La aportación del saldo
exterior al PIB español, que venía siendo positiva, se ha invertido durante el
primer trimestre de este año: las exportaciones han descendido y las importaciones
han aumentado –las segundas más que las primeras- como consecuencia de la
recuperación del consumo de algunas regiones y zonas, y de la inversión
empresarial (uno de los rasgos más positivos de la incipiente recuperación
económica).
ESTADOS UNIDOS:
El crecimiento de
Estados Unidos durante este primer trimestre de 2014 ha sido muy malo, ya que
resulta que su actividad económica, medida por el crecimiento del PIB
estadounidense, sufrió una disminución del 1% entre los meses de enero y marzo.
No obstante, se espera un repunte
importante superado el pasado crudo invierno.
El PIB se detuvo al iniciar
el año 2014, hasta el extremo de suponer el peor resultado en tres años y el
primer negativo desde el comienzo de 2011. En términos intertrimestrales, la disminución
es del 0,25%, siendo el motivo de la caída la disminución habida del 5% en la
inversión en el sector inmobiliario y del 1,6% en la inversión en general de
las empresas.
Respecto al sector
exterior, también contribuyó negativamente la balanza comercial, con una caída
del 6% de las exportaciones, y un aumento de las importaciones del 0,7%. También
disminuyeron los inventarios suponiendo implícitamente una menor producción. El
consumo subió un 3,1%, pero por el efecto de un mayor gasto en calefacción, y
por el mayor gasto en salud por Obamacare (nombre no oficial de “la ley de
protección de pacientes y cuidados de salud accesibles” que fue aprobada como
tal, y que reforma a los servicios de salud para mejorar el sistema de cuidados
de los americanos. Su principal objetivo es darles acceso a servicios al
alcance de sus posibilidades, mejorando así la calidad, regular la industria de
aseguradoras y reducir el gasto excesivo de estos servicios).
Aunque la débil
contracción económica es la segunda que se registra desde el fin de la crisis,
el PIB de Estados Unidos está creciendo a un ritmo medio del 2% desde hace
cinco años. Es una expansión moderada, irregular y situada por debajo de su potencial
de crecimiento. No obstante, la mayoría de los analistas confían en que para
final de año la economía crezca algunas décimas por encima del 3% y que se
mantenga durante todo el 2015.
La Reserva Federal, superado
el dato -mucho peor del esperado- continua con el proceso de retirada de
estímulos que estará totalmente desmantelado para el próximo otoño. Actualmente
está comprando deuda pública e hipotecaria por valor de 45.000 millones de
dólares mensuales, la intensidad con la que empezó la tercera ronda en
septiembre de 2012. Y por otro lado, se espera que la primera subida en los tipos
de interés tenga lugar dentro de un año.
El banco central
estadounidense (Fed) está convencido de que estos problemas en el comienzo 2014
son meramente temporales. De hecho, el acta de la última reunión de abril, refleja que los miembros del banco central
debaten ya los distintos mecanismos para volver a la normalidad monetaria. Sin
embargo, no hay tomada ninguna decisión al respecto y lo que prima es el
mensaje que se lanza a Wall Street sobre sus intenciones.
JAPÓN:
Se ha conocido con
cierto optimismo que, según ha informado
el Gobierno nipón, el índice de precios al consumo (IPC) de Japón subió, en
tasa interanual, al 3,2% en el pasado mes de abril.
Supone ya once meses
consecutivos al alza y es la tasa más alta desde 1991. El impulso se debe, en
gran medida, al incremento del IVA durante este mes. El IPC que excluye los
alimentos frescos por su excesiva volatilidad, también registró un incremento
del 2,2% con respecto a marzo.
