lunes, 29 de septiembre de 2014

LA RESPONSABILIDAD DE ALEMANIA

Pocas veces existe tanto acuerdo en la comunidad e instituciones económicas. Incluso en aquellas dónde no suele haber precisamente muchos keynesianos: aquellos que postulan políticas de demanda en situaciones de depresión y estancamiento.

El problema es que para demasiados economistas la teoría es en muchos casos una fe laica. Pues bien, en estos momentos destaca Alemania que sobre cualquier cosa basa toda su ideología en la austeridad. Ya saben, la consecuencia de austero, sobrio, morigerado, penitente y severo.

Se trata de una virtud, que en este caso está resultando un grave inconveniente para sus socios europeos. Su escasa inversión privada y pública, sin duda reflejada en un superávit comercial excesivo, es preocupante. La débil recuperación europea está viéndose amenazada y Berlín continúa haciendo caso omiso a los continuos llamamientos solicitándole planes de inversión, pedidos desde la Comisión, el Fondo Monetario Internacional, la OCDE, el G-20 e incluso el propio Banco Central Europeo.

Por citar algunas referencias de estas instituciones: … de la Comisión… “Son necesarios esfuerzos adicionales en el capítulo de inversión en infraestructuras, educación e I+D”… Del FMI,… “Reducir su superávit corriente sería beneficioso para Alemania y para la UE; hay que impulsar la inversión pública”… El BCE… “los países con más espacio fiscal deben invertir más”, y así entre otras….

Las opiniones, a veces poco divulgadas, están comenzando a llegar desde la propia economía germana. Se pide más inversión en casa. Algunos destacados analistas señalan que  “La eurozona sufre una deficiencia crónica de demanda agregada; enormes diferencias internas de competitividad. Las políticas, actitudes y prácticas económicas de Alemania están en el corazón de esos problemas. Berlín no puede seguir así. Los precios deben subir algo en Alemania y su política fiscal debe ser más expansiva”.

Me temo, que sin embargo, nada de esto va a suceder. La canciller Merkel no se va a saltar sus propias reglas.

En el séptimo año consecutivo de crisis, es una irresponsabilidad continuar así: si Europa sigue haciendo lo que se dicta  desde Berlin, estamos abocados a una nueva recesión económica. Y ya saben, las recaídas son especialmente graves para cualquier enfermo.


La imposición de las reglas germanas, aparte de dañar seriamente a los principios y democracia de las instituciones europeas, puede suponer un auténtico desastre para la Unión Europea y para la propia Alemania a medio y largo plazo.

viernes, 12 de septiembre de 2014

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A SEPTIEMBRE 2014

Mario Draghi, presidente del BCE, no ha decepcionado al anunciar una serie de medidas encaminadas a estimular la economía y evitar la deflación en la Unión Europea. Entre las decisiones está una nueva rebaja de tipos de interés hasta un histórico 0,05% (el nivel más bajo desde que existe el euro).

GLOBAL:

Se ha comenzado a notar un importante factor de riesgo geopolítico, que viene motivado por la situación  de inestabilidad en las relaciones internacionales. Sus primeros efectos se perciben en la volatilidad de las variables financieras que terminaran afectando a la economía real.
Esos factores de riesgo pertenecen al entorno global, y comprenden desde la emergencia de conflictos bélicos hasta la posibilidad de ciberataques, las prohibiciones de determinadas importaciones de Rusia y otras medidas derivadas del conflicto en Ucrania, el conflicto entre Israel y Palestina, la epidemia del ébola y la escalada en Irak y Libia. Todas ellas son manifestaciones de los riesgos geopolíticos existentes.
De forma, que se complican las previsiones relativas a las decisiones de inversión empresarial y, sin duda, son consecuencia de la interdependencia global que se ha venido implantando crecientemente.
Indudablemente, algunos de estos conflictos influirán en el crecimiento económico. Particularmente en la eurozona que vive una débil situación que la hace más vulnerable a los mismos. Entre ellos, también hemos de incluir a la posible retirada de los estímulos monetarios excepcionales realizados en el Reino Unido y en Estados Unidos.
Las crecientes y peligrosas tensiones con Rusia debidas a las disputas territoriales en Ucrania, tienen una enorme influencia sobre determinadas economías europeas, por lo que las sanciones económicas mutuas son enormemente negativas. Se producen simultáneamente al estancamiento de la eurozona motivado por la situación de Francia, y la contracción económica de Italia y Alemania.
Para hacernos una idea, durante el pasado año, las exportaciones de la Unión Europea a Rusia alcanzaron la cifra de 120.000 millones de euros. De su total, el 10% corresponden a productos agrícolas (los más directamente afectados por las sanciones). Suponen alrededor del 10% del comercio agrícola europeo, mayoritariamente mantenido en el seno de los 28 Estados de la UE.
El aspecto más sensible es el energético, ya que Europa es el principal cliente de gas ruso (alrededor de un tercio de las necesidades europeas). Más de la mitad de ellas atraviesan Ucrania, de forma que para algunos países como Finlandia, los bálticos o la Republica Checa, las importaciones de gas ruso significan una cuarta parte de la energía total que consumen.
La distribución de los perjuicios entre las economías de la Unión Europea es muy desigual. En España, fijándonos en el valor total de las exportaciones habidas  en 2013 de productos que han sido vetados, no alcanzaría los 400 millones de euros. Ahora bien, otras economías como la de Finlandia, dónde el comercio exterior con Rusia supone el 14% del total, tiene un efecto más acusado.

