miércoles, 31 de marzo de 2021

APPS PARA CONTROLAR LOS INGRESOS Y LOS GASTOS: recomendaciones para controlar el presupuesto.

 

El fuerte crecimiento de las aplicaciones móviles ha llevado a que aparezca la posibilidad de llevar el clásico presupuesto individual de ingresos y gastos a través de nuestros teléfonos.

Desde luego, es más correcto hablar de controlar los gastos, aunque eso pueda mejorar la capacidad de controlar como marcha nuestro objetivo de ahorrar. Pero es importante destacar este aspecto, ya que el mero hecho de utilizar estas apps, desde luego, no implique que el usuario de la mismas vaya a ahorrar.

Cualquier sujeto racional que quiera controlar sus ingresos y gastos, lo que históricamente ha venido realizando ha sido, con “lápiz y papel en mano”, detallar en dos columnas sus ingresos en una y sus gastos en otra. Incluso distinguiendo entre gastos fijos y variables, como forma de ajustarlos a su capacidad de gasto o ingresos de la otra columna. Es decir, sencillamente, llevar o elaborar un presupuesto personal y controlar su ejecución real. 

Pues bien, estas apps lo que hacen, sencillamente, es facilitar al usuario ese trabajo. Dado hay que facilitar la app el acceso a nuestra cuenta corriente bancaria, en cualquier momento cualquiera puede saber cuál es su situación financiera.

Por tanto, debe quedar claro que no es un producto de ahorro, ni que su mero uso evite las malas prácticas. Simplemente, es una herramienta, más o menos sofisticada, que al estar sincronizada con el banco, permite facilitar, casi en tiempo real, el control y seguimiento de entradas y salidas de nuestra cuenta corriente.

Dado que para extraer los movimientos directamente de tus cuentas corrientes, el usuario debe facilitar todos los datos bancarios que permitan a la aplicación acceder a los mismos en todo momento. Es decir, el usuario ha de facilitar a la app dicho acceso a la cuenta corriente en su banco.

Aunque el sigilo y la seguridad de las mismas pueda estar garantizado, es normal que el usuario a la hora de facilitar esa información y el permanente acceso a la app, pueda desconfiar de las mismas.

Cabe la posibilidad, en algunas apps, que sea el propio usuario quien vaya introduciendo manualmente los movimientos. Consiguientemente, en este caso, se pierde la comodidad de su uso.  

¿Y en que debemos fijarnos cuando decidimos usar una de estas aplicaciones?

No existe un manual o formulario para ver cuál puede ser la mejor. Sin duda lo aconsejable es recurrir a los foros de usuarios, donde al igual que en otros productos, aparecerán reflejadas sus experiencias y valoraciones.

Existen también en la red infinidad de análisis de cada una de las muy abundantes apps existentes en el mercado.

Quizá, un aspecto a tener en cuenta, sea el número o cantidad de usuarios que tenga cada una de las ofertadas.

Lo normal es que las versiones básicas sean aplicaciones gratuitas, aunque algunas han comenzado a cobrar, de forma que los ingresos que obtiene la firma que las gestiona proceden de dos formas: la primera es ofrecernos publicidad personalizada, y la segunda es vender los datos anónimos que recopilan de los usuarios a otras empresas. Esto puede no hacerle gracia a todo el mundo, más cuando hablamos de nuestras cuentas bancarias.

Es conveniente fijarse en el diseño de las webapp, ya que algunas son muy mejorables.

Finalmente, cabe plantearse si estas Apps pude ayudar a a mejorar la educación financiera relativa al ahorro: desafortunadamente, en general, está totalmente descuidada la formación financiera y económica. Aspectos enormemente esenciales para cualquier persona que, continuamente, ha de tomar decisiones y se encuentra completamente “bombardeado” con noticias de ese carácter.

Creo que estas apps no permiten mejorar o corregir ese importante déficit formativo, ni mucho menos fomentar la cultura del ahorro.

La utilización de estas apps permiten al usuario controlar su presupuesto de gastos e ingresos con una mayor comodidad, casi en tiempo real. Ahora bien, es evidente que, si no existe previamente la intención de racionalizar sus gastos respecto a sus ingresos, no las utilizará.

Por tanto, se parte de la inquietud o cultura personal del usuario respecto a la necesidad de racionalizar el control de esas partidas, y si su situación económica lo permite ir conociendo su ahorro, o por el contrario su exceso de gasto y consiguiente endeudamiento.

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