La
marcha del paro registrado (caída en un año del 4,5%) y, sobre
todo, la afiliación a la Seguridad Social (aumento interanual del
0,38%) durante febrero reflejan la salida de la recesión, y el
posible comienzo de la recuperación. No obstante, habrá que esperar
a los datos de la Encuesta de población activa (EPA) del primer
trimestre de este año.
Ahora
bien, debemos ser prudentes: lo han sido el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), que han coincidido en señalar que el
crecimiento es aún demasiado bajo y el desempleo excesivamente
elevado, como para pregonar el cambio de ciclo económico.
GLOBAL:
Los
ministros de finanzas de los países más ricos y de los principales
emergentes (grupo conocido como el G-20) acordaron en febrero poner
en marcha políticas que den un impulso de más de dos billones de
dólares al Producto Interior Bruto mundial en los próximos cinco
años (un crecimiento del 2%).
Frente
al débil crecimiento existente se trata de una promesa, sin que haya
habido mayor concreción de las medidas efectivas que piensan
adoptar. Tan sólo se acordó el compromiso de que cada país
presente una estrategia integral de crecimiento ante la cumbre del
bloque prevista para el próximo noviembre en la ciudad australiana
de Brisbane.
La
cumbre celebrada, señaló que los avances para regresar a los
niveles de crecimiento económico previos a la crisis financiera
desencadenada en 2008, se han visto obstaculizados por las políticas
de austeridad en Europa, el elevado desempleo en Estados Unidos y el
enfriamiento de la candente expansión en China.
El
G-20, que representa alrededor del 85 por ciento de la economía
global (reúne desde Estados Unidos a Arabia Saudita y China) ha
manifestado que “las señales de mejoría en la economía mundial
son buenas, pero que el crecimiento económico es inferior a las
tasas necesarias para conseguir que las personas recuperen su empleo
y puedan satisfacer sus aspiraciones”.
Igualmente
concluyó, que "incrementará considerablemente el crecimiento
global" sin aumentar las cargas fiscales, sino mediante medidas
que fomenten la competencia, la inversión, el empleo y el comercio.
Según
pronósticos del Fondo Monetario Internacional, la economía mundial
crecerá un 3,7% este 2014, por lo que el plan del G-20 podría
elevar el crecimiento económico global medio punto porcentual en los
próximos cinco años.
El
secretario del Tesoro de Estados Unidos, Jacob Lew, señaló que “el
acuerdo es importante y crucial, ya que los miembros del G-20 se han
pronunciado con claridad: impulsar el crecimiento y la demanda es el
punto principal de la agenda económica global".
En
política monetaria, se recomendó la necesidad de mantener la
flexibilidad necesaria para mantener el crecimiento en muchos países
industrializados, pero señalando que se debe regresar a sus
parámetros normales "a su debido tiempo" dependiendo de
cuales sean las expectativas de inflación.
La
reciente decisión de la Reserva Federal de comenzar a reducir su
estímulo monetario sacudió los mercados financieros globales, en
particular el bursátil que se había beneficiado en los años
previos de tasas de interés bajas a niveles sin precedentes y de
dinero creado mediante las políticas de compras masivas de bonos.
En
la reunión no se alcanzaron compromisos específicos para ayudar a
los emergentes a controlar la volatilidad en sus mercados financieros
derivada de la postura del banco central estadounidense (la Fed).
Y
es que este tema fue el centro de la polémica: la India y Sudáfrica
denunciaron que la retirada progresiva de estímulos de la Reserva
Federal a la economía estadounidense hundió sus divisas y obligó a
sus bancos centrales a subir sus tipos de interés. La directora del
FMI Christine Lagarde salió al paso de Estados Unidos y pidió a los
emergentes que no atribuyeran la volatilidad a la retirada de
estímulos de la Fed. Al mismo tiempo, reclamó a Estados Unidos que
tuviera “consideración” ante el efecto que pueden tener sus
medidas en otros países.