ESTADOS UNIDOS:

Ya se han cumplido cinco años desde el final de la gran recesión en Estados Unidos, y su economía se expande: el paro baja, el déficit se ha reducido en más de la mitad y los precios se encuentran bajo control.
En todo caso, aunque los datos más recientes son de un crecimiento del Producto Interior Bruto del 4% en el segundo trimestre de 2014, y se han recuperado los casi nueve millones de empleos perdidos durante la crisis, nada volverá a ser como antes.
El país ha sufrido un notable incremento de la desigualdad, con unas clases medias que han sufrido una importante pérdida de poder adquisitivo.
Nadie celebra nada y ha prendido el pesimismo. Aun siendo su recuperación más sólida que la europea, no es posible hablar con toda propiedad de total recuperación, sino de “recuperación a medio gas”.
Los éxitos políticos por la salida de la crisis (consecuencia de las políticas de estímulo fiscal de la Administración de Obama) están por llegar, y la popularidad del presidente Obama se sitúa en los niveles más bajos de su presidencia.
Como ha señalado Dean Baker, director del Center for Economic and Policy Research, un laboratorio de ideas progresista en Washington, "muchos lo pasan mal. Millones de personas que querrían un empleo siguen sin trabajar. Los salarios están estancados. No sé si hay que llamarlo o no recesión, pero los beneficios del crecimiento económico no son compartidos. A mí me resulta difícil creer que estos son buenos tiempos", añade.
Pese a la multiplicación de signos alentadores, según un sondeo de The Wall Street Journal y la cadena NBC,  los estadounidenses viven en un “estado de ansiedad" por su futuro económico. Se crea empleo, pero este es precario: la economía crece, pero los salarios o se estancan o disminuyen.
La reforma sanitaria realizada, que permite acceder a un seguro médico a millones de personas sin cobertura médica, puede transformar un sector que representa cerca de un 18% de la economía. Y el desarrollo de la técnica fracturación hidráulica (fracking) ha desatado una revolución energética que ha generado más de dos millones de empleos.
El presidente  Obama dejará la economía mejor de lo que la encontró, aunque existe otra posible mirada: la que observa el potencial de crecimiento de la economía estadounidense y la creciente desigualdad.
La Oficina Presupuestaria del Congreso calcula que la economía norteamericana se encuentra situada en alrededor de 770.000 millones de dólares por debajo de lo que sería capaz de producir.
Hace cinco años el déficit presupuestario representaba el 9,8% del PIB. En estos momentos, según las estimaciones de citada institución, el déficit será del 2,8% en 2014. Han desaparecido los intensos debates en Washington sobre el despilfarro de la Administración de Obama y el apocalipsis fiscal.
Según declaró el propio presidente Obama en una rueda de prensa en la Casa Blanca,  "durante el último año, hemos añadido más empleos que en cualquier año desde 2006. Al final, nuestras empresas han creado 9,9 millones de empleos nuevos en los últimos 53 meses. Es la racha más larga de creación de empleo en el sector privado de nuestra historia".
El problema es que en los últimos años se ha reducido el número de personas en edad de trabajar: en abril de 2007, cuando la burbuja inmobiliaria estaba a punto de estallar, rozaba el 67%, en estos momentos es del 62,9%. El envejecimiento de la población y el inicio de la jubilación de los miembros de la generación del “baby boom” están detrás de ello.
La consecuencia es que la Reserva Federal (FED) se mantiene dubitativa respecto a si ya ha llegado el momento de modificar la actual política monetaria.
La presidenta del banco central estadounidense, Janet Yellen, cree que la recuperación económica del país “se acerca a los objetivos marcados”, pero al mismo tiempo advierte de que “la recuperación del mercado laboral no es completa”. De ahí las dudas sobre cómo y cuándo se ha de dar el paso.
“La economía ha realizado un considerable progreso en la recuperación de la mayor y más sostenida pérdida de empleo desde la Gran Depresión”, aseguró Yellen durante su discurso en la reunión anual de banqueros centrales celebrada en Jackson Hole. “Después de un continuado descenso en los últimos meses, el desempleo en Estados Unidos cerró julio en el 6,2%, frente al 7,3% de hace un año. Estos acontecimientos son alentadores, pero muestran la profundidad del daño que, cinco años después de la recesión, el mercado laboral aún tenga que recuperarse del todo”.
El debate dentro de la propia FED es intenso. No hay dudas de que los tipos de interés tengan que elevarse -han pasado ya ocho años desde la anterior subida-, pero no está claro cuándo debe darse marcha atrás en la “política extraordinariamente acomodaticia” adoptada por la entidad, en palabras de la propia Yellen.
Diversos analistas sitúan ese posible movimiento sobre mediados del año que viene. Yellen admite que “no hay una receta sencilla sobre las medidas a tomar en el actual contexto económico. La política monetaria debe ser gestionada en un modo pragmático que no se base solo en un indicador o modelo particular”.

