La
destrucción de empleo comenzó en la economía española en el año
2007, y no se han comenzado a generar puestos de trabajo hasta el año
2014. Se tardará, al menos, cinco años en alcanzar la situación de
20 millones de ocupados previa a la crisis. Y lo que es peor, es que
en este inicio de la recuperación sobre todo han crecido los
contratos a tiempo parcial, en muchos casos impuestos a los
trabajadores, por lo que se tardará aún más en recobrar el nivel
de horas trabajadas anterior a la crisis.
GLOBAL:
La
recuperación debe abarcar a los millones de empleos destruidos en la
peor crisis económica en medio siglo. La única economía que ha
cumplido esta premisa ha sido Estados Unidos, ya que ha registrado el
mayor crecimiento de la población ocupada habido en los últimos
quince años.
De
esa forma, también conseguida en su momento por el Reino Unido y
Alemania, el pasado año 2014 fue el año en el que los países
avanzados recobraron el nivel de empleo previo a la crisis. Esto a
pesar de la situación de la región del euro, en la que los países
del sur de Europa, Grecia, España e Italia están iniciando el
camino. La disparidad reluce en la recuperación de la crisis.
Solo
en Estados Unidos se perdieron más puestos de trabajo (9,4 millones
frente a 3,8 millones) que en España, pero la incidencia relativa en
la primera economía mundial fue mucho menor: se destruyó un 7% del
empleo, mientras en España la ocupación cayó más del 18%. Y la
depresión en Grecia ha destruido alrededor del 25% de los puestos de
trabajo previos.
Según
declaraciones del economista jefe de la OIT, Raymond Torres, “las
respuestas a la crisis han sido distintas: en Estados Unidos, se
siguieron políticas que llevaron a la depreciación del dólar, el
aumento de la inversión pública y a una expansión monetaria”.
Mientras que el año 2010, “los países europeos con crisis
internas operaron en un entorno restrictivo, marcado por la
austeridad presupuestaria y la debilidad de la intervención
monetaria, hasta que una nueva dirección se hizo cargo del Banco
Central Europeo, la estrategia europea tuvo consecuencias negativas
para el empleo”.
En
ese mismo sentido, durante el último Foro Económico Mundial de
Davos, el Gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, ha
advertido que “estamos en un momento de transición en varios
ámbitos que pueden concretarse a lo largo de 2015. Las divergencias
en política monetaria van a provocar una reubicación de los flujos
de capital en todo el mundo, con consecuencias para muchos mercados,
y no exenta de turbulencias. Pero, sobre todo, va a poner a prueba el
nuevo sistema financiero que hemos diseñado después de la crisis de
2008”.
Igual
afirmaba, Benoît Coeuré, miembro del consejo de gobierno del BCE:
es cierto que la nueva regulación financiera puesta en marcha tras
la crisis aún no ha probado su efectividad. No tenemos la seguridad
de que realmente sea la legislación que necesitamos. Esta situación
exige una mayor coordinación para evitar la emergencia de
proteccionismos financieros entre los mercados más afectados por las
turbulencias”.
Ejemplos
de la inestabilidad que puede venir, son la esperada decisión del
Banco Nacional de Suiza de dejar cotizar libremente el
franco suizo contra el euro, que ha revalorizado la divisa helvética
aproximadamente un 20% frente a la moneda única. También que
Dinamarca haya bajado los tipos de los depósitos dos veces en
una semana, para situarlos en un terreno aún más negativo (-0,35%),
y aliviar así las presiones sobre su divisa.
Por
otro lado, la agencia de calificación Standard&Poor´s ha
rebajado la nota de la deuda de Rusia hasta colocarla al nivel del
bono basura (BB+, con perspectivas negativas), la más baja recibida
por Rusia en la última década.
También
Moody's ha bajado, durante el pasado enero, la categoría a la deuda
pública de Rusia a Baa3, solo un escalón por encima del bono
basura, a causa del descenso en los precios del petróleo y la
devaluación del rublo.
El
mayor exportador de energía del mundo está al borde de una recesión
después de que los precios del petróleo hayan retrocedido a su
menor nivel desde 2009.
El
oro ha recuperado su estatus de valor refugio y su cotización se ha
disparado, durante el mes de enero, un 10% hasta los 1.300 dólares
la onza (1.160 euros).
Por
otro lado, “se ha disparado toda la munición”, como confirma la
decisión de acometer una política de compra de deuda por parte del
BCE, para reactivar el crecimiento y combatir la amenaza de
deflación. Según Christine Lagarde, directora gerente del Fondo
Monetario Internacional, “no hay duda de que nos adentramos en
terrenos desconocidos”.
