Mario
Draghi, presidente del BCE, no ha decepcionado al anunciar una serie de medidas
encaminadas a estimular la economía y evitar la deflación en la Unión Europea.
Entre las decisiones está una nueva rebaja de tipos de interés hasta un
histórico 0,05% (el nivel más bajo desde que existe el euro).
GLOBAL:
Se
ha comenzado a notar un importante factor de riesgo geopolítico, que viene
motivado por la situación de
inestabilidad en las relaciones internacionales. Sus primeros efectos se
perciben en la volatilidad de las variables financieras que terminaran
afectando a la economía real.
Esos
factores de riesgo pertenecen al entorno global, y comprenden desde la
emergencia de conflictos bélicos hasta la posibilidad de ciberataques, las
prohibiciones de determinadas importaciones de Rusia y otras medidas derivadas
del conflicto en Ucrania, el conflicto entre Israel y Palestina, la epidemia
del ébola y la escalada en Irak y Libia. Todas ellas son manifestaciones de los
riesgos geopolíticos existentes.
De
forma, que se complican las previsiones relativas a las decisiones de inversión
empresarial y, sin duda, son consecuencia de la interdependencia global que se
ha venido implantando crecientemente.
Indudablemente,
algunos de estos conflictos influirán en el crecimiento económico.
Particularmente en la eurozona que vive una débil situación que la hace más
vulnerable a los mismos. Entre ellos, también hemos de incluir a la posible
retirada de los estímulos monetarios excepcionales realizados en el Reino Unido
y en Estados Unidos.
Las
crecientes y peligrosas tensiones con Rusia debidas a las disputas
territoriales en Ucrania, tienen una enorme influencia sobre determinadas
economías europeas, por lo que las sanciones económicas mutuas son enormemente
negativas. Se producen simultáneamente al estancamiento de la eurozona motivado
por la situación de Francia, y la contracción económica de Italia y Alemania.
Para
hacernos una idea, durante el pasado año, las exportaciones de la Unión Europea
a Rusia alcanzaron la cifra de 120.000 millones de euros. De su total, el 10%
corresponden a productos agrícolas (los más directamente afectados por las
sanciones). Suponen alrededor del 10% del comercio agrícola europeo,
mayoritariamente mantenido en el seno de los 28 Estados de la UE.
El
aspecto más sensible es el energético, ya que Europa es el principal cliente de
gas ruso (alrededor de un tercio de las necesidades europeas). Más de la mitad
de ellas atraviesan Ucrania, de forma que para algunos países como Finlandia,
los bálticos o la Republica Checa, las importaciones de gas ruso significan una
cuarta parte de la energía total que consumen.
La
distribución de los perjuicios entre las economías de la Unión Europea es muy
desigual. En España, fijándonos en el valor total de las exportaciones
habidas en 2013 de productos que han
sido vetados, no alcanzaría los 400 millones de euros. Ahora bien, otras
economías como la de Finlandia, dónde el comercio exterior con Rusia supone el
14% del total, tiene un efecto más acusado.
ESTADOS
UNIDOS:
Ya
se han cumplido cinco años desde el final de la gran recesión en Estados
Unidos, y su economía se expande: el paro baja, el déficit se ha reducido en
más de la mitad y los precios se encuentran bajo control.
En
todo caso, aunque los datos más recientes son de un crecimiento del Producto
Interior Bruto del 4% en el segundo trimestre de 2014, y se han recuperado los
casi nueve millones de empleos perdidos durante la crisis, nada volverá a ser
como antes.
El
país ha sufrido un notable incremento de la desigualdad, con unas clases medias
que han sufrido una importante pérdida de poder adquisitivo.
Nadie
celebra nada y ha prendido el pesimismo. Aun siendo su recuperación más sólida
que la europea, no es posible hablar con toda propiedad de total recuperación,
sino de “recuperación a medio gas”.
Los
éxitos políticos por la salida de la crisis (consecuencia de las políticas de
estímulo fiscal de la Administración de Obama) están por llegar, y la
popularidad del presidente Obama se sitúa en los niveles más bajos de su
presidencia.
Como
ha señalado Dean Baker, director del Center for Economic and Policy Research,
un laboratorio de ideas progresista en Washington, "muchos lo pasan mal.
Millones de personas que querrían un empleo siguen sin trabajar. Los salarios
están estancados. No sé si hay que llamarlo o no recesión, pero los beneficios
del crecimiento económico no son compartidos. A mí me resulta difícil creer que
estos son buenos tiempos", añade.