CHINA:

Durante el próximo mes de octubre entrara en funcionamiento un programa piloto que, previsiblemente, va a tener un gran impacto en los mercados financieros internacionales: se trata del proyecto conocido como Shanghai-Hong Kong Stock Connect.
Se trata de un nuevo canal de acceso a un enorme mercado mediante el cual los ahorradores de China podrán comprar acciones cotizadas en la Bolsa de Hong Kong. Además, los inversores internacionales tendrán más fácil comprar títulos de compañías chinas, lo que abre las posibilidades de inversión en ese continente.
El acuerdo entre las Bolsas de Shanghái y Hong Kong supone un paso más en el proceso de liberalización de los mercados financieros emprendido en los últimos años por el Gobierno chino para permitir un acceso más directo de los capitales extranjeros.

ARGENTINA:

El 30 de julio pasado los acreedores de Argentina no recibieron su pago semestral sobre los bonos reestructurados tras la última moratoria de este país, en el año 2001. Argentina había depositado 539 millones de dólares en el Bank of New York Mellon unos días antes para dicho efecto. No obstante, este banco no pudo transferir los fondos a los acreedores: el juez federal de EE UU Thomas Griesa había ordenado que Argentina no podía pagar a los acreedores que aceptaron su reestructuración hasta que primero pague completamente —incluyendo el pago de intereses vencidos— a aquellos acreedores que se negaron a participar en dicha restructuración.
Por primera vez en la historia, un país que está dispuesto y tiene la capacidad para pagar a sus acreedores no puede hacerlo porque un juez se lo impide. El hecho ha generado muchas críticas al sistema judicial y financiero en Estados Unidos. En palabras del propio Nobel,  Joseph E. Stiglitz, “los prestatarios soberanos no van a confiar en la imparcialidad y competencia del poder judicial de EE UU. El mercado para la emisión de dichos bonos se trasladará a otro lugar”.