En
Davos ha resurgido la amenaza que representan los riesgos
geopolíticos para la economía global. Muchos bancos internacionales
han acudido al encuentro con especialistas en el análisis
geoeconómico y se sitúa a esta amenaza en el primer puesto de la
lista de riesgos a medio plazo de la economía mundial.
Nariman
Behravesh, economista jefe de la firma de la empresa de análisis y
estrategia IHS, declaró en el Foro: “muchas de las tendencias que
observamos nos recuerdan a las de los años 80 y 90. Estados Unidos
es, de nuevo, la locomotora económica mundial. El dólar vuelve a
ser la moneda fuerte, y su producción petrolera está a punto de ser
la mayor del mundo”.
Sin
embargo, según una encuesta mundial de PwC, parte de las
esperanzas del pasado año 2014 se han evaporado y con ellas el
optimismo que mostraban los directivos empresariales sobre la
economía mundial. De forma que entre los consejeros delegados de más
de 1.300 empresas de todo el mundo, se revela que solo el 37% de los
directivos espera una mejora de la situación económica mundial,
lejos del 44% del año pasado, y un 17% que estima que la actividad
mundial caerá, el doble que hace un año. Los ejecutivos españoles
son más optimistas que la media: un 39% cree que la situación
mejorará, pero el dato también empeora sensiblemente respecto a
2014 (50%). La mayoría, sin embargo, dentro y fuera de España
confía en que sus compañías aumentarán ingresos y empleos.
Según
el presidente de PwC, Carlos Mas, “la encuesta viene a constatar
que nos encontramos ante un escenario económico distinto al que
hemos conocido hasta ahora y en el que se conjugan cifras de
crecimiento a nivel global con grandes oportunidades de negocio y
acontecimientos disruptivos”. Deben ser esas oportunidades de
negocio, y quizás también la mejora de la economía española, las
que han llevado a asistir a los ejecutivos españoles a Davos, que en
esta edición configuran el mayor número desde que estalló la
crisis.
La
brecha entre los grandes bancos centrales se agranda y esas tensiones
se empiezan a reflejar en el mercado de divisas, a la espera del
próximo movimiento después de que el Banco Nacional de Suiza
desligara por sorpresa el franco del euro. La Reserva Federal, el
Banco de Inglaterra y el Banco de Canadá subirán probablemente,
aunque moderadamente, los tipos de interés este 2015. Mientras, el
BCE, el Banco de Japón y el Banco de China proporcionarán más
estímulo a sus economías.
Tan
solo el coste más barato de la energía, nos permite esperar cierto
crecimiento fuera de Estados Unidos. El informe de Riesgos Globales
que cada año elabora el Foro de Davos, advierte sobre el hecho de
que, durante la próxima década, la mayor amenaza a la estabilidad
mundial surge de los conflictos internacionales. “Los riesgos
geopolíticos habían desaparecido del mapa de riesgos en los últimos
cinco años y vuelven con fuerza”.
Por
otro lado, dentro de la economía global, hay que reseñar la
debilidad de la demanda de las materias primas, desde el cobre hasta
las materias primas agrícolas, que se ha ahondado desde el inicio de
la crisis en 2008. El mantenimiento o el aumento de la oferta
mundial, acompañada de la caída en la demanda de los principales
consumidores, China y la eurozona de forma destacada, son los
causantes de la debilidad aflorada.
Esta
circunstancia puede tener un grave impacto para los países
exportadores, al ser muchos de ellos economías monoproductoras:
según datos del propio Banco Mundial, durante los años 1997 a 2011,
“el índice que agrupa a todas las materias primas no energéticas
ascendió más de un 60%. De esa evolución ya están siendo
tributarias las economías emergentes que tienen en sus monocultivos
exportadores la principal fuente de ingresos. Es el caso de América
Latina, que hizo de sus exportaciones a China —desde el cobre
chileno hasta la soja argentina— una de las principales fuentes de
su bonanza exportadora y de la capacidad de atracción de flujos de
inversión extranjera directa durante la pasada década. Pero también
algunas economías africanas subsaharianas sufrirán consecuencias
similares”.
Por
su parte, el Fondo Monetario Internacional, para 2015, ha revisado al
alza, (un 3,6%) el crecimiento económico de Estados Unidos, en gran
medida gracias al robustecimiento de la demanda privada interna. El
abaratamiento del petróleo está mejorando los ingresos reales y
expectativas de los consumidores.