Este avance coincide
con la subida habida durante el pasado 1 de abril del impuesto sobre el
consumo de un 5% al 8% (un alza
histórica en Japón). El incremento, además, está en línea con las previsiones
del banco central de Japón, que en abril de 2013 activó un agresivo paquete de
estímulo monetario , conocido como “abenomic” en honor al ministro de finanzas
japonés Abe, para poner fin a la persistente deflación que ha afectado al país
durante 15 años. El objetivo del banco emisor es situar el incremento del IPC
en torno al 2% para 2015.
A pesar de que el
importante incremento de abril es una buena noticia para las autoridades, la
principal subida la registraron, un mes más, los precios de los combustibles,
la electricidad y el agua, que subieron un 6,9% más que en el mismo mes de
2013.
Muchos analistas, sin
embargo, alertan respecto a que estas subidas de precios no reflejan la
realidad económica de Japón, ya que al mantener cerradas sus plantas nucleares
a raíz del accidente en Fukushima en marzo de 2011, se ha tenido que
incrementar la importación de hidrocarburos para compensar ese déficit en
generación atómica.
La economía de Japón
creció desde enero a marzo a su mejor ritmo en más de dos años, y sin embargo,
este dato no ha producido ninguna euforia ya que los pronósticos apuntan a un
frenazo proporcional en el segundo trimestre de este ejercicio por los efectos
de la comentada subida del IVA.
El producto interior bruto (PIB) nipón se
expandió un 1,5% con respecto al trimestre anterior y un 5,9% en relación al mismo
periodo de 2013 impulsado principalmente por la escalada de la demanda que
precedió al incremento del impuesto sobre el consumo.
La inversión empresarial,
otro importante componente del PIB nipón, creció durante el primer trimestre,
gracias a que las empresas invirtieron esperando una subida de su demanda.
Dado que Japón
solamente ha tenido tres incrementos del IVA en toda su historia, la mayoría de
analistas pronostica que su economía sufrirá un parón entre abril y junio (los
pronósticos menos halagüeños hablan de una contracción de más del 3 por ciento)
a consecuencia de la consiguiente caída
del consumo.
El Gobierno japonés ha
señalado que, dependiendo de lo que ocurra en el trimestre actual, adoptará su estrategia
para los próximos meses. En ese sentido, los inversores nipones estarán muy
pendientes de la profundidad que tenga el parón en la demanda durante este
periodo, ya que un frenazo considerable podría invitar al Banco Central de
Japón (BoJ) a aprobar una nueva inyección adicional de dinero para
así poder conseguir el objetivo de acabar con la deflación en el país.
En cualquier caso, el
BoJ ha subrayado ya la necesidad de que su política monetaria venga acompañada
de una serie de condiciones que permitan que el país alcance una inflación del
2% interanual para el 2015, lo que le permitiría entrar en un ciclo más estable
de crecimiento.
Entre estos requisitos
se habla de una reforma que flexibilice el mercado de trabajo de Japón, o el
que la subida en los precios se compense con incrementos salariales (dos
objetivos que el Gobierno Abe aún está lejos de resolver). Pero sobre todo, es necesario
que Japón, que siempre fue una gran potencia exportadora, vuelva a la senda de saldos
comerciales positivos.
Y es que a pesar de que
sus exportaciones crecen (lo hicieron un 6% intertrimestral) las importaciones
aumentan aún más (un 6,3%), como hemos citado, a consecuencia de las crecientes
importaciones de crudo petrolífero debidas a la parada de
sus plantas nucleares a partir del grave accidente nuclear de Fukushima.
De momento, el primer
ministro nipón tiene previsto presentar en junio los detalles pormenorizados de
su plan de reformas estructurales que se centra en el sector agrícola y
sanitario, y en lograr una mayor incorporación de la mujer al mercado laboral
nipón, uno de los más desiguales del mundo desarrollado.
EUROZONA:
La economía alemana con
los minijobs ha conseguido tasas de paro reducidas y se financia a tipos de
interés históricamente bajos. Por todo ello, las autoridades germanas no desean
cambios en política económica europea. Ahora bien, la realidad se impone, ya
que la eurozona cerró el primer trimestre con un muy débil crecimiento del
0,2%.