EUROZONA:

La economía europea ha frenado en seco su incipiente recuperación. La eurozona registró un crecimiento nulo entre abril y junio respecto al primer trimestre del año, cuando avanzó un 0,2%, según los datos publicados por Eurostat.
El estancamiento de las economías de la región del euro es palpable en términos interanuales, con un débil crecimiento del 0,7%, dos décimas por debajo del anterior registro. La vuelta a terreno negativo de Alemania, el gran motor europeo (-0,2%), el estancamiento de Francia (0%) y el inesperado retorno de Italia a la recesión (-0,2%, tras un primer trimestre también en rojo) son los principales factores de este nuevo parón económico.
Por si fuera poco, las crecientes tensiones entre la Unión Europea y Rusia que está tomando todos los tintes de una guerra comercial, y la bajísima subida de precios, (un 0,4%, su menor ritmo desde octubre de 2009), suponen razones muy sólidas para reclamar más estímulos y recetas diferentes a la aplicadas hasta este momento.
Las malas noticias de la zona euro, contrastan con la recuperación de Holanda (rebotó un 0,5%, tras caer un 0,4% entre enero y marzo), y sobre todo, con la de España y Portugal, dos de las economías que más han sufrido el azote de la crisis, con un avance del 0,6%. En el resto de la periferia, Chipre pone la nota negativa, al encadenar ya dos años en recesión.
Constituye una pésima noticia para las exportaciones de la economía española, ya que se trata de la debilidad de las tres economías mayores del euro que son nuestros principales clientes. De hecho, el sector exterior, el único que aportó crecimiento en los peores años de la crisis, está dando señales de agotamiento.
La economía más vigorosa de la Unión Europea vuelve a ser Reino Unido que, aunque no tenga una situación “para tirar cohetes”, registra una expansión del 0,8%. 
Aunque con débiles tasas de crecimiento, también destacan por ello algunas economías del Este: Polonia, pese a la severa desaceleración, crece un 0,6%; Lituania continúa en el 0,7%; Letonia avanza un 1% y Estonia vuelve al terreno positivo con un alza del 0,5%. No obstante, por su localización geográfica y sus flujos comerciales serán, junto con Alemania, las más afectadas por el conflicto abierto con Rusia, que empezará a mostrar sus negativos efectos en las cifras del tercer y cuarto trimestre de este ejercicio.
Frente a estas pésimas circunstancias, el Ejecutivo comunitario hasta ahora tan sólo ha animado a los Gobiernos europeos a seguir el "audaz" camino de reformas emprendido por España y Portugal. "Las cifras presentan una fotografía mixta que debe ser valorada a medio plazo", señaló un portavoz comunitario. Como si no fuera con ellos, añadió: “el mayor riesgo es la autocomplacencia”.
De nuevo los líderes europeos han reaccionando tarde e inapropiadamente: a propuesta del Gobierno italiano, han encargado a sus ministros de Economía que examinen la situación socioeconómica y trabajen en medidas para reactivar el crecimiento y el empleo.
Van Rompuy textualmente ha señalado: "el Consejo Europeo da la bienvenida a la intención del Gobierno italiano de celebrar una conferencia en octubre a nivel de jefes de Estado y de Gobierno sobre empleo, en particular sobre empleo juvenil". La reunión podría tener lugar el 6 o 7 de octubre.
Tras varios meses de optimismo, es preciso que de verdad las autoridades europeas se den cuenta de que la pregonada reactivación era una ilusión y que la política económica (austeridad y reformas declinadas de las más diversas formas) sigue sin dar resultados.
Una vez más, contra ese débil panorama económico, más cumbres. Será la tercera con idéntico motivo en poco más de un año: los mismos líderes se reunieron con los mismos objetivos dos veces el año pasado, en Berlín y París, y acordaron una inyección de 6.000 millones contra el paro juvenil.
La verdad es que no funcionaron: las cifras de desempleo apenas mejoraron.