Por
el contrario, El FMI prevé el debilitamiento del crecimiento de
la zona
del euro,
revisado a la baja al 1,2%, como consecuencia de la caída de la
inversión, a pesar del empuje que supone la caída de los precios
del petróleo, la mayor distensión de la política monetaria, y la
reciente depreciación del euro.
Para
Japón, cuya economía cayó en recesión técnica en el tercer
trimestre de 2014, el FMI ha revisado a la baja su crecimiento
(al 0,6%).
ESTADOS
UNIDOS:
La
tasa de crecimiento de economía estadounidense, finalmente, ha
quedado durante el año pasado en el 2,4%, tras moderarse en el
cuarto trimestre a una tasa anualizada del 2,6% del PIB.
La
mejora económica vino acompañada de la creación de empleo y del
abaratamiento de la gasolina, que han sido el soporte en el que se ha
apoyado el aumento del consumo. Si bien, la apreciación del dólar y
la debilidad internacional penalizaron a las exportaciones
estadounidenses de sus multinacionales.
De
la debilidad surgida por los rigores del frio invierno, que contrajo
a la actividad económica, el crecimiento se aceleró con fuerza a
una tasa del 4,6% en el segundo trimestre y mejoró al 5% en el
tercero (la mayor en 11 años).
El
consumo, que representa tres cuartas partes del crecimiento, creció
en el cuatro trimestre a una tasa anualizada del 4,3%, frente al 3,2%
del tercero. Es el mayor incremento desde el primer trimestre de
2006, cuando la mayor economía del mundo avanzaba a toda máquina.
La gasolína, que se abarató un 43% desde junio, dejó más dinero
en el bolsillo para gastar. El mercado laboral, entre tanto, sigue
mejorando y se acerca a una situación de pleno empleo.
El
fuerte crecimiento del consumo se ha visto amortiguado por la caída
del del 1,9% de la inversión en bienes de equipo. Se trata de la
mayor disminución registrada desde 2009, cuando Estados Unidos
sufría el peor momento de la crisis financiera, y contrasta con el
alza del 11% durante el tercer trimestre. El cambio se debe a los
problemas para las empresas petroleras surgidos por la caída de los
precios del petróleo.
La
Balanza Comercial tampoco ha funcionado bien, como consecuencia del
aumento de las importaciones fruto del crecimiento de la demanda
interna.
La
solidez del crecimiento de Estados Unidos (4% de media entre abril y
diciembre pasados) contrasta con el estancamiento que atrapa a Europa
y Japón.
En
todo caso, los tipos de interés seguirán al 0% durante algún
tiempo. La Reserva Federal ha advertido que será muy paciente
antes de volver a subirlos. Aunque lo previsto es aumentarlos durante
junio o julio, no se descarta tampoco que pueda aplazarse a
septiembre.
Sin
embargo, aunque un dólar fuerte teóricamente lleva a Estados Unidos
a ser un lugar seguro para el dinero en un contexto de incertidumbre
global, las últimas cifras que maneja Naciones Unidas revelan que
China volvió a convertirse en 2014 en el principal destino de la
inversión extranjera directa, algo que no sucedía desde 2003.
Las
compañías extranjeras destinaron 127.600 millones de dólares a
China, frente a 123.900 millones en 2013, de acuerdo con los últimos
datos de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo. Sin embargo, las
inversiones extranjeras en la economía estadounidense se redujeron
en el mismo periodo de 230.800 millones a sólo 86.000 millones. Por
eso ha pasado a ocupar la tercera plaza tras Hong Kong. La inversión
extranjera está buscando más oportunidades en los países
emergentes o en desarrollo.
En
todo caso, a lo largo de 2014 se crearon en Estados Unidos unos 2,95
millones de empleos, de los que 252.000 corresponden al mes de
diciembre. Se trata de la mayor generación de puestos de trabajo en
15 años (en 1999 hubo 3,1 millones) y el quinto año consecutivo en
que Estados Unidos es capaz de crear trabajo neto, los últimos
cuatro a un ritmo de más de dos millones de empleos. Este sostenido
incremento de la contratación permitió que la tasa de paro cerrara
el año en el 5,6%.
En
diciembre, el número de personas desempleadas fue de 8,7 millones. A
lo largo del año, los parados han descendido un 1,1% (1,7 millones).