Pese
a la multiplicación de signos alentadores, según un sondeo de The Wall Street
Journal y la cadena NBC, los
estadounidenses viven en un “estado de ansiedad" por su futuro económico.
Se crea empleo, pero este es precario: la economía crece, pero los salarios o
se estancan o disminuyen.
La
reforma sanitaria realizada, que permite acceder a un seguro médico a millones
de personas sin cobertura médica, puede transformar un sector que representa
cerca de un 18% de la economía. Y el desarrollo de la técnica fracturación
hidráulica (fracking) ha desatado una revolución energética que ha generado más
de dos millones de empleos.
El
presidente Obama dejará la economía
mejor de lo que la encontró, aunque existe otra posible mirada: la que observa
el potencial de crecimiento de la economía estadounidense y la creciente
desigualdad.
La
Oficina Presupuestaria del Congreso calcula que la economía norteamericana se
encuentra situada en alrededor de 770.000 millones de dólares por debajo de lo
que sería capaz de producir.
Hace
cinco años el déficit presupuestario representaba el 9,8% del PIB. En estos
momentos, según las estimaciones de citada institución, el déficit será del
2,8% en
2014. Han desaparecido los intensos debates en Washington sobre el despilfarro
de la Administración de Obama y el apocalipsis fiscal.
Según
declaró el propio presidente Obama en una rueda de prensa en la Casa
Blanca, "durante el último año,
hemos añadido más empleos que en cualquier año desde 2006. Al final, nuestras
empresas han creado 9,9 millones de empleos nuevos en los últimos 53 meses. Es
la racha más larga de creación de empleo en el sector privado de nuestra
historia".
El
problema es que en los últimos años se ha reducido el número de personas en
edad de trabajar: en abril de 2007, cuando la burbuja inmobiliaria estaba a
punto de estallar, rozaba el 67%, en estos momentos es del 62,9%. El
envejecimiento de la población y el inicio de la jubilación de los miembros de
la generación del “baby boom” están detrás de ello.
La
consecuencia es que la Reserva Federal (FED) se mantiene dubitativa respecto a
si ya ha llegado el momento de modificar la actual política monetaria.
La
presidenta del banco central estadounidense, Janet Yellen, cree que la
recuperación económica del país “se acerca a los objetivos marcados”, pero al
mismo tiempo advierte de que “la recuperación del mercado laboral no es
completa”. De ahí las dudas sobre cómo y cuándo se ha de dar el paso.
“La
economía ha realizado un considerable progreso en la recuperación de la mayor y
más sostenida pérdida de empleo desde la Gran Depresión”, aseguró Yellen
durante su discurso en la reunión anual de banqueros centrales celebrada en
Jackson Hole. “Después de un continuado descenso en los últimos meses, el
desempleo en Estados Unidos cerró julio en el 6,2%, frente al 7,3% de hace un
año. Estos acontecimientos son alentadores, pero muestran la profundidad del
daño que, cinco años después de la recesión, el mercado laboral aún tenga que
recuperarse del todo”.
El
debate dentro de la propia FED es intenso. No hay dudas de que los tipos de
interés tengan que elevarse -han pasado ya ocho años desde la anterior subida-,
pero no está claro cuándo debe darse marcha atrás en la “política
extraordinariamente acomodaticia” adoptada por la entidad, en palabras de la
propia Yellen.
Diversos
analistas sitúan ese posible movimiento sobre mediados del año que viene.
Yellen admite que “no hay una receta sencilla sobre las medidas a tomar en el
actual contexto económico. La política monetaria debe ser gestionada en un modo
pragmático que no se base solo en un indicador o modelo particular”.
CHINA:
Durante
el próximo mes de octubre entrara en funcionamiento un programa piloto que,
previsiblemente, va a tener un gran impacto en los mercados financieros
internacionales: se trata del proyecto conocido como Shanghai-Hong Kong Stock
Connect.
Se
trata de un nuevo canal de acceso a un enorme mercado mediante el cual los
ahorradores de China podrán comprar acciones cotizadas en la Bolsa de Hong Kong.
Además, los inversores internacionales tendrán más fácil comprar títulos de
compañías chinas, lo que abre las posibilidades de inversión en ese continente.