La única autoridad que no ha decepcionado ha sido el BCE: el único que  ha pasado de la retórica a la acción. Las decisiones adoptadas por su Consejo de Gobierno son consecuentes con los diagnósticos sobre la situación económica y financiera de la eurozona, y con la inquietud que su presidente Draghi transmitió en el foro de bancos centrales de Jackson Hole, sacudiendo los cimientos de la ortodoxia europea, al admitir sin ambages que la política económica en la Eurozona no ha funcionado.
Ha sido preciso que la recesión amenazara de nuevo a las tres mayores economías de la eurozona, y la tasa de inflación cayera al 0,3% para que el BCE asumiera de forma explícita la necesidad de estimular la demanda agregada.  Aunque tarde,  ha hecho bien en seguir la pauta marcada hace bastante tiempo por los bancos centrales de Estados Unidos, Reino Unido y Japón.
Mario Draghi ya ha utilizado casi toda la munición disponible a la vista de la renqueante recuperación económica: el paro se mantiene en máximos, los precios por debajo del 2%, dando lugar a la amenaza de un peligroso estancamiento para mucho tiempo: la llamada deflación a la japonesa.
En ese contexto, el Banco Central Europeo (BCE) ha rebajado por enésima vez el tipo de interés oficial hasta el 0,05%;  y ha adoptado un castigo aún mayor a los dineros que los bancos dejan ociosos en su ventanilla, que ahora se gravan con intereses negativos del -0,20%.
Draghi no defraudó: anunció que pondrá en marcha en octubre las compras de activos privados, los denominados ABS (títulos respaldados por deuda privada, cuyo mercado europeo es relativamente pequeño) y también bonos garantizados (“covered bonds” en la intraducible jerga anglosajona de las finanzas) como las cédulas hipotecarias. Todo eso con una “mayoría confortable”: es decir, sin unanimidad. Y con la esperanza, quizá vana con la que está cayendo, de que la banca vuelva a prestar.
Carecemos aún de detalles fundamentales, como el importe de las compras,  para conocer su verdadero alcance. Pero se trata de un “programa light” (como algunos le han denominado) de relajación monetaria cuantitativa: un escalón por debajo de una posible compra a gran escala de activos públicos y privados (quantitative easing a la americana).
Draghi admitió que el consejo del BCE “estudió” ese plan de compras masivas de deuda privada y pública, pero no cuenta aún con el apoyo político suficiente para adentrarse en ese territorio inexplorado, ante las reticencias de Alemania y sus satélites, los países más ortodoxos de la eurozona, a comprar bonos del Estado para inyectar así dinero a en cuantiosas cantidades en el sistema, desatascar el crédito y con él las inversiones.
Muchos analistas han recordado que si Estados Unidos sigue sirviendo de guía (el BCE suele llegar a las mismas políticas con cierto retraso), el banco central norteamericano dio un paso parecido en el último tercio del año 2009, con las compras de ABS; apenas unos meses después, a principios de 2010, activó las compras de bonos del Tesoro a gran escala. Reino Unido y Japón le siguieron a continuación.  Draghi quiere darse algo más de tiempo para granjearse los imprescindibles apoyos y con el objetivo de ver si la miríada de parches aprobados hasta ahora dan algún resultado en los mortecinos indicadores económicos.
Con las medidas acordadas, el primer objetivo del BCE es desatascar el crédito. El segundo, debilitar el euro: la moneda europea obedeció y cayó por debajo de los 1,30 dólares. Pero la meta final de Draghi es siempre el anclaje de la inflación. Y ahí el BCE no las tiene todas consigo: el IPC de la eurozona finalizó 2011 en el 3% y ahora está en el 0,3%; la inflación está por debajo del 1% desde noviembre. “Nuestro deber es cumplir el mandato; por eso necesitamos reaccionar”, dijo el presidente.
Draghi aseguró que “el BCE y su política monetaria son una pata fundamental, pero hacen falta otras cosas: necesitamos crecimiento para alcanzar el objetivo de inflación”.
Las primeras reacciones fueron, en general, positivas. “Es un paso en la buena dirección, pero la clave está en si de veras Draghi piensa activar el “quantitative easing” o no”. En Alemania el aplauso fue muy débil: según el presidente del IFO,  “el BCE ha agotado su munición demasiado pronto. Ahora ha caído en una trampa de liquidez y no podrá hacer gran cosa”.