Entre los principales grupos de población, destaca un paro del 16,8%
entre los jóvenes. Los parados de larga duración (al menos seis
meses) son 2,8 millones y suponen el 31,9% del total de inactivos. A
lo largo del año, el número de parados de larga duración se ha
reducido en 1,1 millones. Los servicios, el comercio, la
construcción, la salud y la industria fueron los sectores que mejor
se comportaron en el último mes del año pasado.
La
población activa se ha mantenido a la baja. El número de empleados
forzados a trabajar a tiempo parcial se mantiene en 6,9 millones. En
diciembre, el número de personas que no buscaban trabajo de forma
activa (las últimas cuatro semanas) era de 2,3 millones.
Thomas
Pérez, secretario de Trabajo de la Administración Obama, se
congratuló por los buenos datos, pero recordó que todavía queda
mucho por hacer. "La tarea pendiente es que la prosperidad
llegue a todos. Para eso es necesario que haya un incremento de los
salarios. Pero vamos en la buena dirección", señaló. El
estancamiento salarial es uno de los motivos de desencanto entre la
población pese a la buena marcha de la economía. En diciembre, el
salario medio por hora trabajada cayó un 0,2%. En noviembre creció
un 0,4%.
La
economía de Estados Unidos ha sido capaz de crear una media de
250.000 empleos al mes, una situación no vivida en el continente
europeo. Se trata de un éxito de la Reserva Federal estadounidense,
que entre sus cometidos tiene estimular el mercado laboral. Para ello
aplicó un programa de compra masiva de activos financieros y
préstamos hipotecarios que se prolongó durante 37 meses y que
terminó en octubre de 2014. No obstante, la tasa de paro se recupera
a un ritmo más lento.
EUROZONA:
El
BCE sorprendió con un quantitative
easing (QE)
más ambicioso de lo esperado. Draghi inyectará 60.000 millones de
euros mensuales —en torno a 45.000 en bonos del Tesoro, y el resto
en activos privados, según las estimaciones del mercado— entre
marzo de este año y septiembre de 2016, lo que equivale a una
inyección de algo más de un billón de euros. Y lo más importante:
el QE europeo se mantendrá más allá de esa fecha si los precios
continúan dando disgustos y no se acercan al objetivo del BCE, el 2%
a medio plazo.
Con
la compra de deuda el BCE está asumiendo más riesgos, y ha gastado
una de sus últimas balas, pero protege al euro de una explosión a
cámara lenta, que podría llegar si se enquistan la deflación, el
paro, la mala salud de la banca y los signos de congelación en la
economía del continente.
Draghi
señaló que comprará en torno a 45.000 millones en bonos, y unos
15.000 millones adicionales en activos privados durante 19 meses,
aunque esas cifras son estimaciones. Lo fundamental de la decisión
es el ritmo y el tamaño de las compras, además de dejar abierta la
posibilidad de prorrogar el programa si fuera necesario.
El
programa trata de reactivar a la economía europea por varios
frentes: un euro más barato que incremente las exportaciones; que
quede algo de dinero por la mejora de las Bolsas en los bolsillos de
los inversores; y por último, que al bajar los intereses de la deuda
pública se consiga que los Estados tengan un menor coste financiero
de la deuda. Pero sobre todo, lo que se busca es mejorar la confianza
de los bancos y hacia ellos.
Draghi
va a llenar de dinero a las entidades financieras con el deseo de que
empiecen a dar créditos de una vez. No hay garantías de que eso
ocurra, pero esa es la clave para tener algo parecido a una salida de
la crisis. La alternativa era seguir sin hacer nada mientras los
precios caen al terreno negativo, acercándose a la deflación: la
“bestia de difícil tratamiento”.
Alemania
por su parte no ha escondido su escepticismo, pero se ha dado por
satisfecha con el acuerdo de compromiso alcanzado. Con la única
concesión de la no mutualización de una parte de los riesgos,
Draghi dejó además varios recados para la opinión pública y
el establisment económico
de Alemania. “No vemos burbujas”, apuntó. Y para los que ven
riesgos de inflación, dijo que son “los mismos que hace cinco años
decían que otros QE iban a generar grandes incrementos de precios”.
“¿Hemos visto mucha inflación desde que se activaron los QE hace
cinco años? ¿Va a haber incrementos desorbitados esta vez? Por
favor, díganme cuándo”, ironizó.
A
falta de concreción, el BCE comprará deuda pública en función del
peso de cada país en el Eurosistema (España concentra casi el 13%)
y en plazos que van de los dos a los 10 años, además de las cédulas
hipotecarias y otros covered
bonds y
activos privados garantizados (los conocidos como ABS).