La fractura Norte-Sur
empieza a transformarse en una enorme brecha entre Alemania, que crece el 0,8%,
y casi todos los demás. Con el ya clásico recetario alemán de recortes y
reformas, dos de sus satélites —Holanda y Finlandia— presentan ya graves
problemas, Francia e Italia vuelven a atascarse con un estancamiento que
resulta peligroso, y en la parte sur europea solo España registra un leve
crecimiento.
El PIB español alcanzó
una subida del 0,4% hasta el mes de marzo, por encima de la media, aunque la
realidad es que, nada menos, que la mitad de ese avance proviene de haber
guardado facturas del sector público en el cajón a finales de 2013 (como es
sabido, la producción que aporta al PIB el sector público se mide por su gasto
o consumo público).
Los datos trimestrales publicados
por Eurostat (Oficina Estadística Europea) son bastante malos, reflejando
esa disparidad entre la economía alemana y el resto.
El peligro es que la
Gran Recesión europea podría convertirse en un largo estancamiento acompañado de fuerte
paro. La política de la austeridad ha tenido unos efectos muy profundos en ese
sentido, y sin embargo, algunos como Bélgica, Finlandia, y Holanda preparan
nuevos y ambiciosos tijeretazos, a la vista de que la primera ronda no dio los
resultados previstos. Francia e Italia, además, han activado una dura
agenda de reformas, que en el caso francés incluye la congelación de sueldos
públicos, pensiones y prestaciones.
Todo ello, ha dado
lugar a un panorama poco alentador: un muy improbable despegue económico de
unas economías muy endeudadas, una zona de peligro por la situación de bajos
precios, y un euro demasiado apreciado.
Sin embargo, aunque los
índices de confianza han mejorado: España, Irlanda y Portugal acaban de salir
de sus rescates, las expectativas económicas no acaban de mejorar. La banca se
enfrenta a un año de exámenes que puede deparar sorpresas en Italia,
Francia y quizá algún otro país.
Un tercio de los países
del euro reflejan retrocesos del PIB en el primer trimestre, y quizá hay
algunos que han entrado en recesión (Irlanda, Grecia y Croacia).
Sorprende algo que los
“celebres” mercados, no se den por enterados: los intereses de la deuda están a
niveles históricamente bajos en varios países por las, hasta hace poco, promesas
del BCE (posteriormente comentaremos las importantes actuaciones ya decididas) y
por la llegada de capitales desde Rusia y los emergentes. No obstante, algunos
recuerdan como viran en poco tiempo esas situaciones: “los espaldarazos de los mercados
al euro en los años de bonanza justo antes de sobrerreaccionar en sentido
contrario cuando explotó Grecia”.
Por otro lado, el Fondo
Monetario Internacional (FMI) con sus ya tradicionales presiones a Alemania
para que acometa "una mayor inversión pública y privada, así como una
reforma del sector servicios para impulsar la actividad y generar efectos
positivos en el resto de la zona euro".
Frente a la ortodoxia
de la disciplina fiscal defendida por Alemania, el FMI ha emplazado a la
economía germana a "reforzar su papel como ancla de la estabilidad
regional".
El Fondo señala que se
precisa "una mayor inversión en infraestructuras de transporte", opinando
que el plan del Ejecutivo germano de impulsar este área resulta demasiado
modesto. "Una inversión adicional de medio punto con relación al PIB por
año en los próximos cuatro años podría financiarse sin vulnerar las normas de
estabilidad fiscal", apunta el Fondo.
No obstante, el FMI
critica –en su línea tradicional en lo relativo al mercado de trabajo- otras medidas como el nuevo salario mínimo
germano, ya que "aunque ayudará a combatir la desigualdad", generará
"riesgos de agravar el desempleo en algunas regiones". Dice el comunicado del FMI, que esta medida
alemana afectará a alrededor de un 20% de trabajadores en algunos estados
federales "donde el paro es relativamente alto". En el mismo ámbito
de cosas, la institución también advierte del incremento de costes por la
mejora de algunas pensiones alemanas.
