Desde hace años, es
frecuente confundir inflación con meras subidas de precios. Es normal que los
precios registren variaciones como consecuencia de variaciones en las fuerzas
que los determinan. A corto plazo, estos varían, alcanzándose un nuevo
equilibrio para el nuevo precio.
Sin embargo, la inflación
es un proceso fundamentalmente dinámico, Se trata de un proceso persistente y notable del nivel general de precios, iniciado
por alguna variación (de la demanda o de la oferta), y propagado a lo largo de
la economía, por las reacciones de los dos grupos más dinámicos que existen,
empresarios y trabajadores. Cuanto más agresivas sean estas reacciones mayor
impacto final tendrá el proceso.
La confusión entre meras
subidas de precios e inflación, es lo que ha llevado a que, a veces, se
utilicen términos que no tiene mucho sentido, como “inflación negativa”,
“desinflación”, etc…
En las economías de
mercado, los precios se fijan añadiendo un margen de beneficios al coste del
producto o servicio. De forma, que una subida del coste de determinadas
materias primas, o de la energía, o de cualquier input utilizado en el proceso
productivo, podría motivar el desencadenamiento de una espiral precios –
salarios, o beneficios - salarios.
Veamos cómo funciona el
proceso: la subida del precio del input utilizado en la empresa, motiva que,
para mantener el margen, se repercuta en el precio del producto o servicio
vendido. Pues bien, este incremento de precios, supone una pérdida del poder
adquisitivo de los salarios, razón por la que los trabajadores, a su vez,
exigen un incremento de sus sueldos.
Ese incremento de los
salarios, da lugar a un nuevo incremento de los costes, que, a su vez, para
mantener los márgenes, provoca una nueva subida de los precios, y así
continuamente… Se desencadena la temida espiral precios salarios o beneficios
salarios. En la práctica, ambos grupos luchan por mantener su participación en
distribución del producto o de la renta nacional. Viene a ser, algo parecido a
la lucha de clases.
Este proceso puede desencadenarse
con independencia de cuál sea la situación de crecimiento económico y del
empleo existente en ese momento, por lo que podría tener lugar, incluso, en una
situación de estancamiento económico y elevadas tasas de paro. Se trata de la
llamada “estanflación”. Una situación
muy grave, como la que vivimos en los años 70 del siglo pasado, donde
registramos tasas de inflación de hasta un 44%, coexistiendo con tasas de paro
superiores al 20%, con una enorme destrucción de empresas y puestos de trabajo.
La solución, fue aplicar
lo que se conoce como “política de
rentas”. Que, dicho sin ningún eufemismo, no es otra cosa que el control de los salarios. Se trata de
cortar la espiral inflacionista, asumiendo el sacrificio de los trabajadores para
cortar la espiral conteniendo los precios.
En España, junto a otras
importantes medidas, se llevó a cabo a través de los “Pactos de la Moncloa”. Se
alcanzaron una serie de acuerdos no solo económicos, firmados por el Gobierno,
partidos políticos, sindicatos y empresarios.
En la situación actual,
llevamos 14 meses registrando subidas de precios. En el pasado mes de febrero
los precios subieron un 7,6%, incremento no visto desde el año 1986 (periodo de
tiempo en el que, incluso, hemos sufrido deflación o disminuciones de precios).
Esta cifra de febrero, no refleja los incrementos causados por la invasión y el
conflicto en Ucrania.
Similar comportamiento
está teniendo la subida de precios en todo el mundo: en Estados Unidos, se ha
registrado un aumento del 7,9%, y en la zona euro el 5,8%.
Pero la realidad, es que,
por ahora, no se dan los elementos que desencadenen una situación de
estanflación: en España aquellos salarios que se revisaron en 2021, tan solo
afectaron a casi 3 millones de trabajadores, subieron un 1,47%. En el reciente
mes de enero subieron un 2% (cinco puntos por debajo de los precios). Además, por
el momento, la economía sigue creciendo.
Que la situación sea muy
negativa para familias y empresas, no quiere decir que nos encontremos en una
situación de coexistencia de estancamiento, inflación y paro. Para que se
produzca esa gravísima situación de espiral inflacionaria, es imprescindible
que las subidas de precios se trasladen a los salarios por la
presión de los sindicatos. Esta subida de los salarios provocaría que los
empresarios, para mantener los márgenes, la trasladasen a los precios y, a su
vez, vuelta a empezar.
Hasta el Banco Central
Europeo ha sido bastante optimista, de forma que espera que la inflación media
de la eurozona se situé en el 5,1% este 2022, de forma que en los próximos años
se vaya situando próxima al objetivo del 2%.
Ahora bien, en la
situación actual de subidas de precios, tanto la Reserva Federal de Estados
Unidos como el Banco Central Europeo, se encuentran con el dilema de comenzar a
restringir la política monetaria tan expansiva que han venido aplicando en las
sucesivas crisis que hemos venido padeciendo, e incluso desactivar o bien
mantener la “cláusula general de escape” (suspensión de las reglas fiscales de
deuda y déficit fiscal).
Si a ello, añadimos el
efecto “bumerang” de las sanciones económicas a Rusia, nos lleva al riesgo de
un excesivo enfriamiento económico, provocando un crecimiento nulo, e incluso
la recesión o caída del producto.
En cualquier caso, la
incertidumbre es tan grande, sobre todo acrecentada por las consecuencias de la
guerra en Ucrania, que es muy difícil predecir cuál será la evolución final y
sus consecuencias, que, desde luego, podrían ser tremendamente graves y complicadas
para la economía.
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