Pero la parte importante del programa será la deuda pública
—especialmente a 10 años—, que supondrá en torno al 75% de los
60.000 millones mensuales.
Draghi
volvió a reclamar a la Comisión Europea que active cuanto antes su
plan de inversiones. Y subrayó que “no hay plan B”: el BCE
persigue que con esa gran inyección de liquidez los bancos empiecen
a dar crédito y las cosas mejoren.
Para
los ortodoxos temerosos de la inflación, señaló que “los riesgos
para Europa respecto a los precios siguen siendo a la baja, aunque
haya gente que tenga una percepción distinta de la realidad y del
sentido de urgencia de las medidas que necesita la eurozona”, cerró
el banquero. Si el QE funciona, los bancos prestarán más y se
acercará la salida del túnel; si no lo hace pueden pasar dos cosas:
que la deflación aparezca por fin, o que con tanto dinero sobre la
mesa se desate el fenómeno contrario: una hiperinflación. Draghi no
ve esos riesgos por ningún lado. “No estamos para chistes”,
acabó señalando.
En
una crisis de la gravedad de la actual, se requieren políticos que
“den la cara y se hagan cargo de la situación”. Bernanke lo hizo
en Estados Unidos, y Draghi con estas medidas se afianza como un
“hombre fuerte de Europa”, levantando una pared de dinero a modo
de muro de contención entre la eurozona y el abismo que suponen los
riesgos de deflación.
Por
otro lado, en el lento proceso de arranque de la Unión Bancaria, el
BCE emitió un comunicado dirigido a todas las entidades financieras
recomendándoles que mantengan una política de distribución de
dividendos “conservadora y prudente”. La institución advierte,
además, de que podrá “adoptar decisiones individuales” para las
entidades cuyas políticas de dividendo no sigan sus recomendaciones.
La
institución adelantó a las entidades financieras que en los
próximos meses examinará sus políticas de retribución variable:
bonus, extras, dietas y otros incentivos salariales que elevan de
forma vertiginosa la retribución de los directivos y consejos de
administración. En su libreta de anotaciones el BCE tiene
registrados capítulos vergonzosos en los que ejecutivos de un banco
se subían los sueldos mientras las cuentas de la entidad entraban en
barrena. Algunas de estas escenas se vivieron en España y
actualmente se están depurando en los tribunales de justicia. El BCE
justifica estas recomendaciones por “una situación macroeconómica
y financiera difícil que genera presiones sobre la rentabilidad de
las entidades de crédito y su capacidad para fortalecer su capital”.
Por
lo que respecta a Italia, algunos de sus problemas económicos
se asemejan a los de la economía española: el envejecimiento de la
población y la elevada tasa de paro juvenil. Pero hay importantes
diferencias, Italia está agobiada por una tasa de crecimiento
(prevista en el 0,5% del PIB para 2015) que apenas se diferencia del
estancamiento; la deuda pública es más elevada que la española
(135% del PIB), pero todavía se observa que una parte de esa deuda
está en manos italianas; y, sobre todo, en la península italiana
brillan por su ausencia lo que la política económica ortodoxa
entiende por reformas (deprimir las rentas y reducir el gasto
público).
Al
igual que España, la economía italiana requiere mejorar su
productividad por medio de la inversión en capital tecnológico. Uno
de los daños principales causados por tantos años de estancamiento
o bajo crecimiento es la desitalianización de alguna de sus grandes
multinacionales (caso de Fiat). La fortaleza de su economía se
encuentra en el diseño, y en que, a pesar de la crisis, sigue siendo
una sociedad relativamente rica.
El
auténtico reformismo que precisa la economía italiana es modernizar
su sistema fiscal, cambiar su estructura administrativa, reordenar el
gasto para que la educación o la sanidad pública reciban lo que
necesitan y racionalizar (no recortar) la protección social.
Reformas, desde luego, no impulsadas por Alemania y también
extensibles a España.
Por
otro lado, tras el triunfo en Grecia del partido de Tsipras, el fin
de la troika gana apoyos a toda velocidad en las grandes capitales de
Europa. Ninguna de las instituciones que la integran: Comisión
Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional, ha
salido a defenderla con el más mínimo interés después de los
planes de la Comisión para disolverla.
Una
vez que Atenas ha decidido no reconocerla como interlocutor válido,
el Ejecutivo italiano consideró asimismo “una buena noticia” los
planes del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, acerca de
romper la troika.
Parece
como si Francia e Italia se hubieran convertido en aliados de Grecia
en la negociación que acaba de empezar, y no solo en lo relativo a
la propuesta de la Comisión de desmantelar la troika. No obstante,
Berlín se ha opuesto en público a esa posibilidad.