Las presiones y el
panorama descrito han llevado a que, finalmente, el presidente del Banco
Central Europeo (BCE), Mario Draghi, haya sacado casi toda la artillería
disponible para inundar de liquidez la eurozona:
Ha rebajado los
tipos de interés al mínimo en sus 15 años de historia, rozando ya el 0%, y
ha impuesto una tasa de depósito negativa para cobrarle a los bancos que depositan
su dinero ocioso en el propio BCE.
Ha impulsado una nada
despreciable “barra libre de liquidez” de hasta 400.000 millones de euros a la
banca a cambio de que preste ese dinero a empresas y consumidores.
El BCE en este último
intento trata de sacar a la economía europea de la desesperadamente lenta,
(casi estancamiento económico); una
banca incapaz de prestar; un euro extremadamente fuerte y, finalmente, del
llamado “fantasma de la deflación… en fin, una situación que puede malograr, o
mejor dicho mostrar, la ineficacia de los dolorosos ajustes económicos de los
últimos años.
Sin duda por todas
estas circunstancias el BCE ha activado todas estas medidas excepcionales de
liquidez.
Quizá lo más importante
de la comparecencia de Draghi sea que señaló “que no hemos terminado aquí”, ya
que en el plazo de un año examinará si estas medidas han funcionado. En caso
contrario, “el BCE está listo para nuevas medidas extraordinarias”. De esta
forma, ha subrayado que le falta tan
sólo un escalón y medio de un programa de compra de activos a gran escala, como
el acometido por Estados Unidos e Inglaterra.
La región del euro no
está en la unidad de cuidados intensivos pero, claramente, se enfrenta a una
“situación a la japonesa”, y contra ello en estos momentos ha reaccionado el
BCE. Algunos se han preguntado respecto a “si aún estamos tiempo”. Esperemos
que así sea.
La realidad, es que
frente al “optimismo profesional de los líderes europeos”, este fuerte impulso
del BCE ha dado lugar a reacciones en Alemania: la patronal bancaria germana a
continuación ha acusado a Draghi de “expropiar a los ahorradores alemanes” y de
desincentivar las reformas en el Sur, ahondando en lo que algunos ya han
llamado “cuento moral que hace de la crisis de la periferia una historia de
despilfarro frente a la rectitud del Norte”.
Una vez que la política
monetaria europea se ha adentrado en una zona, hasta ahora desconocida, sus
efectos no son en absoluto fáciles de predecir.
La rebaja de los tipos
oficiales hasta el 0,15% y la tasa de depósito negativa (-0,10%) son una señal:
el BCE está dispuesto a hacer lo que sea si la inflación no escala al 2%. Algo
ayudará, pero sus efectos sobre la economía real son limitados, incluso en el
caso de los tipos negativos de depósito. Por eso, el BCE ha acompañado estas
bajadas en el tipo de interés, que según se ha afirmado ya no bajará más, de
importantes medidas de liquidez.
Sin duda la más
destacable, es una “barra libre de liquidez” a cuatro años, estrechamente
vinculada a que los bancos que pidan dinero a tipos de interés muy bajos necesariamente
presten después esos fondos al sector privado.
Esa medida se activará
en cuatro tramos, y se agotará en 2018, lo que asegura liquidez de sobra hasta
entonces. El BCE confía en que la fórmula elegida permita desatascar el crédito
y, de paso, contribuya a afianzar la recuperación. Pero el propio Draghi
admitió que fórmulas similares, como la ensayada por el Banco de Inglaterra,
han funcionado mal. “Sus efectos se dejarán notar en un plazo de tres o cuatro
trimestres”, apuntó el italiano, que avisó a las entidades que el Eurobanco
“chequeará puntualmente” la necesaria concesión de créditos.