Y
es que el capital se ha desplazado a Estados Unidos tras el anuncio
de la reducción de los estímulos y esto ha dejado los problemas
estructurales de los emergentes al descubierto. Las divisas de India
e Indonesia cayeron bruscamente en verano de 2013 después de que la
Fed anunciara la reducción progresiva de los estímulos, y las de
Turquía, Sudáfrica y Argentina siguieron el mismo camino a lo largo
de las semanas siguientes. Como consecuencia, como se ha señalado,
los bancos centrales de estos países tuvieron que subir sus tipos de
interés, generando una situación de volatilidad e incertidumbre que
despertó los fantasmas de la crisis económica.
La
mayoría de las autoridades de los poderosos que asistían a la
reunión, fue bastante coincidente: el secretario del Tesoro
estadounidense, Jacob J. Lew apuntó a problemas estructurales de las
economías emergentes como causa de las dificultades económicas y
fiscales que han sufrido en los últimos meses. Su homólogo
británico, George Osborne, llegó a afirmar que algunos emergentes
están utilizando la retirada de estímulos de la Fed como “excusa”
para justificar problemas estructurales de su propia economía.
Sin
embargo otros asistentes recordaron que “el G-20 es un buen lugar
para evitar una escalada de este tipo de tensiones, cuestionando la
actitud de los países desarrollados. Brasil, China e India tienen
que ser parte de la solución, puesto que ya hace tiempo de aquellos
otros, en los que el FMI imponía sus medidas”.
CHINA:
A
finales del mes de febrero, se registró una depreciación de la
divisa china (el yuan o renminbi) como nunca había tenido lugar.
Este giro implica un cambio radical en la imparable apreciación que
ha registrado la moneda china desde que se aprobara la reforma del
tipo de cambio, en 2005, y ha supuesto un recordatorio a los
inversores de que el mercado cambiario tiene doble dirección, de
subida y de bajada, algo que parecían haber olvidado en el caso del
yuan.
Las
autoridades chinas han declarado que es algo “normal”, y que no
tienen pensado cambiar su política monetaria y que, por supuesto, la
liquidez está garantizada. Sin embargo, el banco central de China,
ha señalado que, a partir de ahora, habrá movimientos en “una
doble dirección” del tipo de cambio. Es decir, que subirá y que
bajará.
Lo
cierto, es que los fundamentos de la economía china van a favor de
una moneda más fuerte: “la balanza por cuenta corriente de China
mantendrá previsiblemente un superávit sustancial, mientras que las
entradas de capital de los no residentes seguirán aumentando”,
según ha señalado el Instituto de Finanzas Internacionales chino en
sus notas semanales.
Ahora
bien, las turbulencias cambiarias han coincidido con las dudas
generales existentes respecto al crecimiento del PIB en China. Existe
cierto temor a que surjan problemas en su sector financiero, en medio
de las turbulencias financieras generalizadas en las economías
emergentes.
Sin
duda, también ha pesado sobre la política cambiaria china, el que
el gobierno de Japón se encuentre inmerso en una política monetaria
tremendamente expansiva, con la finalidad de depreciar al yen, e
impulsar de esta forma las exportaciones de sus productos. Ello
supone un incremento de su competencia frente a sus vecinos chinos.
Sin
embargo, de las declaraciones de las autoridades chinas no se
desprende que hayan iniciado una devaluación competitiva, ya que
según se ha apuntado por ellas, “hay que esperar que se produzca
una ampliación de la banda de fluctuación oficial del yuan desde el
1% actual, hacia arriba o hacia abajo, hasta el entorno del 2%”.
Según
la agencia Reuters, la ampliación de esa banda de fluctuación, como
avance hacia la libre cotización de la moneda en un futuro, se
producirá hacia mediados de este 2014.
En
definitiva, según Barclays Londres, “se trata de un movimiento
controlado por la autoridad monetaria y no es el resultado de fuerzas
negativas del mercado. La depreciación del yuan refleja la intención
del banco central chino y no refleja una salida de flujos de capital
desde China. Los datos más recientes disponibles recogen un aumento
de las entradas de capital en China, debido sobre todo a un repunte
en la financiación a los bancos de 167.500 millones de dólares
hasta finales de 2013, lo que serviría para apreciar la divisa, no
para debilitarla”.
