jueves, 14 de febrero de 2019

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A FEBRERO 2019: se confirma desaceleración y crece la incertidumbre


La guerra comercial promovida por el presidente Trump con China, está afectando más de lo previsto a la economía mundial. De forma que asistimos a una gran incertidumbre, y a una rebaja continua de las previsiones a nivel mundial.

GLOBAL:

El FMI (Fondo Monetario Internacional) ha rebajado en dos décimas sus expectativas de crecimiento para 2019, hasta el 3,5%. Situación que podría verse agravada si el Brexit del Reino Unido se produce sin acuerdo.  
Ante este panorama, el FMI está postulando que los Bancos Centrales asuman este escenario de riesgos, suavizando de nuevo sus políticas monetarias, y no llevando a cabo alzas en las tasas de interés.
Según la economista jefa del FMI, Gopinath, “el comercio y la inversión se han frenado, la producción industrial fuera de Estados Unidos se ha desacelerado y los índices de los gestores de compras se han debilitado, lo que apunta a un escenario general más débil. Aunque eso no significa que estemos en puertas de una crisis económica es importante tomar nota de los muchos riesgos al alza que existen. A ello hay que añadir un posible Brexit duro del Reino Unido, y la desaceleración de China”.
En relación a China, Gopinath ha recalcado que si bien durante el pasado año, las autoridades chinas emprendieron reformas para regular la actividad bancaria en la sombra y la inversión no presupuestaria de los gobiernos locales que frenó su ritmo de crecimiento, la escalada de la guerra comercial con Estados Unidos ha obligado a Pekín a revertir esas políticas y a aprobar medidas de estímulo para suavizar el frenazo. En sus propias palabras: "las rebajas de los tipos de interés y la relajación de las reservas de capital a los bancos han amortiguado el frenado. Pero puede no ser suficiente, ya que su desaceleración podría ser más rápida de lo previsto si continúan las tensiones comerciales y eso podría provocar ventas abruptas en los mercados financieros y de materias primas. Cosa que ya tuvo lugar durante los años 2015 y 2016. A todo ello, hay que añadir la incertidumbre que existe respecto a los nuevos gobiernos de Brasil y de México; y la posible caída del precio de las materias primas. Para el barril de petróleo el FMI prevé un precio de 55 ó 60 dólares durante 2019.
En el área de las economías más desarrolladas, debido a las dificultades del sector del automóvil en Alemania, es la Eurozona la que padece una mayor rebaja de sus perspectivas de crecimiento económico (tres décimas menos de lo previsto en octubre, hasta el 1,6%).  
Respecto a las economías emergentes, México y Turquía sufren las mayores rebajas en sus previsiones de crecimiento. Sin embargo, para Brasil, el FMI confía en que la recuperación se mantenga, con un crecimiento del 2,5% este año, una décima más de lo previsto, y un 2,2% para 2020, una décima menos. Aunque señala que esta circunstancia se debe a factores meramente cíclicos.   
Consecuencia de esta situación mundial, el Fondo pide a las autoridades monetarias que sus políticas deben seguir normalizándose con sumo cuidado. Postula también el Fondo por una mayor cooperación internacional: “la principal prioridad política es que los países resuelvan con rapidez y cooperación sus desacuerdos comerciales y la consiguiente incertidumbre política, en lugar de levantar dañinas barreras y desestabilizar una economía global debilitada”.  
Por su lado, la propia directora del FMI, Christine Lagarde, ha manifestado que "es preciso redoblar los esfuerzos para resolver los problemas que compartimos, desde la reforma del sistema de comercio mundial, a la lucha contra la corrupción y la evasión fiscal, y afrontar la amenaza del cambio climático". Sin embargo, no parece que el presidente de Estados Unidos esté por la labor.