Junto con esos
préstamos baratos condicionados a que la banca abra el grifo del crédito, el
BCE prolonga otra barra libre de liquidez a tipos de interés fijos, y suspende
la esterilización (no drena liquidez del sistema) de uno de sus programas de
compras de activos.
En definitiva se trata
de una lluvia con un importe de medio billón de euros y algo más de 600.000
millones, dentro de esa carrera de fondo que consiste en seguir “dando muletas”
a la banca hasta que sea capaz de recuperarse por sí misma y de prestar.
Y no sólo lo anterior,
Mario Draghi también anunció que el Eurobanco intensificará los trabajos para
poner en marcha un programa de compra de créditos a las Pymes. El objetivo es
el mismo: engrasar la maquinaria del crédito, incentivando los préstamos a
empresas pequeñas y medianas (los denominados ABS), que después la banca podrá
empaquetar y colocar en la ventanilla del BCE a cambio de dinero contante y
sonante. Para la gran mayoría de analistas, “esta sí empieza a ser una medida
que podría marcar diferencias”.
La verdad, es que
frente a los cantos más ortodoxos que advertían ya hace tiempo de la
hiperinflación que desencadenarían las principales medidas excepcionales adoptadas
ya hace un lustro, la inflación no aparece (todo lo contrario). Además de que los
bancos centrales que han sido más activos (EE UU, Reino Unido, Japón) han
sorteado mejor la crisis.
Draghi explicó que “la
salida del túnel en Europa es más lenta de lo esperado (un alza del PIB
diabólica, el 0,2%) y la inflación es menor de lo previsto. Los riesgos son
claramente a la baja: geopolíticos, en los emergentes, en el sector financiero,
con una demanda interna y una exportación que flojean”.
Según las últimas previsiones,
los precios subirán en este 2014 un 0,7%, un 1,1% en el 2015, y un 1,4% durante
2016 en el 1,4%. Evidentemente, muy alejados del “sagrado 2%”. “Cuanto más
tiempo pasa en ese nivel, más peligro para la economía”, resumió, aunque
precisó que “sigue sin ver riesgo de
deflación”.
Si, como hemos
señalado, el horizonte no mejora habrá
que ir ampliando el vocabulario de la crisis con la versión europea del “Quantitative
Easing”, traducido como flexibilización cuantitativa o compras de activos a
gran escala. Un auténtico “bombazo” con toda propiedad.
ESPAÑA:
La inflación baja (más
cerca del 0%) parece afianzarse en la
economía española. La estimación preliminar del índice de precios de consumo
(IPC), publicada por el Instituto Nacional de Estadística, adelanta que en
mayo se registró una subida anual de apenas un 0,2% (dos décimas menos que en
abril). Los precios vuelven así a dar señales de estancamiento, tras el repunte
que registraron durante abril por el habitual efecto alcista de la Semana
Santa.
Para conocer las
razones de este nuevo retroceso en el IPC habrá que esperar al detalle de la
estadística. Por lo pronto, el INE anticipó que las dos décimas perdidas se
explican sobre todo por el abaratamiento de los alimentos. La moderación de los
precios ha vuelto a desbordar la predicción de los analistas, que anticipaban
una inflación para este mes entre el 0,3% y el 0,4%. Además, la comparación con
los precios del petróleo de 2013, que subieron en verano, permite vaticinar que
la inflación seguirá siendo muy baja en los próximos meses, y que en el
promedio del año apenas levantará unas décimas del 0%. El adelanto del IPC
armonizado —comparable con el resto de la zona euro—, refleja también un mínimo
incremento del 0,2%.
Por otro lado, los buenos
datos publicados por el Ministerio de Empleo relativos al Paro Registrado y
afiliación a la Seguridad Social, que en la pasado mes de mayo han mejorado en
alrededor de 200.000 personas, pone de relieve que tan sólo un 4,4% de los contratos
que se hicieron en el mes de mayo son indefinidos y a jornada completa. Es
decir, cuando la mayoría de los trabajadores pretende un empleo fijo y de ocho
horas diarias, sólo cuatro de cada 100 lo consiguieron.