ESPAÑA:

Agosto es un mes tradicionalmente malo para el empleo: según los datos publicados por el Ministerio del ramo, tanto la ocupación como el número de inscritos en las oficinas del antiguo INEM rompieron la mejora que venían observando desde enero. En el caso del empleo, el cambio de tendencia estuvo muy condicionado por la educación y la rescisión de contratos temporales en vacaciones.
La estadística refleja que la afiliación a la Seguridad Social se redujo en 97.582 personas en agosto, hasta los 16.649.521 de ocupados. Más de la mitad de los trabajadores que fueron dados de baja del sistema estaban adscritos al sector de la educación, con 49.765. El verano también afectó negativamente a la industria, que perdió 19.796 trabajadores, mientras el empleo volvió a aumentar en los servicios gracias al turismo, que logró un incremento de 19.790 nuevos inscritos.
En cuanto al paro registrado, los datos recogen un aumento de 8.070 desempleados, con lo que el total sube a 4.427.930 personas. Pese a ello, Empleo destaca que si se eliminan las oscilaciones propias de este mes, el desempleo vuelve a bajar con 11.091 parados menos. Asimismo, del lado de la ocupación, el análisis en términos desestacionalizados arroja una caída del número de trabajadores mucho más moderada, de solo 2.298 afiliados.
La recuperación del mercado laboral, que ha llegado de la mano de la reactivación económica, cogió cuerpo con la EPA (Encuesta de Población Activa) del segundo trimestre. Esta estadística, que refleja con más exactitud lo que está ocurriendo en el mercado laboral español que los datos del registro de los servicios públicos de empleo, reveló la primera creación de empleo de la crisis en tasa interanual. Eso sí, la recuperación también ha venido a cambio de un incremento de la temporalidad y los contratos a tiempo parcial.
Por otro lado, según el INE (Instituto Nacional de Estadística) , el Producto Interior Bruto (PIB) avanzó un 0,6% durante el segundo trimestre de este año, lo que supone un crecimiento del 1,2% en tasa anual. Con lo que la actividad económica encadena cuatro trimestres en positivo y sitúa a España en la senda de una recuperación que aún será lenta.
Un vistazo a la composición del PIB permite vislumbrar cómo la débil recuperación se está produciendo gracias a la mayor demanda interna, en especial del consumo privado, y de la inversión.
El gasto de los hogares avanzó entre abril y junio a un ritmo del 0,7% (la mayor subida desde principios de 2010) y encadena cinco trimestres al alza. Esto evidencia una incipiente recuperación de la actividad doméstica. El consumo público está prácticamente estancado (sube un tímido 0,1%) en el segundo trimestre a la espera de un aumento más vigoroso en los próximos trimestres conforme se vaya aproximando el periodo electoral.
Sin embargo aparecen algunos nubarrones en el horizonte: el sector exterior, que hasta ahora venía siendo el único motor que tiraba de la economía española, se ha enfriado, ya que ha restado siete décimas al crecimiento. El estancamiento de la Unión Europea ya comentado, supone un peligroso enfriamiento de la demanda externa.
Por otra parte, los precios siguen dando peligrosas señales de la atonía económica al encadenar dos meses seguidos en números rojos. El IPC de agosto retrocedió un 0,5% por la bajada del precio de los combustibles y acrecienta las dudas sobre el riesgo de la deflación.