CHINA:

El Producto Interior Bruto (PIB) de China creció un 6,6% en 2018, el ritmo anual más lento en tres décadas.  Durante el último trimestre del año pasado, el aumento del PIB se redujo al 6,4%.  
El dato evidencia la desaceleración de la economía de China, en plena guerra comercial con Estados Unidos y con una demanda interna más débil. Y, dado que China ha significado, nada menos, que un tercio del crecimiento del PIB global en la última década, las circunstancias actuales contribuyen a aumentar la preocupación en torno a los riesgos sobre la economía mundial.  
Hay que señalar que la desaceleración también se debe a factores internos: las autoridades han tenido que adoptar medidas para reducir el fuerte crédito corporativo y otros riesgos financieros.
El Gobierno de China conserva importantes herramientas para estimular el crecimiento: el aumento del gasto público, el recorte de impuestos o la rebaja de los tipos de interés de referencia.
En relación a su sector exterior, según datos de la agencia Reuters, las exportaciones chinas cayeron un 4,4% en diciembre, pese a que mantuvo un superávit comercial anual con Estados Unidos de 323.000 millones de dólares (el mayor desde 2006).
También disminuyeron sus importaciones un 7,6% en diciembre, lo que evidencia el debilitamiento de su inversión y consumo.
En todo caso, la guerra comercial se ha comenzado a sentir: las exportaciones mensuales a Estados Unidos cayeron un 3,5% en diciembre, mientras que las importaciones de productos estadounidenses se desplomaron un 36% una vez que China dejó de comprar soja y otras materias primas estadounidenses.
Hay que añadir que, Japón y Alemania (los mayores compradores de las exportaciones de China) han visto contraerse sus economías lo que, sin duda ha ocasionado una disminución de sus compras a China

JAPÓN:

Para abandonar la situación de débil deflación y debilitamiento crónico que desde hace décadas venía padeciendo la economía de Japón –“trampa a la japonesa”- las autoridades de Japón inyectaron en los últimos seis años más de 4,9 billones de dólares.  
Pues bien, la realidad es que los estímulos monetarios no han funcionado. La situación, desde luego recuerda a una auténtica “trampa de la liquidez Keynesiana”, por lo que su economía se ve sometida al riesgo de tener que vivir permanentemente bajo unos estímulos que por sí solos no han funcionado.
El primer ministro nipón, Shinzo Abe, acometió con el apoyo del Gobernador del Banco Central de Japón, Haruhiko Kuroda, la compra masiva de activos de renta fija (operaciones de Mercado Abierto) a fin de inyectar dinero masivamente persiguiendo bajar los tipos de interés (están en terreno negativo). Se trata de una política monetaria radicalmente expansionista para facilitar una mayor inversión y consumo y, de esta forma, lograr reactivar a la economía.
Abe, a su vez aumentó considerablemente el gasto fiscal (fundamentalmente en la construcción de infraestructuras para los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020). Esta política conocida como Abenomics, se vio acompañada por algunas victorias. Una de ellas, fue la importante depreciación del Yen frente al Dólar que impulsó las exportaciones japonesas. Ese aumento consiguió un crecimiento de los beneficios empresariales, pero no se tradujo en aumentos de la inversión, ni del consumo de las familias, ya que los salarios se mantuvieron, prácticamente, inalterados (el consumo de las familias en Japón es uno de los grandes motores de su economía).
Japón consiguió registrar, aunque de manera débil, tres años consecutivos de crecimiento económico. Sin embargo, durante el tercer trimestre de 2018 se ha vuelto a caer en la anterior situación.
Según importantes analistas de la economía de Japón, “la idea era dar un impulso a la economía con una combinación de políticas expansivas y, una vez encaminada esta recuperación, se suponía que el Gobierno implementaría programas de reformas estructurales difíciles de acometer. Sin embargo, el crecimiento se detuvo abruptamente al aumentar el IVA en 2014 y no se logró un progreso significativo en las reformas”.
Señalan esos analistas, que la principal reforma pendiente es la de flexibilización del mercado de trabajo. Una medida que choca frontalmente con el modelo de relaciones laborales que tradicionalmente mantiene Japón (actualmente su tasa de paro está muy baja, el 2,5%). Algo se ha avanzado en la necesaria inmigración, ya que Japón necesita una mayor fuerza laboral.
También ha tenido lugar la apertura de sectores protegidos con la firma de dos tratados de libre comercio: el que abarata los intercambios con la Unión Europea, y el revitalizado Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico con varias economías asiáticas y americanas.
Para finales de este año está prevista una nueva subida del IVA, del 8% al 10%, con la finalidad de financiar los incrementos de costes de la Seguridad Social motivados por una población más envejecida. Esta subida de impuestos, y las pocas expectativas de alzas salariales, hacen temer una mayor caída en el estancamiento.
El problema, quizá fundamental, es que las autoridades de la tercera economía mundial, Japón, “han agotado la munición”, por lo que la economía nipona estará más expuesta y dependiente a lo que ocurra en el entorno internacional.