Las cifras de mayo
evidencian además que pese al plus para la contratación indefinida de la tarifa
plana, con una cotización de 100 euros o de la mitad en jornada parcial, esta
modalidad sigue sin utilizarse ya que las empresas siguen apostando por la
contratación temporal. Así, en mayo se realizaron 115.935 contratos indefinidos
en total, lo que representa el 7,9% del total de la contratación, mientras que
en abril llegó al 9,5%. Además, si en abril se formalizaron 60.520 contratos
fijos a jornada completa, en mayo la cifra se ha reducido en 4.000 y en otros
3.000 el número de contratos indefinidos a tiempo parcial.
El Gobierno ha
facilitado por primera vez los resultados de contratación indefinida con la
tarifa plana desde el 25 de febrero sin aclarar cuántos de ellos son a jornada
completa, por horas o cuántos son conversiones de temporales. Sólo se han
realizado 68.621 contratos. Es decir, uno de cada cinco contrataciones fijas
obedecen a esta fórmula. De momento, sus resultados son excesivamente escasos.
Por otro lado, en el
momento en el que los contribuyentes hemos de poner al día nuestras cuentas con
Hacienda, un informe elaborado por la Universidad de Zaragoza ha revelado que
el fraude fiscal por el IRPF –la figura que aporta casi la mitad de la
recaudación tributaria- se eleva hasta
el 1,7% del PIB, lo que supone unos 20.000 millones de euros.
Sin embargo, es también
relevante otro estudio de la Agencia Tributaria que señala que los, durante el
primer trimestre de 2014, los contribuyentes abonaron por sus rentas el tipo
medio impositivo más alto desde 1995, cuando arranca la serie histórica de la
base de datos de la Agencia Tributaria.
La subida del impuesto
sobre la renta aprobada por el Gobierno de Rajoy en diciembre de 2011, nada más
llegar a La Moncloa, incrementó la tarifa máxima del IRPF —el impuesto cuenta
con siete tramos— hasta situarla entre las más altas del mundo: el 52%. El
Ejecutivo ha ido sucesivamente limitando las deducciones en el IRPF —suprimió
la desgravación por adquisición de vivienda desde 2013— y estableció un gravamen
adicional para premios de loterías. Ello elevó el tipo medio del impuesto a
máximos históricos.
En 2014 es cuando las
medidas están desplegando todos sus efectos. Y, por eso, el tipo medio del
IRPF ha aumentado hasta el 14% durante el primer trimestre del año, el
mayor en los últimos 77 trimestres, según los datos difundidos por la Agencia
Tributaria. Esta tasa es algo más de dos puntos más elevada que la media
histórica, sita en el 11,7%. Los casi 19 millones de contribuyentes que pagan
el impuesto sobre la renta lo están haciendo al tipo medio más alto de los
últimos 19 años. Y esto a pesar de que la crisis y la reforma laboral han
provocado una contracción de los salarios que tiende a reducir el tipo.
Además, de la subida de
impuestos acometida por el Gobierno hay otros factores que explican el hecho de
que los ciudadanos paguen de media cada vez más impuestos por sus rentas
salariales. Y es que según la Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas), "el
individuo que paga impuestos cada vez paga más”.
En otro orden, se ha
sabido que los funcionarios de INE están tratando de buscar cifras que le
permitan estimar cuanto aportan la prostitución y la droga al PIB de la
economía española.
El Gobierno —de la mano
de Eurostat, (Oficina Estadística Europea) está trabajando para medir una parte
de la economía ilegal e incorporarla al producto interior bruto (PIB).
También lo están
haciendo otros países europeos. El Reino Unido, por ejemplo, ya tiene los
resultados que indican que la prostitución, el tráfico de drogas y el
contrabando suponen unos 10.000 millones de libras de la riqueza nacional,
(unos 12.300 millones de euros), unas seis décimas de su PIB, según ha
informado la Oficina Nacional de Estadística británica (ONS).