EUROPA:
El
Producto Interior Bruto de la eurozona creció entre octubre y
diciembre del año pasado un 0,3%. Evidentemente, no se trata de un
aumento espectacular –para “tirar cohetes”- pero es un poco
mayor de lo que se esperaba. Lo más importante, es que llevamos
nueve meses consecutivos en los que Europa registra tasas de
crecimiento positivas.
Detrás
del leve crecimiento se encuentran las mayores economías de la
región: el PIB alemán repuntó un 0,4%, mientras que Francia salió
del estancamiento del trimestre anterior para crecer un 0,3%.
En
Alemania ha habido una favorable evolución del comercio exterior, si
bien se mantiene el consumo privado a la baja, y las inversiones
públicas continúan estancadas. En Francia la mejoría es debida al
consumo privado y a la recuperación de la inversión.
Consiguientemente,
la tendencia ha sido positiva, aunque es obvio que el crecimiento es
aún demasiado débil para bajar los niveles de paro (la tasa de paro
en la eurozona es del 12%).
La
realidad es que respecto a lo previsto, la mejora es de un pírrico
0,1% -desde luego no es considerable avance- y otros países como
Italia continúan con unas tasas de crecimiento demasiado bajas.
Portugal
padece una situación social preocupante, aunque está a punto de
concluir su rescate con buenas cifras macroeconómicas, y Holanda
llegó hasta el 0,7%. La recesión parece abandonar incluso a los más
rezagados. A falta de conocer los datos de Grecia, Croacia y Malta,
solo continúan en números rojos Chipre y Finlandia. Este último
país se incorpora al furgón de cola, tras encadenar dos trimestres
consecutivos de descensos (una caída o disminución del 0,8% entre
octubre y diciembre).
Los
datos son mejores si los ampliamos a toda la Unión Europea: la
economía de los Veintiocho creció un 0,4%. Lo explica la
importancia que ha tenido la economía del Reino Unido, que se
mantuvo a lo largo de todo 2013 en altas tasas de crecimiento.
Londres es de los pocos socios europeos que puede presumir a finales
del 2013 de un crecimiento en tasas interanuales del 2,8%. Solo lo
superan Rumanía, con un notable 5,1%, Letonia y Lituania.
En
el lado negativo, el desempleo muestra situaciones tremendamente
graves como las de España y Grecia (el paro lo padecen el 61% de los
jóvenes). Sin duda, por esta razón, la Comisión Europea ha
preferido frenar a los impulsos más optimistas: “todavía queda
mucho para alcanzar un crecimiento capaz de crear empleo y salir
definitivamente de la crisis. Hay que seguir reconstruyendo y
reestructurando el sistema financiero, que es uno de los cuellos de
botella que hay que reparar del todo para que financie a la economía
real”.
Desafortunadamente,
continua “revoloteando el fantasma de la deflación”, a lo que
hay que añadir los efectos de las turbulencias en los emergentes
anteriormente comentados (como en el caso de Argentina o Brasil).
Según analistas de Goldman Sach “aunque Europa no se verá
afectada, si podría estarlo si la situación se deteriorara más,
con una especial atención en China, que podría suponer un riesgo
mayor”.
Otros analistas,
como Emilio Ontiveros de la AFI, apuntan a otro riesgo de la
eurozona: la consecución exitosa de la unión bancaria en la que se
ha embarcado la eurozona. “Dependiendo del rigor de las pruebas de
esfuerzo que el Banco Central Europeo hará a las entidades
financieras estaremos ante nuevas turbulencias o no.
La
región del euro consiguió finalizar el año 2013 con un crecimiento
interanual del 0,5%, pero este porcentaje queda lejos de los
registrados en EE UU, Japón y Reino Unido, cercanos al 3%. Esos tres
países han tenido bancos centrales menos titubeantes que el BCE. Esa
es una de las claves. La eurozona va a seguir en 2014 siendo el
lastre para que las economías desarrolladas tomen el relevo a las
emergentes como motor del crecimiento”.
