¿Cuál
es la cifra de parados? ¿La del paro registrado o la de la EPA ?
Publicadas
las cifras del paro registrado correspondientes al mes de marzo, casi todos las
han calificado como “buenas”, ya que señalan una reducción del paro de ¡16.620
personas!
Para
alguien que no conozca que es una y que es otra, el mareo de cifras es
descomunal. Tan pronto se habla de una cifra de parados de 4,8 millones, como
de casi 6 millones de personas.
El
llamado Paro Registrado recoge el número de personas que acuden a inscribirse
como desempleados demandantes de empleo a las oficinas de los servicios públicos
de empleo.
Por
otro lado, la Encuesta
de Población Activa (EPA) que elabora trimestralmente el Instituto Nacional de
Estadística (INE), sobre una muestra de 65.000 familias (alrededor de 180.000
personas), refleja su situación respecto a la semana de referencia en la que se
les pregunta bajo total confidencialidad.
Existe
una tercera estadística, que es el número de afiliados a la Seguridad Social. Tiene,
sobre todo, validez para reflejar la tendencia del mercado.
Partiendo
de la población en edad de trabajar (en España la de 16 y más años), la EPA mide la población
económicamente activa que es la suma de la población ocupada y de la parada.
Se
considera ocupados a aquellos que dicen haber trabajado, al menos, una hora
durante la semana de referencia. Mientras son parados aquellos que no teniendo
ocupación, están en un proceso de búsqueda activa de un empleo: una persona que
no teniendo ocupación no la está buscando por la razón que sea, no es un
parado. Es un inactivo.
En
general, se le concede mayor fiabilidad a las cifras de la EPA que a las del Paro
Registrado. En cualquier caso, es conveniente tener en cuenta las siguientes
puntualizaciones:
Existen
muchas personas que, estando desempleadas, no acuden a las oficinas de empleo a
inscribirse como parados. Esta es una posible causa de la diferencia con la
cifra de parados de la EPA.
También
existen personas que, tras un proceso infructuoso y dilatado en el tiempo, se
desaniman y abandonan el proceso de búsqueda de empleo. En ese momento, ya no
son considerados parados y, por lo tanto, no integran las estadísticas, dando
lugar a una bajada de las cifras de parados y de la propia población activa. Este
efecto se conoce “como efecto desánimo o desaliento”.
En
el caso español, dado que ya existen muchos parados de larga duración (los que
llevan más de un año buscando empleo) tiene, indudablemente, una gran
influencia.
Todo
lo anterior, induce a pensar que el paro es mayor al que reflejan las estadísticas.
Además, habría que añadir aquellos, fundamentalmente jóvenes, que se han
marchado a otros países en busca de mayor fortuna.
Es
igualmente preciso señalar la existencia del trabajo sumergido existente en la
llamada economía irregular o “golfa. Desde hace tiempo, algunas estimaciones
apuntan a que la producción camuflada en
este grupo ronda una cifra equivalente al 25% del PIB español.
Pues
bien, según la EPA
el número de parados asciende a 5.896.300 personas, mientras que los parados
registrados durante al mes de marzo, ascienden a 4.795.866. ¡Una diferencia de
más de un millón de parados!
Si
embargo en lo que se refiere a la población ocupada las cifras son más
próximas. La EPA
señala 16.758.200 personas, mientras que el número de afiliados a la Seguridad Social
ha ascendido en marzo a 16.296.288.
Aún
prescindiendo de la notoria intencionalidad en la utilización de unas u otras
cifras, es evidente que se trata de una situación de extrema gravedad, que sin
duda merece una mayor atención y preocupación de las autoridades políticas y
agentes sociales (patronal y sindicatos).
Los
precursores de la última reforma laboral han obtenido éxito en cuanto al
objetivo de devaluación salarial pero, lo que es peor, han cosechado un enorme
fracaso en la creación de empleo.
Es
evidente, que por mucha reforma laboral, si no hay demanda no hay producción, y
consiguientemente tampoco creación de empleo. Los cambios acometidos han
provocado todo lo contrario: ocasionar una mayor destrucción del mismo. Las
empresas en todo momento demandaran los puestos de trabajo e invertirán en
aquello que precisen de acuerdo a su nivel de actividad y expectativas, por
mucho que se les facilite y abarate el prescindir de sus empleados.
Privar
a tantas personas de un derecho básico -poder desempeñar un trabajo que les
permita vivir dignamente- es un fracaso sin paliativos de cualquier política
económica.
Es
evidente, que ha habido una ligerísima mejoría, pero no entiendo que se
califique a la última publicación como de “buenas cifras”.
¿Y
cuál es la política del Gobierno en este gravísimo problema? Sencillamente,
confiar en que cuándo se recupere el crecimiento -aumente nuestro PIB- por si
sólo el mercado absorba el enorme excedente de mano de obra…
Dicho
de otra forma: “dejarlo estar”… Como históricamente señaló la escuela del
liberalismo económico "laisser faire, laisser passer" (dejar hacer,
dejar pasar), que el sistema y el mercado por si sólo lo arreglarán. Aquello de
la “mano invisible”…
¡Apañados
vamos!
El dimensionamiento de la Economía Sumergida definido como el 25% del IPB es algo que tengo escrito en mis apuntes de carrera y acabé en el 97, lo que me hace pensar que es un número calculado más o menos a boleo pero generalmente aceptado. En todo caso, no sé qué fórmulas son aplicables para integrar esa economía, y si alguien está realmente interesado en hacerlo.
ResponderEliminarPor otro lado, estoy totalmente de acuerdo con tu planteamiento salvo que nos enfrentemos a una economía pura de mercado. Hay agentes con mucho poder fáctico que distorsionan el pretendido laisser faire, que tampoco defiendo.
Buenas tardes Hector, por diversas rezones he tardado bastante en contestarte. Lo lamento.
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo con lo que planteas.
Gracias por tu amable comentario.
Saludos.