miércoles, 13 de noviembre de 2019

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A NOVIEMBRE 2019: se mantiene la incertidumbre.


Parece como si la economía mundial hubiese entrado en una etapa de desglobalización. Ha caído el comercio internacional por el conflicto entre Estados Unidos y China, aunque una tregua entre ambas economías pueda dar un respiro a la economía global.

GLOBAL:

Desde que Donald Trump comenzase a llevar a cabo sus medidas proteccionistas, la economía mundial se ha ido frenando. De forma que el propio FMI ha anunciado que la desaceleración de este año, llevará a un crecimiento global del 3% (el más bajo desde la Gran Recesión sufrida a partir de 2008).
Aunque el FMI, prevé para el próximo año un crecimiento algo mayor (un 3,4%), la “recuperación es precaria y sometida a muchas amenazas”.
Ha señalado la institución que “el crecimiento apagado es consecuencia de las crecientes barreras al comercio, de la elevada incertidumbre que rodea al comercio y de la geopolítica; de tensiones en economías emergentes y de factores estructurales como el bajo crecimiento de la productividad y el rápido envejecimiento en países desarrollados”.
La preocupante realidad, es que se trata de las mismas perspectivas que emiten casi todos los organismos multilaterales y gabinetes de estudios.
Si bien consecuencia del acuerdo comercial preliminar entre China y EE UU (se destaca la pronta retirada de las barreras comerciales impuestas últimamente) se podría impulsar la confianza, revitalizar la inversión e impulsar el crecimiento.
La situación sería peor sin la actuación de los bancos centrales. Gracias a su política monetaria expansiva, el crecimiento es cinco décimas mayor.
El Fondo Monetario Internacional se muestra especialmente preocupado por el débil crecimiento la eurozona (economías como las de Alemania e Italia creciendo muy poco o estancadas) y Japón (cuyo aumento del PIB se quedará este año y el próximo por debajo del 1%). A España también le rebaja su previsión (2,2% este año y 1,8% el siguiente), manteniendose muy por encima de la media europea.
Para Estados Unidos, igualmente, rebaja en dos décimas su previsión de crecimiento para 2019, situándolo en el 2,4% este año y 2,1% el próximo.  
Las previsiones podrían ser peores en caso de que la escalada proteccionista de EE UU con China y Europa se mantuviera, o si el Brexit acabase sin acuerdo.
Una de las preocupaciones plasmada en el documento del FMI, es el retroceso del sector industrial (caída en la producción y venta de vehículos, una baja confianza empresarial por culpa de las tensiones comerciales y tecnológicas entre China y Estados Unidos, y el retroceso en la demanda de la economía china debida a los esfuerzos de las autoridades por reducir la deuda e impulsada por la escalada arancelaria).
La realidad, es que el comercio mundial está creciendo por debajo de lo que lo hace la economía mundial.

LATINOAMERICA:

Según el informe del FMI, la actividad en la región se ha desacelerado de forma notable: la región se desaceleró de forma notable al comienzo de este año 2019, de forma que las expectativas de crecimiento de su PIB conjunto para este año, suponen, prácticamente, una situación de estancamiento económico (0,2%).
Dentro de esta fuerte ralentización, mayor de lo esperado, se destaca con fuerza a México (0,4%), Ecuador (-0,5%), Argentina (-3,1%) y Venezuela (-35%). En todo caso, la institución confía en que la actividad económica vuelva a repuntar a un 1,8% en 2020 aunque será medio punto inferior a lo anticipado.
Brasil, la mayor economía latinoamericana, sufrió la contracción de su crecimiento durante los primeros tres meses del año por el impacto del desastre minero. Y la situación es extrema en Venezuela, donde la “implosión” de su economía continúa teniendo un “impacto devastador”.
El crecimiento también es menor en Chile (2,5%). Se modera también en Uruguay (0,4%), Paraguay (1%), Perú (2,6%), Colombia (3,4%) y Bolivia (3,9%).
Para la economía de Estados Unidos, se prevé que se desacelere al 2,1% el próximo ejercicio, una moderación de dos décimas menos pronunciada. La economía estadounidense, en todo caso, crecerá por encima de la media del 1,7% que se da para el conjunto de los países avanzados en 2019 y 2020. El pacto presupuestario y la rebaja de tipos compensan el efecto negativo de la incertidumbre por la guerra arancelaria.
Estados Unidos crecerá más que Canadá, para la que el FMI espera un 1,5% y un 1,8% respectivamente.