Por
otro lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha mostrado su
preocupación por la evolución de los precios en la eurozona: cuándo
todos los países de una unión monetaria se han sumado al mismo
tiempo a una tendencia de IPC,s demasiado bajos (el aumento en el
nivel de precios fue del 0,8% en febrero) es necesario, según el
FMI, que el Banco Central Europeo (BCE) vuelva a bajar los tipos de
interés (en estos momentos en su nivel más bajo de la historia del
euro, un 0,25%) y proceda a una compra de activos o inyección de
créditos baratos para tratar de frenar esa perversa evolución.
La
realidad es que existen datos inquietantes: España, Grecia y Chipre
están registrando caídas de precios y otros 13 de la zona euro
tienen tasas iguales o inferiores al 1%. Esta circunstancia, unida a
la débil reactivación económica, con una débil demanda, hace
planear el peligro, que ya hemos reiterado en otras ocasiones, de
situación a la japonesa.
Los
expertos del FMI, aunque dicen no ver señales de deflación,
advierten de que las subidas de precios tan bajas genera problemas:
“el peso de la deuda en el PIB y de los intereses reales que pagan
crece. Además, la ventaja competitiva que supondría esa devaluación
interna pierde fuelle porque los países vecinos (y socios
comerciales) están haciendo lo mismo”.
La
inquietud la expresó con otras palabras la propia directora gerente
del Fondo, Christine Lagarde, durante su participación en el
foro económico en Bilbao. Si bien reconoció que el BCE ha tomado ya
medidas potentes para ayudar a la zona euro, recalcó que “hacen
falta incluso políticas y medidas más acomodaticias para hacer
frente a la baja inflación, por debajo del objetivo, y para lograr
un crecimiento duradero y más empleos”.
Por
otro lado, Bruselas ha mantenido a Alemania en el grupo de países
sujetos a vigilancia, como consecuencia de su abultado superávit
comercial, y ha vuelto a censurar su falta de inversiones, públicas
y privadas. Frente a los ajustes del sur de Europa, Alemania y las
economías centrales, no está haciendo lo debido para ayudar al
reequilibrio de la economía europea.
Fue
el pasado otoño, cuando el Ejecutivo comunitario se atrevió a
someter a Alemania a vigilancia por un superávit comercial de más
del 6% del PIB entre 2010 y 2012. Desde entonces, esa cifra no ha
hecho sino aumentar, lo que sitúa a Alemania dentro del llamado
procedimiento de desequilibrios económicos, un sistema de alerta
temprana en el que figuran una docena de países (entre ellos España,
tras su salida de la zona de máximo peligro). No obstante, las
sanciones, en el caso de Berlín, están casi descartadas.
Finalmente,
en la reunión de primeros de marzo, el BCE optó por mantener el
precio oficial del dinero en el mínimo histórico del 0,25%.
La
decisión se tomó bajo una fuerte presión a causa de las
discrepancias respecto a la caída generalizada y constante de los
precios y el consiguiente temor a la deflación. El hecho de que 13
economías de las 18 del euro, incluida Alemania, tienen tasas
iguales o inferiores al 1%, llevaron Mario Draghi a admitir la
posibilidad de ese riesgo.
ESPAÑA:
Aunque
el Gobierno pretende evitar cualquier similitud con los brotes verdes
del anterior Gobierno, el presidente Rajoy habló en el debate del
estado de la nación de que “el árbol estaba dando sus primeros
frutos”. No obstante, aunque el ministro de Guindos también había
afirmado que en el último trimestre del 2013, había crecido la
economía española un 0,3%, el INE ha señalado que el avance del
cuarto trimestre quedó en la mitad de lo anunciado (un 0,17%).
La
razón fundamental es que el consumo de las Administraciones Públicas
(equivale al 20% del PIB), descendió un 3,9% durante el tercer
trimestre. Para la mayoría de los analistas se trata de una caída
del gasto público tremenda e inesperada, incluso en estos años de
austeridad y recortes. Por tanto, afirman, que la recuperación
dependerá del vigor de las exportaciones españolas.