Muchos
economistas dudan de que Grecia pueda devolver el dinero del rescate,
pero el Banco Central Europeo ha entrado en la negociación entre
Atenas y los socios europeos con una medida de enorme impacto, ya que
anunció que cortará el grifo de liquidez de la banca griega a
partir del miércoles día 11 de febrero, ante las serias
dificultades para cerrar con éxito el rescate actual y de acordar
una extensión o un nuevo programa de ayuda.
Sin
embargo, el BCE permitirá a la banca griega una última válvula de
escape: las líneas de financiación de emergencia para evitar el
desastre. Esas líneas (conocidas como ELA) son más restrictivas y
más caras que la ventanilla del BCE: la medida encarece de un
plumazo los costes de financiación de las entidades helenas, y con
ellas las del Estado griego. Ni siquiera es descartable que
intensifique la huida de capitales, según los analistas. En una
jugada política de primera magnitud, Draghi obliga así al
Gobierno de Alexis Tsipras a negociar contra reloj.
Ninguno
de los países rescatados ha pedido nunca ayuda a los socios del euro
con agrado: el BCE dio siempre el último empujón a las
negociaciones, con fuertes presiones sobre los bancos y los Estados
en Irlanda, en Portugal, en España y en la misma Grecia. Esa vieja
historia vuelve a repetirse. El BCE aceptaba que los bancos colocaran
como aval la deuda de Grecia a pesar de que su calificación está
por los suelos, con la excusa de que Atenas estaba protegida bajo el
paraguas de un programa. Eso ha cambiado. El Gobierno de Syriza se
niega a pedir una extensión del rescate, y ha puesto en peligro el
cierre del segundo programa de ayuda al rehusar las condiciones de
los acreedores, que quieren más recortes.
Atenas
confiaba en que el BCE permitiera a los bancos griegos seguir con
el status
quo,
tras una reunión entre su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, y
la dirección del Eurobanco. Todo esto se ha ido a pique: según un
comunicado del propio BCE “al no ser posible concluir que el
programa se cerrará de manera satisfactoria” no se fía y ha
cerrado las vías de liquidez.
La
banca helena queda a merced del Banco Nacional de Grecia. “Pero es
muy posible que los mercados precipiten toda la negociación y que
impidan al Gobierno griego seguir con sus propuestas”, según han
señalado algunas fuentes del propio FMI.
ESPAÑA:
El
año pasado ha sido el primer año, desde que arrancó la crisis, en
el que la actividad económica creció de forma significativa. El
avance de la Contabilidad Nacional, difundido por el Instituto
Nacional de Estadística (INE), refleja que en el último tramo de
2014 ese crecimiento se aceleró, de modo que el Producto
Interior Bruto (PIB) aumentó un 0,7% en tasa trimestral. Se
trata del mayor aumento habido desde finales del año 2007.
Otros
indicadores estadísticos parciales: comercio, facturación de
grandes empresas y venta de vehículos, también señalan una mejoría
de la demanda privada.
En
comparación anual, el PIB español creció en el cuarto trimestre a
un ritmo del 2%, lo que, de confirmarse, colocaría el avance
promedio del año en el 1,4%, una décima por encima de lo estimado
oficialmente por el Gobierno, aunque el presidente Rajoy haya
afirmado que el dato final sería este.
La
economía española encadena año y medio con tasas trimestrales
positivas, y deja atrás así la recesión en la que estuvo inmersa
de forma casi ininterrumpida entre mediados de 2008 y mediados de
2013, la etapa crítica de la peor crisis en medio siglo, en la que
se perdieron más de tres millones de empleos.
Sin
embargo Enero ha sido, lo es normalmente, malo para el empleo.
La afiliación ha caído en casi 200.000 cotizantes en un mes,
situándose en 16.575.312 personas. El paro registrado ha subido en
77.980 personas, hasta situarse en 4.525.291 desempleados, según los
propios datos divulgados por el Ministerio de Empleo.
Estas
malas cifras de deben, fundamentalmente, al final de la campaña
navideña. La mayoría de los contratos temporales que se firman en
diciembre en el comercio y la hostelería para atender la punta de
trabajo no son renovados al finalizar la campaña.