ESTADOS UNIDOS:

La economía de Estados Unidos se expandió a una tasa anualizada del 1,9% en el tercer trimestre (0,47% de trimestre a trimestre). Es una décima menos que el ritmo de crecimiento registrado entre mayo y junio de este año y se aleja algo más del 3,1% del arranque de 2019.
Con la excepción del cuarto trimestre de 2018, la economía no había crecido por debajo del 2% en más de tres años. En todo caso, este ritmo se sigue considerando sólido y confirma que la expansión continúa. El presidente de la Fed, Jerome Powell, ya dejó claro que no ve riesgo de recesión económica.
En todo caso, se ha acometido el tercer recorte de tipos de interés en Estados Unidos en tres meses. La Reserva Federal (Fed) ha bajado otro cuarto de punto el precio del dinero, para dejar la banda de referencia entre el 1,5% y el 1,75%. Se trata de estabilizar una economía que muestra una tendencia a la moderación: la contracción del sector manufacturero causada por la debilidad económica global y la incertidumbre por la guerra arancelaria con China fueron la justificación más clara para dar este nuevo paso hacia tipos más bajos.
La mayoría de los analistas esperan, que, en caso de una nueva rebaja de los tipos, no se produciría hasta el próximo mes de abril. 
Según el Gobernador de la Fed, Powell, “la política monetaria está en el lugar adecuado. Aporta un soporte significativo a la economía, y algunos riesgos se aliviaron”. 
Powell ha afirmado que “las decisiones que se adoptaron este año fueron las apropiadas”.  Debemos recordar que la Reserva Federal ha reactivado la compra de bonos del Tesoro para ampliar el balance y responder a las necesidades de liquidez en el mercado de deuda a muy corto plazo, evitando que la tensión salpique la economía real o afecte a la confianza de empresas y consumidores.

CHINA:

Según su Oficina Nacional de Estadística, la economía china creció un 6% en el tercer trimestre del año. La cifra, que es inferior al 6,2% del trimestre pasado, pone de relieve la desaceleración progresiva que ha llevado a la economía china a perder unas décimas con cada dato publicado desde 2018. Aunque se mantiene en el objetivo de crecimiento anual marcado por las autoridades del país, fijado entre el 6 y el 6,5%, y de doblar su tamaño en 2020 con respecto a una década atrás.
Sin duda, a pesar de que se anunció haber alcanzado un acuerdo con Estados Unidos, se trata de un arreglo de mínimos que permite una tregua, pero deja fuera las cuestiones más espinosas como las reformas domésticas en China o el futuro de Huawei en suelo norteamericano.
Las autoridades chinas han apostado por combinar estímulos fiscales y flexibilización monetaria, inyectando liquidez por medio de la reducción de la ratio de reservas obligatorias para los bancos, y ofreciendo rebajas de impuestos por valor de billones de dólares. Muchos expertos, no obstante, apuntan a que la capacidad de acción del gobierno estaría limitada por su creciente nivel de endeudamiento.

UNIÓN EUROPEA:

La mayoría de analistas apuntan a que la Unión Europea no está abocada a una recesión, pero su principal riesgo es el de un crecimiento económico muy reducido, por debajo del potencial durante un periodo dilatado en el tiempo. 
Sin duda, por ello, la presión está aumentando sobre el Gobierno alemán para que suavice su dogma respecto a los presupuestos equilibrados en un país al borde de la recesión y que necesita de grandes inversiones. Y ya, incluso, dentro de Alemania, son muchas las voces que plantean los riesgos de aferrarse al ortodoxo déficit cero en sus presupuestos.
Para bastantes analistas, en Alemania ya ha transcurrido más de una década sin que se hayan realizado inversiones de entidad. Los puentes, las autopistas, la digitalización, las escuelas están en muy mal estado., por lo que se reclaman inversiones públicas: “un estímulo que sería muy positivo para el sur de Europa”  
La Constitución alemana señala que “los presupuestos de la Federación y de los länder tienen que ser equilibrados, sin ingresos provenientes de créditos. En todo caso, se podrán tener en cuenta coyunturas excepcionales, así como casos de catástrofes naturales. El presupuesto federal se considerará equilibrado cuando los ingresos provenientes de créditos no superan el 0,35% del PIB”.
La realidad, es que los últimos datos económicos de la economía germana alertan de un serio riesgo de recesión técnica e incluso de una cierta ralentización de la creación de empleo.
Incluso, los cinco principales institutos económicos han pedido, incluso, que se permita recurrir al déficit presupuestario si el enfriamiento económico se recrudece. Se señala que: “aferrarse al déficit cero como un fin en sí mismo sería un error fundamental. Ahorrar cuando la economía se debilita solo incrementa los problemas”.
La ortodoxa federación de industrias alemana ya ha lanzado advertencias: “después de diez años de recuperación, la economía alemana se enfrenta a tiempos turbulentos y el Gobierno debe poner fin a su zona de confort. Hay que combatir los riesgos de una recesión antes de que esté aquí”.  
La aprobación del Gobierno alemán de un paquete climático de 54.000 millones de euros y la amenaza de recesión han propiciado un intenso debate:  uno de los argumentos manejado en el Bundestag, es si es mejor adelantarse y optar ahora por inversiones antes de que la coyuntura económica acabe por forzar medidas drásticas.

ESPAÑA:

Perece que, de momento, la ralentización económica no va a más. La economía española aguantó en el tercer trimestre del año. Entre julio y septiembre, el producto interior bruto (PIB) creció un 0,4% trimestral, la misma tasa que se registró en el trimestre precedente. En cifras interanuales la actividad económica avanza un todavía vigoroso 2%, un ritmo también similar al del trimestre anterior. No obstante, se trata de los datos de crecimiento más bajos desde el inicio de la recuperación, allá por 2014.
Según los datos adelantados del Instituto Nacional de Estadística (INE), en ese trimestre tiraron con fuerza el consumo de las familias, la inversión y el gasto de las Administraciones. Por el contrario, las exportaciones cayeron en medio de la incertidumbre global. Y el empleo aumentó al menor ritmo desde 2013.
El consumo de los hogares ha sorprendido con un fuerte repunte del 1,1% trimestral. Después de estancarse en el segundo trimestre y tras 12 meses de moderación, las familias volvieron a gastar con alegría a pesar de la incertidumbre existentes.
El gasto público crece a las mayores tasas desde 2009 con un 0,9% de incremento trimestral, y la inversión ha rebotado disparándose un 1,7% entre julio y septiembre. Parece que la incertidumbre y consiguiente inestabilidad, no ha hecho mella en el ánimo de las empresas a la hora de comprar sobre todo maquinaria y bienes de equipo, una rúbrica que vuelve a despegar con un fortísimo aumento del 7% trimestral, y que hace pensar que la confianza empresarial aguanta pese al ruido provocado por la ralentización y las tensiones comerciales.
También se recupera la industria manufacturera, que suma un 1,2% tras año y medio ofreciendo números bastante negativos. Y los servicios mantienen el mismo tono que exhibe la economía en general. En definitiva, el crecimiento de la economía ha vuelto a basarse sobre todo en la demanda interna.
Estas circunstancias han motivado que el PIB haya supuesto una sorpresa, resistiendo en el 0,4% trimestral y el 2% interanual (el doble que la media de la zona euro).
Por el momento, la desaceleración no va a más, y el crecimiento anualizado se mantiene en un 1,6% durante los dos últimos trimestres. Habrá que esperar a los primeros datos de afiliación a la Seguridad Social para ver cómo arranca el cuarto trimestre.
El sector exterior se resiente debido a una coyuntura internacional que acusa las tensiones comerciales y una mayor proliferación de riesgos. Las exportaciones disminuyen un 0,8% entre julio y septiembre. Y las importaciones, que acumulaban doce meses de gran moderación, saltan un 1,3%, probablemente de la mano del tirón observado en la demanda interna. 
Además, llama la atención el desplome de la construcción y la inversión en vivienda, unos motores que han propulsado la actividad y el empleo durante los dos últimos años. La construcción retrocede un 1,3% trimestral. Y la inversión en vivienda se hunde un 2,6%.
Por último, se está detectando una caída de las horas trabajadas y una recuperación de la productividad, que durante 2018 y parte de 2019 arrastró una evolución negativa. Según los expertos, esta podría ser la respuesta que están dando las empresas ante el aumento que se está produciendo en los costes salariales, que suben un 2,1% en términos unitarios impulsados por las alzas de sueldos, del salario mínimo, de las cotizaciones o el registro de las horas extraordinarias.
Por tanto, la economía española ha frenado su senda de desaceleración en términos de actividad, pero no de empleo, ya que se ha producido un bajón en la vitalidad del mercado laboral.
Según datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) elaborados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en los últimos 12 meses el empleo ha crecido un 1,77%, (346.300 personas). Hace un año el ritmo que imprimía la economía española al mercado laboral era del 2,51%, aportando nada menos que 130.000 empleos más.
El bajón también se deja notar si se mide la variación trimestral de la ocupación. Respecto a la situación previa al verano, la creación de empleo es tres veces inferior, 69.000 personas más con trabajo que en el segundo trimestre frente a la diferencia de 2018, que ascendió a 184.000 (se crece, pero menos).
Aunque las Administraciones públicas han reducido la creación de empleo respecto al año pasado, en gran medida, la lectura de los datos aportados por el INE apunta a un severo recorte en la contratación por parte del sector privado al haber pasado de la contratación de 134.200 personas en el tercer trimestre de 2018 a 35.200 este año, es decir, casi cuatro veces menos.
Sin duda, se trata de las consecuencias de un periodo de gran incertidumbre marcado por el Brexit, la guerra comercial, la quiebra del tour operador Thomas Cook a finales de septiembre, o la escalada de tensión en Cataluña que explotó definitivamente ya en octubre.
La tasa de paro se situó al final de septiembre en el 13,92%, lo que supone una décima menos que en el trimestre anterior. En el último año esta tasa ha descendido en 0,63 puntos. Hace un año, el mismo dato presentaba una evolución bien distinta al situarse en el 14,55%, lo que supone 73 centésimas menos que en el trimestre anterior, con un descenso de 1,83 puntos, tres veces más rápido.
El frenazo se ha dejado notar de forma muy evidente en el sector servicios, el principal pilar del mercado laboral español. En el último trimestre, las actividades que se incluyen en este sector han creado algo más de 87.000 empleos frente a los más de 210.000 de hace un año.