ESTADOS UNIDOS:

El Banco Central de Estados Unidos, la Reserva Federal, se ha visto obligado a ralentizar el ritmo de subidas de tipos de interés y de vuelta a la normalidad.
En su última reunión, ha decidido mantener intactos los tipos de interés en la banda del 2,25% y 2,5% (el mismo de marzo de 2008), asegurando que se tomará más calma antes de volver a subirlos. Todo ello, también como consecuencia de la incertidumbre que acecha a la economía estadounidense.
Y es que si bien, la Reserva Federal señala que “lo más probable” es que se mantenga en Estados Unidos el crecimiento económico y el buen ritmo del mercado laboral, sin embargo, en sus declaraciones “han desaparecido” sus referencias a que “los riesgos estaban más o menos equilibrados”.
Ha señalado la Fed que "en vista de los desarrollos de la economía y las finanzas globales, así como de las débiles presiones inflacionistas, será paciente a medida que determina qué ajustes futuros del rango objetivo de los tipos de interés son apropiados".
Aunque desde luego, en este momento, los indicadores certifican la buena salud de la economía estadounidense: una tasa de desempleo del 3,9% al cierre de 2018 (nivel de pleno empleo), y la subida de precios controlada en alrededor del 2% anual.
El proceso de normalización monetaria en Estados Unidos arrancó en diciembre de 2016, subiendo los tipos de interés por primera vez. Desde entonces, ha incrementado las tasas en nueve ocasiones.

EUROZONA:

Mario Draghi en la última comparecencia ha manifestado que los riesgos en la región, para este 2019, siguen creciendo: el Brexit, las guerras comerciales, la incertidumbre política... llegó a decir: “es un listado bastante largo”. Todo ello, eso sí, recordando que “aún tiene a su disposición, listo para ser usado, un arsenal de herramientas”.
El FMI ha recortado sus previsiones de crecimiento para todo el mundo, pero especialmente para la eurozona (prevé un aumento del PIB del 1,6%), y respecto a Alemania e Italia los datos son pesimistas.
Draghi ha señalado las persistentes incertidumbres, “sobre todo geopolíticas”, que contribuyen a deprimir los ánimos. Y aquí influyen tanto factores intraeuropeos (dudas en Italia, problemas en el sector automotriz alemán, incertidumbre sobre cómo y cuándo va a salir el Reino Unido de la UE), como globales (ralentización en China, fin de los efectos de la reforma fiscal en EE UU, tensiones comerciales, problemas en los emergentes, etc.).
Entre las herramientas a las que el BCE podría recurrir para ahuyentar los miedos, los analistas contaban con una nueva subasta de liquidez ilimitada para los bancos, como las aprobadas en 2012 y 2017. Pero Draghi, que destacó los “útiles y eficaces” que fueron estas lluvias de dinero, rebajó las expectativas de una nueva ronda de liquidez que aliviaría a un sector financiero agobiado por la pérdida de rentabilidad.
En definitiva, todo señala a que Draghi en octubre abandonará el cargo sin haber subido el tipo de interés. Y es que llegó a señalar, que “si todos estos factores que he mencionado persistieran, la debilidad de la economía será más larga de lo que esperamos”.
Está apareciendo un término que rehúyen los responsables públicos: la “recesión” económica. Todos prefieren pensar que se trata de “un bajón algo más largo de lo esperado”.
Las noticias que llegan del motor económico europeo, Alemania, no son nada buenas: sus datos de crecimiento en el pasado 2018, lo sitúan como el peor desde el año 2013 (con un segundo semestre al borde de la recesión económica). La situación en Italia preocupa aún más. Y España, pese a ser de las pocas economías que crece por encima del 2%, también da muestras de agotamiento.
El BCE rebajó en diciembre sus previsiones de crecimiento para la eurozona. Y el propio Draghi acaba de alertar de que los últimos indicadores económicos son “más débiles” de lo esperado y que las incertidumbres son aún “notorias”. “No hay lugar para la complacencia. Todavía hace falta un nivel significativo de estímulos monetarios”, dijo desde Estrasburgo en la celebración del vigésimo aniversario del euro.
No se trata solo de los decepcionantes datos de crecimiento. Los tipos no pueden subir, ya que los precios están contenidos como consecuencia del menor precio del petróleo: la tasa de inflación en la eurozona creció en diciembre un 1,6%, alejándose del 1,9% del mes anterior y del entorno del 2% que el BCE tiene como objetivo ¡Que tiempos estos en los que no se consigue llegar al objetivo de subida de precios! ¡Vivir para ver!...
Bloomberg, según sus encuestas realizadas a economistas, sitúa la primera subida de las tasas de interés oficiales a abril del año 2020 (quedaría en el 0,25%), y a octubre de ese año en el tipo de depósito (crecería solo una décima respecto a la tasa negativa de la actual 0,4%).
¿Afectará a la economía española que los tipos sigan en la zona cero más tiempo? Para la deuda Pública sería una buena noticia, para los bancos una mala, ya que seguirán con una rentabilidad baja por un dinero que han de prestar muy barato. Pero desde luego, muchas familias y empresas sufrirían un severo y peligroso castigo con fuertes subidas en los tipos de interés.
Ahora bien, posponer el alza de los tipos supone alargar las medidas excepcionalmente extraordinarias de lucha contra la Gran Recesión. Esto además supone o, sin duda recuerda, el “agotamiento de la munición” anteriormente comentado respecto a Japón.
Si contemplamos con más detalle la situación en la eurozona, hay que referirse a la economía italiana que ha entrado oficialmente en recesión por tercera vez desde el estallido de la crisis. Según el dato provisional del Instituto Nacional de Estadística de Italia (Istat), la actividad se contrajo en los últimos tres meses del pasado año un 0,2% del PIB. Se trata del segundo trimestre consecutivo de caídas tras el retroceso de una décima en el periodo precedente.
Según Eurostat, en el conjunto de la zona euro, la expansión económica se mantuvo a duras penas en el 0,2% (idéntica tasa a la registrada en el trimestre anterior). La economía de los Diecinueve Estados, cerró el año 2018 con un avance del 1,8%, cinco décimas menos que en 2017.
Alemania, el gran motor económico continental, ha recortado drásticamente su previsión de crecimiento para 2019 del 1,8 al 1%; el Brexit sigue en su laberinto y la perspectiva de una salida dura, sin acuerdo, gana puntos; las tensiones sociales en Francia por los chalecos amarillos han dañado el consumo; y aunque la guerra comercial de Estados Unidos y China parece apaciguarse, permanece la incertidumbre.
Se esperaba que Italia entrase en Recesión, pero sin embargo ha sido más grande de lo esperado (se preveía una caída de una décima del PIB, y finalmente, ha sido de dos). El primer ministro, Giuseppe Conte, se anticipó a las cifras, atribuyéndolas, como no, a la mala gestión de las Administraciones pasadas y a la compleja coyuntura mundial.
Sin embargo, muchos críticos analistas opinan, que el enfrentamiento abierto por el Ejecutivo con Bruselas por unas cuentas demasiado expansivas en el gasto público ha tenido consecuencias al lastrar la confianza de los inversores en el país.
Aunque en realidad, el estancamiento económico italiano viene de atrás, y está acompañado de una deuda descomunal (equivalente al 132% de su PIB) solo inferior en la Unión Europea a la de Grecia. El futuro tampoco aparece despejado. Roma espera un crecimiento para 2019 del 1% gracias a un impulso en la segunda mitad del año, pero el Banco de Italia y el FMI rebajan ese avance a un pírrico 0,6%.
Hay que esperar a más datos de crecimiento por países. Francia (0,3%) y España (0,7%), segunda y cuarta economías del euro, están por encima de la media. La buena noticia es que los datos preliminares de España y Francia apuntan a una recuperación de las exportaciones mayor de lo esperada, pero la economía europea se sigue enfrentando a muchos riesgos, sobre todo desde el sector exterior, por lo que el crecimiento económico en la región del euro se debilita.
Por otro lado, Bruselas está urgiendo a los países para que reduzcan su Deuda Pública con mayor rapidez. La Comisión Europea ha advertido en un informe, al señalar que podría llegar a ser insostenible a medio plazo en siete países: Bélgica, España, Francia, Italia, Hungría, Portugal y Reino Unido. En España podría llegar al 107% del PIB en el año 2029.