El
acuerdo entre las Bolsas de Shanghái y Hong Kong supone un paso más en el
proceso de liberalización de los mercados financieros emprendido en los últimos
años por el Gobierno chino para permitir un acceso más directo de los capitales
extranjeros.
ARGENTINA:
El
30 de julio pasado los acreedores de Argentina no recibieron su pago semestral
sobre los bonos reestructurados tras la última moratoria de este país, en el
año 2001. Argentina había depositado 539 millones de dólares en el Bank of New
York Mellon unos días antes para dicho efecto. No obstante, este banco no pudo
transferir los fondos a los acreedores: el juez federal de EE UU Thomas Griesa
había ordenado que Argentina no podía pagar a los acreedores que aceptaron su
reestructuración hasta que primero pague completamente —incluyendo el pago de
intereses vencidos— a aquellos acreedores que se negaron a participar en dicha
restructuración.
Por
primera vez en la historia, un país que está dispuesto y tiene la capacidad
para pagar a sus acreedores no puede hacerlo porque un juez se lo impide. El
hecho ha generado muchas críticas al sistema judicial y financiero en Estados
Unidos. En palabras del propio Nobel,
Joseph E. Stiglitz, “los prestatarios soberanos no van a confiar en la
imparcialidad y competencia del poder judicial de EE UU. El mercado para la
emisión de dichos bonos se trasladará a otro lugar”.
EUROZONA:
La
economía europea ha frenado en seco su incipiente recuperación. La eurozona
registró un crecimiento nulo entre abril y junio respecto al primer trimestre
del año, cuando avanzó un 0,2%, según los datos publicados por Eurostat.
El
estancamiento de las economías de la región del euro es palpable en términos
interanuales, con un débil crecimiento del 0,7%, dos décimas por debajo del
anterior registro. La vuelta a terreno negativo de Alemania, el gran motor
europeo (-0,2%), el estancamiento de Francia (0%) y el inesperado retorno de
Italia a la recesión (-0,2%, tras un primer trimestre también en rojo) son los
principales factores de este nuevo parón económico.
Por
si fuera poco, las crecientes tensiones entre la Unión Europea y Rusia que está
tomando todos los tintes de una guerra comercial, y la bajísima subida de
precios, (un 0,4%, su menor ritmo desde octubre de 2009), suponen razones muy
sólidas para reclamar más estímulos y recetas diferentes a la aplicadas hasta
este momento.
Las
malas noticias de la zona euro, contrastan con la recuperación de Holanda
(rebotó un 0,5%, tras caer un 0,4% entre enero y marzo), y sobre todo, con la
de España y Portugal, dos de las economías que más han sufrido el azote de la
crisis, con un avance del 0,6%. En el resto de la periferia, Chipre pone la
nota negativa, al encadenar ya dos años en recesión.
Constituye
una pésima noticia para las exportaciones de la economía española, ya que se
trata de la debilidad de las tres economías mayores del euro que son nuestros
principales clientes. De hecho, el sector exterior, el único que aportó
crecimiento en los peores años de la crisis, está dando señales de agotamiento.
La
economía más vigorosa de la Unión Europea vuelve a ser Reino Unido que, aunque
no tenga una situación “para tirar cohetes”, registra una expansión del
0,8%.
Aunque
con débiles tasas de crecimiento, también destacan por ello algunas economías
del Este: Polonia, pese a la severa desaceleración, crece un 0,6%; Lituania
continúa en el 0,7%; Letonia avanza un 1% y Estonia vuelve al terreno positivo
con un alza del 0,5%. No obstante, por su localización geográfica y sus flujos
comerciales serán, junto con Alemania, las más afectadas por el conflicto
abierto con Rusia, que empezará a mostrar sus negativos efectos en las cifras
del tercer y cuarto trimestre de este ejercicio.
Frente
a estas pésimas circunstancias, el Ejecutivo comunitario hasta ahora tan sólo
ha animado a los Gobiernos europeos a seguir el "audaz" camino de
reformas emprendido por España y Portugal. "Las cifras presentan una
fotografía mixta que debe ser valorada a medio plazo", señaló un portavoz
comunitario. Como si no fuera con ellos, añadió: “el mayor riesgo es la
autocomplacencia”.
De
nuevo los líderes europeos han reaccionando tarde e inapropiadamente: a
propuesta del Gobierno italiano, han encargado a sus ministros de Economía que
examinen la situación socioeconómica y trabajen en medidas para reactivar el
crecimiento y el empleo.
