Hace bien poco un diario
líder de prensa económica, traía en su portada el siguiente titular:
Diez medidas necesarias
contra el paro:
1.
Primacía del convenio de empresa.
2.
Protección del desempleo más flexible.
3.
Simplificar los contratos laborales.
4.
Fomentar los contratos a tiempo parcial.
5.
Rebaja del IRPF y de las cotizaciones
sociales.
6.
Formación más práctica a los parados.
7.
Política activa de apoyo a la
contratación.
8.
Racionalizar el salario mínimo.
9.
Reducir las trabas a los emprendedores.
10.Eliminar
costes administrativos a las pymes.
La verdad, es que estos
señores que se arrogan todos y tantos conocimientos en esta y otras afirmaciones,
¡que desaprovechados están! No entiendo como no les sitúan como personas centrales en los Gobiernos, solucionando, a mi juicio, un conflicto tan grave como
el que padecemos. Bueno, la verdad, es que actúan como voceros de los que ya
están en esos puestos…
Deberían ser un poco
más humildes en sus afirmaciones y, desde luego, no arrogarse la exclusividad
en el pensamiento económico, como continuamente vienen haciéndolo.
Dañan a los trabajadores
y también al colectivo de economistas, puesto que postulan como máximas irrefutables
ciertos argumentos, pretendiendo que calen socialmente sus ideas, claramente
defendidas por un específico sector ideológico con intereses muy próximos a los
poderes económicos. Dan una imagen de
los economistas penosa y vergonzosa: algo así como unos fríos y egoístas personajes
desprovistos de toda conciencia humana o social.
Veamos algunos de los
puntos que proponen:
1.
Saben que en la gran mayoría de empresas
(las pymes) no tienen comité de empresa. Carecen de cualquier representación sindical:
por tanto, deberán seguir manteniendo como referencia al imprescindible convenio sectorial.
2.
Dicho en lenguaje común, significa
reducir la cuantía y duración de las prestaciones de desempleo: ya se sabe que
para los postulantes, su existencia permite la resistencia a aceptar salarios
más bajos, y fomentan la holgazanería.
3.
Se trata de borrar la diferencia entre
los contratos temporales y los fijos. Es decir, conseguir que todos sean
temporales. Para ellos sería lo ideal.
4.
En línea con lo anterior, introducir más
precariedad laboral.
5. Menos impuestos y consiguientemente menos
gasto público. Unido a menores cotizaciones sociales, forzosamente más recortes
sociales.
8. Dicho
sin tapujos: bajar el salario mínimo.
9.
¿Tantas trabas tienen los emprendedores? A veces, parece como si estuvieran
perseguidos o algo así. Evidentemente debe ser fomentado el emprendimiento,
pero de los 6,2 millones de parados, todos no pueden ser emprendedores.
Hace ya muchos años que
vienen reclamando estas medidas, que apuntan continuamente en la misma dirección.
Como suelo afirmar, estamos siempre con la “reforma laboral pendiente”.
Ahora bien, lo más
importante: no realizan ni una sola referencia a lo que realmente permitiría absorber
el intolerable desempleo que padecemos: incrementar la demanda de fuerza de
trabajo por parte de las empresas. Esto es imposible si estas no tienen, a su
vez, demanda de sus productos o servicios. Si no hay demanda no contratarán a
nuevos trabajadores. Por el contrario, continuarán despidiendo e incrementando
la reducción de puestos de trabajo u ocupación.
La clave, por tanto, está
en aplicar políticas de incremento de la demanda agregada en la economía, y no
de oferta como postulan y llevan a cabo, desde hace ya bastantes años., estos
señores.
Esto se sabe, no estoy
descubriendo nada nuevo,… hace muchos años que aparece en los libros de texto
de Macroeconomía.
Lo mismo ocurre con la drástica
reforma laboral que se ha llevado a cabo: no se dice que su objetivo
fundamental es amedrantar o atemorizar a los trabajadores, para que acepten
bajadas en sus salarios, -como así ha ocurrido en casi todas las empresas-.
Por eso el Presidente
de Gobierno, o su ministro Guindos se muestran tan satisfechos con sus efectos.
¡Era lo que buscaban!
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