jueves, 1 de octubre de 2020

¿MÁS AHORRO POR EL MIEDO, O TRAMPA DE LA LIQUIDEZ? El ahorro en depósitos y empresas marca nuevos récords.

 

El ahorro en depósitos de hogares y empresas ha vuelto a marcar récords en septiembre, y ya van seis meses consecutivos de subidas.

¿Cuáles pueden ser las razones explicativas de este hecho? Pueden ser varías:

En el caso de las economías domésticas, la incertidumbre reinante de crisis sanitaria y económica que la pandemia está provocando, y que genera miedo a perder el empleo, está llevando a que muchas personas estén ahorrando todo lo que pueden de forma preventiva.

El previsible aumento del paro es el factor que ocasiona la inseguridad y el temor al futuro, lo que conduce a reducir gastos y, consiguientemente, incrementar el ahorro.

Incluso, aparte del confinamiento forzado durante la primera oleada, es posible que haya habido personas de riesgo y familias que por temor físico se hayan quedado durante el verano en casa, disminuyendo sus salidas, dando lugar a un menor gasto en consumo y, por tanto, aumentando su ahorro.  

Circunstancias que en esta segunda oleada se estarán agudizando.

Por tanto, desde este ángulo, el aumento del ahorro se debe a razones de prudencia y obligación.

El fuerte aumento del ahorro es lo que ocasiona el incremento de los depósitos bancarios de los hogares, y también la caída de los créditos de consumo a los hogares.

Otra posible causa explicativa, desde un punto de vista de la teoría macroeconómica se podría encontrar en la llamada “Trampa de la liquidez Keynesiana o preferencia por la liquidez”: una situación económica de caídas del producto y de los precios, con tipos de interés muy bajos, dónde prima la demanda de dinero por el motivo especulación sobre el motivo transacción, creciendo las preferencias o demanda de dinero de los sujetos hacia la liquidez (mantenimiento de su ahorro y activos en forma plenamente líquida. En este caso, dinero bancario o depósitos a la vista). Se trata de una situación tremendamente complicada.

En cualquier caso, el crecimiento cero de los precios o su disminución, ocasiona que la pérdida de valor del dinero colocado en los depósitos a la vista en los bancos sea inexistente, por lo que el valor real del dinero colocado por las familias en los depósitos bancarios se mantiene constante (la capacidad adquisitiva del dinero se mantiene inalterada). Sólo han de soportar el gasto asociado al mantenimiento de las cuentas corrientes, pero no una pérdida del valor del dinero.

Esa circunstancia, unida a la ausencia de otras alternativas –la Bolsa no está en sus mejores momentos, y la renta fija tampoco está ofreciendo rentabilidades interesantes- motiva que las cuentas corrientes bancarias estén creciendo al recibir ese mayor flujo del ahorro.

No existen inversiones que a corto plazo generen rendimientos que compensen el mayor riesgo que implica su elección como destino de las inversiones que recogiesen ese mayor ahorro.

En caso de optar por la explicación de la Trampa de la Liquidez, influyen de forma notable las expectativas: si los sujetos esperan que bajen aún más los precios, tanto de los activos reales como de los financieros, van a abandonar su gasto en inversión, aumentando su ahorro y liquidez como he señalado (se mantienen en posiciones liquidas, “prefieren la liquidez”).

Esta situación está ocurriendo en casi todos los países. Si nos centramos en la Unión Europea, la encuesta de consumo mensual de la Comisión Europea para medir la tendencia al ahorro ha alcanzado niveles sin precedentes. Se señala un “fuerte incremento de los ahorros de los hogares en el segundo trimestre de 2020”, reflejado en el aumento de los depósitos bancarios de los hogares desde marzo de 2020.

Señala un informe el Banco Central Europeo, que las caídas en los mercados bursátiles, el descenso en el valor de las participaciones en casi todos los fondos de inversión, e incluso los movimientos bruscos en las divisas, ha llevado a los ahorradores a dejar el dinero en la cuenta corriente.

También hay empresas que, siendo mayor la fortaleza de sus balances al haber vivido un largo periodo de desendeudamiento o disminución de su apalancamiento, aglutinan niveles récord de liquidez. Estas son las que deben estar viviendo mayores niveles de tesorería que, quizá inapropiadamente, estén dirigiendo hacia sus cuentas corrientes o depósitos a la vista bancarios. Deben incluirse en la llamada “preferencia por la liquidez” anteriormente señalada, que comprende a la mayoría de agentes (economías domésticas y empresas).

Ahora bien, el problema de gran parte de las empresas no es ese, sino el de un excesivo y peligroso crecimiento del endeudamiento.

Según datos del Banco de España, entre abril y junio se produjo la mayor expansión de la oferta de crédito a las empresas en un trimestre desde el inicio de la serie en 2002. Se dio más crédito que en la época de la burbuja (1990 a 2007). Los avales del ICO, que cubren hasta el 80% de la morosidad de estos préstamos para pymes, autónomos y empresas, ha tenido un gran protagonismo en este crecimiento de los préstamos.

En tan solo cuatro meses de pandemia, entre marzo y junio, la deuda de las empresas se disparó en 54.701 millones de euros, el equivalente a casi cinco puntos de PIB. Después de una década disminuyendo el apalancamiento o endeudamiento empresarial, este podría aumentar cerca de 20 puntos.

El Banco de España y Fedea han venido alertando de la necesidad de facilitar las reestructuraciones de deuda para hacer frente a un otoño que se presenta muy complicado.

Durante los meses de mayo y junio pasados, el crédito bancario a las sociedades no financieras aumentó a ritmos del 8% interanual. Los préstamos extranjeros han repuntado ligeramente entre abril y junio pasados, frente a los decrecimientos del año anterior. Se ha pasado de una economía que crecía y que todavía reducía deuda, a una que se desploma y en la que las empresas han tenido que recurrir al endeudamiento para aguantar el vendaval.

Dependiendo de la dureza de la recesión económica (caídas del producto), el Banco de España estima que en torno al 70% de las empresas tendrán en algún momento un déficit de liquidez. Es decir, no obtendrán los suficientes ingresos como para costear sus gastos de explotación, las amortizaciones y las inversiones ya comprometidas.

No obstante, parte del nuevo endeudamiento ha sido generado por compañías que están saneadas pero que han tratado de asegurarse la liquidez. Esas no deberían experimentar muchas dificultades. Hay que señalar que, en general, gracias a los ERTE y el ajuste de los temporales, las empresas han podido reducir sus gastos de personal mientras caía la actividad.

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