Una variable muy preocupante, es la derivada de que la Deuda Pública española haya alcanzado y superado el pasado junio el umbral histórico del billón de euros. La escalada del dinero que las Administraciones españolas deben a bancos e inversores de todo el mundo casi se ha triplicado a lo largo de esta larga crisis: el pasivo se situaba en 382.307 millones de euros al acabar 2007. Seis años y medio después, con dos recesiones a la espalda, casi seis millones de parados y un rescate a la banca, el lastre ya alcanza los 1.007.319 millones de euros, según los datos publicados por el Banco de España.
El pasivo ha engordado en más de 600.000 millones de euros desde 2007, pero también con relación a su peso en la economía: del 36,7% del producto interior bruto (PIB) de ese año previo a la crisis, hasta el 98,2% respecto al PIB de los cuatro últimos trimestres estimado por el Banco de España. Cuando Rajoy llegó al poder, a finales de 2011, la deuda era de 737.406, el 70,4% del PIB.
El Gobierno asumió hace tiempo que el endeudamiento acabará por batir otra marca simbólica al alcanzar el 100% del PIB en 2015. Otras previsiones van más allá, como la del Fondo Monetario Internacional (FMI), que proyecta que el pasivo alcanzara un máximo del 104% en 2017 y solo a partir de entonces empezará a moderarse, hasta quedar en el 102,4% en 2019.
La escalada ha llevado a España a situarse entre las economías más endeudadas de la zona euro, a pesar de que comenzó la crisis por debajo de la media. En la última comparación posible, correspondiente al primer trimestre del año, solo la superaban Grecia (174,1%), Italia (135,6%), Portugal (132,9%), Irlanda (123,7%), Chipre (112,2%) y Bélgica (105,1%).
Esta deuda creciente hace que el Gobierno haya tenido que reservar cada vez más dinero de sus presupuestos anuales para el pago de intereses, pese a que los tipos se han reducido desde lo peor de la crisis financiera, en verano de 2012.
En las cuentas de 2014, la partida para los gastos financieros se situaba en 36.662 millones de euros, una cantidad que, de cumplirse, superará en un 10% lo que se acabó pagando en 2013.
En el lado positivo, hay que señalar que España recibió en los siete primeros meses de este año a 36,3 millones de turistas extranjeros, lo que supone un crecimiento del 7 % respecto al mismo período de 2013, según la encuesta de Movimientos Turísticos en Fronteras (Frontur), difundida por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo.
Esta mayor afluencia de turistas proviene en gran medida del Reino Unido, Alemania y especialmente de Francia, mercado que aporta en este período más de medio millón de turistas adicionales, mientras que los únicos con descensos fueron Rusia y los EEUU que bajaron un 3,8 % y un 5,5 %, respectivamente.
Todas las comunidades incrementaron su número de turistas internacionales hasta julio, recibiendo dos de cada tres de estos visitantes adicionales Andalucía, Cataluña y sobre todo Canarias.
Sólo en julio, España acogió a 8,3 millones de turistas foráneos, un 5,9 % más, cifra que marca el segundo mejor mes turístico de la historia en España.
Por otro lado, la OCDE ha alertado de que bajar aún más los salarios en España dañará a nuestra economía: las reducciones salariales de alrededor de un 2% que estamos sufriendo, y que están originando problemas a muchas familias españolas, afectan negativamente al consumo interno.
La afirmación ha sido realizada en el Informe de Perspectivas de Empleo de la citada organización, que destaca que aunque hayan mejorado la productividad y competitividad exterior, la bajada salarial es contraproducente. También pone de relieve el excesivo número de contratos temporales existentes en la economía española.