Un
dato positivo, ha sido que casi seis años después ha vuelto a
crecer algo el empleo. Durante el pasado febrero el número de
afiliados a la Seguridad Social subió en 61.557 trabajadores
respecto al mismo mes del año anterior (un 0,38% más) situándose
en una media de 16.212.304.
Sin
embargo este buen dato no oculta que en ese mismo periodo se han
perdido más de tres millones de empleos y que, incluso, con estos
números el mercado laboral español ha regresado al nivel de
ocupación del año 2003.
Menos
importante ha sido el comportamiento del paro registrado, que en
febrero disminuyó en
1.949 personas respecto a enero,
quedando la cifra de parados inscritos en las oficinas de empleo en
4,8 millones de personas.
Ahora
bien, los empresarios siguen sin apostar por la contratación
indefinida, que aunque se recuperó en enero ligeramente, el
porcentaje de compromisos fijos firmados todavía quedó en el 8,9%,
una tasa menor incluso que la del mismo mes de 2013.Ha aumentado la
contratación temporal, de forma según los datos de la Seguridad
Social, alcanza al 22% del total de afiliados.
La
realidad, es que el tirón se ha debido al crecimiento del trabajo
autónomo: tres de cada cuatro del total del aumento de la afiliación
se deben a quienes trabajan por cuenta propia.
Está
comenzando a estar claro, que el repunte del empleo se producirá en
puestos de peor calidad y más baratos. De ahí, que podría ocurrir
que, si bien anteriormente se necesitaban tasas de aumento del 2%
del PIB para crear empleo, actualmente se precisen menores. Habrá
que esperar a la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer
trimestre de este año.
Por
lo que respecta a los precios, el IPC bajó un 0,1% en febrero
respecto al mes de enero, por lo que se ha reducido en tres
décimas su
tasa interanual (el -0,1% durante el año) debido al descenso de
precios de los carburantes y lubricantes.
Lo
cierto es que este nuevo retorno a tasas negativas de variación en
el nivel de precios sacude de nuevo al fantasma de la deflación: una
situación de caída generalizada de los precios que puede resultar
muy perjudicial para la economía, ya que se puede entrar en una
espiral de la que es muy difícil salir: como no hay consumo
suficiente, las empresas abaratan sus productos para animar a las
ventas, pero los consumidores siguen sin hacerlo porque creen que
continuarán cayendo los precios. La consecuencia son más despidos,
cierres de empresas, impagos, etc. El peor escenario posible.
Pues
bien, con el dato comentado de febrero, ya son seis los meses en los
que el IPC interanual se mueve en tasas muy bajas.
En
el lado positivo, hay que señalar que la balanza por cuenta
corriente, que mide los intercambios de bienes, servicios y rentas
con el resto del mundo, acumuló el año pasado un saldo positivo de
7.130 millones, equivalente al 0,7% del PIB. Económicamente,
significa que la economía está gastando menos de lo que puede. Es
decir, está ahorrando.
Además,
si le sumamos el saldo de la balanza de capital (que incluye las
transferencias de la UE para acometer inversiones), la capacidad de
financiación de la economía española ronda los 14.700 millones, un
1,4% del PIB.
El
paso de un déficit exterior de 105.000 millones a un superávit de
poco más de 7.000 millones, se debe tanto a los efectos negativos de
la crisis como al impulso exportador de las empresas españolas y a
la pujanza del turismo. Entre 2007 y 2013, los ingresos en la balanza
por cuenta corriente han aumentado en 53.000 millones de euros, pero
los pagos han descendido aún más, en casi 60.000 millones. Y eso
refleja, sobre todo, el derrumbe de las importaciones por la caída
del consumo y la inversión.
La
disminución del déficit comercial explica la mayoría del
ajuste: el intercambio de mercancías arrojaba hace seis años un
saldo negativo de 90.000 millones, que ahora se ha quedado en poco
más de 11.000. Además, también contribuye la mejora continuada del
superávit del turismo (se ha ampliado en 6.000 millones) o que los
servicios a empresas se apunten en 2013 un confortable saldo
positivo.