Van
Rompuy textualmente ha señalado: "el Consejo Europeo da la bienvenida a la
intención del Gobierno italiano de celebrar una conferencia en octubre a nivel
de jefes de Estado y de Gobierno sobre empleo, en particular sobre empleo
juvenil". La reunión podría tener lugar el 6 o 7 de octubre.
Tras
varios meses de optimismo, es preciso que de verdad las autoridades europeas se
den cuenta de que la pregonada reactivación era una ilusión y que la política
económica (austeridad y reformas declinadas de las más diversas formas) sigue
sin dar resultados.
Una
vez más, contra ese débil panorama económico, más cumbres. Será la tercera con
idéntico motivo en poco más de un año: los mismos líderes se reunieron con los
mismos objetivos dos veces el año pasado, en Berlín y París, y acordaron una
inyección de 6.000 millones contra el paro juvenil.
La
verdad es que no funcionaron: las cifras de desempleo apenas mejoraron.
La
única autoridad que no ha decepcionado ha sido el BCE: el único que ha pasado de la retórica a la acción. Las
decisiones adoptadas por su Consejo de Gobierno son consecuentes con los
diagnósticos sobre la situación económica y financiera de la eurozona, y con la
inquietud que su presidente Draghi transmitió en el foro de bancos centrales de
Jackson Hole, sacudiendo los cimientos de la ortodoxia europea, al admitir sin
ambages que la política económica en la Eurozona no ha funcionado.
Ha
sido preciso que la recesión amenazara de nuevo a las tres mayores economías de
la eurozona, y la tasa de inflación cayera al 0,3% para que el BCE asumiera de
forma explícita la necesidad de estimular la demanda agregada. Aunque tarde,
ha hecho bien en seguir la pauta marcada hace bastante tiempo por los
bancos centrales de Estados Unidos, Reino Unido y Japón.
Mario
Draghi ya ha utilizado casi toda la munición disponible a la vista de la
renqueante recuperación económica: el paro se mantiene en máximos, los precios
por debajo del 2%, dando lugar a la amenaza de un peligroso estancamiento para
mucho tiempo: la llamada deflación a la japonesa.
En
ese contexto, el Banco Central Europeo (BCE) ha rebajado por enésima vez el
tipo de interés oficial hasta el 0,05%;
y ha adoptado un castigo aún mayor a los dineros que los bancos dejan
ociosos en su ventanilla, que ahora se gravan con intereses negativos del
-0,20%.
Draghi
no defraudó: anunció que pondrá en marcha en octubre las compras de activos
privados, los denominados ABS (títulos respaldados por deuda privada, cuyo
mercado europeo es relativamente pequeño) y también bonos garantizados
(“covered bonds” en la intraducible jerga anglosajona de las finanzas) como las
cédulas hipotecarias. Todo eso con una “mayoría confortable”: es decir, sin
unanimidad. Y con la esperanza, quizá vana con la que está cayendo, de que la
banca vuelva a prestar.
Carecemos
aún de detalles fundamentales, como el importe de las compras, para conocer su verdadero alcance. Pero se
trata de un “programa light” (como algunos le han denominado) de relajación
monetaria cuantitativa: un escalón por debajo de una posible compra a gran
escala de activos públicos y privados (quantitative easing a la americana).
Draghi
admitió que el consejo del BCE “estudió” ese plan de compras masivas de deuda
privada y pública, pero no cuenta aún con el apoyo político suficiente para
adentrarse en ese territorio inexplorado, ante las reticencias de Alemania y
sus satélites, los países más ortodoxos de la eurozona, a comprar bonos del
Estado para inyectar así dinero a en cuantiosas cantidades en el sistema,
desatascar el crédito y con él las inversiones.
Muchos
analistas han recordado que si Estados Unidos sigue sirviendo de guía (el BCE
suele llegar a las mismas políticas con cierto retraso), el banco central
norteamericano dio un paso parecido en el último tercio del año 2009, con las
compras de ABS; apenas unos meses después, a principios de 2010, activó las
compras de bonos del Tesoro a gran escala. Reino Unido y Japón le siguieron a
continuación. Draghi quiere darse algo
más de tiempo para granjearse los imprescindibles apoyos y con el objetivo de
ver si la miríada de parches aprobados hasta ahora dan algún resultado en los
mortecinos indicadores económicos.