MERCADOS:

Las medidas del BCE han tenido un importante efecto sobre la marcha de la Bolsa, que han visto la posibilidad de que acuda dinero fresco a las mismas.
Respecto al mercado de divisas, su efecto también ha sido positivo, ya que la cotización del euro cayó hasta los 1,30 dólares por euro (un precio que no se veía desde julio del año 2013). Este punto, puede ser muy favorable para las exportaciones españolas.
En otro orden,  según un informe de Deloitte, se está produciendo cierta recuperación inmobiliaria que está comenzando en ciertas provincias.  En concreto, ya hay 20 que han pasado a casi una situación de normalidad tras siete años de continuas bajadas. Se trata de un escenario mucho mejor que el de 2013, cuando esta cifra era de sólo ocho provincias.
Madrid, Álava, Barcelona, Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra, Cantabria, Zaragoza, Lérida, Baleares, Segovia, Valencia, Asturias, Huesca, Burgos, Valladolid, Palencia y Soria son, por ese orden, las provincias con mejor nota inmobiliaria, según el estudio.
Almería, Ciudad Real, Toledo y Castellón serán, por contra, las que se recuperarán a más largo plazo.

EMPRESAS:

El grupo “El Corte Inglés”, propietario de los grandes almacenes del mismo nombre y de cadenas como Sfera o Supercor, ganó 174,3 millones de euros en su ejercicio 2013, lo que supone un 6,2% más que en el ejercicio anterior. Este incremento de las ganancias es el primero que registra la compañía desde 2007, ya que en los últimos seis años había encadenado bajadas del beneficio. Los ingresos, sin embargo, todavía se resintieron ligeramente el año pasado: se redujeron el 1,8%, hasta los 14.292 millones de euros, ante la bajada del consumo y la reducción de precios en todo el sector del comercio.
Las cuentas del ejercicio de 2013 dan un respiro al grupo por la parte del beneficio, aunque en buena medida, se deben a la venta del 51% de la financiera al Santander el día anterior al cierre del ejercicio. El capítulo de plusvalías ofrece un balón de oxígeno de 92,6 millones de euros.
También el capítulo tributario aporta, y los ingresos a su favor que contabiliza por el impuesto de sociedades pasan de 13,8 a 126,3 millones de euros, pues a efectos fiscales el resultado de El Corte Inglés es una base imponible negativa de 695 millones. El beneficio antes de impuestos del grupo era de 15,1 millones de euros, frente a los 108,3 millones del ejercicio anterior. La compañía ha aprobado en la junta de este domingo repartir un dividendo de 25 millones de euros entre los accionistas, frente a los 42,7 millones de euros del 2012.
El comercio al por menor todavía no ha levantado el vuelo, y sus ventas retrocedieron en 2013 en conjunto un 3,9%. El Corte Inglés, sin embargo, amortiguó esa bajada al 1,8% en el último ejercicio —que va del 1 de marzo de 2013 al 28 de febrero de 2014—, por lo que el grupo considera positiva su evolución, aunque no haya podido emular a otras firmas de distribución como Mercadona o Dia, que sí crecieron el año pasado en España.
En especial porque la tendencia, según la empresa, es de mejoría, y desde octubre ha encadenado crecimientos de ventas todos los meses, algo que esperan dure este año y se deje ver en los resultados de 2014. En los de 2013, el resultado de explotación se redujo un 44,5%, hasta los 185,7 millones. El resultado bruto de explotación (EBITDA) cayó un 0,7%%, hasta 728 millones.
La compañía ha acelerado los cambios de estrategia, que se iniciaron con el refuerzo de sus formatos más pequeños (los supermercados Supercor o las tiendas Sfera) y la renovación de su cúpula, que en 2013 incorporó a Dimas Gimeno, sobrino del presidente Isidoro Álvarez, como nuevo director general y número dos del grupo. Ahora, según señala Álvarez en el informe anual, El Corte Inglés "seguirá promoviendo iniciativas de innovación y estímulo", pero además, según adelanta, "espera dar el paso de la internacionalización en un tiempo razonable". La compañía está actualmente presente en otros países con poco más que dos centros de El Corte Inglés en Portugal, a través de Internet, con la red de agencias de viajes y con tiendas de Sfera en cuatro países, pero podría prepararse para dar un salto mayor fuera.

Finalmente señalar, que CaixaBank ha recuperado con la compra de la filial española de Barclays el liderazgo en banca minorista del país. La adquisición es la quinta que realiza en cuatro años, y eleva al banco que preside Isidro Fainé a la primera posición en créditos netos y refuerza ese mismo lugar en depósitos y activos bajo su gestión. La operación requerirá eliminar duplicidades y redimensionar la entidad resultante de la absorción, lo que tendrá unos costes de 300 millones de euros. 

lunes, 8 de septiembre de 2014

FRENTE A LAS DECISIONES DEL BCE, INOPERANCIA DE LAS INSTITUCIONES EUROPEAS.


Mario Draghi, presidente del BCE, no ha decepcionado. Ha anunciado una serie de medidas encaminadas a estimular la economía y evitar la deflación en la Unión Europea.
En contraste, de nuevo los líderes europeos han reaccionado tarde e inapropiadamente: a propuesta del Gobierno italiano, han encargado a sus ministros de Economía que examinen la situación socioeconómica y trabajen en medidas para reactivar el crecimiento y el empleo.
El presidente Van Rompuy, textualmente ha señalado: "el Consejo Europeo da la bienvenida a la intención del Gobierno italiano de celebrar una conferencia a nivel de jefes de Estado y de Gobierno sobre empleo, en particular sobre empleo juvenil".
La reunión podría tener lugar el 6 o 7 de octubre… ¡No hay prisa!.. ¡Que exasperante lentitud!...
Tras varios meses de optimismo y el débil panorama económico existente, de nuevo se ha reaccionado con más cumbres.
Será la tercera con idéntico motivo en poco más de un año: los mismos líderes se reunieron con los mismos objetivos dos veces el año pasado, en Berlín y París, y acordaron una inyección de 6.000 millones contra el paro juvenil.
La verdad es que no funcionaron y las cifras de desempleo apenas mejoraron.
Desde luego, el único que ha pasado de la retórica a la acción ha sido el Banco Central Europeo. Las decisiones adoptadas son consecuentes con los diagnósticos sobre la situación económica y financiera de la eurozona, y con la inquietud que su presidente Draghi transmitió en el foro de bancos centrales de Jackson Hole, sacudiendo los cimientos de la ortodoxia europea, al admitir sin ambages que la política económica en la Eurozona no ha funcionado.