MERCADOS:

El pasado mes de octubre, ha supuesto que los inversores comenzaran a ver algo de luz al final del túnel. Aunque las incertidumbres no han desaparecido por completo, los escenarios más catastróficos empiezan a alejarse, ya que el acuerdo para evitar un Brexit duro y el acercamiento entre Estados Unidos y China permiten salvar el mes en positivo. Después de caer un 0,29%, la Bolsa española cierra octubre con un alza del 0,14%, suficiente para sumar dos meses consecutivos al alza.
En la última sesión del pasado mes de octubre, además de digerir la tercera rebaja de tipos de la Fed, y el aluvión de resultados de la Bolsa española (BBVA, CaixaBank, Repsol, IAG, Gestamp, CIE Automitive y Mapfre) los inversores volvieron a mirar a Estados Unidos, donde la Cámara de Representantes dió luz verde para abrir un juicio político al presidente estadounidense.
Por otro lado, las matriculaciones de turismos y todoterrenos crecieron un 6,3% en el mercado español durante el pasado octubre y alcanzaron la cifra de 93.961 unidades, según datos expuestos por las asociaciones de fabricantes (Anfac), concesionarios (Faconauto) y vendedores (Ganvam).
Este incremento se explica, principalmente, por la comparativa con las 88.410 unidades (-6,6%) comercializadas en octubre del año anterior, un mes que estuvo afectado por la ralentización en la demanda, tras el adelanto de las compras en verano por la entrada en vigor en septiembre del nuevo ciclo de homologación WLTP (Procedimiento Mundial Armonizado para Ensayos de Vehículos Ligeros). Este nuevo sistema de regulación que se empezó a aplicar el año pasado y logra medir con más precisión y realismo las emisiones contaminantes de los coches complicó la producción y venta de los modelos menos ecológicos.
Por canales de venta, los particulares compraron 49.112 unidades en España en octubre, lo que supone una disminución del 6,9%, mientras que las empresas se hicieron con 39.491 unidades, un 28,8% más, y las firmas alquiladoras matricularon 5.358 unidades, un 7,4% más.
En los diez meses, las entregas a particulares bajaron un 12,4%, hasta 485.011 unidades, al tiempo que las compras de las empresas aumentaron un 0,5%, hasta 358.755 unidades. Las firmas de alquiler de coches compraron 215.509 vehículos en lo que va de año, un 2,4% menos.
El director de Comunicación de Faconauto, Raúl Morales, ha asegurado que "el dato de matriculación de vehículos de octubre es un tanto engañoso, porque el mercado de particulares, la venta individual que hace el concesionario, ha vuelto a caer, y el incremento del mes solo se explica por el inusual comportamiento de las ventas a empresas".
En el conjunto del año hasta el pasado mes de octubre, las entregas de turismos y todoterreno alcanzaron un volumen de 1,05 millones de unidades en el mercado español, lo que se traduce en una disminución del 6,3%.

