercado de divisas, el perfil defensivo que adoptan los inversores se refleja en un nuevo repunte del dólar. La búsqueda de refugio aumenta las posiciones en la divisa estadounidense, de forma que el euro se aleja del nivel de los 1,10 dólares. La libra cede terreno igualmente, y se repliega hasta los 1,24 dólares.

EMPRESAS:

Frente a la preocupación por el aumento dela morosidad que ha empezado afectar a los bancos, el Banco de España ha señalado que considera que la banca tiene una notable capacidad de resistencia frente a la crisis económica desatada por el coronavirus, pero avisa que la situación del sector será más comprometida si no se produce una salida rápida de la recesión y apunta que no todos los bancos tienen la misma fortaleza.
Según un último Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España, que, dada la importancia de su contenido, transcribimos casi literalmente:
"El sector bancario español ha mejorado de forma significativa la calidad de su balance y solvencia en la última década, lo que le coloca en mejor situación para absorber esta crisis y para seguir facilitando la financiación que la economía precisa. No obstante, la magnitud del deterioro económico de corto plazo -sin precedentes cercanos-, la incertidumbre sobre su duración y la heterogeneidad en sus efectos y en la posición de partida de los agentes y de las entidades obligan a mantener un seguimiento supervisor muy estrecho”.
La banca española acumula un volumen de capital de máxima calidad de 194.500 millones de euros. De este importe, 101.500 millones corresponden a requisitos regulatorios mínimos y el resto (92.900 millones) son fondos que pueden liberarse y que integran distintos colchones que podrían absorber pérdidas. Unidos a las coberturas ya existentes, situarían al sector en condiciones de cubrir una tasa de mora aproximada del 13%, frente al 4,8% actual. La cobertura incluso sería mayor si se tienen en cuenta elementos mitigadores como los programas de avales públicos y las moratorias.
Señala el informe que "se estima que la liberación de colchones permitida por la respuesta prudencial a la crisis sería suficiente para cubrir un aumento de la tasa de morosidad de alrededor de 8,2 puntos porcentuales. La suma de todos estos recursos de capital podría cubrir un volumen de pérdidas equivalente a casi dos veces el volumen actual de crédito dudoso en el sistema, esto es, aproximadamente el 8,2% del total de crédito bancario actualmente. Si a esto se añaden las moratorias sobre préstamos y el programa de avales del Gobierno, la capacidad de absorción de mora del sistema bancario aumenta significativamente (...) Este margen adicional puede ser necesario también para afrontar pérdidas inesperadas en otro tipo de activos, como los adjudicados".  A cierre de 2019, la cartera de inmuebles de la banca sumaba 30.000 millones de euros, tras reducirse en 12.000 millones en el último año.
Continua el citado informe que "el análisis de la capacidad de resistencia del sector bancario ante escenarios macrofinancieros adversos muestra también que los elementos de absorción de pérdidas limitan un deterioro rápido de la solvencia, si bien es necesario vigilar su evolución si esta situación de deterioro persiste en el tiempo (...) Las consecuencias de escenarios adversos que se prolongan durante varios años sí pueden deteriorar significativamente la solvencia agregada".
De todas formas, es necesario tener en cuenta también que es esperable una evolución heterogénea de la solvencia para distintas entidades. Además, aquellas que presenten una peor situación de partida en términos de solvencia y calidad crediticia pueden alcanzar niveles de solvencia significativamente inferiores. En la crisis actual, la dimensión geográfica y sectorial es más relevante que en los ejercicios de resistencia de años previos, siendo esperable un mayor deterioro de la solvencia para aquellas entidades más expuestas a las áreas y sectores de actividad económica más afectados por la pandemia.
A este respecto, tanto para grandes empresas como para pymes, el porcentaje de las exposiciones de los sectores a priori más sensibles al impacto inicial de la crisis del coronavirus se situaba en torno al 20% (sobre crédito bancario y sobre total activo), con un mayor peso de los servicios (peso del 15%). La distribución entre sectores de la ratio de dudosos muestra una peor posición relativa de hostelería y comercio al por menor, y de pymes frente a grandes empresas".  
El Banco de España, por tanto, está avisando de la posibilidad de más impagos y refinanciaciones, menos crédito y rentabilidad
El Banco de España considera que el actual shock económico acentuará la caída del crédito y cortará la tendencia a la baja del saldo de activos morosos y préstamos renegociados que se venía registrando en los últimos años.
Señala que: "la ratio de dudosos continuó descendiendo hasta alcanzar el 4,8% en diciembre de 2019 y los créditos refinanciados siguieron también con su descenso, situándose el peso de estas operaciones sobre el total de crédito al sector privado residente en el 5%. Sin embargo, la presión adversa introducida por la crisis del coronavirus sobre la actividad económica, revertirá previsiblemente esta tendencia, llevando a un aumento de las ratios de morosidad y refinanciaciones, si bien las medidas de apoyo económico y en materia contable moderarán este efecto adverso.
En el caso de los hogares es esperable un aumento más rápido de la morosidad en respuesta a la crisis actual en los préstamos al consumo, dado el elevado crecimiento que registró esta cartera en los últimos años y el comportamiento que tradicionalmente se ha observado en respuesta a este tipo de perturbaciones. En este sentido, resulta crucial que las entidades mantengan unos adecuados estándares de concesión de los préstamos.
La crisis del coronavirus puede reforzar la tendencia decreciente del crédito, si bien el programa de avales a empresas aprobado en marzo de 2020 debería contribuir a que el crédito siga fluyendo al sector productivo.
Los retos para el sector bancario derivados de los efectos de la pandemia se añaden a los ya existentes. En los últimos años la rentabilidad del sector bancario europeo se ha mantenido reducida y por debajo del coste del capital (...) Se encuentra asociada a una situación de crecimiento nominal reducido y de tipos de interés bajos e incluso negativos, que es muy posible que se alargue todavía más tras esta crisis.
La pandemia tendrá un impacto negativo sobre una ya modesta capacidad de generación de resultados por las entidades. La crisis afectará adversamente al volumen de actividad económica y, por tanto, de crédito. Además, las pérdidas por deterioro aumentarán y el margen por intereses se deteriorará por el menor volumen de activos productivos. Estos efectos sobre la rentabilidad de los bancos se transmitirán de forma heterogénea a las entidades en función de su exposición a los sectores y geografías más afectadas por la pandemia. Igualmente, el ROF y los fondos de comercio pueden experimentar ajustes significativos. Finalmente, el entorno de tipos de interés bajos e incluso negativos se prolongará en el tiempo, limitando la capacidad de las entidades para elevar el margen de intereses.
Los bancos disponen de margen de ajuste en sus políticas de distribución para adaptarse a las guías proporcionadas por los supervisores y, de esta forma, reforzar su solvencia. Con carácter general, todas las entidades significativas españolas, que pudiendo legalmente suspender o aplazar el dividendo sobre los resultados de 2019, han seguido la recomendación del BCE y han llevado a cabo estas acciones.
En un entorno de descenso de los beneficios del sector en 2019, antes de la recomendación del BCE del 27 de marzo, una de las entidades con reducción de beneficios preveía un recorte de su dividendo y las otras cuatro un mantenimiento. Tras la recomendación, la primera entidad ha acentuado el recorte, añadiéndose otra de las entidades al ajuste. El resto de las entidades no ha podido sumarse debido a impedimentos legales. Como consecuencia, el pay-out en efectivo medio se ha reducido con respecto a los planes iniciales de reparto. Probablemente esta ratio experimentará una reducción aún mayor en 2020”.