“Hay un reglamento de
la Unión Europea (UE) por el que una parte de la economía ilegal (prostitución,
tráfico de drogas y contrabando) tiene que estar incluida en el cálculo del PIB
antes de 2016”, han explicado desde el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Otros países como
España, Italia o Bélgica, aprovecharán el profundo cambio en la forma de
calcular del PIB (se revisará el censo y se incorpora la normativa contable SEC
2010 en detrimento del SEC 95) para incorporar el impacto de las actividades
ilegales que, como hemos señalado, será obligatorio a partir de 2016.
Fuentes gubernamentales
aseguran que Bruselas les obliga a comunicar antes del próximo agosto una
estimación sobre el impacto de todos estos cambios en el PIB. España ya ha
informado de que el cambio contable y la revisión del censo supondrán un
aumento de entre un 1% y un 2% del PIB. A eso habrá que añadir el efecto de la
economía “no registrada”.
Realmente, da la
impresión de que se trata de incrementar el PIB a toda costa.
No resulta nada fácil
cuantificar el impacto de estas actividades sobre la economía, admiten fuentes
oficiales, que justifican que, sin embargo, existen metodologías para hacerlo.
Por ejemplo, explican, para el tráfico de drogas se tendrá en cuenta la
cantidad de estupefacientes incautados por la policía. Se estimará qué
porcentaje supone del tráfico total y se extrapolará para obtener una
aproximación del impacto de la producción y el tráfico de droga en la economía.
MERCADOS:
El Ibex 35, el
índice de referencia del mercado español, alcanzó un tope de 16.040 puntos el 9
de noviembre de 2007. Al año siguiente se hundió un 39%. En poco más de
cuatro años el parqué perdió el 60% de su cotización.
Se han cumplido más de seis
años, y no se ha conseguido recuperar ese máximo histórico: el Ibex aún
necesita crecer un 48% para recuperar el terreno perdido.
Sin embargo, hay quien
ha ganado dinero con la Bolsa en los últimos meses. El Ibex 35 ha cumplido,
igualmente, seis meses seguidos de
ganancias mensuales y el año pasado cerró con una subida del 21%. Hoy por hoy,
España ha recuperado el favor de los grandes fondos, y se ha beneficiado del
nuevo apetito por el riesgo de los inversores.
Pero lo que dejaba
detrás de ese buen dato de 2013 fueron tres años seguidos de bajadas. Por eso,
a esos casi 10.800 puntos en los que aproximadamente se encuentra en estos
momentos, le faltan aún más de 5.000 puntos.
Lo que pase con estos miles
de puntos perdidos está íntimamente ligado con lo que ocurra con la banca: solo
el Santander y el BBVA ya representan el 30% de la cotización del gran índice
de referencia y, si añadimos a las entidades medianas (Caixabank, Bankia,
Popular, Sabadell y Bankinter) el peso del sector se eleva al 40%. Y la banca
española, que ha visto como se intervenía a una tercera parte del sector, aún
se enfrenta a dificultades.
EMPRESAS:
Las compañías cotizadas
en Bolsa han publicado los informes con las retribuciones de sus consejos de
administración. Es la primera vez que se conoce con detalle el sueldo de los
administradores.
Las cifras que se han
conocido desvelan una alta desigualdad salarial entre la cúpula y el resto de
trabajadores. Un dato que ilustra este desfase es que los consejeros ejecutivos
mejor pagados de las compañías del Ibex 35 ganaron de media 75,5 veces más que
sus plantillas en 2013, según cálculos publicados por a partir de los datos
registrados en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Finalmente, se ha
vuelto a avivar el debate de hasta qué punto los blindajes de los directivos (en
el Ibex hay 881 directivos con contratos acorazados) pueden llevar a
recompensar una gestión cuestionable.
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