ESPAÑA:

Dentro de la ralentización global, España está aguantando, ya que Producto Interior Bruto español en el pasado 2018, registró un crecimiento anual del 2,5%. 
Este crecimiento, aunque inferior al de años pasados, es muy positivo si lo comparamos con el de la región del euro:  la actividad económica está creciendo en la economía española a ritmos del 0,7% (obtiene una mejora de una décima respecto al 0,6% obtenido en los tres trimestres anteriores), y se encuentra muy por encima del 0,2% que ha registrado en el cuarto trimestre la eurozona.
La leve mejora del PIB español se explica por varios factores: el empleo, que se eleva un 0,6% en el trimestre, y la recuperación de las exportaciones: las ventas al exterior han registrado un aumento trimestral del 1,9%, superior incluso al 1,1% que tienen las importaciones. 
Además, el consumo de las Administraciones Públicas se dispara un 1,2% trimestral, una tasa muy elevada y que explica hasta un tercio del crecimiento. Por sectores, en el trimestre tiran con fuerza la agricultura (+5,3%), la construcción (+1,2%), los servicios de información y comunicaciones (+2,1%), de actividades financieras (+3,1%), de profesionales (+1,7%) y el inmobiliario (+1,4%).
Ahora bien, ha perdido fuelle el consumo de los hogares, que crece un 0,5% respecto al 0,8% del trimestre anterior. Sin duda la parte más negativa es la caída trimestral de la industria (cae un 0,9%).
Otra nota negativa ha sido la disminución de la inversión, (cae un 0,2%). Lo peor, es que la inversión suele ser un termómetro de las expectativas empresariales.
La remuneración por asalariado y los costes laborales se han acelerado bastante y avanzan en términos trimestrales un 1,5% y un 1,6%, respectivamente. No obstante, en principio estas subidas se están produciendo en línea o por debajo de lo que aumentan en la zona euro, de forma que todavía se estaría manteniendo la competitividad en esta parcela. 
Ahora bien, a pesar de la mejora trimestral de las exportaciones, la demanda exterior sigue restando crecimiento debido a que en el año hemos estado importando más que exportando, lo que a su vez se traduce en un deterioro del actual superávit con el exterior, necesario para seguir reduciendo la elevada deuda de España con el extranjero. 
En la variación interanual, el consumo de los hogares aumenta un 4,1%, en línea con lo que ha crecido el conjunto de remuneración de los asalariados: un 4,7% más. Este hecho contrasta con el escaso incremento de los excedentes empresariales, que solo repuntan un 1%. De lo que se deduce que las empresas están dedicando mayor proporción de recursos a la creación de empleo y las subidas de salarios.
El gasto de las Administraciones también sube un 4,1% interanual. Y la inversión aumenta un 6,4%. En cambio, el sector exterior ha drenado crecimiento porque las exportaciones han aumentado un 3,5% frente a un incremento de las importaciones mayor, del 7,7%. Por sectores, sobresale la construcción (+8,3%) y los servicios (+3,6%). La industria desciende un 0,6% interanual.
Respecto a la productividad, como en el año 2018 el PIB se ha elevado un 2,5%, y la ocupación se ha elevado otro 2,5%, el aumento de la productividad ha sido nulo.
La economía española no crece como lo hacía, ya no lo hace por encima del 3% anual. Y, en cambio, el mercado laboral español no parece notarlo. Al menos, hasta finales del año pasado. En 2018 se crearon 566.200 empleos, el dato más alto al acabar un año desde 2006. Con este dato, España tiene 19,56 millones de ocupados, según la encuesta de población activa (EPA). Por lo que respecta al desempleo, las cifras de la EPA correspondiente al cuarto trimestre de 2018, mostraron una evolución positiva: los parados cayeron hasta una cifra de 3,3 millones. Esto se tradujo en una reducción de la tasa de desempleo hasta el 14,45%. Sin duda ha influido la contratación pública.
Por quinto año consecutivo, España ha vuelto a acabar un año con el empleo al alza. Sin embargo, hemos tenido cinco años de recuperación del empleo, que no han sido suficientes para devolver al mercado laboral español a las cifras previas a la crisis: justo coincidiendo con las turbulencias de las hipotecas subprime, España superó los 20,7 millones de empleos. A partir de ahí comenzó una caída que se convirtió, en septiembre de 2008, en hundimiento con la quiebra de Lehman Brothers.
Los 19,5 millones de ocupados, la tasa de desempleo del 14,45% y los 3,3 millones de parados con los que acabó 2018 son cifras sin parangón desde hace 10 años.