Por
último, el déficit de la balanza de rentas ha caído a la mitad (de
32.000 a 16.000 millones), debido sobre todo a que las remesas
enviadas por españoles desde el extranjero se han equilibrado con
las que los inmigrantes mandan a sus países de origen.
El
recorte del déficit comercial, sin embargo, ha perdido intensidad en
la segunda mitad del año. Y eso hace que el saldo positivo por
cuenta corriente acumulado en 2013 (0,7% del PIB) se haya quedado
lejos del que pronosticaba el Gobierno (un superávit del 1,7% del
PIB), o incluso, del que anticipaba la Comisión Europea (un 1,1% del
PIB).
En
relación a la devaluación salarial interna de la economía
española, el Banco de España ha señalado en su Boletín de
febrero que “los datos conocidos hasta el momento se quedan cortos
y que la devaluación salarial es mayor de lo observado hasta ahora
en las estadísticas”. Tomando los datos de las cotizaciones a la
Seguridad Social, cree que la duplica. “El proceso de moderación
salarial que arrancó en 2010 podría ser más intenso de lo que
indican las estadísticas agregadas sobre costes laborales”.
Durante
los primeros años de la crisis (2008 y 2009), los salarios crecieron
con fuerza, y en el 2010 arrancó su moderación.
Ya
en los últimos años se tuvieron lugar bajadas, que se acentuaron
en 2012 al hilo del pacto salarial al que llegaron los sindicatos y
la patronal, a la reforma laboral y la supresión de la paga
extraordinaria de Navidad de los empleados públicos. Durante el año
2013 el retroceso se frenó, en buena medida porque los funcionarios
cobraron otra vez 14 nóminas y no 13.
La
devaluación salarial es una de las apuestas del Gobierno en
política económica para recuperar la competitividad perdida por la
economía española. La venían demandando organismos internacionales
(FMI, OCDE, Comisión Europea), y la patronal CEOE.
Finalmente,
citar que el Instituto de Estudios Fiscales (IEF), el cuerpo de élite
del Ministerio de Hacienda para proyecciones tributarias y
económicas, augura que “la recuperación del nivel de generación
del PIB conseguido en el primer trimestre de 2008 se producirá en el
tercer trimestre de 2017”. Es decir, que la economía española
tardará diez años en recobrar la capacidad de crecimiento previa a
la crisis.
En
el informe del IEF, titulado La
economía española, su evolución y escenarios para la recuperación,
se realizan predicciones de la economía hasta 2019, estimando que en
ese momento crecerá en torno al 3% el PIB español.
Igualmente,
se afirma que dentro de cinco años, en 2019, la tasa de paro aún
seguirá por encima del 15%. Y eso a pesar de que, según el informe,
la reforma laboral ha provocado que sea necesario crecer menos para
crear empleo. “De los resultados de las simulaciones se estima
que sería posible crear empleo en términos netos el primer
trimestre de 2015, lo que coincidiría con un crecimiento del PIB de
alrededor de un 1%”. Esta previsión es más conservadora que la
del propio Gobierno que considera que este mismo año se podrá crear
empleo neto. Para apuntalar la recuperación, “la Comisión Europea
debería plantearse la posibilidad de desarrollar un nuevo plan
Marshall que posibilitara ver la luz al final de este largo túnel”.
Prosigue
el informe que “es de gran importancia adoptar un conjunto de
medidas para garantizar la liquidez de las entidades financieras para
hacer fluir el crédito. Igualmente, es necesario impulsar las
exportaciones y otras actividades, como el turismo, como principales
motores de crecimiento”.
El
equilibrio del sector exterior se romperá de nuevo en 2016 cuando
las importaciones pesarán más que las exportaciones. La demanda
nacional, uno de los tradicionales motores de la economía española,
no tendrá vigor hasta principios de 2015.
Los
componentes de la demanda nacional: gasto público, formación bruta
de capital (inversiones) y consumo de los hogares están en mínimos.