Con
las medidas acordadas, el primer objetivo del BCE es desatascar el crédito. El
segundo, debilitar el euro: la moneda europea obedeció y cayó por debajo de los
1,30 dólares. Pero la meta final de Draghi es siempre el anclaje de la
inflación. Y ahí el BCE no las tiene todas consigo: el IPC de la eurozona
finalizó 2011 en el 3% y ahora está en el 0,3%; la inflación está por debajo
del 1% desde noviembre. “Nuestro deber es cumplir el mandato; por eso
necesitamos reaccionar”, dijo el presidente.
Draghi
aseguró que “el BCE y su política monetaria son una pata fundamental, pero
hacen falta otras cosas: necesitamos crecimiento para alcanzar el objetivo de
inflación”.
Las
primeras reacciones fueron, en general, positivas. “Es un paso en la buena
dirección, pero la clave está en si de veras Draghi piensa activar el
“quantitative easing” o no”. En Alemania el aplauso fue muy débil: según el
presidente del IFO, “el BCE ha agotado
su munición demasiado pronto. Ahora ha caído en una trampa de liquidez y no
podrá hacer gran cosa”.
ESPAÑA:
Agosto
es un mes tradicionalmente malo para el empleo: según los datos publicados por
el Ministerio del ramo, tanto la ocupación como el número de inscritos en las
oficinas del antiguo INEM rompieron la mejora que venían observando desde
enero. En el caso del empleo, el cambio de tendencia estuvo muy condicionado
por la educación y la rescisión de contratos temporales en vacaciones.
La
estadística refleja que la afiliación a la Seguridad Social se redujo en 97.582
personas en agosto, hasta los 16.649.521 de ocupados. Más de la mitad de los
trabajadores que fueron dados de baja del sistema estaban adscritos al sector
de la educación, con 49.765. El verano también afectó negativamente a la
industria, que perdió 19.796 trabajadores, mientras el empleo volvió a aumentar
en los servicios gracias al turismo, que logró un incremento de 19.790 nuevos
inscritos.
En
cuanto al paro registrado, los datos recogen un aumento de 8.070 desempleados,
con lo que el total sube a 4.427.930 personas. Pese a ello, Empleo destaca que
si se eliminan las oscilaciones propias de este mes, el desempleo vuelve a
bajar con 11.091 parados menos. Asimismo, del lado de la ocupación, el análisis
en términos desestacionalizados arroja una caída del número de trabajadores
mucho más moderada, de solo 2.298 afiliados.
La
recuperación del mercado laboral, que ha llegado de la mano de la reactivación
económica, cogió cuerpo con la EPA (Encuesta de Población Activa) del segundo
trimestre. Esta estadística, que refleja con más exactitud lo que está
ocurriendo en el mercado laboral español que los datos del registro de los
servicios públicos de empleo, reveló la primera creación de empleo de la crisis
en tasa interanual. Eso sí, la recuperación también ha venido a cambio de un
incremento de la temporalidad y los contratos a tiempo parcial.
Por
otro lado, según el INE (Instituto Nacional de Estadística) , el Producto
Interior Bruto (PIB) avanzó un 0,6% durante el segundo trimestre de este año,
lo que supone un crecimiento del 1,2% en tasa anual. Con lo que la actividad
económica encadena cuatro trimestres en positivo y sitúa a España en la senda
de una recuperación que aún será lenta.
Un
vistazo a la composición del PIB permite vislumbrar cómo la débil recuperación
se está produciendo gracias a la mayor demanda interna, en especial del consumo
privado, y de la inversión.
El
gasto de los hogares avanzó entre abril y junio a un ritmo del 0,7% (la mayor
subida desde principios de 2010) y encadena cinco trimestres al alza. Esto
evidencia una incipiente recuperación de la actividad doméstica. El consumo
público está prácticamente estancado (sube un tímido 0,1%) en el segundo
trimestre a la espera de un aumento más vigoroso en los próximos trimestres
conforme se vaya aproximando el periodo electoral.
Sin
embargo aparecen algunos nubarrones en el horizonte: el sector exterior, que
hasta ahora venía siendo el único motor que tiraba de la economía española, se
ha enfriado, ya que ha restado siete décimas al crecimiento. El estancamiento
de la Unión Europea ya comentado, supone un peligroso enfriamiento de la
demanda externa.
Por
otra parte, los precios siguen dando peligrosas señales de la atonía económica
al encadenar dos meses seguidos en números rojos. El IPC de agosto retrocedió
un 0,5% por la bajada del precio de los combustibles y acrecienta las dudas
sobre el riesgo de la deflación.