Sin duda, uno de los elementos que ha sido decisivo en los últimos meses es la marcha del sector público, que lleva varios trimestres contratando a un mayor ritmo que en el sector privado. Y eso se ha notado especialmente en el último trimestre. Las plantillas de las administraciones públicas crecieron en 43.400 funcionarios; por el contrario, el sector privado destruyó 6.900 puestos de trabajo.
Sin embargo, ese incremento del empleo público no se traduce en una reducción de las cifras de temporalidad en las Administraciones Públicas. Según el sindicato de funcionarios CSI-F, la temporalidad se situó en el 26,2%.
Esa cifra es ligeramente inferior a la del conjunto del mercado laboral, El 26,9% de todos los asalariados tienen un contrato temporal, por lo que el empleo creado no es de calidad suficiente, destacando la precariedad laboral.
Sin embargo, el pasado mes de enero ha sido malo para el empleo: según el Ministerio de Trabajo, se han perdido 204.865 afiliados, con lo que el número total de cotizantes ocupados en la Seguridad Social cae a 18.819.300.
Igualmente, ha sido malo en enero el comportamiento del Paro Registrado: las oficinas de empleo públicas contaron 83.646 desocupados más que en diciembre. Lo que llevó la cifra agregada de desocupados hasta los 3,3 millones. Pese al mal dato de enero, la tendencia de fondo del mercado laboral sigue siendo positiva, en el último año la afiliación ha crecido casi un 3%.
Sin duda, el final de la campaña navideña en el comercio y la reducción del consumo en bares y restaurantes en enero, también la finalización masiva de contratos vinculados al año natural, suelen convertir el primer mes del año en un periodo negro para el mercado laboral español.
La evolución del mercado laboral este año se observará con lupa, para observar el posible efecto que tenga la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) del 22,3%. Este mes ha sido el primero con el suelo legal de las remuneraciones en 900 euros mensuales, y es muy pronto para poder extraer conclusiones.
Por lo que respecta a los precios, según ha adelantado el Instituto Nacional de Estadística (INE), la inflación ha comenzado el año a la baja: el IPC se situó en enero en el 1%, dos décimas menos que en diciembre. La moderación de la tasa de inflación se debió, según el organismo estadístico, a la bajada de los precios del gas, que subieron en el mismo mes del año pasado, y a la menor subida de los precios del gasoil y la gasolina respecto a enero de 2018. No obstante, el índice encadena 29 meses consecutivos en positivo.
El IPC se moderó en enero por tercer mes seguido y ha caído en esos tres meses a menos de la mitad, al pasar del 2,3% que marcó en octubre al 1% de enero. En esa caída, ha tenido un protagonismo casi absoluto el precio de la energía y, particularmente, el de los productos derivados del petróleo. Aunque el INE no desglosa exactamente qué productos o servicios se han encarecido o abaratado, ni en qué porcentajes, sí señala que ayudan a moderar la tasa de inflación "la bajada de los precios del gas, frente a la subida del año pasado" y "que los precios de los carburantes (gasoil y gasolina) suben este mes menos que en enero de 2018".
En otro orden, según las cifras que ha publicado el INE, España recibió en 2018 un número récord de turistas extranjeros. El año pasado se cerró finalmente con 82,77 millones, un 1,1% más que el año anterior. Aunque durante el año las cifras habían arrojado leves crecimientos e incluso algunos descensos, por la subida de otros destinos competidores, y algunos factores meteorológicos, el fuerte impulso del último trimestre de 2018, especialmente en diciembre, ha colocado de nuevo el número de llegadas en cifras nunca vistas. Lo mejor, es que incluso, aumentó el gasto de los turistas: los visitantes gastaron 89.856 millones de euros en visitar España, un 3,3% más que en 2017.
Por lo que respecta al comercio minorista, el año 2018 ha sido flojo para esta actividad. En el conjunto del año, eliminando los efectos estacionales y de calendario, apenas creció un 0,7%. Es la tasa más baja desde 2013, cuando el índice cerró una racha de seis años consecutivos de caídas e inició la remontada. Desde entonces, encadena cinco años de crecimiento, aunque se aprecia una clara ralentización.
El año ha sido especialmente duro para los pequeños comercios, Pero bueno para las grandes cadenas (las que tienen más de 25 tiendas y más de 50 empleados), que fueron las que más vieron crecer su negocio y donde más creció la ocupación. Las ventas de las grandes cadenas crecieron un 2,4% durante el año, y la ocupación aumentó un 2,8% en el conjunto del año. No obstante, se ha apreciado cierta ralentización de la creación de empleo en estas empresas.

