lunes, 13 de octubre de 2014

La caída del crecimiento potencial en las economías. Es preciso que las autoridades reaccionen.

“Las grandes economías desarrolladas, sobre todo Japón y la zona euro, podrían afrontar un periodo de estancamiento secular. Lo que está pasando en Europa es que  no funcionan las medidas, y lo que siguió en Japón fueron 15 años de deflación y crecimiento funesto”. La frase no corresponde a un clarividente que ha consultado su bola de cristal, sino al Fondo Monetario Internacional en su último Informe “Perspectivas de la Economía Mundial”.
No deja de sorprender que una institución tan alérgica a los déficit públicos, se haya transformado en una fuerte defensora de la inversión pública como motor que mueva a la actividad económica y consiguiente creación de empleo.
El crecimiento potencial, es decir, aquel que podría conseguirse en el PIB utilizando todos los recursos disponibles, está decreciendo tanto en las economías emergentes como en las desarrolladas.
En la mayor economía mundial, Estados Unidos, existen temores respecto a la evolución de su productividad. El Fondo ha estimado para Estados Unidos una caída en su crecimiento potencial al 2%.
La institución de Christine Lagarde ha reclamado inversiones en infraestructuras y más reformas, sobre todo en la obra pública, ya que las nuevas y viejas potencias parecen condenadas a crecer menos los próximos años.
El Fondo Monetario Internacional también ha expresado sus dudas respecto al corto plazo, y admitiendo que a veces ha errado en sus previsiones, las ha rebajado. Ha influido en ello,  los riesgos como el conflicto de Ucrania o el efecto miedo que pueda generar el brote de ébola. “El repunte proyectado puede de nuevo no materizalizarse o quedarse corto”, ha advertido.
La economía mundial se encuentra en un difícil equilibrio. Por un lado, los países deben hacer frente al legado de la crisis financiera global, que ha dejado un rastro de sobreendeudamiento y alto desempleo. Por otro, los países tienen un futuro incierto, donde la reducción de las tasas de crecimiento potencial está incidiendo en la confianza, en la demanda y en la actividad diaria.
La economía de Estados Unidos e Inglaterra están dejando atrás la crisis financiera con tasas aceptables de aumento de su PIB, aunque su crecimiento potencial es aún menor que a comienzos de la década de 2000. Japón también está creciendo, pero los altos niveles de deuda pública heredados del pasado, sumados a un crecimiento potencial muy bajo en el futuro, plantean enormes desafíos macroeconómicos y fiscales.
En el otro lado, la Eurozona está prácticamente estancada desde comienzos de este año. La baja actividad de las economías centrales y las graves secuelas que la crisis ha dejado en el sur de Europa, apuntan a un bajo crecimiento potencial que impide que se consolide la recuperación.
No sólo ha de ser un objetivo prioritario continuar con el saneamiento de los balances bancarios, sino que es preciso seguir reduciendo el sobreendeudamiento de las empresas y de las economías domésticas que sigue siendo muy elevado en economías como la española.
Todas son causas que, mientras persista la debilidad de la demanda, hacen prioritario mantener una política monetaria acomodaticia y bajos tipos de interés.
Sin permitir que la mejoría en la estabilidad financiera se vea amenazada, se debe recurrir a la política fiscal para sostener la recuperación. Como se explica en el Informe del Fondo Monetario Internacional , la inversión en infraestructuras, incluso si se financiara con la emisión de deuda, puede estar justificada y ayudar a estimular la demanda a corto plazo. Siempre que estas inversiones tengan un efecto beneficioso a medio y largo plazo. No se deben acometer proyectos de dudoso valor, sino en aquellos que consigan una rentabilidad suficientemente elevada.
Incluso, incrementando de manera notable esta inversión pública eficiente, en aquellos casos en los que exista una notoria deficiencia en sus infraestructuras, sobre todo si el riesgo de estancamiento existente se llegará a materializar.
Desde luego, se trata de una tarea complicada: hay que distinguir entre declaraciones grandilocuentes y el anuncio de grandes objetivos que casi nunca se materializan, y la prioridad de acciones y reformas políticamente viables. No es momento del marketing politico.
Para vencer estos importantes retos se precisa de la responsabilidad y profesionalidad de las abundantes instituciones y autoridades que nos rigen, que para ello están investidas de ese poder. 

Se trata de un desafío colectivo para conseguir restablecer la confianza, mediante la articulación de claros planes económicos, para coordinadamente abordar los problemas heredados de la crisis, e impulsar el crecimiento potencial hasta, al menos, los niveles previos a aquélla.



3 comentarios:

  1. Mi estimado paisano...tú si que sabes y entiendes....¿por qué no dejan estos políticos nefastos la economía de nuestro país a personas que si saben?...un besito

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    1. Estimada Agueda, muchas gracias por tu comentario y valoración.
      Besos

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  2. Excelente análisis. Keynes hablaba de expectativas...y de confianza !

    Saludos

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