Por
otro lado, ha aumentado la inestabilidad en el empleo incluso para
aquellos que acaban de firmar un contrato indefinido, ya que la
rotación en los puestos de trabajo fijos recién creados crece de
forma significativa desde 2012. En 2014 para que se creara un nuevo
puesto de trabajo fijo hizo falta que se firmaran 1,42 contratos
indefinidos, bastantes más que tres años antes, en 2011 cuando eran
necesarios 1,15 o incluso en 2006, en los años finales de la burbuja
(1,23), según un estudio del gabinete económico del sindicato
Comisiones Obreras, que toma el dato de los contratos
indefinidos que se firman cada año y el número de empleos
asalariados fijos creados en el mismo ejercicio.
Otro
motivo se encuentra en la devaluación salarial, algo que han notado
mucho más quienes perdían su empleo y encontraban uno nuevo. Según
los cálculos de Fedea, la reducción entre 2008 y 2013 fue de un 13%
para las mujeres y de un 17% para los hombres. Esto ha contribuido a
reducir los costes de despido, ya que disminuye la base sobre la que
se calcula la indemnización.
Teóricamente,
al abaratarse las indemnizaciones por despido de los empleados fijos,
y conforme se acercasen al coste de la rescisión del contrato a la
de los temporales, los empresarios perderían el miedo a contraer
compromisos laborales estables.
No
se ha cumplido esa teoría: el número de contratos indefinidos que
se firma cada mes sigue siendo muy bajo. En 2014, cuando comenzó la
recuperación laboral apenas el 8% de los 16,7 millones de todos los
contratos firmados eran fijos, un porcentaje apenas ligeramente mejor
que los de 2011, 2012 y 2013, años de apogeo de la recesión
económica.
En
otro orden, ni el saneamiento bancario acometido a lo largo de toda
la crisis, ni la reestructuración del sector, ni el dinero barato y
abundante que facilita el Banco Central Europeo han permitido por
ahora que el crédito se recupere en España. Los datos de cierre de
2014 muestran que el crédito a familias y empresas cerró el año
con un descenso considerable.
El
Banco de España ha publicado datos que reflejan que la
financiación total a sociedades no financieras residentes en
España cayó en 2014 un 3,4%, hasta 959.358 millones de euros.
Dentro de esa financiación creció algo la emisión de valores y
aumentaron con fuerza los préstamos del exterior, pero lo que más
cayeron fueron los créditos de los bancos.
En
cuanto a las familias, el descenso del saldo de crédito es del 4,7%,
hasta 745.793 millones, según las cifras facilitadas, ha caído
tanto el saldo de crédito destinado a la adquisición de vivienda
(un 4,3%, hasta 584.796 millones) como el dirigido a otros fines (un
6,5%, hasta 160.997 millones).
Por
lo que respecta a los precios, las tesis optimistas defienden que
para que la caída de precios cause efectos dañinos tiene que ser
prolongada (por ahora se ha registrado sólo un año deflacionista,
2014, con un descenso interanual de los precios del 1%) y ha de
afectar a la mayoría de bienes, cuando el análisis de precios
mostraría que en 2014 ha afectado sólo a unos pocos bienes y
servicios. Pero el caso es que las proyecciones conocidas de precios
para 2015 dan como probable que este año continúe, e incluso se
agrave, la tensión bajista de los precios; y el escaneo más
reciente de los mercados demuestra que la baja de precios se extiende
a un número creciente de ellos. Por otra parte, la inflación
subyacente (la que mide la tendencia de los precios) demuestra que
los carburantes no son el único factor deflacionista; la inflación
subyacente (cero el año pasado) sugiere que hay una causa
estructural de la deflación, que es la depresión de las rentas y la
propia debilidad de la demanda.
Quizá
sea muy aventurado considerar el IPC de 2014 como un episodio
circunstancial, inocuo para el crecimiento español y que puede
corregirse simplemente con dejar que las cosas sigan su curso.
Sin
embargo, para algunos no se observa el supuesto efecto de
retraimiento de la demanda como consecuencia de la deflación, ya que
el resultado de diciembre de las ventas minoristas, excluyendo las
estaciones de servicio, refleja un crecimiento en el último
trimestre con respecto al trimestre anterior a un ritmo anualizado de
alrededor del 3 %.
Aunque
se ha observado un cambio significativo en la composición de dicho
resultado: las ventas minoristas de alimentación descendieron,
mientras que las de no alimentación se aceleraron de forma notable
hasta un ritmo intertrimestral anualizado del 6,6%, que no se veía
desde principios de 2007.
Por
esa razón, los optimistas frente a la deflación, señalan que por
el contrario, la caída de los precios ha estimulado al consumo, ya
que ha elevado el poder adquisitivo. Señalan, incluso, que el
repunte habido en bienes no alimenticios del último trimestre está
reflejando la ganancia de renta real derivada de la caída del precio
de los combustibles.