MERCADOS:
La Bolsa ha cerrado enero con el negocio más bajo en más de 12 años, ya que se han contraído los volúmenes de contratación, y es que el cumulo de incertidumbres que se ciernen sobre el mercado desde mediados de 2018, ha ido alejando a los ahorradores de la Bolsa.
No obstante, según los datos remitidos por Bolsas y Mercados Españoles (BME) a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la Bolsa española negoció 41.407 millones de euros en enero, su mejor mes desde octubre, aunque un 18,6% menos que en enero de 2018,).
El número de negociaciones se situó en 3,56 millones, un 15% más que en diciembre, pero un 15,8% por debajo de enero del año pasado.
Por otro lado, según la estadística difundida por el Consejo General del Notariado, con datos de los despachos de toda España, las operaciones de compraventa de viviendas descendieron en el undécimo mes de 2018 un 3,6% con respecto al mismo periodo del año anterior. Se trata, sin contar con marzo y abril, que presentan gran variabilidad según caigan las vacaciones de Semana Santa, de la primera bajada desde octubre de 2016. Es también, contando incluso con el tercer y el cuarto mes del año, la mayor caída desde julio de 2016.
Aunque noviembre arrancó con el caos judicial por el impuesto hipotecario, que no se resolvería hasta la entrada en vigor de un decreto gubernamental, es difícil achacar a ese motivo el enfriamiento del mercado. Los préstamos hipotecarios para adquirir una vivienda aumentaron ese mismo mes un 3,5% con respecto a noviembre de 2017, de acuerdo con los datos notariales.
Mientras tanto, la estadística notarial ofrece también información sobre otros indicadores del mercado inmobiliario. Por ejemplo, señala que el precio medio de las viviendas que se compraron en noviembre en toda España se situó en 1.359 euros por metro cuadrado. La cifra refleja un incremento interanual de solo el 0,2%, desconocido en los registros también desde 2016. Detrás de ese raquítico crecimiento se encuentran los pisos de segunda mano, que con una media de 1.479 euros por metro cuadrado experimentaron un descenso del 1,5%. Por el contrario, se dispararon los precios de los pisos nuevos (+14,6% con 2.092 euros por metro cuadrado) y también progresaron los de las viviendas unifamiliares (+3% y 1.084 euros por metro cuadrado).

EMPRESAS:

Bankia obtuvo un beneficio atribuido de 703 millones de euros en 2018, lo que supone un incremento del 39,2% respecto a 2017, tras la incorporación de BMN (Banco Mare Nostrum), según ha informado la entidad a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
En 2018 la pérdida extraordinaria ha sido de 85 millones por la venta de una cartera de créditos morosos de 3.070 millones a Lone Star. Sin tener en cuenta los efectos extraordinarios, el beneficio se hubiera situado en 788 millones, lo que supondría un descenso del 3,4% respecto a los de 2017, que hubiera sido de 816 millones.
La cuenta refleja un incremento de los ingresos por comisiones del 23%, así como de las operaciones financieras. Mientras, los gastos, tras la ejecución del ERE (establecido por la fusión de BMN), han caído un 8,4%. Todos los márgenes de la cuenta de resultados se incrementan, mientras las provisiones suben a 530 millones (un 17,6% más).
Pese al mayor auge comercial, los créditos a los clientes han caído un 3,8%, mientras que los depósitos disminuyen un 3,7%. Los saldos dudosos, tras la venta de esa cartera de créditos malos, cae un 30% y la tasa de morosidad mejora del 8,9% al 6,5%. El tamaño del banco, es decir, el volumen de activos, también se ve reducido en un 4,1%. La rentabilidad sobre los recursos propios mejora más de un punto, hasta el 5,6%.

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