Por eso, el IEF cree que “si se llevan a cabo las políticas de
ajuste adecuadas y se consigue recuperar la confianza de los hogares
mediante la generación de empleo, expectativas de crecimiento, una
adecuación de la presión fiscal, todo basado en una mejora de la
competitividad exterior, junto con una recuperación de la inversión
es previsible esperar un crecimiento del PIB por encima del 2,0% a
partir de 2016”.
MERCADOS:
La
Bolsa española ha registrado en febrero una subida del 1,96 por
ciento, el mejor resultado mensual desde octubre pasado, aunque haya
resultado ser la menor revalorización entre las principales plazas
internacionales, según datos del mercado.
Así,
en Europa, ocupó el primer puesto por ganancias París, con un alza
del 5,82 por ciento, en tanto que Milán ganó el 5,27 por ciento;
Londres, el 4,6 por ciento; el índice Euro Stoxx 50, el 4,49 por
ciento, y Fráncfort, el 4,14 por ciento.
De
las plazas asiáticas, Hong Kong avanzó el 3,14 por ciento y Tokio
perdió el 0,49 por ciento. En Wall Street, el índice S&P 500 se
situaba en máximos históricos y subía el 4,7 por ciento este mes y
el Dow Jones de Industriales el 4,25 por ciento.
La
intención de la nueva presidenta de la Reserva Federal, Janet
Yellen, de continuar con la política monetaria aplicada por su
antecesor y de retirar con cuidado y moderación los estímulos al
sistema financiero, permitió que Wall Street registrara varios
máximos históricos a lo largo de febrero, alentando a la Bolsa.
Algunos
resultados empresariales de cierre de 2013 también impulsaron a la
bolsa: las compañías del IBEX ganaron 19.075 millones (el año
pasado perdieron 8.319 millones).
En
relación al mercado de la vivienda, señalar que aunque la caída de
precios de la vivienda libre se ha moderado respecto a trimestres
anteriores, ha sufrido una nueva rebaja del 4,2% durante el año
pasado y encadena seis años de descensos. La Rioja (con una caída
del 16,4%), Castilla-La Mancha (-12,3%), Cantabria (-12,2) y Aragón
(-11,5%) son las comunidades autónomas donde más disminuyó el
precio del metro cuadrado de la vivienda libre durante el año
pasado.
Por
el contrario, Baleares (con un aumento del 3,6%), Madrid (2,1%),
Galicia (0,5%) y Canarias (0,3%) ya presentan subidas en el precio.
Destacan
la caída en el valor de las viviendas en Ávila (un descenso del
19,5%), Guadalajara (-15%) y Toledo (-15,3%). Estas poblaciones
próximas a Madrid fueron protagonistas durante el boom inmobiliario
por acoger grandes desarrollos urbanísticos para atraer a personas
que trabajaban en la capital. Estas viviendas, muchas en manos del
banco malo, están saliendo al mercado a precios muy rebajados.
EMPRESAS:
Muchos se
escandalizaron cuando Google anunció la compra de YouTube por 1.650
millones de dólares. Siete años después, Facebook paga 11
veces más por el popular servicio de mensajería WhatsApp.
Los
19.500 millones de dólares (unos 14.000 millones de euros) que se
ponen sobre la mesa parecen igualmente una locura. La mayoría le ve
más sentido estratégico que económico, al menos a corto plazo, y
al tratar de ver la racionalidad en la operación, muchos ven la
clave en el tiempo que dedican los usuarios a cada aplicación en sus
dispositivos.
Además,
Facebook se refuerza en el móvil y elimina a un potencial competidor
o, más aún, evita que caiga en las manos de algún rival, como
Google, del que se dice que estaba dispuesto a pagar 10.000 millones
de dólares por WhatsApp.
El
mercado, tras las dudas iniciales, bendijo la operación y las
acciones de Facebook mantuvieron el tipo. Pese a las cifras y las
preguntas, en Wall Street se evita hablar de una nueva burbuja
tecnológica.
Se
trata de la quinta mayor operación en la historia de la industria
tecnológica, y es la mayor operación de la red social y en la
historia reciente de Silicon Valley.
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