Una
variable muy preocupante, es la derivada de que la Deuda Pública española haya
alcanzado y superado el pasado junio el umbral histórico del billón de euros.
La escalada del dinero que las Administraciones españolas deben a bancos e
inversores de todo el mundo casi se ha triplicado a lo largo de esta larga crisis:
el pasivo se situaba en 382.307 millones de euros al acabar 2007. Seis años y
medio después, con dos recesiones a la espalda, casi seis millones de parados y
un rescate a la banca, el lastre ya alcanza los 1.007.319 millones de euros,
según los datos publicados por el Banco de España.
El
pasivo ha engordado en más de 600.000 millones de euros desde 2007, pero
también con relación a su peso en la economía: del 36,7% del producto interior
bruto (PIB) de ese año previo a la crisis, hasta el 98,2% respecto al PIB de
los cuatro últimos trimestres estimado por el Banco de España. Cuando Rajoy
llegó al poder, a finales de 2011, la deuda era de 737.406, el 70,4% del PIB.
El
Gobierno asumió hace tiempo que el endeudamiento acabará por batir otra marca
simbólica al alcanzar el 100% del PIB en 2015. Otras previsiones van más allá,
como la del Fondo Monetario Internacional (FMI), que proyecta que el pasivo
alcanzara un máximo del 104% en 2017 y solo a partir de entonces empezará a
moderarse, hasta quedar en el 102,4% en 2019.
La
escalada ha llevado a España a situarse entre las economías más endeudadas de
la zona euro, a pesar de que comenzó la crisis por debajo de la media. En la
última comparación posible, correspondiente al primer trimestre del año, solo
la superaban Grecia (174,1%), Italia (135,6%), Portugal (132,9%), Irlanda
(123,7%), Chipre (112,2%) y Bélgica (105,1%).
Esta
deuda creciente hace que el Gobierno haya tenido que reservar cada vez más
dinero de sus presupuestos anuales para el pago de intereses, pese a que los
tipos se han reducido desde lo peor de la crisis financiera, en verano de 2012.
En
las cuentas de 2014, la partida para los gastos financieros se situaba en
36.662 millones de euros, una cantidad que, de cumplirse, superará en un 10% lo
que se acabó pagando en 2013.
En
el lado positivo, hay que señalar que España recibió en los siete primeros
meses de este año a 36,3 millones de turistas extranjeros, lo que supone un
crecimiento del 7 % respecto al mismo período de 2013, según la encuesta de Movimientos
Turísticos en Fronteras (Frontur), difundida por el Ministerio de Industria,
Energía y Turismo.
Esta
mayor afluencia de turistas proviene en gran medida del Reino Unido, Alemania y
especialmente de Francia, mercado que aporta en este período más de medio
millón de turistas adicionales, mientras que los únicos con descensos fueron
Rusia y los EEUU que bajaron un 3,8 % y un 5,5 %, respectivamente.
Todas
las comunidades incrementaron su número de turistas internacionales hasta
julio, recibiendo dos de cada tres de estos visitantes adicionales Andalucía,
Cataluña y sobre todo Canarias.
Sólo
en julio, España acogió a 8,3 millones de turistas foráneos, un 5,9 % más,
cifra que marca el segundo mejor mes turístico de la historia en España.
Por
otro lado, la OCDE ha alertado de que bajar aún más los salarios en España
dañará a nuestra economía: las reducciones salariales de alrededor de un 2% que
estamos sufriendo, y que están originando problemas a muchas familias
españolas, afectan negativamente al consumo interno.
La
afirmación ha sido realizada en el Informe de Perspectivas de Empleo de la
citada organización, que destaca que aunque hayan mejorado la productividad y
competitividad exterior, la bajada salarial es contraproducente. También pone
de relieve el excesivo número de contratos temporales existentes en la economía
española.
MERCADOS:
Las
medidas del BCE han tenido un importante efecto sobre la marcha de la Bolsa,
que han visto la posibilidad de que acuda dinero fresco a las mismas.
Respecto
al mercado de divisas, su efecto también ha sido positivo, ya que la cotización
del euro cayó hasta los 1,30 dólares por euro (un precio que no se veía desde
julio del año 2013). Este punto, puede ser muy favorable para las exportaciones
españolas.