EMPRESAS:

IAG ha llegado a un acuerdo con Globalia para la adquisición de Air Europa a través de su filial Iberia por 1.000 millones de euros. Se espera que el cierre de la operación tenga lugar en la segunda mitad del 2020 tras obtener las autorizaciones oportunas de las autoridades de Competencia, informó la compañía a la CNMV.
La marca Air Europa será conservada inicialmente, y la sociedad seguirá siendo un centro de ingresos autónomo dentro de Iberia, dirigida por su consejero delegado, Luis Gallego. La operación supondrá un fuerte respaldo al plan de Iberia de convertir el aeropuerto de Madrid, donde tiene su principal base, en un hub (eje) europeo que atraiga más tráfico para competir con garantías con Ámsterdam, Frankfurt, Londres y París.
Por otra parte, IAG trata de resolver su obsesión de liderar las rutas entre Europa y América. Tras lanzar Level, la aerolínea de bajo coste de largo radio, y el fallido intento de hacerse con Norwegian, la compra de Air Europa le aporta 24 rutas trasatlánticas, tanto con Estados Unidos, como el Caribe y América el Sur. También la refuerza frente a competidores como la estadounidense Delta que acaba de hacerse con el 20% de Latam.
Se espera que la compra genere ganancias en el primer año completo después del cierre y que aumente la rentabilidad sobre el capital invertido de IAG en los cuatro años siguientes. La cotización de IAG subía un 1,3% en la Bolsa de Londres a media mañana.
La adquisición se financiará con deuda externa y después del cierre de la operación se espera que la deuda neta respecto al EBITDA de IAG sea 0,3 veces mayor en comparación con el 1,2 registrado al final del tercer trimestre de 2019. IAG ha acordado pagar una penalización (break fee) de 40 millones de euros en el caso de que no se obtengan las autorizaciones regulatorias pertinentes y que alguna de las partes decida resolver el acuerdo. La adquisición no requiere la aprobación de la junta de accionistas de IAG.
Con esta adquisición, el Grupo Iberia (Iberia, Iberia Express y Air Nostrum), se convierte en la primera aerolínea española por número de pasajeros, desplazando a Ryanair. El grupo Iberia transportó en 2018 a 37,22 millones de viajeros en la red de aeropuertos españoles de Aena que, junto con los 17,36 millones que volaron con Air Europa, suman 54,6 millones, por los 46,8 millones que transportó la aerolínea irlandesa, según las cifras de Aena.
 Air Europa es la cuarta aerolínea en España por número de pasajeros, con una flota de 66 aviones, que opera vuelos regulares nacionales e internacionales a 69 destinos, incluidas rutas europeas y de larga distancia a América Latina, Estados Unidos, el Caribe y el norte de África. En 2018, la aerolínea del grupo que pertenece a la familia Hidalgo generó ingresos por importe de 2.100 millones de euros y una ganancia operativa de 100 millones de euros. Sus activos brutos a 31 de diciembre de 2018 eran de 901 millones de euros y los beneficios antes de impuestos en 2018 de 67 millones.

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