MERCADOS:
Los
mercados financieros se mueven a veces por directrices tan alejadas
de la lógica económica que pueden llevar al absurdo de que los
inversores no solo no obtengan beneficios por prestar dinero, es
decir, por comprar bonos o letras, sino que incluso lleguen
a perder una parte por ello y, aun así, sigan colocando más dinero
en esos titulos. Esto es lo que está ocurriendo, el apetito la deuda
soberana es tan fuerte, el volumen de dinero en circulación es tan
grande, que ya hay una decena de países europeos cuyos bonos a dos
años se intercambian en el mercado con intereses negativos.
Alemania,
Francia, Holanda, Finlandia, Austria, Bélgica y Eslovaquia son los
siete países de la zona euro que ganan dinero por tomarlo prestado a
dos años y, fuera de la moneda única, Suiza, Suecia y Dinamarca. La
horquilla va del -1,03% de los bonos suizos, los menos rentables,
hasta los suecos, cercanos a 0 (-0,017%). El fenómeno alcanza
también a la deuda a cinco años en el caso de los bonos daneses,
alemanes, finlandeses y, sobre todo, los suizos. Suiza, de hecho, es
el único país europeo que logra intereses negativos incluso a 10
años. Su banco central ha suprimido el límite con el que intentaba
evitar la apreciación excesiva del franco frente al euro. Dinamarca
ha respondido bajando los tipos de interés sobre los depósitos del
-0,05% al -0,20%.
En
cuanto a España, la rentabilidad que los inversores exigen por
comprar sus títulos se halla igualmente en mínimos históricos,
hasta el punto de que también ha logrado intereses negativos en el
corto plazo: las letras que vencen en marzo se han vendido con una
rentabilidad del -0,014%. Y la racha sigue: el Tesoro colocó este
martes 9.000 millones de euros mediante una emisión sindicada de una
nueva referencia a 10 años a un cupón del 1,60%, el más bajo de la
historia con este sistema y este plazo. La demanda duplicó la oferta
al rozar los 23.000 millones. La rentabilidad se ha situado en el
1,656%, cuando en la última operación del mismo tipo fue 1,14
puntos porcentuales superior.
Un
inversor está dispuesto a perder dinero en títulos de deuda cuando
busca una inversión sin riesgo y, dentro de todas las posibilidades,
prefiere un producto cuya rentabilidad, al menos, aunque negativa, no
variará.
Por
lo que respecta al Euríbor -índice al que están referenciadas la
mayoría de las hipotecas españolas- ha cerrado el mes de enero en
el 0,298%, un 0,264 puntos menos que hace un año, lo que abaratará
las hipotecas a las que les toque revisión en unos 177,7 euros al
año.
El
índice comenzó enero en el 0,323% en tasa diaria, una cifra que se
ha ido reduciendo conforme ha avanzado el mes, hasta el 0,270% que ha
marcado a finales del pasado mes, con lo que el dato mensual se sitúa
en el 0,298%.
De
esta forma, una hipoteca tipo de 120.000 euros con un plazo de
amortización de 25 años obtendría una rebaja de 14,8 euros
mensuales, esto es unos 177,7 euros al año.
En
relación al mercado de la vivienda, señalar que las ventas han
subido en el 2014, por primera vez en cuatro años, un 14% en el mes
de noviembre con respecto a un año antes.
EMPRESAS:
El
Corte Inglés ha cerrado una emisión privada de bonos de 500
millones de euros, destinados a reducir su deuda bancaria. Los
títulos son a siete años, devengarán un cupón anual del 3,875 %
con la garantía de El Corte Inglés y cotizarán en Irlanda. La
emisión, dirigida a inversores cualificados, se ha colocado
principalmente entre extranjeros y se enmarca en la estrategia del
grupo para diversificar las fuentes de financiación. Permitirá
reducir el coste y alargar la vida media de la deuda de la empresa.
Es
la primera vez que El Corte Inglés hace una emisión de bonos sénior
(aquellos que están garantizados por la propia empresa). A finales
del 2013, la sociedad acudió a los mercados a buscar financiación
con una emisión de bonos de 600 millones de euros, pero se trataba
de una titulización de los derechos de cobro de sus tarjetas y
préstamos al consumo dados por su financiera. También en el 2013
cerró una reestructuración de su deuda con la firma de un préstamo
sindicado de 4.909 millones con 27 entidades a cinco años.
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