En
otro orden, según un informe de
Deloitte, se está produciendo cierta recuperación inmobiliaria que está
comenzando en ciertas provincias. En
concreto, ya hay 20 que han pasado a casi una situación de normalidad tras
siete años de continuas bajadas. Se trata de un escenario mucho mejor que el de
2013, cuando esta cifra era de sólo ocho provincias.
Madrid,
Álava, Barcelona, Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra, Cantabria, Zaragoza, Lérida,
Baleares, Segovia, Valencia, Asturias, Huesca, Burgos, Valladolid, Palencia y
Soria son, por ese orden, las provincias con mejor nota inmobiliaria, según el
estudio.
Almería,
Ciudad Real, Toledo y Castellón serán, por contra, las que se recuperarán a más
largo plazo.
EMPRESAS:
El
grupo “El Corte Inglés”, propietario de los grandes almacenes del mismo nombre
y de cadenas como Sfera o Supercor, ganó 174,3 millones de euros en su
ejercicio 2013, lo que supone un 6,2% más que en el ejercicio anterior. Este
incremento de las ganancias es el primero que registra la compañía desde 2007,
ya que en los últimos seis años había encadenado bajadas del beneficio. Los
ingresos, sin embargo, todavía se resintieron ligeramente el año pasado: se
redujeron el 1,8%, hasta los 14.292 millones de euros, ante la bajada del
consumo y la reducción de precios en todo el sector del comercio.
Las
cuentas del ejercicio de 2013 dan un respiro al grupo por la parte del
beneficio, aunque en buena medida, se deben a la venta del 51% de la financiera
al Santander el día anterior al cierre del ejercicio. El capítulo de plusvalías
ofrece un balón de oxígeno de 92,6 millones de euros.
También
el capítulo tributario aporta, y los ingresos a su favor que contabiliza por el
impuesto de sociedades pasan de 13,8 a 126,3 millones de euros, pues a efectos
fiscales el resultado de El Corte Inglés es una base imponible negativa de 695
millones. El beneficio antes de impuestos del grupo era de 15,1 millones de
euros, frente a los 108,3 millones del ejercicio anterior. La compañía ha
aprobado en la junta de este domingo repartir un dividendo de 25 millones de
euros entre los accionistas, frente a los 42,7 millones de euros del 2012.
El
comercio al por menor todavía no ha levantado el vuelo, y sus ventas
retrocedieron en 2013 en conjunto un 3,9%. El Corte Inglés, sin embargo,
amortiguó esa bajada al 1,8% en el último ejercicio —que va del 1 de marzo de
2013 al 28 de febrero de 2014—, por lo que el grupo considera positiva su
evolución, aunque no haya podido emular a otras firmas de distribución como
Mercadona o Dia, que sí crecieron el año pasado en España.
En
especial porque la tendencia, según la empresa, es de mejoría, y desde octubre
ha encadenado crecimientos de ventas todos los meses, algo que esperan dure
este año y se deje ver en los resultados de 2014. En los de 2013, el resultado
de explotación se redujo un 44,5%, hasta los 185,7 millones. El resultado bruto
de explotación (EBITDA) cayó un 0,7%%, hasta 728 millones.
La
compañía ha acelerado los cambios de estrategia, que se iniciaron con el
refuerzo de sus formatos más pequeños (los supermercados Supercor o las tiendas
Sfera) y la renovación de su cúpula, que en 2013 incorporó a Dimas Gimeno,
sobrino del presidente Isidoro Álvarez, como nuevo director general y número
dos del grupo. Ahora, según señala Álvarez en el informe anual, El Corte Inglés
"seguirá promoviendo iniciativas de innovación y estímulo", pero
además, según adelanta, "espera dar el paso de la internacionalización en
un tiempo razonable". La compañía está actualmente presente en otros
países con poco más que dos centros de El Corte Inglés en Portugal, a través de
Internet, con la red de agencias de viajes y con tiendas de Sfera en cuatro
países, pero podría prepararse para dar un salto mayor fuera.
Finalmente
señalar, que CaixaBank ha recuperado con la compra de la filial española de
Barclays el liderazgo en banca minorista del país. La adquisición es la quinta
que realiza en cuatro años, y eleva al banco que preside Isidro Fainé a la
primera posición en créditos netos y refuerza ese mismo lugar en depósitos y
activos bajo su gestión. La operación requerirá eliminar duplicidades y
redimensionar la entidad resultante de la absorción, lo que tendrá unos costes
de 300 millones de euros.
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