Pocas veces existe
tanto acuerdo en la comunidad e instituciones económicas. Incluso en aquellas
dónde no suele haber precisamente muchos keynesianos: aquellos que postulan
políticas de demanda en situaciones de depresión y estancamiento.
El problema es que para
demasiados economistas la teoría es en muchos casos una fe laica. Pues bien, en
estos momentos destaca Alemania que sobre cualquier cosa basa toda su ideología
en la austeridad. Ya saben, la consecuencia de austero, sobrio, morigerado, penitente y severo.
Se trata de una virtud,
que en este caso está resultando un grave inconveniente para sus socios
europeos. Su escasa inversión privada y pública, sin duda reflejada en un
superávit comercial excesivo, es preocupante. La débil recuperación europea
está viéndose amenazada y Berlín continúa haciendo caso omiso a los continuos
llamamientos solicitándole planes de inversión, pedidos desde la Comisión, el Fondo
Monetario Internacional, la OCDE, el G-20 e incluso el propio Banco Central Europeo.
Por citar algunas
referencias de estas instituciones: … de la Comisión… “Son necesarios esfuerzos
adicionales en el capítulo de inversión en infraestructuras, educación e I+D”…
Del FMI,… “Reducir su superávit corriente sería beneficioso para Alemania y
para la UE; hay que impulsar la inversión pública”… El BCE… “los países con más
espacio fiscal deben invertir más”, y así entre otras….
Las opiniones, a veces
poco divulgadas, están comenzando a llegar desde la propia economía germana. Se
pide más inversión en casa. Algunos destacados analistas señalan que “La eurozona sufre una deficiencia crónica de
demanda agregada; enormes diferencias internas de competitividad. Las
políticas, actitudes y prácticas económicas de Alemania están en el corazón de
esos problemas. Berlín no puede seguir así. Los precios deben subir algo en
Alemania y su política fiscal debe ser más expansiva”.
Me temo, que sin
embargo, nada de esto va a suceder. La canciller Merkel no se va a saltar sus
propias reglas.
En el séptimo año consecutivo
de crisis, es una irresponsabilidad continuar así: si Europa sigue haciendo lo
que se dicta desde Berlin, estamos
abocados a una nueva recesión económica. Y ya saben, las recaídas son
especialmente graves para cualquier enfermo.
La imposición de las
reglas germanas, aparte de dañar seriamente a los principios y democracia de
las instituciones europeas, puede suponer un auténtico desastre para la Unión
Europea y para la propia Alemania a medio y largo plazo.
Mi querido paisano: me alegra volver a leerte, aunque sea en distinta plataforma. La casita te ha quedado muy mona, jajaajajajaj.
ResponderEliminarBien a lo que venía..no creo que nadie baje del burro a Merkel y su programa de austeridad ya es excesivo. Un besito
Hola Juanjo.
ResponderEliminarAlemania no se baja del burro porque hasta ahora le ha ido bien y al resto que se busque la vida. Me da la sensación que Alemania y su séquito creen tener la llave de la regularidad presupuestaria y nos quieren convencer a todos que ese es el mejor camino, y así sería si el resto de paises no lo estuvieran pasando canutas, como es nuestro caso, con un deterioro palpable de la sociedad civil.
Antonio R.A.
Hola Agueda, así es... Gracias y besos.
ResponderEliminarHola Antonio, lo que ocurre es que, incluso a Alemania le a ir peor.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Saludos